Las pollas son mi pasión (03)

Nuestro protagonista descubre más placeres en la continuación de sus aventuras sexuales entre chicos...

LAS POLLAS SON MI PASIÓN (III)

La llegada a Barcelona fue posiblemente la peor época de mi vida.

La ilusión con la que venía desapareció totalmente a la primera semana de mi llegada. Yo esperaba encontrarme un mundo nuevo, interesante, lleno de novedosas experiencias y grandes pollas a mi alcance.

La dura realidad me devolvió una imagen totalmente distinta: una facultad con asignaturas incomprensibles y sin ningún interés para mí, una residencia de estudiantes donde la animadversión contra las relaciones entre chicos se palpaba en cada conversación y una ciudad donde aparentemente era imposible conseguir una buena polla si no era pagando.

Por las noches soñaba una y otra vez con la polla de Carlos, penetrándome, corriéndose en mi boca. Estuve tentado de volver a mi casa, pero sabía que él no estaría allí, que había ido a Madrid y, por lo que me contaba en las cartas, no le iba mal del todo.

Aún así, en medio de la desesperación generalizada que envolvía mi existencia, había dos puntos de luz que me mantenían vivo. El primero, Pedro, mi compañero de habitación. Era un chico de mi edad, simpático, agradable y un gran amigo. No era en absoluto gay, ni él sabía que yo lo fuera, pero hablar con él y explicarle parte de mis problemas me ayudó a resistir en pie. El segundo, el descubrimiento del IRC. Me pasaba horas enganchado, en vez de ir a clase. Desde que lo descubrí, no hubo ni un solo día en que no estuviera de 4 a 8 horas conectado a los canales #gay, #gaypajas, #gaybcn, ... allí podía hablar sin tapujos de mis preferencias sexuales, calentarme en privados subidos de tono o conocer a gente que pensaba como yo.

Llegó un momento en que mi vida se centraba únicamente en conectarse con esa pantallita con otros chicos a los que yo imaginaba con unos cuerpos perfectos y unas pollas impresionantes. Los fines de semana, con la facultad cerrada, se hacían desesperantemente tediosos, ni siquiera tenía el consuelo de Pedro, ya que se iba a su casa de viernes a lunes.

Ya conocía el nick de todos los habituales de los canales gay e incluso tenía preferencias por algunos de ellos. Uno de ellos, 'felador' era su nick, era la referencia que yo siempre buscaba cuando me conectaba. Por lo que decía, tenía 3 años más que yo y estudiaba en mi misma facultad. Era un chico muy caliente, casi a diario teníamos una sesión privada en las que nos explicábamos nuestras más íntimas fantasías. Muchas veces me había propuesto quedar en persona y conocernos, pero yo siempre había rehusado. La verdad es que me hubiera encantado conocerle y lanzarme sobre su polla, pero no me atrevía y menos aún siendo de mi propia facultad. Aún así, mi abstinencia obligada hacía crecer en mí deseo cada vez más intenso y mis negativas ante sus proposiciones eran cada vez menos creíbles.

Él cada día era más explícito en sus proposiciones y se insinuaba con claridad:

.......

Seguro que te encantaría mi polla

Siiiii, me muero por una buena polla en mi boca

Te gustaría que te chupara la tuya eh?

Siiiiiii

y a ti te gustaría meterte la mía en la boca y sacarle hasta la última gota...

siiii, me encantaría

  • Pues hazlo.

Oí una voz detrás de mí. Me giré y vi a un chico que me miraba con una pose claramente insinuante, rozándose el paquete disimuladamente con la mano.

  • ¿No querías chupar mi polla?, aquí la tienes - dijo.

  • ¿Eres 'felador'? - pregunté sorprendido.

  • Sí, hace tiempo que te observo, desde el IRC puedes saber desde qué PC te están llamando y ha sido fácil localizarte. - respondió - vamos al baño.

Se alejó mirándome. Lo pensé sólo durante un segundo e inmediatamente me levanté y le seguí hasta el baño de chicos. Por suerte estaba vacío. El se dirigió a un reservado y yo le imité sin mediar palabra. Cerramos la puerta por dentro. Estabamos muy juntos, apretados en apenas un metro cuadrado de espacio.

