Las Profesoras

Cuando tu profesora te da la dirección donde se aloja será para algo...

La historia se desarrolló en el instituto donde cursaba bachillerato. Tenía entonces 18 años y era un chaval bastante bien mirado por las chicas (todo sea dicho, modestia aparte)...

Todo comenzó un día normal de clase: nos dijeron que el profesor de lengua se puso enfermo e iba a coger tres semanas de baja. Estuvimos dos días sin profesor en la clase de lengua pero al tercero nos dijeron que iba a venir un sustituto.

Pasaban ya 3 minutos desde que la clase de lengua había comenzado, pero todavía no había llegado el sustituto. Todos estábamos en nuestros sitios y hablando bastante alto... hasta que la manilla de la puerta se giró. Se abrió la puerta y apareció el sustituto, que en esta ocasión era sustituta. La mayoría de los chicos enmudecieron. ¿Por qué las chicas no?. La sustituta: pelo rubio recogido, 1’80, unos 23-25 años, pechos grandes, caderas y culo perfecto. Llevaba ropa provocativa: una blusa que transparentaba un poco y se le notaba el sostén negro, falda hasta las rodillas y botas de cuero altas. O sea, parecía sacada de una peli porno. Yo no me podía creer lo que estaban viendo mis ojos: ¿cómo coño íbamos atender a la clase con semejante pastelito delante?. Después del corto silencio, los chicos empezamos a murmurar en bajo... Por mi zona ya se escuchaban comentarios del tipo "le echaría 100 polvos", "fijaos que tetas", "que buena está" "fijo que es muy puta en la cama"...

Las chicas de clase, aunque pocas, nos miraban como diciendo "sois unos salidos"...

Se presentó con una vocecita dulce, como de niña:

Me llamo Arancha, y sustituiré a Rogelio mientras esté de baja.

Luego vino lo clásico: que qué estábamos dando y todo el rollo...

Los días siguientes fueron de infarto, todos los tíos esperábamos la clase de lengua para verla... Cada día que había lengua, al llegar a casa me cascaba una buena paja mientras recordaba como escribía en el encerado; moviendo su firme culo. Además, tenía de grandes las tetas hasta tal punto que a veces se manchaba de tiza en esa parte de la blusa cuando escribía en el encerado...

Ya casi me sabía su vestuario al completo. Siempre me ponía cachondo en clase (y supongo que mis compañeros también) cuando traía un pantalón ceñidísimo rojo que le marcaba perfectamente las curvas impresionantes que tenía... Y cuando traía también esa bonita chaqueta con un escote que dejaba ver un poco su sujetador, otra vez negro (mi color favorito de lencería...).

Un día, Arancha nos dijo que Rogelio, el profesor, iba a seguir un mes de baja... por lo que tenía que poner ella las notas de la evaluación... Y claro, nos puso un examen de evaluación. Llegó el examen. Yo había estudiado bastante, pero lo puso muy difícil y me salió fatal... Dio las notas. Yo, un 4. Me jodió mucho porque estudiara y no merecía tan poca cosa de nota... Al final de la clase, me levanté y fui a hablar con ella a su mesa. Arancha estaba sentada y tenía un escote bastante visible para mí, que estaba de pie junto a ella. Me estaba indicando los errores en el examen, pero yo casi no la escuchaba porque estaba hechizado viendo su escote y seducido por su perfume. Al final le dije si podría hacerle un trabajo para llegar al aprobado. Ella, que era muy simpática y parecía que le había caído bien, me contestó que en ese momento tenía prisa y debía irse. Yo le recordé que los profesores tenían la junta de evaluación en dos días y no podía esperar a mañana para que me dijese el tema del trabajo. Arancha sacó una pequeña hoja, y anotó algo al tiempo que me decía sonriente:

Ahora tengo prisa. A la salida (se refería a después de la última hora de clase) ven a verme aquí. Así lo hablamos.

Y me dio la hoja del papel. "H236". Esa era una de las habitaciones del internado del instituto, para los que vivían lejos y no podían ir y volver a sus casas todos los días. Muy sospechoso eso de que tenía prisa. Fui a la cafetería 5 minutos más tarde y estaba tranquilamente tomando un refresco al tiempo que me echó una mirada muy camelante y sonrisita picarona cuando me vio.

Era miércoles, por lo que era el día de la semana en que había clase por la tarde. Llamé a mi casa para decirles que a lo mejor llegaba un poco tarde. Las dos horas de clase por la tarde se me hicieron larguísimas... hasta que por fin llegó la hora de la salida.

Fui al internado, y pregunté a una limpiadora que estaba allí donde estaba la habitación:

"Giras a la derecha, luego recto y subes las escaleras; allí está el bloque H220-H240" me dijo.

"Gracias".

"¡Espera!" me dijo. "Pero esa es la zona del internado de chicas".

"Será sólo un momento" le contesté.

"Está bien, pasa. Date prisa".

Encontré la habitación e iba a llamar a la puerta; pero estaba entreabierta. Entré y tan pronto la cerré:

"¿Hola, hay alguien?" dije.

