Las peripecias de justin

Aventuras de un jovencito...

LAS PERIPECIAS DE JUSTIN

La historia me fue contada hace bastante tiempo.

Justin y su madre, una mujer fuerte y para nada sumisa se habían escapado de la casa de los padres de Miriam, la madre de Justin.

Cansados de los malos tratos, de los insultos, la mujer joven aún decidió marcharse de la casa terrorífica en la que habitaba.

La calle era un lugar peligroso pero allí fueron a parar en los primeros días infernales de esta historia. No hacía frío por aquellos días y eso se notaba y era a favor de los que vivían en la calle.

Esa primer noche quedaron debajo de una especie de puente. En aquel pueblo, porque no llegaba a ciudad, aquel lugar, andaban por aquellos años muchos vagabundos, también llamados crotos, generalmente apostados al costado de la vías. Aquella gente se solía mover en tren. Así que siempre merodeaban al lado de las estaciones del ferrocarril. Algunos hasta vivían en vagones viejos y abandonados que alguna vez habían quedado para ser reparados y nunca mas fueron movidos de allí, quedando en vías muertas.

Por aquella noche la madre, Miriam, se había perdido unos momentos entre unas cajas amontonadas con uno de los habitantes de aquellos lugares. Pasados unos instantes que a Justin se le hicieron eternos apareció nuevamente la mujer y mirando al hijo con ojos brillosos, le comento que tenían una carpa para pasar aquella noche.

__¿Qué haz hecho mujer?

__¿Mujer?

__¡Bueno mamá!

__¿Qué piensas que he hecho?__ dice la bella mujer en tanto acomodaba alguna de sus cosas en aquella pequeña carpa, en la que todo indicaba que pasarían la noche.

__¡Mamá!!__ refunfuñó el chico con cara de pocos amigos

__¡Dime, anda!!__ la madre empujó jugando al muchacho que se sonrío forzadamente.

__¡Tu sabes!

__¡Dilo!

__¡Que se la has mamado, al menos!!__ dice con furia

__¡Y querías pasar la noche a  la intemperie!

__¡No!

__¿Entonces?__ dijo la bella mujer tirándose en un colchón gastado y roído por el uso y los años. El chico se tiró al lado de la madre. Le dio la espalda. La oscuridad era casi total.

La mujer se movía de un lado a otro, como nerviosa. Se oían las respiraciones agitadas.

__¿Ma que te sucede?

__¡Nada, nada cariño, pienso!!

__¿En qué?

__¡En mañana, en lo que voy a hacer, para salir de aquí!

__¿Y qué vas a hacer?

__¡Tu no te preocupes cariño!__ dijo la mujer apretándose contra su hijo. Haciéndole sentir sus cálidas y turgentes tetas. Justin se sintió hervir. Ella empezó a acariciar la creciente erección del hijo. El poderoso juguete del chico se alzaba. Erguido. Sus gemidos se empezaron a hacer oír, cada vez más, intentaba en un primer momento sacar las manos que hurgaban.

__¡Ohhh madre, déjalo ya!!!

__¡No cariño….ahhh….me encanta tu verga, es tan linda, la necesito!!!__ las manos de la mujer recorrían el tronco largo, venoso y grueso. Acariciaba la cabeza del glande, primorosas gotitas salían ya del ojo del pez enardecido, caliente, vibrante.

La mujer en la oscuridad manejaba muy bien las manos, mordiendo las orejas del chico, lamiéndolas, mientras sus manos salvajes recorrían también los huevos gordos y llenos del muchacho que ya bramaba de tanta calentura.

__¡Ohh ma eres increíble, ahhhhh, siii, no puedo resistirme!!

__¡Deja que me encargue de tu palo, ohhh, mira como esta!!!__ la madre de Justin en la oscuridad reinante se quitó su tanga, dejando la vagina chorreante libre. Acarició su almeja mojada. Frotó su botoncito alzado, duro, excitado. Sin dejar de masajear el garrote de su hijo caliente.

En un momento se montó en aquel mástil magnifico, sensual, ardiente. Sin ningún problema el palo penetró la conchita sudada y abierta, lista, para recibir aquel hermoso pedazo de carne. En la oscuridad de la carpa, Justin atrapó las tetas de la madre caliente y entregada al placer. Las sobó. Las apretó con gusto, pellizcando los oscuros y enormes pezones que enseguida se pusieron en punta, la mujer alcanzó un orgasmo y al momento otro.

La morcilla clavada en su cuevita la hacía tan feliz. La cabalgaba enloquecida, montaraz, una amazona fértil en la noche oscura, apretaba las bolas del chico y el joven mordisqueaba las tetas, chupándolas, besándolas, lamiéndolas. Las cabalgadas en la montura se hacían veloces. La amazona era una dama de fuego. Una salvaje de las pampas.

El garrote bañado de jugos. Las respiraciones agitadas, calientes, las bocas de madre e hijo encontrándose en la reinante y oscura noche. Las lenguas explotando en salivas. El mástil del joven llenando la conchita de la madre. Torrentes de líquidos golpeando las paredes internas de la concha de aquella hembra sedienta de sexo y lujuria.

__¡Espero que no me dejes preñada, amorcito!!

__¿Pero qué dices madre?¿No has tomado la pastilla?__ la mujer se río y haciéndole cosquillas al hombrecito que estaba  a su lado, lo besó en el cuello.

