Las Navidades de mi madre
La Navidad no solo puede ser dulce... sino lujuriosamente sexual
Mi cuñado Roberto, y según cuenta no solo él sino también su esposa, mi hermana Andrea, no perdona un coño aunque esté metido dentro de una lata de cerveza. Solo hay que abrir la lata y meter la polla por el hueco hasta encontrar el coño. Con esta descripción, os podréis imaginar que mi cuñado es un golfo más grande que el de Vizcaya, y mi hermana tan putera como él. Son una maravillosa pareja de folladores. No hay día que no inventen una nueva forma de follar como locos.
No es que mi pareja, Iñaki y yo, Laura, seamos pasivos, somos activos, bien dotados, y multisexuales como se llama ahora, pero no somos, o no éramos, tan pervertidos como ellos dos, aunque es posible que yo sí. Y como todos los españoles, estábamos en las navidades de 2020, hasta más arriba de las narices de los encierros y las restricciones por la maldita pandemia. Y a mi loco cuñado se le ocurrió la Navidad más loca de su vida, y de la que solo mi hermana sabía "algo" de lo que iba a pasar.
Se decidió que, para no hacer caso a las autoridades por los encierros y las limitaciones de viajes, mi hermana recogería a nuestra madre que esa semana tenía vacaciones, y se la llevaría a su casa de campo que sería nuestro cuartel general. Mi pareja y yo iríamos la tarde del 23 Diciembre y ya nos quedaríamos hasta el 26 ¿Y qué deciros de nosotros?
Pues nuestra madre era soltera, de 44 años y aunque no era un bellezón, tenía un cuerpo mucho más que potable, cuidado en gimnasio. Mi hermana, de 24, casada con un loco de 40 años con un infatigable pollón de cinemascope. Y yo, de 22. Mi pareja tenía 26 y era uno de esos mucho-sexuales, que necesita varios polvos diarios donde te pillen y no estaba nada mal de rabito. Los 4 éramos bisexuales y supongo que mi madre también, pero hasta entonces no me lo había pensado "ya que la noche no era lo suyo".
Cuando llegamos Iñaki y yo a la masía estaba ya anocheciendo. Al oír nuestro coche, salió mi hermana casi con las tetas al aire a pesar del frío, y al mirarla con esos ojos extraños que ponemos cuando algo impacta al cerebro a través de la vista, ella se rio de nuestras caras y nos dijo con total naturalidad:
Es que a Roberto se le ha ocurrido emborrachar a la mamá y que antes que se haga demasiado mayor, nos la follemos los cuatro, y qué mejores fechas que unas bonitas y familiares navidades. Y la mamá, de momento, le sigue la corriente y se deja querer.
¿Y eso? -pregunté yo-
Porque la mamá se lo está pasando muy mal en la Farmacia con tantos amigos sanitarios y clientes enfermos y alguno muerto, y le queremos levantar el ánimo. Y como nosotros estamos hasta el gorro de tanto encierro y normas, pues nos lo queremos saltar todo, incluyendo esas estúpidas reglas morales. Venga, vamos a entrar lo que habéis traído de equipaje y comidas y a divertirnos. No pillemos ahora un refriado.
Yo me giré a mi pareja desde hacía 5 meses y solo le pregunté:
Supongo que si se pone a tiro, no te importará follarte a mi madre ¿no?
Pues no, está muy buena y con esas tetazas me puede hacer unas cubanas fantásticas, pero a mi quien me gusta es tu hermana ¿me la podría follar en esta juerga?
Te he dicho mil veces que te la puedes follar cuando quieras ¿acaso yo no lo hago con mi cuñado? Ya sabes que mi hermana y yo lo compartimos todo, todo -le dije riendo-
Y al entrar por segunda vez en la casa con paquetes, vimos a mi madre casi como mi hermana. Unos leggins semitérmicos tipo piel y una blusa de manga larga bien abierta ¡y sin sujetador! Estaba fumando, cosa que había dejado hacía unos años y se le notaba ligeramente bebida. Y al verla así, quise saber cómo iba la cosa y en lugar de darle dos besos en sus mejillas, le di uno largo en su boca, mientras mi mano derecha se metía en la blusa y le cogía una teta. Al notar mi mano ¡mi madre aplastó su boca a la mía, metió su lengua y se dejó tocar de tal manera... que se corrió en menos de un minuto!