"¡Ah! Eres tú. Pasa".

Era la voz de Arancha. Me lo dijo en un tono como muy sensual. Aún no la había visto, por lo que me adentré un poco. Y al fin la vi. Estaba de espaldas retocándose en el espejo. Me sorprendió: tenía una simple bata blanca que le cubría todo el cuerpo; y su larga melena rubia estaba recogida. Parecía como si hubiera salido de la ducha. Me dijo:

"Te salió mal el examen ¿eh?"

"Pues sí, es que en la pregunta..." me disculpé.

"Ya, ya lo vi" me interrumpió. "Pero le podemos buscar una solución".

"¿Un trabajo?" pregunté.

"No. Quiero que hagas un examen ahora" dijo.

"Ya pero es que..."

"No te preocupes, va a ser muy fácil" me volvió a interrumpir.

Mientras decía esto, caminaba hacia mí. Se quitó la pinza, y la larga melena rubia se le cayó por los hombros. Deshizo el nudo del cinturón de la bata y se la quitó. Se quedó completamente desnuda.

"Me vas a hacer el examen de LENGUA ¿no?"

Yo, sabiendo de que iba ya la cosa pues perdí la vergüenza y le empecé a tocar sus preciosas tetas al tiempo que le decía:

"Sí, cariño. Y te lo voy a completar con más cosas"

Le sobaba los pechos. No me cogía cada teta en cada mano, así que harto, pasé a lamerle directamente los pezones. Un poco después, me dice:

Espera. No quiero que suspendas esta vez. Te tendré que dar alguna ayuda...

Y dicho esto se bajó lentamente, abrió la cremallera de mi pantalón vaquero y sacó mi verga al exterior ya completamente empalmada. Aranchita sonrió un poquito cuando me la vio ya totalmente empinada. Apreté su cabeza contra mi miembro y comenzó a darme unas ligeras mamadas que con el paso del tiempo se iban haciendo más fuertes y cortas. Continuó succionando mi pene hasta que paró a los pocos minutos. Entonces se tumbó en la cama y dijo:

Ahora te toca a ti.

Me tiré también en la cama y le di un intenso beso con el que exploré toda su boca con mi lengua para demostrarle que se me da bien.

Seguí bajando hasta sus grandes y bellas tetazas. Mientras agarraba una con una mano, chupaba y chupaba aquellos pezones duros como piedras. Luego jugué con mi lengua en su ombligo y llegué a la parte más sabrosa: su coñito. Aranchita lo tenía depilado, pero parecía experta en eso de afeitarse el chocho: tenía una raya de pelo en el medio que se dividía al llegar arriba en dos curvas haciendo un bonito dibujo. "Buen detalle de estética" me dije. Pero lo que me interesaba era saber cómo era. Así que ella, facilitándome la tarea abriéndose de piernas lo más que pudo, me agarró la cabeza y mientras me decía que se lo comiera me apretó contra él. Le estuve lamiendo el clítoris bastante tiempo, y Aranchita estallaba en gemidos de placer.

De repente, la puerta de la habitación se abrió y apareció otra chica que aún tenía un buen polvo: alta, morena, delgada; era muy normal comparada con mi cachondísima profesora.

"Hola Marta" dijo Arancha con toda naturalidad, como si estuviésemos jugando al parchís. "Es mi compañera de habitación" añadió dirigiéndose a mí, que estaba en plena lamedura de coño.

"Me voy a dar una ducha, ahora vengo" contestó la misteriosa Marta.

Ya otra vez solos, y una vez que oíamos el agua de la ducha, me sorprendió el comentario que hizo Arancha:

Es todavía más puta que yo.

Esta interrupción me había cortado un poco el rollo; así que decidí retomar lo ya empezado. Dejé el clítoris y le enchufé mi ya lubricada polla en su coño. Primero suave y despacito; al minuto ya estaba empujando brutalmente, y Arancha jadeaba y jadeaba. Al final disminuí la marcha por si nos iban a oír en las habitaciones de al lado. Sin quitar la polla de su coño nos dimos la vuelta; por lo que quedé yo abajo y Arancha encima; que empezó a marcar un ritmo bastante fuerte. De vez en cuando le cogía como podía sus preciosos pechos (no me cabían en la mano) y se los sobaba. Mientras follábamos en esa posición me percaté de que la tal Marta estaba desnuda en una silla y haciéndose un dedo. Arancha seguía a lo suyo; dale y dale; gime que te gime. La Marta paró de masturbarse y se subió a la cama; se abrió de piernas frente a mi cara y comencé a mamarle el coño; que no estaba tan mal como el de Arancha, aunque un poco más depilado estaría mejor... Así estábamos el trío formado por Arancha, Marta y yo follando. Arancha ya se había cansado de follar y comenzó a darle unas mamadas más a mi pene mientras yo seguía trabajándole el coño a Marta. Aranchita luego paró y se sentó en la silla en la que estaba antes masturbándose Marta, cogió un plátano, lo lubricó con no sé qué cosa tenía allí y so le empezó a meter por el culo.

