Las primeras experiencias de Mario

Mario va de visita al pueblo donde experimentará cosas que cambiarán su vida para siempre

Era verano en la ciudad. Hacía pocas semanas que habíamos empezado las vacaciones. Por suerte el curso había ido bien este año. Sin embargo, la época estival no empezaba muy bien para mí.

Quería buscar algún trabajo para hacer algo de dinero, pero no estaba teniendo suerte. La mayoría de mis amigos estaban de vacaciones con sus parejas o con sus familias, y yo me estaba empezando a cansar de matarme a pajas ante el ordenador durante todo el día.

Una tarde recibí un whatsapp de mi primo Ángel. Me decía que hacía casi un año que no nos veíamos, que si hacía algo este verano. Me propuso ir unas semanas al pueblo, me pareció una idea genial. Lo comenté en casa y no hubo problema. Organicé todo lo necesario para salir el día siguiente.

El viaje en autobús no era de lo más cómodo, pero valía la pena si el premio era pasar unos días con mi primo. Comencé a recordar buenos momentos con mi primo. Él siempre había sido algo más corpulento que yo. Siempre tenía a todas las niñas del pueblo a sus pies. Su piel se broncea con facilidad. La costumbre de ir sin camiseta y pasar buena parte del día en la piscina ayudaba mucho. Los momentos de piscina los recordaba con especial erotismo. Como todo era juego en el agua, más de una vez las amigas de Ángel jugaban con él en términos más… adultos.

Eso hacía que Ángel más de una vez saliera con la polla dura del agua. Esta se le marcaba en el bañador de una forma espectacular. Creo que alguna vez me pilló mirando fijamente su paquete, pero nunca me dijo nada.

Esos recuerdos, el calor del autobús y la accesibilidad que tenía a mi polla me estaban poniendo cachondo. Decidí concentrarme en otra cosa, el autobús no estaba del todo lleno, pero tenía gente bastante cerca y se me notaría mucho si me hiciera una paja. Poco después el autobús hizo una parada de 20 minutos y aproveché para cascarme un pajazo en el lavabo del área del servicio dedicada a mi primo.

Una hora y pico más tarde llegó el autobús al pueblo. En la estación estaba mi primo esperándome. Me dio mucha alegría verle. Estaba aún más alto, más fuerte, tenía ya ese tono bronceado que le hacía tan sexy. Iba vestido con una camiseta sin mangas que hacían mostrar sus brazos desarrollados. En cuanto me vio se dirigió hacia mí y me dio un abrazo con el que me levantó del suelo.

  • Mario, tío, estás igual, eres un canijo.
  • Eres tú el que es un gigante!

Ángel me aplastaba levemente contra su pecho. Yo no me quejaba, me gustaba la sensación de ser manipulado así por mi primo. A los pocos segundos me dejó en el suelo. Después de coger la mochila nos dirigimos hacia su casa.

Todo estaba como recordaba de otros años. Saludé a mi tía y fuimos hacia las habitaciones.

  • Oye, vamos a tener que compartir habitación. La que has usado otros años está de obras por no sé qué de humedades.
  • Los dos en tu habitación?
  • Sí, no te molesta, no?
  • No, claro que no. Pero solo hay una cama, no?
  • Sí, bueno, podemos hablar con mi madre, no sé si tiene algún colchón extra… podemos traerlo de la otra habitación.
  • No, no. Tranquilo, de verdad, no hay problema en compartir cama.

Problema? Cómo iba a haber problema? Era mi sueño hecho realidad. Aunque no sé si iba a poder dormir con semejante tiarrón a mi lado. Creo que se presentaban unas vacaciones excelentes.

Pasamos el resto del día acomodando mis cosas y después dando una vuelta con los amigos de Ángel. Todos eran de nuestra edad más o menos. Eran tres chicos y dos chicas. Uno de los chicos, Alan, tenía un aspecto similar al mío, no muy alto, delgado, algo fibrado. Aunque con menos culo y más paquete. Ya nos conocíamos de otros años. Alan siempre se metía conmigo, decía que los de ciudad somos todos maricones, y que no valemos para nada. Él decía que era broma, pero siempre que podía aprovechaba para molestarme.

Los otros dos chicos Tomás y Rubén, eran algo más corpulentos que yo, pero no tanto como Ángel. Estaban en el equipo de fútbol del pueblo junto con mi primo. Tal vez por eso tenían unos culos perfectos. Yo me fijaba en los cuerpos de los amigos de mi primo todo lo disimuladamente que podía, no quería arriesgarme, nadie sabía nada de mi gusto por los hombres. Las chicas se llamaban Sonia y Luisa, pero no les presté demasiada atención. Se pasaban el rato chismorreando entre ellas.

Durante la tarde, entre bromas, mencionaron que Ángel era el "mozo" del año. Normalmente coincide con quien cumple 18 ese año, se elige una reina y un rey de las fiestas. Casualmente eran Ángel y Sonia. Todos bromeaban con que eran la pareja perfecta y que tendrían que liarse esa noche. Lo cierto es que ellos ya habían sido pareja. De hecho estoy convencido de que a Sonia todavía le gustaba Ángel (a quién no) pero él no era hombre de una sola mujer y la relación no funcionó.

Después de un buen rato decidimos ir a casa a cenar. De camino me estuvo explicando que le habían regalado una bici muy pro por navidad y que si quería mañana íbamos con las bicis para probarla bien. Me pareció una idea fantástica. Aún recordaba cuando íbamos con sus amigos otros años, más de una vez acabamos haciéndonos pajillas por el bosque. Cada uno con la suya, eso sí. Esas han sido las pocas oportunidades en que he visto la polla de mi primo. La mantengo memorizada y en muchas de mis pajas aún recurro a su imagen.

Llegamos a casa, cenamos, y Ángel me estuvo hablando más de la bici, de ciclismo, de no sé qué carreras que hacían, en fin… En un momento dado, mi tía me llamó a la cocina. Y me dijo que tenían pendiente de hacer un regalo a mi primo por haberlo aprobado todo y que si a mi se me ocurría algo. A mí se me iluminó la bombilla.

  • Creo que sí. Está entusiasmado con la bici, pero antes se quejaba de que no tenía la ropa adecuada, y que hacía el ridículo con una bici tan profesional pero sin vestimenta a juego.
  • Pues acércate mañana a la tienda de deportes, creo que tienen los maillots esos.

