Las primeras experiencias de Mario 2

Un torbellino de emociones para Mario

Mi primo había despertado. Yo tenía toda su polla en la boca y no podía hablar, solo mirarle aterrorizado mientras su rabo, aún duro, ocupaba hasta el fondo de mi garganta.

  • Hostia, Ángel!
  • Alan, tío! Te estás follando a mi primo?
  • No, bueno, solo era la puntita…
  • Alan!!!!! -Ángel estaba flipando, no se creía lo que estaba viendo. Pero Mario, tío, sácate mi polla de la boca!!!

Le hice caso, pensaba que podría convencerle de continuar si no me movía mucho y seguía mamando poco a poco. Pero no fue así. En todo caso, no me la saqué de golpe. Seguí apretando los labios en torno a su rabo y fui sacándolo muy despacito, sintiendo aún su barra de carne dura y gustosa.

  • Pero Mario, tío…
  • Perd…
  • Perdona nada, aparta, que me piro, te dejo aquí follando con Alan.
  • Nonono, si yo no…
  • Ángel, no te pongas así, que todo era un juego…
  • Pero cómo que un juego, Alan? Le estabas follando el culo a mi primo! Y él me la estaba comiendo hasta el fondo.
  • Pero aún la tienes dura -le dije, como por impulso, mirando como su rabo aún quedaba a la altura de mi cabeza.
  • Quieres dejar de mirarme la polla, primo!?
  • Es que...

Ángel me apartó de un empujón y empezó a vestirse.

  • Primo, perdóname, es que me…
  • Es que nada, Mario, joder… ahora que hago yo con esto? -Protestó mirando su polla que no cabía en sus pantalones.

Para más sorpresa aún escuchamos la puerta metálica del almacén del padre de Alan. Alguien la había abierto. Nos miramos los tres con los ojos abiertos y rápidamente nos vestimos como pudimos. Cuando llegó el padre de Alan al despacho apenas nos habíamos subido los calzoncillos. Yo, de hecho, aún tenía el culo por fuera del gayumbo y noté que el padre de Alan me lo miró algo descaradamente.

  • Pero esto qué es?
  • Hostia papa, nada que…
  • Pero qué hacéis los tres aquí, maricoooones?
  • Joder papa, estábamos tomando algo y hacía calor, ya está…
  • Pero si todo el despacho huele a polla!!
  • Señor Jorge, no se enfade, ya sabe cómo somos los jóvenes, nos estábamos haciendo unas pajillas -intentó tomar las riendas de la situación Ángel, para sorpresa de todos los presentes.
  • Ángel, hijo, con vuestra edad? Anda, vestíos y tirad para casa! Como se enteren los del pueblo que os pajéais aquí entre vosotros… Lo que faltaba, mi hijo maricón!

Todos estábamos bastante avergonzados. Recogimos un poco y nos fuimos. Nos sentamos en una pequeña plaza que había delante del almacén, no sin que antes el padre de Alan le pidiera las llaves del almacén a Alan, para asegurarse de que no volvíamos. Cuando ya no nos podía escuchar nadie, Ángel recuperó su indignación.

  • Esto que habéis hecho es muy fuerte. Si queréis follar, haced lo que os dé la gana, pero a mi no me metáis en vuestras mierdas de maricones.
  • Oye, que yo no soy maricón, es tu primo es que se muere por tu polla!
  • Alan, pero qué… -empecé a recriminarle sin que me dejara hablar.
  • No disimules, Mario, que le estabas esnifando el maillot a Ángel mientras se duchaba.
  • Mario!!! Eso es verdad?
  • Bueno…
  • Va, díselo, dile cuanto disfrutabas de chuparle la polla.
  • Mario?
  • Joder! Dejádme en paz! -Grité y me levanté del banco llorando.

Empecé a correr por el pueblo. Me moría de vergüenza. Mi primo me iba a odiar para siempre. No me fijé ni hacia donde corría. Acabé en la parte alta del castillo, desde donde se ve todo el pueblo. Me acurruqué en el suelo, con los brazos cruzados sobre las rodillas. No tardó en llegar Ángel.

