Las mujeres de mi familia me ayudan 1
Después de vivir toda la vida en mi casa, con mi madre y mi hermana, con sólo 19 años me iba a vivir sólo y nada menos que a Inglaterra. Antes irme, ellas me ayudan a superar mi timidez
Mamá 1 (Lunes en la mañana)
Ya solo faltaba una semana para el viaje. Después de vivir toda la vida en mi casa, con mi madre y mi hermana, con sólo 19 años me iba a vivir sólo y nada menos que a Inglaterra.
Realmente estaba asustado, porque siempre fui muy tímido. No tenía casi ningún amigo y absolutamente ninguna amiga. Obviamente era virgen. No sólo nunca había tenido sexo, sino que ni siquiera había tocado a ninguna mujer, aparte de las mujeres con que me habían criado, como dije: mi madre, mi hermana mayor, mi tía (hermana de mamá) y mi prima, la hija de mi tía.
Mi papá desapareció del grupo familiar casi desde el mismo momento en que yo nací. Entiendo que tuvo una relación con otra mujer estando mamá embarazada de mí y poco después de mi nacimiento, rompió todo contacto con nosotros y se fué a otro país.
Sola, mamá nos crió a mí y a mi hermana. Nunca quiso tener otro marido o pareja. Por lo menos no fijo, porque de vez en cuando salía con alguien pero muy discretamente y sin que supiéramos muchos detalles. Al fin y al cabo era todavía joven, 42 años, y de muy buen ver. Simplemente no quería nada serio y que la pudieran engañar otra vez.
Mi tía Carolina, la hermana menor de mamá, contribuyó también mucho en mi educación. Bueno, a la mía y la de mi hermana Marta. Ella estaba casada con un buen hombre (a diferencia de papá), que simplemente era un poco soso. Muy trabajador, que la quería mucho, pero muy poco divertido.
El caso fué que yo crecí sobreprotegido por la presencia masiva de estas dos mujeres y esa fué una de las razones por las que, cuando se presentó la oportunidad de irme al exterior, la tomé sin dudarlo.
Ahora por supuesto, tenía todas las dudas del mundo, pero no iba a echarme para atrás. Me iba o me iba.
Una de las muchas dudas que me carcomía es mi problema con las mujeres. Cuando una mujer me habla, me quedaba paralizado, sólo puedo mirar al suelo y balbucear hasta que la chica se harta y se va.
Eso me causó muchos problemas en el colegio y ahora en la universidad, inclusive muchos compañeros piensan que soy gay. Pero no es eso, lo que me pasa es que me dan miedo las mujeres. No soy gay, no me gustaban los hombres, me gustaban las mujeres… pero de lejos.
Inclusive, desde que llegué a la pubertad, empecé a masturbarme pensando en mujeres, en tetas y en culos, como cualquier muchacho. Pero nunca reuní el coraje para actuar.
La internet no me solucionó el problema, quizás hasta lo empeoró. Ahora tenía una fuente infinita de porno, pero ni siquiera a través de la computadora soy capaz de chatear con alguna chica. Patético.
Por ejemplo, anoche había “conocido” a una nueva video-chica. Preciosa. Me encantaba y varias veces empecé a tipear una conversación con ella, pero no pasaba de las primeras palabras. Cada vez, antes de apretar el “Enter”, me paralizaba y borraba lo que había escrito. Finalmente me masturbé viéndola y me dormí.
Hoy ya es lunes por la mañana, no tenía clases ni nada especial que hacer. Como tampoco tenía ganas de levantarme, volví a pensar en la chica y comencé a acariciarme. Me quité los pantalones del pijama y empecé a pajearme despacio debajo de la sábana. No había prisa.
-
¿Cómo será tocarle las tetas?-
pensaba, mientras mi mano derecha subía y bajaba por mi güevo.
De pronto, la puerta de mi cuarto se abrió y entró mamá, todavía en pijama.
-¡Hola hijo, buenos días!-
Sorprendido, quité a toda prisa mis manos de mi güevo y traté de disimular, pero la sábana había quedado sospechosamente levantada. Por otra parte, si me tapaba con la almohada, sería demasiado sospechoso, así que me simplemente me quedé quieto esperando que ella no se diera cuenta.
-Hola mamá, qué sorpresa ¿qué haces aquí?-
mamá me miró la cara con una sonrisa y luego bajó la mirada por mi cuerpo, viendo la evidente carpa de circo, pero sin embargo no dijo nada. Después se sentó a mi lado en la cama, muy cerca, doblando una pierna y subiéndola a la cama. La pernera de su pantalón se abrió un poco y pude verle el muslo desnudo… muy hacia arriba. No sé cuánto, porque la luz no era suficiente. También las tetas se le movieron un poco cuando se sentó. Obviamente no llevaba puesto sostén.