Al apartarse un poco de mi, vi a mi hermana sonriendo y me dijo:
- Posiblemente sea que la estamos calentando desde hace horas. Aunque me parece que es más puta que nosotras -dijo mientras se marchaba riéndose-
NOTA: Posiblemente pensareis que nuestra madre y siendo soltera, es muy puta, pues hasta entonces no lo había demostrado. Se quedó embarazada de mi hermana, por su novio desde secundaria cuando estaba en la universidad, y este la abandonó al saber que estaba preñada y no quería abortar. Y dos años después, solo tuvo dos relaciones sexuales y le fallaron las pastillitas y por eso aquí estoy yo. Terminó la carrera, es encargada de una farmacia y nos crió a las dos. Nunca más ha tenido novios fijos.
Pero por lo visto, mi santa madre estaba esperando como loca esa corrida, porque cuando se despegó de mi, se fue a su cuarto, se cambio y aunque bajó sin sujetador y sus pezones se marcaban muy bien, bajó con un fino jersey de lana suave y por supuesto, unos limpios leggins a los que tan acostumbrada estaba para marcar culo, porque presumida si lo era. Roberto, Iñaki, Andrea y yo, no permitíamos que su copa de vino estuviese vacía, aunque debo reconocer que no bebía demasiado... pero bebía como nunca. Y fumaba ¡hasta se fumó dos porros que Roberto y Andrea le enrollaron!
Y poco a poco, la fuimos "amaestrando", la fuimos calentando más y nosotros también. Nos olvidamos que era nuestra madre y suegra y le fuimos metiendo mano por todas partes, y aunque al principio la cosa estaba un poco fría, posiblemente la bebida, la fumada, y el darse cuenta que sus propias hijas participaban en este juego y no de forma pasiva, la fue desinhibiendo y entró en el juego. Pero también es posible, que se diese cuenta que íbamos a por ella... y le gustase la idea.
El momento cumbre fue cuando saqué unos embutidos enteros para cortar en rodajas, y mi propia madre cogió un chorizo entero y blandiéndolo dijo esa conocida frase de "esto es lo que todos los médicos me recomiendan". Y mi hermana no perdió el tiempo. Dado que Roberto y nuestra madre eran de edades parecidas, habían congeniado muy bien desde que se conocieron y la poderosa polla de Roberto, era lo más parecido a ese chorizo. Mi hermana bajó la cremallera del pantalón de su esposo, metió dentro sus manos y le sacó la polla. Creo que cuando nuestra madre la vio, se le pasó media borrachera. Se dirigió hasta Roberto, dejó el chorizo sobre la mesa de la cocina y le cogió la polla con sus dos manos, mientras decía:
- Joder cabrón, me la podías haber enseñado antes ¡menuda polla!
Y ante nuestra sorpresa, no se lo pensó dos veces, se arrodillo ante él, le apartó la piel del prepucio, jugó con sus huevos y se la metió en la boca. Mi hermana tampoco perdió el tiempo. Masajeó constantemente sus tetas. Primero por encima del jersey y luego se lo fue subiendo y jugó con sus tetas a la vista de todos. Pero aún hubo un hecho que me calentó de manera sublime ¡nuestra madre dejó de jugar con sus manos con la polla de mi cuñado y levantando los brazos dejó que mi hermana le quitase totalmente el jersey! Así semidesnuda y con más de la mitad de la polla de Roberto enterrada en su boca, le dije a mi pareja:
- Anda Iñaki. Coge a mi hermana y fóllatela por el agujero que más te guste, que ahora voy a ser yo quien masajee a mi madre. Pero fóllatela aquí, que lo vea mi madre, se calentará más y ya veremos qué pasa.
