Las piernas de Pablo
Pervertido, mujeriego y libidinoso, pero igual logré hacerlo mío, completamente mío.
Hola, soy chileno y me haré llamar Javier, aunque ese no es mi verdadero nombre, porque para ser sincero temo que alguien pueda reconocerme a mí o a mi pareja al momento de leer mi historia. Sin embargo, no consigo cambiarle el nombre al sujeto que se volvió tan importante en mi vida. Su nombre real es Pablo, y vive al norte de Chile. Después de un año logré dar con él y cumplir mi más anhelada fantasía. Bueno, espero no ser tan extenso en mi relato, porque es fidedigno y estaría horas contando todo lo que he pasado hasta llegar a este momento. Desde niño que siento una atracción especial hacia los hombres, también en cierto grado por las mujeres, aunque nunca he estado con una. Pero resulta que ahora mis gustos han empezado a cambiar. Antes me enloquecía por esos hombres bellos, esculturales y agraciados. Hoy igual soy capaz de admirar a un hombre bello, pero en este último tiempo me he estado interesando por hombres más terrenales. Me explico. Pueden ser macizos y hasta feos de cara, pero siempre que tengan harta masculinidad a mí me van a gustar igual. Lamento ofender a alguien, pero no soporto a los afeminados, por muy estupendos que sean. Bueno, a no ser que sea un hombre definitivamente obeso, gordo, raquítico o simplemente sucio, ahora me puede gustar cualquier hombre que tenga un encanto particular, sin necesidad que sea un modelo de Play Girl. Y bueno, Pablo es uno de esos tipos. Es alto como yo, moreno, algo macizo, aunque no obeso, sin embargo, debo reconocer que fue ese cuerpo fornido el que me atrajo al principio. Pero lo que más me dejó anonadado fue cuando le conocí las piernas a través de una foto. Qué piernas más lindas, preciosas, bien moldeadas y bronceadas por el sol del norte, con muslos deliciosos y con encantadores vellos en su justa cantidad. Bueno, él participaba en un portal de internet y fue así como lo conocí, porque yo soy del centro de Chile. Bueno, él al principio no me caía muy bien, aunque hablábamos varias veces por Messenger y se notaba simpático, pero me desagradaba que siempre me estuviera mandando fotos de mujeres desnudas, videos pornos y que estuviese tan obsesionado por el sexo. Él tenía fama en todo caso, porque hasta le decían abiertamente que era un "degenerado" quienes lo conocían, pero yo pensaba que eran solo bromas. Pero no, era cierto, el tipo tiene algo no resuelto en su cabeza en relación al sexo. Aunque esto último igual jugó a mi favor como les contaré ahora. Bueno, la cosa es que por un par de fotos, más unas imágenes suyas por webcam lo conocí físicamente. Y aunque para varias mujeres Pablo no es un Brad Pitt o un George Clooney, para otras sí es un tipo atractivo, en especial por sus piernas. Y bueno, dentro del grupo de los hombres yo también me enganché con él por esto último, sus hermosas extremidades inferiores. Aunque lo disimulé al comienzo, porque nunca le quise hacer ver que me gustaba, al final igual esa atracción se convirtió en la calentura más fuerte que haya sentido por otro hombre. La cosa es que con los meses me decidí a hacerme amigo de él, aunque sin ninguna ilusión por llegar a algo más, porque aunque es un degenerado, yo lo creía totalmente heterosexual. Luego de un tiempo me conseguí su dirección y me pagué un pasaje en avión a su ciudad sin avisarle ni a él ni a nadie más, ni siquiera a mi pareja, que hasta el día de hoy no sabe nada de esto. De lo contrario, me quedo sin novio de una. Bueno, quise darle a Pablo una gran sorpresa, y vaya que se la di cuando me vio ese día sábado en playa. La verdad es que yo sabía que a él le gustaba ir a pasear en auto por la playa, y siempre solo. Nunca me lo dijo pero suponía que era para buscar mujeres para pasar el rato y así ponerle los cuernos a su mujer. Bueno, esa tarde parecía de ensueño, porque yo lo esperaba desde la mañana hasta que lo vi llegar a la hora de almuerzo. La playa estaba casi vacía y ahí llegaba él en su auto, que también conocía por fotos, y cuando se bajó estaba vestido igual que en sus fotos sexys que se pone en el Messenger. Le gustan los polerones abiertos que le permitan lucir su pecho, no tan velludo pero igual atractivo, y esos jeans extremadamente cortos con los que muestra sus piernas que tanto me hacen babear. Les repito, él no es ninguna maravilla, pero con su altura, su espalda ancha y esas piernotas