Las pelirrojas son diferentes (9)

Y más...

Las pelirrojas son diferentes ( IX ).

y la verga, gruesa y bastante larga, horadó una vez más aquella hendidura viscosa. Una nueva embestida. Almudena, tumbada sobre la cama, sintió allá muy dentro algo, y se esforzó por emitir un débil gemido. El chico se enardeció, su pulso se aceleró, y volvió a clavarle la polla, esta vez con más ímpetu. Jadeaba, él, y su piel sudorosa evidenciaba su desgaste físico. La rubia, perdida en sus propios mundos, pensaba en el momento en el que la lengua de Lucía se había adueñado de su coño… evocar aquel reguero de saliva acariciando su vulva le provocó una intensa sacudida interna, y Nacho supuso que su novia estaba disfrutando. Se la metió de nuevo, ahora entraba y salía con rapidez, el estrecho chochito de la chica se agrandaba para permitir el paso a aquel instrumento que se aventuraba en sus profundidades. El joven lo intentaba, dentro y fuera sin pérdida de tiempo, pero Almudena se hallaba completamente ausente, lo que allí estaba ocurriendo a ella no la estaba afectando… su mente se había puesto a divagar… mientras notaba un cierto calorcillo en su orificio vaginal, producido más por el brusco roce que por la excitación que aquel inexperto pene le estaba originando, la rubia recordó la cena con las amigas lesbianas de Lucía… ahora la polla parecía embestir con menos fuerza, tal vez Nacho se estaba cansando… había sido una lástima que Sara, una de las chicas, se hubiera tenido que marchar tan de repente, el juego había adquirido ya unos matices muy divertidos… uff… Nacho!, gritó Almudena, me haces daño… lo siento, lo siento, musitó el joven, todo aturullado, y, con un nuevo movimiento inútil, le hizo daño otra vez… la joven sólo podía pensar en el escote tan mono que exhibía la novia de Sara, le hubiera encantado comérselo… uff, le dolía… espera, ordenó a su chico, yo me pongo arriba

Cambiaron la posición… Almudena, antes torpe y vergonzosa, se movía ya con gran soltura. Su culito redondo, de nalgas contundentes, inició una danza sensual, cabalgaba ella, imprimía a su combate un ritmo delicado en absoluto exento de rapidez, sus tetas, grandes y apetitosas como la fruta fresca, se balanceaban sin descanso, y el hombre, aturdido ante aquel imprevisto cambio de roles, le pellizcó, excitado, uno de los sabrosos pezones. Así, no, Nacho, se quejó ella, con más dulzura, y al instante le vino a la cabeza el inmenso dolor que le había causado Lucía en la cena con aquellas amigas suyas, le había retorcido uno de sus botones de manera muy salvaje… pero se trataba de un castigo, la había castigado porque ella había olvidado su orden y se había puesto ropa interior… y eso era distinto, el pellizco había sido merecido… y, tras el dolor inicial, vinieron unos segundos de calor, de excitación, la humillaba también ese momento… y todo junto había hecho que se humedeciera y disfrutara. Lo de su novio, en cambio, simplemente le había dañado el pezón, no le había provocado ningún latigazo de placer. Se movía, ella, dominando, y se echaba hacia atrás para notar la polla muy dentro, quería tragársela entera, tenerla allí, bien metida, sentirla grande y gorda en la estrechez de su coñito, mmmmm… ahora sí le gustaba, así!, suspiró jadeando, contrajo los músculos vaginales todo lo que pudo, Lucía le había dicho que eso enloquecía a los hombres, sí, parecía que sí… el rostro de Nacho aparecía desencajado, su respiración se había agitado muchísimo… Almudena gozaba, por fin!, de un polvo con su novio… sí, sí!, musitó, más… y la verga seguía muy dentro y… Nacho, no te corras!!, ni se te ocurra

Se le había ocurrido

El joven se corrió con ganas, se deshizo en leche grumosa, toda su generosa aportación de esperma se hubiera estrellado contra las paredes internas de la rubia de no haber sido por el condón, me corro, me corro… dijo, como si ella no se estuviera dando cuenta… y se corrió. Almudena se tumbó a su lado, en la cama, y aguardó tranquila, muy caliente, unos segundos, mientras él se recuperaba de su batalla. Nacho sudaba. Un par de minutos después, todavía sudando, el chico se dispuso a encenderse un cigarrillo. Y yo qué… quiso preguntar su novia, enojada, con su gruta mágica hambrienta, ávida de alimento, pero se lo pensó mejor y no dijo nada, si se quejara Nacho la miraría con cara de no entender nada… ella no había llegado?, tampoco le preocuparía mucho… se limitaría a frotarle el coño con sus toscos dedos, con tan poco arte que ella acabaría dolorida y enfadada.

