Las primeras experiencias de Mario 3

Mario ha de aceptar lo que ha pasado en las últimas horas... y tal vez reciba ayuda de alguien...

Desayunamos juntos pero después Ángel se fue al trabajo. Era todo un hombre mi primo. Y no solo por lo sexual, que eso ya había quedado claro. Vivía solo con mi tía Joana, la hermana de mi madre. Su padre se había ido una noche sin decir nada y nunca había vuelto. De vez en cuando les enviaba algo de dinero, pero no era suficiente. Mi primo tenía que llevar algo de dinero a casa para poder mantener cierta estabilidad. Mi tía también se pasaba mucho tiempo trabajando, cosiendo. Haciendo lo que mejor sabía hacer para poder mantener su hogar.

Tras vestirme decidí salir a dar una vuelta por el pueblo. No tardé en encontrarme con Alan, Tomás y Rubén que estaban en la plaza donde habitualmente nos juntábamos. Parecían animados comentado algo, especialmente Alan, que gesticulaba de una manera haciéndome temer que estaba volviendo a ser un bocazas. Los otros dos chicos escuchaban con mucha atención, demasiada. En ese momento Alan se giró y me vió. Dejó de reírse. De hecho dejó de hablar mirándome y rápidamente se despidió y se fue antes de que yo llegara. Tomás y Rubén siguieron sentados en el banco, sin entender porqué Alan se fue tan apresuradamente hasta que me vieron.

  • Ostia Mario, hablando de… Auch!

Tomás recibió un codazo por parte de Rubén y se calló de golpe. Me miraban los dos con una medio sonrisa.

  • Ei! Qué pasa… -Dije intentando recuperar cierta normalidad.
  • Mario! Qué tal? Cómo has despertado? -Preguntó Tomás con un tono algo insinuante.
  • Eeeh… Bien, bien.
  • Ni caso, Mario, está tonto. Estás bien? -Le excusó Rubén.
  • Sí, por? Qué os ha contado este?
  • Bueno, que te fuiste llorando anoche… -Rubén me mostraba un lado compasivo, pese a parecer que Alan se lo había explicado todo.
  • Solo eso?
  • Bueno y que… -Tomás fue interrumpido por Rubén.
  • Por qué no damos un vuelta?
  • Sí, mejor, no quiero hablar de según que cosas en medio del pueblo -dije yo.

Ambos se me quedaron mirando expectantes mientras se levantaban del banco y comenzaban a caminar. Sin embargo, yo no dije nada. Comencé a hablar de cosas triviales mientras me limitaba a seguirles, sin fijarme en hacia donde íbamos.

Cuando me dí cuenta estábamos saliendo del pueblo por el camino hacia el bosque. No dije nada, seguí escuchando lo que me explicaban sobre las fiestas del pueblo que comenzaban esta misma noche.

  • [...] Pues Ángel tendrá que subir al escenario con Sonia, harán un discurso y comenzarán las fiestas -Explicaba Tomás.
  • Y entonces qué? -Pregunté.
  • Normalmente ellos bailan una canción allí subidos y después se van y sube alguna banda para tocar refritos de canciones viejas, pero es divertido ver a todo el pueblo allí bailando… o intentándolo por lo menos, a esas horas las existencias de alcohol de la barra ya habrán bajado bastante -Continuó Rubén.

Seguimos por el camino que se hacía agradable serpenteante entre las sombras de algunos árboles.

  • Que calda macho!! -Dijo Tomás quitándose la camiseta.
  • Ya ves! -Rubén le secundó.

Lo cierto es que ya estábamos algo apartados del pueblo, a medio camino del famoso árbol de las pajas. Instintivamente nuestros pasos nos habían llevado hasta allí, aunque yo simplemente les seguía, tal vez tenían algo pensado. Caba decir que la mayor parte de sesiones pajilleras que nos dimos en el árbol estábamos nosotros tres, Alan y mi primo. Decidí quitarme yo también la camiseta. Ya que íbamos, seguramente, hacia el árbol, a ver hasta qué punto irnos quitando la ropa tenía alguna relación con las pajas que nos habíamos cascado allí no hacía tantos años.

  • Entonces, Mario, lo que ha explicado Alan es verdad? -Soltó de golpe Tomás.
  • Tomás, deja al chaval, a ti qué te importa! -Dijo Rubén, cosa que le agredecí poniéndole una mano en el hombro y sonriéndole.
  • Tranqui, ya que lo ha dicho Alan, al menos tendré que dar mi versión, no?
  • Vale, pero explícalo solo si realmente quieres hacerlo. No hagas caso a Tomás… si no quieres...

Ese “si no quieres” de Rubén parecía estar diciendo “por favor, explícalo todo”, sobre todo por como me miraba con una sonrisa de lado.

