Las mujeres de mi familia me ayudan 5

Después de vivir toda la vida en mi casa, con mi madre y mi hermana, con sólo 19 años me iba a vivir sólo y nada menos que a Inglaterra. Antes irme, ellas me ayudan a superar mi timidez

Mi hermana 2 (Miércoles al mediodía)

Tal como había prometido, Marta llegó alrededor del mediodía.

-¡Hola!, llegué un poco temprano- me anunció desde la puerta.

Yo estaba sentado en la computadora nervioso. Por un lado, por lo sucedido en la noche con mamá y por otro, porque no sabía que quería hacer Marta, si se iba a repetir lo de ayer o qué querría hacer hoy. Yo me había puesto una ropa similar a la de ayer: shorts y franela, y sobre todo, los zapatos de cuero.

Cuando la ví, casi se me cae la mandíbula al suelo. Tenía puesto una blusa de lo más linda, pero lo que más me llamó la atención fue la minifalda pequeñita, como de esa tela plisada, que apenas le alcanzaba a la parte de arriba de los muslos.

-Wow hermana, esa falda está…- y no supe qué más decir, no me atrevía a decirle que estaba provocadora, deseable, buenísima…

Entonces ella se detuvo a dos o tres pasos de mí y giró rápido sobre su eje, con lo que la faldita se levantó, mostrándome el culo prácticamente desnudo.

-¡Ooohhh!, eso fue… eso fue…- comencé a tartamudear.

-Vamos hermano, ya tú me has visto el culo en la playa muchas veces. Es lo mismo-

-Bueno, si… pero, no…-

-Jajaja- se rió ella girando otra vez. No se veía ropa interior alguna.

-¿No tienes… pantaletas?-

-Jajaja. Claro que tengo. Tengo un hilo dental- respondió levantándose la falda por delante y mostrándome un minúsculo triángulo de tela color crema.

-Ya veo, ya veo- dije cuando tuve suficiente aire para hablar.

-Pero no tienes que decirme, ya veo yo que sí te gusta, jajaja- dijo ella viendo cómo mi miembro empezaba a marcarse contra el short, lo que me hizo sonrojarme profundamente.

-¡Ay, perdón otra vez- le dije bajando la vista.

-Ya te dije que no tienes que pedir perdón por eso- me regañó acercándose y pegándose contra mí para darme un beso en la mejilla. Su vientre se apretó contra mi miembro mientras lo hacía. Luego se separó un poco, siempre con su mano izquierda alrededor de mi cintura.

-Yo provoqué esa reacción en tí y me siento orgullosa ¿me explico? Si no hubiese pasado nada, si no hubieses reaccionado, me hubiese preocupado pensando: ¿no le gusté? ¿qué hice?-

-¿Entiendes cómo funcionamos las mujeres? Siempre haciendo cosas para provocarlos a ustedes y después estamos pendientes de sus reacciones para ver si funcionó. ¿Me explico?-

-¿Entonces te vestiste así para mí?-

-Así es hermanito. Quizás deberías tú también hacer igual-

-¿Hacer qué? ¿Vestirme provocadoramente?-

-Ciertamente. Por lo menos, con ropa que combine y que muestre esos músculos que tienes-

-Yo no tengo ropa así-

-Vamos a tu cuarto a ver-

Juntos entramos al cuarto y nos dirigimos a mi pequeño closet.

-A ver, muéstrame las franelas y los shorts que tienes. No te voy a seleccionar pantalones ni camisas largas, porque vamos a hacer mucho ejercicio hoy-

Por unos momentos vió la ropa y entonces me preguntó:

-¿Cuál es la franela que te queda más pegada?-

Yo revisé y le mostré dos o tres que pensaba botar porque no valía la pena llevarlas pues me quedaban estrechas.

-A ver, pruébate ésta- me dijo tomando una.

