Las pajas de mi hijo 7
Noche en el club
A la mañana siguiente, comencé a despertarme al notar a mi hijo abrir mis piernas. Sonreí mientras me desperezaba y esperaba los dedos o la lengua de mi hijo en mi rajita. Abrí los ojos de sorpresa cuando mi hijo me tapó la boca con su mano y ,momentos después, ahogué un grito contra ella cuando la polla de mi hijo atravesó mi coño de un sólo empujón. Intentaba empujarlo con mis manos mientras él me embestía una vez detrás de otra hasta que, en cuestión de segundos, noté mi coñito empezar a llenarse de semen.
Mi hijo se levantó sin decir nada y comenzó a vestirse mientras yo presionaba mi dolorida vagina aguantando las lágrimas. Era algo que Mario hacía de vez en cuando, él se masturbaba y de repente aprecía para meterme su polla por alguno de mis agujeros y descargar sus huevos tras unos segundos. Era algo doloroso ya que no me daba tiempo a lubricar antes de ser penetrada, pero el dolor y la humillación cuando me dejaba su corrida y se iba me ponían a mil, como lo demostraba el hecho de que ya tenía mis deditos dentro de mi coño jugueteando con su semen cuando él aún no había terminado de vestirse.
Sin mirarme siquiera, cogió la toalla y se fue. Me quedé en la cama para terminar mi paja y más tarde me fui al salón. Me puse una copa y enecendí el televisor mientras disfrutaba de la brisa de la mañana sobre mi cuerpo desnudo hasta que me quedé dormida.
Desperté al escuchar la puerta y vi a mi hijo pasar con una chica camino de la habitación. Me sonrió al pasar mientras sujetaba a la chica por la cintura desde atrás y ella no me vio. Empecé a escuchar los gemidos desde la habitación de abajo, sin duda había dejado la puerta abierta para que los oyera. Empecé a ponerme cachonda a pesar de los celos. Sería una tonta si pensara que mi hijo sólo me follaba a mi, pero siempre había hecho como que ese era el caso. Comencé a escuchar los primeros gritos cuando empezaron a follar, mis pezones empezaron a humedecerse y comencé a meter un par de dedos en mi raja.
Cuando los gritos y gemidos cesaron, vi aparecer a mi hijo desnudo en el salón. Me cogió del brazo y prácticamente me arrastró por la casa hasta el dormitorio, me metió dentro y me dejó allí de pie. Vi a la chica soltar la toalla con la que se estaba limpiando el semen de las tetas y coger una almohada para cubrirse el cuerpo. Era una chica rubia muy guapa, de unos 18 años, con un piercing en la nariz y unas tetas algo pequeñas.
- ¿Pero qué haces tio?¿Quién coño es ésta?- preguntó la chica enfadada.
- Tranquila, esta es mi putita, se llama Elena.- Decía mi hijo mientras me sobaba una teta.- Putita, ella es Alba. Saluda, putita.
- Hola Alba, encantada.
- Yo me piro de aquí.
- Espera Alba, no seas aburrida. A mi putita le gusta mirar como me follo a otras mujeres y tú estás buenísima y le gustas mucho, ¿verdad?
- Me encanta ver a mi chico con otras mujeres.
Mi hijo fue hacia la cama, se sentó al lado de Alba y le pasó la mano por los hombros para juguetear con su pequeña teta.
- ¿Ves?, no pasa nada. Anda, coge mi polla. Que mi putita vea como me masturbas con esas manos pequeñitas.
Alba hizo lo que dijo. Empecé a mojarme al ver el efecto de la delicada y pequeña mano adolescente pajeando la enorme polla de mi hijo. Yo seguía allí de pie sin decir ni hacer nada. Sabía muy bien cual era mi papel.
- Muy bien, ahora túmbate a mi lado para que mi putita te prepare para mi.
Alba se tumbó en la cama y abrió las piernas algo nerviosa mientras seguía masturbando a mi hijo con su polla a excasos centímetros de su cara.
- Vamos putita, prepara bien a Alba para mi.