En lugar de hablar se dirigió al cuarto de baño, se encontraba en casa de su novio, y se preparó para rematar ella misma la faena. Bajo la ducha, temblando, el agua allí siempre salía helada, Almudena se sintió guarra y perversa, y quiso experimentar… Se acercó el chorro hacia su todavía insatisfecho coño. Mmmm…, parecía placentero aquello, pero era una sensación demasiado dulce, precisaba más caña. Cerró el grifo y se enjabonó bien, se untó con gel los muslos, el abdomen, su monte de Venus, los pechos, ni una sola parte de su bonito cuerpo dejó de percibir aquella olorosa ofrenda… después, muy cachonda, echó un vistazo a la estantería, y encontró algo que creyó podría aliviar su hambre sexual, estaba como una loba. Con su melena rubia mojada, la carita tímida pero dotada de una expresión pícara, Almudena procedió a introducir uno de sus dedos en su orificio anal, cada vez la excitaban más las caricias en el culo… el dedito, enjabonado, entró sin ninguna dificultad, y la niña lo movió con gusto… era extraño, aquella cavidad tan cerrada… y, sin embargo, le fascinaba sentir aquel cosquilleo caliente… avanzó un poco más… se sentía muy puta haciendo aquello, se adentró otro poquito, mmmm…, en un momento le pareció notar que deseaba ir al baño… pero no… sin duda esa percepción la causaba el hecho de andar hurgando por allí… conquistó otro pedazo de terreno… siguió… gozando de las dificultades que entrañaba ya la ascensión… jadeó… se le irguieron los pezones… y, cálida y húmeda, y zorrita, empezó a tocarse también el coño. Se aplicó tres o cuatro toqueteos manuales… y… sabiéndose muy perra, se introdujo el cepillo del pelo que antes había cogido del estante. Aquel cilindro duro, frío, la penetró con agresividad, y Almudena enloqueció con aquel baile tan raro, una mano entregada a su culo, la otra metiendo y sacando el cepillo, su gruta pegajosa y mojadísima… mucho placer… la rubia se regaló una buena dosis de goce, gimiendo quedamente, hasta que alcanzó el orgasmo.

Después, temblorosa y palpitante, extrajo el mango del cepillo del interior de su concha, y lamió todos aquellos néctares que se habían adherido a él… se comió el cepillito como se hubiera comido una polla… la situación le gustó y lo mamó como si fuera una puta, se lo tragó enterito, y succionó y succionó hasta que todos aquellos pegajosos jugos dejaron de existir. Qué haces, Almudena, preguntó Nacho desde el dormitorio, duchándome, repuso ella, y abrió de nuevo el grifo, y se dio cuenta de que tenía ganas de hacer pis, y descubrió complacida que los zumos de su pasión sabían realmente bien

Qué haces?.

Hola.

La voz de Lucía la sobresaltó. Regresaba de la calle, guapísima, con unos

vaqueros que le sentaban genial, le hacían un trasero divino. Almudena estaba en el

cuarto, curioseando en la mesita de su compañera.

Estaba aquí, mirando tus cosas. Me hace gracia toda esta cantidad de juguetes.

Ya… es que soy muy juguetona.

Almudena no lo dudaba. La pelirroja era la chica más atrevida que conocía

Mira, échemos unos daditos, tienes tiempo?.

Lucía se refería a un juego de órdenes que la niña ya conocía

No mucho. He quedado con Inés. Una tirada cada una, vale?.

Vale. Qué tal, cómo te fue con Nacho?.

Bah

Qué… cuéntame, tía… me gusta saber

Ya, ya lo sé yo

Es que eres muy tímida, Almudena. Hablas muy poco de sexo

Pues… lo hicimos… echamos un polvo y, cuando empezaba a gustarme,

porque hasta entonces había sido un mete-saca absurdo, él

Él se corrió, no?.

Pues eso. Total, que me lo acabé yo solita.

La pelirroja aplaudió, encantada. Sus ojos traviesos brillaron de emoción.

Almudena!, genial!, ves?, ahora eres distinta, sabes procurarte tu propio

placer, te masturbas, reconoces que tu novio no es bueno en la cama

Ya, si… con una maestra como tú… Lo de Nacho es horrible, lo hace fatal.