-Vine a hablar contigo- me dijo poniéndome una mano en el muslo cubierto por la sábana.
-¿Sí, y de qué quieres hablar mamá?- le pregunté sin saber cómo acomodarme. La visión de las tetas y del muslo desnudo no hacían nada por disminuir mi excitación, al contrario.
-La verdad es que es algo que te debo hace mucho tiempo. Desde que eras un adolescente-
-Wow, de eso hace años mamá- dije respirando aliviado, porque no parecía que fuera algo por lo que pudiera estar enojada.
-Si, hace muchos años y por lo que veo, sigue siendo un problema… actual- dijo moviendo su mano arriba y abajo por mi muslo, al tiempo que miraba sin disimulo mi obvia erección cubierta con la sábana.
-El caso es- continuó -que yo tenía que haber tenido contigo la conversación que deberías haber tenido con tu padre y que tiene que ver con… el sexo-
-Bueno, mamá, la verdad es que, yo creo que ya no tienes que contarme lo de las abejas, las flores y esas cosas…-
-Jajaja. Si, ya veo que sabes que los bebés no los trae la cigüeña-
Su mano seguía acariciándome la pierna y esas sensaciones se transmitían directamente a mi güevo, que palpitaba y ella podía ver la sábana subir y bajar. Esto se estaba complicando.
-El caso es… que… bueno… no sé cómo decirlo… entiendo que, a pesar de que sabes de sexo, nunca has estado con una mujer ¿no?-
-¿Cómo me vas a preguntar eso mamá?-
-¿Cómo que cómo te lo voy a preguntar? Así como lo acabo de hacer. Te conozco desde que naciste y he seguido de cerca tu crecimiento y sé que eres muy tímido, casi no tienes amigos ¡y ninguna amiga!-
-Bueno, yo… - balbuceé, un poco afectado.
-Y aunque me imagino la respuesta, debo hacerte una pregunta importante de todas formas ¿te gustan las mujeres? o… ¿los hombres?-
-¡Mamá!-
-A mí me lo puedes decir, cariño. Sea cuales sean tus gustos yo te quiero igual-
-No, mamá. No es eso. Me gustan las mujeres, sólo que me… paralizo, creo que me dan miedo-
-¿Te dan miedo?- preguntó, aunque había un dejo de alegría en su voz al saber que yo no era gay.
-Bueno, no es miedo… no sé cómo explicarlo. Me vuelvo mudo y no puedo hablar con ellas-
-Pero puedes hablar conmigo, con tu hermana y con tu tía-
-Si, pero a ustedes las conozco de toda la vida. Cuando cualquier otra mujer me habla… me quedo paralizado-
-¿Hasta las maestras?-
-Si. Con ellas desarrollé una habilidad especial, que era algo así como ponerles una máscara en mi mente y así poder hablarles, pero era muy difícil-
-¿Y tus compañeras de clase?-
-Simplemente no les hablo. Ellas ya saben y no me tratan. Es más, yo creo que todas piensan lo mismo que tú, que soy gay-
-¡Yo no dije que lo fueras!-
-Pero me lo preguntaste, pero está bien, no te culpo por eso. Entiendo que mucha gente piense así-
-Está bien, hijo, perdóname. Dame un abrazo-
Me erguí en la cama al mismo tiempo que ella se doblaba contra mí y nos abrazamos. Sus tetas se aplastaron contra mi pecho, mmmm.
Al final del abrazo, ella me sonrió y luego me dió un piquito en los labios que junto con lo de las tetas y las caricias en la pierna, casi me hacen acabar.
Me dejé caer en la cama de nuevo y ella se acomodó otra vez a mi lado. Su mano volvió a posarse sobre la sábana, en mi muslo, o más bien en mi cadera, al lado de mi muy excitado güevo.
Para mayor angustia, la pernera de su pantalón se había subido un poco más y a través de ésta podía verle el muslo hasta la ingle. No parecía tener puestas pantaletas y se le veía el inicio de los vellos púbicos. ¡Oh dios!
-Ok. Ahora volvamos a nuestro asunto. Te gustan las mujeres pero eres todavía virgen ¿correcto?-
-Mmmm… si- respondí un poco avergonzado.
