Las mujeres de la familia 4

Sorpresa.

Aquella tarde vino mi hija a casa, venia sola, sin su marido, le traía a su madre algo de ropa para arreglar. En un momento que nos quedamos solos me dijo:

-Organízatelo para no ir el miércoles a trabajar. No le digas nada a mamá claro. Tú el miércoles a las 8 en mi casa en vez de en el trabajo, ahhhh y no olvides tu viagra, la vas a necesitar –en eso volvía mi mujer y acabó – Ya concretamos por whatsapp, dime que sí papi.

  • Sabes que no puedo negarte nada.

Anna estaba de 2 meses y a penas se le notaba el embarazo. Hoy era lunes, faltaban dos días para disfrutar otra vez de ese cuerpazo de hembra. Me sentía raro porque las otras dos veces que había estado con ella había sido aquí te pillo aquí te mato, pero esto ya era un plan con un tiempo de espera que me hacía sentir una desazón que no sabía explicar. El martes pasó lento, muy lento, sin nada más que destacar. Por la noche mi hija me escribió un mensaje: “Estás preparado para mañana Andrés?” “Estoy preparado desde el lunes cuando me lo dijiste.” “Tienes arreglado lo del trabajo?” “Mañana llamaré y tú lo tienes arreglado en tu trabajo?” “Yo lo tengo más fácil, recuerda que estoy embarazada.” “Qué bien mientes, hasta cuando me dijiste que estabas tomando algún anticonceptivo.” Ella tardó un poco en contestar y finamente me llegó: “Sabes que te quiero mucho papi, si te hubiera dicho que no me tomaba nada no habrías querido hacerlo, al menos no correrte dentro de mí.” “Es mío Anna?” “Mañana lo hablamos Andrés, buenas noches.”

Por fin llegó el miércoles, me levanté a las 7 am. Me di una ducha bien larga, desayune una tostada con un café, Y emprendí mi camino hacia la calle donde vivía mi hija. No estaba muy lejos, pero fui con el coche, con el que voy cada día a trabajar. Al aparcar cerca de su casa, cogí el móvil y llame al trabajo, hablé con Roser, la secretaria del jefe, le dije que me sentía indispuesto y no iría a trabajar. Me dijo que me mejorase y colgamos. Subí en el ascensor. Ella me esperaba a la puerta, con un body azul transparente que no dejaba nada a la imaginación. Cerramos la puerta Y nos fundimos en un beso interminable.

-Joder, como viene el mástil.

-Me he tomado una viagra antes de salir de casa.

-Cuánto dura el efecto?

  • Unas 6 horas.

  • Traes más?

  • Jajajajjajj Sí una más.

-La necesitarás, tu yerno se quedara a comer en el trabajo, y no volverá a casa hasta las 8 pm. Así que tenemos cositas que hacer. Por cierto, te has follado a Maite?

-No aún no hemos tenido ocasión, pero no creo que lo haga.

  • Ummmm te gusta más follar con tu nenita no? Jajjajjajaj Pues fóllame Andrés.

Estábamos desnudos ya los dos. Se tumbó sobre la cama boca arriba y me abrió sus piernas, desafiante. Yo acerqué mi boca a su coñito y lo besé… empecé a comérselo, a jugar con sus labios con los míos, a meterle la lengua todo lo que podía y ella arqueaba su cuerpo gimiendo, pero cuando le froté su clítoris con mi lengua, cuando lo chupe con mis labios, cuando se lo mordí ligeramente, entonces ella parecía volverse loca. Subí hasta su cara otra vez, acariciando los pechos con una mano y le pregunté:

-Es mío?

-Sí. Es tuyo Andrés.

Empecé a follármela sin compasión. Se corrió un par de veces y cuando eran poco más de las 10 de la mañana llamaron al timbre.

-Pasa, no abras.

-Será sólo un momento. Ahora vuelvo –se puso una bata y se fue a la puerta. Alguien subió en el ascensor, no escuché nada, tan sólo la puerta cerrarse un unos pasos que se acercaban al dormitorio, unos sonidos eran los de unos tacones, por lo que no podía ser Anna que iba con chanclas. Mi corazón estuvo en vilo durante unos segundos hasta que entró Anna  y se tumbó en la cama.