Era justo lo que estaba pensando. Parecía que mi tía me leyera la mente. Espero que no se me notara. Yo ya me estaba imaginando el cuerpazo de Ángel en uno de esos maillots tan ajustados. Creo que la inspiración de mis pajas iba a renovarse pronto.

  • Coge tú mismo la talla de su ropa. Y guarda el secreto. Mañana después de comer se lo damos. Toma 60 euros, espero que te alcance. Si te sobra te lo quedas.

Mi tia Joana ara genial. No me extraña que Ángel fuera tan agradable con la gente, era igual que su madre.

Más tarde volvimos a salir a la calle con los amigos de mi primo. Esta vez solo nos encontramos con Rubén y Tomás. Ellos estaban muy animados, habían estado tomando unas cervezas esperando a que bajáramos. Se reían de algo que solo sabían ellos.

  • Qué os pasa, de que os reís? -Dijo Ángel.
  • Jajajaja. De Alan. Jajajaja -Respondió Tomás
  • Qué le pasa?
  • Jajajajaja que está celoso de que tú vayas a ser el rey de las fiestas y él no. Buajajajaja. -Explicó Rubén.
  • Qué dices?
  • Sí sí, dice que él está más bueno, pero que te han elegido a ti porque tu madre está en la comisión de fiestas. Siguió explicando Rubén entre risas.
  • Qué tontería, mi primo está mucho más bueno que Alan -se me escapó a mí.

Se hizo un silencio y los tres se me quedaron mirando. A los tres eternos segundos yo fingí una risita que desencadenó carcajadas después a los cuatro que estábamos. La noche continuó divertida. Estuvimos todo el rato los cuatro, riéndonos de Alan y de cualquier otra cosa que iba surgiendo.

Sobre la 2 de la mañana llegamos a casa de mi primo, algo borrachillos. Sin hablar para no hacer ruido nos empezamos a preparar para ir a dormir.

  • Oye, primo, te molesta que duerma en gayumbos? Es que hace calor...
  • No, claro que no. Además es tu cama.
  • Ya, pero yo que sé, por si te molestaba.
  • Como me iba a molestar?

En ese momento se quitó los pantalones que llevaba puestos y mostró su cuerpo solo tapado por unos calzoncillos tipo slip pero de los antiguos, de hecho tenían un aspecto viejuno, como si fueran los más cutres y feos del mercadillo, pero le hacían marcar un paquetorro que me tenía salivando. Ejercitado en el deporte, bronceado por el sol, con un paquete muy sugerente, del tamaño aproximado del mando de una tv, ladeado a la izquierda, con no demasiado espacio para que el tronco de su polla, semiduro al parecer, estuviera cómodo.

Tragué saliva intentando disimular e hice lo propio. Mi cuerpecito en comparación parecía que estuviera a medio crecer. Me sentí un poco ridículo, pero corrí a estirarme al lado de mi hermoso primo.

Estábamos los dos mirando hacia el techo de su habitación, nuestros brazos y piernas se tocaban. Yo estaba algo excitado, temblando levemente. Era por su mera presencia, por la situación. Las ligeras piezas de ropa que llevábamos eran lo único que evitaba que no estuviéramos los dos desnudos, el uno al lado del otro.

  • Primo
  • Qué?
  • Duermes?
  • No
  • Por qué tiemblas?
  • Es que…
  • Tienes frío?
  • Un poco
  • Ponte un poco la sábana, pero a mí no me tapes que tengo calor.

Perfecto, pensé, así podía seguir viendo su cuerpazo. Seguimos los dos estirados, mirando ahora él al techo y yo cuando podía a su paquete. Como yo tenía la sábana hasta el ombligo aprovechaba para tener las manos sobre la polla y me acariciaba muy levemente para que Ángel no lo notara. Se me estaba poniendo muy dura, pero mi primo no podía notarlo al estar tapado. Cuando ya estaba cogiendo el sueño y con mis dedos aún rozando mi polla durísima intentando disimular…

  • Primo...
  • Qué?
  • Duermes?
  • Si te respondo no duermo, Ángel!
  • Jajaja, calla, tonto
  • Jajaja
  • Qué quieres?
  • Oye, de verdad crees que estoy bueno?

Me quedé helado por la pregunta, noté que él se giró para mirarme a la cara. Yo no me atreví a girarme para verle directamente.

  • Qué dices tío?
  • Lo has dicho antes, que estoy más bueno que Alan, de verdad lo crees?
  • Claro que sí, estás mucho más bueno que Alan!
  • Ah, sí? -Cambió de postura girándose hacia mí, sosteniéndose en su codo. En esa postura su polla estaba aún más cerca. Creo que le había crecido el paquete, al parecer se le estaba poniendo dura. Como de mucho más bueno estoy?
  • Bueno… eh… estás más cachas, te queda muy bien ese tono de piel bronceada, tienes unos ojos más…
  • Más que?
  • Más bonitos...

Me estaba muriendo de vergüenza.

  • Jajaja, entonces me alegro de estar más bueno. Menudo patán el Alan.
  • Sí, jajaja
  • Bueno, me voy a dormir, que mañana quiero hacer cosas por la mañana.

Él no cambió de postura, seguía con su polla apuntando hacia mí. Yo, para aprovechar la situación, me puse como él, de manera que fuera mi culo lo que quedara a la altura de su polla. A los pocos minutos, de forma disimulada, fui acercando mi culo a su polla, de manera que su paquete ya rozaba directamente mis nalgas. Llegó un momento en que él puso un brazo sobre mi cadera, y acercó aún mas su polla a mi culo. Noté como su polla se restregaba por la raja de mi culo, aún estando tapados los dos con calzoncillos. La sábana ya hacía rato que estaba por el suelo. Yo estaba super tenso. No sabía si él hacía esos movimientos de manera voluntaria o en sueños. No me la quise jugar y no force más la situación. Eso sí, disfruté del contacto de su polla en mi culo hasta que conseguí dormirme.

A la mañana siguiente nos despertamos los dos a la vez, en una posición similar a la que nos dormimos. Al despertarse Ángel se puso boca arriba estirándose todo lo largo que era descuidándose de que se le marcaba como una montruosidad la erección matutina que tenía. Para mí fue todo un regalo de buena mañana. Al acabar de estirarse se dio cuenta y se tapó con las manos. Obviamente se dio cuenta de que le había visto su tremenda erección, pero solo me dio un golpecito en el hombro como quejándose y se estiró a dormir cinco minutos más.