  • Venga, carrera hasta el árbol, el último se quita los pantalones -Volvió a decir Tomás, de manera inesperada.
  • Esperame cabrón! Vamos, Mario!

Los tres echamos a correr aunque Tomás ya nos sacaba algunos metros el tramposo. No tardamos demasiado en llegar al árbol, aunque mi forma física, débil en comparación con Tomás y Rubén, me dejó el último. Cuando llegué ellos ya estaban sentados a los pies del árbol. Unas enormes raíces exteriores formaban unos espacios fantásticos para sentarse, y para más cosas. Era un lugar prácticamente mágico, y solo llegar ya respirábamos el morbo que era para nosotros habernos pajeado tantas veces allí.

  • Venga, pantalones abajo, Mario -Dijo Tomás.

Yo, aún con las manos apoyadas en las rodillas, de pie, me incorporé y sin dilación me los bajé. Llevaba unos boxers ajustados blancos. No estaba erecto, pero marcaba la polla hacia abajo creando un bulto importante. Los dos me miraron descaradamente unos segundos hasta que yo mismo, poniendo los brazos en jarra, acercándome y echando el cuerpo levemente para delante (como acercando el paquete hacia ellos que estaban a apenas dos metros de mí, sentados) les dije:

  • Bueno, qué queréis saber?
  • Pues eso, qué paso en el almacén de Alan anoche? -Preguntó Tomás.

Rubén esta vez no dijo nada. Se notaba que iba alternando la visión de mi cuerpo en calzoncillos con mis ojos. Se le veía algo nervioso.

  • Pues nada, que Alan me hizo chantaje y para no explicar a mi primo que me había visto oliendo su maillot nuevo me hizo llevar a Ángel a su almacén para allí drogarle. Yo le iba haciendo caso siempre porque tenía fotos mías pajéandome oliendo el maillot de Ángel, y acabé chupándosela a mi primo mientras Alan me pasaba la polla por el culo.

Se hizo un silencio sepulcral de no menos de 30 segundos. Ellos me miraban atónitos y se habían llevado la mano al paquete de forma instintiva. La verdad es que estaban buenos. No eran muy corpulentos, pero su aspecto era muy atlético, más que Alan. Tenían los músculos definidos y eran guapos de cara. De hecho se parecían un poco, aunque Tomás era castaño y Rubén más moreno. Viéndoles así sin camiseta, tocándose las pollas por encima de los pantalones me estaba poniendo cachondo, y mi polla empezaba a notarse más y más grande en mis calzoncillos.

  • Y te gustó la polla de Alan en el culo o mejor la de tu primo en la boca? -Dijo Tomás sobándose cada vez de manera más descarada la polla, aún sin sacarla.
  • Bueno, la polla de mi primo está muy rica -Dije de manera casi inocente.
  • Así que te mola chupar pollas, Mario? O solo la de Ángel? -Dijo Rubén tambíen con un comportamiento ya muy erotizado.
  • Bueno… supongo que sí, pero me ha de gustar la persona…
  • Y nosotros te gustamos, Mario? -Consultó Tomás con cara ilusionada.
  • Hombre… estáis buenos, y parece que la tenéis dura, no?

Ellos dos se miraron entre sí y, como sincronizados, se sacaron la polla de los pantalones. Efectivamente las tenían duras, eran dos buenos ejemplares de no menos de un palmo de grande. No eran tan gordas ni tan grandes como las de Ángel, pero si más gordas que la de Alan.

  • Y nos puedes enseñar a nosotros como la chupas? Te prometemos que no se lo diremos a nadie. Sobre todo a Alan, que es un bocazas- Dijo Rubén casi suplicante.
  • A ver acercaos.

Se levantaron con las pollas en las manos y se acercaron hacia mí mientras yo me arrodillaba sobre mis pantalones. Tenía sus pollas muy cerca de mi cara, una a cada lado. Ellos me miraban sonrientes pero incrédulos. Cogí una con cada mano y empecé a pajearlas poco a poco. Ellos empezaron unas risitas que pronto evolucionaban a pequeños gemidos. Vaya dos cipotes tenía a mi disposición! Estaban duros y eran carnosos y pesados. Olían de maravilla y llevado por esa fragancia no pude evitar meterme la verga de Rubén en la boca. Su textura era extraordinaria y se sentía calentita, era muy agradable estar chupándola. Empecé a pasar mi lengua por su glande mientras la tenía en la boca y Rubén empezó a incrementar sus gemidos.

Tomás se bajó del todo los pantalones mientras él mismo hacía movimientos como de estar follándose mi mano que le agarraba el rabo.

