Las pajas de mi hijo 3
Mi hijo sigue aprovechando la ausencia de papá
A la mañana siguiente me desperté con una sonrisa en los labios. Me levanté para ir a prepararme un café mientras rezaba para que mi hijo estuviera despierto y reclamara mis servicios. Pasé por la entrada de su habitación sin mirar.
- Mamá, ven aquí.
Se me erizó la piel al escucharlo. Volví sobre mis pasos y entré en su habitación. Me quedé de pie en la entrada con mis manos cruzadas a la altura de mi coñito. Llevaba unas braguitas blancas y una camiseta también blanca con un dibujo de dos tazas de café.
- Quiero desayunar algún dulce, mamá. Baja y compramelo.
- Muy bien, Mario, ahora mismo voy.
- Ya, no tengas tanta prisa.- Me decía mientras se quitaba el boxer y se quedaba tumbado de nuevo.- Quítate la camiseta y ven a hacerme una paja.
Le obedecí sin rechistar. Ya no había asomo de culpabilidad en mi mente, iba a disfrutar con mi hijo estos días libres y ya hablaría con él esta noche antes de que su padre volviera.
Caminé hacia el con decisión, mientras veía como masajeaba su polla sin quitar los ojos de mis tetas.
- Menudas tetas tienes, mamá. Nunca había tenido una putita con unas tetas como las tuyas.- Me dijo cuando llegué a su lado y me senté en el borde de la cama.
Empezó a manosear mis tetas mientras yo comenzaba a pajearlo. Comencé a mojarme cuando empezó a pellizcar mis pezones mientras mi mano recorría su polla de arriba a abajo. Estaba un poco incómoda, asi que me recosté a su lado para seguir con mi tarea. Mi hijo soltó mis tetas y colocó sus manos detrás de su cabeza cerrando los ojos para disfrutar de las atenciones de su madre.
- Eso es, mamá, eres buenísima. Dime cuanto te gusta mi polla.
- Me encanta tu polla, cielo. Tienes una polla muy grande y deliciosa. Me encanta ver como se corre sobre mi manita.
Aceleré el ritmo de la paja mientras mi hijo gemía. Mis braguitas estaban ya muy mojadas al ver como la polla de mi hijo alcanzaba su máximo esplendor con las palabras que le dedicaba.
- Joder, mamá, ya estoy apunto. Sigue con ese ritmo, no pares.
Apreté mi mano sin bajar la velocidad de la paja y pronto los chorros de semen comenzaron a volar. Nunca le había pajeado tan rápido y la lefa de mi hijo cayó sobre su abdomen, su cama y uno de los chorros cayó en mi pierna. Cuando terminó, pasé mis dedos por su cipote. Volvía a tener mi mano llena de su leche caliente y mis braguitas empapadas. Metí llos dedos en mi boca y comencé a limpiar mi mano con mi lengua ante la mirada de mi hijo.
- Muy bien, ahora ve a comprar. Quítate las bragas antes de irte y damelas.
Le di mis braguitas mojadas y vi como se las acercaba al rostro para olerlas. Recogí la camiseta y me fui a mi cuarto a ponerme un vestido para bajar a la compra. Elegí un vestido verde y unas bragas negras y salí de casa.
Al entrar en el ascensor me encontré con mi vecino de arriba. Un hombre un poco mayor que yo, divorciado.
- Buenos días Guillermo.
- ¿Que tal, Elena?
- Pues nada, a comprar algo para el desayuno.
- ¿Y que tal anoche?
Me quedé mirándolo sin decir nada, sonriendo como una boba. De repente, apretó el botón de parada del ascensor y me agarró una teta por encima del vestido.
- ¿Qué haces Guillermo? Suétame.- Le dije quitando su mano de mi teta.
- Shh, baja la voz vecina. Te escuché anoche follando y sé que tu marido está de ruta en Barcelona.
Me quedé en shock. ¿Cuánto habría oido?
- Guillermo no... era yo sola, ya sabes la soledad...
- Ya, claro. Mira Elena, no le voy a decir nada a tu marido. A mi me da igual que le pongas los cuernos y te folles a quien quieras. Pero quiero tocar tus tetas, siempre me han gustado mucho y me he cascado unas cuantas pajas a tu salud.