-Esa me queda muy pegada-

-Eso es lo que quiero-

Me saqué la camisa que llevaba y me puse la que ella me dió. Mientras me cambiaba, los ojos de Marta pasaron por mi pecho desnudo, ¿con deseo? Me era muy difícil juzgar esas cosas.

La franela realmente me quedaba pequeña y cuando me la puse, ella recorrió mi pecho con las manos.

-¿Ves? Así se te ven los músculos. Es más, podemos hacer que se vean más- dijo enrollando un poco las mangas alrededor de los brazos, con lo que los tríceps se veían más claramente.

-Perfecto- dijo -así me gustas más ¿algún short que te quede pequeño?-

-¿Un short que me quede pequeño?- pregunté asombrado.

-Si. Los shorts de ahora parecen una carpa de circo. Son ridículos, horrorosos. Yo busco uno que te quede bien pegadito al cuerpo-

-No tengo- respondí -Todos son más o menos iguales-

-¿Y esto?- dijo Marta tomando unos interiores que me había comprado mamá el año anterior que eran un poco como shorts, pues bajaban un poco por los muslos. La verdad era que no me gustaban mucho.

-Son unos interiores, no son shorts…- le dije.

-Vamos a probarlos-

-Pero no puedo salir con eso solamente-

-¿Porqué no?-

-Son muy… pegados-

-Eso era lo que quería-

-No sé…-

-Vamos, deja la protestadera. ¿Quién sabe de moda, tú o yo?-

-Tú, pero…-

-¿Entonces? ¡Ah! Y quítate los zapatos esos. Hoy vamos a bailar descalzos-

-Bueno- dije quitándome los zapatos -déjame ir al baño a cambiarme-

-¿Porqué?-

-No me puedo cambiar aquí contigo-

-¿Y porqué no?-

-Ehh… por que… mmm… no…-

-Vamos deja la protestadera y quítate esos shorts horribles-

En un último intento de salvar mi modestia, le di la espalda y rápidamente me bajé el short y todavía más rápidamente, me puse los interiores. El güevo se había desinflado bastante, por lo que pude acomodarlo como siempre, hacia mi pierna izquierda. Cuando terminé, me volteé hacia Marta.

Ella tenía la vista dirigida hacia mi cintura, obviamente me había estado viendo el culo todo el tiempo. Sus pezones estaban en punta y sobresalían claramente en su blusa ¿no tenía sostén? No podía evitar pensar en las tetas de mamá la noche anterior. Marta tenía unas tetas mucho más pequeñas, pero me parecía que eran mucho más duras.

-Muy bien, hermano, ya estás... mmm… más deseable. Aunque debo decir que las nalgas se te veían deliciosas… mmm…¡tienes un culito lindo!... estuve a punto de pellizcar. Jajaja-

Orgulloso de gustarle le dije sacando un poco el pecho:

-¿Estoy bien así entonces?-

-Perfecto- respondió Marta -¿Sabes? La gente piensa que a las mujeres no nos tiene que excitar la vista de un hombre buenote como tú. Se supone que tenemos que apartar la vista “modestamente”. Eso es absolutamente bullshit. No sólo porque es injusto -los hombre sí pueden vernos- sino que las mujeres nos excitamos tanto como los hombres a la vista de un hombre buenmozo, unos pectorales bien formados, un culo duro y… un güevo precioso como el tuyo-

-Ay, hermana, qué cosas dices-

Y de repente me di cuenta:

-¿De verdad te parece que tengo un… güevo precioso? ¿Cómo sabes? No me lo has visto-

-Jajaja. No, pero al bailar, bastantes veces me he recostado contra él ¡y lo he disfrutado! Y puedo imaginarlo perfectamente, jajaja-

Y entonces, volviendo a acariciarme el pecho, pasándome la mano por la cintura y quizás un poco más abajo, dijo finalmente:

-Ahora vamos a la lección de hoy-

Cuando llegamos a la sala, ella puso primero una música similar a las de ayer, diciéndome:

-Primero vamos a repasar lo que ya sabemos. Empecemos por ésto- y empezó a bailar moviendo rápidamente las caderas y los brazos.

