Las nuevas vecinas me ponen la polla fina

Las tres eran unas jacas deseables y apetecibles, y yo, don Juan empedernido y empotrador por hobby y afición, se me presentaba una difícil asignatura que aprobar.

De vuelta a mi morada y tras un descanso campestre fenomenal, donde había tenido una actividad lujuriosa que me produjo unas sensaciones placidas y sugestivas, normalicé mi vida y seguí con mi rutina.

Me llamó la atención gente nueva que vi en el edificio, en particular observé la presencia de desconocidas jóvenes, que estaban de muy buen ver, al coincidir con ellas en el portal y en la escalera del inmueble.

Hablando con algunos vecinos me confirmaron que durante mi ausencia habían alquilado justamente el piso contiguo al mío, sus residentes eran tres chicas muy monas, me había cruzado con alguna y destacaban por sus buenas curvas y su bella fisonomía.

Fui observando el panorama y me documenté sobre las fenómenas y atrayentes jovencitas, utilicé mi tiempo libre en curiosear sus entradas, salidas, horarios y existencia en general, para así, conocer sus hábitos y costumbres, esto hizo también que planease encuentros casuales con ellas para examinarlas y contemplarlas, a los maduros jubilados nos gusta jugar, de vez en cuando, a los detectives, es un proceder entretenido de emplear el tiempo.

Cuanto más las espiaba, más me convencía que eran unas mujeres bellas, activas y resueltas, por lo tanto, dignas de mi admiración y candidatas a ser empotradas por este caballero que tenía tan exaltada su virilidad.

Cada una de ellas tenía sus características particulares y sus encantos personales que hacía que sintiese fascinación por ellas, eran tres pibones de los que contemplas y te quedas medio atolondrado de lo despampanantes y atractivas que resulta su aspecto.

Franchesca era la de más edad, tenía 28 años, de tez y pelo morena, ojos oscuros, talla media 1,68 cm., buen tipo, con hermosas tetas y buen trasero, tenía rasgos italianos pues su madre procedía de allí, y en su nombre se reflejaba esa ascendencia. Paulita, que así se llamaba otra de ellas, era la más joven, 26 años de edad la contemplaban, era rubia, de ojos azules, talla sobre 1,70 cm., pechos normales, con una cara risueña y una candidez en su rostro que la hacían llamativa y cautivadora a los ojos de las personas que la rodeaban, resaltaban en ella su anchura de caderas que la dotaban de un hermoso pandero, digno de ser profanado y disfrutado. Y por último, la tercera en discordia era Sandra, tenía 27 años, más o menos de la altura de Franchesca, buenas curvas, unos tetas bien puestas y unas nalgas provocativas e insinuantes, una morenaza de armas tomar, una macizota de estas que te quita el hipo.

Con todo este plantel me encontré al regreso de mis vacaciones en el ambiente rural de mis ancestros. Este horizonte hizo que mi mente comenzase a trabajar y a maquinar las historias y aventuras que me podía montar con aquellas pimpollas tan ricas y buenorras.

Observando sus quehaceres diarios, incrementé mis tropiezos casuales con ellas, de tal manera que sirviese para que mis estupendas damiselas fuesen conociendo y atisbando que en su edificio vivía un apuesto gentleman, servicial y atento, que para su regocijo podían tener a su disposición en alguna de sus fantasías sexuales, con la posibilidad de utilizar dicho personaje en la realidad y poder hacer real y verdadero sus sueños calenturientos.

Está demostrado, que tanto hombres como mujeres, en alguna de sus etapas de la vida les encantaría tener una experiencia sexual con personas mayores que ellos, es el impulso de los famosos complejos de Edipo y Electra. Una mujer se puede sentir atraída por la personalidad de un señor de más edad que le trasmite seguridad, y además le recuerda el sentimiento de admiración y cariño que pueda tener por la imagen de su padre.

Mi periplo de conquista hacía aquellas damiselas empezó con un aumento de mi visibilidad, que notasen mi presencia en lo cotidiano de su entorno, mayormente siempre en las inmediaciones de nuestra vivienda, pues era el lugar más fácil donde hacerme palpable.

La verdad es que las tres eran unas jacas deseables y apetecibles, y yo, don Juan empedernido y empotrador por hobby y afición, tenía una difícil asignatura que aprobar, pero nunca hay que espantarse ni tener miedo a tus deseos y a tus metas. Nada que merezca la pena es fácil, el mundo es de los valientes; con estas premisas me autoconvencía que podía lograr mis aspiraciones de persona viciosilla y amante del sexo.

Con estas directrices en mi cabecita empecé a actuar, y cada vez que me encontraba con ellas, me mostraba amable, servicial y campechano. Les ofrecí mi ayuda y colaboración para cualquier necesidad que tuviesen, esto era importante al ser uno de sus vecinos del rellano y por tanto muy cercano a su hábitat de residencia.

