Las primeras vacaciones. Parte 1

Si hice todo esto fue porque sé que no la estabas pasando tan bien desde hace tiempo y quería, por una vez en la vida, verte feliz, porque, desde que te conozco, nunca te he visto así hasta hoy. Te lo mereces. Te quiero y quiero verte bien. Y si necesito mover el mundo para lograrlo lo haré.

Conocí a la mujer que hasta el día de hoy, ha llegado a ser mi mejor amiga. Teníamos 18 años. Pasaba los fines de semana en mi casa, y éramos inseparables en la escuela, hasta que, terminando el año escolar se fue de la ciudad. Perdimos el contacto y durante años nos distanciamos.

Logramos retomar contacto pero en ese momento las dos estábamos atravesando situaciones difíciles y no pudimos estar la una para la otra, sin embargo, con el tiempo, volvimos a hablar. Resulta que, mi mejor amiga seguía con problemas, así que quise compensarle el no haber estado cuando me necesitaba y le planteé el irnos de vacaciones, a lo cual ella accedió. Me tomé a la tarea de elegir lugar, hotel, actividades con tal de que estuviera contenta y se descargara de todas las cosas que la agobiaban.

Pasaron cuatro meses desde la propuesta. Por fin había llegado el día. Tenía la maleta hecha y los boletos a la mano. Debía alcanzarla en la central de autobuses y de ahí partiríamos juntas. Nuestras primeras vacaciones.

-¡Hola Cami! ¿Lista para irnos?

-Si por favor. Me urge salir de esta ciudad.

-El autobús sale en cuarenta minutos, tenemos tiempo de ir por un café.

-Me agrada la idea. Vamos.

Dejamos el equipaje documentado y fuimos a la cafetería. Ambas pedimos un americano y mientras lo tomábamos platicamos y reímos. Pasados los cuarenta minutos subimos al autobús, ella se acomodó y se durmió, tenía una capacidad impresionante para cerrar los ojos y quedarse dormida como piedra. Yo me distraje viendo las películas que pusieron.

Al llegar a nuestro destino, tomamos las maletas y agarramos un taxi el cual nos llevó directo al hotel. Era un hotel precioso.

-Wow, sabía que habías planeado todo el viaje pero te luciste con el hotel.

-Nos lo merecemos. Son nuestras primeras vacaciones, ¡y! te tengo una sorpresa la cual te requiere en media hora, así que cámbiate, ponte algo cómodo y te llevo.

-No dejas de sorprenderme –dijo Cami con una sonrisa linda y una chispa en la mirada.

-Esa es la intención. –dije sonriendo y cerrando los ojos.

Cuando estuvo lista, la tomé de la mano y la dirigí por los pasillos del hotel, antes de salir en el viaje investigué absolutamente todo. Quería consentirla y sorprenderla. Cuando vio a donde la había llegado se quedó sin palabras.

-Bienvenidas al SPA señoritas. ¿Tienen cita las dos? –Nos preguntó la señorita de recepción.

-No. En realidad sólo es ella. Cami.

-Adelante por favor.

Cami me miró sorprendida y me preguntó: ¿Sólo yo? ¿Tu que harás?

-No te preocupes Cami, ya lo verás. Tengo otras cosas que preparar. Disfrutalo.

Le di un beso en la mejilla y me fui.

Llegué a la habitación y me dispuse a preparar todo. Llamé al restaurante y ordené la cena. Pedí me alistaran una mesa en la terraza, con velas y, no podría faltar la botella de vino. Todo quedó a la perfección. Lo único que me preocupaba era que a Cami no le gustara. Es una chica ruda y no se si ese tipo de detalles le agradaran.

Cami regresó a la habitación con una sonrisa dibujada como hacía tiempo no tenía una. Cuando abrí la puerta no dijo nada, sólo me abrazó fuertemente. Ese abrazo me hizo sentir fuerte y liviana al mismo tiempo.

Cuando dejó de abrazarme vi que desvió su mirada hacia el fondo de la habitación.

Su rostro quedó inexpresivo durante unos minutos y yo sólo rogaba en el fondo que le hubiera gustado.

-Acaban de traer la cena, y conociéndote debes tener mucha hambre. ¿Cenamos?

Cami sólo alcanzó a decir que si con la cabeza. Se quedó muda.

Se sentó, yo abrí la botella de vino y serví en las dos copas.

Mientras cenaba, sentía su mirada fija en mí.

