Las Noches de Perséfone....10

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Comenzó a vestirse lo más rápido que pudo alejándose de golpe de mi… - vístete, ya casi llegamos–  murmuro con los labios apretados.

Comencé a vestirme con la misma rapidez que ella en medio de un silencio absoluto y una tención que se podía sentir… así de golpe… todo dejaba de ser mágico, todo con ella siempre era como estar en una montaña rusa.

Pasamos alrededor de 5 minutos todavía en el coche, no note cuando salimos de la ciudad… por obvias razones, vi como nos acercábamos a un avión pequeño que estaba estacionado en medio de la nada, en una pista de tierra, baje del coche, Perséfone se acerco a mí, tan seria como estaba, sin cambiar la cara de desagrado que tenia por el universo, me abrazo por la espalda mientras caminaba –perdóname – me susurro despacio en el oído –no sé qué hacer…. Pero si te quiero, no te enojes conmigo ¿ok?-  yo solo asentí con la cabeza.

Subimos al avión, todavía me llevaba abrazada, no hablaba con nadie, solo les hacía señas para que se alejaran de nosotras, subió al avión y antes de que cerraran la puerta arrojo el teléfono por la puerta.

-¿Dónde vamos? – me limite a preguntar.

-shhhh… ya te dije nos vamos a ir de luna de miel- contesto sonriendo.

-¿Qué no te tienes que casar antes?- me limite a preguntar pasándome de lista.

  • ashhhhh… ¿quieres que nos casemos?.... ¿quieres ser mi esposita?… ya te descubrí… quieres vivir como Anika- dijo entre risas casi de burla – que te compre un par de tetas y dos monstruitos a los que tengas que limpiarles la nariz y rallen las paredes de la casa-.

  • no quiero eso – dije alejándome de ella.

-ah siiiii- dijo jalándome a su lado, casi como si fuera un reto –un día nos casaremos, hoy no, pero un día… y si un día tendremos monstruitos-

  • no podemos casarnos… no es legar- me limite a decir para no entrar en más detalles

Ella se echo a reír – nada de lo que pasa aquí es legal, así que si quiero que nos casemos, nos casamos-. Dijo simplemente.

El avión despego… un rato duramos en silencio mientras ella ojeaba una libreta llena de anotaciones erráticas entre letras y números que no parecía tener coherencia alguna.

-¿Dónde vamos?- me anime a preguntar.

  • shhhhh…. – se limito a decir mientras llevaba su dedo a su boca, indicándome que guardara silencio.

Me puse de pie y me moví entre los asientos del avión, no había nadie más entre los asientos y según tenía entendido, solo estaba el piloto y el copiloto.

Tome una revista que estaba abandonada en uno de los asientos, una revista de hace 2 años en lo contaban del tórrido romance de unos actores que ya en estas fechas estaban separados. Estaba verdaderamente aburrida… me puse de pie y me senté a un lado de Perséfone. Quien se limito a girar la cabeza sonreírme y siguió leyendo lo que ella veía entre esa serie de lo que a mí me parecían garabatos ilegibles. Me recargue en su hombro y cerré los ojos.

-estas aburrida?- escuche que me susurraba al oído.

-un poco….¿ ya me vas a decir dónde vamos?- me limite a preguntar, aun con los ojos cerrados.

  • no se… no lo he planeado- se limito a decirme – vamos a aterrizar en algún lugar seguro, vamos a ir a una de nuestras casas unos días en lo que planeo que va a pasar después – me dijo seria.

-¿estamos en problemas?- me limite a preguntar con genuina preocupación mientras abría los ojos.

-tu conmigo siempre estás segura- dijo muy seria levantando los ojos por primera vez del cuaderno-  y no… no tenemos problemas, simplemente quiero hacer tiempo, que no me necesiten  unos días pasa estar contigo-  y al terminar de decir esta esto regreso a mirar el cuaderno.

Supongo que fue la mentira más dulce que me pudo decir para que yo me mantuviera tranquila, a su lado siempre pasaba algo, así mismo, siempre había algo por lo que debería preocuparme.

Volamos por alrededor de lo que a mí me parecieron 2 horas… estaba desesperada cuando empezaron a sentir que el avión descendía – ponte el cinturón- me dijo Perséfone que parecía inmutable, como si quisiera sacar todas las repuestas del universo de las mismas 4 hojas de la libreta.

Terminamos por descender en medio de la nada, así como habíamos subido al avión, abajo, esperándonos había un par de camionetas negras.

Perséfone tomo la libreta en una mano, a mi en la otra y antes de que diera un paso fuera del avión, me jalo hacia ella

–Escóndela- se limito a decirme, mientras pegaba la libreta a mi vientre.

Yo la tome  y la escondí entre mi ropa, en ese momento no seme ocurrió nada  más.