  • Mira quien ha venido a verte –me dijo divertida. –Luisa, mi mujer – pensaba yo. Por la puerta apareció Julia, con un vestido blanco con una cremallera en la parte de atrás. Anna se quitó la bata  y se acostó a mi lado en la cama.

-Tenía unas cosillas que hacer, por eso no he podido venir antes – dijo Julia.- Pero seguid, seguid. Quiero oíros.

-Anda ven aquí con nosotros – le dijo Anna.

  • Voy a comer un poco. Sólo he tomado un café antes de salir de casa. Luego me pongo con vosotros pero sin el vestido, no quiero mancharlo.

  • Así que no quieres manchar el vestido… - dije yo levantándome de la cama y yendo hacia ella. Le metí mi mano por debajo del vestido hasta encontrar sus braguitas y apretándole su coño entero con mis dedos. Aquello la encendió y nos dimos un beso largo y saboreado. Le aparté las bragas y le metí dos dedos en su coñito. Era hacerle saber quién era su macho, el padre de la criatura que llevaba en su interior, el cabrón del padre de su marido y el futuro abuelo del niño o niña.

  • No son tus dedos lo que quiero me metas –me dijo al apartarnos un poco.

  • Vete a comer algo que cuando vuelvas tendrás tu castigo.

Reíamos los tres, Julia se fue a la cocina y yo cogí a Anna y la llevé al salón.

-Quiero follarte en el sofá en el que hemos estado de visita tu madre y yo. Pocos instantes después ya se oían los gemidos de mi hija, montándome en el sofá. Desde la cocina se oían risas y algún comentario que no entendíamos. Ella, de vez en cuando, extendía sus brazos hacia atrás y arqueaba también su cuerpo en la misma dirección mientras seguía moviendo su pelvis y era ella la que se metía mi verga hasta donde le cabía o le daba placer. Yo no la veía pero la oía. Era Julia que estaba apoyada en el marco de la puerta comiéndose lo q supe después era un sándwich.

  • Vaya dos –nos decía.- os enchufo el aire que vais a deshaceros como un trocito de hielo.

-De hielo nada. –replicaba Anna- Aquí lo que tenemos es fuego. Jajjajajjaja igual que tu cabrona.

-Ehhhh que aquí la más cabrona eres tú que te estas montando a tu padre. Más que cabrona. Y la que me decía más de una vez que tu padre la tenía más grande que tu padre que le habías  visto en calzoncillos más de una vez y lo tenías bien comprobado. O no es así Anna?

-Ya has acabado de comer? –dijo Anna riendo- pues ven aquí que entre las dos nos vamos a comer este pedazo de polla.

Así lo hicieron entre las dos, era una delicia sentir sus labios, sus lenguas, sus dedos y manos pasando por mi polla. Yo no quería correrme en sus bocas, quería correrme dentro de Julia, como acababa de hacer en el coñito de Anna. Hice que Julia me montara igual que un momento antes lo había hecho Anna. Yo creo q teniendo a aquellas dos hembras incluso sin viagra me habría excitado igual, pero más vale ir sobre seguro. Julia casi saltaba sobre mí, realmente disfrutaba del sexo aquella chica, no gemía o gritaba como hija pero respiraba fuerte mientras se mordía los labios. Pero como ella me había dicho le costaba llegar. Quizás al ver como mi hija me besaba y al recordar como le estaba dando hacia unos instantes, a mi propia hija sí. Se corrió abundantemente y calló sobre mi pecho dándome pequeños besos. Mi hija le dio un beso también a ella, con lengua, y no se soltaban las tías. Fue así como comprendí que las dos tenían algo entre ellas desde ya hacía tiempo. Probablemente desde poco después que mi hijo empezara a salir con ella.

Pedimos pizzas para comer, ya eran casi las 2 pm yo me comí mi pizza en el sofá viendo las noticias y el deporte. Ellas estaban en la cocina, yo bebía cerveza, Heineken, mi yerno tenía buen gusto. Cuando acabé de comer iban los deportes, pero me quedé traspuesto no antes de tomarme la segunda viagra. Me gustaba dormir unos 10 minutos o un cuarto de hora, no más, y con aquello era suficiente para emprender la tarde.