Y aconteció, que un fin de semana, la más benjamina, Paulita, se quedó sola en el piso y sufrió un percance, cerró la puerta de la casa y se dejó las llaves puestas. La pobre tenía un panorama bastante delicado y decidió llamar a mi puerta para que la aconsejase que podía hacer; con la experiencia adquirida a lo largo de mis años la solucioné el problema, esta situación ya se me había planteado en alguna otra ocasión y sabía cómo proceder y tener éxito en la gestión. Con mis habilidades conseguí abrir la puerta y resolver aquel desafortunado suceso. La chica se sintió gratamente aliviada, y el nerviosismo del primer momento se transformó en calma y sosiego. Su rostro expresó tranquilidad y alegría, y por todo lo sucedido se le ocurrió la idea de invitarme a cenar. Entré en mi domicilio y me preparé para ir bien acicalado a la invitación que tan sorprendentemente había recibido.

Mi cerebro generó un proceso de sueños y fantasías sexuales donde me veía disfrutando con aquella potente leona, teniendo relaciones íntimas y terminando con un polvazo apoteósico; mi mente pecaminosa actuó sobre mi subconsciente y le estimuló para que éste pensase todas esas ilusiones e inventivas que tanto nos atraen y nos satisfacen.

Acudí bien puesto y perfumado a mi cita, y ella me recibió también con un atuendo elegante y mono. Portaba un vestido negro ceñido que le hacían resaltar sus curvas, marcaba bien sus moderados pechos y el buen pompazo que tenía, le llegaba hasta por encima de la rodilla, y dejaba ver sus buenas patorras, para terminar enfundada en unos zapatos de tacón, a juego que realzaban más aquellas pantorrillas.

La comistela fue suculenta y rica, y pasamos un rato agradable. Una vez finalizada le ayudé a retirar los utensilios de la mesa y hubo algún leve rozamiento entre nosotros, con su culete golpeo mi entrepierna en varias ocasiones, y este acto reflejo estimuló mi organismo, en particular mi arma secreta. Todo se desenvolvió en un clima de normalidad y cordialidad, pero para mí aquella coyuntura era favorable para intentar realizar mis libidinosos caprichos, y además lo sucedido me infundió energía en mi aparato y ánimo para conseguirlo.

Una vez acabamos de recoger y tras estos toques tan sugestivos que la fémina me atizó y que levantaron mi moral, mi miembro empezó a desperezarse. Seguidamente nos trasladamos al salón a degustar un café con pastas y una copa. La conversación sobre nuestras vidas y sobre cosas cotidianas se fue desarrollando de una manera contigua, para terminar hablando de relaciones sentimentales y sexualidad. Me comentó que era libre como una paloma y que cuando le apetecía tener algún rollito con alguien que mereciese la pena, se daba manga ancha para disfrutar y gozar.

Las copas que fuimos tomando nos fueron acercando más y la verborrea hizo que nos conociésemos más en profundidad, nuestro decoro se fue transformando en descaro, y noté cómo a aquella fémina le gustaba mi proximidad; sus manos iniciaron unos movimientos que merodearon y tocaron mis partes púdicas, y a la vez más excitables.

Con el ji, ji y el ja,ja, la gata se fue acercando cada vez más a mi espacio vital; el vestido también perturbaba lo suyo, sentada hacía que se la viesen los buenos jamones que la criatura tenía, me estaba poniendo cardiaco, y mi mástil comenzó a mostrarse a lo bruto, el rabo se puso tieso, y ella se percató del bulto aparecido.

Esta cuestión es irremediable para los hombres, no podemos disimular cuando estamos agitados y encendidos por una tigresa interesante y sugerente, éste era mi caso, mi nabo estaba reventando y quería salir de su prisión.

Al ver aquel paquete, Paulita se dejó llevar por su desvergüenza y me dijo:

-Luis tienes la verga tiesa porque se te ha hinchado la bragueta. Yo respondí:

-Paulita que observadora eres, no me había dado cuenta.

Nos reímos como tontos, ante una conversación de alcahuetes, pero la realidad estaba ahí.

-Luis, ¿de verdad estás empalmado?

-Sí bonita, tú lo estás viendo, me has puesto brutote.

-¿Pero que he hecho para alterarte de esa forma?

-Vamos a ver Paulita, eres una joven muy bella y estás pero que muy buena, a esto hay que añadir que mi fisiología es muy sensible ante ciertos encantos femeninos, no puedo aguantar tanta hermosura, mi organismo se altera, y en particular mi instrumento se inflama y engorda que da gusto.

-Sí, sí, ya lo he notado, y sabes Luis, a mí me gusta jugar con esa herramienta.

La niña estaba picantona y tenía ganas de juguetear, no sabía con quien se las gastaba, con lo que a mí me gustaba el dulce, aquella hembra era una perita en dulce y yo tenía unas ganas locas de catarla.

Con su insinuación decidí echarle más mordiente a la cosa, y la susurré:

-Paulita, pues mi flauta está deseosa de ser liberada, ansiosa que la toquen y practiquen con ella.

-¡Ay Luis! que interesante se pone la cosa.

Se arrimó a mí y comenzamos un morreo donde su lengua y la mía degustaron unos apasionados estímulos de chupeteo y baboseo, que nos sirvió para calentar el momento.

