Las orgías de Lily (3)

Toda orgía tiene su "cirimonia" previa. Johnny no está seguro de si está especialmente ansioso o especialmente nervioso. Le preocupa más quedar bien que divertirse, aunque la diversión esté asegurada.

LAS ORGÍAS DE LILY III

El viaje no duró más de media hora, el camino de tierra ascendía y rodeaba montañas y precipicios. Gervasio conducía con absoluta seguridad y Lily no cesaba de parlotear sobre cómo preveía que se desarrollaran los acontecimientos. Hizo especial hincapié en que tratara de ser muy amable con los anfitriones, aceptara o no ser reclutado, eran personas poderosas, cuya ayuda nunca estaría de más. Yo me sentía un poco aburrido de tanta cháchara y estaba deseando entrar en acción. La primera orgía es como una especie de bautismo de guerra, luego te lo tomas con más tranquilidad.

Nos pararon media docena de veces en varios controles y al llegar a la verja que cerraba el camino a la mansión nos tuvimos que apear y dejar que nos cachearan y examinaran a fondo nuestro equipaje. No hubo consideraciones ni con la jefa. Me estaba hartando tanta medida de seguridad, parecíamos guerrilleros regresando a la base. Una vez cacheado me entretuve en contemplar la mansión desde la verja. La noche había caido sobre el valle como un manto negro de silencio y oscuridad. A lo lejos se oyó aullar un lobo solitario. Luego me enteraría que la mansión era utilizada, aparte de residencia para alguna que otra orgía a lo largo del año, como refugio de aristócratas cazadores que perseguían caza menor y mayor. El valle estaba cercado en su totalidad por una valla, electrificada por dentro con el fin de repeler y asustar a los animales y por fuera con algunos voltios más que podían dar algo más que un susto a los intrusos. Numerosos avisos en rojo remarcaban una y otra vez que se trataba de una propiedad particular, que estaba prohibido el paso y que la verja se había electrificado, peligro de muerte.

El invierno estaba a la vuelta de unos días y a mi me daba en la nariz que podía ponerse a nevar en cualquier momento. El aullido del lobo me estremeció. Observando la mansión, tenuemente iluminada por unos focos que desde el jardín pintaban toda la fachada con una luz lechosa, me dije que si en algún momento la ficción invadía los linderos de la realidad muy bien hubiera podido encontrarme con el conde Drácula calentando sus gélidos huesos sentado frente a una chimenea donde ardían resinosos troncos. La posibilidad de que a lo largo de la noche y mientras dormía apaciblemente, acunado por eróticos y encantadores sueños, fuera asaltado y mordido en el cuello por jóvenes vampiras ansiosas de sorber mi sangre y exprimir todo mi líquido seminal, me puso la carne de gallina. Por un momento me pudo la imaginación. Fantaseé con la idea de que Lily fuera en realidad una perversa vampira, al servicio de algún malvado conde Drácula y que aquella mansión fuera el imperio, no de los sentidos, sino de repugnantes criaturas de la noche.

Sentí una fria mano en mi hombro y a punto estuve de echar a correr y no parar hasta llegar a algún mesón civilizado. Al volverme pude ver la cara sonriente de Lily que parecía estar disfrutando por anticipado de los suculentos placeres de la orgía que se avecinaba.

-¿En qué estabas pensando, Johnny?. Si no te conociera tan bien habría jurado que te estremecías de miedo.

-No te equivocas. Fantaseaba con la posibilidad de que esta mansión perteneciera al conde Drácula y de que tú fueras una vampira, pero de las de verdad. No puedo imaginarme que tus negocios den para tanto. Seguramente has vendido tu alma a esa repugnante criatura de la noche a la que llaman Drácula.