Nos acercamos los dos a mi hermana, Iñaki le cogió del brazo y esta, sonriendo, se pegó un morreo de narices con mi pareja mientras yo me arrodillaba detrás de mi madre y le agarraba fuertemente sus tetazas. La muy cabrona, por sus estudios y su trabajo, me dio de mamar menos de un año y yo echaba de menos esos pezones y esas tetas ¡y jugué con ellas! Las masajeé, las aplasté con mis manos, pellizqué sus pezones, tiré de ellos y mi madre tuvo su primera corrida, y casi muerde la polla de Roberto que apenas cabía en su boca por el grosor. Pero mi madre se calentó de verdad.
Siguió mamando la polla a su yerno como una loca hambrienta de ese potente chorizo. Y yo fui a por más. Delante de los ojos de mi madre, su hija mayor, Andrea, apoyada en la gran mesa de la cocina, estaba siendo follada por mi pareja, y el muy cabrón usaba sus dos agujeros ¡como se notaba que esos agujeros estaban muy bien dilatados por el pollón de Roberto! Y mi madre levantaba su cabeza para verlo. Desde atrás, yo dejé de tocar sus tetas con mis dos manos y la derecha la usé para, por encima de sus leggins ya manchados y mojados por su corrida, masturbarla ¡y se desató el belén sexual!
Mi madre abandonó la polla de Roberto, se puso de pie de golpe, casi me tira al suelo y arrancándose los leggins, le dijo a Roberto:
- ¡Fóllame junto a tu mujer!
Fuera de sí, con un brazo limpió un espacio de la mesa, y mientras algún plato o vaso se estrellaba contra el suelo por el ruido de los cristales rotos, se tumbó junto a mi hermana que la miraba sorprendida y le ofreció su semipeludo coño a su yerno, el marido de la hija que estaba follando a su lado con el cuñado, y Roberto no se lo pensó. Ni siquiera pensó en el tamaño y grosor de su polla y quiso penetrarla con un solo empujón. Pero solo al cuarto empujón, pudo tocar el fondo de la matriz de nuestra amada y puta madre.
Y yo allí parada, de pie, mirando todo eso que era lo más porno de mi vida. Mi hermana, apoyada en la mesa, con las tetas bamboleantes, los pantalones bajados y la polla de mi pareja penetrando un rato en un agujero y otro en el otro agujero. Mi madre, panza arriba, siendo follada por mi cuñado, el marido de la hija follada a su lado, y gritando con voz potente:
- ¡Más, quiero más cabrón... quiero que me revientes y en el culo también la quiero!
Y de repente, el brazo de nuestra madre se levantó, cogió la cabeza de mi hermana, la atrajo hacia sí y le dio el más precioso beso en la vida de mi hermana. Las dos empezaron a besarse y mi hermana hizo algo parecido a lo que yo hice antes, con su mano agarraba y masajeaba esas tetazas, mientras con la otra se aguantaba en la mesa ¿Y qué hacía yo? Pues masturbarme como una loca. Y poco a poco los orgasmos y las corridas empezaron a llegar.
Primero fue mi hermana, un ratito después de nuevo mi madre, luego Roberto en el coño de mi madre, luego yo, y el último Iñaki en el culo de mi hermana. Pero como nadie tenía prisa ni nos importaba la cena, seguimos follando ¡incluso mi pareja me folló a mí! Bastante después, mi hermana dejaba de mamar el coño de mi madre y de beberse las leches depositadas por los dos machos y se fue a duchar. Nuestra madre se quedó un rato quieta en la mesa, respirando entrecortadamente y poco a poco empezó a moverse pesadamente y se fue a la ducha.
Yo me senté con los hombres en las sillas de la cocina, traje unas cervezas frías, fuimos cogiendo algo de lo que allí había, jamón york, lonchas de jamón ibérico, de queso... y tal y como oíamos cerrar alguna de las dos duchas, nos íbamos a duchar y cambiarnos de ropa, casi en silencio. Como si aquello que tan maravillosamente pasó, no lo quisiéramos mencionar.