Me subí a la cama y me tumbé boca abajo entre las piernas de Alba. Acerqué la mano y comencé a acariciar su coñito adolescente y mientras la miraba a los ojos. Ella entreabrió la boca y tembó cuando empecé a pasar mis dedos por su coño. La verdad es que era un coñito muy bonito, con los labios rosados y una mata de vello rubio bien cuidado en la parte de arriba. La primera vez en mi vida que di un lametón a un coño me supo a gloria. El sabor de aquella niña era delicioso. Seguí pasando mi lengua por su rajita mientras ella daba pequeños gemidos mientras seguía pajeando a mi hijo. Cuando su coño estaba muy húmedo, acerqué mi nariz y aspiré profundamente mientras con mi mano buscaba meter mis dedos en mi coño. El olor era casi tan bueno como el sabor, volví a meter mi lengua en su raja cuando vi a mi hijo meterle su polla en la boca. Mi lengua rebuscaba flujos por todos los rincones de su coñito mientras me masturbaba mirando la tremenda mamada que le estaba dando a Mario.
- Muy bien putita, es suficiente.- Me dijo Mario.
Saqué mi lengua de mi coño y me levanté de la cama, quedándome de pie al lado de ellos mientras miraba como la polla de mi hijo ocupaba el lugar que ocupaba antes mi lengua. Comenzó a follarse a Alba como a mi me gustaba, con fiereza y destrozando su coñito. Ella tenía las piernas abiertas al máximo mientras gritaba sin parar. Poco después, Alba me miró y se relamió los labios mientras se agarraba una de sus tetitas invitándome a probarla. Me quedé mirando con ganas de mamar de aquella adolescente pero sin saber si lo tenía permitido. Alba estaba excitadísima de recibir los pollazos de mi hijo y gemía sin parar.
- Vamos, Elena. ¿No quieres probar mis tetas?
- Venga, putita. Haz lo que te dice.- Dijo mi hijo.
Feliz con mi permiso, me arrodillé al lado de la cama y metí aquella teta pequeña entera en mi boca. Cerré mis labios y succioné mientras notaba la mano de Alba sujetando mi cabeza. Mi hijo volvió a reventar a Alba a pollazos y yo intentaba no perder aquel delicioso manjar. Lamía, chupaba y mordisqueaba sus pezones, mientras ella gritaba hasta que arqueó la espalda y empezó a correrse a lo bestia. Mi hijo sacó la polla de su encharcado coñito y se levantó de la cama poniendose a mi lado.
- Alba, ven a darle su leche a mi putita.
Alba se colocó al lado de mi hijo, agarró su polla con su manita y empezó a pajearlo frente a mi cara mientras yo esperaba recibir la corrida que no tardó en llegar. Los chorros de lefa empezaron a caer sobre mi cara y mi boca mientras Alba miraba sin perder detalle y sin parar de pajear a Mario. Cuando la corrida terminó, ella se arrodilló frente a mi y empezó a pasar sus deditos por mi cara, dándome de comer la leche de mi hijo. Después me dio un beso en los labios y comenzó a ponerse su bikini.
- Bueno, Elena, nosotros nos volvemos a la playa.- Dijo mi hijo.
- Ha sido un placer, putita.- Se despidió Alba sonriéndome.
Los vi marcharse dejándome sola. Me senté en el mismo suelo, abrí mis piernas y comencé a masturbarme furiosamente mientras lamentaba no tener la polla de Mario para saciarme.
Mi hijo no volvió hasta la hora de comer. Pasamos una tarde tranquila los dos juntos hasta que llegó la tarde y nos empezamos a preparar para ir al club de intercambio. Me puse un vestido negro con tirantes bastante cortito, sin ningún tipo de ropa interior, y unos tacones también negros. Salimos de casa y mi hijo sacó de su bolsillo unas llaves de cohe y me las dió. Supuse que José se las había dado o les había dicho donde estaban las llaves. Nos subimos al cohe que tenía allí aquella familia y nos dirigimos al sitio.