-Tal vez, bueno, no tal vez, seguramente estás sacada de onda por todo esto, pero quería compensar el hecho de que estuvimos ausentes la una de la otra durante mucho tiempo y sabes lo especial que eres para mí, y, no quería que se quedara en palabras, quería demostrarlo.

-Pues lo has logrado. Me has dejado sin palabras.

-Es lo mínimo que podía hacer. Te lo mereces. Sé que no la has pasado tan bien estos últimos meses, y pues, quería que te alejaras de todo lo negativo y por unos días, disfrutes.

-Eres impresionante.

-Disfrutemos la cena.

Mientras cenábamos y platicábamos, disfrutábamos la vista que ofrecía la terraza. Era única.

Las luces de la ciudad, las montañas al fondo, el cielo grisáceo con tonos salpicados de naranjas. Era perfecto. El mundo se había desaparecido por una noche.

Me quedé sumergida en mis pensamientos, cuando sentí que me rodeó por detrás con sus brazos y me dio un beso en la mejilla.

-Gracias por hacer todo esto. De no ser por ti yo creo que ya hubiera explotado o hubiera matado a medio mundo por tanto estrés.

-Lo sé. Quería evitar una tragedia. Te conozco y, en vez de que te volvieras asesina a sueldo, decidí sacarte de allí por un rato. No quería lidiar con abogados y juicios. Es más fácil así. Tómalo en cuenta.

-Pues si va a ser así creo que me estresaré más seguido.

-¿Pretendes abusar de mí?

-Sólo lo necesario. Me dio otro beso y volvió a sentarse. Estuvimos allí observando el paisaje hasta terminarnos el vino.

Entramos a la habitación y nos pusimos a ver una película. Estábamos agotadas por el viaje como para salir a caminar, ya sería el siguiente día.

Mientras veíamos la tele, sentí que Cami recargó su cabeza en mi hombro.

-¿Te quieres dormir ya?- Le pregunté.

-No. Quiero terminar de ver la película. Es sólo que…

-¿Qué?

-Que tenía tiempo que no me sentía así de tranquila y feliz. -en ese momento enderezó su cabeza y volteó a verme. Ella sabía que yo, tiempo atrás, había estado enamorada de ella, y se lo había dicho, pero nada surgió.- ¿Te puedo preguntar algo?

-Sí, dime.

-¿Me vas a decir la verdad?

-Si.

-Te sigo gustando ¿Verdad?

-¿Por qué lo dices?

-¿Qué amiga se pone a planear todo esto?

-Ehm… ¿Yo? ¿Tu súper amiga? ¿La mejor?

Cami se me quedó viendo seria y con la mirada fija sobre la mía, sin parpadear.

Sólo alcancé a tragar saliva. No aguanté su mirada y volteé a ver el piso.

-No mires el piso, mírame. Te hice una pregunta.

Volví a mirarla, tomé valor y le respondí.

-Si hice todo esto fue porque sé que no la estabas pasando tan bien desde hace tiempo y quería, por una vez en la vida, verte feliz, porque, desde que te conozco, nunca te he visto así hasta hoy. Te lo mereces. Te quiero y quiero verte bien. Y si necesito mover el mundo para lograrlo lo haré. Sabes lo que significas para mí. Tiempo atrás te lo dije. Y, si, te soy sincera, pensé que lo había superado pero al volverte a ver mi corazón comenzó a latir muy fuerte, y verte con esa sonrisa tan linda que tienes, es imposible que no me gustes. Pero sé que de tu parte sólo me ves como tu amiga, y está bien, te juro que por mi está bien, porque de una u otra forma te quiero en mi vida.

-Gracias.

Se levantó de la cama, se dirigió al baño y estuvo ahí un buen rato. Yo me puse la pijama y salí a la terraza. Me quedé sumergida pensando en que tal vez no debí haber sido tan sincera. Reaccioné cuando apagó las luces de la habitación.

-¿Vienes o te quedas?

-Voy. –me paré, cerré el ventanal y me acosté.

-Que descanses. –le dije a Cami.

En ese momento, sentí que se movió y puso su brazo rodeando mi cintura.

-De verdad, gracias.

Me di la vuelta, y entre el halo de luz que alcazaba a entrar por el ventanal pude ver su rostro, cerca del mio.

-No tienes que agradecerme…

-Si, si tengo. –subió su mano a mi cara, me acarició y, me besó.

Sentí que el mundo se desvaneció por completo. Sentí que por primera vez en mi vida floté como si estuviera en la luna.

Me abrazó y nos quedamos dormidas.

Había sido un día largo.