Las pelirrojas son diferentes (4)

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Las pelirrojas son diferentes (IV).

Almudena estaba en clase, la primera de la tarde, cuando sintió vibrar su móvil. Algo, no supo qué, le hizo suponer que iba a encontrarse con un mensaje de Lucía. Así era, en efecto, la pelirroja la "invitaba" ( con una orden bastante exigente ) a abandonar el aula para encontrarse con ella en una cafetería.

La rubia optó por obedecer, desde que, horas antes, su amiga le había comido el culito, se encontraba casi mareada, su piel parecía haberse electrizado, notaba un calor inmenso… y no conseguía dejar de pensar en aquella extraña situación… Ella, a cuatro patas sobre la alfombra, desparramada su dorada melena sobre su rostro asustado, su compañera a su lado, con su boquita allí metida… evocó la sensación que le había producido el aliento de Lucía en su orificio anal, recordó su lengua, juguetona, una lengua que había pugnado para lograr adueñarse de tan estrecho sendero, se acordó de los dientes, unos dientecillos que, a veces, la habían rozado

Almudena se había corrido mientras su compañera de habitación le comía el trasero, se había deshecho en un estallido de contracciones que amenazaron con hacerla perder el conocimiento, jamás hubiera pensado que su coño pudiera humedecerse tanto, había gozado de un orgasmo intenso y salvaje… que se había repetido poco después, cuando Lucía también alcanzó el suyo. Almudena ignoraba que las mujeres podían experimentar varios orgasmos en muy corto período de tiempo… le encantó enterarse de semejante manera

Salió de clase, roja, era una chica vergonzosa, y abandonar el aula le producía apuro, se imaginaba que suponía despreciar los conocimientos del profesor, ella jamás se había marchado de una clase sin que la explicación hubiera concluido.

Había muchas cosas que Almudena nunca había hecho… y, de repente, parecía empezar a hacerlas todas, sin pausa, con demasiada rapidez, sin tiempo para pensar. Mientras caminaba, apresurada, hacia los aseos, la joven supo que más tarde tendría que quedar con su novio, últimamente pensaba poco en él, ni siquiera le había respondido a sus tradicionales, y aburridos, mensajes matutinos.

Entró en el baño. Lucía lo había expresado con gran claridad. Deseaba que, para la cita que iban a tener en una media hora, la rubita no llevara ropa íntima. Almudena se hallaba, ya, excitada. Ignoraba cómo iba a desarrollarse el nuevo juego, pero le apetecía mucho probarlo, sentía un miedo suave, ante la travesura que habría maquinado su viciosa amiga, pero también la embargaba una fuerte excitación.

Es decir, estaba cachonda.

Se había sentido Almudena así en alguna ocasión????...

Si quería ser sincera consigo misma, y quería serlo, debía reconocer que no. Hasta la fecha, el sexo tampoco la entusiasmaba demasiado. Con su novio todo se convertía en un mete-saca bastante absurdo que casi nunca la satisfacía. Él, bastante egoísta, no se preocupaba de complacerla, y ella era demasiado tímida para pedir alguna cosa o insinuar algún cambio en las entregas. Así que se limitaba a marcar, con la cadera, un ritmo con el que se encontraba cómoda, a devolverle a su chico unos besos que se le hacían aburridos, y a emitir pequeños jadeos que a él le animaran, a menudo para que acabara pronto y la dejara tranquila.

Con Lucía era diferente… las situaciones le agradaban, se mojaba, sentía escalofríos de placer corriendo por su cuerpo

Se bajó los vaqueros y se quitó el tanga, negro, bastante breve, con encajes y lacitos. Lo guardó en el bolso. Cuando ya iba a ponerse de nuevo el pantalón, recordó una conversación mantenida con su amiga, y cogió de nuevo el tanguita. A qué olería?, Lucía la había animado a olisquear sus prendas interiores… Sin pensárselo dos veces, Almudena enterró la nariz en aquel diminuto pedazo de tela… olía… no sabría describirlo… era grato, el aroma… era fuerte… con carácter, no podría decir si se trataba de un olor dulce o amargo… pero sí le gustaba. Guardó, esta vez así, el tanga en el bolso, y se puso los vaqueros. Eran muy ajustados, y le hacían un bonito culo.

Se quitó, después, la camiseta. Lucía tampoco quería que llevara sujetador… Ese capricho se le antojaba a Almudena más duro de cumplir que el otro, porque sus tetas eran realmente grandes, y temía que se le balancearan demasiado al llevarlas sin sostén… Pero la pelirroja mandaba… Se fijó en los pezones, duros como piedras, se metió el sujetador en el bolsillo del abrigo, y se vistió de nuevo su rojo top. Una camiseta ceñida, que le marcaba mucho los pechos.

Como no podía ponerse el abrigo, órdenes estrictas, la niña recorrió, con él bajo el brazo, la corta distancia que separaba su facultad de la cafetería donde la aguardaba Lucía.

  • Hola.- la saludó la pelirroja, pasando la lengua por sus carnosos labios mientras observaba el movimiento de las tetas de su amiga.- Estás muy guapa. Parecen ubres, me encantan

Almudena enrojeció.

Bueno… veo que me has obedecido.

Sí.- murmuró Almudena.

El local estaba bastante concurrido. Muchos estudiantes, y algunos profesores,

tomaban café a aquellas horas. La rubia tomó asiento, y pidió una CocaCola.

Bébetela pronto. Dame el tanga, y el sujetador.

Ahora?.

Claro.

Almudena, con disimulo, extrajo el tanga de su bolso y se lo entregó a su

amiga. Lucía lo olió, con total descaro, y después lo lamió.

Hueles bien. Y sabes bien.

La joven rubia permanecía sentada, escandalizada, había gente mirando

Y el sujetador?.

Toma. – le entregó una pieza delicada, negra, muy hermosa.

Mmmm, es bonito. Y grande. Claro, con esas tetas

Tenemos prisa?.

Sí. Bébete pronto la CocaCola. Nos vamos de compras. Por cierto… qué tal te encuentras sin tanga?.

Bien. Es… excitante. Y qué vamos a comprar?.

Un vibrador.

Qué?.

La pelirroja sonrió.

  • Almudena, en serio, tú tienes un problema de oído, eh?. Vamos a comprar un

vibrador. Mejor dicho, dos.

Dos vibradores?.

Eso es.

Y para qué?.

Lucía suspiró… Qué ingenua era su amiga

  • Para qué va a ser?. Para jugar con ellos. Para metérnoslos. Tú me lo meterás a mí y yo a ti. Por delante y por detrás. Verás qué bien, te encantará. Ah, y después tenemos que depilar tu coñito. Venga, ya pago yo, acábate la CocaCola…Vamos, me apetece ver vibradores contigo