-Ja,ja, Johnny. Siempre me sorprendes. Contigo nadie se aburre. Puedes estar seguro, no faltarán vampiresas que a lo largo de estos días y noches te sorberían hasta la última gota de tu sangre, si te dejaras. Si el conde Drácula existiera ya me habría dejado vampirizar con tal de poder pasarme las noches en extenuantes orgías con las criaturas más bellas del mundo. Tú serías el primero al que transformaría en vampiro. Para que pudieras hacerme compañía durante toda la eternidad.

-No creas que no me atrae la idea de ser joven para siempre, enzarzado noche tras noche en ardientes batallas con las jóvenes más bellas. Pero eso de chupar sangre me resulta repugnante. ¿Los vampiros no se podrían alimentar de otra cosa, por ejemplo de los jugos sexuales?. Los creadores del vampirismo eran realmente perversos, no crees.

Lily me echó los brazos al cuello y me dio un largo beso de vampira. De haber sido realmente una criatura de la noche ahora yo estaría muerto, transmutado en un horrible ser de largos colmillos, sangre fría como la de los lagartos y polla de semental, pero recién salida del refrigerador. Imaginé cuántas hermosas mujeres serían necesarias para calentarla y me estremecí, esta vez de placer. Subimos de nuevo al coche que nos dejó frente a la escalinata de la entrada. Nos abrió la puerta un mayordomo al que me dio miedo mirar por segunda vez. Parecía el más viejo ayudante de Drácula. Alto, delgado, enfundado en su frac, manos largos y venosas. Sentí curiosidad por ver si también tenía dos colmillos largos y afilados, pero no se dignó obsequiarnos con una sonrisa.

Ya en el interior y mientras la servidumbre se hacía cargo de nuestro equipaje y lo subía, por el ascensor de servicio, a nuestras habitaciones, tuve un gran placer en saludar a quienes harían de anfitriones de la fiesta, al menos eran ellos los que sufragaban los gastos. El placer fue muy especial cuando tomé la mano que se me ofrecía y posé en ella mis labios. El anfitrión no me interesó demasiado. Un hombre alto, delgado, canoso, perfectamente vestido y acicalado, con pinta de ser más francés que el conde de Saint Germain. En cambio su jovencísima esposa me dejó tan alelado como un adolescente al que acabaran de presentar a la mismísima Julieta como su nueva madrastra. Se trataba de una francesita de unos veinticinco años, no me hubiera atrevido a ponerle ni un día mas encima de sus hombros desnudos. Vestía un traje de noche, en rojo terciopelo, que acariciaba cada curva de su juvenil cuerpo, como hubiera hecho yo de haber podido. El descarado escote dejaba al descubierto hasta la parte superior de ambos pezones y el collar de amatistas y jades que ornaba su cuello no era nada comparado con la hermosura nívea de aquellos pechos. Amplia de caderas, estrecha de cintura, de largas piernas, su cabecita de hada perversa no quedaba muy por debajo de mi cuello. Era muy alta,aunque lo más sorprendente y atractivo estaba en su rostro perfecto, de piel suavísima, iluminado por dos grandes ojos azules, que acariciaban al mirar.

Lily me los presentó como el marqués de Saint Cyr y su esposa Claire de Lamouille. El marqués estrechó mi mano con enorme fuerza, como si quisiera retenerme allí para siempre y besó a Lily en la boca muy largamente. A punto estuve de tomarme la libertad de hacer lo mismo con Claire de Lamouille pero me contuvo la casi certeza de que aquella preciosa jovencita acabaría entre mis brazos a lo largo de algún momento de aquella orgía. Eso era seguro, porque Lily me había amonestado contra los rechazos de mujeres. Se trataba de una orgía heterosexual, ningún hombre me haría proposiciones, pero estaba muy mal visto rechazar los ofrecimientos de las partes contrarias. Podría acarrearme la expulsión fulminante. Ella tampoco se atreverá a rechazarme, pensé, aunque lo que realmente me preocupaba era el acoso de las damas, la falta de tiempo.