  • Es toda tuya, ya sabes qué hacer - dijo acariciándose la polla.

Yo estaba algo nervioso, pero decidido a seguir adelante y con unas ganas enormes de tragarme aquel bulto que se adivinaba enorme a través de los pantalones. Me senté en el retrete, poniendo mi boca a la altura de su polla. Le desabroché los botones de la bragueta y metí mi mano entre sus calzoncillos hasta alcanzar su tranca. Su hermosa polla apreció ante mí, de unos 18 cms, gruesa, hinchada y roja, casi violácea por la excitación. Al verla me estremecí de satisfacción y me lancé sobre ella tragándola casi por completo.

Empecé a chupar con fruición, desesperadamente, casi sin disfrutar de lo que hacía. Mi necesidad de polla era tal, que ahora estaba cubriendo casi una necesidad biológica. Chupaba sin pensar, por instinto, como se comportaría un hombre hambriento ante su primer bocado después de muchos días de ayuno.

Cuando noté que él no podía aguantar mas, le agarré la polla con la mano y empecé a masturbarle a escasos centímetros de mi cara. Quería su semen en mi piel, después de tanto tiempo necesitaba de nuevo un baño con leche de macho sobre mi cara.

Su corrida fue brutal. Me lleno la cara de lefa, mientras yo buscaba con mi lengua los restos de su orgasmo. Durante más de un minuto estuve tragando toda la leche que él había soltado, directamente de su polla o buscándola por todos los recovecos de mi cara.

Cuando por fin abría los ojos y le miré, él me dedicó una sonrisa.

  • Me llamo Santi - dijo - y me encantaría que folláramos

  • Yo también me muero de ganas - dije al tiempo que hacía ademán de quitarme los pantalones.

  • No, no... aquí no, nos pillarían y además es un sitio muy incomodo - dijo guardándose la polla, aun semierecta - ya nos hemos arriesgado bastante con esto.

  • ¿Dónde podemos hacerlo?

  • De momento en ningún sitio, salgamos y hablaremos.

Salimos y fuimos al bar estuvimos hablando durante mas de una hora. Él me explicó que en la facultad había muchos chicos a los que les iban las pollas, pero se mantenía en secreto al resto de la gente. A veces se montaban auténticas orgías cuando alguien disponía de lugar, con 10 ó 12 chicos. Quedaban por el IRC y nadie sospechaba nada. Había algunos que incluso tenían novia. Yo tuve la sensación que a partir de entonces mi estancia en la facultad iba a ser mucho más agradable.

Al final nos despedimos y quedamos al día siguiente, viernes, en el IRC.

Esa noche, después de dos meses en la ciudad, por fin pude dormir tranquilo, sin sueños que evocaban grandes pollas ni pesadillas deprimentes.

Al entrar el viernes en la sala de PC's, miré a mi alrededor buscando a Santi, pero no lo vi. Conecté con el canal #gay y ahí estaba él como 'felator'. Me explicó que hoy no podía venir a la facultad, pero que había conectado un momento desde casa para decirme que habría que postergar nuestro encuentro, ya que ese fin de semana no estaría sólo en casa. Por un momento quedé decepcionado, pero inmediatamente tuve una gran idea. Mi residencia quedaba prácticamente desierta los fines de semana, casi todos los alumnos volvían a sus casas, como mi compañero de habitación. Así que le propuse quedar allí el sábado por la tarde y él aceptó encantado.

Ese día volví pronto a la residencia, estuve hablando con Pedro y le pregunté con disimulo si se iba este fin de semana. Por suerte para mí, dijo que sí, con el tren de las 14:00 del sábado

No recuerdo bien lo que hice durante las horas que pasaron hasta que vi aparecer a Santi por la puerta de la residencia. Estuve todo el día como flotando, pensativo, regalándome con pensamientos de lo que iba a ocurrir esa tarde.

Al pasar por la portería lo presenté como a un amigo que venía a estudiar conmigo, el portero asintió sin ni siquiera levantar la vista del diario que leía.