suple cualquier crítica hacia su físico. No me pude resistir, y bajé hasta la arena para darle la sorpresa. Pablo casi se quedó paralizado al verme. Se sacó sus lentes oscuros y me miró estupefacto con esos ojos café cuando me vio, yo ni sé que cara puse, pero me asusté mucho, pensé que todo había sido un error y que era mejor darme la media vuelta y huir de ahí. Pero Pablo luego empezó a sonreír y fue directamente al grano. Me dijo que jamás se imaginó que yo iría hasta su ciudad a buscarlo, pero que sabía perfectamente porqué yo estaba ahí. Fue increíble, pero en menos de un minuto me vi descubierto. Me dijo que se había dado cuenta hace tiempo de mi interés por él, pero que por la distancia nunca pensó que yo llegaría tan lejos y que no se alejó antes de mí porque yo de todos modos le caía bien. Me sentí como un estúpido, como un delincuente apuntado con el dedo, pero cuando Pablo me empezó a hablar con amabilidad como que empecé a recobrar el aliento. Y bueno, tal como yo lo pensé, esa tarde él iba a encontrarse con una tipa. A los pocos minutos Pablo me señaló con el dedo a una rubia teñida que se venía acercando y me dijo que era una de sus "amigas". Sin embargo, antes que ella se acercara más me dijo casi al oído algo increíble. Le iba a decir que no podrían reunirse ese día porque yo había llegado de visita, luego avanzó hasta donde ella, la besó en la boca y luego de unas explicaciones la tipa me miró, me saludó con la mano, volvió a besarlo y se fue. Creí que me iba a morir, no podía creerlo, pero era verdad. Pablo se quedaría conmigo, aunque seguí pensando que solo para conversar y sincerarnos. Bueno, nos fuimos a una fuente de soda en su auto, mientras yo intentaba calmarme. En todo caso al ir sentado al lado suyo una de sus piernas maravillosas estaba a centímetros de mi mano, y eso me tenía loco de ansiedad. Me acuerdo que mientras bebíamos unos jarros de cerveza conversamos lo de costumbre, la familia, los amigos, sus mujeres, su hijo, su esposa, sus hermanos, la familia mía, mis amigos, el trabajo de ambos, etc. Hasta que llegó el momento. Sin hablar fuerte para que no nos escucharan me contó que al verme llegar en la playa se sintió halagado, porque era la primera vez que un hombre hacía algo así por él. Me dijo que aún no se aburría de las mujeres, pero que mientras tomábamos cerveza estaba pensando si lograría ser capaz de estar alguna vez con un hombre. Yo ni tonto ni perezoso le indiqué que era él quien tenía que decidirlo, pero que yo le garantizaba total silencio, además de cumplirle como el mejor de los amantes. Él solo sonreía, mientras bebía un sorbo tras otro. AL cabo de unos minutos no me resistí más y le toqué con mi mano unas de sus piernas. Fue solo un toque, pero para mí fue como el éxtasis. Una hora después entrábamos a un diminuto departamento que él mantenía en secreto, para sus amantes. Ya se imaginarán lo que pasó allí. Me repitió que nunca antes había estado con otro hombre, aunque yo empezaba a dudar, porque lo más lógico era que al verme llegar en su busca, y sabiendo que él me gustaba, él debió alejarse o incluso agredirme, para hacerme entender que no quería saber nada más de mí. Pero bueno, todo había resultado al revés. Incluso ese cuarto que iba a ser para esa peliteñida con pechugas enormes, ahora iba a ser para mí. Bueno, yo debo confesar que soy adicto al sexo oral. Así como él está obsesionado con las mujeres desnudas y sus traseros contorneándose, yo estoy obsesionado con el sexo con lengua. Algo debo tener en mi mente que necesito llevarme a la boca todo lo que me guste o me excite de un hombre, y a Pablo la verdad es que soñé siempre con lamerlo entero, chupetearlo hasta que me cansara, y así lo hice. Primero lo besé en la boca apasionadamente, con locura, había soñado tanto con ese beso que casi me tragué su boca, sus labios y su lengua. Le desordenaba el cabello mientras lo besaba con ardor, él por su parte me masajeaba la nuca y me empezaba a manosear el trasero. Cuando nos desnudamos y nos arrojamos a la cama empezó mi festín, porque aunque ebrios como estábamos me enloquecí besándolo y lamiéndolo por todas partes. Restregaba mi rostro por sus pechos, sintiendo en mis mejillas esos vellos fuertes que me enloquecían, después sus tetitas fueron las que pasaron susto, porque de la manera que se las chupaba... ¡ufff! Y siempre haciendo rechinar los chupeteos para extasiarnos aún más él y yo. Le lamí