Yo la imité inmediatamente y el ritmo de la música y sus movimientos me hicieron olvidar mi escaso y apretado ropaje. Ella no parecía olvidarlo, pues igual mientras bailaba, sus ojos recorrían mi cuerpo, especialmente mis caderas.

Al terminar la canción, ella paró la música y me abrazó:

-¡Muy bien! Lo hiciste perfecto. Se vé que aprendiste bien ¿quién fue tu maestra? Jajaja-

-¡La mejor de todas!- respondí devolviéndole el abrazo, sin poder evitar sentir sus tetas que, sin sostén, se sentían distinto a ayer. Los pezones se habían bajado y ya no estaban duros. Nuevamente recordaba las tetas de mamá y trataba de imaginar cómo sería tocárselas a Marta. Pero no tenía el permiso de ella para hacerlo y tenía que esperar, tal como me había enseñado mamá.

-Ahora vamos con un merengue ¿estás preparado?-

-¡Vamos!- le dije pasándole una mano por la espalda y buscando su otra mano.

El merengue me costó un poco más, sobre todo porque Marta se pegó mucho a mí y sus caderas se rozaban contra las mías constantemente, distrayéndome.

Sin embargo, el ritmo de la canción me distrajo y a pesar de los constantes roces, nos fuimos acomodando hasta que la canción terminó.

Cuando lo hizo, ambos respirábamos rápido y teníamos la cara un poco sonrojada ¿del esfuerzo? o ¿de la constante interacción de nuestros cuerpos? Cuando le miré el cuerpo, sus pezones se habían levantado otra vez y mi miembro empezaba también a hacerlo y a buscar una mejor ubicación en mi apretado short/interior.

-Esta no salió tan bien ¿intentamos otra?- dijo Marta tecleando en su celular hasta que otro merengue o algún otro tipo similar de música salió de las cornetas.

Ella me agarró de nuevo y volvimos a bailar. Esta vez nos salió mejor. Ella respondía mejor a mis intenciones, moverme a la izquierda o derecha, girar, etc. Los giros también salían más “limpios”, aunque mi ya crecido miembro era acariciado constantemente por su pubis, lo que me hacía perder la concentración un poco. La ventaja del short/interior era que era de una tela muy flexible y permitía que mi miembro, ya completamente crecido, se pusiera por sí mismo en la posición que más le acomodaba, hacia mi lado izquierdo y un poco hacia arriba.

-Bien- dijo finalmente Marta cuando terminó la segunda canción y tecleando nuevamente en el celular -Y ahora vamos con la última clase: la música lenta-

-¿La música lenta es la última clase?- pregunté un poco desilusionado.

-Si. En realidad, después de aprender las otras, ésta es la más fácil de bailar y por eso la dejé para el final. Si has aprendido a bailar las otras, no deberías tener problemas con ésta-

-Ok- respondí mientras comenzaba a sonar por las cornetas algo suave que no reconocía.

-La música lenta se puede bailar igual que el merengue o la salsa- me dijo Marta agarrándome la mano izquierda y poniendo su derecha en mi hombro.

-También los pasos son más o menos los mismos. Adelante, atrás, de lado, giro. Ya sabes. Sólo que más despacio, de acuerdo al lento ritmo de la música. Comienza a bailar que yo te sigo-

Así pues, luego de unos instantes “sintiendo” la música, comencé a bailar con ella y sin ningún problema nos acoplamos. Apenas yo iniciaba un movimiento acercándome a ella, ella retrocedía y viceversa. Como el ritmo era lento, todo era más fácil.

Al cabo de un par de minutos, sin embargo, ella dijo:

-Ahora bien, usualmente la música lenta no se baila así, sino de esta forma-

Entonces, soltándome las manos, cruzó sus brazos alrededor de mi cabeza acercando su cuerpo hasta que estuvimos completamente pegados uno del otro, como si nos fuéramos a dar un abrazo.