  • Oye chúpamela a mí también, a ver qué se siente -Dijo Tomás.
  • No seas impaciente, que está conmigo- Replicó Rubén.
  • Mmmph! -Sonó al sacarme la polla de Rubén de la boca.- A ver, un poco a cada uno.

Me giré hacia Tomás y comencé a degustar su verga. Era algo diferente a la de Rubén, un poco más blanquita y con el capullo más rojizo, aunque igual de larga y medianamente gorda. Su olor era algo más fuerte, tal vez un poco más a sudor, pero no me desagradaba. Comencé a hacer los mismos movimientos que había hecho con Rubén, pero Tomás expresaba de manera más eufórica el placer que les estaba proporcionando.

  • Así, chupa, chupaaaa! Ooooh! Qué boca niño!!! -Exclamaba Tomás.

Rubén me cogió de la cabeza delicadamente y la empezó a guiar mientras chupaba el rabo de su amigo. Su polla, bien dura, la notaba por detrás de mí y parecía estar buscando también mi boca. Decidí cambiar un rato de polla y continuar chupando la de Rubén. Tomás portestó y para demostrarlo empezó a golpear con su polla por mi cuerpo. Por mi pecho, por la cara… Me gustaba hacerles disfrutar tanto.

Estuvimos un buen rato así, yo chupando una polla cada rato. La cosa cambió cuando Tomás no pudo esperar su turno y sugirió que me metiera las dos en la boca. Al principio pensaba que no iban a caber, pero aluciné de tener los dos capullos, ya súper húmedos de saliva y precum, en mi cueva bucal, bien acogidos por mi lengua y mis labios.

Los dos empezaron a gemir descontraladamente. Se miraban a los ojos el uno al otro con frecuencia y parecían estar expresando sin palabras la lujuria del momento, acercando sus cuerpos tanto como ya lo estaban sus cipotes. No tardaron en tener sus caras en contacto. Mientras yo les chupaba los miembros a la vez, como podía, ellos empezaron a besarse.

Yo no dije nada, solo empecé a pajearme de lo excitado que me tenía la escena. Pasó poco tiempo y ya me estaba corriendo, salpicando sin querer buena parte de mis pantalones. Debieron notar ellos que yo me había vaciado porque, sin avisar, empezaron a correrse al instante. Yo no estaba preparado y la lefa de los dos empezó a desbordar mi boca, chorreando por mi cuerpo y llenándome la cara y el pecho de deliciosa leche de chicos.

  • Aaaaah! Maaario! Vaya boca que tienes!! - Dijo Rubén.
  • Buuaaaah! Te hemos llenado de lefa!! Jajajaja! -Se reía Tomás.
  • Os ha gustado? jejeje!
  • Que si nos ha gustado? Es lo mejor que he hecho nunca! -Aseveró Rubén.
  • Y el beso?
  • Este, que es tonto y me estaba tentando -Respondió Tomás.
  • Cállate, pero si has empezado tú!! -Protestó Rubén.
  • Bueno, bueno, lo importante es pasarlo bien… -Les dije aún con sus pollas en las manos.
  • Oye, de esto no digamos nada, vale? Y si quieres repetimos algún día… jeje -Sugirió Rubén.
  • Vale, cuando queráis. Tranquis que yo no digo nada.

Ni si me ocurriría decir nada. No quería dejar de tener esos rabos a mi alcance. Entre el pollote de mi primo y estos dos iba a ver el paraíso gay este verano.

  • Y Alan? Dónde ha ido? -Pregunté a los chicos.
  • Pues le ha dado vergüenza cuando ha visto que venías y se ha inventado una excusa para irse, creo… -Suposo Rubén.
  • Es un mierdas. Que le jodan. Mira que decirnos lo que pasó a noche... Aunque si no lo hubiera dicho no sé si esto hubiera pasado… -Dijo Tomás.
  • Os ha puesto cachondos saberlo, no? -Les pregunté.
  • Hombre! Pensar que acabaste con el rabo de tu primo por delante y el de Alan por detrás… -Respondió Tomás mientras descaradamente bajó un poco para acariciarme el culo.
  • En qué piensas Tomás -Preguntó Rubén que ya volvía a tener la polla dura en mi mano.
  • Mario, nos dejarías jugar con tu culo? -Dijo Tomás como ignorando a Rubén.
  • Queréis follarme? -Dije.
  • A ver… por probar… No sé… -Dudaba Rubén.
  • Mirad, follarme aquí en medio y sin lubricante ni nada no… pero podéis pasar los rabos por mi culo. Siempre me ha gustado la sensación que da… Y mientras… puedo seguir mamando al otro…
  • Quieres más polla en la boca, Mario? -Dijo Rubén.
  • Claro! -Me metí la verga de Rubén en la boca mientras sacaba mi culo y abría mis piernas facilitando el acceso a Tomás.

