Las mujeres de mi familia me ayudan 6

Después de vivir toda la vida en mi casa, con mi madre y mi hermana, con sólo 19 años me iba a vivir sólo y nada menos que a Inglaterra. Antes irme, ellas me ayudan a superar mi timidez

Mi tía (Miércoles en la tarde)

A eso de las 4 de la tarde, mientras leía en la cama una novela de ciencia ficción buenísima, me entró por el móvil una llamada de mi tía Carolina.

-Hola tía, buenas tardes ¿cómo estás?-

-Muy bien, hijo y ¿tú?-

Me hubiese gustado decirle que estaba feliz por haber tenido mi primera… y mi segunda experiencia, pero a pesar de la confianza que tengo con ella, no era el momento. Y menos considerando que había sido con mi hermana, así que me fui por la respuesta estándar-

-Muy bien, tía, preparándome para el viaje-

-Te vas este fin de semana ¿no?-

-Si, tía, el sábado-

-¡Huy! ¡ Qué cerca! ¿Y no estás nervioso?-

-No mucho- mentí. Realmente estaba muy nervioso.

-Bueno. De todas maneras quería ver si podías pasar por aquí esta tarde a echarle un ojo a mi computadora…-

-Claro, tía. Estoy allá en, mmm media hora-

-Cuando puedas-

-Nos vemos-

Yo le había enseñado a mi tía todo lo que sabía sobre manejar una computadora y ella estaba agradecidisima por eso. Sin embargo, cada cierto tiempo tenía que limpiarla un poco, actualizar los programas, correr antivirus, etc. Así que cuando la computadora se ponía lenta o se le trancaba, yo pasaba por allá y en un par de horas resolvía. Como vivía a pocas cuadras de mi casa, me iba trotando y así aprovechaba para hacer un poco de ejercicio.

Así pues, al terminar de hablar con ella, me fui al baño, me puse unos shorts y una camisa deportiva, los zapatos de correr y me fui a verla.

-¡Sobrino!- me recibió en la puerta con una alegre sonrisa.

-Hola tía- contesté entrando.

Como siempre, ella vestía con una blusa muy pegada. Ella tenía las tetas más grandes que las de mamá y creo que le gustaba exhibirlas. Por lo menos a mi, jajaja. Había días en que en vez de ponerse la blusa pegada, se ponía una muy suelta y cuando se inclinaba en la mesa, yo me perdía por el escote. ¡Más de una vez casi que pude verle un pezón!

-¿Quieres tomarte algo?-

-Si, por favor, que vine corriendo- le contesté.

-Ok. Pasa a mi cuarto mientras yo te preparo una limonada-

Ella tenía la computadora en un escritorio al lado de su cama. Como siempre, entré y me senté, lo encendí y me puse a revisarlo. A lo largo de los años, había descubierto que a ella le gustaba mirar porno pues casi siempre encontraba en la historia del navegador las páginas que había utilizado en los días anteriores. A veces las borraba, pero quedaba una copia en la papelera allí las encontraba yo.

Por cierto, a mamá también le había encontrado porno, pero ella era más cuidadosa que mi tía.

En cualquier caso, lo primero que hice fue poner a correr el antivirus para que revisara el disco duro por virus, troyanos y demás porquerías que solían infectar el computador de la tía. Eso duraría un tiempo.

-Aquí tienes- dijo ella cuando me trajo una bandeja con el vaso de limonada para mí y una copa de vino para ella -¿No querrás una copa de vino después?-

-No tía gracias- le contesté extrañado. Ella nunca tomaba vino cuando yo estaba con ella.

-Yo me serví una… bueno, esta es la… tercera, jajaja-

-¡Pero tía! Jajaja-

-Jajaja. Así es. Estoy un poco achispada-

-¿Y eso?- le pregunté -Nunca te había visto tomando vino-

-Si, pero es que hoy es un día especial-

-¿Si? ¿Qué pasa hoy?-

-Mmmm… me da un poco de pena-

-¿Pena conmigo tía?-

-Este…- dijo sonrojándose y bajando la vista se tomó de un trago el resto de la copa.

-Bueno, mejor te lo digo de una vez-

Yo estaba viendo la computadora, pero entonces me volteé hacia ella y quedamos frente a frente.

-A ver… todos estos años tu me has ayudado con la computadora y enseñándome cosas sin pedirme nada a cambio-

-Tía, por Dios. Lo hice con mucho gusto-

-Igual, pero ahora te vas y me he estado partiendo la cabeza pensando en qué regalarte-

-Pero no tienes que darme nada, tía. Ya te lo dije-

-No importa. Yo quiero darte algo-

-Como tu quieras, tía-

-No quería que fuese dinero, eso igual te lo vamos a dar. Yo quería algo más personal-

-Ok-

-Entonces recordé algo que sé que siempre has querido-

-¿Qué será?-

-¡Éstas!- dijo ella sacando el pecho.