  • Oye, Mario, qué te pasa? -Intentaba ser tranquilizador, pero se notaba que aún tenía un tono de enfado.
  • Lo siento, Ángel. Me voy mañana mismo, no hace falta que me aguantes nunca más. No me volveré a acercar a ti nunca más, no te preocupes. -Puso su mano sobre mi hombro.
  • Pero yo no quiero eso, Mario. No quiero que te vayas mañana ni que te alejes de mí!
  • Pero he abusado de ti, no te merezco.
  • A ver, Mario, mírame -Alcé un poco la cara y me cogió de la barbilla, centrando sus ojos con los míos. Explícame qué ha pasado hoy, porque estoy seguro de que no has de sentirte culpable por nada… o al menos no tanto…
  • Pues, lo que ha dicho Alan es verdad. Me pilló oliendo tu maillot. Huele muy bien, Ángel, sé que te sonará raro, pero me enciende muchísimo el olor de tu…
  • … de mi polla?
  • Sí… -Me moría de vergüenza.
  • Bueno, puedo entenderlo, haré el esfuerzo. Pero como te lleva eso a estar chupándome la polla sin mi permiso?
  • Pues al pillarme Alan me dijo que tenía que hacerte venir a su almacén esta noche y hacer lo que él me dijera, y si no te lo iba a explicar.
  • Te ha hecho chantaje Alan?
  • Sí…
  • Qué cerdo! Pero, y lo del almacén?
  • Pues, Alan me dio unas pastillas para dormir que te las tenía que meter en tu bebida. Y cuando te quedaste dormido Alan me dijo que te la tocara. Y yo me dejé llevar, no sabes el morbo que me da tu polla, Ángel.
  • Joder, Mario. Pero las cosas no se hacen así…
  • Ya… lo siento, primo. No volverá a ocurrir nunca más. -Seguí llorando desconsoladamente.
  • Mario, tío, no llores, que no pasa nada. Ahora entiendo lo que ha pasado. Tú no lo hubieras hecho nunca si no hubiera sido por el cabrón de Alan.
  • Entonces me perdonas?
  • Claro que te perdono. Cómo no te voy a perdonar si eres el primo al que más quiero?

Ángel me levantó y me dio un abrazo. Yo accedí sin dudar y pronto estábamos fundidos en uno, apretándonos con fuerza su cuerpo contra el mío. No tardé en notar algo a la altura de mi cintura. Al parecer Ángel aún seguía duro. Como si hubiera activado un resorte Ángel se apartó en ese momento.

  • Ostia, perdona Mario!
  • No hay nada que perdonar, primo. No sabía que aún seguías duro…
  • Bueno, es culpa tuya, ya sabes… -Eso me ruborizó.
  • Primo…
  • Mario, ya que has empezado, podrías acabarlo, si quieres. Pero solo por hoy, nunca más, vale?
  • De verdad?
  • Venga, dale.

En ese momento Ángel, se bajó solo un poco el pantalón corto y su rabazo ya estaba asomando como mirándome. Sin decir nada me fui arrodillando hasta quedar a la altura de su gran falo.

  • Tanto te gusta?
  • Bufff, Ángel, me voy a hacer muchísimas pajas pensando en este momento.
  • Pues chupa, venga, aprovecha, que esta noche es toda tuya.

Y ahí estábamos, en el castillo del pueblo, mamando la polla a mi primo. Nunca me había sentido tan feliz y tan pleno, en todos los sentidos. Él tiraba la cabeza hacia atrás y con sus manos acompañaba mis movimientos de cabeza. Yo notaba cada milímetro del enorme rabo de Ángel. Su sabor era increíble e iba saliendo de su rabo precum a chorro el cual yo aprovechaba para tragar, como si fuera el licor más dulce y adictivo del mundo. Menuda polla! Y esta vez con su permiso, pudiendo disfrutarla a placer.

  • Joder, Mario, cómo la chupas…
  • Mmmph… Te gusta primo? -Me la saqué solo un momento de la boca.
  • Tssst! no te la saques ni un segundo! Chupa bonito, chupa, que lo haces muy muy bien.

Me había dicho bonito y todo! Estaba que no me lo creía. No estaba haciendo ni caso a mi propia polla, que hacía mucho rato que la tenía durísima por la situación. En ese momento noté que empezaba a convulsionar y a correrme yo solo, sin haberme tocado ni un momento. Eso me hizo caer en un orgasmo intensísimo, que no pude más que reflejar en la forma como le comía el rabo a mi primo. Pasaba mi lengua por su capullo mientras le pajeaba cada vez más rápido y fuerte, alzaba un poco mi cabeza y me la metía todo lo profunda que podía, casi llegando mi nariz a su vientre. En ese momento movía la cabeza haciendo que su polla entrara y saliera muchas veces en el mínimo tiempo posible.