- Guillermo ¿qué dices? Venga dale al ascensor y hacemos que estono ha pasado.
- Saca tus tetas de ese vestido y déjame que las magree o hablaré con tu marido cuando vuelva. Vamos, date prisa antes de que algún vecino quiera coger el ascensor.
Metió sus manos por mi vestido y sacó mis tetas fuera mientras yo lo miraba impotente. Comenzó a acariciarlas delicadmente y luego pasó a darme unos apretones algo dolorosos. Yo aguantaba las ganas de llorar del abuso de aquel cabrón. Pasó unos minutos más sobando mis tetas y pezones a su gusto mientras se agarraba la polla con la mano libre. Cuando terminó, metió mis tetas de nuevo en el vestido y le dio al botón del ascensor. Bajamos sin decir nada mientras veía de reojo como se acariciaba la polla por encima del pantalón vaquero. Salí del asensor rápidamente y prácticamente corrí hacia el supermercado. Mientras iba en busca de los dulces, me limpié las lágrimas que afloraban en mis ojos hasta que me tranquilicé.
Aproveché para comprar algunas cosas más y volví a casa. Estaba cerrando la puerta cuando mi hijo llegó completamente desnudo y empalmado.
- Has tardado mucho.
Me quitó las bolsas y las dejó en el suelo. Me hizo dar la vuelta, colocándome contra la pared y me dio un par de azotes muy fuertes en el culo con los que no pude emitir un gemido.
- Desnúdate y prepárame un zumo.
Me quité el vestido y las braguitas, cogí las bolsas y fui a la cocina. Le puse a mi hijo el zumo y el dulce en la mesa y me quedé de pie al lado suya.
- Siéntate en el suelo al lado mia, ábrete de piernas y mastúrbate.
Me coloqué como quería y comencé a acariciar mi coñito mientras mi hijo me miraba a la vez que desayunaba. Empecé a materme los dedos en mi raja húmeda y comencé a follarme mientras gemía para él. Cuando le quedaba algo más de la mitad del zumo, me tiró encima con desprecio. Yo aceleré mi paja mientras el zumo recorría mi cuerpo dejándome pringada. Mi hijo comenzó apajearse frente a mi mientras terminaba su dulce. Después se colocó frente a mi, me sujetó la cabeza mientras con la otra mano guiaba su enorme polla hacia mis labios. Abrí mi boca para permitir la entrada de tan delicioso miembro y mi hijo empezó a presionar hasta que su polla llegó al tope contra mi garganta.
- Sigue masturbándote, mamá, no pares.
Yo seguía castigando mi coñito con mis dedos mientras mi hijo comenzaba a follarme la boca. Sacó su polla y la pasó por mis tetas y volvió a meterla dándome su polla con sabor a zumo. Volvió a taladrar mi garganta hasta que no pude más y eché atrás la cabeza para tomar algo de aire.
- Cada vez aguantas mejor la follada, putita.- Y me soltó una bofetada.
- Ahh. Dame otra vez, amor.
Sonrió y me cogió del cuello. Me apretó mientras yo seguía masturbándome notando como empezaba a faltarme el aire. Me soltó y me propinó otra bofetada mientras aspiraba buscando respirar y volvió a cogerme el cuello. Lo repitió un par de veces y volvió a alojar su polla en mi boca. Poco después, comencé a gemir mientras le chupaba la polla a mi hijo y comencé a correrme. Mi hijo se separó de mi y comenzó a masturbarse apuntando a mi cara.
- No se te ocurra cerrar la boca esta vez.
Cerré los ojos y abrí la boca y comencé a notar como una lluvia de semen caía sobre mi cara, mi boca y mi lengua. Abrí los ojos y vi como mi hijo acercaba su polla a mi rostro, la cogí con una mano y empecé a mamarla y lamerla para limpiarsela.
- Joder que bueno. Ahora limpia esto y ven a la cama.
Cogí la fregona y limpié bien el suelo de zumo. Luego fui al encuentro de mi hijo.
- Túmbate delante de mi y chupa mi culo. No pares hasta que te lo diga.