Al entrar nos abordó una chica preciosa. Era una de las empleadas encargada de recibir a los clientes. Nos preguntó si era nuestra primera vez y si preferiamos movernos nosotros por allí o que ella se encargara de buscarnos una pareja acorde a nosotros. Mario le dijo que se encargara ella y nos preguntó varias cosas, entre ellas nuestras preferencias sexuales. Mario le dijo que yo era bisexual y que preferiamos conocer a una pareja en la que ella también lo fuera. La joven iba apuntando algunas cosas en una tarjeta y nos acompañó a una mesa. Poco después apareció un camarero y nos sirvió unas bebidas. Era un local bastante grande y muy bonito. Estaba bastante lleno de parejas y el ambiente era muy agradable. Estuvimos allí un rato hablando y poniéndonos un poco a tono, cuando la chica volvió con una pareja.
Ella se llamaba Teresa, era una mujer morena de ojos negros, guapísima, rondando los 30 años. Tenía unas tetas espectacularmente grandes y un culo también bastante grande y redondeado. Su figura era espectacular debido a su delgada cintura. Llevaba un vestido azul oscuro con un escotazo y cortito en la parte de abajo.
Él se llamaba Bruno, de la misma edad que su pareja, un chico moreno, de ojos negros y afeitado. Llevaba una camisa bajo la que se intuía un torso bien definido. La verdad es que casi me relamía pensando en lo que podríamos hacer.
No saludamos todos y nos sentamos a hablar. Nos contaron que ellos ya habían ido una vez a otro local de intercambio y que lo pasaron muy bien. Seguimos hablando, preguntándonos por nuestras cosas mientras la conversación subía de tono poco a poco. Al rato, los chicos fueron a por más copas y Teresa aprovechó para sentarse a mi lado. Comenzó a acariciarme el pelo y el cuello con la excusa de mirar mis pendientes y se acercó y me besó en los labios. Fue un simple pico, que seguido de algunos más cambió a una buena comida de boca. Fue extraño recibir en mi boca la lengua de una desconocida pero pronto la excitación me hizo desearla muchísimo. Deseaba sacar sus enormes tetas allí mismo y devorarlas cuando noté su mano acariciando mi pierna. Nos separamos riendo cuando vollvieron los chicos y se les veía muy contentos de lo que habían visto. Seguimos allí un rato más, lo justo para bebernos la copa, les hablamos de "nuestra" casa y aceptaron venir a seguir conociéndonos allí.
Me puse al volante y Bruno subió conmigo. Mi hijo y Teresa iban en el coche de ellos. Mientras hablábamos durante el viaje, Bruno comenzó a acariciar mi muslo.
- Bueno, Elena, ¿cómo te gusta follar?- Me preguntó mientras subía su mano por mi pierna.
- Pues me gusta que me follen bien fuerte. Soy una buena sumisa.
- ¿Ah si? Nos vamos a entender bien tú y yo entonces.
Siguió subiendo su mano hasta comenzar a acariciar mi coñito mientras se bajaba la cremallera de su pantalón de traje y sacaba a relucir una buena polla totalmente erecta muy parecida en tamaño a la de mi hijo. Me mordí el labio mientras la miraba y mi coño se humedecía. Bruno se inclinó sobre mi y agarró mis tetas, sacándolas por el escote de una en una. Comenzó a pellizcar mis pezones mientras se masturbaba lentamente y yo soltaba pequeños gemidos mientras miraba como su cipote se iba poniendo brillante.
- Y dime, ¿qué es lo que más te pone que te hagan?
- Pues lo que estás haciendo está muy bien, cielo. Pero lo que más cachonda me pone es que me azoten las tetas.- Le respondí mirándole y poniendo mi mejor cara de puta.
- Hmmm, ya estoy deseando llegar y ponerme a ello.
Agarró mi mano de la planca de cambios y la llevó a su polla. Lo masturbé durante un rato mientras seguíamos hablando para ponernos cachondos, hasta que tuve que cambiar de marcha, acaricié con mis dedos su glande para recoger algo de sus flujos, me lamí los dedos mientras me miraba y seguí conduciendo hasta llegar a casa.
