Las pelirrojas son diferentes (5)

Continuación de los anteriores...

Las pelirrojas son diferentes (V).

Caminaban por la calle, a buen paso. Lucía vestía una faldita corta, que dejaba al descubierto sus esbeltas piernas. Iba ensimismada, perdida en sus pensamientos, fantaseando con perder su lengua traviesa en el coño complaciente de su amiga. Creía que Almudena tenía un chochete muy generoso, muy receptivo, muy dispuesto a recibir cualquier clase de ofrenda. Además, era muy estrecho, y a la pelirroja la perdían los coños estrechitos

Almudena también permanecía en silencio. Pensaba en su novio, había previsto quedar esa tarde con él, pasar unas horas juntos, tal vez hacer el amor… Pero Lucía, ese huracán imprevisible que de repente dominaba todos los acontecimientos de su vida, había dispuesto otra cosa. A la pelirroja se le había antojado ir a comprarse un par de vibradores. Uff, la rubia jamás había pisado un sex-shop… Le picaba la curiosidad… aunque también se sentía algo violenta

Qué tal con tu novio?.- preguntó la otra chica, como si le hubiera leído la mente.

Bien. Pensaba quedar hoy con él

Durante unos minutos Lucía no dijo nada, siguió andando tranquilamente,

gozando de las miradas lascivas que le dedicaban algunos transeúntes. Resultaba muy llamativa, su cuerpo poseía unas líneas muy delicadas, el rostro arrojaba mucho desparpajo, y el pelo la convertía en seductora y diferente al mismo tiempo. Lucía se sabía un bombón.

Vale.- dijo al cabo de un rato.- Queda con él hoy, esta tarde.

Por qué?.- quiso saber Almudena, que ya barruntaba un posible juego nuevo

Porque me apetece que lo hagas.

La rubia se atusó la melena. Al no llevar tanga sus labios vaginales percibían

muchos roces del contacto con los vaqueros, y esa sensación le provocaba un placer muy grato, y una mínima humedad que le estaba gustando mucho. Miró a su amiga, atónita, a Lucía le apetecía que ella quedara con su novio?, qué estaría tramando?...

A ver, guapa… te conozco ya muy bien. Por qué te apetece que quede con él?, en qué estás pensando?.

Tengo algunas ideas…- sonrió la otra joven, y en su cara se dibujó un gesto vicioso.

Lucía… escucha… Nacho es muy serio. O sea, de estas cosas

Almudena se había sonrojado. Estaba temblando, y no sabía cómo explicar a su

compañera que su chico no entendería aquella clase de travesuras. Se trataba del típico joven tradicional, con mentalidad antigua, un tipo con escasa experiencia en las lides de índole sexual.

Tranquila, tía. Tu Nacho no se enterará de nada, lo que yo quiero es esconderme en algún sitio y ver cómo te lo haces con él

Tú estás loca, Lucía.

El cuerpo de la pelirroja temblaba de excitación. De repente había olvidado los

vibradores, en aquellos momentos lo que la ponía, y se estaba mojando ya mucho, era la idea de presenciar a su tierna amiga cabalgando sobre su novio.

Por qué?, me encantará, tengo una curiosidad enfermiza por ver cómo os lo montáis… Venga, dejemos el sex-shop para mañana. Proponle que vaya a la residencia

Ambas residían en una residencia de normas muy poco estrictas. A la pelirroja

aquello le parecía una auténtica suerte, no soportaría la vida en otros centros donde se alojaban amistades suyas, que tenían que dar explicaciones continuamente y no podían subir invitados a sus dormitorios.

Estás loca, Lucía. Cómo voy a hacer eso?.

Él qué hace, estudia, no?.

Claro.

Y a qué hora va a clase?.

Por la mañana.- respondió Almudena, nerviosa. Empezaba a preferir la idea del vibrador, incluso le apetecía ya sentir uno dentro de su resbaladiza gruta.

Por la mañana!. Genial. Ahora está libre. Mándale un mensaje, invítale a la resi

La rubia ignoraba cómo se las arreglaba Lucía para convencerla siempre. De pronto las cosas habían cambiado, ya no iban a hacer compras eróticas. Se hallaban sentadas en la cama de su dormitorio universitario, planeando algo que a la pelirroja la estaba haciendo deshacerse en aguas caudalosas. Sus pezones se habían endurecido, y todo su cuerpo palpitaba de excitación, ella era muy sexual, necesitaba mucho sexo, y le fascinaba inventarse jueguecitos nuevos. La rutina, obviamente, la disgustaba un montón.