-Abrázame por la espalda- me dijo al oído, porque ahora su cara quedaba cruzada con la mía y su sien se apoyaba en mi mejilla, ya que yo soy un poco más alto que ella.

De pronto fui consciente que sus tetas estaban pegadas a mi pecho y claramente sentí los pezones erguidos. No sólo eso, su vientre también estaba pegado contra mí y mi miembro estaba firmemente aprisionado entre los dos.

Así estuvimos bailando un rato. Si bien antes los roces entre nuestros cuerpos eran frecuentes, ahora eran contínuos. Inclusive había movimientos de Marta que con su vientre, prácticamente me masturbaba, deslizándose arriba y abajo de mi güevo.

En ese momento sentí su lengua deslizándose por mi cuello, haciéndome erizar y me dijo:

-Mmmm… sabes rico hermanito…. Jajaja. ¿Sabes? Además de bailar, también nos podemos acariciar mutuamente-

-¿Acariciarnos mutuamente?- no pude evitar pensar en mamá y yo acariciando sus tetas.

-Sí, así como acabo de hacer con la lengua. Ahora te toca a tí-

Sin saber exactamente qué hacer, simplemente repetí su movimiento y deslicé mi lengua por su cuello, llegando hasta su oreja.

-Mmmm… siii…- gimió Marta -Muy rico-

Sus manos se introdujeron entre mis cabellos y me comenzó a acariciar, mientras sus caderas acentuaban sus movimientos contra mi endurecido miembro.

-Sigue así… mmm… - me dijo, para añadir después -También puedes bajar las manos-

-¿Bajar las manos?- le pregunté aflojando mi abrazo sin entender qué quería.

-No, no es que dejes de abrazarme, sólo que me puedes abrazar más abajo-

-¿Más abajo? Más abajo no puedo-

-Mmmggg… claro que puedes, apriétame por las nalgas, bobito- dijo entonces ella.

-Ooo...key-

Un poco dudoso todavía, bajé las manos y le apreté el culo por encima de la faldita. Definitivamente tenía un culo delicioso, pequeñito y duro.

Entonces ella metió su lengua en mi oreja haciéndome estremecer.

-Mmmmgggrrr- gimió para después agregar: -Ahora pon las manos por debajo de la falda-

Animado por la sugerencia, metí mis manos por debajo de la faldita de Marta y le agarré las nalgas.

-Mmmmm- gemí de placer, sintiendo la piel desnuda.

Ella también se estremeció y empujando sus caderas todavía duro hacia adelante, se restregó aún más contra mi güevo.

-¿Te gusta?- me preguntó al oído un poco jadeante.

-Me encanta… tú también tienes un culo precioso- le dije.

-Mgmgr- gimió.

Ya casi no bailábamos, sino que simplemente nos acariciábamos mutuamente, parados en medio de mi cuarto, hasta que de pronto sentí que no iba a aguantar más.

-Marta, Marta… no voy a aguantar…- le dije.

-¿Vas a acabar?... Está bien, hazlo para mí hermanito-

-¿No te importa?-

-Si me importa, pero seguro que te vas a recuperar pronto ¿no?- dijo sin dejar de masturbarme con el movimiento de sus caderas.

-Probablemente- gemí justo antes de explotar…

-Vente entonces…-

-Aaaahhhhhh…. mmmmm…- gemí mientras chorro tras chorro de semen salían de mi güevo, contenidos por la tela del short/interior.

-Mmmm…. qué rico… siento como te sale… mmm- decía ella, siguiendo con sus movimientos sensuales.

Cuando por fin terminé de eyacular, ella dejó de moverse, aunque sus caderas seguían contra mi y separó su cara para verme a los ojos.

-¿Estás bien?-

-Si, si, estoy bien- le respondí, aunque realmente un poco mareado.

-Ok. Ahora vamos a quitarte esto- dijo Marta arrodillándose frente a mi.

-¿Qué haces?- le pregunté alarmado.