Entramos en casa y los chicos fueron a preparar unas copas mientras Teresa y yo fuimos a enseñarle la casa y después al salón a poner música. Los chicos volvieron y se sentaron en el sofá mientras nosotras empezamos a bailar muy pegadas mientras los mirábamos y les sonreiamos. Me estaba volviendo loca de rozar mis tetas con las suyas, notando que no llevaba sujetador y deseando desnudarla y frotar mis pezones contra los suyos. Me susurró al oido y miramos a los chicos mientras subíamos la parte de abajo de los vestidos hasta la cintura mientras ellos se acariciaban las pollas por encima del pantalón. Cuando tuvimos los vestidos liados en la cintura, vi el tanga blanco de Teresa mientras ella miraba mi coñito y se sonreía.
- Vaya, vaya, que ligerita viene Elena.- Dijo mientras pasaba su mano por mi coño haciéndome estremecer.- Y yo aquí aguantando esta telita en mi coñito.
Se quitó el tanga, dejando a la vista un coño bien depilado como el mio. Me agarró de la cintura y volvió a bailar pegada a mi, haciendo que nuestros coñitos se rozaran, besándome en la boca y haciéndome humedecer muchísimo. Poco después, me volvió a susurrar y fuimos con los chicos. Me senté bien abierta sobre las piernas de Bruno, mientras Teresa hacía lo mismo con mi hijo.
Empecé a comerle la boca a Bruno mientras movía mis caderas restregando mi coñito sobre el bulto de su pantalón. Bruno agarró mi vestido por la cintura y me lo sacó por la cabeza, me dio un buen pellizco en mis pezones y se lanzó a devorar mis tetas. Miré hacia el lado mientras gemía y vi a Teresa arrodillada frente a mi hijo tragándose su polla. Bruno me dio un mordisco en un pezón, retiró su boca y me dio dos buenos azotes en cada teta y me hizo ponerme igual que a su mujer. Se desnudó entero y pude apreciar por fin su torso definido y sus abdominales. Cogió el cinturón de su pantalón y me lo ató al cuello como una correa, cogió el extremo y se sentó dejando delante de mi su polla dura.
- Vamos, perra, cómeme la polla.
Acerqué la cabeza y empecé a lamer su tronco dejándolo bien ensalivado para terminar metiéndome aquel trozo de carne hasta la garganta. Sobaba sus huevos con una mano y me tocaba el coño con la otra mientras dejaba mi boca abierta y Bruno me follaba la garganta. Después de un rato me cogió del pelo y dio un tirón de la correa para hacerme mirar hacia mi hijo y Teresa. Me encontré con mi hijo sujetando de la cabeza a Teresa haciéndola mirar hacia mi. Casi me corro al ver su barbilla y sus tetazas llenas de saliva. Bruno me empujó ligeramente y Teresa y yo empezamos a comernos la boca y a lamer nuestras caras, labiios y lengua. Por fin llegó el momento que llevaba esperando desde que la conocí, cogí con mis manos las tetazas de Teresa y empecé a lamer la saliva que había caido sobre aquellas mazas de carne. Tenía unos pezones claros preciosos y empecé a metérmelos en la boca y a mamar de ellos, y miré hacia arriba al escuchar los sonidos de la garganta de Teresa que había vuelto a mamarle la polla a mi hijo. Seguí mamando sus tetas mientras Bruno me masturbaba y regueros de saliva mezclada con líquido preseminal iban cayendo sobre mi cara y mi cabeza. Teresa cogió mi cabeza y me levantó, me comió la boca dándome a probar el sabor a polla de mi hijo. Bruno tiró de mi correa y me subí de nuevo encima suya, abriendo bien mis piernas y clavándome poco a poco su polla hasta el fondo. Empecé a cabalgarlo con sus manos en mi culo, mientras mi hijo se subía al sofá al lado mia y metía su polla en mi boca. Luego me dijo que había hablado con Bruno mientras preparaban las copas para follar en plan orgía en vez de cada uno con la mujer de otro.
Estaba en la gloria, con la polla de bruno taladrando mi coño y la polla de mi hijo en mi boca. Teresa se puso detrás de mi y me agarró las tetas mientras cabalgaba a su marido, pellizcando mis pezones con fuerza y gimiendo en mi oido. Mi hijo volvió a sentarse y llamó a Teresa que se subió encima suya y se clavó su enorme polla directamente en el culo. Bruno me azotaba las tetas con fuerza mientras yo gemía sin parar viendo la saliva de mis pechos saltar con cada golpe.
