Las Olas (3)

Recuerdo todas las noches aquella mañana veraniega...

Las Olas II

Recuerdo a Andrés todos los días. Aquella mañana es una obsesión imposible de quitar de mi cabeza. Por las noches, al cerrar los ojos en el primer intento de conciliar el sueño, veo la imagen de él como un flash. Me suelo sobresaltar de sólo recordar como jugaba con mi coñito. Imagino su boca chupando mis pezones, y en un instante mi cuerpo sube de temperatura varios grados.

Esta noche también me han venido estos recuerdos. Me arrepiento muchísimo de no tener tu número de teléfono para llamarlo. Le llamaría ahora mismo. Le deseo, deseo su cuerpo. Bueno, sinceramente deseo sentir todo el placer que me dio con su boca. Deseo abrir mis piernas y notar su presencia. Quiero que su boca bese mi coño. Quiero temblar de placer con su lengua dentro de mí. Le necesito como a una droga. Quiero que llene toda mi vagina de él, quiero verle chupar y chupar sin parar. Quiero… ufff

Otra vez igual. Sus recuerdos me excitan tanto… vaya, creo que estoy empapada. Ahora me siento incómoda y mojada, y me acabo de duchar. Bueno, no hay nada malo en tener estas sensaciones, al contrario, son de lo más placenteras en años. Pocos polvos recuerdo con igual regocijo que el orgasmo con Andrés.

Mmm, vámonos a la camita María. Con el nórdico este no necesitaré pijama, se está muy calentito aquí dentro. ¡Ala!, fuera pijama, en braguitas se duerme muy bien, jajaja.

Estas sola, nadie molestará tu imaginación. Y no paro de recordar lo mismo. No puedo quitármelo de la cabeza. Uff, me sobran hasta las braguitas, a ver… joder, pues si que estoy empapada de sólo pensar en él.

Mmm, Andres, si mi mano fuera tu lengua, ojalá pudieras estar aquí y hacer con ella lo que hago con mis deditos ahora. Mmm que gusto María. Me estoy poniendo muy cachonda yo sola, jajaja. Joder, corazón, sigue, sigue penetrando mi coño, jajaja. Que habilidad tengo con los deditos pulgar y corazón. Mientras el corazón me penetra sin compasión, el pulgar acaricia mi clítoris de placer. Uff, ya tengo los pezones duros… mmmm, Me encantan lamerlos yo solita. Casi no me hace falta Andrés para disfrutar.

Ohh, María, ahora sí que estoy poniéndome muy pero que muy cachonda….

Con pausas de silencio de duración corta, el monólogo dejó de existir para dar paso a todo tipo de sonidos y gemidos de placer:

Ahhhh...

Mmmm

Ohhhhhhh

Todo esto ocurría mientras María tenía su mano derecha ocupada con su coño y la izquierda apretando sus pechos imaginado todo aquello con Andrés. Ella, que nunca había practicado el autoplacer, ahora lo necesitaba cada vez que se acordaba del muchacho, cosa que ocurría todas las noches.

Al llegar a orgasmo sacaba su dedito del coño lleno de líquido de placer, surgido de dentro de ella. Así se dormía todas las noches pensando en encontrarse algún día al joven muchacho, para poder recordar aquel primer y único encuentro que tanto la marcó y que de tanto le sirve por las noches al irse a la cama antes de dormir.