Las Pruebas de Carlitos (3)

Silvia comienza a descubrirse a si misma gracias a Carlitos, quien tendrá mas tiempo que compartir con su tía...

Las Pruebas de Carlitos (3)

Las luces de la mañana se anunciaban a través del ventanal que da al balcón de la habitación. A pesar de tener las cortinas cerradas se podía advertir que iba a ser un día soleado y caluroso. Estaba desperezándome a la vez que recordaba mis sueños, me sentía muy descansada pero a la vez… diferente a otras mañanas… estaba excitada, muy excitada. Al ver al otro lado de la cama vi a Hernán durmiendo sin meterse, sobre las cobijas, echado con la ropa puesta. Ni siquiera sentí cuando se acostó pero debió haberlo hecho avanzada la madrugada, estaba profundamente dormido y roncaba un poco con la boca entreabierta, seguro ni cuenta se dio que yo estaba con un babydoll de infarto que, irónicamente esa noche, solo Carlitos aprovechó… Carlitos… creo que ahora veía todo fríamente ¿qué había pasado? ¿qué llegó a hacerme? mejor dicho: en realidad ¿qué dejé que me haga? ¿fue solo un sueño mas? ¿quizás solo lo imaginé todo?.

El olor a licor que emanaba mi marido terminó por regresarme a la realidad; me senté y me miré en el espejo del tocador, me veía diferente, especial y particularmente radiante esta mañana… sentía algo diferente en mí y no sabía como describirlo. Lentamente me fui incorporando para salir de la cama y poner los pies en el piso, cuando comencé a pararme sentí como se levantaba la sábana de abajo conmigo y luego se desprendía de mi trasero… entre extrañada y confundida pasé la mano por mis nalgas y por encima de la sábana hasta que sentí endurecida la zona sobre la que estuve echada, recordándome lo que había pasado anoche… no había sido un sueño… si había sucedido… recordé todo lo que había pasado con Carlitos… sus manitas… su pijita tanteando en mi culo así como su abundante corrida con la que me quedé mojada y dormida, ahora quedaba su sequedad como prueba de lo que pasó… Dios mío ¿qué hice? -porque definitivamente fui yo quien lo provocó todo- me sentía culpable… pero no podía perder el tiempo: tomé la sábana y con esfuerzo logré sacarla completamente de debajo de mi marido para llevarla a lavar; ni se despertó a pesar que casi lo volteo. Me puse una bata y salí llevando conmigo la sábana hacia la recámara de mi hijo… pasé por la canasta de ropa sucia y la dejé adentro, ya la lavaría mas tarde.

La cuna estaba vacía, miré el reloj… eran las 8 y 30 de la mañana, si mi nene se despertó y llamó ¿cómo no pude escucharlo? En ese instante recordé que era domingo y que, como todos los domingos, mi madre debió haber llegado a las 7, como tiene llave entró, seguro no quiso despertarme y bajó al nene con ella. Me dirigí a la escalera pasando por el cuarto que ocupaba Carlitos… estaba cerrado, seguiría durmiendo (¿soñando?) pensé sin poder evitar una sonrisa.

La sala y el comedor eran un revoltijo de vasos y tazas sucias, colillas de cigarrillos y botellas de licor. Podía sentir la tetera con agua en la cocina… era mamá.

Mi madre vive a dos cuadras y los domingos viene a ayudarme con las cosas de la casa y el nene durante la mañana.

Estaba sentada en la mesa de diario en la cocina con el niño en el regazo… engriéndolo como siempre.

Silvia, ¿qué laberinto es éste?

Ayer vinieron los parientes de Hernán.

Otra reunión a tus costillas… y ya veo que "hubo fiesta" –dijo irónicamente al mirarme el babydoll por entre la bata.

Mamá… ¿otra vez?

Claro, como los parientes de tu marido no limpian

Yo voy a limpiar… pero primero voy a preparar la leche del niño. Dame a este gordito

Alcé a Francisquito y le di un besote en la mejilla ¿Cómo está mi bebé? el muy coqueto se reía de su despeinada mamá.