-No te preocupes… mmm… voy a limpiarte un poco- respondió Marta tomando mi short/interior con las manos y bajándolo de golpe.

El güevo, todavía casi totalmente duro, saltó a su cara.

-Mmmm- dijo ella agarrándolo con su mano derecha y mirándolo como con curiosidad.

-Tenía razón, tienes un güevo precioso, pero mira cómo está todo lleno de semen- dijo entonces y sacando la lengua se la pasó por la cabeza.

-Ooohhh- gemí de placer al sentir su lengua por la sensible piel del glande.

-Voy a limpiarlo ¿ok?- preguntó y sin esperar respuesta se lo metió en la boca.

-Oohh… lo… que… tú digas…- alcancé a balbucear.

Por los siguientes minutos Marta se dedicó a limpiarme el güevo de semen. Bueno, digamos que lo limpió en los primeros 30 segundos, el resto del tiempo fue… meterlo y sacarlo de su boca y deslizar su lengua por todos lados. Ella lo hacía distinto a como me lo había hecho mamá la noche anterior, aunque no estoy seguro si las diferencias eran reales o mi imaginación.

En cualquier caso, cuando terminó, no sólo tenía el güevo completamente limpio, sino que estaba otra vez tan duro como antes de acabar.

-Tal como te dije antes hermanito, tienes un güevo delicioso- me dijo mirándome a la cara desde abajo, mientras me lo sujetaba con una mano, que deslizaba a lo largo, despacio.

-Y ahora… mmm… - siguió diciendo -vamos a hacer algo que no pertenece directamente al baile, pero que muchas veces es consecuencia de él-

-¿Si?- dije completamente abandonado a lo que ella dijera.

-Primero retrocede y siéntate en la cama-

Obedientemente retrocedí despacio, aún con el short/interior enrollado en los pies, hasta que sentí el borde de mi cama y me senté. Ella avanzó de rodillas hacia mí y me dijo:

-Levanta los pies-

Tomó mis interiores y me los quitó. Luego me apartó las rodillas con las manos y avanzó un poco más.

Se le quedó mirando a mi güevo y murmuró:

-No sólo tienes un güevo lindo, hermanito, sino que es grande… muy grande… y duro… mmmm. No como el que tengo en casa…-

-¿Tienes uno… en casa?- pregunté como un bobo.

-Jajaja. Si. El de mi marido, que no sólo es mucho más chiquito, sino que sólo se le pone duro una vez al mes, jajaja-

-Ooo.. key-

Entonces ella se lo metió de nuevo en la boca y deslizó su lengua por todos lados, para luego levantar la cabeza y decirme:

-Ahora vamos a hacer un paso de baile muy especial ¿ok? Pero no puedes decirle a nadie que yo te lo enseñé-

-Ok-

A continuación ella colocó primero una rodilla en la cama, se movió hacia mí y luego colocó la otra. En esa posición, su pecho quedaba más o menos a la altura de mi cara.

Después, sujetándose con una mano en mi espalda, metió su otra mano entre sus piernas y apartó su tanga. Finalmente me agarró el güevo, lo apuntó hacia arriba y se fue bajando poco a poco.

Primero sentí cuando la cabeza del güevo tocó su vulva. Por un momento dejó de bajar el cuerpo para hacer que mi güevo le recorriera la vulva adelante y atrás. Después se lo colocó en la parte inferior y bajando el cuerpo un poco más, hizo que la cabeza se encajara en su vagina.

-Uuuhhhmmm… es muy grande….-

Se quedó inmóvil unos instantes, como acostumbrándose al tamaño.

Yo seguía paralizado, dejando que ella hiciera todo.

Cuando le pareció oportuno, bajó el cuerpo un poco más y entonces sentí como su vagina cedía, abriéndose un poco más y dejando entrar unos 3 o 4 centímetros más de güevo.

-Oooohhh siiii…. queee….  ricooo- gimió de nuevo.

Las paredes de la vagina me apretaban deliciosamente el güevo y si no hubiese sido porque había acabado hacía apenas unos minutos, hubiese explotado.