-No entiendo-

Entonces ella agarró su blusa y se la sacó por la cabeza. No tenía sostén y sus grandes tetas quedaron desnudas frente a mi. Como dije, eran más grandes que las de mamá y por supuesto que las de Marta, pero a pesar de lo grandes, no estaban caídas. Bueno, un poco, pero todavía estaban altas en el pecho. Tenían grandes aureolas y los pezones estaban muy erguidos.

-Desde que tienes 14 años he notado que siempre me miras disimuladamente las tetas. Al principio no le di importancia, pero después me di cuenta que me gustaba.

-¿Te gustaba que te mirara las tetas?-

-Si. Me encantaba. No, me encanta. Jajaja-

-Y yo que pensaba que no te dabas cuenta-

-Jajaja. Así son todos los hombres. Siempre están pensando que una no se da cuenta, jajaja. Pero sí. Nos damos cuenta y actuamos en consecuencia-

-¿Y qué hiciste?-

-No sé si te diste cuenta que cada vez que tú vienes, yo tengo puesto una blusa pegada o un escote pronunciado-

-Si, pero pensé que era normal, es decir, que siempre te vestías así-

-No, querido sobrino. Me vestía así para tí, para que me vieras éstas- ella entonces se movió para los lados y las tetas se mecieron deliciosamente de lado a lado.

-¡Wow!- exclamé impresionado. Por supuesto, mi güevo se había puesto firme y empujaba contra el short.

-¿Ves como tenía razón? Te encantan mis tetas- y para reafirmar su observación, las tomó con las manos y se las apretó -¿Quieres tocarlas?-

-Uuhh… sí- respondí agarrándoselas con mis manos.

Las tetas de mi tía eran más grandes que las de mamá, pero más blandas. No sabría cómo definirlo, pero era como apretar un cojín, pero igual me gustaba. ¡Y eran pesadas!

Después de acariciar el “volumen”, me dediqué a los pezones, que apreté como había aprendido con mamá, “duro que no se rompen”

-Mmmm… si… así… - dijo ella -Me gusta que me las aprietes duro…-

Unos momentos después ella me pidió que me bajara el pantalón.

-Déjame verte- dijo -puedo ver que lo tienes parado…-

Así pues, me bajé el short y ella me agarró el güevo que estaba ya en su máximo tamaño.

-¡Pero qué maravilla sobrino! Yo me imaginaba que lo tenías grande, pero no tanto- dijo acariciándomelo.

Entonces hizo una cosa extraña, se arrodilló entre mis piernas, pero no se lo metió en la boca, sino que se lo puso entre las tetas y me empezó a pajear con ellas.

La novedad me pareció encantadora… por unos momentos, pero el roce del glande contra la piel seca de su pecho empezó a ser desagradable. Yo había lubricado un poco, pero no era suficiente y pronto empezó a molestarme.

Ella enseguida se dió cuenta y dejó de moverse, separándose de mí.

-Uy… creo que no podemos hacerlo así. necesitaría ponerme lubricante- dijo -Creo que mejor cambiamos ¿te parece?-

-Como tú digas tía- le dije agradecido que no me siguiera raspando.

Entonces ella se levantó y se bajó los pantalones y las pantaletas de un tirón. Luego se volteó hacia el escritorio, se dobló sobre él, poniendo los codos encima del mismo. Entonces volteó la cabeza y mirándome me dijo:

-¿Qué te parece si me metes ese delicioso pedazo de carne en mi conchita?-

Lo de conchita era obviamente una exageración. El culo de mi tía era grande y debajo se le veía su vulva también era muy grande, muy mojada y muy abierta.

-Claro tía-

Me paré y agarrándome el güevo con la mano, lo apunté hacia su concha. Lo primero que hice, sin embargo, fue recorrérsela toda para mojarme con sus jugos que fluían abundantemente.

-Ay sí… acaríciame… siii… que… rico…-

Viendo cómo le gustaba, la repasé varias veces, sin olvidarme del clítoris que sobresalía claramente en el extremo inferior de su vulva. En el otro lado veía claramente el anillo del ano y después de pasar el güevo por toda la vulva, lo subí y lo apoyé en el ano.

-No, no, jajaja. Por ahí no- me dijo - Por lo menos no hoy, jajaja. Tengo que prepararme primero si quieres metermelo por ahí-

No sabía en qué consistiría esa preparación, pero igual no pensaba meterlo por el culo, sólo había sido una inspiración.

Así pues, volví otra vez a recordarle la vulva una vez más y finalmente se lo metí.

-Ohhhh…. siiiii…. mmmm…. queeee…. ricooo…- gimió ella.

Así como las tetas y el culo de la tía eran más grandes que las de mamá y Marta, la vagina también era más grande y me dí cuenta cuando mi güevo entró sin ninguna dificultad hasta el fondo. Deteniéndose sólo cuando mi pelvis chocaba contra su culo.