Cuando yo bajé, mi madre estaba terminando de recoger todo lo barrido en el suelo, mi hermana estaba limpiando la mesa y arreglándola, y mi pareja, que como riojano es un buen cocinero, estaba preparando los platos calientes de la cena. Casi no nos miramos. Casi no hablábamos. Casi cenamos en silencio y al terminar, yo preparé un fuerte café y lo serví en la mesa, Iñaki trajo unas copas y unas botellas de varios licores.
Y mi madre se levantó, y del salón trajo una caja de los puros que fumaba mi cuñado, se sentó y cogió uno de esos cigarros, un número 2, lo cortó, con una larga cerilla de madera le prendió fuego y como una profesional, se lo metió en la boca y con otra cerilla lo fue terminando de encender. Con el cigarro en la boca, cogió una gran copa y la lleno hasta arriba de coñac. Se bebió una importante cantidad para nuestro asombro, y de repente dice, entre volutas de humo:
- Bien. Supongo que lo que ha pasado hace un rato será solo un borreguito del Belén. Y supongo, que estos dos machos querrán estos días seguir haciendo el borrego conmigo y cuidarme como verdaderos pastores ¿es así?
Las risas de los otros cuatro comensales confirmó sus palabras, y mirándonos a las dos hijas, nos dijo:
- Hijas mías, ya que consideráis que voy a ser la estrella de este belén, imaginaos que esto es Hollywood y yo soy esa estrella. Quiero que estos dos cabrones que tenéis por esposos, estos dos sementales, me follen día y noche. Tenéis mi permiso para follarme cuando queráis, como queráis y donde queráis. Es más, voy a subir la calefacción para que podamos ir en pelotas y nos follemos y masturbemos cada minuto de esta Navidad. Y lo siento por mis cornudas hijas, aunque en realidad no lo siento, pero esta noche los dos sementales van a estar conmigo en la cama ¡y nada de dormir! Follar sin pausas. Y como veo que mis hijas tienen el coño pelado ¿Cuál de las dos quiere afeitar el mío?
Y claro, entre las dos hijas afeitamos escrupulosamente el coño de nuestra amada madre para que pudiese follar a tope con sus dos yernos. Y los muy cabrones no es que no durmiesen ellos, es que tampoco nos dejaban dormir a mi hermana y a mí por los gritos que sus folladas arrancaban de nuestra madre ¡menos mal que estábamos en la masía, en el campo! Al final me fui a la habitación de mi hermana que se estaba metiendo un pollón de látex negro en el culo. Así que cogí un arnés de gruesa polla y unas veces ella y otras yo, nos follamos gritando casi tanto como nuestra madre ¡dignas hijas suyas!
Al día siguiente, día ya de Nochebuena, al despertarme vi que mi hermana no estaba en la cama, yo aún tenía un arnés de increíble polla puesto, y al intentar mover mis piernas, sentí un dolor profundo en el culo, y que mi coño estaba más rozado que un pedernal para producir fuego en la prehistoria. Me lo quité, y un poco mareada bajé a la cocina para desayunar algo y ¡joder, cómo me dolía el culo bajando esos escalones! Oí ruido en la cocina y al entrar vi a mi hermana desnuda, y entonces me di cuenta que yo también estaba desnuda y las dos descalzas con la calefacción a tope. Realmente nuestra madre la había puesto alta.
Acaricié su culo y al girarse sonriendo las dos buscamos la boca de la hermana y nos besamos profundamente. Algo había pasado en esas horas, ya nos tratábamos más como amantes que como hermanas, hijas o madre. Y cuando estábamos ya terminando de preparar ese desayuno casi a la hora del almuerzo, oímos taconear con garbo, nos miramos y de repente vemos aparecer en la puerta de la gran cocina ¡a nuestra madre! Pero ¡qué madre Dios nuestro!