Marta esperó unos segundos otra vez; luego se elevó, dejando solo la cabeza dentro, para finalmente bajar hasta meter unos centímetros más. Ya llevaba más o menos la mitad.

-Ay Dios… y todavía falta... un buen pedazo- se dijo.

Así, fué repitiendo la misma operación varias veces, hasta meterse todo el güevo y quedar completamente sentada sobre mi.

-Mmmm… por fin pude con todo… No te imaginas lo full que me siento-

-Eres… muy… estrecha…- le dije sin tener ningún punto de comparación, era mi primera vez, pero sentía como me apretaba.

-Bueno, es que como te dije antes… no suelo tener este tipo de… placeres y mi vagina es todavía joven. Jajaja-

Cuando se rió, sentí como sus músculos vaginales me apretaban al mismo ritmo que su risa.

-Ok. Ahora vamos a coger rico ¿quieres?-

-Como tú digas, hermana-

-Muy bien, primero déjame salir de ésto- dijo y se sacó la camisa por la cabeza.

Sus tetas desnudas quedaron casi delante de mi cara.

Ella me miró la expresión de sorpresa y me dijo:

-Está bien,  puedes acariciarlas todo lo que quieras-

-¿Con las manos?-

-O con la boca-

Mientras hablábamos, ella había empezado con un movimiento circular de sus caderas, que hacía que mi güevo se revolviera deliciosamente dentro de su vientre.

-Ayyy hermanito… ¡qué güevo tan rico tienes…!-

Yo no podía sino gruñir mi acuerdo con ella, con mi boca llena con sus deliciosas tetas.

Una vez que Marta se acostumbró al tamaño de mi güevo, cambió de movimientos y añadió uno adelante y atrás, lo que hacía que la parte delantera de su vagina chocara con la base del güevo, haciéndola estremecerse de placer. Recordando la explicación de mamá, entendí que se estaba estimulando el clítoris.

-Aaayyy… que ricooo… asii…. aaayyy…- gemía ya sin parar.

Luego de apenas unos minutos más ella me abrazó fuerte y poniéndose rígida gritó:

-AAAAAAAYYYYYYYY…. ME VOOOYYYYY…. AAAAAHHHHHH-

Los músculos de su vientre empezaron a pulsar contra mi güevo y sentí como un líquido salía de su vagina y mojaba mis bolas.

Yo seguía sin saber qué hacer y sin moverme esperé las indicaciones de ella. Por unos momentos, no pasó nada distinto, hasta que sus espasmos fueron disminuyendo y su respiración desacelerando hasta que finalmente me susurró al oído.

-¡Wow! Eso estuvo… increíble. Tenía años que no tenía un orgasmo así-

Yo no estaba seguro de si eso era bueno o malo, apenas empezaba a conocer a las mujeres, así que le respondí con una cosa neutra, algo así como:

-Qué bueno...-

Finalmente, ella empezó a moverse de nuevo. Mi güevo seguía profundamente encajado en su vientre y ella mecía suavemente sus caderas.

-Tú no has acabado todavía- me dijo -Pero ahora quiero que seas tú el que haga el trabajo ¿puedes aguantar un poco más?-

-Creo que sí- le respondí. En realidad, tenía un poquito de ganas de acabar, pero me producía curiosidad lo que íbamos hacer ahora. Ya había seguido las instrucciones de mamá de asegurarme que mi pareja, en este caso Marta, acabara primero que yo, así que pensaba que ahora me tocaba a mi, pero desde luego seguiría sus instrucciones.

-Ok, entonces ven acá- me dijo levantándose.

Mi güevo, todo mojado con sus jugos seguía grande y muy rojo. Ella lo miró y le dió un beso en la punta diciéndole:

-No te preocupes, ya vas a entrar otra vez-

Entonces se terminó de quitar el resto de la ropa, es decir la faldita que todavía estaba enrollada alrededor de su cintura y la tanga, quedando completamente desnuda. Luego se movió hacia la cabecera de la cama y se acostó boca arriba con la piernas muy abiertas.