-No tienes porqué avergonzarte. Muchos chicos a tu edad lo son-
-Si, pero es que yo… ni siquiera he besado a una chica. Es más ¡ni siquiera la he tocado!-
-Bueno, les habrás tocado la mano-
-¡No puedo! Sólo les hago un gesto con la cabeza-
-Entiendo- me dijo mamá -Y… ¿te tocas a ti mismo?, ¿te masturbas?-
-¡Mamá!-
-No te preocupes hijo. Todo el mundo se masturba, ¡yo me masturbo!-
-¡Mamá!-
-Está bien, si quieres no me contestes, pero cuando entré, me pareció ver que te estabas masturbando-
-¡Ay mamá…!- me podía morir de la vergüenza.
-Déjame verte- dijo ella e intentó bajar la sábana que me cubría de cintura para abajo.
-Nooo…- grité intentando detenerla.
Pero ella fue más rápida que yo, al fin y al cabo tenía una mano ahí mismo. Al bajar la sábana, mi güevo quedó a la vista.
-¡Wow!- dijo ella sonriendo.
Paralizado, casi que me tapaba la cara de vergüenza.
-Tienes un güe… digo un miembro… muy bello, hijo-
-¿Cómo, cómo... ?- alcancé a preguntar tartamudeando.
-Obviamente heredaste la herramienta de tu padre, pero mejorada-
-¿Mejorada?-
La cara de mamá era increíble. Parecía muy contenta y al mismo tiempo… ¿excitada?-
-Si, la tienes grande, pero no demasiado y… déjame ver- entonces me la agarró con la mano -Bastante gorda-
En ese instante, toda la excitación de la mañana, más la conversación, más las tetas de mamá y la vista de su ingle conspiraron para hacerme explotar.
-AAAAAHHHHH- gemí y un chorro de semen salió disparado hacia mi pecho, llegándome hasta el cuello.
Mamá se sorprendió por un momento, pero enseguida se sobrepuso y comenzó a pajearmn poco, con la precaución de poner su otra mano delante del güevo para que los siguientes chorros no me cayeran en la cara.
-Bueno, ésta fué una buena noticia- dijo cuando terminé de eyacular.
Yo no podía hablar de la vergüenza, pero levanté los ojos para verla y ella me explicó:
-La buena noticia es que además de preciosa, tu “herramiente” funciona bien y va a hacer feliz a muchas mujeres. Lo único es que dispara demasiado rápido, pero eso tiene remedio-
-¿Si?- pregunté esperanzado.
-Si, pero eso lo resolveremos otro día. Por ahora déjame limpiarte un poco, después te vas a bañar y nos vemos para desayunar-
Cuando llegué a la cocina, mamá estaba sentada tomándose un café y leyendo su iPad. Yo sabía que ella no tenía un horario específico para llegar a su trabajo y por eso se lo tomaba con calma. A su lado estaba mi puesto para desayunar y entrente una fuente con huevos revueltos, jamón, pan tostado, frutas, etc.
-Hola mamá- la saludé como si no hubiese pasado nada.
-Hola hijo- me respondió dejando el iPad para comenzar a desayunar conmigo.
El desayuno transcurrió normalmente, pero cuando terminamos de comer, ella se levantó de su puesto y se sentó en mis piernas, abrazándome.
-Ahora me tengo que ir a la oficina, pero tengo muy pendiente lo que hablamos esta mañana. No puedo evitar que te sientas nervioso cuando estás delante de otras mujeres, pero puedo aumentar tu autoestima, haciendo que te sientas mejor contigo mismo-
-¡Pero mamá, yo me siento bien conmigo- protesté.
-Yo sé hijo, pero me refiero a que sepas qué hacer cuando estés con una mujer, que sepas que le puedes decir, que puedes darle placer, que puedes hacerlas sentir muy bien y que ellas van a desear estar contigo-
-¡Oh! Eso último no lo sé…-
-Justamente. Esto que tienes aquí- me dijo agarrándome el güevo a través del pantalón -Es una herramienta muy poderosa si la aprendes a usar ¡y eso es lo que te voy a enseñar!-
-¡Pero mamá!- protesté al mismo tiempo que disfrutaba la presión de su mano contra mi güevo.
-Pero ahora mismo no podemos empezar- dijo al cabo de unos momentos -Esta noche seguimos practicando. Una cosa sí que te voy a pedir. No te masturbes en todo el día. Yo sé que ustedes lo muchachos pueden hacerlo varias veces al día. Hoy quiero que te aguantes, porque quiero ver cuánto puedes aguantar, cuando yo… ¡Venga, que me tengo que vestir- dijo finalmente levantándose.
Con ella parada frente a mi, pude ver que tenía la cara sonrojada y las tetas tenían los pezones erguidos, obviamente ella tambien estaba un poco excitada.
Entonces se inclinó y me dió un beso en los labios ¡inclusive pude sentir su lengua deslizándose rápido sobre éstos!, luego se volteó y salió corriendo hacia el baño.
Orlando
Diciembre, 2021