  • Joder, primo, vas a hacer que me corra.

No paré, al contrario, aceleré. Su rabo incrementó su dureza, empecé incluso a notar las venas de su verga en mi lengua. Algo estaba a punto de suceder…

  • Uuuaaaaaah! Joooder!

Toda mi boca se llenó de su leche. No cabía toda. Tragué tanta como pude, pero su polla aún estaba dentro de mi boca y no me dejaba mucho espacio para tragar. Empezó a rebosar por la comisura de mis labios llegando a regalimar por mi cuello. Parecía que se había corrido litros y litros. Era la primera vez que hacía algo así y confirmaba que me encantaba y que lo iba a querer hacer muchísimas veces más.

  • Joder, Mario, menuda mamada -dijo Ángel mientras con recogiá con su dedo la lefa de mi cuello.

Parecía que la iba a tirar contra el suelo pero le cogí la mano y lamí todo lo que tenía. Ángel me miró sorprendido. Yo ya estaba totalmente fuera de mí. Continuamos el juego: él rebañaba y yo chupaba su dedo. Las últimas veces ni siquiera había ya lefa para lamer, pero yo pasaba igual mi lengua por su mano.

  • Vamos a casa, anda que me tienes que explicar una cosa más.
  • El qué? -Me preguntó mientras ya íbamos volviendo.
  • Te estaba follando el culo Alan, no?
  • Bueno, sí, pero… No me la ha metido del todo. Pero he notado su capullo intentando entrar...
  • Tú no querías?
  • La verdad es que no.
  • Te estaba violando?
  • Tanto como eso no, pero yo te la estaba chupando y mi mayor interés era que no te despertaras, él no me dejaba protestar.
  • Pero te gustaba lo que te hacía?
  • Sí…
  • Te mola sentir una polla en el culo?
  • Joder, Ángel, dicho así…
  • Dicho así, qué?
  • Que sí, que me gusta, pero no especialmente la de Alan…
  • Qué quieres decir?
  • Pues que Alan no me gusta, me gustas tú!

Se hizo el silencio. Más de un minuto. Yo no me atrevía a decir nada, y él parecía ausente. Al llegar a la puerta de su casa…

  • Y te gustaría que te follara el culo?
  • Lo harías?
  • Ya que estamos… tú quieres?
  • Claro que quiero! Pero me va a doler mucho!
  • Bueno, intentamos y si no puedes aguantarlo me lo dices, vale?
  • Gracias primo!
  • Anda! No me des las gracias, que lo vamos a pasar bien los dos!

Yo estaba excitadisimo. Más aún porque mientras subíamos las escaleras Ángel se dedicó a sobarme el culo a dos manos.

  • Bufff, Mario, no me había fijado nunca tanto en todo esto que tienes hasta que te he visto con estos pantaloncitos.
  • Ángel, que te va a escuchar tu madre!
  • Que va, está con las amigas, no vendrá hasta tarde.
  • Estamos solos?

En ese momento me dí la vuelta, me senté en el último escalón y acerqué a Ángel hacia mí, volviendo a quedar su polla a la altura de mi boca.

  • Quieres más?
  • Por supuesto. Además, habrá que lubricarla un poco, no?
  • Qué vicioso que eres! Anda, chupa becerrillo, chupa.

Dicho y hecho. Yo mismo desabroché el pantalón, bajé la cremallera y asomó el bulto de Ángel en sus noventeros calzoncillos. Él mismo empezó a mover las piernas y la cintura para que el pantalón se bajara solo. Cogí el elástico de su ropa interior y estiré para desenvolver mi regalo. Su rabazo cayó generoso sobre mi cara, permitiéndome sentir su agradable peso, calor y aroma. Sonreí al notar satisfecho mi deseo y no dudé en metérmela de nuevo en la boca para volver a disfrutarla.

Su sabor era lo mejor que había probado nunca. Tal vez por el hecho de estar tranquilamente en casa de mi primo, sabiendo que nadie nos podía interrumpir, me dio una sensación de calma que no había tenido hacía unos minutos, mientras le hacía la mamada en las calles del pueblo.