A ver…- musitó Lucía, que empezaba a darle vueltas a una idea.- a ver… tú

me dijiste que sólo te has acostado con tres tíos, verdad?.

Sí. Pero tengo dieciocho años, Lucía, tampoco está tan mal

Qué dices… Tengo yo diecinueve y llevo más de cincuentas cipotes

Las dos soltaron una carcajada.

Es que tú eres muy guarrilla.- bromeó Almudena.

Y tú estás empezando a serlo. El caso es… con alguno de tus tres amantes has

disfrutado de una buena penetración?, te han matado de gusto?, te has corrido como una perra mientras un tío te clavaba la polla bien clavada?.

Almudena suspiró. La pelirroja era incorregible. Vaya lenguaje

Lo cierto es que creo que no… Mira, Lucía, para serte sincera… muchas veces,

cuando me la meten, me duele un poco… pero no un dolorcillo placentero, no, una sensación desagradable y, después… bueno, es que… yo nunca me ponía arriba… por lo tanto, la verdad es que me aburría bastante… Te confieso que en varias ocasiones he fingido para que el tío dejara de darme empujones sin ningún sentido.

Ya… es que has tenido mala suerte… te has tropezado con hombres que no tenían ni idea… o que eran unos inexpertos… como tú hasta no hace mucho

Estaban sentadas sobre la alfombra, descalzas. Con el dedo gordo de su pie

derecho, Lucía se dedicaba a acariciar la rodilla de su amiga, que llevaba falda. A la rubia le agradaba aquel contacto, delicioso, nunca hubiera sospechado que la excitaría que le tocaran la rodilla

Venga, Almudena, tira los dados, si no no nos dará tiempo.

La chica agitó el cubilete, como si se dispusiera a iniciar una partida de parchís, y

dejó que el dado danzara por el suelo. Al final se posó, quieto, y ambas leyeron, intrigadas, lo que ponía en aquella cara, de color amarillo, del objeto que dictaría las órdenes. Beso, se podía leer.

Bah,- dijo Lucía.- siempre te tocan las pruebas más sencillas. Beso!!!, ya ves

Es lo que me ha tocado.

No habrás hecho trampas?.

Tira tú.

Jugó la pelirroja, y, tres segundos después, las dos leyeron la palabra masturbación.

Así es muy aburrido.- habló Lucía, que gustaba siempre de añadirle dosis de emoción a todo. – Vamos a introducir unos cambios, vale?.

A ver… dispara.

Almudena se preparó para escuchar a su amiga, Lucía siempre lograba

sorprenderla. Continuaba rozando con su dedo su rodilla, y, la verdad, la estaba

poniendo a cien. Incluso sentía ya cierta humedad allá abajo

Pues… a ver… tú tienes beso. Pues lo que tienes que hacer es besar a una de las chicas de la residencia, la que tú quieras.

En la boca?.

Dónde quieres que sea?, en la mano?, en la frente?.

Joder, Lucía… Cómo voy a besar en la boca a una tía, sin más ni más… qué le digo?.

Ah… eso ya es cosa tuya. Dile lo que se te ocurra. Yo qué sé… que quieres probar, que es una apuesta, que estás loca por ella… Por cierto, espero que elijas bien

Cómo te pasas

Y yo, como me ha tocado masturbación, me masturbaré en un ascensor lleno de gente, te parece?, y tú vendrás conmigo.

Almudena asintió. Ignoraba cómo se las apañaría su compañera de cuarto para

llevar a cabo tal hazaña, pero estaba segura de que lo conseguiría sin grandes problemas.

Lucía era atrevida, echada para adelante, valerosa. Todo lo que no era Almudena

Ah, y sobre lo de los chicos… tú no te preocupes. Has tenido mala suerte. Tengo yo un amigo que folla… mmmm… increíble, te encantará. Se llama Mario. Luego le pongo un mensaje y quedamos con él. Hacemos un trío, te

apetece?.

La rubia contestó que sí. Llegada la situación a ese punto… ya quería vivirlo todo,

experimentar.

Genial!.- se entusiasmó Lucía,- Verás lo mucho que te gusta Mario. Además, está muy bueno. Y, ahora, vamos a seguir con el juego.

Ahora?. Estás loca?, yo tengo prisa…he quedado con Inés

Dar un beso a alguien no te puede llevar mucho tiempo

Con lengua?.