Desperté, apagué la tele y me fui en busca de mis hijas. Ahora no se las oía, imaginaba que también se habían quedado dormidas. No estaban en la cocina, fui al dormitorio de matrimonio y allí estaban las dos. Una encima de la otra, mi hija encima, haciéndose un perfecto 69, tranquilamente, sin prisas, sin furia, vamos, relajadamente. Julia fue la que me vio primero y me sonrió con la mirada, su boca estaba ocupada para otros menesteres. Me senté en un silloncito que había al lado del armario y las contemplé. Pude admirar aquella belleza. Fue precioso verlas correrse casi a la vez. Caer una al lado de la otra, disfrutando de las sensaciones del orgasmo que seguían avivando sus cuerpos. Julia tenía los orgasmos más intensos, los evidenciaba más. - Cómeme el coño suegro –me pidió.

Anna se levantó fue al baño de esa misma habitación. La oímos mear y tirar de la cadena. Poco después volvió a entrar a la habitación. Traía un frasco, me lo dio, aceite corporal.

-Mi culito es tuyo papi.

-Nadie se la ha metido por ahí antes, papi –decía Julia.

-Os conocéis muy bien vosotras –ellas reían cómplices.- Vaya dos hijas que tengo. Las mejores –seguían riendo.

Mientras les hablaba le iba preparando el culito a Anna. Mis dos dedos con el aceite se metían en su interior. Ella estaba a 4 patas y Julia se las ingenió para ponerse debajo de ella, boca arriba, y siguieron besándose y comiéndose los pechos. Ahí ganaba Anna tenía dos tetas más grandes, un poco, no mucho más, pero en lo que ganaba era en los pezones, eran gruesos, marrones casi negro, y se le ponían durísimos cuando se excitaba. A mí me encantaba darles pequeños mordiscos.

Ya tenía tres dedos en el culo de Anna, estaba bastante dilatado. Le acerqué mi polla, nada más sentir la punta de mi polla sobre la piel de su culito empezó a gritar como si la estuvieran matando… Hasta Julia se asustó pero al oírla reír a grandes carcajadas, reímos los tres.

Ahora si gritaba con motivo, le había metido mi capullo y un poco más.

-Tranquila cariño – le dije. – lo peor ya ha pasado ahora no queda nada para q empieces a disfrutar - mentí.

Anna  le comía las tetas a Julia y cada empujón que yo le daba, le mordía uno de sus pechos. Julia le pedía que no la mordiera que la iba a dejar marcas. Con una última embestida ya la tenía toda dentro mi hija, lanzó los últimos gritos y según Julia le caían lágrimas del dolor. Le pregunté a Anna si estaba bien y me dijo que sí. Yo estaba encantado, su culo se había tragado toda mi polla, entera. Pocas veces me había pasado eso, bueno sólo con Patricia, mi vecina. Tras unos breves instantes, empecé a taladrarle su culito, el gusto que me daba era infinito. Mi hija era las más estrecha de todas por todos sus agujeros.

-Así papi, dale a tu hijita –decía Julia.- dale duro papi que ya le has abierto el culito.

-Vale papi vale… métesela ahora a ella, por el culo. – Se pusieron las dos delante de mí, en la misma posición mirándose divertidas. Se la metí a Julia quien no grito tanto como Anna, pero algún gemido fuerte sí dio.  Así fuí alternándolas, estimulándole a Anna él coñito con los dedos para que disfrutara más. Y al fin, cuando me vine, sin poder evitarlo ya, lo hice dentro de Anna.

Julia ya se había corrido un par de veces. Y ahora quería saber cómo era aquello de encadenarlos. Estaban las dos boca abajo como dormitando. Se la metí a Julia, con su colaboración tras unos minutos bombeándole a una velocidad media, comencé un mete saca frenético cogiéndola por los hombros y al poco: -Ahhhhhh ufffffff    soy tuya papi… no pares, quiero más… Y así fue que se corrió cuatro veces más en media hora. También era impresionante ver mi polla, después de todo el día de juegos y seguía erecta como un palo. Anna no dejaba de tocarla, de acariciarla. Estaba yo boca arriba y cogiendo a cada una de las dos a mi lado.

-Mis dos hijas, mis dos putas, mis dos mamis. Cómo les vais a poner si son niños?

  • El mío Andrés –decía mi hija.

-Venga ya… no me parece bien.

