Las primeras experiencias de Mario 4

Mario, Rubén y Tomás tienen más diversión cuando van a limpiarse la lefa

Después de la sesión de sexo desenfrenado entre los tres y de mariconear por el suelo mientras nos reíamos, decidimos ir a lavarnos i a lavar nuestras ropas en un río cercano. Suerte que hacía calor y nos íbamos a secar pronto. Nos metimos desnudos en el agua, sin temor de que nadie nos viera. Tampoco era habitual que pasara mucha gente por allí, menos a principios de verano. Aclaramos la ropa en el agua eliminando parcialmente los restos de semen y tierra. No faltaban las bromas, los roces y las pollas en contacto entre nosotros. Otra vez las teníamos duras. Nos miramos entre nosotros y sonreímos mirando nuestros respectivos rabos y haciendo gestos erotizados.

  • Me debes ese culito, que antes no me has dejado follarte! -Me dijo con cara de súplica Tomás mientras tocaba mis nalgas con las dos manos.

En ese momento Rubén nos advirtió:

  • Cuidado, viene una bici.

Los tres bajamos nuestros cuerpos para que el agua tapara nuestros rabos bien duros mientras escuchábamos la bici que se acercaba. Por la silueta del ciclista parecía Alan.

  • Ostia, el Alan! -Expresó Tomás.
  • Qué hace este aquí? Que estamos en pelotas, tío! -Dijo Rubén temeroso.
  • Tranquis, yo me ocupo -me ofrecí.

Esperamos a que Alan se acercara. Al parecer ya nos había identificado y se dirigía directamente hacia nosotros.

  • Hombre, Alan, pensaba que te daba miedo y que por eso te habías ido al verme… -le dije desde el agua.
  • Mario… Es que… qué hacéis?
  • Pues bañarnos… No te apuntas?
  • No llevo bañador…
  • Nosotros tampoco -dije dando dos pasos hacia la orilla y dejando ver mi desnudez.

Alan de piedra mirando mi verga dura, pese a lo fresquita que estaba el agua. En ese instante se dio cuenta de que toda nuestra ropa estaba esparcida por la zona secándose y empezó a entender que estaba pasando.

  • Vas a probar todas las pollas del pueblo o qué?
  • Todas las que se dejen.
  • Mira que eres puto!
  • Y tú? No lo empezaste todo chantajeándome? No me empujaste a la polla de Ángel?
  • Pero si lo estabas deseando...

Fui saliendo del agua, directo a Alan. Al llegar a su altura hice un gesto a Tomás y Rubén y ellos también salieron del agua. De pie sin inmutarse Alan nos miraba y estaba atento a nuestros rabos duros. Buscamos nuestras miradas los tres mientras nuestras manos empezaban a tocar la ropa de Alan, estirando de ellas intentando que se la quitara.

  • Eeeh! Tíos, qué hacéis maricones?!?!?
  • Maricones nosotros? No más que tú! O no te molaba el culo de Mario? -Preguntó Rubén.

Alan se mantuvo en silencio mientras se dejaba sacar la camiseta y bajar los pantalones junto con los gayumbos. Su polla más que morcillona saltó con vida propia y empezaba a sonreir y a salir del shock inicial dejándose llevar. Lo que no esperaba es que entre Rubén y Tomás, uno por cada lado, le cogieron de los hombros y, de un golpe tras sus rodillas, le obligaron a bajar de golpe y quedar con su cara a la altura de nuestras pollas.

  • Hoy cambian los roles, Alan -dijo Rubén.
  • Abre la boca, anda, a ver si eres tan bocazas para chupar pollas como para ir explicando cosas y chantajeando a la gente -le ordenó Tomás.
  • Que decís, estáis flipando!! Que a mí no me van las pollas!!
  • Calla y chupa, antes de que todo el pueblo sepa lo que pasó anoche -sugerí a Alan restregando la polla por sus labios.

Al principio se resistía pero, tal vez por el sabor del precum que se filtraba entre sus labios, empezó a ceder y a permitir que mi glande fuera invadiendo su boca.

  • Traga rabo, traga rabo!! Jajaja! -Decía divertido Tomás.
  • Mario volverá a Barcelona en algún momento, pero creo que no nos faltará quien nos chupe la polla -Tras decir esto Rubén, se quedó mirando a Tomás y ambos chocaron sus manos sonrientes mientras iban rozando la cara de Alan con sus cipotes.
  • Eeh! Que… mmmph! -Alan iba a hablar, pero aproveché que abrió su boca para meterle la punta de la polla en la boca.