Esta vez fue todo mejor. Ángel puso sus manos sobre mi cabeza y, sin forzar, iba acompañando mi movimiento de cabeza con su pelvis y sus manos. Su enorme pollón colmaba sobradamente mi boca. Me costaba llegar a metérmela toda, apenas podía mantener dentro más de una tercera parte de su rabo. Pero para mí, y al parecer para él, ya era más que suficiente. Él iba gimiendo mientras yo jugaba con la cabeza de su verga entre mi labios. Mi inexperiencia era notoria, nunca hasta ese día había tenido una polla en la boca, pero ya llevaba tres veces en poco más de una hora. No me podía creer tener el rabazo de mi primo a mi disposición, mientras él se entregaba al placer de tener alguien mamándosela.

  • Ostia, primo, qué bien lo haces! Sigue, sigue, no quiero que pares.

Yo, obediente, seguí chupando y chupando. Su rabaco se ponía cada vez más duro. El líquido preseminal empezaba a ser abundante; prácticamente desbordaba por la comisura de mis labios. Tragaba tanto como podía, aunque también intentaba disfrutar de su sabor. Tenía toda la boca inundada de polla y precum. Nunca me había sentido tan caliente, sucio y utilizado a la vez, pero me encantaba.

  • Oye, vamos a la habitación primo, que quiero probar ese culito.
  • Vale, pero con cuidado, eh!
  • No te preocupes, no quiero hacerte daño. Solo quiero que disfrutemos tanto como podamos de esta experiencia.

Fuimos a la habitación y Ángel me indicó que me estirara en la cama, boca abajo. Le hice caso sin dudar y separé un poco mis piernas y alcé mi culito, dejándolo a su disposición. No tardó en ponerse de rodillas en la cama, con su polla bien dura apuntando hacia la entrada de mi culo. Escupió acertando de lleno en mi ano. Apoyó un poco su enhiesto rabo intentando encajarlo en mi huequito, pero eso no parecía que pudiera caber. Eso sí, noté su glande húmedo, caliente y enorme en mi culo.

  • Escupe más, Ángel, o no entrará.
  • Espera, voy a por crema de mi madre.

Al ratito volvió sonriente, con su polla danzando de un lado para otro según su cuerpo se movía hacia mí. No había perdido ni un poco de su dureza. Sin mediar palabra cogió un poco de la crema con dos de sus dedos y la untó en su polla. Después hizo lo mismo con mi culo, dejándolo bien impregnado y resbaladizo. Puso sus piernas en la parte interna de las mías y me las empezó a separar. Tal y como estaban distribuidos nuestros cuerpos favorecía que mi culo y su rabo se acabaran encontrando. No tardé en notar el contacto piel con piel de su verga con mi trasero. Aún siendo tan grande empezó a resbalar su capullo dentro de mí.  Yo noté en ese momento como un calambrazo que me hizo apartarme un poco, era debido a su glande haciéndose espacio en mi interior.

  • No te muevas primito, que ya ha empezado a entrar.
  • Ves con cuidado porfa, Ángel, que me vas a reventar con ese pollón.

No dijo nada, pero cogió la almohada, la dobló en dos y levantó mi cuerpo por detrás de mi vientre, para alzar mi culo. Al momento volvió a apuntar con su rabo en mi culo y poco a poco, ahora ya sin dilación, fue metiendo su rabazo que se fue deslizando dentro de mi. Me dolía horrores aún teniendo la crema impregnada, pero algo me impedía quejarme, y más aún retirarme.

  • Uf, Mario, que calentito y apretadito.
  • Aaah! Ángel!! Que grande y gorda la tienes!
  • Tssss… Tranqui primito, ya tienes toda la cabeza dentro. No te preocupes, esperaré a que se adapte tu culito.
  • Aaaaaah! Ángel, que pollote!!

Yo empezaba a sentirme en la gloria. Era una puta pasada tener todo eso dentro de mí. Tan bien me sentía que fui yo quien poco a poco empecé a echar mi culo hacia atrás notando como entraba cada vez más profunda.

  • Como te mola mi polla eh putito! -Yo no podía ni responder- Así, metetela tú solito, haz que mi polla te folle.

Y así fue. Yo iba echando mi culo hacia atrás lentamente. Cada vez la notaba más y más dentro.

  • Buah! Mario! Ya tienes media polla dentro. No te muevas.

