Las nueva tecnologias
una experiencia gracias a los mensajes telefónicos, donde conocí a una mujer de lo más fascinante y atractiva.
La historia que contaré es gracias a las nuevas tecnologías y a sus prestaciones. Soy un hombre de 48 años, separado por dos veces y con tres criaturas, total un cromo de vida, pero a veces la vida té da sorpresas, a nivel sexual no tengo nada que aprender ni nada que enseñar, tengo relaciones esporádicas, y no me puedo quejar.
Bien volvamos a la historia.
Un día mi crío de ocho años me hace descargarle por el móvil una canción para utilizarla como tono, bien seguí todos los pasos necesarios, hasta que la canción se descargo, a los pocos minutos me envían un mensaje con no se que historias de un chat, total que como uno es un pardillo en estas cosas, resulta que al bajar la canción, me habían colocado también en un chat, bien hasta aquí no pasa nada de especial.
En los días siguientes empezaron a llegar mensajes de supuestas personas, que querían conocerme, pensé que vaya manera de engañar a la gente, hasta que recibí un mensaje que decía:
"soy Pamela, me gustaría conocerte, dicen que soy guapa y me apetecería salir con alguien interesante, ¿cómo te llamas?." Y si quería ponerme en contacto que enviara otro mensaje .
Al principio no le hice mucho caso, pero al repasar los mensajes, no sé porqué pero me dio un respingo (rampa en todo el cuerpo), y me guié por la corazonada, conteste.
Estuve esperando durante unos días y ya se me había olvidado, cuando recibo otro mensaje de Palmira, y me decía que estaba interesada en conocerme y casualmente estaría aquel fin de semana en Barcelona, le conteste y vía Chat concertamos una cita, sábado por la noche cena y de cicerone por la Barcelona nocturna.
No sé pero a mi edad era toda una experiencia, cita más o menos a ciegas, quedamos en el restaurante, y como es normal yo llegue antes, supongo que entre las mujeres esta la proverbio "que lo bueno se hace esperar", me tome una cerveza en la barra, sinceramente y perdonarme, era por si tenía que salir corriendo, al cuarto de hora entro una mujer de media melena castaño claro, de unos treinta y tantos años, 165 cm. de altura y unos 60 kg., vestida con falda hasta la rodilla y una blusa abotonada por delante, dejando un escote agradable, tentador y que ocultaba unos pechos de buen tamaño, la falda se le ajustaba a una figura equilibrada, tenia las curvas en su sitio y sin exageraciones, zapatos de tacón, me la miré y no, no podía ser esa mujer, le preguntó algo al camarero y este después de escudriñar el restaurante, me señaló, y ella con un caminar lento se acercaba a mí, yo me trague la cerveza que tenía en la boca de un golpe, hasta me hizo daño el esternón, me pregunto por mi nombre y al contestar dijo: soy PALMIRA.
Ahora podía describir su rostro, guapa ojos claros, verdes con tonos marrones, con labios deseables y una voz tenue, vaya no era mujer de Chat o es que es una leyenda que en el Chat solo están los que en la vida no han encontrado a alguien por "raros".
Nos sentamos y elegimos los platos, durante la cena, conversación, supongo que lo habitual entre dos desconocidos, de gustos, de trabajo, de la vida.
Me comentó que estaba casada, que no tenía hijos, que trabajaba de comercial de una multinacional, que viajaba mucho, que todo estaba bien pero que no sabía el porque pero necesitaba algo más, diferente y atrevido.
De sexo poco, total que me fui haciendo a la idea que un rato agradable en compañía de una bonita mujer y para casa.
Decidimos ir a la Barcelona alta y fuimos a un bar-terraza que hay en los pies de la montaña del Tibidavo, tomamos unas copas y la cosa se fue animando, ¿el alcohol y la desinhibición que produce? Quizás, empezamos a hablar de los gustos sexuales de cada uno y por lo que explicamos, los teníamos muy similares, pero la cosa no avanzaba si queríamos sexo, yo por supuesto sí.
Llegó el momento de las despedidas y la acompañé hasta su hotel, en el momento del adiós, se acercó a mi oído, y me preguntó si quería hacer la última copa en su habitación, lógica deducción ella también quería sexo.
No dudé la respuesta, y nos dirigimos al ascensor, picó la séptima planta, al entrar nos enzarzamos en besos apasionados, tiernos, y las manos corrían por todos los sitios donde pudieran llegar, ella percibió mi erección y yo percibí la humedad de su sexo.
Salimos del ascensor con intentos de dignificar nuestro aspecto por si nos tropezábamos con alguien, habitación 707, metió la tarjeta y ese fue el pistoletazo que dió pie a una noche que jamás podré olvidar.