Subimos a la habitación y cerré la puerta con llave. Nadie nos molestaría hasta el domingo por la tarde.

Yo me desnudé rápidamente pero Santi se mantenía impasible, inmóvil, mirándome con lujuria pero sin mover un dedo.

  • He traído algunas cosas - dijo por fin cogiendo su bolsa
  • seguro que te gustan.

Empezó a dejar cosas sobre la cama. Una cuerda, una correa de cuero (parecía de perro), unas esposas para las manos, ... Yo sabía sus gustos dominantes. Él me lo había explicado por el IRC. No le iba el sado duro ni la violencia, sólo le gustaba el juego del amo-esclavo y la estética de los cuerpos inmovilizados. Yo acepté su juego encantado, acercándome a él con las manos unidas para que me esposara.

  • Así me gusta, que obedezcas a tu amo - dijo - si te portas bien tu amo te follará.

Me giró de espalda bruscamente y me esposó las manos. Luego me tumbó sobre la cama y me ató los brazos. Era un nudo imponente y elaborado que me inmovilizaba totalmente. Empezaba casi en los hombros e iba bajando, enroscándose una y otra vez en mis brazos hasta llegar a mis muñecas. Al finalizar el nudo, me puso la correa al cuello apretándola hasta el límite.

Yo me estaba excitando muchísimo con su dominación, estaba allí, de rodillas sobre la cama, con el culo ofrecido y totalmente indefenso ante mi amo, que podía hacer lo que quisiera conmigo.

Cuando acabó de inmovilizarme se alejó unos metros para mirarme mientras se desnudaba. Totalmente desnudo y con su polla preparada se acercó de nuevo a mí, propinándome un sonoro cachete en el culo.

  • Chúpame la polla, perro - me susurró empujándome al suelo y sentándose él en la cama.

Yo llevé mi lengua hasta su verga y empecé a chupar sin prisa, poniendo en práctica todo lo que había aprendido con Carlos durante el verano. Pasé suavemente mi lengua por todo su pene, lo empapé de saliva sin dejarme un solo poro y sólo entonces me la metí en la boca. Noté como suspiraba de placer cuando me la tragaba entera. Empecé a chupar con maestría, moviendo mi boca a lo largo de toda su longitud insistiendo una y otra vez en su gordísimo capullo. Cuando vi que mis sabias lamidas estaban a punto de acabar con su resistencia salí de su polla y bajé hasta sus huevos. Los lamí con la lengua, jugueteando con ellos en mi boca, como tantas veces había hecho con Carlos. De repente, agarró mi cabeza con sus manos y abriéndose totalmente de pierna, bajo mi boca hasta el agujero de su culo.

Yo sabía perfectamente lo que él quería, así que no me hice de rogar. Saqué mi lengua y empecé a lamerle el ano, chupeteando la entrada de su agujero y simulando que le follaba con mi lengua. Él disfrutaba como un loco, suspiraba sin descanso y yo casi no me creía esta avalancha brutal de sexo después de tanto tiempo de sequía.

De nuevo bruscamente, me agarró del pelo y forzó mis brazos hacía arriba para obligar a levantarme. Me tumbó sobre la cama empujando mi cara contra el colchón y levantando mi culo.

  • Te lo has ganado, has sido un buen esclavo y tu amo te va a recompensar - dijo suavemente a mi oído mientras me acariciaba el culo.

  • Gracias amo - contesté yo temblando de excitación.

Sin decir nada más, acercó su cara a mi culo y empezó a chuparme el ano. Pasaba su lengua repetidamente sobre mi agujero, abriendo mi culo con sus manos para llegar más adentro. No chupó mucho rato, lo mínimo para lubricarme y poder penetrarme sin problemas. Mi culo ya estaba muy abierto y aceptaba cualquier polla sin ningún tipo de reparo.

Cuando noté su capullo en la entrada de mi culo me estremecí de alegría a la vez que antiguos recuerdos de placer infinito volvían a mi mente después de mucho tiempo. Empezó a entrarme con cuidado y yo notaba cada centímetro de polla que avanzaba en mi interior. Poco a poco iba haciéndose camino a la vez que me castigaba con algún cachete puntual para que no olvidara mi condición de esclavo.