Durante la mañana aproveché que Ángel fue a su trabajo por la mañana para ir a comprarle el maiot. La verdad es que no había mucha variedad. Escogí un blanco, pensando que se le marcaría mejor el volumen de su cuerpo. Después comprobé que no podía haber elegido mejor. Realmente me sorprendió la poca cantidad de tela que era. Ángel iba a reventar esta ropa tan ajustada. Tuve que asegurarme unas cuantas veces de que era de la talla adecuada, y aún así se me ponía dura de imaginarme a Ángel ahí metido. Era todo de una sola pieza. Se me ocurrió preguntar al dependiente:

  • Y cómo hacen para mear los ciclistas?
  • Pues se tienen que sacar todo por la parte de arriba si llevan este modelo ya que no tiene obertura, prácticamente se han de desnudar. Por eso este no se usa mucho si vas a estar todo el día con él puesto.

El dependiente parecía que lo decía como algo poco práctico, pero a mí me parecía fantástico. Ángel iba a tener que quedarse en bolas para mear. Ojalá le dieran ganas de mear esta tarde.

Muy contento con mi compra volví a casa de mi tía y le ayudé a hacer la comida. Cuando llegó Ángel comimos todos juntos. Me aseguré de que siempre tuviera bebida en el vaso. Sí, lo sé, suena a plan absurdo, pero lo tenía que intentar. Después de comer le dimos el regalo que le encantó.

  • Cómo mola! esta tarde lo estreno con la bici.

Los planes no podían salir mejor. Mi tía Joana flipó un poco.

  • Esto te vas a poner, pero si es muy poca tela!
  • Es como los ciclistas que salen por la tele mamá
  • Si hijo, pero vas a ir mostrando las vergüenzas.
  • No tiene nada de que avergonzarse. -Dije yo, casi sin querer.
  • Eso es verdad, tengo un hijo bien guapo, y un sobrino precioso. -Y aprovechó para darnos un beso a cada uno.
  • Voy arriba a cambiarme, vienes Mario?
  • Si, claro. -No me lo podía perder.

Subimos a su cuarto.

  • Oye, me ha dicho el dependiente que no se pone nada debajo, de ropa interior, digo, dice que molesta y que el pantalón ya es acolchado por eso. -Me lo acababa de inventar. Me sorprendo a mí mismo con tanta maldad.
  • Ah, pues sí, es verdad, es acolchado.

Ángel se quedó totalmente en pelotas delante de mí. Yo no perdía detalle del momento.

  • Pero no me mires, mamón.
  • Te da vergüenza que te vea tu minipolla? -Eso también lo hice a propósito.
  • Minipolla dice, bien que acercabas el culito anoche a la minipolla.

Me quedé totalmente en blanco. No reaccioné hasta que me tiró la camiseta que llevaba puesta a la cara.

  • Que no pasa nada primito, que sé que es la curiosidad. Dicen que es normal.
  • Quién lo dice?
  • Yo que sé, todos. Es como mirar las pollas de los compañeros en las duchas.
  • Tú lo haces?
  • Sí, para comparar. Pero solo eso eh!
  • Y qué, les ganas?
  • Bueno, no sé…
  • Les ganas o no?
  • Primo, una cosa es la curiosidad y otra hablar de las pollas de mis compañeros, no te pases.

En ese momento me ruboricé de golpe. Yo estaba ya extasiado hablando de pollas con mi primo en maillot, pero él no estaba por la labor. Me quedé un momento mirando al infinito, pensando en si mi primo Ángel se habría enfadado.

Cuando acabé de reaccionar ya se había cambiado. Realmente le sentaba como un guante. Le marcaba uns glúteos perfectos, redonditos pero duros. Por delante se notaba que no sabía que hacer con la polla. Probó tenerla hacia arriba, pero se lo notaba mucho. Hacia abajo se le aplastaría al sentarse. Lo mejor era hacia un lado, aunque era evidente que se le perfilaba perfectamente. Yo, mientras, iba como haciendo fotos mentales de tal espectáculo.

En pocos minutos ya estábamos sobre las bicis. Yo iba montado en la que él usaba hasta que le regalaron la nueva. Era guay volver a hacer excursiones con las bicis como cuando éramos más pequeños. Como antes, Ángel siempre iba bastante más avanzado y tenía que ir esperándome. En una de las ocasiones que me esperó mientras yo subía una pendiente me dijo:

  • Oye, voy a acelerar hasta el árbol dónde íbamos con estos otros años. Sabes cuál es, no?
  • Sí -dije cansado de pedalear. Ves tirando que ahora llego yo.

No tardé demasiado en llegar. Cuando ya me acercaba, vi el árbol al que se refería. Ahí habíamos pasado buenos momentos con sus colegas. Algunas veces nos habíamos hecho pajas todos. Cada uno con la suya, eso sí, por desgracia.

Según llegaba a donde me esperaba Ángel me di cuenta de que no me había visto. Lo supe porque se acercó a unos matorrales, miró hacia los lados sin verme, y se empezó a bajar el maillot. Seguramente iba a mear.

Decidí bajarme de la bici y hacer el resto del camino (unos 60 metros) haciendo el mínimo ruido posible, a ver si podía ver algo. Me acerqué suficiente como para empezar a ver como su polla iba soltando ese líquido dorado. Tenía la polla un poco morcillona, o eso me pareció. El maillot lo tenía en sus muslos, se lo había bajado casi por completo. Se le veía cuerpazo, morenito con el culo blanco. Me estaba poniendo a cien. Empecé a fijarme más en intentar ver su polla que en mirar por donde iba pisando y sin querer hice ruido al pisar una ramita que se partió. Ángel se giró y me encontró, pero siguió meando sin pudor ninguno.

  • Primo, no veas si vas lento.
  • Sí, jajaja, hacía mucho que no iba en bici.

No parecía importarle estar en una situación tan tremendamente erótica. Me situé a apenas tres metros de él, dejándome línea de visión hacia su miembro viril. Él sostenía su pollón con una mano mientras tenía su otro brazo en la cintura. Su rabaco era casi tan oscuro como su piel bronceada, más moreno que la piel blanca de su culo. Tenía el prepucio tapando su glande, pero este asomaba mínimamente, facilitando salir el chorro de orina. Cogía su polla con apenas tres dedos, por debajo de la mitad de su longitud. El resto iba moviéndose levemente mientras meaba. Yo me estaba quedando fascinado mirando el gran rabo de mi primo. Decidí intentar aprovecharme de la situación recurriendo al pasado, tratando de retomar ciertas prácticas...