Completamente desnuda, el pelo y el maquillaje arreglados, unas altas medias negras de rejilla mediana casi hasta el recién afeitado coño con un amplio liguero granate, unos zapatos rojos de tacón finísimo de unos 10 cm ¡y un buen cigarro en la boca mientras se ajustaba el liguero izquierdo! Al vernos se quitó el cigarro, nos sonrió y nos dijo:
- Buenos días putísimas hijas. Lamento deciros que vuestros dos sementales siguen durmiendo, cosa que no me extraña porque les he vaciado los huevos varias veces. Creo que nunca habéis sido tan cornudas. Y con la polla de Roberto he gritado como jamás creí que lo haría, pero me ha dejado el culo que no veáis como duele ¡será cabrón y malnacido! Y ahora dejemos de hablar de esto, porque lo que estáis haciendo huele de puta madre, y ya era hora que sean las hijas las que den de comer a la madre y no al revés ¿no os parece?
Nos fundimos las tres en un estrecho y sensacional abrazo, nos comimos a besos y luego nos sentamos en las sillas de madera para poder desayunar, pero ¡nos morimos de risa las tres!, al ver lo difícil que era sentarse en esas sillas con los culos tan dilatados y usados como teníamos las tres. Nuestra madre por las pollas de nuestras parejas, y nosotras dos, por las folladas que nos dimos con los arneses y sus gruesas pollas. Pero poco a poco fuimos dejando los platos vacios de viandas, el vino empezó a calentarnos el estómago, el café a despejarnos la mente, y yo me levanté de la mesa y traje dos cigarros, para mi hermana y para mí. Mi madre reinició el que trajo.
Así sentadas, de charloteo entre mujeres, bien alimentadas, con unas buenas botellas de vino de Toro a nuestro alcance, y saboreando unos estupendos cigarros, nos encontraron un rato después nuestros amados y agotados esposos. Y como Iñaki no solo es un buen cocinero, sino que además le gusta la cocina (debo reconocer que bastante más que a Roberto aunque este se defiende muy bien) preparó algo para ellos dos porque prácticamente les dejamos sin nada. El agotamiento sexual nocturno debió ser serio, por el hambre que todos teníamos para reponer fuerzas.
Y desde mi silla, y entre volutas de humo y sorbos de mi copa de vino, se me presentó el más maravilloso espectáculo navideño. Toda la familia reunida con la matriarca al frente ¡pero qué matriarca! Completamente desnuda, sobre sus altos taconazos abrazándose y besándose con todo el mundo. Sus hijas, igualmente desnudas, igualmente morreándose con todos aunque descalzas. Y nuestros pobres esposos, que a partir de ahora iban a aumentar su harén con una mujer hambrienta más, y que no se cansaba de masajear sus pollas siempre levantadas ¡esto si era una familia unida... verdaderamente unida y en Navidad!
Fueron pasando las horas, y mientras se iban preparando los platos accesorios y el plato principal, más los postres y los turrones de esa fraternal cena de Nochebuena, y mientras Roberto elegía los vinos y los cavas valencianos y extremeños, alguna polla entró dentro de nosotras, pero la atención principal fue nuestra madre. Todos y todas nos la íbamos follando y masturbando. Ya no hizo falta que la emborracháramos aunque nadie dejaba de beber. Estaba tan salida como todos nosotros. Incluso se metió una gruesa zanahoria en el culo, la limpió y terminó troceada en el guisado.
Después de cenar y de fumar el enésimo puro, nuestra madre y matriarca, ya bastante mareada por el alcohol, los cigarros y los orgasmos, se levantó y nos dijo:
- Queridas putas y sementales ¡Feliz Navidad! Y ya que habéis decidido que la pasemos follando, esta noche nos acostaremos todos juntos y todos follaremos con todos hasta que no podamos más. Y te prometo Roberto, que intentaré gritar menos cuando me la metas por el culo, porque esa polla la quiero para mí y para siempre ¡lo siento hija mía!
Todos nos reímos como bien cabe suponer a cinco personas prácticamente borrachas y que se han pasado el día solo fumando porros y puros, bebiendo sin parar y con un orgasmo detrás de otro. Nos fuimos todos a la habitación de mi hermana que tenía una cama enorme ¡y echamos de menos a los pastores para que ayudaran a nuestros pobres maridos a complacer a estas tres desesperadas mujeres!