Ella tomó la iniciativa, y su objetivo era claro, me quitó el cinturón como si de ello dependiera el futuro del mundo, me lo desabrocho con frenesí y rapidez, en un suspiro ya la tenía arrodillada delante de mi polla, descubriendo cada pliegue con su lengua, subiendo y bajando con sus labios desde el glande hasta la base, de vez en cuando pequeños mordiscos y succiones controladas, mi polla se hinchaba de sangre y más sangre, estaba para reventar en mil trozos, se dio cuenta, y decidió dejármela erecta y dura para otros menesteres, se giro y se fue desnudando, yo me propuse ayudar pero no me dejo, primero la camisa, luego la falda, la tenía delante de mí a unos cm. y solo podía mirar, se desabrocho el sujetador y aparecieron dos pechos preciosos, grandes y perfectos, con unos pezones que parecían torres vigías, me lancé a tocarlos, la tentación era muy alta, pero no me dejo y solo me dijo, más tarde ahora déjame, llegó el momento del tanga, poco a poco, o a mí me lo pareció, aquel tanga bajaba por sus piernas, mostrando lentamente un culo que era todo deseo, para retirarse por fin totalmente el tanga se inclinó hacía delante, y divina imagen un coño perfecto, con sus labios rosados y un clítoris emergente y erecto y a pocos cm un ano no menos apetecible, en esta postura me cogió la polla con la mano derecha y se la introdujo lentamente en su vagina, estaba, húmeda, caliente, y estrecha, por lo que al abrirme paso en su interior la polla era presionada en toda su extensión, con la otra mano empezó a masturbarse, y me indicó que la fuera embistiendo de forma aleatoria, a veces con gran fuerza y luego suavemente, bueno aquí por fin yo podía decidir algo, y no es que me molestará, pero uno tiene su corazoncito, durante unos minutos las embestidas eran acompañadas por gemidos, y cuando ella estaba apunto para el orgasmo, me dijo que aguantara, que quería que me corriese en su boca, eso me puso fatal, tenía que aguantar no podía quedar mal ante su deseo, ella se deshacía entre gemidos de placer y yo controlando, se giro y se lanzó a por mi polla, la lamió un par de veces y exploté dentro de su boca, se lo tragó todo, y por la comisura de sus labios se le escapaban hilos de semen mezclados con su saliva, fue un orgasmo que me será difícil de olvidar.
Me cogió de la mano y nos fuimos a la ducha, allí nos enjabonamos el uno al otro y nos besábamos, por fin podía tocar aquel cuerpo, las tetas, de verdad, grandes, redondas, con unos pezones rosados y también grandes, con una sensibilidad que al tocarlos se estremecía por completo, unas caderas perfectas, un torso bello, un coño depilado lo justo con un poco de vello, unas piernas, unas nalgas, un culo, bueno una mujer con todas las letras en mayúscula.
Nos fuimos a la cama, empezamos a masturbarnos el uno al otro, yo probé el néctar de sus pezones y comprobé que al lamerlos, comerlos, besarlos, retorcerlos, pellizcarlos, Palmira se retorcía de placer, hasta el punto que tuvo un orgasmo dulce, no es por presumir, supongo que el momento era lo suficientemente excitable, que mi pene empezó a llenarse de sangre otra vez y estaba preparado para cualquier tipo de penetración, le dije que me montara, lo hizo, y empezó a cabalgar a distintas velocidades, cuando notábamos que estábamos a punto del orgasmo, cambiaba de velocidad, nos acariciábamos, nos besábamos, las lenguas recorrían la parte del cuerpo que podían y las manos y dedos buscaban cualquier orificio para introducirse, la boca, el ano, empezó a masturbarse y la visión era de lo más sexual, las tetas se le redondearon más de lo habitual, los pezones se ponían duros y grandes, y ella con mi polla en su coño, dibujando ochos, y acariciándose, me pidió corrernos los dos a la vez, y en el momento que sus gemidos eran más estridentes, yo me deshice. De su coño empezó a chorrear, nuestros jugos más íntimos y calló rendida sobre mí.
Creo que nos dormimos por unos minutos, me desperté y fui a hacer un cigarrillo y me senté a contemplar aquel cuerpo, cansado, exhausto, oliendo a sexo, dormido placenteramente en aquella gran cama, fueron unos minutos de paz y belleza mezcladas en su justa medida.
Ahora era yo quien quería saborear a aquella mujer, ella estaba bocabajo, con una pierna estirada y la otra recogida, total que su sexo y culo estaban a mi alcance, y eso hice, empecé acariciando o masajeando sus lindos pies, sus piernas, sus nalgas y por fin su zona pornográfica, pase la mano, los dedos casi sin tocarla y ella cambio de posición, se abrió más de piernas, lo que me permitió meter la cabeza y con mi lengua llegaba a todos sus rincones, le separaba sus labios y la introducía con movimiento de un vibrador en su vagina, esta rápidamente reacciona y empieza a lubricar su coño, esto lo aprovecho para mezclarlo con mi saliva, y lubricar su ano, primero la lengua, por su coño y mis dedos empiezan a estimular su ano, ya me cabían dos, y para mejorar la penetración anal, ella ya despierta, se coloca un almohadón para que su culo quede perfectamente a la altura de mi polla, me pide que se la meta, pero poco a poco, la tengo morcillona y no sé si lo suficiente dura para una penetración anal, pero lo intento, y ese ano se abre automáticamente como las puertas de un súper, no era la dureza deseable, pero entraba, unas cuantas embestidas y se endureció un poco más, con los dedos le acariciaba el clítoris y aunque parezca mentira nos volvimos a correr y ahora si que ya exhaustos, nos dormimos.
Por la mañana me pidió que desayunara con ella, tranquilamente en la habitación, nos besamos y nos despedimos, esperando tener la posibilidad de volver a vernos.