Las mujeres de la familia 5

La pelirroja.

Pasaron los días, los meses, ahora sí, Anna y Julia lucían una barriga importante, estaban de 8 meses. Las dos seguían trabajando por lo que acababan agotadas. Con Julia, tal como me había dicho ella, no lo habíamos vuelto a hacer, con mi hija sí, más o menos una vez al mes y, la última vez, decidimos dejarlo ya hasta después del parto. Como destacable aquel sábado que subió Patricia a casa, no sé qué tenía que comentarle a mi mujer, cuando vino a saludarme al salón, en el sofá, acabamos enrollándonos y echamos uno rápido antes de ir a comer. Mi mujer nos dejó tranquilos y discretamente desapareció en el interior de la casa.

Por eso no me extrañó que otro día al llegar a casa, después del trabajo, oí que alguien estaba en mi dormitorio follándose a mi mujer. Ahora se ha traído a Juan, para compensar, pensé. Era justo. Yo me follaba a Patricia estando ella en casa, era la tapadera perfecta y ella se lo hacía con Juan, sin necesitar tapadera alguna. Así que bajé a la calle de nuevo. Me metí en el Mercadona y mirando de comprar nada, porque no hacía falta de nada, tan sólo dejar pasar el tiempo. Había una cajera pelirroja que siempre me gustó, y nos conocíamos, era la hija de una vecina cuando vivíamos en Fuenla, y a pesar de ese uniforme horrible que visten se notaba una buena figura, allí fue donde decidí irme al cine, en esos pensamientos estaba cuando oí que me llamaban desde atrás.

-Andrés! Cuñaooo! –Era la hermana de Luisa, Maribel, se llevaban 12 años y por las circunstancias de la vida la hermana pequeña era aún más agraciada que mi mujer y gozaba de una posición económica mejor que la nuestra. Nos habíamos visto en la comida de navidad, y desde entonces no habíamos vuelto a coincidir. Iba vestida con una falda de piel marrón un jersey de color marrón más oscuro que la falda y un chaquetón. Llevaba un foulard al cuello. Estaba realmente bellísima. Imaginaba que su hermana la tenía al corriente de las bondades de mi pene, por eso fue que me animé y le dije:

-Hola Mabel! Siempre es un gustazo verte. Dos besos. –Olía como una diosa- Qué te trae por aquí?

-Había quedado con una amiga para tomar café ahí enfrente y te he visto entrar aquí. Está Luisa arriba? Vamos?

  • Tu hermana está, digamos… ocupada. Esta con Juan, lo sabes verdad? Sabes que se lo folla, no?

  • Es mi hermana – dijo bajando la vista- sabes que nos lo contamos todo. Si lo sabía. Lo que no sabía es que ahora estaba con él. Lo siento Andy. -Me echó un brazo al cuello y me abrazó. Era la primera vez que me llamaba Andy.

-No te preocupes, lo tenemos hablado y asumido.

-También lo sé, pero vámonos de aquí, no es sitio para hablar.

  • Pensaba meterme en un cine, te vienes?

-Ven yo te llevaré. Tengo el coche al doblar la esquina.

  • Vamos al cine?

  • A donde tú quieras.

-Con una mujer como tú, es peligroso que digas eso. –Subimos a su coche, un audi a 4.

-Quieres decir que corro peligro estando contigo, Andy? Jajjaja

  • Sólo mi mujer me llama así…

-   Quizás esta noche yo voy a ser tu mujer.

  • Mabel…

  • No te gusto Andy? – Ya no le contesté posé mi mano un poco más arriba de su rodilla. Sobre las medias. Sin avanzar y sin retroceder.

-Dime que no ha sido Luisa la que ha organizado esto.

  • Te lo juro, todo se ha dado como te he dicho. Lo que no te niego, como el otro día, en la comida de navidad, que sólo pensar en la herramienta que tienes entre las piernas… me mojaba deseando probarla… tenerla dentro alguna vez.

  • Pues hoy la vas a tener Mabel, en todos tus agujeritos, y vamos a estar toda la noche?

-Si quieres… hoy es viernes… podemos estar todo el finde. –Agradecí infinito ser tan previsor y llevar mi frasco de viagra conmigo. Y más cuando me dijo:

  • Hay una amiga con la que comparto todo, quizás quiera pasarse mañana por el hotel, te importa?

-Está buena?