-Pero queee… ricooo… siii… me guuustaa…- siguió diciendo ella.

Entonces le agarré las caderas con mis dos manos para apoyarme y empecé a cogerla.

-Uyyy… siiii… metemelo bien adentro… sobrino…-

-Ahhh… siiii…. tanto… tiempo… que no me cogían taaan ricooo…-

Enseguida me di cuenta que mi tía era muy… verbal. Desde que habíamos empezado a coger, no paraba de hablar y decirme lo bien que lo estaba pasando.

-Tienes… un güevo taan.. ricooo... y taaaan grandee…-

-Sigue asii… está… taaan adentro…-

Al principio era muy sexy y me excitaba mucho, pero poco a poco empezó a ponerse repetitivo.

-Siii… es… taaan… ricooo…. -

-Oooohhh…. maaasss… durooo… siii-

Además iba subiendo de volumen, si seguía así, hasta los vecinos se darían cuenta.

-Siii… siii… voyy… aaa… acabaaar…. Aaaahhhh- gritó.

-AAAAHHHHHHH-

Con ésto, ella levantó su torso al tiempo que su vagina me apretaba con fuerza, empezando un profundo orgasmo.

Unos segundos después, la presión de su vagina se aflojó para volver a prensarse un momento después, al tiempo que un chorro de líquidos salía de su cuerpo, mojándome las piernas. Era mi primera experiencia con una eyaculación femenina masiva.

A continuación se volvió a acostar en el escritorio, mientras comenzaba otra vez a hablar.

-Siii…. queeee… ricooo... estuvooo…-

La vagina seguía pulsando rítmicamente y yo no me atrevía a moverme.

-Qué rico es tener... un güevo que no... se desinfla tan rápido…-

Entonces ella empezó a moverse preguntándome:

-¿Será que puedes aguantar otro?-

-Si, tía- le respondí -Si quieres sigo moviéndome-

-Pero qué maravilla sobrino. Si lo hubiese sabido te hubiera dado este regalo mucho antes, jajaja-

Así pues, empezamos a coger otra vez. O seguimos cogiendo, más bien, porque no le había sacado el güevo en ningún momento.

Y por los siguientes minutos el ritmo fue acelerándose otra vez. Yo lo empujaba con todo lo que tenía y ella gemía y hablaba de lo rico que la cogía.

Inclusive me pareció que tuvo un par de miniorgasmos en el camino, que hacían que su vagina se contrajera de pronto.

Pero todo lo bueno llega a su fin y pronto yo también estaba listo para acabar.

-Me falta poco para acabar tía ¿quieres que lo saque o acabo dentro-

-Acaba... dentro, sobrino y espero… mmm... que me llenes... mucho de lecheeee-

-Si… tía… voy a…. llenarte…. siii…-

Y con un último empuje, exploté profundamente dentro de ella, sintiendo como vertía borbotones de leche dentro de su vientre.

-AAAAHHHH… SIiii… llénameeee…. ahhhh-

No estoy seguro de si ella había vuelto a acabar pero si lo hubiera hecho, habría sido su ¡cuarto orgasmo!

Mientras nos vestíamos, no pude aguantar la curiosidad y le pregunté:

-Tía, antes, cuando te acaricié el culo con mi miembro, me dijiste que primero tenías que prepararte ¿qué significa eso? ¿cómo es que te tienes que preparar?-

-Jajaja, así es sobrino, tienes que prepararte. A ver, a mi me encanta que me cojan por el culo. No tanto como por la totona, pero es una variación interesante. Sin embargo, el culo tiene un problema y es su función natural. A veces está… ¿cómo decirlo delicadamente? preparado para su función natural ¿entiendes?-

-¿Preparado para su función natural?- pregunté sin entender.

-Preparado para cagar, jajaja- dijo riendo.

-¡Ah, claro!-

-Así. Si coges por el culo en ese momento, te puedes encontrar con… tropezones ¿me explico?-

-Claro, claro-

-Así pues, si estás pensando en coger por el culo, tienes que estar libre. Tienes que haber ido al baño primero y haber evacuado lo suficiente como para librarte de cualquier cosa que tengas ahí. Mejor todavía es si te haces un lavado, asegurándote así no tener sorpresas-

-Claro, claro, ahora entiendo, pero ¿Cómo te lavas por ahí?-

-Te metes agua o una preparación que venden en la farmacia y limpias todo por dentro-

-¡Ah! Ok-

-Si quieres, mañana, mmm…. no, mañana no puedo. Pasado mañana te pasas por aquí y lo hacemos por ahí ¿te parece?-

-Claro tía. Me encantaría probar-

-Y a mi me encantará sentir ese bicho tuyo metido en mi culito. Jajaja-

-Hasta pasado mañana tía-

-Hasta pasado mañana- me respondió dándome un delicioso beso en la boca.

Orlando

Diciembre, 2021