- Eso es, cabrón. Pégame como a la puta que soy, pégame en la cara, vamos pégame.
Bruno empezó a soltarme fuertes guantazos en la cara mientras yo me agarraba las tetas ensartándome con fuerza en su polla hasta que arqueé mi espalda y solté un grito prolongado tas el último tortazo y me corrí derramando mis flujos sobre su polla y sus huevos. Bruno sacó su polla y me echó a un lado para meterle la polla en la boca a Teresa mientras ella disfrutaba analmente de la polla de mi hijo. Yo los miraba mientras me recuperaba acariciando mi coño. Ver las tetazas de Teresa botando mientras mamaba la polla de su chico me puso a mil en un instante. Poco después, Teresa soltó la polla de Bruno y comenzó a gemir y a correrse con la polla de mi hijo clavada hasta el fondo de su culo. Mi hijo levantó a Teresa cuando terminó, me cogió el extremo del cinturón de Bruno y me levantó.
- Venid arriba, vamos a la habitación.
Seguí a mi hijo mientras tiraba de mi correa y llegamos a la habitación grande. Se tumbó en la cama y tiró de mi para que me subiera sobre su polla. Cuando tuve la polla de mi hijo clavada en coño, Teresa se tumbó a nuestro lado mientras Bruno le mamaba el coño.
- Bruno, fóllale el culo a mi chica. Ya es hora de que pruebe su primera doble penetración.- Dijo mi hijo.
Bruno se puso detrás de mi, pero fue Teresa la que empezó a chuparme el culo para prepararme mientras mi hijo seguía follándome. Poco después, mi hijo paró y noté el cipote de Bruno en la entrada de mi culo. Empezó a empujar penetrándome, mientras yo gruñía intentando acomodar dos pollas dentro de mi cuerpo. Teresa se acercó por el lado y empezó a masajear mis tetas y a besarme mientras su marido entraba hasta el fondo de mi culo. Solté un gran suspiro y Mario y Bruno empezaron a moverse, sacando y metiendo sus pollas dentro de mi. Pronto acelelaron el ritmo. La polla de Bruno me estaba destrozando, estaba acostumbrada al sexo anal pero aquello era diferente.
- Ahhhh. Joder, me cago en la puta.- Gritaba mientras me reventaban sin misericordia.- Me vais a partir en dos, hijos de puta. Jodeeeer.
- Teresa, pégale a esta puta para que se calle.- Dijo mi hijo entre jadeos.
Grité cuando recibí el golpe de Teresa en pleno rostro. Volvió a abofetearme y notaba la mejilla arder. Me agarró de la mandíbula para que mirar hacia ella y recibí un escupitajo abundante en la cara seguido de un tortazo aún más fuerte. Las lágrimas empezaron a surcar mi rostro mientras mis dos agujeros seguían siendo castigados.
- Pobre putita, como llora.- Decía Teresa mientras limpiaba mis lágrimas. - Seguro que te está gustando la follada que te están dando.
- Si, joder! Me encanta como me están reventando. Y me encanta como me castigas mientras lo hacen.
Poco después me hicieron dar la vuelta. Las piernas casi no me respondía de las veces que ya me había corrido. Me puse de espaldas a mi hijo sobre él, agrré su polla y empecé a clavarme su polla en mi dolorido culo. En cuanto estuvo dentro, Bruno cogió su polla y me la clavó en el coño y volvieron a follarme. Teresa me sobaba las tetas con una mano mientras se masturbaba con la otra. Mi hijo me tiraba del pelo hacia atrás y Bruno me soltaba una bofetada de vez en cuando en el rostro. Cuando terminaron conmigo me echaron a un lado y fue el turno de Teresa. Me quedé tumbada en la cama totalmente exhausta mientras miraba a Teresa en mi segunda posición, con la polla de mi hijo clavada en el culo de espaldas a él y su marido reventándole el coño.