-Te gustará. –Llegamos al hotel, tenía un garaje privado, ella llamó a recepción y la puerta se abrió de inmediato dio su nombre y apellido y pidió la habitación de siempre, le debieron decir que sí porque subimos directamente a la habitación esperamos solo un par de minutos a la puerta de la habitación y un chico del hotel nos subió la llave. Una vez dentro se quitó el chaquetón Yo la abracé y empecé a besarla.

  • No es la primera vez que haces esto, zorrita.

  • Mi marido y yo también tenemos una especie de pacto… no eres el único. – Me senté en la cama, ella de pie frente a mí. Yo subiéndole la falda hasta donde acaban las medias, y un poco más arriba, hasta descubrir sus bragas, que es cierto, se notaban mojadas. Le baje las bragas y se las quité con su ayuda. Ella al ver mi polla quiso besarla. –No sé si me va a caber…

-Probémoslo – le dije. Y se la empecé a meter. No estaba tan estrecha, se notaba que a menudo tenía alguna polla grande a su disposición. En aquella postura, ella de pie, resultaba difícil. Así que la eché sobre la cama y empecé otra vez la operación, mi sorpresa fue mayúscula cuando note que toda mi polla se instalaba en su coñito. Toda entera. Y empecé a darle, rápido, nuestras pelvis chocando. Mis manos en aquel culo glorioso.

-Te cabe toda entera puta.

  • La de tu hijo no es tan grande, pero hace lo suyo.

-Cómo? Te follas a mi hijo? –Ella se quedó callada, aguantando las envestidas.

  • Y tu mujer también se lo ha follado. Es más tú has visto a Juan hoy en tu habitación? –Me quedé en shock. Y siguió. – Te follaste a tu hija, Anna, antes de la boda y no tienes derecho a juzgar que Luisa haga lo mismo con tu hijo.

  • Entonces todo esto estaba organizado, estoy harto de que me tenga que decir con quien follar, lo entiendes verdad? – Me vestí y me fui de allí. Salí del hotel y cogí un taxi y volví a mi casa. Allí ahora no había nadie. Iba a hacerme un hervido, pero no quedaban patatas. Bajé al mercadona de nuevo. Allí estaba la pelirroja, quedaba muy poca gente, estaban a punto de cerrar. -Sr Andrés! Era la cajera pelirroja y me llamaba a mí. Me acerqué a ella. –Soy Laura, la hija de Purín, se acuerda? De cuando vivían en Fuenla, recuerda? Yo le conozco porque a veces ha venido con su mujer, Luisa. A su mujer la veo más por aquí.

-Lo recuerdo vagamente, perdóname. Algo me comento mi mujer pero yo no recuerdo, lo siento.

-No se preocupe –parecía un poco decepcionada.

  • Me permites que te invite a un café cuando acabes?

  • Bueno –dijo después de pensarlo,- llamaré a mi marido y le diré que llego un poco tarde.

-Perfecto, había venido a por patatas, pero ya las compraré mañana –reímos los dos- Te espero ahí en el bar de enfrente –le dije.

  • Es que en el bar trabaja un primo de mi marido, no me gustaría que me viese con un hombre.

-Ah vale pues te espero en el coche en el parking, coge un ticket de salida y nos vamos.

-Eso mejor – me dijo mientras le cobraba a una señora.

Fui por el coche y lo entré al parking de la tienda. Esperé unos diez minutos hasta que vino y entró –Vaya sorpresa, se había cambiado, venía con un vestido corto negro y unas medias panties grises.

-Joder Laura pareces otra!

-Para bien o para mal? –quiso saber.

-Para muy bien, hija. Mientras hablábamos unos compañeros suyos salían con su coche. Nosotros hicimos lo mismo. Me dirigí a un descampado que había cerca, ya era noche cerrada. –Te parece que hablemos aquí? –Ella se acomodó en el asiento.

-Aquí vienen las parejas a follar.

-Bueno podemos hablar primero… jjajjajjaj –reíamos los dos. Me había tomado una viagra y  a estas alturas tenía mi polla a reventar. En eso le llamaron al móvil, era su marido. Mientras ellos hablaban le metí la mano entre las piernas, ella las separo un poco para facilitarme el camino. Ahora estaba claro, me iba a follar a la pelirroja en mi  coche. Subí la mano hasta su coñito cubierto por las braguitas y por los panties. Estuve acariciándole y presionándole el coñito de aquella manera hasta que acabó de hablar. Al poco me llamaron a mí, era mi mujer, apagué el teléfono.