  • Buah, el árbol de las pajas. Te acuerdas de los pajotes que nos hacíamos aquí?
  • Jajaja, ya ves. Hace años de eso, eh?
  • Sí. Las teníamos todos pequeñas. Ahora sería diferente.
  • Si, ahora os correríais todos, antes solo me corria yo…
  • Siempre has sido un avanzado para tu edad jajaja
  • Sí! jajaja…
  • Qué, nos hacemos unas pajas ahora?
  • Ahora no lo haría primo, que ya no es lo mismo.
  • Por qué no es lo mismo? Las pajas entre colegas están bien, no es nada malo.
  • No sé primo. Un poco de maricones, no?

Yo bajé la cabeza avergonzado, la estaba cagando otra vez. Mi primo me estaba dejando clarísimo que era heterazo. Tardé apenas un instante en responderle, pero él ya me estaba mirando suspicaz mientras aguantaba su polla que echaba las últimas gotas de meado.

  • Claro, Ángel! Es broma! Cómo nos vamos a hacer pajas a estas alturas si ya somos tíos hechos y derechos.

Ángel me seguía mirando alzando una ceja. Creo que no había colado. Mientras, empezó a sacudir su polla para eliminar las últimas gotas. Su capullo asomaba entre la piel, y rebotaba en el aire cuando Ángel la movía para eliminar los restos de líquido. Yo estaba avergonzado por cagarla, pero disfrutaba de los movimientos de su rabo. Él era consciente de que yo me estaba quedando hipnotizado por el movimiento de esa polla que cada vez parecía más grande.

Acabó el proceso de sacudida, aunque creo que se recreó voluntariamente. Empezó a subirse el maillot hasta que me pidió ayuda para subir la cremallera.

Yo tenía la polla durísima. Para ayudar a mi primo tenía que ponerme detrás suyo, acercarme a su culo que ya había quedado redondito embutido en la tela elástica. Lo hice todo lo lento que pude. Noté la fragancia de macho de Ángel, y disfruté de tener mi polla dura a apenas unos centímetros de su tentador trasero.

Finalmente Ángel acabó de vestirse y continuamos el paseo. Se notaba que el cabrón tenía ganas de estrenar la bici y me llevó bastante lejos. Estuvimos al menos tres horas pedaleando con bastante calor sobre nosotros. Estábamos ambos empapados de sudor. Cuando ya íbamos de vuelta hacia casa de mi primo nos encontramos a Alan de camino. Mi primo se apresuró a saludarle.

  • Alan!
  • Hostia Ángel, pero qué llevas puesto?
  • Has visto? Es un maillot profesional, me lo han regalado mi primo y mi madre -Alan me miró sonriendo.
  • Menudas pintas de maricón me traes, Ángel.
  • Calla, tú lo que estás es celoso de que yo esté más bueno.
  • Ja! Más quisieras tú!
  • Anda, calla, y vente a casa, que nos duchamos y vamos a dar una vuelta.

Yo no intervine en ningún momento, solo me bajé de la bici y empezamos a meterlas en el garaje.

  • Mario, puedes guardarlas? Voy a ducharme corriendo que me muero de calor.
  • Claro, ves tirando, que yo me ocupo.

Me quedé a solas con Alan…

  • Vaya regalito le has hecho a tu primo, no?
  • Sí, te gusta?
  • Se nota que te mola ver su cuerpo ceñido, eh…
  • Qué dices?
  • Como que qué digo? Crees que soy tonto? Ayer nos mirabas a todos los tíos babeando.
  • Que va! Oye que a mí no me molan los tíos…
  • Claro, claro…

Me quedé blanco, casi tanto como el maillot ajustado de Ángel. Alan me había pillado, tenía que reaccionar rápido…

  • Oye, voy a cambiarme yo también
  • Voy a beber agua, os espero en el comedor -me dijo.

Subí a la habitación. Ya se escuchaba la ducha. Dejé de pensar en lo que me había dicho Alan cuando llegué a la habitación y vi el maillot de Ángel sobre la cama. Era mi oportunidad. Miré hacia todos los lados como si esperara encontrar a alguien. Al notar que estaba solo y que disponía de unos segundos me acerqué al maillot y empecé a buscar la parte que tocaba la polla, los huevos y el culo de mi primo. Lo llevé a mi nariz y esnifé fuerte.

Buaaaaah! Olía a gloria. Estaba sudado aún, la parte acolchada había absorbido parte de los jugos libidinosos de su portador. Me saltó la polla como si fuera un mecanismo. Se me puso durísima al instante. Descubrí algún pelito de mi primo enganchado y lo lamí sobre la tela, pensando que lo lamía a él. No pude evitar meter mi mano bajo mis pantalones y empezar a tocarme la polla. No existía nada más en ese momento, solo el maillot sudado de olor espectacular.

  • Ya veo que no te gustan los tíos… -Dijo Alan apoyado en el marco de la puerta; me había pillado de marrón.
  • No, es…
  • Va, deja de mentirme, tío, que tienes la polla en una mano y el maillot de Ángel en la otra.
  • No, pero…
  • Tranquilo. No te preocupes, no tengo porqué decirle nada, pero suéltate la polla antes de que vuelva de ducharse, atontado.
  • Sí, eh… gracias…
  • Gracias por qué?
  • Gracias por no decirle nada -le dije mientras ya guardaba mi polla, total, ya me había fastidiado la paja…
  • Pero igual sí que se lo digo, al final dependerá de ti…
  • Cómo?
  • Que si te portas bien no se lo diré, pero vas a tener que hacer lo que yo te diga.
  • Pero qué dices?
  • Tranqui, no te voy a pedir mucho. Solo trae a tu primo esta noche al almacén de mi padre, te acuerdas de dónde está, no?
  • Sí…
  • Pues te traes a tu primo a las 11, después de cenar. Una vez allí te daré más instrucciones.
  • Pero… no le dirás nada? Oye que mi primo se cabrearía mogollón, no me jodas, Alan, porfavor…
  • Ya te he dicho que depende de ti. Como no me hagas caso, te veo volviendo a Barcelona con un ojo morado por tu propio primo.
  • Mi primo no me pegaría nunca…
  • Que no? No sabes cuánto detesta tu primo a los maricones como tú…
  • Oye que yo no...

