Las pelirrojas son diferentes (8)

Más y más..

Las pelirrojas son diferentes (VIII).

Jadeaba, su respiración se había tornado muy salvaje, sus furiosos movimientos la hacían sudar, se encontraba absolutamente despeinada, su melena rubia había perdido su habitual compostura, y le cubría el excitado rostro y los hermosos hombros. Permanecía, desnuda, tumbada en la cama, con los pezones muy erguidos y las piernas muy abiertas. Muy bonita. Allí, a su lado, alguien cuya cara no lograba identificar le introducía un plátano en el coño, ya muy húmedo. Se trataba de una pieza de fruta todavía verde, por ese motivo podía penetrarla a la perfección, entraba en su gruta empalagosa con presteza y arrogancia… salía con garbo, y le arrancaba suspiros de placer, y volvía a meterse allí sin ninguna dilación, se trataba de una penetración rápida, profunda, que la estaba haciendo gozar mucho

Entonces, justo cuando aquella persona se disponía a acompañar los movimientos de la banana con su lengua retozona, Almudena se despertó

Uff, qué sueño tan erótico y tan grato… Sin duda la había alterado la visita a un sex-shop que había realizado aquella mañana con Lucía, que dormía plácidamente en su cama… Almudena, que nunca antes había estado en ese tipo de tiendas, recordó la luz envolvente que las había acompañado a lo largo de todo el recorrido, rememoró la gran cantidad de artilugios ( muchos de ellos desconocidos para ella ) que allí se exponían, visualizó aquellas vaginas sorprendentes que tanto habían fascinado a su amiga, y se acordó de la inmensa colección de condones que había visto. Todo había logrado captar su atención

Almudena se levantó, y caminó descalza por la habitación, a oscuras… Echó un vistazo a la silueta de la pelirroja, en la penumbra se dibujaban muy hermosas las caprichosas formas de su silueta, y se apreciaba el delicado movimiento rítmico de sus rizos. La rubia pensó que su compañera de dormitorio era, sin duda, una mujer muy guapa.

Se acercó en silencio al cuarto de baño, y se sorprendió al comprobar lo empapada que estaba su braguita. Almudena no solía disfrutar de sueños de ese calibre… Se reconoció excitada… muy excitada, muy caliente… incluso muy guarra. Realmente guarra. Muy guarrita.

Tenía sed, y tomó un poco de agua del grifo, bebiendo directamente de las manos, dispuestas como cuencos para tal fin

Después, con un arrojo y un valor que no creía poseer, la niña se deshizo del pijama que la estaba matando de calor. Se contempló en el espejo, que, a falta de luz, le devolvió una imagen que ella consideró bastante linda. Formas femeninas rotundas, senos contundentes, vientre redondeado… Almudena se halló bien con su propio cuerpo. Regresó a la cama vestida únicamente con la braga y, una vez protegida bajo las sábanas, se despojó también de ella. Recordó el tema que tanto atraía a su viciosa amiga, y se llevó la empapada prenda a la nariz. La olió, emitía un aroma penetrante, entre dulzón y amargo… Almudena no sabía describirlo, un olor fuerte, en absoluto desagradable. El perfume de su conchita cachonda

La rubia se sintió perversa en aquel instante, quizá por primera vez en su vida… se humedeció los labios con una lengua ávida de sensaciones nuevas, y se confesó a sí misma que le agradaría mucho que, por ejemplo, la puerta del cuarto se abriera y un apuesto hombre se colara rápidamente en su lecho. Almudena disfrutó recreando en la mente esa idea, el desconocido no pronunciaría palabra, se limitaría a taparle la boca con una mano muy fuerte, y muy pronto comenzaría a follársela. Sin ningún preliminar, aquel tipo se colocaría sobre ella y le clavaría su polla hasta el fondo, como si se tratara de un puñal, su magnífica verga entraría en su cueva provocando algún roce deliciosamente doloroso, y la chica gemiría satisfecha ante tal furiosa embestida

La sorprendió su propio jadeo

Almudena estaba ya muy mojada, su coñito se había convertido en una laguna muy apetecible, y su cuerpo entero se hallaba en un estado de tensión muy sabroso. La piel erizada, sudorosa; el pelo desordenado, salvaje; el pulso encabritado, caliente; las tetas anhelantes, deseosas

Con timidez, pero con mucha energía, la niña introdujo uno de sus dedos en su abertura vaginal, que la recibió muy gustosa y muy viscosa. Nadar entre aquellos líquidos del placer le estaba gustando a Almudena, que empezó a tocarse los labios, abultados, con el pulgar… Una postura algo incómoda, que, sin embargo, la estaba volviendo loca… Sus pezones habían crecido, se habían vuelto inmensos, y parecían a punto de reventar. La boquita de la rubia se moría de ganas de besar, lamer, chupar, morder, saborear… Almudena estaba como una perra.