Pero a pesar de ser solo dos... ¡cumplieron!
Apenas entramos en la habitación, Roberto cogió las tetas de nuestra madre por detrás y empezó a mordisquear su cuello. Eso ya puso a mi madre más caliente de lo que estaba, y al notarlo yo, se me ocurrió una maldad:
- Roberto, Iñaki ¿le habéis hecho esta noche una doble penetración a mamá? Porque si no se la habéis hecho, este es el mejor momento, antes que se emborrache de verdad y se niegue, o lo permita pero no se entere de esa follada, por lo borracha que esté.
Mi madre se negó en redondo, pero estábamos todos lo suficientemente colocados sin necesidad de coca para no obligarla ¡y la obligamos! Entre Roberto y yo la alzamos y la tiramos a la cama. Mi hermana retiró sus zapatos. Roberto se puso bajo ella y mi madre se quería dar la vuelta para que al menos, Roberto le follase el coño y no el culo otra vez. Pero éramos cuatro contra ella y a mi amada Andrea, se le ocurrió untar su culo con un líquido lubricante. Poco a poco el pollón de Roberto fue penetrando en su culo entre sus lágrimas y sus gritos de dolor. Al menos dos minutos tardó mi cuñado en meter ese pollón totalmente en el culo de su suegra, la agarró fuertemente de sus grandes tetas como si quisiera aplastarlas y dijo:
- Venga Iñaki, fóllala ya, que esta puta es nuestra.
Fue oír mi madre la palabra "puta" y se puso histérica moviéndose sin parar. Pero Roberto la tenía bien agarrada, y tal y como Iñaki la fue penetrando por el coño y ella fue notando el dolor y el placer de esas dos pollas dentro de ella, frotándose la una con la otra como si estuviesen unidas, su enfado, su mala leche empezó a bajar. Las dos pollas empezaron a hacer su labor de ponerla más y más caliente. Iñaki se movía más y empezaron él y mi madre a comerse a besos, mientras Roberto iba subiendo y bajando sus caderas y clavando ese pollón en el estrecho culo materno.
¡Y la muy puta no tardó mucho en correrse! Y ahí fue cuando se soltó de verdad. De vez en cuando pegaba unos gritos terribles de dolor, pero los dos hombres estaban ansiosos de ese cuerpo, lo deseaban. Roberto lo deseó desde cuando la conoció y el par de tetazas que tenía, siempre las comparaba Iñaki con las mías... y claro, yo siempre perdía. Así que en esos tres cuerpos que follaban como locos, se juntaron el hambre y las ganas de comer ¡y se volvió a correr!
Mi hermana y yo estábamos de pie viendo como nuestra madre era follada por nuestras parejas. Pero no nos estábamos quietas. Mirábamos a los tres y nos masturbábamos mutuamente. Nuestra madre tuvo un tercer orgasmo y poco después Iñaki se corrió en su coño. Era normal que fuese el primero en hacerlo, era el que más se movía de los dos. Y al apartarse de nuestra puta madre, sucedió una cosa extraña ¡nuestra madre se levantó dejando sorprendido a Roberto y claro, su polla se salió de su culo. Nos quedamos mirando y de repente, nuestra madre se pone de a cuatro y le grita a Roberto:
- Ahora cabrón, ahora la puedes meter por el culo y follarme de verdad ¿no quieres romperme el culo? Pues hazlo ahora.
Roberto nos miró a nosotras y mi hermana, con una amplia sonrisa, le dijo con la cabeza que sí, que adelante. Y esta vez, entre que su ano ya estaba dilatado, con los restos del lubricante y la propia rabia de mi cuñado, en solo dos empujones y dos enormes gritos maternos, Roberto penetró a su suegra totalmente. Solo los huevos dejó fuera.