Yo la miraba con los ojos muy abiertos, ¡era la segunda mujer desnuda que veía en mi vida!. Así puede ver por primera vez la vulva completamente abierta y mojada con todos los jugos que ella misma había producido. Los labios menores sobresalían bastante y el clítoris asomaba claramente en la parte de arriba.

-Ahora vas a hacer tú todo el trabajo - me dijo -Ven acá y cógeme duro-

Cogerla sabía lo que significaba, pero ¿duro? Bueno, haría lo que pudiera y que ella me fuese indicando.

Sobre mis brazos y piernas me moví sobre ella y cuando estuve en la posición adecuada me bajé, pero obviamente mi güevo no atinó con su vagina y ella se rió un poco.

-Jajaja. Así no hermanito, tienes que ayudarte a apuntar un poco. Déjame hacerlo a mi. A ver, sube otra vez-

Levanté mis caderas y ella me agarró el güevo.

-Ufff. Qué duro está, mmmm. A ver, empieza a bajar otra vez, despacio-

Así pues fui bajando y ella dirigió mi güevo a la posición correcta y se lo fui metiendo hasta llegar al fondo. Poco antes ella quitó la mano y mi pubis finalmente se apoyó contra el de ella.

-UUUUFFFFF…. hasta…. uff… creo que me llegó hasta el estómago-

-¿Te estoy haciendo daño?- le pregunté asustado y comenzando a retroceder.

-¡Ni se te ocurra sacarlo! Jajaja- dijo ella.

-Ok, ok- respondí y volví a meterlo hasta el fondo.

-Es que… si, está muy adentro- me dijo entonces ella luego de tomar aire -Pero es taaan rico… mmmm-

Yo estaba apoyado en mis rodillas y mis brazos. Sólo mis caderas y por supuesto mi güevo, tenían contacto con ella.

-Ok- dijo entonces acariciándome con sus dos manos la cara, el cuello y el pecho -Ahora comienza a sacarlo y meterlo despacio-

Siguiendo sus instrucciones, comencé a cogémela despacio, pero al cabo de un rato, ella empezó a empujar con sus caderas contra mí, pidiéndome que lo hiciera más duro.

-Así hermanito… mmm…. métemelo más duro…. méteme ese güevo gigante… mmmm… métemelo bien adeeeentro- empezó a gemir ella.

Yo seguía con mis movimientos, empujando cada vez más duro. Pronto mis bolas empezaron a balancearse y a chocar contra sus nalgas, uniéndose al ruido de entrada y salida del güevo:

-Plaf- sonaba cuando las bolas chocaban contra su culo.

-Shwish- el ruido de su vagina.

Y además, por supuesto, sus gemidos y los míos:

-Aaaahhh-

-Uuuhhhh-

-Siiii…-

-Duuurooo…-

-Shwish-

-Plaf-

-Aaaahhh-

-Uuuhhhh-

-Siiii…-

-Duuurooo…-

-Shwish-

-Plaf-

Y de pronto:

-MGRGFFF- gemí explotando dentro de ella, al tiempo que ella también lo hacía:

-SIIII…..  OOOTRAAA…. VEZZZZ…. AAAAHHHH… - mientras mi leche bañaba su vientre…

Un rato después, vestida y compuesta, Marta se despidió de mí con un largo beso en la boca, diciéndome al terminar:

-Mañana vengo otra vez a terminar con las clases de baile-

-Ok- le respondí -Pero me gustó más la última clase-

-Jajaja. A mi también, pero no quería decir que mañana iba a venir a coger ¿no? Lo de las clases de baile es más… disimulado-

-Jajaja. Ok, entonces mañana bailamos otra vez-

-Si, tengo muchas ganas… ufff, ya me estoy mojando otra vez-

Y entonces se volteó y se fué.

Orlando

Diciembre, 2021