Tomás humedecía mi culo con saliva y la untaba por mi agujero con su polla ya dura. No me la metía, pero notaba como su capullo acariciaba la entrada de mi ojete. El contacto de polla con culo me generaba pequeños calambres de placer que me hacían chupar más golosamente el cipote de Rubén.

Cada vez Tomás era más atrevido y, según iba impregnando de más saliva mi trasero iba haciendo asomar la punta de su rabo por mi culito, forzando en mí algún gemido profundo.

  • Aaaah!!! Tomááás… Noo! -Protesté muy levemente debido al placer que sentía.
  • Tomás, tío, que te ha dicho que no!! Va cambiame!! -Dijo Rubén.

Protestando se levantó y acercó su polla a mi boca mientras su lugar era reemplazado por Rubén.

  • Venga pues chupa, va! Ya que no te puedo follar el culo te follaré la boca! -Aseguró Tomás después de poner sus manos en mi cabeza para guiar mis movimientos.

Rubén por su lado se encontró con mi culo ya bien húmedo, dilatado gracias al trabajo de Tomás con la cabeza de su polla. Me hizo alzar un poco más el culo y se tumbó en el suelo, llevando su lengua a mi ojete. Eso me sorprendió. No me lo habían hecho nunca. Era algo exquisito lo que sentía. Casi no podía concentrarme en seguir mamado la polla de Tomás mientras Rubén me comía el culo de esa manera.

Metía su lengua por mi culo y me lo follaba metiendo y sacando su carnosa lengua. Era algo asombroso. En ese momento Tomás aceleró el ritmo y me empezó a follar la boca de manera más enérgica. Me estaba ahogando y me daba ganas de toser. Por suerte al notarlo Tomás iba sacándola un poco y permitiéndome recuperar el aliento.

  • A ver, tendrás que respirar por la nariz, no? Digo yo! -Dijo Tomás.

Nadie respondió, pero entendí a lo que se refería. Volví a metérmela en la boca poco a poco. Ya estaba durísima y noté perfectamente como su miembro perforaba mi boca hasta llegar a mi garganta donde se alojó el capullo. Esta vez podía respirar un poco mejor, mientras Rubén me seguía chupando el culo con énfasis.

El mete y saca del rabo de Tomás se fue acelerando pero esta vez me resultaba más cómo, me estaba acostumbrando a que me follaran la boca. Rubén, por su parte, se incorporó y parecía que no se podía controlar, acercó su polla a mi culo, ya súper húmedo y dilatadísimo. Se aproximó a mi oreja y me dijo.

  • Mario, por favor, permíteme metértela. Te lo he comido hasta el punto que estás dilatado, no te dolerá. Por favor -Casi suplicaba Rubén.

No respondí nada, solo, al volver a notar su capullo en mi culo, lo eché hacia atrás tanto como pude, facilitando que el cipote de Rubén entrara de una por mi agujero.

  • Mmmmphhh! Mmmm!

Me encantaba como me estaban follando, por la boca y por el culo. Era genial sentir esos dos rabos perforándome de manera tan viril. La cadera de Rubén entró en contacto con mis nalgas y eso me anunció que todo su cipote estaba alojado en mi interior. A la vez Tomás, sin hacer caso a nadie más, me follaba la boca cada vez más rápido y profundo, cogiendo mi cara y acercándola a su pubis, haciéndome sentir sus pelos en mi nariz. Noté como Rubén se las ingenió para buscar mi polla con una de sus manos y me empezó a pajear al ritmo que me follaba el culo.

Estubimos unos minutos así hasta que Rubén fue el primer en correrse dentro de mí. Noté como mi trasero se llenaba de lefa y la empezó a batir poco a poco mientras seguía corriéndose, Rubén estaba en un orgasmo que perpetuó tanto como le fue posible. Al momento yo también me estaba corriendo sobre lo que quedaba de mis pantalones. No sabía qué iba a hacer con mi ropa, estaba toda llena de lefa y tierra. Pero eso ahora no importaba, Tomás sacó su polla de mi boca y pajeándola con fuerza la apunto al centro de mi cara, donde empezó a disparar trallazos de lefa que me dejaron toda la cara embadurnada de su leche. Nunca había estado tan impregnado de lefa por todas partes. Me encantaba la sensación de ser un cubo de leche para los amigos de mi primo. Tal vez incluso se podría haber unido Alan, pensé...

Al momento, nos tiramos los tres al suelo. Nos miramos los tres mientras nos tocábamos lentamente por todo el cuerpo. Sin necesidad de decir nada nos empezamos a reir.

Continuará.