Bajamos del avión despacio,  ella delante mío, como siempre. Vi las dos camionetas, vi alguien dentro de una de ellas, que se bajo despacio al mismo ritmo al que bajamos de la camioneta.

Era un chico blanco, muy alto de cabello obscuro, con una cara de maleante que no podía con ella, todo vestido con una camiseta Ed Harley y unos pantalones PRADA y los zapatos más horribles que jamás había visto, todo eso coronado en los obscuro de la noche con una gorra que por sí misma era un insulto visual de lo llena de colores y formas que tenia.

-Hienaaaa- grito con un claro acento del norte, mientras se acercaba con una sonrisa de oreja a oreja.

-como estas Caín- se limito a decir Perséfone mientras lo abrazaba.

  • Y ¿esta?- dijo el chico apuntándome con el dedo – ¿es tu morrita?-  se limito a decir mientras me extendía la mano.

  • epa epa… ni la toques que ya te conozco- dijo Perséfone alejando su mano de la mía.

  • esta bonita… ¿te la planeas quedar?- dijo viéndome de arriba abajo como si fuera un pedazo de carne.

  • Si, es mi mujer y ni la mires que no es tu problema – dijo separándome por completo de él, con un genuino interés de que no me tocara – vete al coche – se limito a decir mientras me daba una nalgada al pasar para demostrar su control y superioridad. Camine hacia la otra camioneta y me subí atrás, los vi hablar por un rato, de vez en vez, Perséfone veía el coche, yo me limite a esconder la libreta dentro de uno de los asientos.

De golpe Caín se acerco a la camioneta donde yo estaba…

  • A ver morrita… tu me vas a decir la verdad o te chingas… ¿te dio algo la hiena?- me dijo agresivo.

  • no… no me dio nada- me limite a decir viéndolo a los ojos.

-ta bien morrita… te voy a creer, pero si me entero que me estás diciendo mentiras te voy a chingar yo mismo-  me dijo con una sonrisa sádica, mientras azotaba la puerta.

Se alejo de la camioneta entre carcajadas, portándose con un loco, se acercó y abrazo a Perséfone como si fueran grandes amigos, Perséfone camino a la camioneta donde yo estaba y Caín, acelero la camioneta todo lo que daba haciéndola girar levantando una nube de polvo para irse entre ella.

Perséfone se subió en el asiento del piloto – ¿que haces ahí atrás?- se limito a decir, yo me pase hacia delante por entre los asientos.

-¿En verdad vas a manejar tu?- me limite a decir.

Me miro como si la hubiera ofendido y dio una vuelta igual a la que había dado Caín, para salir de en medio de la terracería.

-¿Qué ustedes no saben manejar como la gente?- me limite  a decir.

Perséfone se rio a carcajadas – las ansias de la velocidad vienen con el trabajo-  dijo simplemente mientras s e concentraba en el camino.

-¿Qué buscaba Caín?- me atreví a preguntar.

-el cuaderno que perdió- dijo con una sonrisa.

-¿el que tú tienes?-

  • Si…. Shhhhh- dijo llevando su dedo a sus labios para que guardara el silencio.

Yo me limite a guardar silencio….

-te compre algo- me dijo sin alejar los ojos del volante –recueras que siempre que te digo nuestras casa, me dices “tu casa”…. Quiero que compremos una casa juntas… para que si sea nuestra y se te quite la maña de decir que son solo mías… ¿Qué opinas?- se limito a decir.

-¿ y como va a ser nuestra? – dije mirando hacia la obscuridad de que se asomaba al camino adornado por millones de estrellas que entre la obscuridad parecían relucir con más fuerza, no sentía emoción alguna respecto a lo que Perséfone me decía – ¿me vas a dejar pagar la casa o cómo?- me limite a responder.

-No… pero puedes escogerla y será tuya boba- dijo entre risas como que todo era muy obvio.

Esa noche vagamos un poco entre las calles hasta que vimos una casa en venta que se veía muy linda, Perséfone hizo algunas llamadas desde fuera, en la mañana tendríamos una cita para ver la casa, mientras pasaríamos la noche en un departamento que ella tenía ya.

Estaciono la camioneta en un estacionamiento subterráneo, subimos por el elevador hasta el piso 25, todo el piso le pertenecía, abrió con una llave desde el elevador, entramos a un departamento enorme, con unos ventanales de los que se veían todas las luces de la ciudad, la verdad era un lugar bellamente decorado, contrario a todos los otros departamentos, se veía cálido.

-¿de quién es esta casa?- me atreví a preguntar.

-es mía… es la primera que compre- dijo con una verdadera sonrisa de logro.

-Me gusta esta casa-

-ah siiiii?????- dijo con una sonrisa – que bueno, tenemos mucho que bautizar entonces – se limito a decir mientras me abrazaba, para ponerme de espaldas contra la pared para comerme  a besos.