Fue en ese momento que él mismo me cogió por la cadera y la sacó un poco para volver a meterla sin llegar a sacarla del todo. Todo era un movimiento muy lento, pero empezó a follarme y notaba como su polla rozaba con el interior de mi culo. La sensación era lo mejor que había sentido nunca.

  • Ostia puta Mario, qué culo que tienes.
  • Aaaah! Ángel! Como me mola sentir tu polla dentro!!
  • Si llego a saber antes que esto iba a ser tan maravilloso lo hago antes.
  • Podrás follarme siempre que quieras, Ángel. Pero ahora no pares, métemela más, por favor.
  • La quieres más dentro? Vas a flipar ahora putito!

Pero en ese momento escuchamos la puerta de abajo, al parecer ya había vuelto mi tía Joana. Ángel, sin sacar su polla de dentro de mí me cogió y me puso de lado, en cucharita, aprovechando de hecho para metérmela un poco más. Después, sin moverse, nos tapó a los dos con la sábana solo hasta la altura de nuestros ombligos. Justo a tiempo para que, al sentir como se acercaba mi tía por las escaleras nos pudiéramos hacer los dormidos, aún teniendo más de la mitad del rabo de Ángel dentro mío.

Disimulamos aún durante cinco minutos, hasta que notamos que mi tía se metía en su habitación y cerraba su puerta. En todo este rato mi primo no había dejado de jugar con su polla dentro de mi culo. Eso permitió que su rabo siguiera durísimo y mi culo siguiera dilatando poco a poco facilitando la follada que me estaba pegando.

  • Vamos a aprovechar que mi madre se estará durmiendo, primo. No hagas ruido, porfa.
  • Haré lo que pueda, pero fóllame, primo, córrete en mi culo, déjame dentro toda tu leche.
  • Ufff, encantado primito.

Comenzó a meter y sacar su rabo, al principio muy lentamente para después ir acelerando, siempre intentando controlar el ruido que hacía la cama. Pero era imposible no hacer ruido, y mis gemidos cada vez eran más fuertes.

  • Mario, vamos al garaje que allí no nos escuchará.

No lo dudé ni un momento. En un instante Ángel me cogió, me alzó sobre sus hombros y bajamos los dos pisos que nos separaban de la habitación de mi tía. Al llegar a la mesa del garaje me puso sobre ella de espaldas, dejando mi culo cerca del borde y facilitando mi entrada para su rabo.

  • Vas a flipar como te voy a follar, Mario, vas a rogarme polla cada día.
  • Fóllame primo, mi culo es todo tuyo.

Ángel, esta vez sin demasiado cuidado, me la fue metiendo hasta llegar prácticamente a tocar su pubis con mis huevos. Yo flipaba de sentir ese monstruo dentro, pero todo era ya placer, el dolor había quedado olvidado. Estiré mis brazos para buscar los hombros de mi primo. Fui empujando su cuerpo hacia mí, llegando a abrazar su cuello con mis manos. Él seguía follándome pero su cara y la mía cada vez estaban más cerca. Saqué mi lengua y empecé a lamer sus labios. Ángel no se decidía besarme pero tampoco rechazaba mi lengua que se iba introduciendo en su boca. Cuanto más rápido me metía y sacaba su polla más acercaba mis labios a los suyos hasta que coincidió que empezó a correrse dentro de mí con un beso profundo que en este momento sí que empezó a responder. Espontáneamente yo empecé a correrme. Cuando ya no salía lefa de mi polla Ángel dejó de besarme…

  • Ostia puta Mario, menudo puto estás hecho. Pienso follarte cada día que estés aquí.

Yo le miraba con los ojos brillantes, sonriendo, había descubierto el mayor placer de mi vida con el tío que más cachondo me ponía: mi primo.

  • De verdad me vas a follar cada día?
  • Y más de una vez, si me dejas…
  • Claro que te dejo, ahora que has estrenado mi culo es todo tuyo siempre que quieras.
  • Mi polla es la primera que te folla?
  • Tu polla ha sido la primera en todo, Ángel. Y me hace sentir genial.
  • Pues tu culo es el primero que me follo, Mario, y estoy muy contento de ser quien te haya follado por primera vez.

Nos volvimos a fundir en un beso mientras noté que su polla salía despacio de mi culo. Al salir, un tsunami de lefa empezó a chorrear por mi culo y Ángel, riéndose por esa nueva sensación, dejó de besarme para decirme:

  • Menudo veranito nos espera, primo.