Hechas las presentaciones nos dirigimos a un saloncito donde nos esperaba un ligero tentenpié. Café o té, sandwiches y bebidas más fuertes para los atrevidos. Me serví un sandwich de atún y acepté un bourbon que escanció el marqués. El se sentó en un diván al lado de Lily que se sirvió un té y yo dejé que mi muslo rozara el de Claire que tenía en las manos una taza de café. La conversación entre Lily y el marqués se hizo enseguida fluida. Por un momento temí que mi hermosa Claire se comportara con frialdad, pero fue todo lo contrario. Quiso saber de mi, de mi vida, de mis ideas, de mis placeres. Poniéndome una mano en el muslo y acercando su deliciosa boquita a mi oreja, me susurró:

-Lo sé todo sobre Lily y ella me ha contado todo sobre ti. No tienes que hacer teatro conmigo.

Aprovechando su invitación me sinceré. Comenté que esa sería mi primera orgía y que me sentía un poco nervioso. No estaba acostumbrado a poner mi intimidad a la vista de los demás. Ella me habló de los ritos antiguos, de las orgías rituales en las grandes celebraciones, de los misterios. Comprendí que trataba de aleccionarme para proponerme antes o después la participación en los rituales de su sociedad secreta. Lily ya me había puesto en guardia, aunque todas mis prevenciones se fueron por tierra al conocerla. La conversación estaba en lo mejor, yo me sentía muy unido a Claire que me explicaba cómo un cuerpo desnudo no debería intimidarnos más que otro vestido, cuando el mayordomo nos interrumpió. Estaban llegando más invitados. Nos despedimos de los anfitriones dirigiéndonos a nuestra habitación para descansar un rato antes de la cena.

Lily me cogió del brazo y cuando estuvimos suficientemente me preguntó qué impresión me había causado Claire de Lamouille. Respondí que la mejor. Era la jovencita más adorable que nunca conocería. Mi patrona se sonrió y apretándome el brazo me habló seriamente.

-Nadie se resiste a los encantos de Claire de Lamouille. Podría incluso hacer de ti un asesino, Johnny. Por eso tienes que estar alerta. Disfruta de su cuerpo todo lo que puedas pero trata de no dejarte atrapar en las redes de su encanto. Yo he participado en algunas de sus orgías rituales, pero nadie sabe muy bien en qué consiste esa sociedad secreta. Puede que tú les entiendas mejor, al fin y al cabo sabes mucho más que yo de esas cosas, pero antes de tomar cualquier decisión consulta conmigo. Puede que no puedas volver a salir de su tela de araña. Yo tuve que hacer valer todo mi poder para que mi decisión de no volver a participar fuera aceptada.

-¿Cres que son tan peligrosos como para retenerme?.

-A mi todas esas cosas ocultas me dan mucho miedo, Johnny. No sé si su magía podría alcanzarte, pero de lo que sí estoy seguro es de que tienen mucho poder, hay mezclada gente con mucho dinero y con altos puestos en la política. Hazme caso. Yo que tú me lo pensaría muy mucho. Antes de seguir tras del culo de Claire infórmate bien. Luego es posible que no puedas volverte atrás.

Aquello me preocupó. Conociéndome como me conozco nunca dejaría pasar por mi lado un cuerpo como el de Claire sin intentar disfrutar de sus encantos y una vez metida la polla en la olla lo difícil sería que alguien no la tomara por una salchicha sin dueño. Llegamos a nuestra habitación ( Lily había decidido que era mejor dormir juntos -lo poco que pudiéramos- que tener habitaciones separadas donde siempre podría intentar introducirse algún interesado en continuar la orgía fuera del salón. Eso estaba prohibido pero no se podía controlar a todo el mundo. Por otra parte Lily no las tenía todas consigo. En una orgía siempre podía colarse algún perturbado o perturba con armas, a pesar de los controles, y buscarle las cosquillas a los amantes de su pareja. Nos desnudamos sin muchas ganas de bromas y nos dispusimos a descansar un rato antes de la llamada general para cenar y el comienzo de la orgía.

Continuará.