Las Pases

Dayme

Era un sábado cualquiera en la ciudad de Madrid, nada distinto al dulce frio calor de un final de verano. En la habitación del colegio Mayor de Guadalupe entraba por la ventana era brisa fresca, que acompasa el mover de los arboles.

Dayme podía escuchar el vocifero de los chicos jugando el futbol o tal vez el basket. Pudo a verse mentido así misma aquella tarde, pudo ignorar el sonido de unas zapatillas correr por el pasillo, las risas burlonas contantes del primer chaval que cae en los tontos juegos de las novatas. Pero no pudo ignorar su angustia.

Suspiro, tomo su almohada y entero la cabeza en ella para no enterar este objeto suave entre sus piernas. Estaría ahí tan solo 3  semanas y no había podido acoplarse del todo el ambiente. A pesar de ser verano y que el colegio estaba apenas con 30 personas sin contar el personal, ella no se sentía a gusto. Al menos no desde aquella noche en el baño.

Cuando salió de valencia tenía claro que haría  todo lo posible para tirarse al primer guapo y fornido chico del puto colegio, o porque no, del puto Madrid.

Hacía meses que ella sentía ganas de sacarse a Matías del alma. Olvidar los besos en los asientos del maldito metro que tenía que tomar cada mañana. Es bien sabido, el tiempo obliga a querer y ya tenía con Matías poco más de un año, tenía en el verbo pasado; ya que Matías se había ligado a una chica desconocida hasta entonces para Dayme el ultimo día de gradación

Mas bestial no pudo ser, encontrarlo con las pompas al aire, comprimiendo los músculos de las nalgas junto a una respiración de potro desconocida para Dayme. Matías era frio con ella o ella con el? Esas preguntitas ya hacían un jarrón en la mente de la chica.

Esa noche verlo gritar de deseo, con un bombeo potencial hacia la vagina de la desconocida como si su vida fuese ese rato y ya no hubiera otro,  la hizo comprender, que el tiempo no solo obliga a querer sino a medir en la balanza hasta los movimientos de cadera de su ex novio que jamás se  movieron así para ella.

Puff! Ya estaba bueno de divagar por la habitación, sentía calor no había aire acondicionado. El pequeño cuarto era de los más baratos, de esas que los colegios te obligan a compartir con cualquier extraña, solo te dejan elegir si la deseas extranjera, de la china, de malasia, puerto rico; sabrá Dios que latinos más admitan y nos permitan usar el aire de la misma habitación, lo cual para le venia bien.

Dayme no era muy guapa, tenía todo lo que una chica normal, con la rareza de ser rubia de ojos negros, con apenas 22 años ya había acabado la carrera universitaria. Muy de la línea la niña buena pensó poder concretar todo el cuadro que el habían pintado de pequeña.

Madre: Dayme, estamos muy contentos contigo, terminas la carrera, tienes un novio fabuloso y guapo, jajaja. Es más que una satisfacción ver que nada has desperdiciado de la educación que te hemos dado.

Hasta este punto de la historia nadie sabe la presión psicológica y social que vive, más a quien le importa? si es un 1 entre tantos 0, o un 0 entre el montón de dígitos disfrazados de cifras importantes.

Esa noche Dayme quería dejar de pensar tantas porquerías y no depender  de tener que explicarle al lector de esta historia, la razón de que una chica trigueña que ocupaba la habitación en el pasillo siguiente la había visto desnuda al salir del baño.

Ese era su calor, la verdadera razón de porque pensaba después un año en Matías y su bombeo especial hacia una desconocida. Porque ella después de llorar, odiarlo, rechazarlo y gritarle que se largara de su vida, estaba igual o más desesperada por la chica que tenia colgado en la puerta de su pared un abanico de cartón del orgullo gay.

La rubia había visto solo la espalda de la chica al colgarlo en la puerta hacia una semana.

-Qué valor- pensó, las chicas no me van.

Esa noche hacia calor, tomo el jabón para ir al baño común, a las 7:00 de la tarde es poco probable ver gente en la bañera. En dos semanas Dayme se había acostumbrado a su pequeña rutina de aseo.

Abrió el grifo de la ducha, graduando con cuidado de calor a frio para no  morir de hipotermia. Era refrescante, puro, es como si te limpiaras el alma. Paso mucho rato bajo las aguas.  Abrio  la cortina, tomo la toalla y seco cada parte de su cuerpo con calma.

En un segundo escucho algo que no llego a darle tiempo de cubrirse. La trigueña había entrado al baño con el móvil en la mano sin percatarse de que Dayme estaba paralizada, con los ojos como platos mirándole queriendo escapar.

-No, te llamo mi nena, si, hoy en la noche. Vale, me ducho y vamos!

Y la trigueña colgó el móvil, y la vio totalmente desnuda, pálida, bien tonificada, nerviosa y sonriente, una sonriente Dayme desnuda frente a una chica que le gustaban las chicas y la chica estaba preciosa.

La rubia enloqueció en disculpas y la trigueña también, la incomodidad era hoy, pero Dayme seguía sin cubrirse.

Trigueña- Lo, lo siento disculpa

-Me llamo aurora

-Crei que no había nadie

-Puedes ir a visitarme a la puerta 556

Aurora, oh! Aurora!  La rubia recordaba su tono de voz, sus labios, la sonrisa, la almohada sufría el daño de la desesperación.

Oh! Aurora, se repetía una y otra vez… quería ir a que le bajara el fuego que desconocía. Que le hacía mil preguntas. Porque, porque es gay, porque su pelo y su sonrisa son hermosos. Dios! Porque esta buena!?

-Puta madre! Coñazo! Solo esta mierda me pasa a mi.

-Debo ir?

  • Me haría el amor?

-Que amor pendeja, esto es un polvo, si, un polvo.

Un polvo que la aterraba, además aurora tenia novia, un ligue, algo tenia.

Así paso, esa misma noche Dayme vio entrar entre besos y risas a una chica cas rubia más alta que ella con un estilo muy estilizado y moderno a la habitación.  Sintió envidia, y pensar en regresar a su habitación por otro pasillo. Momentos antes de venirse con la almohada había salido a cenar fuera y respirar el atraganton que le sucedía entre las piernas por una desconocida.

Se acerco a su puerta, como si pasara nada mas, el impulso la hizo correr hasta su cuarto y llegar furiosa sin saber porque. Sera culpa de Matías? El podía dejarse llevar de sus deseos mas ella no, era una tarada frígida tal vez imitadora de orgasmos  de las pocas películas de sexo que había visto.

Quien era, de verdad le gustaba esta mujer que ni puta idea sabia de su deseo. Se preguntaba porque no se había vestido o cubierto delante de ella en el baño, que esperaba, que se le lanzara a comerle la vida a si sin más?

Cuan dañada estas mujer, se dijo hasta quedar dormida entre la angustia, celos y rabia.

Esta si la termino. Besos pueblo!