Qué pregunta tan tonta

Abandonaron, las dos, el cuarto. Lucía cimbreando la cintura, un contoneo que le

sentaba muy bien a su hermoso culo, que se movía sugerente debajo de sus perfectos vaqueros. Almudena exhibiendo unas piernas que, cada día que pasaba, le gustaban más. Risueñas, ambas, con las mejillas encendidas, el gesto pícaro, las melenas sueltas. Muy

zorritas.

Entraron en una de las salas más concurridas de la residencia. A aquellas horas, algunas chicas veían la tele, otras leían, dos estaban usando el móvil… Se detuvieron en la entrada, las chicas, y Almudena se dedicó a observar… Su mirada se paseó de un lado a otro de la estancia… ella no lo sabía aún, pero la mano de la pelirroja empezaba a entrar, con dificultad, en el estrecho hueco que había entre sus pantalones y la piel de su cuerpo… los ojos de la rubia se detuvieron un instante en Noemí, no, sin duda le daría una bofetada… ya los dedos de Lucía alcanzaban su húmedo coñito, la niña se preguntó si Carmen sería una buena elección… decidió que no, demasiado bella, seguro que tenía mucha experiencia… el índice de la pelirroja acariciaba aquel paraíso mojado que empezaba a agitarse… y la rubia se decidió, al fin.

Marta sería la elegida.

Lucía continuaba tocándose, nadie parecía haberlo advertido

Marta era de las más jóvenes, morena, de cabellos cortos y sonrisa seductora. Estaba enviando un mensaje. Almudena se acercó a ella, con una decisión que a ella misma la asombró, y, directa al grano, le habló a su compañera de residencia de un supuesto juego que perdería si no lograba besarla en la boca. Lejos de escandalizarse, la adolescente se rió.

Vamos allá.- propuso, con su acento andaluz.

Y se comieron los morritos. Lucía, satisfecha, contemplaba la escena con su mano

perdida en sus confines internos, toqueteaba aquí y allí gimiendo de modo imperceptible, gozando de la humedad de su gruta, mientras las bocas de las jóvenes se chocaban, se rozaban, se mordían… Fue un beso largo. Almudena dominó la situación, se apoderó de la lengua de Marta, la dominó a su antojo, y la besó hasta que las dos comenzaban a marearse.

Lucía había logrado introducirse un dedo en el orificio, mmmm, le hacía falta allí dentro

Lo he hecho. – se congratuló la rubia mientras las dos abandonaban la sala, una sala en la que se habían convertido en principal tema de conversación.

Ya lo he visto. Ha sido estupendo. Yo… me he estado tocando

Allí?, no me he dado cuenta

Mira.

Y, al decirlo, le condujo la mano hacia la entrepierna. Almudena palpó la tela del

vaquero, y se dio cuenta de que estaba mojado

Ya veo, ya… Pero dijiste que lo harías en un ascensor, lleno de gente.

Ya lo sé.

Has incumplido.

Sí, merezco ser castigada, no?.

Pues sí.

Vale. Arrodíllate delante de mí.

Yo?. Por qué?. La que te mereces el castigo eres tú.

Ya, ya lo sé. Cuando te hayas arrodillado te diré qué castigo me impongo.

Joder

Se encontraban en mitad de un oscuro pasillo. Almudena se puso de rodillas, y no

protestó cuando su amiga se inclinó para tocarle el culo. Le amasó las nalgas, las pellizcó… y… en un movimiento que Almudena ni siquiera tuvo tiempo de percibir, se bajó los vaqueros y situó su coñito, protegido por un tanga diminuto, a la altura de su boca

Huele…- dijo.- mira qué bien huele mi chocho después de haberme estado tocando

Almudena lo hizó, apartó el tanguita, enterró allí su nariz, y aspiró aquel aroma tan

penetrante.

Huele bien, sí…- reconoció, excitada.

Y, en un arrebato de valor, con las rodillas clavadas al suelo, empezó a jugar con

su lengua en la geografía genital de Lucía.

Mmmmm… sí, sí… cómeme el coño, cómemelo así… mi castigo será el siguiente: vamos a quedar con mi amigo, de acuerdo?... haremos un trío… yo sólo podré tocaros, a mí no me tocaréis, vale?..., yo podré dar pero no podré recibir…qué te parece?.

Almudena no dijo nada, concentrada en beberse los jugos de Lucía. Decidió que

su culito también merecía atenciones, y se las ingenió para meterle un dedo en su siempre receptivo agujerito anal.

La pelirroja jadeó, extasiada