En ese momento se escuchó la puerta del lavabo, ya no se escuchaba la ducha hacía rato, pero no me había dado ni cuenta.

  • Ves a ducharte, anda… Y así te acabas la paja... -Me dijo Alan.

Me fui a duchar cuando mi primo ya entraba en la habitación. No fui capaz de hacerme ni la paja que tanta ilusión me hacía pensando en Ángel, Alan me había acojonado del todo.

Al volver de la ducha ya cambiado escuché que estaban los dos bromeando en el comedor.

  • Si que has ido rápido… -Me dijo Alan con un claro segundo sentido que solo él y yo entendíamos.
  • Sí, solo me he duchado.
  • Oye que decís vosotros dos? ya estáis tramando algo?
  • Eh… No…
  • Tu primo que…
  • Alan!
  • Qué? No decías que necesitabas una ducha intensa de agua fresquita?
  • Ah, sí… Al final me he dado más prisa.
  • Joder, os acabáis de ver después de un año y ya estáis con cosas que no entiendo -protestó Ángel.
  • Tranqui, primo, tonterías de Alan, ya sabes como es… -Alan me miró desafiante en ese momento- bueno, vamos a dar una vuelta o qué?
  • Sí, vamos, anda… -Dijo Alan.

Estuvimos dando vueltas por el pueblo juntándonos con otros amigos y amigas. También con Sonia y Luisa. Era divertido estar unos cuantos juntos, nos reíamos de cualquier tontería. Cuando ya faltaba poco para volver a casa para cenar Sonia le dijo a Ángel:

  • Oye, esta noche podrías venir a mi casa, que tengo que elegir cosas para la fiesta de mañana para ponerme y tenemos que ir a juego…
  • Qué dices, Sonia, no voy a ir a tu casa a escoger trapitos -Yo me tranquilicé, ya pensaba que no iba a poder cumplir con el chantaje de Alan.
  • Oye, Ángel, yo no voy a hacer el ridículo porque tú vayas con un traje que no pega con el mío.
  • Joder Sonia!
  • Oye, que esto solo pasa una vez en la vida y vamos a tener a todo el pueblo mirándonos. Si a ti te da igual al menos hazlo por mí… -Puso ojitos de pena.
  • Vaaale, pero ya hablaremos tu y yo…
  • Primo, pero no puedes ir -dije yo haciendo que todos los que estaban cerca se me quedaron mirando en silencio; especialmente notaba los ojos de Alan atravesando mi cráneo.
  • Qué dices? Por qué?
  • Es que… lo hablaba con Alan antes, luego te lo explico, pero esta noche has de venir conmigo
  • Mario, de qué me hablas? -Dijo mi primo mirándome extrañado.
  • Luego te lo explico, pero Sonia, hoy Ángel no va a poder ir a tu casa…
  • Mario! -Tenía todos sus amigos mirándome, y a Alan se le veía disfrutando.
  • Haz caso a tu primo, Ángel, que te necesita esta noche -Alan intentó ayudarme.
  • Pero te pasa algo, Mario?
  • Es que… vamos a cenar ya?
  • Estás muy raro, primo...

Yo me levanté y empecé a caminar intentando forzar que Ángel me siguiera, pero se giró hacia Sonia…

  • Oye, que no sé lo que le pasa a mi primo…
  • Mira, tú sabrás lo que haces, pero como no vengas, de lo que hablamos nada de nada…
  • Sonia…
  • Que no! Tú mismo… Como no vengas...

En ese momento, sin decir nada, Ángel se levantó y finalmente sí se puso a seguirme. Le esperé y enseguida nos encaminamos hacia su casa.

  • Se puede saber qué te pasa?
  • Es que Alan…
  • Alan qué?
  • Es que tengo algo muy importante que decirte, y Alan también…
  • Joder, pero no puede ser mañana?
  • No, no puede esperar, hoy a las 11 tenemos que estar en el almacén de su padre.
  • Pero Mario, que me voy a quedar sin… -Le miré intentado adivinar lo que pretendía decir, aunque sin éxito…
  • Sonia iba a…
  • Iba a qué?
  • No te lo puedo decir…
  • Ángel, soy tu primo…
  • Pues que me la iba a chupar, Mario, Sonia me iba a chupar la polla después de la fiesta de mañana. Como me quede sin mamada por tu culpa te enteras.
  • Ah, era eso?

Me salió un tono indignado, casi ofendido, así que esa tía iba a probar la polla de Ángel y yo no podía? De repente tenía una motivación extra para evitar que mi primo no fuera esta noche a casa de Sonia.

  • Mira, Ángel, lo que tengo que decirte es muy importante para mí. Y si te importa más tu primo que una mamada de esa tía a la que normalmente no haces ni puto caso, vendrás conmigo esta noche y no con ella.

Me marqué un farol que no tenía muy claro como iba a terminar, pero tenía que hacer cumplir el plan de Alan, aunque sin saberlo me estaba metiendo en más problemas yo solo.

  • Y porqué tiene que estar Alan? Es que a él ya se lo has dicho? Antes que a mí?
  • Bueno… eso… Luego te lo cuento…
  • No, Mario, o me lo dices ahora o me piro a casa de Sonia en cuanto acabe de cenar.
  • Es que…
  • Es que nada! Qué tramáis Alan y tú?

Yo ya no sabía por dónde salir, tuve que improvisar algo…

  • Es que… a Alan le gustas, y me lo ha dicho a mí pidiéndome consejo. Yo le he dicho que tú eres hetero y que no te interesa, pero me ha dicho que lo está pasando muy mal y me ha hecho prometerle que como mínimo hablaréis y que yo estaré allí para que no le pegues si te enfadas…
  • Pero qué dices? Tú estás chalao? Alan es maricón?
  • Ángel, de verdad, el chico está destrozado, aunque lo disimule muy bien. No puedes dejarle así, es tu amigo. Tendrás muchas ocasiones de que Sonia te la chupe, se le ve loca por ti.

No podía creerme que me estuviera saliendo esa sarta de mentiras sin titubear. El caso es que parecía estar funcionando, Ángel empezaba a dudar.

  • Pero tienes que prometerme que harás como si no sabes nada, por favor. Alan ha confiado en mí para explicármelo y no quiero que se sienta traicionado.
  • Bueno, vale. Pero si puedo escaparme luego a casa de Sonia, cuando haya acabado Alan con sus chorradas de maricón.
  • Vale, a ver si da tiempo. Pero le vas a pegar?
  • Cómo le voy a pegar, eres tonto? tienes unas cosas, Mario...