__¡Quédate tranquilo, he tomado la pastilla!!__ susurró en el oído del chico, así entre suspiros y nuevas caricias y orgasmos se durmieron entrada la madrugada.

El sol del día siguiente renovó las esperanzas de Miriam. Antes de levantarse y entre sueños, le dio una buen mamada a su hijo que habíase incorporado un poco con una alta erección de piedra.

__¡Me encanta beber tu lechita antes de levantarme!!__ le comentó la mujer terminando de tragar la última gota del salobre liquido que tanto le apetecía.

Luego la mujer desapareció durante un buen rato. Justin en tanto con el estómago vacío se llegó a hasta el arroyo que circundaba las vías y allí, se limpió un poco con un viejo pedazo de jabón blanco que encontró, se lavó los cabellos, los genitales, se dio un baño en general, aunque añoraba darse un buen baño con agua caliente y unas toallas limpias.

Estaba en el acto de secarse cuando observó en la orilla la presencia de un hombre alto, con abundante barba, desgarbado, con una tremenda erección en la mano. Lo miraba y se masajeaba, lamiéndose sensualmente los labios, se fue acercando al joven Justin.

__¡Tu estabas en la carpa con la mujer!

__¿Qué carpa, ahh, era tuya?

__¡Sí, eres su hijo!__ dijo el hombre muy cerca de el joven

__¡Sí!

__¡Eres tan bello como ella!!__ mientras decía esto acarició la espalda y los muslos del joven. Estaban desnudos. La verga gruesa y bamboleante del hombre se movía sin dirección, loca, cabeceando, irguiéndose. Justin la observaba amenazante pero a la vez deseándola.

__¿Quieres tocarla?__ susurro con un aire caliente el hombre alzado

__¿Puedo?

__¡Es toda tuya, haz lo que quieras con ella!!__ la mano de Justin se acercó al pedazo erecto. Mientras el chico acariciaba la espada endurecida, las manos gruesas del hombre masajeaban las nalgas del joven. Fibrosas. Firmes, bien armadas, una cola turgente, caliente, digna de ser cogida, pensaba el croto muy caliente.

Las manos del chico friccionaban el hierro caliente, arrancaban gemidos del hombre que se iba calentando cada vez más, así como Justin sentía que debía comer aquel bocado. Arrodillándose fue tragando el sable, de a poco, con paciencia, acelerando los golpes en el corazón del macho que daba pequeños gruñidos de placer sofocante. Tragaba y tragaba el morcillón duro y rojo. El hombre agarraba la cabellera sedosa del chico, ayudando a engullir el pedazo. Atragantado Justin, afiebrado, chorreando saliva. Mamaba aquella poronga como le gustaba hacerlo.

__¡Ahh que bien lo haces…pero quiero meterlo en tu colita!!!

__¿Quieres?__ preguntó el caliente chico, dejando de chupar el preciado bocado. A lo que el hombre tosco, hizo girar al joven, a la vez que el también puso una rodilla en tierra, acarició las nalgas ofrendadas. Las pellizcó y hundió sus dedos en el ojete del chico que explotaba de calentura.

El hombre sin perder tiempo se abalanzó con su ariete entrando profundamente en el anillo. Los grititos del chico lo infundieron de mas lujuria y apuró las embestidas, sabiendo plenamente que le gustaba esa verga que lo poseía, a aquel efebo entregado. Las bolas de aquel enfervorizado macho golpeaban las nalgas y con la barba raspaba el cuello del chico que se retorcía como un insecto clavado, ensartado. Entre los vaivenes de las caricias, los gemidos, el croto barbado encontró de pronto la tranca del chico rocosa y tan dura que la empezó a acariciar y a masajear, y de vez en tanto estrujaba los huevos del chico que gemía y lloriqueaba casi como niña.

__¡Eres una belleza amorcito, hacía tiempo que no estaba con un jovencito tan calentón…ohhh, me haces disfrutar tanto, cariño ohhh, cariño!!!__ decía el macho empujando su tranca contra la colita rellena del chico. Bufando los dos, fueron largando sus jugos uno en la mano gruesa y fuerte del hombre y el otro llenando el ojete del jovencito que se retorcía con el pedazo de carne hundido a fondo en sus entrañas.

Cayeron pegados uno sobre el otro. Así quedaron unos momentos más. Diciendo cosas tiernas en el oído. La serpiente del macho se fue desinflando y salió chorreando de la cola caliente del jovencito.

Luego de un tiempo el hombre se levantó, guardó su pijón, dio unos besos más al chico y se perdió por el monte cercano.

Justin se volvió a lavar las partes, esta vez escarbando su agujero que había quedado adolorido pero lleno de leche y muy gozoso.

Al rato volvió la madre. Venía con una sonrisa de oreja a oreja.

__¿Sabes una cosa?

__¿Qué pasa madre?

__¡Conseguí un lugar para mudarnos!

__¿De verás?

__¡Claro tonto, porque mentiría!

__¿Y donde vamos?

__A casa de tu tío

__¿Tío Lucho?

__¡Sí!!__ afirmo entusiasmada la mujer mostrando los dientes y la boca hermosa.

__¡Pensé que estabas peleada a muerte!

__¡Ya está todo arreglado!!¡Vamos junta tus cosas!__ se pusieron manos a la obra y al rato el ruido de un motor los agitó en señas y saludos. Era el tío Lucho. Subieron a la vieja camioneta, que se puso en marcha hacia la vieja quinta que tenía a unos kilómetros de allí.-