Las noches de san Pedro apóstol
Aventura amorosa
LAS NOCHES DE SAN PEDRO APÓSTOL
‘’Si los hombres supiesen lo pronto que olvidan las viudas renunciarían a morir’’
Kratsmer, Ernest. Psiquiatra alemán 1888-1964
La entrada del verano se notaba por las altas temperaturas que de imprevisto calentaron el litoral mediterraneo. Slou, como muchas otras ciudades mediterráneas celebraba la noche de San Pedro. Hogueras en las calles, estruendos de cohetes y el olor a pólvora quemada inundaba las calles en una continua fiesta hasta el amanecer. En esta ciudad, por los extranjeros que prefieren la tranquilidad, la fiesta acabó antes. Aquella noche de calor, las playas estaban más concurridas de lo normal, el agua del mar, aunque tibia aún refrescaba.
Cuando Matías consiguió aparcar su coche eran más de las 24h. No le resultó fácil encontrar aparcamiento, desde donde consiguió aparcar hasta ‘’El jardín de las Delicias’’ no había más de 400 metros. Tuvo suerte.
Fueron muchos los que le hablaron de esta discoteca donde se congregaban las turistas, especialmente las de Zaragoza. Allí se juntaban viudas, divorciadas y a las que le llegaría el marido en cuanto pudieran. Ellas aprovechaban esta condición para tirar una canita al aire, si les valía la pena. El razonamiento era perfecto. Tener una aventura no significaba quitarle nada al marido.
Matías tenía un amigo en Valderrobres que iba a esta discoteca todos los meses. Contaba historias de todas las mujeres que había conocido y como había acabado en su apartamento, Matías necesitaba cerciorarse de que esto era cierto.
Matías sí que le había arremangado la falda a alguna chica del pueblo, pero siempre con cuidado de no dejarla preñada y tener que comportarse.
Como solo tenía 20 años, él sabía que aún era temprano, según le dijeron unos amigos en Híjar había un club de señoras, lo que no le dijeron es que no eran de las que te invitaban, ellas eran un poco agraciadas y ahi solo acudían jubilados a gastarse la paga del estado. Esos abuelos eran felices solo con tocarles el culo y Matias comprendió que lo mejor era irse a Salou y visitar esa famosa discoteca.
Cuando llegó, en ese local no había quien entrase y se tuvo que armar de valor y paciencia para cruzar la sala.
Matías, a pesar de ser de pueblo era un chico despejado e incluso atrevido, en ciertos momentos podía ser gracioso. Su alta estatura y su media melena de color castaño, le hacian parecer un vikingo, en sus ojos se podía ver la madurez de un hombre más mayor.
En un rincón pudo ver dos mujeres que iban juntas y que al parecer nadie se había fijado en ellas. Ambas rondarian los 45 años y llevaban unos escotes de infarto. Matías con la mejor de las sonrisas las invitó a bailar.
- ¿Con cuál de las dos? - le preguntaron con un peculiar acento maño
- Podéis echarlo a suertes - respondió el.m
- Pues bailar una hora con cada una - les había gustado a las dos.
Mientras intentaban cruzar la sala hacia la pista de baile, pudo comprobar que además tenía buen culo.
Cuando llegaron a la pista de baile, no les quedó más remedio que bailar abrazados. Matías al notar los pechos contra él, supo que eso era lo que necesitaba, que había valido la pena hacer tan largo viaje. Mientras bailaban, él bajó su mano hasta su culo, ella que también estaba por la labor dijo:
- Pensé que no llegarías nunca.
Esa dama era de armas tomar, como el príapo de Matías se le quedaba entre medias de las piernas, le abrazó como si quisiera que le entrase ahí mismo, ambos con los ojos cerrados disfrutaron los momentos calientes de ese abrazo. Cuando la música paró ellos ni se enteraron, ya había pasado ampliamente la hora de baile. A pesar de que ella no quería, él la arrastró en busca de su amiga que continuaba en el mismo sitio. Esta nueva pareja de baile era prácticamente una copia de la otra. Lo que sí noto es que ella era más cálida que su amiga, pues mientras bailaban, ella apoyaba sus labios en su cuello. Sus labios no tardaron en buscar los suyos y comenzaron a besarse mientras que las manos de Matías buscaban su culo, él pensó en subirle la falda y comenzar a tocarla, ella que lo noto le dijo:
- Todavía no, espera un poco.
La horas pasaron, ambos estaban excitados y prestos para más cosas, muchas más.
El apartamento de ambas estaba tan cerca que no hubo necesidad de coger el coche, el cielo ya comenzaba a cambiar el color, abriendo paso a un nuevo día. A aquella hora el calor había menguado. Cuando entraron al apartamento, la primera con la que había bailado, se lo llevó a la ducha:
- Ven que me enjabonaras la espalda y después te enjabonaré yo a ti. - dijo ella con voz picarona.
Una cosa era bailar con ella y otra verla desnuda. Tanto banquete no estaba hecho para ese inexperto comensal.
Ella al notar su inexperiencia le dijo:
- No te preocupes cuando acabe esta noche sabrás trotar, galopar y todo lo que venga después.
La dama enjabonaba su grueso príapo con placer y lujuria. Cuando ambos estaban enjabonados ella abrió la ducha para aclararse, colocó el grueso priapo de Matias entre los labios de su vagina y comenzó a frotar mientras lo besaba. Matías no tardó en descargar su polla entre las piernas de ella. Matías hubiese deseado hacer algo diferente con la otra dama, pero esta también quería sentirlo debajo del agua, esta vez ella le ofreció su cueva trasera. Matías no tuvo problema en meterla hasta el fondo, su ano estaba ensanchado. Esta vez, el tardo más en llegar al orgasmo.
Durante dos días y 3 noches, Matías fue aleccionado por las dos damas, y como buen alumno, aprendió que donde no podía llegar con la polla podía hacerlo con la lengua y les dio tantos orgasmos que ni ellas mismas recordaban.
Cuando se fueron, las damas le dijeron que se encontrarian el 30 de julio en el parador de Alcañiz, que ellas tendrían la habitación reservada. Le dieron un beso como quien se despide de un viejo amor.
Al llegar a Valderrobres, se tumbó a descansar, se sentía terriblemente agotado, y el 30 de julio acudió puntual a la cita con sus dos amantes.
FINE