Preparé el biberón mientras mi madre atendía al niño y me contaba sus quejas de papá. La verdad no prestaba atención ya que en la mente tenía lo sucedido con Carlitos la noche anterior. ¿Qué haría? ¿Qué le diría a los muchachos? ¡Qué pruebas seguirían! … y ¿por qué me importaba de esa manera? Algo que empezó como juego de niños estaba empezando a tomar quizás otros ribetes.

Francisquito tomó su leche y lo llevamos a cambiar. Mi madre también desayunó y se ofreció a terminar de cambiarlo.

Tu cámbiate y arréglate, yo me encargo… termino y lo bajo –me dijo

Ok, gracias ma.

Pensé tomar un baño, pero primero decidí calentar el cuerpo… en las mañanas hago aeróbicos para recuperar la silueta que tenía antes del embarazo, así que decidí arreglarme para eso.

Regresé al dormitorio y mi marido dormía aun como un lirón. Me cambié de ropa y ni se dio cuenta: me puse una malla de lycra de color fucsia chillón y algo escotada, muy ceñida (siempre la uso en casa para hacer mis ejercicios) con solo una truza debajo. Amarré mi cabello, me puse unas tobilleras y decidí no ponerme zapatillas, para relajarme me gusta caminar descalza en casa mientras se pueda, así que solo tomé mi radio-casetera, la colchoneta y salí hacia el hall.

Acomodé la colchoneta y puse mi cinta de música no muy alto para no despertar a los dormilones.

Mientras hacía mis rutinas pensaba en lo que pasaba en mi vida, en los recuerdos de esos sueños… de hechos que nunca fueron así; me sentía llena de dudas ¿eran deseos reprimidos?¿era como me hubiera gustado que fuera la realidad? Todos eran recuerdos de momentos excitantes… por el morbo a lo prohibido… en todas mi trasero era la causa, el protagonista principal… y relacioné los sueños con lo sucedido con Carlitos y los comentarios de los muchachitos… ¿su travesura fue acaso el catalizador de mis deseos reprimidos? En toda mi vida sexual no recordaba haberme excitado tanto con tan poco contacto físico

Mientras seguía perdida en mis pensamientos se abrió la puerta del cuarto de huéspedes y salió Carlitos… por cómo se me quedó mirando –yo estaba en plena rutina echada en el piso- me sentí totalmente escaneada y una sensación como que si estuviera desnuda me inundó por un instante. Estiré el brazo y apagué la casetera.

Buenos días, tía.

Hola Carlitos, ¿no te desperté con la música, verdad?

No… ¿que haces?

Ejercicios… para no estar tan gorda y bajar los rollitos.

Tu no estas gorda, tía… no necesitas hacerlos.

Me quedé sorprendida y me sonrojé por el tono y la mirada que me mandó cuando dijo esto último.

- Los hago desde que nació tu primito

¿Te ayudo? –preguntó.

No sé que pasó por mi mente pero le dije si (aunque no sabía… ¿a qué? ¿y cómo?) .

Se me ocurrió algo de pronto: me eché derecha boca arriba y le dije: - párate aquí , señalando por el lado de mi cabeza.

Para bajar la barriguita tengo que levantar las piernas juntas y derechitas a 90 grados –sabia que era bueno en matemáticas . Mejor si puedo mantenerlas unos segundos así –levanté lentamente las piernas juntas cuando las levante hasta arriba… así como ahora… me tomas los tobillos por un rato ok?

¿Y eso no es trampa?

No… es una ayudita nada mas

Oky

Se paró como le dije y me miró… yo lo veía de cabeza y me dio gracia verlo así, sonreí y él también.

Me miraba con ese disimulo mal oculto suyo que me intrigaba… levanté las piernas y tomó mis tobillos con ambas manos.

Cuenta hasta diez y los sueltas… le dije.

1…2

Mientras contaba lo miraba para ver que hacía… miraba mis pies con mucho detenimiento… me había arreglado las uñas a la francesa, cuidaba mucho mi cuerpo y en particular mis pies… están permanentemente pedicurados.

