Las notas del amor

La músicalidad que desprende el más grande de los sentimientos.

Discutí hace poco con una buena amiga. Discutí porque ella aseguraba con rotundidad que el amor se acababa en un par de años y que solo el cariño y el respeto superaban esos setecientos treinta días. Lógicamente tuve que negar, con la cabeza y con el alma, tal descabellada afirmación. Aunque rápidamente me posicione entorno a la negativa, no fue fácil argumentar mis razones. No sabía ni sabré el porqué de la caducidad de un amor. ¿Tanto cambian las personas? ¿Tan mutable es la realidad y los deseos que perdemos lo que antaño tanto anhelamos? Si hay cosas tan enfermamente desagradables como las enfermedades que aguantan el paso del tiempo, ¿por qué no iba a hacerlo un sentimiento tan fuerte como el amor?

Eso no sirvió para que ella cambiara de opinión. Aseguraba que la ilusión se agota y la pasión tiene los días contados. Afirmaba que los impulsos que nos llevan a seducir a alguien van a menos y tienden a desaparecer.

Yo solo volví a negar con la cabeza. Negué rotundamente con los labios bien tensos, por no querer decirle que algún día se lo demostraría. Pero no puedo asegurarle algo que no está en mis manos, algo que tal vez mañana tú decidas acabar. Mañana o cualquiera de los otros trescientos sesenta y cinco días del año. Cerré mi boca porque no quiero volver a equivocarme.