Nacho había accedido a encontrarse con su novia en su habitación, se aguardaba su llegada para las seis y media, eran apenas las seis. Hacía calor, un calor pegajoso, que envolvía, que se adhería a la piel y se adueñaba de ella. Almudena también se notaba cachonda

Yo me meteré ahí,- dijo Lucía, señalando el gran armario en el que las dos guardaban sus ropas.- y tú ya sabes lo que tienes que hacer.

Habían discutido sobre el tema, al final resolvieron que lo que más le agradaría

presenciar a la pelirroja sería una felación. Quiero que se la mames, había pedido a su amiga, que se la comas como nunca lo has hecho… y que después te lo tragues todo

Lucía, te dije ayer que no me lo trago

Pues ya va siendo hora de que empieces…No sabe mal, ya verás, es como yogur

Qué cosas dices

Al final, como de costumbre, Almudena había claudicado. Decidió que, aunque

Nacho propusiera echar un polvo, algo que ellos nunca hacían, ellos hacían el amor, ella le convencería para que se tumbara y disfrutara de una buena mamadita

La rubia se sentía nerviosa, y Lucía cada vez más caliente. Era morbosa, y la atraían todas las situaciones diferentes. Empezó a desnudarse, ante la mirada interrogadora de su amiga.

Por qué te desnudas?.

Para disfrutar más, para qué va a ser. Me meteré desnuda en el armario, y así podré masturbarme sin trabas. No te preocupes, no haré ruido.

Más te vale, creo que Nacho me mataría si te descubriera. Oye, en serio te vas a tocar mientras nos miras?.

Pues claro, Almudena, qué pensabas que iba a hacer?, rezar?. Y no te agobies, tu novio no me descubrirá. Aunque es posible que le gustara un trío

El rostro de Almudena se tornó encarnado, su amiga siempre lograba cortarla

Faltan unos minutos,- dijo la pelirroja, ya sin ropa.- te propongo una cosita

Miedo me das

Lucía se echó a reír, la fascinaba la ingenuidad de la otra chica. Exhibió, orgullosa,

su cuerpo por el dormitorio. Su potente culito, su coño depilado, sus bien torneadas piernas, su abdomen perfecto, sus pequeñas tetas… Lucía se sabía deseable, y explotaba al máximo todos sus encantos.

Cómeme el culo, mientras no llega tu novio.

Almudena optó por aceptar. Llegada la cosa hasta aquellos extremos le parecía

incluso ridículo negarse, ya estaba segura de ser la esclava sumisa de la atractiva pelirroja. En fin… la situación la divertía… y también le provocaba escalofríos intensos

Venga, vale, sólo un rato, eh?.

Lucía se acomodó en el suelo. A cuatro patas, su esbelta silueta sugería mil y una

perversidades. Sus senos, breves, colgaban como racimos de frescas uvas, sus nalgas firmes ofrecían una redondez absolutamente perfecta, y sus rizos rojizos se deslizaban sinuosos sobre su rostro.

Almudena suspiró

Se arrodilló, y olió con disimulo el orificio anal de su compañera. Muy limpia, su olor era muy bueno. La besó, justo en el agujero, y, mientras Lucía comenzaba a gemir, enterró allí su cara, y procedió a aplicarle dulces toques con la lengua. Al principio le desagradó aquel sabor tan… amargo?, pero, pensando que pronto tendría que tragarse toda la lefa de Nacho, se animó y empezó a chupar. Los jadeos de la pelirroja la enardecieron, y tardó poco en espabilarse y en comerle el culito de buenas maneras.

Tócame también el coño!.- gritó la otra chica.

Y, suplicando que su novio no se presentara antes de la hora convenida, Almudena,

con su vagina absolutamente empapada, acercó sus tímidos dedos a la húmeda cueva de su amiga, y se dispuso a acariciarle tan jugosos labios.

Qué resbaladizo terreno… Almudena sudaba… Lucía gemía, los coños chorreaban.