Tía, tus pies son lindos...diferentes a los de mi mamá.

¿Cómo así?

Siempre usa zapatos cerrados para que no se le vean los juanetes que tiene… pero los tuyos son bonitos y perfectos. No había los había visto así de… bonitos.

Gracias, le dije algo nerviosa. Pero ¿ya no pasaste de contar 10?

Ah si, sorry... -y los soltó.

Los bajé y los volví a levantar… repetíamos esa rutina una y otra vez, notando como Carlitos llevaba mis pies cada vez mas hacia él, haciendo que sean mas de 90 los grados que formaban mis piernas con el piso

Carlitos… ya es suficiente, gracias

Ah si, tía de na… - de pronto se quedó de una pieza al mirarme en el piso.

¿Qué pasa…?

Al mirarme me di con la sorpresa que del sube y baja de las piernas, mas los jalones adicionales de Carlitos, se me estaba saliendo un seno por el escote cruzado de la malla… casi la mitad afuera con pezón incluido

Rápidamente me arreglé e incorporé. Disimulé.

Gracias caballerito. Baje a tomar desayuno… -afirmé señalando las escaleras.

Si tía, gracias –dijo algo avergonzado. ¿Puedo llamar a Luis y los muchachos?

Déjalos que duerman o tomen el desayuno tranquilos con sus padres

Bueno… ¿pero puedo invitarlos después a venir, no tiita?

Claro, Carlitos

Mientras bajaba pensaba seriamente en lo que estaba pasando: Carlitos estaba despertando a la vida, conmigo como referencia de lo que es una mujer… eso me inquietaba… y me excitaba increíblemente a la vez. No puedo negar que me asusté por ello.

Entré al baño, me quité la ropa y me dispuse a entrar en la ducha. El agua fría cayendo sobre mi cuerpo me relajaba… contemplé mi cuerpo y me encontré especialmente atractiva… como nunca: mis pies cuidados, muslos firmes libres de celulitis, un trasero de infarto, caderas que no parecían de una madre, mi cintura marcada aunque no como antes de tener a mi nene, mis senos redondos de oscuros pezones… firmes… comencé a entender lo que pensarían al verme los hombres en la calle y a entender también el porqué me decían las cosas que me decían… de las mas lindas a las mas sucias. Realmente me sentí bella por primera vez en mi vida… y de pronto quería que todos me vieran y admiraran, fue una sensación extraña: imaginarme exhibiéndome intencional pero sutilmente a cuanto hombre se me antojara… ¿qué me pasa?¿acaso estaba loca?... así no piensa una mujer decente.

Con una toalla en la cabeza y envuelta en mi bata de baño bajé para hablar con mamá cuando escuché a Carlitos hablar por teléfono en la sala. Como estaba de espaldas a mí, logré pasar rápidamente al estudio sin que me viera y levanté la bocina del anexo lentamente para escuchar, estaba hablando con Luis:

Avísale a los demás que mi tía me dio permiso para que vengan.

Ok… y?? ¿ lo hiciste?

Si… anoche

No te creo

Tengo fotos

Le aviso a los muchachos y

Colgué y seguí mi ruta a la cocina. Mamá había comenzado a lavar los platos de la fiesta y Francisquito estaba a la vista en su corralito en el patio techado.

Mamá, deja todo… eso lo voy a hacer yo

Olvídate. Más bien creo que vas a tener que ir sola al supermercado porque seguro que tu marido aun no se despierta ¿verdad?

Sigue durmiendo… pero es domingo. Déjalo.

Tiene que pensar más en ayudar… sobre todo con el niño

No importa, quédate tú con él y yo voy sola. No voy a comprar mucho.

Carlitos entró a la cocina en ese momento… ya había saludado a mamá cuando tomó el desayuno

¿Por qué no vas con Carlitos al súper?

No es necesario… -dije.

Carlitos: ¿ayudarías a tu tía Silvia a hacer las compras? –preguntó mamá.