Mis manos empezaron a corretear por su cuerpo para sobar todos sus suculentos atributos, pero esto no era suficiente, quería tocarlos al natural y la despojé del vestido, para ir después quitando cada una de sus prendas íntimas. Cuando la tuve desnuda, recorrí sus pechos lentamente, besando y succionando sus pezones, amasé sus nalgas, resbalando las yemas de mis dedos por sus posaderas, me deslicé por todos los sitios tan exquisitos que tenía. Todo su cuerpo se erizó de gozo y deleite, y yo me encendí de tal modo, que se me puso el capullo como una longaniza.

Por su parte, ella se había sumergido dentro de mí, quitándome toda aquella vestimenta que la estorbó, se había apoderado de mi porra y la masturbaba con un talante suave y sensual, produciéndome un cosquilleo que me regocijó y me embelesó.

Continuamos con nuestro juego erótico y la leona se puso de rodillas para obsequiarme con una mamada que me dejó sin respiración, que estilo de recorrer mi troncho con su lengua, que forma tan sugestiva de comerme los huevos, cómo jugaba la muy golfa con mi glande, me dejó con los ojos en blanco del placer que me estaba suministrando, que chupadora tan excelente.

Viendo que podía acabar con mi resistencia, reaccioné para equiparar fuerzas; la hice sentar sobre el sofá y abriéndola bien de piernas empecé a realizarla un cunníngulus que la dejo sin ápice de reacción, mis lametones en su clítoris y mis chupadas y frotamientos en sus labios vaginales la enloquecieron y deleitaron de tal manera que no pudo soportar el poder expresarlo:

-Aaaahhhhh………………..Luis, que rico, me estás poniendo más caliente que el rabo un cazo, oooohhhh…………..….qué maravilla.

Yo seguí trabajando sus partes erógenas, devorando su vulva para que se derritiese y pidiese más.

-Oooohhhhh………….Luis, que sensaciones, no me hagas estas cosas tan ricas que no soy persona.

-Disfruta golfilla.

Cuando se vio al límite me dijo:

-Basta, quiero follar contigo, quiero que me penetres con ese rabo tan juguetón que tienes.

Me senté sobre el sofá y me atizó una pequeña mamadita para revitalizar mi lanza, ésta lo agradeció y se puso enseguida en forma, marcando el norte.

Cuando fui a penetrarla me aclaró que para no tener problemas prefería consumar el acto por el culo, ya tenía experiencia y le gustaba aquella práctica. Se subió encima de mi polla y empezó una cabalgada, deslizándose por el tronco de mi badajo, esto me hizo experimentar tales convulsiones de placer que me derritió de gusto, su estilo de subir y bajar sobre mi falo me retorció de gozo, que locura de placer, que satisfacción, que regocijo.

A medida que intensificó el movimiento el goce se fue acrecentando y ella lo expresó:

-Aaaaahhhhh…………..que rico, sí, sí, como me gusta.

-Sigue así zorra, esto es sensacional.

-Sí, sí, Luis, que follada, dale toda tu tranca a mi culo, clávamela así, asíiiiiiiiiiiiiiii…………….

-Sí, sí, pedazo de guarra, así, así, no pares, no pares.

-Oooohhhhh…………..Luis, que vergota más estupenda tienes, que gustazo me da, dale alegría a mi ojete.

-Sí zorrona, no pares, que movimiento más excitante me estas arreando.

-Sí Luis, te estoy haciendo la batidora, así, así, ¿te gusta?

-Sí, síiiiiii……….zorra, que bien lo haces, me vas a sacar el jugo.

-Sí, sí, Luis, te estoy sintiendo, que tieso tienes el palote, madre mía que sensación, oooohhhhh…………creo que me va a venir.

-Sí, disfrutalo hasta que te sacies, cabalga así, así…….., me voy a correr pedazo de guarra.

-Síiiiiiiiiiiiiii, oooohhhhh…………Luis, me viene, me viene, aaaahhhhh………..que bien, que rico, que rico.

-Aaaaahhhhh………..Paulita, me corro, me corrooooo…….., que zorra tan estupenda eres, aaaahhhh…….ha sido genial.

La vacié todo mi depósito de semen dentro de su trasero y mis calderines quedaron sin sustancia.

-¿Te ha gustado?

-Me ha maravillado.

-Sabes, para ser un madurito ha sido una experiencia muy estimulante y satisfactoria.

-Ya sabes Paulita, estoy a tu disposición para cuando quieras.

-Lo tendré en cuenta, pero recuerda que soy una paloma libre.

-Sí, sí, pero te encanta follar.

Ya había caído la primera vecina, había que planear cómo hacer sucumbir a las otras dos, nunca hay metas fáciles, pero nada es imposible cuando la voluntad y el esfuerzo es total, seguiré contando…………………

Muchas gracias a los lectores que me han apoyado para seguir escribiendo, su ánimo es un revulsivo que hace que continue con esta particular afición. Enviarme comentarios para mejorar, estimular y animar mi capacidad creativa. Correo luiscalenton35@gmail.com . Gracias amigos.