- ¿Qué pasa Elena?- Dijo Teresa entre jadeos. - ¿No vas a vengarte de mi?¿No vas a castigarme por su una putita mala?
- Joder, cariño.- Le dijo Bruno entre bufidos. - No sabía que te iba eso.
- Bueno, ella se lo ha pasado muy bien y quiero probar.
Me senté en la cama cerca del trio, pellizqué y retorcí con fuerza un pezón de teresa, lo solté y le di un buen tortazo en la teta.
- Joder, puta! Dios, que bueno. Sigue Elena.
La muy puta recibía las duras embestidas de aquellos dos machos sin quejarse, señal de que estaba acostumbrada. Volví a retorcer su pezón y abofetearle la teta mientras Teresa gemía sin parar. Cuando le solté el primer tortazo en el rostro lo hice con fuerza. Teresa gritó de sorpresa y me miró mordiéndose el labio con una cara de puta increible. Después de un rato fue Bueno el que se tumbó boca arriba metiéndole la polla en el culo y mi hijo se puso frente a ella a reventarle el coño. La muy puta gemía sin parar con la cara llena de mi saliva y las tetas y la mejilla algo rojas. Entonces mi hijo entró en acción.
- ¿Así que te gusta que te castiguen putita?¿Quieres recibir un buen castigo? Mi puta te puede decir que castigo muy bien.
- A mi me encanta como mi amo me castiga Teresa.
- Si, joder. Me encanta ser vuestra puta sumisa, castígame.- Gritaba entre embestidas.
Mario le soltó un bofetón en el rostro del calibre de los que yo suelo recibir. La cara de Teresa se giró del impacto y volvió a mirar a mi hijo con ojos de miedo y sopresa. Mi hijo empezó a azotarle las tetas con fuerza mientras yo la cogía del cuello y le besaba la mejilla dolorida para que se relajara. Teresa gritaba mientras yo veía sus tetas enrojecer muchísimo. Pronto, Teresa empezó a correrse mientras giraba la cara para besarme. Cuando terminó, gemía en mi boca mientras temblaba.
- Venga putas, al suelo de rodillas.- Dijo Bruno completamente excitado a punto de reventar. - Joder cariño, vaya tetas te han dejado.
- Joder, amor ha sido increible.
Nos pusimos de rodillas y ellos se pusieron a nuestros lados a masturbarse, Bruno a mi lado. Casi inmediatamente, recibí el primer trallazo de lefa de Bruno en mi cara. Él movía su polla para llenarnos a las dos. Después de casi dos horas follando y mamando, nos soltó una descargar increiblemente abundante. Cuando terminó, mi hijo se puso frente a nosotras y empezó a descargar sus huevos sobre nuestras caras también. Cuando terminó, agarré la polla de Bruno, ya ha media asta, y empecé a mamársela para provechar hasta la última gota de leche mientras Teresa se ocupaba de la polla de mi hijo. Después, ella me agarró del pelo y comenzó a lamer mi cara y a besarme mientras la lefa se mezclaba en nuestras bocas. Al final tragamos lo que teníamos y nos fuimos juntas a la ducha.
Bajo el agua caliente, me comí mi segundo coño. Fue delicioso saborear ese coño con sabor a polla hasta que el sabor dulzón de su corrida inundó mi boca. Y después disfruté por primera vez de la comida de coño que me hacía una mujer. Desde luego, la muy puta era una experta y no tardé mucho en correrme de nuevo.
Salimos desnudas y les dijimos a los chicos que queríamos dormir juntas esa noche. Ellos aceptaron, nos besamos los cuatro y me fui con Teresa al dormitorio grande. Al entrar, el olor a sexo me hizo excitar un poco. Cerré la puerta y llevé a Teresa a la cama para follármela a mi antojo mientras le daba las gracias a mi hijo en mi mente por haberme descubierto la gran puta que había escondida dentro de mi.
Continuará...
Muchas gracias a todos por vuestros correos. Estoy encantada con vuestros comentarios. Quiero agradecérselo especialmente a Bruno, José, Meredith, Mario, Adonis, Alber y Laura que me escriben casi a diario. Mil besos a todos.
Elenasaga6@gmail.com