Si… claro –respondió. Aunque los muchachos van a venir en unos minutos

¿Vez mamá? Además Carlitos no se ha quedado para hacer el mercado con su tía

El es un buen muchacho que va a ayudar a su tía y le dirá a sus amigos que vuelvan mas tarde… ¿no Carlitos?

Carlitos se vio acorralado por la insistencia de mamá así que no le quedó otra que responder que si.

No hay problema… voy afuera a esperar a los muchachos y decirles que vuelvan luego.

Mientras Carlitos salía me fui a preparar para salir. Entré a la habitación, abrí el closet y volvió a mi esa extraña calentura que no había sentido sino hasta esta mañana… llegaron a mi mente esas ganas de mostrar por primera vez, intencionalmente, algo más… se me hizo sumamente excitante el imaginarme insinuante ante los hombres que estarían haciendo compras en el súper… quizás con sus esposas… y además estaría con Carlitos: como el muchachito había sido casi forzado a acompañarme el verme exuberante sería hasta una manera de recompensarlo, pensé.

Me dio la locura… hasta ahora no sé que fue lo que pasó por mi mente para decidirme… me puse una tanga blanca tipo hilo dental extra-diminuta que usaba solo cuando Hernán me lo pedía casi de rodillas. Al ponérmela se enterró inmediatamente entre mis nalgas y casi se metió en mi rajita.

Escogí un vestido sencillo de una pieza, delgado, de color rosado claro que me quedaba algo apretado, no lo usaba desde antes de quedar en estado. Era corto, más o menos a medio muslo, pero tenía una abertura lateral pronunciada. Me miré al espejo y decidí no ponerme sostén… estaba re-loca, pensé… pero mas pudo el morbo de pasearme así en la calle, rodeada de gente. El vestido tenía unos botones delante que decidí no abrochar para que se pudiera ver algo del surco de inicio de mis tetas… los pezones casi se me traslucían y marcaban completamente por lo excitada que estaba. Para completar el modelo escogí unos zapatos blancos de plataforma alta que jamás había usado para salir (los compró Hernán por catálogo solo para verme con ellos en la intimidad… creo que es algo fetichista en el fondo) y me puse una cadenita en el tobillo izquierdo.

Me miraba al espejo mientras me peinaba… con mi cabello aun mojado parecía una mujerzuela vistiéndose, recién bañadita luego de brindar "sus servicios". Me miré y sonreí… realmente estaba hecha una zorra.

Me paré frente a Hernán que aun dormía… "mira como va a salir tu mujercita" pensé. Ni se movió.

Como no quería que mi madre me viera así vestida, bajé, tomé las llaves del auto y me dirigí al garage. Pensé que Carlitos estaría en el auto esperando pero no estaba… quizás es mejor, no pensaba volver a entrar a buscarlo ni menos tocar el claxon así que decidí irme sola y tener una salida rápida. Al abrir el portón casi me dá un infarto: afuera Carlitos, Pablo y Luis estaban conversando a dos o tres pasos del portón y para remate de males don Amador, el abuelo de Luis, conversaba sentado en la puerta de su casa, exactamente al frente, con dos señores de edad que no recordaba haber visto antes. Don Amador hacía meses que no salía de su casa por problemas de salud y hoy, justo hoy se decidió a tomar el aire fresco de la mañana dominguera… y de paso recrearse la vista con un espectáculo como el que debía estar dando yo sin previo aviso.

Quizás fueron solo segundos pero jamás podré olvidar el rostro de esos seis hombres de todas las edades que me veían en ese momento a cual más sorprendido. Estuve a punto de bajar la puerta y correr a esconderme, ¡qué vergüenza! y lo que es peor ¿qué pasaría por sus cabezas? No podía culparlos de nada ya que desde su perspectiva habían visto el portón elevándose lentamente dejando al descubierto, lentamente también, a una mujer en ropa ligera, sexy… pero completamente fuera de contexto por la hora y el lugar. Quería llamar la atención pero no comenzando por los vecinos en el barrio.