Al final todo parecía encarrilado según mis planes, aunque Ángel cada vez me miraba más raro. No sabía si me había creído o no, pero al menos le había confundido, y eso iba a mi favor. Llegamos a su casa y cenamos con mi tía. Ángel no paraba de mirar el móvil, estaba recibiendo mensajes por whatsapp todo el rato y escribiendo él también unos cuantos. Cuando menos me lo esperaba sonó también mi teléfono. Era Alan, no recordaba que le había dado mi número el año pasado-

  • Qué mierdas has dicho a tu primo?

No respondí al momento. No sabía qué decir. Ángel no parecía molesto ni me miraba, no sabía qué podía estar pasando.

  • Que qué le has dicho a tu primo? Como me jodas te voy a joder yo el triple puto maricón.
  • Que no le he dicho nada, solo le he convencido de que venga esta noche
  • Y por qué me dice esto? -Me envió una captura de pantalla con un mensaje de Ángel:

“Alan, tío, siempre nos hemos peleado, desde niños, pero yo te tengo aprecio. No sé que os tramáis mi primo y tú, pero esta noche puedes contar conmigo como amigos que somos. Amigos.”

  • Qué cojones quiere decir, Mario?
  • Yo que sé…
  • Mira, el plan sigue en pie, pero parece que me estás jodiendo. Vamos a modificar el trato. Tú vas venir esta noche sin gayumbos, y con los pantaloncitos más cortos y ridículos que tengas. Y si no tienes, coges unas tijeras y te cortas unos tejanos justo por debajo de los bolsillos de atrás. Como no vengas así le explico todo a Ángel en cuanto le vea.
  • Joder Alan…
  • Mira qué fotos tengo… -En ese momento Alan me manda un par de fotos en las que salgo yo oliendo y lamiendo el maillot de Ángel
  • Alan, no me hagas esto, por favor…
  • Tú mismo, pórtate como el putito sumiso que llevas dentro, Mario. Al final me lo agradecerás ya verás. Y si no, le paso las fotos a tu primo.

No contesté nada a Alan, tampoco pregunté nada a Ángel para no hacerlo todo aún más complicado. Al acabar de cenar fui a mi habitación con la excusa de cambiarme. De camino, cogí las tijeras de mi tía del cesto de la costura, sin que nadie me viera. Escogí los pantalones a los que menos cariño tenía, estaban ya algo viejos. Pensé que serían los más apropiados, pero una vez los corté y me los probé me di cuenta del error: al estar desgatados y algo cedidos se notaba bastante que no llevaba calzoncillos. Mis nalgas prácticamente asomaban por debajo del bolsillo. “Joder, qué vergüenza”, pensé. Pero ya era demasiado tarde. Era eso o Alan le mandaba las fotos a Ángel. Ya pasaba de las 10 y media cuando escucho a Ángel gritar desde el piso de abajo.

  • Mario, vamos o qué?
  • Sí, ya bajo.

Me las ingenié para salir y despedirme de mi tía sin que apenas me viera, pero Ángel me esperaba en el recibidor con las llaves de casa en las manos.

  • Pero qué te has puesto?
  • Ah! Es que hace calor. Me quedan bien?
  • Se te ve medio culo, Mario!
  • Y? Me quedan bien o no? -Durante un instante Ángel se quedó en silencio, mirando, pensando…
  • Eh… Sí, no sé… tú sabrás.

Mi primo se había sonrojado, y eso me reconfortó en cierto sentido, al menos no había sido directamente rechazado. Salimos a la calle y le saqué cualquier tema de conversación para tenerle entretenido y que no me hablara de mis pantalones ni de Alan. Nos dirigimos hacia donde habíamos quedado con Alan. Era un almacén de uno de los supermercados del pueblo. Alguna vez ya habíamos estado y habíamos bebido algo del alcohol que tenían allí. Cuando llegamos al almacén me fijé en Ángel y le vi algo nervioso.

  • Estás bien, primo?
  • Oye, Mario, lo de los pantalones… tiene algo que ver con lo que me va a decir Alan?
  • Eh… No… -Me había pillado con la guardia baja y dudé al responder
  • Mira, primo, no sé qué está pasando, pero lo de los pantalones no es ni medio normal… Me parece fatal que me estés ocultando algo…
  • No, Ángel, es que…
  • No importa, primo, no te voy a obligar a que me digas nada, pero pensaba que confiabas más en mí.

Me rompió el corazón que me dijera eso. Empecé a pensar que todo había empezado por haberme dejado llevar por el morbo desde el primer momento al elegir el maillot. Empecé a sentirme fatal conmigo mismo. No dijimos nada hasta que llegamos a nuestro destino, ni nos mirábamos, había conseguido algo peor que enfadar a mi querido y ansiado Ángel, le había decepcionado.

Mi primo y yo nos acercamos a la puerta metálica y Ángel la golpeó levemente para no hacer ruido. Alan abrió enseguida.

  • Ey! Pasad!

Ángel entró primero y yo después. Alan se quedó mirando mi culo y me susurró al oído:

  • Vaya! Te estás portando muy bien por ahora.

Mi primo ya estaba dentro, en el despacho donde solíamos quedarnos cuando veníamos. Alan aprovechó esa circunstancia para tocarme un poco el culo, acariciando mis nalgas. En absoluto me esperaba algo así, pero tampoco hice nada para oponerme. Apenas fueron 15 segundos, pero noté que se quebraba algo en mi interior. Me había gustado mucho esa caricia de Alan, nunca nadie me había tocado de esa manera.

  • Vamos, Mario, entramos? -Me dijo como si no hubiera pasado nada.
  • Eh… sí, sí.

En el interior estaba ya Ángel, que se sentó en el sillón de cuero negro que presidía el despacho del padre de Alan. Nosotros nos pusimos en un sofá que había en la misma sala.

  • Bueno, Alan, qué tienes que decirme? -Ángel aprovechó el aura de autoridad que le daba el sillón para ir al grano?
  • Qué qué tengo qué decirte? Mmmm… vamos a hacer unos cubatas antes. Me ayudas Mario? Espera aquí, Ángel.