Pronto se le nubló la vista

Nada existía ya… sólo su coñito, que pedía más, necesitaba más, rogaba más, tenía hambre, estaba famélico de caricias, se lo comía todo, se tragaba su dedo con ansiedad, ansiaba más deditos sobre sus pliegues cubiertos de unas aguas muy pegajosas y muy aromáticas… todo palpitante, cachondo, guarro, una mano que se agitaba de modo muy rápido y una gruta mojadita que suplicaba a gritos más caña

Almudena respiraba, gemía quedamente, y se sentía muy puta

La presencia de Lucía la sobresaltó. La pelirroja parecía exhibir una gran sonrisa, aunque la oscuridad del dormitorio impedía asegurarlo a ciencia cierta. Habló en susurros, y su voz sonó increíblemente sensual

Te estás tocando?.- dijo, rasgando así, con su tono musical, el silencio de la noche que ya avanzaba hacia el día.- Me encanta, deja que yo también te dé placer

Vale. Pero sin luz.

Lucía sonrió. También a ella le apetecía más permanecer entre tinieblas, mucho

más mágico, el deseo todavía se hacía mayor, las sombras lo convertían todo en asombrosamente deseable

Hazme sitio en la camita.

La pelirroja se metió en ella vestida, y unas sábanas impregnadas de sexo, de

flujos vaginales y de esencias penetrantes, la acogieron en su seno. Lucía llevaba puesto un tanga minúsculo, y una camisola fina, de tirantes, que se adhería con lascivia a las delicias de su cuerpo. Almudena, con su timidez acostumbrada, no supo qué hacer y se quedó un rato quieta, y Lucía muy pronto tomó las riendas del asunto.

Se dispuso de manera que una de sus manos pudiera colocarse bajo las nalgas de la rubia, que jadeó enardecida. Y, con su índice y su anular, procedió a pellizcar las carnes de esos montículos redonditos. Su otra mano se perdió en las profundidades del coñito de Almudena, un dedo penetró en la hendidura acuosa, otro buscó con presteza el clítoris, uno más se dedicó a juguetear con los pliegues que formaban los labios vaginales, un cuarto se entretuvo pulsando un punto curioso que hacía gritar a la rubia

Gritos de un goce desmesurado

Me encanta escuchar tus sonidos…- confesó Lucía.

Almudena jadeaba ya como una perrita, un jadeo muy animal… mientras, su

chochito seguía siendo receptor absoluto de unos toqueteos bestiales que lo obligaban a deshacerse en mareas y marismas.

Así,- la jaleó la pelirroja, caliente también.- respira así, esos gemidos me enloquecen, pareces una putita.

La otra niña no respondió, continuó perdida en su mundo de gimoteos y

contracciones vaginales que culminaron en un violento orgasmo. Almudena se corrió como nunca, explosiva y trémula, y Lucía tuvo a bien regalarle a modo de postre unas lamidas de lo más picantes. El coño de Almudena descargó toda su excitación en la boquita generosa de la pelirroja, que se bebió con gusto tan abundante dádiva de fluidos.

Minutos más tarde las dos jóvenes se enjabonaban en la bañera. Una pastilla de jabón de color rosa chicle se deslizaba suavemente sobre el hueso de la cadera de Lucía, y una esponja en forma de banana se frotaba contra la firme espalda de Almudena. Fue un baño largo, lleno de espuma, unos instantes de relax que las dos chicas, muy cómodas con su desnudez, aprovecharon para hacerse confidencias.

Te ha gustado cómo te he comido el coñito?.- quiso saber la pelirroja.

Uff, me ha encantado, metías la lengua muy dentro y eso me hacía enloquecer.

Lucía se rió. Claro que la hacía enloquecer, la niña no era tonta

Qué te gustaría hacer… no sé… dime lo más fuerte que se te ocurra

Lo más fuerte?, no sé…últimamente he estado pensando en depilarme ahí

La pelirroja soltó una carcajada. Muy alta, muy sonora. Se mojó la cara con agua, y cerró los ojos para que el jabón no la hiciera llorar. Se la veía muy bella

Almudena, qué tierna eres. Y eso te parece algo atrevido?.

Pues… sí… nunca lo he hecho

Tranquila, guapa. Ya lo haremos. Yo misma te depilaré, mañana.

Vale. Pues… fuerte… no sé… hacerlo en un ascensor

Lucía volvió a reírse.

Almudena… estabas aprendiendo mucho… no lo jodas ahora… hacerlo!,

hacer qué?, ya te he dicho que debes llamar a las cosas por su nombre.

Vale. Pues eso. Follar. Follar en un ascensor.

Follar en un ascensor… vaya tela… nunca lo has hecho, verdad?.