hasta el estómago y el ombligo, siendo que él hasta panza estaba empezando a desarrollar. Finalmente, el plato de fondo. Aunque ustedes no me lo crean, no guardé el pene para el final, porque como plato de fondo dejé lo que más me enloquecía de él. El pico se lo chupaba como un ternero cuando está mamando de una vaca (en este caso de un toro), pasando una y otra vez mi lengua por el enorme tronco, después de eso le bajé el prepucio con mi mano, con la que sujetaba su pico como si estuviera temeroso que alguien más quisiera quitármelo, y al final terminaba en una ansiosa succión empezando por el glande. Qué manera de chuparle el pico a Pablo, de verdad que parecía un animal hambriento. Y bueno, como les contaba dejé para el final de mis fantasías lo que más me había vuelto loco todos esos meses: sus imponentes piernas. Recuerdo que las masajeaba ardientemente mientras las recorría con mi lengua. Era una sensación exquisita paladear esa piel a veces suave y a veces áspera, mientras esos hermosos vellos se iban rozando con mi lengua y con mis labios. Creo que se las lamí, besé y chupetié por una media hora, sin parar. Muslos, rodillas, pantorrillas y hasta las nalgas se transformaron en mi alimento, el que necesitaba degustar como el más apetecido de los manjares. Pablo se reía, pero también me decía que sus piernas eran su mayor tesoro, porque con ellas había conquistado a todas sus mujeres, desde sus pololas de juventud, su esposa y sus otras minas, y ahora se daba cuenta que hasta a los hombres podía conquistar con ellas, aunque ninguna de sus mujeres se había dado el mismo banquete que yo con sus piernas. Yo lo escuchaba y me sonreía junto con él, pero no dejaba de lamérselas mientras pasaba mi cara por sus contornos. Estaba en la dicha. Se las tomaba, las ponía sobre mis hombros, las masajeaba como un loco. Recuerdo que mientras proseguía con ese ritual erótico de pronto divisé otra vez su pene en erección y bajo él sus dos testículos, dos bolas enormes que él se había preocupado de depilar, seguramente para que sus putas pudiesen chupárselas, al igual que su pico. Pues yo no quise ser la excepción, y me dirigí a ellos con mi lengua mientras lamía por enésima vez uno de sus muslos, llegué hasta sus cocos y los chupé como si fuesen dos duraznos que estaban pegados a una pared. Con ninguna de mis anteriores parejas había disfrutado tanto el sexo oral como con Pablo, incluso cuando volví a chuparle el pico, pero ahora con más ansiedad, eyaculó dentro de mi boca, y por primera vez me tragué el semen de un hombre con un placer que me es imposible describir. Debido a la extrema calentura que me consumía esa vez lo disfruté como si fuese un manantial de leche aceitosa que llegaba desde un tubo hasta mi garganta. Pero sabía que un hombre como él no se iba a contentar solo con eso, así que cuando me dijo que ahora le tocaba a él sabía que lo suyo no iba a ser sexo oral, sino el otro. Y claro, apenas me arrebató su pico de mi boca me hizo ponerme como perrito en la cama, y solo atiné a cerrar los ojos. Nunca me a gustado mucho el sexo anal debo reconocerlo, pero como Pablo me había dejado hacerle todas las cosas que me había guardado por meses en mi mente lujuriosa, le permití hacerme lo que quisiera. Su pene ya más lubricado no podía estar, porque mi saliva hizo un trabajo de lujo, pero él necesitó lubricar mi ano y empezó a untarme lo que supuse era vaselina con los dedos. Después de eso vino lo que él tanto estaba esperando de mí: metérmelo hasta el fondo del culo. Quise gritar en algunos momentos, porque vaya que culea como bestia este tipo, pero no quise hacerlo y me aguanté. Él en realidad es un potro salvaje cuando lo está metiendo, tanto así que hicimos resonar el catre como si yo fuese la puta o el puto más grande que alguna vez haya pasado por ese cuartucho. Volvió a eyacular adentro mío, pero esta vez en mi ano, y cuando terminó de hacerlo sacó su pico y se volvió a tirar de espaldas sobre las sábanas. Yo apenas podía moverme luego de esa culeada tan fenomenal, pero aproveché de arrojarme encima de él y así posar nuevamente mi mejilla sobre su pecho. Me dijo que había sido maravilloso, y que esos jarros de cerveza habían valido la pena, porque yo tenía la mejor lengua y el mejor culo que haya disfrutado nunca, y yo se lo creí. Me empezó a acariciar el cabello y de pronto yo le sugerí algo que me nació así sin más. Le propuse metérselo yo estaba vez.