Alan y yo fuimos al almacén a coger unas botellas de ron y un refresco. Fuimos después a un cuarto donde hay nevera y preparó Alan rápido las bebidas mientras me hablaba…

  • Vienes muy guapo, Mario, te lo has currado, pero dime, cómo has convencido a tu primo? Qué le has dicho?
  • Buenoo… No importa, el caso es que está aquí, no?
  • La madre que te parió, Mario! Como tenga algo que ver conmigo te mato.
  • Bueno, Alan, tranquilízate. Ahora tengo un mensaje tuyo que te compromete un poco… Qué es peor? Oler un maillot de tu primo porque te pone cachondo o hacer chantaje al primo de tu amigo y obligarle a vestirle como un putito?
  • No serás capaz de enseñarle el mensaje, no?
  • Bueno, Alan, eso depende de ti. Te vas a portar bien?
  • Qué cabrón! Eres más listo de lo que pensaba.
  • A veces los de ciudad somos más listos de lo que los de lo pueblo os pensáis…
  • Bueno… va es igual. Toma pon esto en la bebida de Ángel?
  • Qué es?
  • Una pastilla en polvo para dormirlo. Ya verás qué bien lo vamos a pasar.
  • Pero no le sentará mal con el alcohol?
  • No, son muy efectivas pero no son de farmacia, son de herbolario, no son tan fuertes.
  • Como le pase algo…
  • Tranqui, confía en mí…

Y me volvió a acariciar el culo, esta vez con más dedicación, empezando a buscar mi agujero con uno de sus dedos. Yo no hacía más que dejarme llevar mientras disolvía la pastilla en la bebida. Me estaba poniendo muy cachondo Alan con sus manos en mi culo. Empecé a echar hacia atrás mi cadera para facilitar las maniobras de Alan. En ese momento:

  • Qué hacéis tíos? No veas si tardáis...

Soltó rápidamente mi culo, aunque me dió la sensación de que Ángel nos podría haber visto.

  • Nada, ya vamos.

Cogí los dos vasos que no había cogido Alan y volvimos hacia el despacho. Nos sentamos alrededor de la mesa del despacho y empezamos a beber. No había pasado ni una hora y ya habíamos rellenado el vaso un par de veces cuando Ángel volvió a sacar el tema…

  • Va explicadme, por qué no estoy en la casa de Sonia con mi polla en su boca…
  • Te la iba a chupar? -Preguntó Alan sorprendido.
  • No lo sé, puede ser… pero va, qué pasa? -Me gustaba que Ángel no estuviera diciendo directamente lo que yo le había dicho sobre Alan, quería mantener algo de complicidad conmigo, al parecer.
  • Mira, Ángel, estamos aquí porque vamos a jugar a un juego...
  • Cómo que un juego?
  • Hazle caso, primo, que todo tiene sentido.
  • Joer macho, mira que sois raros.

Alan sacó las preguntas del trivial de su mochila. Yo me quedé flipando, era lo último que esperaba que sacara.

  • A ver, la cosa es sencilla: si fallas una pregunta, bebes un trago de cubata y pasa el turno.
  • Para eso me hacéis venir? para jugar a las preguntas? Yo me piro! Aún llego a casa de Sonia.
  • Primo, quédate solo 15 minutos, va y después te vas -Alan me miró frunciendo el ceño pero no dijo nada…
  • Venga, pero 15 minutos eh!
  • Va, vamos a beber primero todos para empezar -dijo Alan.

Fue listo Alan, cuanto antes hiciera efecto la pastilla mejor. Bebimos los tres un buen trago del cubata y Alan cogió un tarjeta de preguntas y pidió a Ángel que tirara un dado. La idea era leer la pregunta que saliera en el dado, siendo el 1 geografía (azul) y el 6 deportes y pasatiempos (naranja).

  • Tira el dado. Pero una cosa, fallar tres seguidas penaliza, y acertar tres seguidas te da ventaja.
  • Encima reglas raras… venga va… -Tiró el dado y salió historia.
  • Qué duque inglés venció a Napoleón en Waterloo?
  • Yo qué sé tío!
  • Pero si lo hemos dado este año!
  • Ya nen, pero no me acuerdo… Nelson?
  • No tío, Nelson fue el de Trafalgar… El duque de Wellington!
  • Y yo que sé!
  • Va bebe -le dije.

Ángel bebió un buen trago entre reniegos y yo tiré el dado.

  • Arte y literatura. Quién pintó el nacimiento de Venus?
  • Botticelli
  • Muy bien, no veas primo.
  • Es que lo he dado hace poco jaja.
  • Venga, vuelve a tirar.
  • Geografía. Cuál de estos ríos no es afluente del Ebro: el Alagón, el Segre o el Cinca?
  • Eh… el Segre sí, seguro… Alagón suena como Aragón… -pero pensé que podía ser trampa, aunque realmente no sabía cuál de los dos; decidí jugármela- el Alagón.
  • Joder, sí! -Se sorprendió Alan.
  • Jeje, a ver, mi ventaja…
  • Espera, que te falta una. Tira, va…
  • Entretenimiento… Quién dirigió la trilogía de “El Padrino”?
  • Ford Coppola!
  • Pero cómo sabes eso! -Reclamó mi primo.
  • Joder, no las has visto? son buenísimas. Sobre todo la primera, la cabeza de caballo tío!!
  • Qué dices de caballo? -Dijo Alan.
  • Es igual, cuál es mi ventaja?
  • Vale! -se dispuso a explicar Alan- puedes seguir jugando o puedes pasar el turno haciendo que uno de nosotros se quite una prenda de ropa.
  • Ahjajajaja!! venga! -Me había hecho gracia la idea, y los cubatas cargados ya empezaban a hacer efecto. Pues primo, quítate la camiseta.
  • Oye esto de la prenda no lo habíais dicho.
  • Es la camiseta, no te quejes -dijo Alan.

Protestando un poco Ángel se quitó la camiseta y empezó a mostrar su cuerpo de machote. A mí se me empezaban a ir los ojos a sus pezones, sus músculos y brazos. Llegó el turno de Alan y falló su pregunta. Ángel acertó una y falló la siguiente… Y así hasta que, por sorpresa, Alan acierta tres seguidas…

  • Toma! Ángel, quítate los pantalones!!
  • Pero qué pasa! Por qué váis a por mí los dos? Qué cabrones!
  • Yo he acertado tres, yo elijo…
  • Ya… que cabrones que sois...