Alan se calló de golpe y se quedó mirándome, con los ojos hacia arriba, con mi capullo en la boca. Menudo careto de comepollas se le había puesto. Parecía un mamador profesional. Al final estaba resultando fácil. Empezó a pasar la lengua por la punta de mi rabo mientras extendía las manos cogiendo con cada mano la polla de sus amigos de toda la vida.

  • Mira, mira que rápido se aficiona el putito -dijo Tomás.

La situación ya no tenía freno. Yo empecé a insertar más tramo de mi verga en su boca, cogiéndole un poco por la cabeza para acompañarle en los movimientos. Al parecer Tomás y Rubén se estaban conformando con la paja que les estaba haciendo; aunque para ellos seguramente la situación ya era suficiente morbosa como para volver a buscarse de nuevo con las lenguas. En un momento se estaban volviendo a besar. Alan ni les prestaba atención, estaba muy entretenido mamando mi cipote y, de vez en cuando, buscando que se cruzaran nuestras miradas. Estaba tan encantado que comenzó a pajearse al compás de la mamada que me iba haciendo. Nadie más dijo nada, estábamos tan entregados a darnos placer que las palabras sobraban. Unos minutos más tarde yo empecé a notar que me corría y decidí sacársela a Alan de la boca para correrme en su cara. Él al principio puso algo de resistencia, no quería que se la sacara, pero me hacía más gracia verle con la cara llena de lefa que correrme en su boca.

  • Aaaah! Mmmm! Toma lefada Alan. En toda la cara.
  • Jajaja, qué cabrón! -Dijo mientras se relamía los labios aprovechando alguna gota que había caído por allí.
  • Eeeh! ahora a nosotros, no te pienses que te vas a librar! -Exigió Tomás.
  • Sí, pero de dos en dos, que ha molado mucho -dijo Rubén.

Sin cuestionárselo y aún con la cara llena de mi semen empezó a restregarse las pollas de Rubén y Tomas por la cara rebañando la leche con sus rabos para después saborearla junto a sus vergas. Menudo guarrillo había salido Alan.

Fui a volver a bañarme al río, en pelotas como estaba. Ya había tenido bastante sexo por un rato jeje. Al volver ellos seguían disfrutando. Habían pasado a follarse la boca de Alan los dos a la vez. Alan iba soltando quejidos ahogados cuando se quedaba sin aliento, momento en que le daban algo de descanso, pero rápidamente volvían a introducir tanta polla como le cabía a Alan. La fricción de las dos pollas dentro de su boca les ponía tan cachondos que no paraban de morrearse, de tocarse el pecho, que lamerse los cuellos. La temperatura no podía subir más para ninguno de ellos.

En ese momento Alan comenzó a correrse aún con las pollas de sus amigos enredadas en su lengua. De manera instantánea también Tomás y Rubén empezaron a llenarle la boca de semen. Pese a estar delicioso el semen de estos dos, como yo mismo había constatado, Alan desperdiciaba una gran parte al tener ya casi toda la boca saturada con los dos pollones de sus amigos en su máximo esplendor. Alan acabó tan lleno de lefadas como yo antes y sin pensárselo se tiró al agua cerca de dónde estaba yo refrescándome. No tardaron en venir los otros dos, aunque les ví que se quedaban un rato más besándose y magreándose, con las pollas aún duras y con lefa goteando de sus capullos. Creo que había nacido algo entre esos dos.

Alan, mirándome mientras yo miraba a Rubén y Tomás, me dijo:

  • Oye, Mario, siento lo de anoche. Y siento habérselo dicho a estos… Aunque creo que al final no ha sido nada malo, no?
  • Tranqui, Alan, solo me has dado un empujón que hacía tiempo que debería de haber dado yo. Ahora que he descubierto lo divertido que es el sexo entre tíos creo que no va a haber vuelta a atrás. Y, como dices, ha ido bien descubrir esta faceta entre nosotros.
  • Y con tu primo?
  • Con mi primo qué? -No sabía si se refería a si habíamos hecho algo más…
  • Que si estáis bien o si él se ha enfadado o algo…
  • No, todo bien…
  • Bien? o muy bien?
  • No sigas por ahí, Alan.
  • Vale, vale...