Las tetazas de nuestra madre se bamboleaban que daban risa. Rober la tenía cogida de las caderas y la penetraba una y otra vez hasta el fondo. Como a mi pareja no se le bajaba la polla, mi hermana le sentó en la esquina de la cama, se sentó sobre él y se clavó su polla en el coño. Y a mí se me ocurrió otra maldad. Me puse bajo el hueco que mi madre hacía de a cuatro y puse mi cabeza bajo su coño, a pocos centímetros de los huevos que subían y bajaban junto con la polla. Y mi lengua penetró en el supermojado coño de mi madre y empecé a sorber todo lo que podía de su inundado agujero... y de repente ¡noté como mi madre me devolvía el favor chupando mi empapadísimo coño!
Y ya no me preguntéis más cosas. Instantes después mi cuñado se corría en el culo de mi madre. Yo empecé, no solo a chupar los fluidos de ella, sino el semen que poco a poco se deslizaba de su ano. Oí a mi hermana como gritaba de placer al correrse con la polla de mi pareja...
Y el resto de la noche fue un frenesí de coños, pollas, pezones, culos lamidos y perforados... De vez en cuando parábamos, íbamos al baño, subíamos más botellas de vino y de cava... que poco a poco se fueron vaciando sin necesidad de copas ni vasos. Mi hermana hizo aparecer unos dildos y un arnés supergrueso, y en un momento indeterminado de la noche, me dormí sobre ese altar del placer llamado cama, que tan lujuriosamente estábamos usando todos sin discriminación.
Me desperté tardísimo y fui la última en bajar a la cocina. Al pasar por el salón, vi a mi madre sentada sobre sus piernas en el sofá con solo una braguita puesta, una copaza de vino en una mano y un puro en la otra. Me miró con una sonrisa rara y siguió fumando y bebiendo. Al entrar en la cocina, vi al resto de "la panda" tan en pelotas como yo. Roberto estaba desayunando o lo que fuese dada la hora que era, y yo misma me serví el café con leche, la naranja recién exprimida, y cogí alguno de los productos que allí había. Todo en silencio y de repente, mi pareja dice:
Alguien puede explicarme el aquelarre de esta noche? Porque a mí también me han dado por el culo y no sé quien, y no veáis como me duele la polla de tanto usarla.
Pues a la mamá -dijo mi hermana- no sé cuantas veces le han dado por el culo, porque lo tiene superinflamado, con algunas gotitas de sangre, y hace un momento aún le caía semen. Pero además de todo esto ¡menuda puta se ha hecho estos días... joder qué hambre tenía de sexo!
Iñaki fue el más práctico:
- Dada la hora que es y con la cantidad de marisco que tenemos, voy a preparar un arroz meloso de marisco, y yo no sé vosotros, pero yo paso del guisado de carne y de todo lo otro que queríais hacer. A la noche ya veremos qué hacemos... porque follar, lo que es follar, a mi ya no me queda leche en ningún huevo...
En ese momento entraba mi madre, se le quedó mirando y dijo en voz alta:
- Entonces esta tarde y noche ¿ya no volveréis a profanar mi culo?
Y nuestros dos sementales dijeron que no, que les era imposible tenerla dura. Y como cosa curiosa, mi madre se rió ampliamente. Transcurrieron un par de horas, nos comimos completamente ese extraordinario arroz meloso de Iñaki. No nos olvidamos que era Navidad, así que el consumo de vino y de cava con los correspondientes cigarros, licores y espeso café, fue más que el adecuado.
Mi madre fue al baño (según nos dijo) y al volver, cogió 5 vasitos de chupitos, se los llevó, y nos los trajo de nuevo llenos de un líquido oscuro. Nos ofreció dos a mi hermana y a mí, y otros dos para Iñaki y Roberto de distinto color. El suyo también era de otro color y brindamos. La verdad es que no sé que puso mi madre, pero el sabor era como de whisky con hierbas, pero más espeso. Mi madre se bebió el suyo, siguió fumándose el puro que tan adicta se había hecho esos días, y de repente, nos dice:
- No sé de quién ha sido la maldita idea de celebrar esta porno-Navidad, pero ya que todos decís que soy una puta, como toda buena puta quiero polla, y quiero que esta tarde-noche follemos más que los conejos y las conejas, así que lo siento por vosotros y por vosotras, pero como buena farmacéutica, os he preparado unas formulas magistrales que os habéis bebido.
