Las mujeres de mi familia (1)
La historia real de las mujeres que han ido marcando mi vida con sus actos. Empiezo por la madre de mi bisabuela a la que su marido le era infiel. (relato no erotico)
No era la mujer a la que todos miraban cuando paseaba por la calle. No era especialmente atractiva, sus pechos no llamaban la atención, llevaba el pelo moreno peinado sin gracia y la piel de su rostro había visto tiempos mejores.
Caminaba sola por la calle, sabia muy bien a donde iba. Desde que le dieron la noticia había estado pensando en lo que iba a hacer y sin embargo ahora que lo tenia al alcance de la mano no sabía muy bien como iba a reaccionar.
Sus tacones iban sonando por los adoquines de la calzada mientras se acercaba al numero 25. Un edificio más bien humilde, de fachada blanca y grandes ventanas abiertas para dejar pasar el fresco de la mañana.
La puerta de forja la separaba de un pequeño patio por donde se accedía a los portales. Llamo al portero que llego, pequeño, mas bien gordo y con unas entradas hasta mas de media cabeza, con las llaves en la mano dispuesto a abrirle.
-Buenos días, ¿A quien viene a ver?
-Soy amiga de la señorita Manuela, vive en el tercero A.
-Pase
La puerta se abrió y la mujer, con paso decidido avanzo hasta la dirección en la que la esperaba aun no sabía muy bien que.
Subía las escaleras despacio, ya que cada peldaño la iba acercando mas al tercer piso. Se planto en la puerta, de madera sin mirilla y llamo. Las palmas de sus manos sudaban mientras escuchaba el movimiento al otro lado de la puerta.
Un lejano "Ya va" llego a sus oídos, el corazón se le aceleraba, tenía los nervios de punta y sin embargo debía parecer tranquila y cordial.
Se descorrió el cerrojo y apareció ante ella una mujer, rubia de cuerpo menudo tapada con una bata y con cara de haberse levantado hacía no mucho.
-Buenos días, en que puedo ayudarla?
-Buenas, vera usted es amiga de Paquito B. no?
-Si, le ha pasado algo?
-No, nada importante, podría pasar para hablar con usted mas tranquilamente y lejos de miradas y oídos indiscretos?
La duda en los ojos de la mujer que acaba de abrir era notable, pero le pudo la curiosidad por saber que quería decirle aquella extraña sobre su novio.
Entro en la casa, discreta, ventanas abiertas y las cortinas ondeantes con la poca brisa que corría en aquella época.
-¿Le apetece un café?
La mirada de la desconocida que se había sentado en el sofá era inquietante. Sin embargo quería ser cordial y educada ofreciendo algo a la invitada imprevista.
-No gracias, prefiero zanjar este asunto cuanto antes.
Aquella mujer, esa rubia era la chica con la que se veía Paquito, no había duda. Por ella su marido la echaba de su lado. Por ella prácticamente desaparecía noche si y noche también, descuidando su matrimonio y a sus hijos.
A sus padres les costo sangre, sudor y lagrimas casarla con el señorito, rico, guapo y de buena familia. Ella dejo a su novio al que amaba locamente por una vida mejor para ella y los suyos a pesar de que su carrera le abria muchas puertas, y ahora venia una cualquiera, como lo fue ella en su momento, a querer pescar el mismo pez.
No iba a permitir que el sacrificio de su vida se fuera por el desagüe, no después de tantos años.
El tacón golpeaba insistentemente el suelo con nerviosismo. Ahí, cara a cara con la amante de su marido se había quedado en blanco. Su vecina le dijo, Teresita ándate con cuidado que se ve mucho a tu marido con una rubia de mala casta.
Al principio no quiso creerlo, pero la duda no la dejaba dormir por las noches, vivía con el corazón encogido por los millones de tal vez que rondaban su cabeza. Un día su marido le dijo que tenia una reunión, una de tantas que solía tener, y ella no se lo pensó dos veces. Dejo a los niños con la tata y se decidió a seguir a Paquito por las callejas por donde se metía.
Le vio entrar en aquel edificio, la facha blanca e impoluta le pareció una ironía que provocaría la risa de mas de uno.
Investigo mas por su parte hasta saber que la mujer con la que se veía era una camarera, que vivía en el 3º A y que llevaba mas de seis meses viéndose con su marido.
Aquella noche no durmió nada, se la paso dando vueltas al lado de un cuerpo infiel y pensado en como podría acabar con todo aquello.
Su marido era suyo, a los ojos de todo el mundo y a los ojos de Dios, y eso no iba a cambiar por una mujerzuela que quiso ir a por un pez que ya llevaba un anzuelo en la boca.
Se había producido un silencio incomodo entre las dos mujeres, tan distintas entre si y sin embargo tan unidas sin saberlo, al menos una de ellas.
Teresita se aclaro la garganta, después de llegar tan lejos ahora tenia que hablar y no sabia muy bien como iba a resolverse la cosa. Paseo los ojos por la estancia como buscando un ultimo empujón para hablar.
Y lo encontró, vaya que si lo encontró. En la mesita del salón en la que estaban sentados vio una foto de Paquito.
-Es guapo, ¿verdad?.
La pregunta pillo por sorpresa a Manuela que miro hacía donde señalaba. La foto que hacía no mas de una semana que su novio le había regalado.
-Si que es guapo, llevamos ya 7 meses de relación. Lo sabe poca gente por que no quiero decir nada hasta que no sea algo mas serio.
A Teresa le ardía la sangre, se levanto como si de un animal se tratase y agarro a la mujer por la bata. Grito, llevaba demasiado tiempo callada y le grito como la mujer engañada que era.
-¡Ese hombre es mi marido! Llevamos 8 años casados y tenemos un hijo. Mas te vale que no te vuelvas a acercar a él por que te juro que te mato.
El zarandeo las había llevado hasta la puerta del balcón abierta de par en par. Manuela tenía los ojos llenos de lágrimas, Paquito casado y su mujer buscando venganza en su casa.
No se dio cuenta de que tenia el culo apoyado sobre la barandilla y a Teresa casi encima de ella.
La furia de tanto tiempo de infidelidades, de reírse de ella la tenían cegada, solo quería darle una lección a la mujerzuela que se interponía entre ella y su marido.
Levanto un poco mas la bata y la empujo. Rodó por la barandilla del balcón y vio como la rubia caía hasta el patio con una lentitud asombrosa.
Casi se le sale el corazón y su cabeza volvió a llenarse de interrogantes, la habría matado, iría a la cárcel, lo habría visto alguien
Miro y vio que se movía. Bajo corriendo, el portero no estaba por ningún lado y el cuerpo de la mujer estaba magullado pero increíblemente no tenia nada grave.
-Esto solo ha sido un aviso, bonita. Más te vale dejar a Paquillo si no quieres tener otro accidente.
Manuela, con el cuerpo dolorido y cara de espanto, lloro mientras se levantaba y regresaba a su casa. Mirando como aquella mujer se iba por donde había venido como si tal cosa.
Al volver a su piso, vio que la foto del hombre al que quería había desaparecido o mas bien, se había ido con su legítima dueña.
Teresa sin embargo, salio del recinto y en cuanto doblo la esquina salio corriendo hacía su casa como alma que lleva el diablo. El ruido de sus tacones se perdió aquella mañana.