Se puso de pié y empezó a desabrochar los pantalones, poco a poco, mirándonos a los dos, observando nuestra reacción… Una vez desabotonado, cogió de la cintura de los pantalones y empezó a mover su cintura de lado a lado facilitando que sus tejanos bajaran y su paquete empezara a salir de su encierro. Era un bulto importante. No parecía que la tuviera dura, pero era atractivo para mi vista, y por lo que pude ver, también para la de Alan. Ángel se quitó del todo los pantalones y se quedó solamente en esos slips tan anticuados que usaba.

Continuamos jugando hasta que mi primo enlazó tres preguntas falladas seguidas.

  • Te toca castigo, Ángel, tres falladas!
  • Joder, pero si ya estoy en gayumbos!
  • Pero te toca castigo primo, el juego es el juego…
  • Mira que sois cabrones. A ver, qué tengo que hacer?

Alan me lo dijo al oído y me pareció bien. Nos reíamos mientras Ángel nos miraba medio cabreado medio intrigado.

  • Vaa! Qué tengo que hacer?
  • Te has de pajear delante nuestro durante 20 segundos -Dijo Alan sin nada de vergüenza mientras yo me moría de la risa.

Ángel bebió de un trago todo el cubata que le quedaba, dejó el vaso de golpe contra la mesa, y se sacó la polla. Envalentonado por el alcohol se pajeó levemente mientras decía:

  • Queríais ver mi polla, no cabrones? Qué putos morbosos que sois! Pues mirad mi polla!

Nos dejamos de reir Alan y yo para quedarnos mirando el rabo de Ángel. Él, desinhibido por el alcohol, estuvo un rato meneándosela, hasta que se la guardó y se desplazó al sofá.

  • Me está entrando sueño tíos, yo me voy a acostar un rato en el sofá -dijo Ángel; Alan y yo nos miramos.

Hicimos ver que jugábamos un poco más, pero en realidad nos dedicamos a beber y a observar cada movimiento de mi primo, que rápidamente quedó dormido como un lirón.

  • Oye, que se ha sobao -dijo Alan
  • Y ahora qué?
  • Ahora puedes tocarle la polla como quieras que no se va a enterar.
  • Pero tío, y si me pilla?
  • Que no te va a pillar! no se va a despertar!
  • Tú crees?
  • Ya verás...

Se acercó al sofá Alan y cogió el elástico de sus calzoncillos con una mano y empezó a levantarlo poco a poco. Alan me miraba sonriendo y miraba de reojo a Ángel. Alzó la tela tanto como pudo y la puso debajo de los huevos de mi primo con cuidado. Me hizo un gesto con la mano para que me acercara. Fui hacia él, me arrodillé a su lado, cogió mi mano y la llevó a la polla de Ángel. Yo no me resistí.

Su polla estaba algo morcillona, seguramente del meneo que se había dado antes. La cogí con la punta de los dedos, con mucho cuidado, y le miré a los ojos mientras poco a poco le fui bajando y subiendo la piel de la polla. Noté que Alan se situaba estando también de rodillas, alejándose un poco de Ángel pero acercándose a mí. Con sus manos por delante de mi cintura empezó a buscar el botón de mis pantaloncitos y empezó a meter las manos por dentro.

Mientras la polla de Ángel se iba poniendo dura en mi mano, cosa que me hacía flipar, me estaba poniendo cachondísimo que Alan tuviera una mano en mi culo y una en mi polla. Nunca había vivido nada ni mínimamente parecido. Era mejor que cualquier cosa que me podía haber imaginado hacer con Ángel. De hecho, con ningún hombre. Era mi primera vez para muchas cosas que estaban pasando hoy. Alan me susurró:

  • Tu primo hoy quería una mamada, no? pues dale su premio...
  • Estás loco?
  • Va si lo estás deseando…

Sacó su mano de mi polla y la puso en mi cuello, empujándome con suavidad pero persistencia hacia el nabo de Ángel. Yo empecé a lamerlo. Ya lo tenía bastante duro. La descapullé, mostrando su capullo brillante, húmedo y palpitante. Lo introduje en mi boca y apreté con mis labios antes de empezar a subir y bajar mi cabeza. La sensación era una puta pasada. Comencé a pasar mi lengua por su glande una vez estaba dentro de mi boca. El sabor era como salado y dulce a la vez, no había probado algo tan rico en mi vida. La textura era suave pero firme y carnosa. Sentía el calor proveniente de su verga ya durísima.

Alan por su lado estaba entretenido con mi culo, que yo cada vez ponía más a su disposición. Se había humedecido con saliva los dedos y empezó a meterlos, uno a uno y con calma, por mi hambriento agujero. Hizo que me moviera un poco para quitarme del todo los pantalones y así permitir que, siguiendo de rodillas, pudiera abrir mis piernas y dejar mi culo aún más entregado a Alan.

Me confié y, llevado por la lujuria, haciendo fuerza con mis labios, aceleré los movimientos de cabeza que subía y bajaba mientras su polla se introducía por mi garganta. Me produjo náuseas y tos. Tuve que sacarme su rabaco para toser porque me estaba ahogando.

  • Tssss! Cuidao tío, a ver si lo vas a despertar. No seas ansias chupando, que te mola demasiado! Jajaja! -Me susurró Alan mientras seguía sobándome y perforándome el culo con los dedos.
  • Es que está muy buena…
  • Jajaja… menudo comepollas estás tú hecho...

Ni le respondí. A la que me recuperé me volví a meter la polla de Ángel en la boca. Aún no me podía creer tener el rabo de mi primo en la boca. Su carne llenaba toda mi boca y su líquido y humedeciendo toda mi cara con el roce de su pollón al entrar y salir de mi mandíbula.

Estaba absorto yo chupándole la verga con gusto a mi primo cuando Alan me empujó más fuerte con la mano en la nuca y noto que cambia su dedo en mi culo por algo más gordo y húmedo. Estaba a punto de follarme. Ya notaba su glande peleándose con mi agujero para entrar. Pero yo no quería que me follara! Bueno, sí, quería follar con alguien, pero no con Alan, y no de esa manera. Quería protestar pero el cabrón empujaba mi cabeza hacia la polla de Ángel más y más y no me dejaba separarme para poder hablar. Tampoco quería gesticular mucho para no despertar a mi primo. Noté como mi culo iba cediendo y empezaba a dejar pasar la polla de Alan. Justo en ese momento nos quedamos los dos congelados…

  • Qué coño haces, Mario?!?!?!

Continuará...

P.D.: gracias a todos por vuestra paciencia, consejos, comentarios y críticas. Especialmente a Pofpofpof