Me armé de valor y me dirigí a Carlitos, que al igual que Luis y Pablo, no podía disimular su asombro por lo que veía.

¿Vamos Carlitos? Ah, hola Luis… Pablo

Buenos días… señora Silvia –dijo Luís.

¿Listo para ir al súper, Carlitos? – pregunté. Por el rabillo del ojo podía ver que alguien se acercaba a nosotros. Era don Amador.

Si tía. Después hablamos, muchachos.

Disculpen chicos que les robe a Carlitos un rato

Podemos ir también a ayudar… si gusta –dijo Luís.

Si… entre los tres podemos cargar mas peso –afirmó Pablo.

Buenos días Silvita… - era don Amador.

Don Amador, ¿como le va? – respondí algo incómoda por la mirada del viejo.

Mejorando, Silvita. Me da gusto verla… después de tiempo tan bien. ¿Cómo está Hernán?

Bien, gracias. Está en casa descansando.

Qué afortunado es… - decía mientras me miraba sin disimular las tetas y pasaba la lengua entre sus labios.

Me disculpa, don Amador, pero voy apuradita al súper

¿Podemos ir, seño? – volvió a preguntar Luís con insistencia. Esto se salía de lo que había planeado.

Somos tres fortachones a su servicio… bueno dos, Carlos no cuenta jejejeje – decía Pablo luego de darle un golpe en el brazo a Carlitos que, desapercibido recibió completamente sin poder quitarse.

Pero claro… Luis, hazte útil: acompaña a la señora y ayúdale con las cosas del mercado.

Claro que si, abuelo… -decía el muchacho mirándome con ojos suplicantes.

No creo que sea necesario, Don Amador. Los muchachos tendrán cosas que hacer… -dije para convencerlo y que no insistiera.

De ninguna manera, Silvita. Este mocoso nos está resultando un poco vago, es hora de que empiece a hacer cosas productivas.

En vista de la insistencia de don Amador, y para no estar haciendo mucho tiempo parada y vestida así en la puerta de casa, no me quedó más remedio que aceptar:

De acuerdo, vamos muchachos… suban al auto.

Cool –exclamó Pablo.

Si!! Vamoooooos… - dijo emocionado Luís a la vez que, con Carlitos y Pablo, corrían juntos al coche.

Hasta luego, don Amador.

Adiós, Silvita… se me cuida mucho ¿eh? –dijo a la vez que me pareció percibir un guiño de despedida picaresco del viejo.

Subiendo al auto me encontré frente a frente con Luís. Se había sentado adelante en el asiento de copiloto y me miraba con una sonrisa sarcástica. Carlitos y Pablo estaban en el asiento de atrás. Al voltear a ver si todo estaba bien, recién me pude percatar que Carlitos estaba con su cámara digital en la mano

Empecé a ponerme nerviosa porque, aunque no sé mucho de esas cosas, sabía que las fotos tomadas anteriormente pueden verse por una ventanita de la bendita cámara.

Carlitos, cuida bien eso. No te lo vayan a arranchar… Luís, ponte el cinturón de seguridad.

Luís trataba de jalar el cinturón de su lado derecho inútilmente.

Está muy duro… parece… que … se … trabó –decía mientras jalaba.

Suave. Tienes que jalarlo suavemente. Se supone que así con violencia como lo estás haciendo es también un choque y en ese caso no debe ceder.

No puedo, seño. Así nomás

Ni hablar, a ver te ayudo

Me acerqué apoyando la mano derecha en su asiento y con la izquierda estirada para jalar el cinturón. No pude evitar inclinarme, rozar con uno de mis senos su pecho y darle una panorámica de mis tetas que supo aprovechar bien (se podía apreciar en lo casi desorbitado de sus ojos).

¿Ves? – Dije jalando sin dificultad el bendito cinturón y enganchándolo en la hebilla. Me hice la ingenua pero sabía perfectamente cual había sido la intención del mocoso este.