La pelirroja atrajo hacia ella el rostro de su amiga, y, sin previo aviso, buscó su

boca para besarla. Le comió los morritos con pasión, y obsequió a la rubia con el intenso sabor de sus labios. Almudena se dejaba hacer, permitía que la otra lengua se adueñara de la suya, era succionada por las artes de su compañera de cuarto. Le gustó, la sensación, se excitó dentro de la bañera llena de néctares olorosos.

Claro que nunca lo he hecho en un ascenso. Y tú, Lucía?. Para ti qué es fuerte?.

No sé… lluvia dorada, eso me fascina…, eh, aver…, sexo en grupo… me llama la atención alguna travesura con animales, me encantan los juguetes, de todo tipo

Espera, espera…- pidió Almudena, que ya procedía a secarse, envuelta en una

toalla de tonos beig.- Vas muy rápido… vamos por partes. Lluvia dorada!...

Sabes en qué consiste, no?.

Almudena dudó, tenía una ligera idea, pero… Se miraba, en aquel momento, sus

grandes y oscuros pezones, unos botoncitos que hechizaban a la pelirroja.

Ya veo que no

Sí, a ver, tampoco soy tonta. Es… mear sobre alguien… o que alguien mee sobre ti

Y qué te parecería a ti eso?.

Lucía!.- susurró Almudena, un tanto escandalizada.- No vamos a hacer eso hoy, no?.

Por qué no?. Es un buen momento para que te inicies en el tema

Tú crees?. Por qué no me sigues contando que más cosas te atraen?.

Me atraen tus nalguitas.- dijo la pelirroja, propinándole un cachete en una de ellas. – Me atrae el bondage, el bukkake, el voyeurismo… ya te iré instruyendo… Es que ahora tengo ganas de hacer pis

Y?.

La voz de Almudena sonó ligeramente asustada.

No te asustes. Ven aquí.

En aquel instante la rubia vestía únicamente una camiseta de tirantes, de color

blanco. Aún no se había cubierto las partes bajas. Lucía se sentó, completamente desnuda, en la taza del váter, y contempló el coñito de su amiga. La fascinaba su vello, rizado y clarito, el abultamiento de sus labios vaginales, había catado el aroma que aquel tesoro desprendía, y sabía que le gustaba mucho, la maravillaba su asombroso sabor… A Lucía la excitaba muchísimo el coño de Almudena, aquel chochito estrecho que todavía no había experimentado muchas vivencias.

Estás guapa, así.

Era cierto. Tras la ducha las dos lucían resplandecientes. La pelirroja desnuda, con

sus perfectos muslos al descubierto, sus huesudas rodillas, las erguidas tetas, coronadas por unos pezones muy puntiagudos, la curvatura hermosísima de su espalda. La rubia con los pechos ocultos bajo la fina camisetita, la deliciosa elevación de su vientre redondeado, las bonitas piernas, el culito respingón… Las dos con los cabellos mojados, goteando todavía sobre sus cuerpos jóvenes

Mira, yo hago pis y te cojo la mano, vale?. No te asustes, no pasa nada

Almudena aceptó, no del todo convencida

Lucía cogió con fuerza la mano de su amiga. La otra la dirigió a ese coñito que

tanto le agradaba, y empezó a mover, muy despacio, uno de sus dedos, recorriendo con él toda la geografía vaginal de la rubia. Almudena gimió

Fue entonces cuando Lucía comenzó a mear

En el cuarto de baño sólo se escuchaba el sonido de las respiraciones de las chicas, ya bastante agitadas, y el que producía el chorrito de pis de la pelirroja. Sin dejar de acariciarle el ya húmedo chochito, Lucía condujo la mano de Almudena hacia esa catarata de orina que de ella se escapaba… Y así fue como Almudena tuvo el primer contacto con las lluvias doradas. La niña, algo asustada, mantuvo la mano allí, mientras aquel torrente de líquido amarillo la empapaba y, ya cuando su amiga iba a terminar la micción, se decidió a rozarle su rajita con un dedo.

Resultó un contacto bastante explosivo.

Las dos se excitaron bastante tras esa aventura, y jadearon juntas en la noche que ya empezaba a clarear

Ven, - propuso Lucía mientras la rubia se lavaba las manos- no te vistas. Vamos a jugar con un juego de dados que tengo. Es de órdenes, es muy divertido, te encantará

Almudena se dirigió al encuentro de su compañera, que estaba ya tumbada en la

cama, con el rostro encendido, disponiéndolo todo para una nueva travesura

La rubia sonrió, le quedaban muchas cosas por aprender

Almudena, ven, siéntate aquí. Mira, es sencillo, un juego de órdenes, ves?.

Amanecía. Había varios dados de colores. En ellos se leían indicaciones.

Mandatos del tipo "besa a alguien en el culo", "desnúdate", "camina a cuatro patas durante cinco minutos"

Lucía y Almudena se prepararon para disfrutar de otro rato excitante