Ni siquiera me planteé dudar a hacer algo que nunca habá hecho. ¿Quién mejor que mi hijo para mostrarme placeres nuevos? Me tumbé boca abajo entre sus piernas y él las abrió un poco más levantándolas para mostrarme su culo. Comencé lamiendo sus pelotas y bajé hasta posar mi lengua en su agujero. Comencé a lamer y escupir y pronto tuve mis labios pegados a su ano mientras mi lengua hurgaba en su interior.
- Raúl, cabrón, ¿que te cuentas?
Saqué mi lengua de su culo y miré asustada hacia atrás. Volví a mi tarea cuando descubrí que mi hijo hablaba por teléfono.
- Jejeje, eso está bien ¿Te vienes después de cenar a jugar a la consola?
Esta experiencia era bestial. Humillado chupando el culo de mi hijo mientras él quedaba con uno de sus amigos. Alargó una mano y presionó mi cabeza contra su culo para que mi lengua le penetrara más. Yo lamía el sabor de su ano mientras mi coño empezaba a humederse de nuevo.
- No, ahora no. Voy a follarme a una putita en breve. Eso, después de cenar, y traete hierba no seas rata. Venga, hasta luego.
Guió mi cabeza haciendo restregar mi cara y mi lengua desde su culo hasta sus huevos una y otra vez hasta que me liberó.
- Ponte esta almohada en la cintura y túmbate boca arriba.
Me coloqué como me ordenaba. Mi hijo se agachó delante de mi y comenzó a lemer mi coñito. Joder, era la primera vez que lo hacía y gocé como una perra las chupadas de mi hijo. Después bajó y comenzó a lamer mi culo. Mi piel se erizó ante esta nueva experiencia. Mi hijo llenó mi culo de saliva y se levantó poniéndose de rodillas entre mis piernas abiertas. Se escupió en la mano y pasó la saliva por su polla y la colocó en la entrada de mi culito.
- No, Mario - Le dije poniendo una mano en su abdomen.- Nunca lo he hecho por ahí y tu polla es demasiado grande, cielo.
- Aparta tu puta mano de mi.- Me respondió apartando mi brazo de un golpe.- Relájate y todo irá bien.
Mi hijo empezó a penetrarme el culo. Me sentía muy incómoda mientras notaba como su enorme polla intentraba abrirse camino por mi agujero más estrecho.
- Para, Mario, joder me haces daño.
Me soltó una bofetada en el rostro y empezó a golpearme en las tetas.
- ¿Y esto, te hace daño puta quejica? Voy a follarte el culo, mamá. Y se acabó.
Cada vez que su polla entraba un poco más dentro de mi, mi hijo se paraba para que me acostumbrar mientras me daba tortazos en las tetas. Las tenía ya enrojecidas y cada golpe hacía que soltara un gemido de placer y mi coño se humedecía cada vez más.
Finalmente mi hijo alojó su polla por completo en el interior de mi culito. Suspiró y me agarró de mis pezones. Me quedé mirando mis tetas rojas de los golpes mientras mis pezones se estiraban y comenzó a sacar y meter lentamente su polla de mi interior. Mi respiración se aceleró por la mezcla de dolor de mi culo y el placer que me daba mi hijo en mi pezones. Pronto, mi hijo los soltó y me cogió del cuello. Empezó a acelerar la sodomización y me escupía en la cara cada vez que abría la boca para gemir hasta que me soltó del cuello y se dedicó a destrozar mi culo.
- Hijo de puta! - le grité- Eres un hijo de puta, me estás reventando.- Le decía con lágrimas en los ojos pero sin hacer nada por alejarme de su polla.
- Frota tu coño, mamá. Frota tu coño mientras te follo tu culito de zorra.
Hice lo que me decía e intenté centrarme en el placer de mi mano. Poco a poco sentía en mi culo una mezcla de dolor y placer.
- Joder, Mario, que bueno hijo. Vamos revientame.
- Coloca las manos detrás de tu espalda.
