Las musas

¿que hace una mujer en un trío complejo?parte n de un relato tridimensional

LAS MUSAS.

Elena leyó lo escrito por sus compañeros de orgía, se desperezó mirando el río ante ella, azul, cubierto por una pequeña neblina en la que destacaban un par de cargueros de cereales.

Estaba desnuda bajo su camisa azul de jean, los pezones le dolían, Julia los había mordisqueado en exceso, un rato antes cuando jugaron al viejo placer de lesbos. Disponía de un poco de tiempo para meditar sobre lo que estaba ocurriendo. Tenía razón Femme, con que ella había picado al rijoso Sonora con su pregunta inocente, pensando que era graciosa, pero la respuesta del hombre había sido contundente.

Se lo imaginó , sentado delante de la computadora leyendo sus relatos, tocando su verga endurecida ensimismado con lo que ella había contado.

Todo autor de relatos eróticos aspira a lectores de una sola mano, así imaginaba al macho, dándole al puño apretado en pija. No sabía cual era la razón, pero en su mente el mexicano era de los pajilleros de masturbación puñetera.

Algo así, debía sentir Anaís cuando le daba sus cuentos eróticos al rico comprador, que prostituía su mente y su pluma. ¿ Qué papel jugaba Henry Miller en aquella operación?.¿ Daba ideas a su amante o ésta se imaginaba las historias mientras cogía con él?

Le hizo gracia su razonamiento, pensó con cariño en la autora que la había llevado a ese pensamiento. Tenía que leerla completa. Era buena pero sus relatos eran largos, tendría que dedicar medía hora durante unos días a seguir sus historias.

Volvió al mexicano, ¿ qué historia de las que felinamente había escrito le interesaba más.?

Le divertían esos machos picha brava que creían que podían seducir y complacer a todas. Sus amigas decían otra cosa, hablaban con que frecuencia debían simular orgasmos para complacerlos.

Se rió pensando en una historia que les había contado Verónica, sobre un novio que tuvo, que se puso , se puso, en plan competición y cuando no se levantaba el instrumento más veces, mi amiga le dijo: "Eso es todo, pues ahora empiezo yo". Delante de él se hizo una paja con el vibrador , y cuando de verdad quedó tranquila, se marchó para siempre.

Julia, su amiga de cuerpo y alma, le había musitado al oído, mientras sus conchas en tijeras, deslizaban una contra otra totalmente mojadas.

"¿ No estarás pensando en esa gallega mientras estás conmigo?"

"No, mi vida"- mintió mientras aceleraba el ritmo para acabar.

Se dio cuenta que quería estar sola para ponerse a leer los comentarios de esa extraña relación, donde se habían encontrado dos mujeres gracias a un hombre.

Se la imaginaba divertida, se notaba en sus escritos, una de esas mujeres que saben tomarse la vida con humor. Pero también ácida, con carácter por las respuestas a Luz de luna. No le gustaban las peleas entre mujeres, bastante difícil tenían en el vivir en un mundo machista, para no ser aliadas.

La tela que le rozaba los pezones la estaba volviendo a excitar. Era una camisa de su marido, le valía de vestido. Dejó de escribir y fue ante el espejo.

Se miró y se gustó. La tela dejaba ver el canal entre sus senos, estos quedaban semitapados, y en la parte baja, abierta destacaba su sexo depilado, arco de los pilares de sus piernas. Estaba linda, decidió poner algo de música: La Varela. Pensó en que había quedado con su marido en ir a oírla. ,Actuaba los fines de semana, a ella le encantaba , pero más a Lalo, se imaginó lo gorda que se le pondría al verla tan cerca , el local era pequeño. Sería ella la que gozaría de ese calentón luego.

Se marcó unos pasos de tango, y decidió volver a la notebook.

Releyó de nuevo lo que habían escrito sus copartícipes . ¿Cómo seguía.?

"Estaba la amenaza de los alienígenas fornicadores, cuyo jefe estaba controlado , y además expuesto a los ardores de Femme.

Esta se había puesto en manos del vicioso semental por defender a la gata.

¿ debía ser el comienzo de un romance?. La leche de vida del poderoso macho podría tener las propiedades de acelerar las preñeces, eso parecía divertido. Así podían contraatacar a la dichosa nave y hacer que los invasores llenaran cientos de tinajas de semen, para el templo.

¿Sería feliz el prisionero con su nueva carcelera.?

Sonó el teléfono. Era Isabel , su vecina , la abuela del niño amigo de su hijo, para pedirla que fuera a buscarle, pues la fiesta infantil ya había acabado.

Se puso una bombacha y un jean.

Antes de cerrar vio lo escrito, la verdad que "las musas han pasado de mi" pensó, y de pronto recordó un artículo de un dominical del País.

Ya tenía la continuación. Era esto.

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