Gracias, seño

Arranqué y salimos con rumbo al supermercado. Mi intención exhibicionista se había visto algo cohibida por la numerosa compañía que ahora tenía… pero a lo hecho pecho, como se dice, así que para hacerlo sin inconvenientes decidí ir al mega-supermercado que formaba parte de un gran complejo comercial: me permitiría dos cosas, la primera ofrecer distracción a los muchachos (se marearían con tantos sitios de video-juegos, tiendas de discos, electrónica, etc) y la segunda seguir mi plan en un sitio donde las probabilidades de encontrarme con gente que me conozca era algo remota (quedaba a una hora en auto desde la casa).

Miré el espejo retrovisor y me encontré con la sonrisa de oreja a oreja de Pablo. Se colocó entre los dos asientos delanteros y cómodamente ubicado (podía verme las tetas a su antojo) me preguntó - ¿y a qué súper vamos, seño?

Vamos al Súper del Jockey Plaza

¿Tan lejos?

Si… y siéntate bien porque de una frenada te puedes venir adelante

Ok… don´t worry

Noté que la falda se me había subido mas de la cuenta al sentarme cuando observé a Luís, queriendo agacharse debajo del panel delantero del auto de una manera pésimamente disimulada… todo por querer ver mis bragas… mi tanga en este caso.

¿Qué te pasa?

Es que… se me cayó una… moneda. ¡Si! ¡Eso es.. una moneda!

Ya con esa excusa segura se agazapó completamente a los pies del asiento. No podía ver lo que hacía por no perder de vista la pista, pero noté que miraba mis piernas y hacia atrás, a Pablo y Carlitos.

En el retrovisor veía a Pablo reír pícaramente, Carlitos estaba callado pero se le notaba intranquilo.

Creo que rodó hacia los pedales… - afirmó al momento que sentí rápidamente una mano posarse sobre mi tobillo y subir hasta mi rodilla.

Una luz roja me salvó. Me detuve y retiró la mano rápidamente.

No creo que tu moneda haya llegado hasta allí. En todo caso la buscas cuando lleguemos ¿ok? –dije a la vez que le lancé una mirada de enojo y Luís se ponía rojo como un tomate. La risita burlona de Pablo no se hizo esperar

Ok… no hay problema.

Este sería un largo viaje, pensé, así que traté de hacer conversación.

¿Y muchachos? ¿Qué planes para hoy? ¿Qué van a hacer mas tarde?

Hummm… nos reuniremos en casa de Pablo para hacer la tarea y jugar en la computadora –afirmó Carlitos.

Sorry pero mi máquina está out of order, chicos –dijo Pablo.

Tu máquina era la más rápida y potente… ahora ¿dónde vamos a probar el juego de Arturo? –preguntó frustrado Carlitos.

Si quieren al regreso pueden usar la del estudio, chicos. Pero la cuidan Ok? – dije.

Bien! Gracias, tía –dijo Carlitos.

Llegamos al centro comercial, estacioné el auto y al bajar les dije:

Bueno chicos, en realidad no voy a comprar muchas cosas así que se pueden ir a dar una vuelta por ahí y nos encontramos aquí en el parqueo en una hora mas o menos.¿Ok?

No way, seño. Hemos venido a ayudarla y eso vamos a hacer –afirmó Pablo.

Claro que sí. Además es mejor estar juntos ¿no le parece? Podemos perdernos… –reforzó Luís con una vulnerabilidad mal fingida.

Si tía, vamos todos al súper

Pero ¿de veras no quieren aprovechar en ver todas estas tiendas y diversiones juntas en un solo lugar? –insistí sonando igual al comercial de TV.

No, de veras… ¿vamos? –respondió Carlitos dando algunos pasos hacia la salida a la zona comercial.

Resignada a tener detrás de mí a mis "púberes guardaespaldas" no me quedó mas remedio que iniciar el recorrido sin negar que estaba asustada y doblemente excitada por lo que podría suceder.

Espero que les haya gustado… esto continuará. Como siempre y si lo desean no duden en enviarme sus críticas, comentarios y sugerencias a mi correo elvira_lujan@yahoo.com.ar . Un beso y gracias nuevamente.