Las pajas de Irene (1)

Cómo me masturba una chica por primera vez en su sofá.

Acabábamos de conocernos ella y yo el día anterior, habíamos pasado la noche besándonos y lo más lejos que había llegado había sido a lamerle sus duros pezones en la oscuridad de su cuarto. Irene era una chica que vivia sola ya que su compañero de piso se había mudado de ciudad recientemente.

Irene tiene 19 años, es muy alta (1,80), pelo ondulado castaño y unas tetas medianas y perfectas. Después de estar toda la tarde fuera, volvimos y nos sentamos en el sofá para seguir enrollándonos. Besaba realmente bien y me encantaba que estuviese encima mío metiéndome su lengua en mi boca. Ella era una chica muy tímida, ni siquiera le había visto bien las tetas y sabía que era virgen. Creía que nos pasaríamos toda la tarde besándonos como la noche anterior, pero de pronto sucedió.

Ella respiraba muy fuerte, estaba tremendamente excitada y sabía que tendría el coño húmedo, se estaba poniendo muy cachonda y yo también, cada vez nos besábamos más apasionadamente y nos movíamos uno encima del otro, casi haciendo como si follásemos aunque no nos habíamos quitado la ropa. Le empecé a besar el cuello y ella casi gemía, estaba disfrutando mucho. Notaba mi dura polla a través del vaquero al estar encima de ella, pero ella seguía con las manos en mi cabeza o en mi pecho. Me quitó poco a poco la camiseta sin decirme nada, pero en su mirada se veía lo cachonda que estaba.

Me quedé en vaqueros y ella no se había quitado nada, me agarraba por mi espalda desnuda para acercarme a ella y casi me clavaba las uñas. Parecía que iba a tener un orgasmo sólo de la excitación que tenía del suave frotamiento de nuestros vaqueros. No esperaba que hiciese lo que hizo, pero me sorprendió agradablemente haciendo algo que necesitaba desesperadamente, masturbarme. Primero metió su mano disimuladamente por debajo de mi pantalón, rozando mis piernas delicadamente y luego puso la mano encima del calzoncillo, sobre el bulto que formaba mi dura polla.

Hazlo, quería decirle, necesitaba que liberase mi pene de una vez por todas.

Finalmente, y tras unos segundos de indecisión, me la agarró por primera vez y notó lo caliente que estaba. Era la primera polla que tocaba, y pronto le gustó el tacto. La recorría delicadamente de arriba a abajo con su mano mientras seguía respirando fuertemente. Pronto, el ritmo de la paja fue subiendo a pesar de la incómoda posición para ella al estar yo encima suyo. Le dije que era mejor que estuviese debajo yo, y así hicimos.

Se sentó en el sofá, yo me acosté y me quité los pantalones, dejando al descubierto mi polla. Nos besamos un momento pero ella rápidamente dirigió su mano entre mis piernas y siguió con la paja. Ambos estábamos disfrutando mucho, era la primera de las miles de pajas que me haría después. Ella no dejaba de mirarme a los ojos y a veces bajaba su vista hacia mi polla, lo hacía realmente bien para ser su primera vez. Le quité la camiseta y el sujetador mientras ella no paraba de machacármela, quería verle las tetas mientras me masturbaba. Ella fue acelerando la velocidad con la que movía su mano y no nos decíamos nada, sólo nos mirábamos con deseo. Yo gemía y sabía que pronto me correría. Así fue, una sensación increíble me invadió mientras salía el semen de mi polla, manchándole sus vaqueros y su hasta el momento inocente mano. Le abracé y le noté pringosa de mi semen. Luego nos quedamos mirándonos, ella sonreía y parecía que le había gustado hacerlo pero a la vez se sentía avergonzada de haberse dejado llevar por sus impulsos. Pocas horas después repetiríamos varias veces en su cama y poco a poco fui descubriendo lo zorra que era....