Hice lo que dijo y coloqué mis brazos cruzados entre mi espalda y el colchón de la cama dejándo mi cuerpo a su merced. Me estaba reventando el culo de una manera espectacular mientras yo gritaba sin parar. Recordé durante un momento al cabrón de Guillermo en el ascensor y de pronto me pareció muy excitante que me chatnajeara para sobarme las tetas. Quizás cojería el ascensor más a menudo en aquella hora.
- Joder, hijo que bueno eres. Azótame de nuevo las tetas.
- ¿Te ha gustado, verdad zorrita?- Me decía mientras golpeaba mis tetas de nuevo- Eres una perra cachonda y tienes un culo delicioso.
Siguió follándome hasta que saqué un brazo de mi espalda y comencé a meterme los dedos en el coño para follarmelo a la vez que él mi culo y correrme. Grité como una loca mientras el orgasmo recorría mi cuerpo y mi mano se llenaba de flujos. Mi hijo sacó su polla de mi culo y se dio un para de sacudidas para empezar a soltar chorros de semen sobre mi abdomen y mis tetas a la vez que yo iba pasando mis manos restregándome su leche por el cuerpo mientras movía mis caderas.
- Dios, Mario, que pasada, joder.
- Venga, vamos a la ducha que tienes que ponerme presentable para mi colega.
Después de ducharnos me hizo ponerme una camiseta de tirantes roja y unas braguitas negras y me dijo que así iba a estar en el salón con nosotros. Me quedé mirándolo con miedo.
- No te preocupes, mamá. Viene José el pijo. Sólo lo dejamos juntarse con nosotros porque tiene pasta para marihuana y nosotros le defendemos. No se atreverá a enfadarme, te lo prometo.
Cuando llegó José yo estaba sentada en uno de los sillones. Me levanté y fui a saludarle dándole dos besos como mi hijo me había ordenado. La cara del chico se puso roja como un tomate en menos de dos segundos al recibir los besos de una mujer madura en braguitas y, a todas vistas, sin sujetador.
Se sentaron en el sofá y encendieron la videoconsola.
- Carapijo, ¿has traido la hierba?
José se quedó mirándome, incómodo.
- Tranquilo, mi madre es muy moderna. Venga, sácala.
El chico sacó un bote enorme de marihuana. Yo no entendía mucho pero debía de haber bastante dinero ahí.
- Joder, muy bien José. Venga ponte a jugar mientras yo voy liando unos porrillos.
Desde luego José era tan tonto como mi hijo me había dicho. Cuando Mario lió el primer porro, ya se había guardado en el bolsillo del chándal material para tres como el que había liado sin que José se diera cuenta, centrado en la pantalla.
- Toma, mamá, este es el tuyo.
Alargué la mano mientras miraba como mi hijo me sonreía. Yo había fumado hace años pero nunca marihuana. Cogí el mechero que me dio mi hijo, lo encendí, di un par de caladas y tosí.
- Jajaja, está un poco desentrenada pero se lo va a terminar.- Le dijo a su amigo.
La orden estaba dada. Más me valía terminarme el porro. Le di una calada más y lo dejé en el cenicero, de momento.
Mi hijo y su amigo empezaron también a fumar y a jugar con la consola por turnos a fortnite. A mi hijo lo mataban en seguida, a él le intersaba más tocarme las piernas cuando su amigo estaba distraido y fumar hierba. Su amigo en cambió estaba más centrado en el juego. Yo ya tenía mi porro a la mitad y estaba muy mareada. Me reía con cualquier comentario de mi hijo y abría las piernas cada vez que su mano me acariciaba los muslos sin importarme como su amigo se quedaba mirándome.
Después de una partida larga en la que José ganó, mi hijo agarró su cabeza con el brazó y le frotó el pelo. Menudo pringado era aquel chico. Casi la mitad del bote de maría estaba ya en servilletas entre los pliegues del sofá.
- ¿Has visto que bueno es mi colega, mamá? Es un crack. Quítate la camiseta para que vea tus tetazas como premio.
Me quedé sonriendo y mareada mientras miraba a mi hijo y vi como me hacía una señal con la cabeza. Me saqué la camiseta de tirantes por encima de la cabeza y la dejé caer al suelo. Me quedé echada en el respaldo del sofá con mis tetas al ire y mis piernas abiertas sin disimulo.