La mañana siguiente desperté sintiendo a Ángel jugando con mi culito y sus dedos.

  • Primo, qué haces?
  • Nada… jejeje, quería intentar entender cómo podía haber cabido mi polla en ese culito.
  • Y qué? Lo has descubierto?
  • Bueno… debe de ser verdad que los culos dilatan más que los coños… Te importa si repetimos?
  • Claro que no! Pero… y tu madre?
  • Creo que ya se ha despertado, ves a mirar a su habitación...

Me desperté y dejé a Ángel aún estirado en la cama, tocándose la polla. Ya la tenía lista para la acción, lo cual hizo que me convenciera para ir a ver si el terreno estaba o no despejado. Efectivamente la habitación de la tía Joana estaba vacía, y no se escuchaba ni un ruido en toda la casa, más allá del ruido de la cama que hacía Ángel mientras se pajeaba.

  • Creo que estamos solos, primo…
  • Pues ven, chúpamela!
  • Puedo?
  • Claro que puedes, ven, estírate aquí -señalando un lado en su cama.

No dude ni un segundo en ponerme a su lado, con mi cabeza a la altura de su polla. Él me miraba sonriendo.

  • Estás deseando chuparme la polla verdad?
  • No sabes cuánto, primo -le dije agarrando su verga desde la base y mirando embelesado su grandeza.

Él no dijo nada, solamente echó su cabeza hacia atrás, abrió un poco sus piernas y se puso cómodo para disfrutar la mamada que le iba a dar. Acerqué un poco mi cara hacia su cipote, quedándome a menos de 5 centímetros de su capullo. El aroma y el calor que emanaba esa polla dura era tan excitante que nunca podré borrar esa situación de mi cabeza.

Saqué la lengua y empecé a pasarla por su brillante cabeza, humedeciendo su suave glande y mezclando mi saliva con las primeras gotas de su precum. Mi primo empezó a gesticular en silencio, a mover desde los dedos de sus pies hasta los hombros, como si estuviera siendo electrocutado por mis lametones. Pero no decía nada, me dejaba hacer.

Poco a poco empecé a meter su polla en mi boca, saboreando cada milímetro, pasando su lengua por la delicada superficie de su verga. Ese sabor, nadie puede ser capaz de describir algo tan delicioso, caliente y placentero; tanto para mí como, al parecer, para él.

Fui bajando mi cabeza intentando introducir más trozo de su rabo, pero me costaba mucho tener todo ese trozo de carne la boca. Ángel puso una de sus manos en mi nuca. Sin presionar lo más mínimo empezó a acompañar mis movimientos mientras suspiraba.

  • Joder Mario! Cómo lo haces, primo!!
  • Mmmphhh!
  • Lo que tu digas, pero no pares, vas a hacer que morra en nada.

Entusiasmado por su anuncio aceleré mi labor y en menos de un minuto empecé a notar como su capullo se hinchaba de manera impresionante. Ceñí mis labios a la forma de su rosado capullo y preparé mi boca para intentar dar cabida a toda su lefada.

  • Oooh! Toma primito, disfruta mi lefa.

Obviamente yo no podía responder, solo mirarle haciendo presión con mi boca para no perder ni una gota. Mientras me iba llenando de su néctar veía su cara de placer, estaba convulsionando del gustazo que le estaba proporcionando. Me inflé de orgullo al proporcionar tanto placer a mi querido primo, y él me premiaba con toda su preciada leche que ya tenía que empezar a ir tragando para hacer que cupiera toda.

  • Buuuuaaaah! Mario!! Menudo mamadote me acabas de dar.

Poco a poco, y sin separar mis labios de su polla, fui echando mi cabeza hacia atrás para ir incorporándome. Efectivamente, no derramé ni una gota antes de abrir levemente la boca acercándome a Ángel para que viera como me había llenado de semen.

  • Jajajajaja! Menudas pintas! Que guarrete estás hecho, primo.

En pequeños tragos fui dejando caer su lefada por mi esófago, después de haberla saboreado durante un rato. Ángel me miraba incrédulo pero con un gesto divertido en su cara.

  • Mmmmm qué rica leche, primo! Y cuánta cantidad!!
  • Te mola eh!
  • Mucho, quiero más, pronto!
  • Jajajajaja!! Tendrás, tendrás, pero ahora vamos a levantarnos, que tengo que ir a ver a mi jefe a ver si me da algo de curro.

Continuará...