Marta se apartó y le pregunté:

"¿Eres profesora también?"

"De Matemáticas" contestó. "Me ha dicho Arancha que estás en examen; te haré yo uno pequeño de Matemáticas entonces: hacer el 69"

No me daba Matemáticas a mí porque no la conocía... Aranchita estaba tan atenta a lo suyo que no reparó en lo que hablábamos y seguía cada vez más introduciéndose el plátano por su recto anal, mientras Marta y yo nos chupábamos mutuamente nuestros genitales.

Después de tanta acción, llegó por fin la potente Arancha. Porque aunque la otra estaba bien, prefería mil veces a Aranchita:

"Déjamelo. Ahora viene la parte del examen más importante"

Se puso a cuatro patas en la cama y con el ojo del culo ya bien abierto después de haberse metido el plátano le introduje mi polla caliente. Ahora ya no gemía, sino que chillaba de placer... Marta no quería quedarse parada y se puso delante de Arancha para que ésta le chupara el chochito.

"Estas dos se lo deben montar aquí de puta madre" pensé después de haber visto eso. A Marta le conté como tres orgasmos o así; los de Arancha no lo sabía, gemía y gemía cada vez que mi verga la penetraba analmente...

Así seguimos hasta que las dos guarrillas se pusieron delante de mi polla mientras yo remataba la faena estimulándola delante de sus caritas sonrientes y expectantes. Por fin, me corrí; fue la corrida más intensa que jamás hubiera tenido... aún encima me excitaba mucho más viendo las caritas de Marta y Arancha alternándose las mamadas a mi polla para chupar la misma cantidad de lefa. "Eso es compañerismo" pensé.

Acabado el polvazo de aquella tarde, Arancha acabó primera de vestirse y salió a buscar tabaco. Quedamos Marta y yo, que sólo habíamos practicado sexo oral. Por lo que, ya casi vestidos, nos dirigimos la mirada y la aguantamos durante 5 segundos. Pasado ese tiempo, se abalanzó sobre mí metiendo su lengua en mi boca. Nos desnudamos violentamente, casi arrancándonos la ropa. Ella me empujó y caí en la cama. Después de darme unas cuantas mamadas para reanimar a mi polla (por cierto, era más fea pero Aranchita tenía razón, era más puta; me comió ella mucho mejor la polla que la tetuda profesora de lengua). Se puso encima de mí e introdujo brutalmente mi verga dura como una piedra en su coño. Empezó a moverse muy rápido. Ahora ya no sólo gemía ella, ahora empezaba a jadear yo también... El polvo fue rápido; el suministro de corrida se me había casi terminado cuando se lo descargué a las dos así que le solté muy poquito esperma en el medio de sus bolas de tamaño medio tirando a pequeño (pero con unos bonitos y firmes pezones); mientras me hacía una cubana. En ese momento me acordé de lo gilipollas que fui de no hacerlo con Arancha antes; ¡con el pedazo par de melones que tiene!.

Al fin, me vestí y procuré no dirigirle la mirada a Marta; mi polla ya estaba desecha de tanto joder, y fijo que esa ninfómana quería más... Cuando iba a salir; llegaba Arancha con el tabaco. Me dio un pitillo y mientras me lo encendía y me tocaba el culo con la otra mano, me dijo con tono sensual:

Tendré que decidir ahora qué calificación te pongo.

Me fui, ya ni siquiera me despedí de Marta. Procuré que no me vieran por la zona del internado de tías, porque con lo que chillaban las dos putas profesoras se habría enterado todo el mundo... Tuve suerte, ni las de la limpieza me vieron. Mientras salía por la puerta principal, me saludó alguien. Me giré y era Rogelio, el profesor de lengua titular, muy sonriente. Ya no estaría enfermo. Le saludé. Eso significaba que Arancha ya no se quedaría más y me puse de bajón. Efectivamente, al día siguiente la cachondísima y puta profesora ya no estaba. Fui a su habitación, pensando en echarle un polvo a la de Matemáticas ya que mi polla ya estaba completamente repuesta del día anterior; pero ni siquiera Marta estaba. Me vio un vigilante y le pregunté:

"¿Las de esta habitación, sabe donde están?"

"Se habrán ido"

"¿Las dos?" volví a preguntar.

"No sé cuántas había, lo que sé es que no hay nadie desde esta mañana. Y vete de aquí, es la zona del internado de chicas".

Supuse que las dos se habrían marchado. Se me vinieron posibilidades a la cabeza: a lo mejor la otra no era profesora, y sería una amiguita o novia de Arancha; o podría ser que era cierto que era profesora de Matemáticas y estaba supliendo a alguien, pero me pareció mucha casualidad que se marcharan las dos a la vez...

En fin. Lo que estaba claro es que fue un polvo increíble. Nunca estuviera follando con dos tías a la vez, y menos aún cuando una de ellas estaba como un tren y la otra era casi (o sin el casi) ninfómana...

A los dos días me dieron las notas. Cerré los ojos. Los abrí. Lengua, un 5.