- Joder.- Dijo José, con los ojos abiertos como platos.
- ¿Te gustan, verdad? Eso son unas buenas tetas de madre y no las de la foca de la tuya.- Decía mi hijo mientras se liaba otro porro.
Me incliné hacia adelante para coger mi porro y terminarlo, mientras veía a José sin apartar de vista mis tetas cuando apuntaban hacia abajo.
- Oye Raúl, ¿cuánto te debo de la maría?
- Joder, ¿cuánto hemos fumado? - Dijo el chico al ver el bote de maría.- Pues unos 15 pavos sería la mitad de lo que falta, Mario.
- ¿Porqué no te echas otra partida? Si ganas mi madre te hace una paja en tetas como pago.
Empecé a reirme debido a la marihuana con el porro en la mano. Joder, era surrealista. Ahora era una puta usada para pagar las drogas de mi hijo.
- ¿Pero que dices Mario?- Respondió José.
- Venga no seas rata, si estás forrado. Venga tres partidas, si ganas te llevas una paja.- Le dijo mi hijo dándole un golpe en el hombro.
El chico se debió concentrar con ganas, porque en la primera partida que jugó, ganó.
- Jajaja, le has puesto ganas a la partida cabrón. Venga Elena, dale su premio a mi colega.
Di la última calada a mi porro y me levanté avanzando hacia José con mis tetas meciéndose. Me arrodillé delante suya y comencé a bajarle los pantalones y los calzoncillos. Tenía una polla bastante decente pero nada que ver con la de mi hijo. Agarré aquella polla y empecé a pajear al amigo de mi hijo mientras éste se acomodaba en el sofá y empezaba a resoplar. Mi hijo siguió con la consola mientras yo iba a lo mio. Cuando tuve la polla de José totalmente dura me di un para de golpes en las tetas, cogí sus huevos con la mano libre y comencé a pajearlo con rapidez. Mis tetas se meneban delante de aquel chico mientras mi mano recorría su tronco a la vez que apretaba sus huevos. Estaba bastante segura de que esta era la primera vez que este chico tenía una experiencia sexual, porque no habían pasado ni cinco minutos cuando se puso tenso y clavó las manos en el sofá.
-¿Vas a correrte, cielo? Adelante, córrete para mi.- Le dije mirándole a los ojos y apretando mi mano sobre su polla.
Sus chorros de lefa no tardaron en salir entre gruñidos disparados de su cipote, cayendo sobre su abdomen y en el suelo. Un chorro especialmente denso cayó en mi brazo y mi mano pajeadora fue cubriéndose se semen. Le sonreí y cogí una servilleta para limpiarme y volví a mi sofá.
- ¿Hace unas buenas pajas verdad? Y ahora escuchame bien- le dijo mi hijo cogiéndolo de la nuca- como le cuentes a alguien lo que ha pasado aquí voy matarte. ¿Vale?
- Claro, Mario. Yo jamás diría nada.
- Muy bien José. Pues ya es hora de irse. Ya te avisaré cuando estemos solos de nuevo. Si es que quieres seguir vendiéndome maría a cambio de mi madre.
- Si tio, avisame, claro.- Le decía José sobándose la polla por encima del pantalón mientras me miraba.
- Pues venga, fuera de mi puta casa.- Y se lo llevó a la calle.
Cuando mi hijo regresó se arrodilló en el sofá enfrente de mi y comenzó a comerme el coño. Me agarraba las tetas mientras gemía sin parar notando la lengua de mi hijo recorriendo mi profundida mientras restregaba sus dedos por mi clítoris. Siguió así unos minutos hasta que le sujeté la cabeza y me corrí en su boca. Su lengua seguía lamiendo sin para recogiendo todos mis flujos.
- Joder, esto está delicioso, mamá. Venga vete a la camaa dormir el colocón que mañana llega papá y tienes que levantarte temprano a limpiar todo esto. Toma- Y me pasó otro porro. - Para que duermas bien.
Se levantó, me comió la boca y me dio un fuerte azote en una teta. Me fui a mi habitación fumándome mi porro y disfrutando de la sensación de ser tan buena puta para mi hijo.
Continuará...