Las primeras veces

Sexo, sudor, dolor...

Soy Pedro, un chico de 27 años. Os voy a contar la historia de cómo mi novio Eloy me penetró por primera vez.

Eloy y yo llevábamos juntos unas semanas. Habíamos hecho varias cosas (pajas, sexo oral, etc.) pero nunca habíamos pasado de eso y aunque disfrutábamos mucho yo quería que me penetrara el culo. Eloy y yo teníamos un juego de disciplina, él me castigaba con azotes cada vez que me portaba mal o hacía alguna cosa que no le gustaba. Normalmente no pasaban de ser unos azotes pero cada vez estaban siendo cosas más fuertes. Un día mientras estábamos comiendo juntos en mi casa, tiré un plato al suelo mientras recogíamos la mesa. Él me miró con cara de vicioso y yo ya supe lo que venía después: me iba a castigar.

E: mira lo que has hecho. Ahora voy a tener que castigarte. Eso es lo que me obligas a hacer.

P: no me castigues por favor, ha sido un accidente.

E: encima me replicas. ¡Vamos a la habitación!

Me dio un cachete en el culo y me obligó a dirigirnos hacia la habitación que estaba en el otro extremo de la casa. Él se sentó sobre la cama y yo ya sabía que tenía que hacer a continuación: me tumbé sobre sus rodillas boca abajo y con el culo dispuesto para recibir su castigo.

E: has sido muy malo y voy a tener que darte unos azotes.

P: ¿me va a doler?

E: por supuesto que sí.

Eloy comenzó a bajarme los pantalones y los calzoncillos. Los dejó ambos a la altura de mis rodillas. Empezó a masajearme mi culo peludito y blanquito. Sin avisarme me dio un fuerte azote y emití un quejido de dolor. Él me agarró la cara y me besó en la mejilla.

E: cuánto más te quejes más fuerte te voy a dar. No hagas ni un ruido

Siguió dándome azotes durante casi cinco minutos. Cada vez más fuerte. Mi culo estaba totalmente rojo. Con cada azote yo me retorcía en sus brazos tratando de zafarme, pero él no me lo permitía. Yo notaba que él estaba muy excitado. Su polla erecta se notaba a través de su pantalón y chocaba contra mi pecho. Mientras seguía dándome azotes y como yo no aguantaba más le dije:

P: quiero chupártela.

E: ¿sí? ¿quieres chuparme la polla? Pues prepara tu boquita.

Me apartó un poco y se bajó los pantalones. Su polla apareció ante mí y pude percibir el inconfundible olor que tanto me gustaba. Comencé a darle besos desde la base y a lamer sus testículos. Seguí subiendo por su tronco hasta llegar a su glande. Me la metí entera en la boca y comencé a chuparla. Estuvimos así un rato y al final me dijo que parara porque se iba a correr. Entonces me dijo:

E: estoy muy cachondo y quiero follarte ese culito rojito que tienes.

P: sí por favor fóllamelo.

Me tumbó boca abajo sobre la cama y me escupió en la entrada del ano. Dio dos lametadas y comenzó a masajeármelo. Yo no veía nada, solo la almohada que mordía con fuerza. Noté un ruido a mi izquierda y escuché como se abría el cajón de la mesa de noche. Supuse que estaba buscando un condón, pero le dije:

P: no, métemela sin condón. Quiero sentirte entero dentro de mí. Quiero sentir tu piel contra mi piel.

Noté como esas palabras le excitaron aún más. Agarró su polla con la mano derecha y la colocó a la entrada de mi culo. Presionó un poco y yo traté de relajar el ano, pero estaba un poco tenso. Él lo notó y trató de relajarme hablándome un poco:

E: tranquilo pequeño, no te voy a hacer daño pero tienes que relajar ese culito porque te lo tengo que follar. Has sido malo y me has puesto la pollita muy dura, así que ahora me tienes que dejar follarte ese culito tan mono que tienes.

Mientras me decía eso me besaba el cuello y entrelazaba sus manos con las mías. Escucharle hablar de forma tan tierna me relajaba y él lo sabía así que yo me tranquilicé y él pudo empezar a metérmela. Cuando estaba a medio meter comenzó a moverse adelante y atrás y empecé a notar su fircción. Al principio me dolía, pero me aguantaba mordiendo la almohada, hasta que unos minutos después me la metió hasta el fondo sin previo aviso. Yo me revolví y traté de apartarme, pero él me aprisionó con su peso y me agarró del pelo.

E: shhhh tranquilo, no te muevas. Ya tienes mi pollita toda dentro de ti, es lo que querías. Ahora no llores, tienes que portarte bien porque si no te tendré que volver a castigar.

P: fóllame despacito por favor.

E: sí, muy despacio para que no te duela.

Estuvo follándome suvamente durante varios minutos y el dolor dio paso a una sensación mezcla de placer y calor. Tras un rato así me la sacó y me dio la vuelta, quedando yo boca arriba y con las piernas en alto. Me la metió en esa postura y comenzamos a follar en la postura del misionero. Yo le notaba muy cerca de mí, me encantaba esa postura. Le podía besar, le agarraba del pelo y le estrujaba su culo en cada acometida, forzándole a que me la metiera más y más dentro.

E: voy a correrme no aguanto más, me tienes a mil. ¿Quieres qué me corra?

P: sí, dentro de mi culito. ¡Córrete!

E: ufff me corro...

Eloy dio un par de sacudidas más, hasta que sujetándome fuertemente de los hombros se vació dentro de mí mientras emitía un quejido de placer. Tardó un par de minutos en recuperarse, estaba exhausto. Pero tras un rato abrazados sin hacer nada más, se dio cuenta de que yo no había acabado, así que me dijo que me sentara en la cama y se metió mi polla en la boca. Yo estaba tan excitado que noté que me iba a correr en muy poco tiempo:

P: como sigas así me voy a correr.

E: quiero que te corras en mi boca.

Esa frase me puso a mil y le agarré de la cabeza mientras me la chupaba, hasta que no pude aguantar más y me vine dentro de él. Eloy se tragó toda mi leche con una sonrisa y me besó, permitiéndome sentir el dulce sabor de mi semen.

Nos quedamos abrazado sobre la cama y él se durmió. Yo me quedé pensando en que siempre me acordaría de esa primera vez en la que Eloy me había follado el culo. Lo que no sabía es que lo mejor estaba aún por llegar...