-Me gusta eso que has hecho- Laura estaba ya caliente. Mis frotamientos habían surgido efecto. Ella no le quitaba la vista a mi verga, me ha había sacado y lucia imponente.

-Joder eso no me lo puedes meter, no me va a caber. –decía ella con admiración. -Vamos atrás. -Así lo hicimos  ella se quitó los panties y las braguitas, su coñito estaba reluciente por los jugos que rezumaba. Empecé a metérsela, despacio, no quería hacerle daño.

-Ves como te entra bien?

-Sigue, sigue cabrónnnn . Qué cacho polla tienes!! Es como el doble de la de mi marido. –Mientras la follaba le pregunté:

-Habías sido infiel antes?

-Noooooo, siiiiiiiiiiii , mi encargado.  Un par de veces.

-Dos… veces

-Bueno quien dice dos dice tres o cuatro.

  • La tiene grande el encargado?

-No como la tuya… esta polla es la más grande… que me ha follado. Don Andrés no se corra dentro.

  • No me digas que son tus días fértiles. Ni me llames don Andrés.

  • Síiiiiiiii, si te corres dentro me preñas fijo.

-Las mujeres cuando estáis ovulando os ponéis más perracas.

-No se las demás pero yo esta tarde, cuando le he visto, sabía que acabaría follándome.

-Ya sabes el chiste: el hombre cuando sale por la noche no sabe si follará, la mujer cuando sale por la noche no sabe con quién follará.

  • Eres el primero que me cuenta un chiste mientras me folla.

  • Pues no te has reído.

-Porque estoy a punto de llegar. Sigue un poco más, más rápido…

-Me voy a correr, Lauraaaaaa

-Dentro noooooo sal, dámelo en la boca –Así lo hice, me la chupó un momento y al poco le llené la boca tanto que le costaba tragar.

-Dios! Me has dado la cena.  Jajajajajaj  reíamos los dos.

-Sabes que con el líquido preseminal te puedes  quedar embarazada, lo sabes?

-Si no tenemos gomas es un riesgo que hay que correr.

  • Antes no te has corrido, ahora, te vas a correr varias veces?

-Quieres decir que ya estás en forma otra vez? Caray tío, tu eres un semental.

Hice que se tumbara sobre el asiento, le separé las piernas y empecé a comerle el coñito.

-Joder… que bien lo haces… sigue así que me vengo en tu boca. –Y se corrió con ganas.

-Me has dado la cena, jajjajjajja. Y ahora, a por el segundo.

Se la fui metiendo despacio, con cuidado, por si acaso. Pero una vez tuvo dentro todo lo que le cabía, empecé a darle duro, sin charla, ni risas, ni chistes, sólo sexo gemidos, hincarme sus uñas en la espalda, era la primera mujer que me hacía aquello. Resoplaba y volvía a gemir.

-Me corro Andrés, don Andrés. –Estaba claro que le daba morbo estar follando con alguien que podría ser su padre. –Ahhhhhhhhh aaaahhhhhhh  sigue, sigue no pares, sigue follando a tu hija. – El morbo era follar con su padre. Seguí dándole duro mientras estrujaba sus pequeñas tetas. – Cómetelas, cómeme las tetas por favor. –Así lo hice sin dejar de dragarle su coñito. Estaba a punto de correrse por tercera vez cuando sonó el teléfono. Era su marido que si iba a tardar mucho, le dijo que no q ya estaba a punto de cambiarse e ir para casa. Dejó el móvil en la bandeja y me dijo: -Sigue cabrón, me vas a hacer perder la cabeza. Sigue follándome cabronazo. Que buen aparato tienes.

  • Es tuyo –le dije yo.

-Bueno mío y de tu mujer, igual que mi coñito es tuyo y de mi marido.

  • Y de tu encargado.

-Ya no, le sustituyo por ti. A partir de ahora tú y yo, don Andrés, vamos a follar muy a menudo. Si tú quieres claro.  Quedaremos por whatsapp o nos llamamos cuando podamos.

-Tú lo has dicho todo.

-No lo he dicho todo, córrete otra vez, pero ahora córrete dentro.

  • Estas segura?

-Muy segura. Quiero tenerlo.

Nos corrimos casi al mismo tiempo, esta vez, no le saque la polla, el semen que me quedaba se lo eché todo dentro. Y como las otras dos veces, no fallé. Pero esto os lo cuento en la próxima entrega.