Cuando por fin su polla me empaló totalmente, yo, casi por instinto, meneé mi culo apretándome contra su cuerpo para acomodar perfectamente su polla en mi interior. Me movía suavemente, notando como su verga encontraba una posición de equilibrio dentro de mi culo y disfrutando de la sensación casi olvidada estar absolutamente lleno.

  • ¿ Te gusta eh, perro ? - preguntó él suspirando.

  • Si amo, me encanta tu polla - susurré yo

Entonces empezaron las embestidas. Al principio lentas, pero constantes y con un ritmo creciente que hizo que en menos de un minuto su polla ya entrara en mí a la máxima velocidad a la que una polla puede entrar en un culo.

Eran enculadas potentes, poderosas, sus huevos me golpeaban con cada entrada y mis nalgas chocaban con su cuerpo en cada vaivén. Me agarró de la cadera y acompasó su ritmo con el mío, empezó a apretarme con sus manos, señal inequívoca de que estaba a punto de correrse.

Y en ese momento, cuando él empezó a perder el control de su cuerpo y yo casi podía notar su leche dentro de mí, justo un segundo antes de la gran explosión ocurrió algo terrible.

La puerta se abrió y apareció Pedro.

Se quedó allí atónito, con los ojos como platos. Nosotros lo miramos casi por instinto, sin voluntad, sin control sobre nuestras caras o movimientos, no podíamos detenernos y aunque nuestras mentes aterradas nos decían que parásemos inmediatamente y nos tapáramos con algo, nuestros cuerpos endiablados seguían follando sin parar. Santi, en un último empujón se metió totalmente dentro de mí, soltando un caliente chorro de leche en mi culo y durante unos segundos ambos desconectamos totalmente del resto del mundo y disfrutamos de nuestra unión, restregando nuestros cuerpos uno contra el otro mientras mi culo recibía su descarga y exprimía las últimas gotas.

Sudorosos, resoplando y algo aturdidos volvimos a la realidad. La situación era grotesca, allí estaba yo, atado, esposado y con un collar de perro en mi cuello, totalmente desnudo y follado por otra persona de mi mismo sexo, ante mi compañero de habitación que jamás habría podido imaginarme en este tipo de situación. No había lugar para el disimulo o las excusas, la situación hablaba por sí sola, de hecho la polla de mi amante aún estaba dentro de mí.

  • Yo... perdón.... - susurró Pedro, tan asustado como nosotros. Y salió de la habitación como un rayo, cerrando de un portazo.

Estuvimos un rato callados, sin saber que decir, nuestra tarde de sexo sin fin había acabado de repente y de una forma totalmente inesperada.

  • ¡Qué putada! - comentó Santi - ¿él no sabe que tú ...?

  • No, no sabe nada - respondí preocupado - creo que es mejor que te vayas.

  • Sí, te dejo mi número, llámame si pasa algo.

Santi cerró la puerta al salir y yo estuve allí solo, desnudo, tumbado en la cama durante mas de una hora, pensando en una excusa, en qué podía decirle a Pedro para disculpar mi conducta. Es la primera vez, no sé que me ha pasado, yo no soy de 'esos' ,... repetía en mi mente todo tipo de frases disculpatorias y cada una sonaba menos convincente que la anterior.

Por fin, llegó Pedro. Me incorporé de un salto y busqué algo para taparme.

  • Pedro... yo... - balbuceé sin osar mirarle - no se lo digas a nadie... no sé que me ha pasado ... yo no...

  • Yo quiero hacerlo - me cortó él.

  • ¿Qué?

  • Llevo años luchando contra este deseo que me quema por dentro, pero se acabó - hablaba con firmeza, sin titubeos - Quiero hacerlo con otro tío, hace años que me muero de ganas y creo que ha llegado el momento de afrontarlo. ¿Puedo hacerlo contigo?

Me quedé atónito y tan aliviado que por poco me caigo al suelo.

CONTINUARÁ

Autor: Mansx