No estaba dispuesto a explicar a nadie lo que había hecho con Ángel. A mí ya me daba igual que supieran que yo cada vez era más adicto a las pollas, pero no quería meter a Ángel en esos asuntos. Si quería, que lo hiciera él.

Después de darnos todos un último chapuzón y secarnos nos volvimos al pueblo y fuimos a comer cada uno a nuestras casas. Llegué justo a tiempo para sentarme a la mesa junto con mi tía Joana y mi primo. Estuvimos comiendo y hablando de cualquier cosa que decían por la tele. Después de comer Ángel dijo que se iba a echar una siesta y me dijo si quería ir con él. Lo interpreté como toda una invitación.

Subimos ambos a la habitación para “echarnos la siesta”. Ambos estábamos en pantalón corto pero Ángel en ese momento se lo quitaba mostrando de nuevo esos calzoncillos que usa él, de corte antiguo, slips nada sexis que a su vez se me hacían… Tremendamente sexis.

El caso es que yo le imité y me quedé en unos boxers blancos ajustados. Los mismos que hasta hacía un rato habían acabado llenos de lefa mía, de Rubén y de Tomás. El río los había lavado algo, pero se notaban unas sombras extrañas que delataban nuestra actividad interior si eras muy observador. A mi primo no parecía llamarle la atención ya que al momento estaba estirado en la cama, con los brazos tras la cabeza, mirando al techo.

Yo me acosté a su lado, admirando su cuerpazo moreno y musculado, sus pezones que parecían señalarme, y su paquete… Probablemente morcillón por lo que abultaba. No pude evitar pasarme la lengua por los labios y empezar a tener una erección. Decidí no cortarme ni un pelo. Ya había tenido ración de pollas las últimas horas, pero me daba igual, yo quería volver a saborear el rabazo de mi primo.

Empecé a pasar mi mano por su bulto, notando como poco a poco se iba poniendo dura. No tardó en empezar a asomar su cabeza por el elástico cedido del calzoncillo. Ahí estaba, húmeda, morenita, mirándome a los ojos como buscando que le diera cobijo en mi boca. Ni quise ni pude evitarlo, me desplacé por la cama hasta llegar mi cabeza a la altura de su paquete, cogí con dos dedos su ropa íntima y empecé a liberar ese monstruo delicioso que me esperaba.

Saltó con un impulso directo a mi mejilla izquierda, dejándome una marca de precum en la piel de mi cara. Ya notaba todo ese olor tan característico de mi primo. Empecé a subir y bajar mi cara con su polla apoyada en ella. Mis labios, mejilla, nariz y pómulo pajeaban a mi primo por el roce de una manera improvisada que nunca me había planteado. Pero parecía gustarle, su rabo se sentía caliente y durísimo, se notaban los latido de su cipote en mi piel y me encendía tanto que me sacó la polla ya durísima y empecé a pajearme.

  • Cierra la puerta, anda, que como suba mi madre…
  • Ostia! Claro! Perdona primo… -Me había cortado un poco el rollo, pero fue del susto que me dió, no esperaba que me hablara en esa situación.
  • Tranquilo, te estás portando muy bien. Sigue, sigue.

Cerré la puerta sin hacer ruido pero rápidamente recuperé mi posición anterior, esta vez empezando a lamer la punta de la polla de Ángel. Es indescriptible la delicia que es la polla de mi primo. Tiene una capucha suave, morenita y siempre saladita. Sube y baja con facilidad descubriendo un glande poderoso, de un color casi púrpura, que se incha cuando se siente liberado de su funda. Su glande es una auténtica delicia. Se notan las curvas de su base con la lengua, y hacen un juego perfecto al encajar con mis labios cuando los aprieto. Esa posición me permite lamer su cabezón por todas partes mientras él gime y se retuerce en tanto silencio como le es posible, que no es demasiado.

La parte superior del tronco de su polla es una de mis favoritas. Llegar con mis labios significa que su glande está encajando en mi garganta, y ahí es cuando mi primo se enciende y empieza a follarme la boca como un toro. Me coge de la cabeza y progresivamente va metiendo más trozo de polla mientras la va sacando y metiendo… Desgraciadamente en ese momento sonó su teléfono.

  • Mierda, la Sonia! Qué querrá esta ahora?... -Descolgó sin sacar su polla de mi boca, dejándome disfrutar libremente de su verga-. Dime Sonia, qué quieres?
  • Que qué quiero? Que no sé nada de tí, y en tres horas hemos de estar preparados y vestidos!!!!

Continuará...