** A vosotros los hombres, se os van a poner en menos de 15 minutos unas pollas tan duras como jamás las habéis tenido y por supuesto, tendréis unas ganas enormes de usarlas y ese efecto durará entre 6 y 7 horas mínimo. Y a vosotras, mis queridas hijas y putas insatisfechas, todas las cosas que hayáis leído de ninfómanas, se quedarán cortas con vuestros deseos sexuales imparables. No tendréis bastantes pollas ni coños para satisfacer vuestros deseos y tendréis los mayores orgasmos de vuestra patética vida. Así que ánimo, buscad dildos ya que no hay pollas suficientes y ¡Feliz Navidad!
Andrea y yo nos miramos con ojos de auténtico miedo. Conocíamos de sobra a nuestra madre y sabíamos que si decía esto, es que lo había preparado con ganas, no de vengarse de nosotros, sino de demostrarnos que si ella lo quería, podía ser tan puta como nosotras o más. Poco a poco fue fumándose su puro, y yo me di perfecta cuenta que mi hermana no solo me atraía considerablemente, sino que ella me miraba con los mismos ojos de deseo, y de repente, se oye la voz de Roberto que dice:
- Me cago en la puta ¡se me está poniendo dura la polla sin hacer yo nada... y hay que ver los tirones que tengo dentro de la polla! Me está doliendo.
Y entre las risas de nuestra amada madre, oí su voz que decía:
- Vamos chicos ¡a ver quién es el primero en romperme de nuevo el culo! Ahora ya volvéis a tener las pollas duras... ¡y será para horas!
Mi hermana y yo nos abrazamos y besamos como locas, como jamás había pensado, con un deseo incontrolable, y antes de perder la memoria de esas horas, vi a mi madre tumbada sobre la mesa y a Iñaki perforando su culo. De todo lo que pasó esa noche, solo mi madre lo sabe. Su chupito era solo de coñac. Fue la única persona que estuvo consciente esa noche. Los demás, estuvimos en una nebulosa sexual de la que los hombres tardaron casi dos días en quitarse los dolores de polla de tantas horas de tenerla dura y follando sin parar. Y las mujeres ¡ay las mujeres! Tanto el culo como el coño los tuvimos rozados, inflamados y supercalientes varios días. Pero todos creemos que tal y como las sábanas de cuatro camas se quedaron de manchadas... valió la pena pasar esa noche.
Al día siguiente bajamos a desayunar "casi" vestidos, excepto mi madre, que como esa tarde tenía trabajo estaba ya totalmente arreglada para irse, muy contenta y extraordinariamente radiante ¿cómo cojones podía estar tan relajada y feliz? Porque nosotros cuatro estábamos todos tan cansados y doloridos, que viéndonos incapaces de llevarla a su casa, llamamos un taxi para que la recogiese, y al ver llegar el taxi, nos dimos los correspondientes besos y abrazos de despedida, y cuando mi madre cogió su maletita, se quedó parada, se giró, nos miró a todos y nos dijo sonriente:
- Queridos hijos, quiero deciros que estas han sido las mejores navidades de mi vida y desde ahora las quiero siempre así, pero... las pocas veces que he salido a ligar, lo he hecho siempre con condón ¡no tomo anticonceptivos! Así que con tanta leche como me habéis metido estos días, puede ser que uno de vosotros dos ¡sea padre en 9 meses! Y vosotras dos tengáis un hermanito en esas fechas ¡esta sí que podría ser una Natividad para alguien dentro de mí! Y si es así, lo pienso tener. No abortaré.
Y claro, mientras nuestra madre se moría de risa subiéndose al taxi, nosotros nos quedamos de piedra.
Joder con mamá... ¡Y no había dicho nada de las pastillitas ni de los condones hasta marcharse!
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Y a tod@s os deseo que paséis la mejor Navidad posible ¡y cuidaros, que el bicho aún está por ahí!