Y aunque me miró algo sorprendido, volvió a sonreírse mientras se tapaba los ojos con uno de sus brazos. Creí que me diría que no, tajante, pero otra vez Pablo me sorprendió. Me dijo que bueno, que él también probaría sentirse mina por un rato, y que me apurara antes que se arrepintiera. No perdí ni medio segundo, así que le pedí que se diera vuelta y comencé a hacer lo que siempre hacía yo con mis parejas: culeármelos yo. Después de pasarle también un poco de vaselina por el culo acomodé mi pico en su robusto trasero y empecé a empujar lentamente, no de manera brusca, para así no asustarlo y que todo se fuera al diablo. Luego de eso, comencé a acariciarle ese cabello oscuro que tenía delante de mi cara, que con la poca luz que entraba por la ventana lo hacía ver algo rojizo, y finalmente me lo culié como acostumbro a hacerlo con los huevones que me encamo. Con la otra mano le recorría las tetitas para excitarlo todavía más mientras lo hacía mío. También eyaculé dentro suyo. Pablo tampoco gritó, pero me daba cuenta que mientras lo bombeaba frenaba su risa nerviosa con la almohada. A esas alturas yo ya sentía que aquel viaje había sido lo mejor que me había pasado en la vida. Ese depravado al fin había sido mío, totalmente mío. Recuerdo que después decidimos descansar un rato y nos quedamos dormidos. Al despertar ya era de noche y nos bañamos juntos en la ducha. Para qué les cuento lo que volvió a pasar ahí. No pude convencerlo para que me lamiera como yo lo hice con él, me dijo que igual le daba algo de asco, así que solo llegaba hasta mi cuello después de besarnos en la boca, pero como yo soy un obsesionado con el sexo oral volví a devorarlo como lo había hecho en la cama, en especial a sus maravillosas piernas. Esta vez el agua tibia de la ducha cayéndonos le dio a ese momento un toque más placentero todavía. Volvimos a culearnos también, ya que el agua estaba exquisita para la ocasión. Bueno, termino contándoles que yo me quedé esa noche en ese cuartucho y él volvió a su casa. Al día siguiente me llevó a almorzar a su casa para que conociera a su familia, como si él recién ese domingo se hubiera encontrado conmigo. Mientras yo saludaba a su mujer, sus padres, hermanos y hasta su hijo pequeño yo me sonreía para adentro sabiendo que ese esposo, hijo, hermano y padre había sido mío el día anterior, y yo de él, y que si lo supieran no estaría ninguno de ellos dándome la bienvenida. Regresé esa noche a mi ciudad, no sin antes prometerle que volvería a repetirse ese maravilloso sábado, y que de mi boca no saldría nunca una sola palabra. Él asintió y también me prometió un segundo encuentro, pero que le era muy difícil viajar al sur. Bueno, ya han pasado varios meses, le he insistido por Messenger que necesito volver a estar con él aunque sea una vez más. Él solo me manda fotos suyas donde aparece desnudo, la mayor parte con primeros planos de sus piernas, esas que tanto gocé aquella vez. A veces pienso que solo la cerveza lo hizo irse a la cama conmigo, ya que sigue teniendo amantes mujeres y manteniendo su fama de obsceno en internet, es decir, sigue todo tal cual como antes de ese viaje. Si me decidí a contarlo todo por este medio es porque ya no puedo seguir callándome. Necesitaba desahogarme, que alguien más supiera la inmensa dicha que viví con este tipo aunque fuese por un día. Sacié toda mi lujuria contenida con este hombre que me tenía con la calentura viva, y me era imposible no compartirlo con alguien más. Nadie que me conoce sabe de esto, aquel viaje para los demás fue solo para ir a descansar, pensar y estar un par de días solo, nada más. No sé si Pablo volverá a ser mío alguna vez, y yo de él. No sé si volveré a saborear esas deliciosas piernas que ustedes deberían conocer para que me logren entender. Tampoco sé si yo fui su primera relación homosexual como él me juró ese sábado, ni tampoco sé si él cumplió su palabra de guardar bien en secreto lo nuestro. Bueno, solo quería contárselos, porque al menos por una tarde y una noche, fui el hombre más feliz de esta tierra y solo espero que se repita, y pronto. JAVIER