  • En honor a su magnífico abuelo –seguía diciendo Anna. Nadie sabrá jamás que eres el padre también.

  • Pero vamos a ver, si no tomabas nada, también puede ser que sea de tu marido.no?

-Él siempre me lo hacía con condón, ya me encargué yo de decirle que puede estar uno agujereado o cualquier otro accidente. Y que además yo no me había acostado con nadie más, unas lagrimas y que el vería. Y vino a mí como un corderito.

-  Y tú Julia?

  • Yo no le pondré Andrés, quizás le ponga el nombre de mi padre, Ricardo. Pero tu hermano y tu hijo, después de 3 años no pudo darme un hijo. Yo no tomaba nada. Empezamos a creer que uno de los dos era impotente, el empezó a ir con otras mujeres. Al menos con una, la del día de la bronca que fui a tu casa porque le había encontrado unos whatsapps de una tía. Por eso aquel día me abrí a ti tan fácilmente, eres el donante perfecto, el crio o la niña se parecerá a él. Y ya no habrá malos rollos.

  • Te parece que lo que hemos hecho es un donante? O lo que habéis preparado hoy es una especie de despedida, de saber que ya no se volverá a repetir –las dos se miraban y sonreían.

-Yo si quiero seguir follando contigo suegro, pero una vez tenga a mi hijo.

-Yo si quiero seguir follando contigo papi, hasta q tenga a mi hijo y después.

En eso sonó el teléfono de Anna, era su marido le decía que tardaría esta noche que no le esperase despierta. Estuvimos follando hasta las 6 pm. A esa hora Julia dijo que se iba para esperar a mi hijo. Nos duchamos los tres con ganas aún de explorar nuestros cuerpos.

-Con Julia voy a tardar más en follar, así que te follaré aquí en la ducha, como despedida.

  • No sé yo si seremos capaces de dejar pasar tanto tiempo –decía ella.

-Madre mía, que poca seriedad… jajajjjaja reíamos los tres.

Cuando Julia se fue Anna y yo ya vestidos nos dispusimos a asear un poco la casa. Ella iba con un vestido veraniego sin mangas y sin suje. Por lo que a mí no se me bajaba la herramienta ni a la de tres. Sonó mi teléfono y era mi mujer, que la había llamado juan y salía ahora de casa pero no sabía cuándo volvería. Le dije que ok. Sólo eso.

Llamaron al timbre cuando Anna estaba acabando de arreglar el sofá que había recibido nuestros envites. Yo estaba en la cocina, era una vecina, por la voz de una edad parecida a Anna o Julia.

– Hola Sara.

-Hola Anna. Qué tal guapa?

  • Bien, bien y tú?

  • Te lo digo porque hace un rato he oído unos gritos… que estaba a punto de llamar a la policía –decía riendo.

-Shhhhh está mi padre en la cocina que ha venido a traerme unas cosas. Ah vale, me voy pues.

  • No mujer no tienes q irte. Siéntate y ahora te envío a mi padre, entretenlo un momento, o tienes prisa?

  • No, de hecho Juan, mi marido vendrá tarde hoy, se iba con amigos a ver el partido.

-Tú no tienes hijos aún Sara? –dije yo entrando al salón.

  • Sr Andrés, no todavía no, tengo envidia sana de su hija. La verdad me gustaría.

-Bueno pues Sara podrías cenar con nosotros. Mi padre se queda un rato más. Voy a preparar algo vosotros quedaros aquí.

  • Cuánto tiempo llevas casada Sara? –le dije cuando nos quedamos solos.

-4 años. – Dijo ella mirando mi paquete.- Sr Andrés…

-Dime niña – le contesté y ella intentaba apartar la vista de mi paquete, pero no podía. Una herramienta de esas dimensiones era difícil de encontrar. -Sé que sorprende -le quise facilitar el trance.

-Perdone señor Andrés, no he podido evitarlo.

  • No te preocupes Sara, has estado con muchos chicos?

  • Bastantes, pero ninguno… -se ruborizó.

  • Ninguno que tuviera una polla de estas dimensiones, verdad nena? Pero no te pongas roja mujer… Si soy como tu padre –le pasé el brazo por detrás cogiéndola por los hombros y acercándola a mí.

-Quieres tocarla? – No respondió le cogí la mano y lentamente la acerqué. La tocó –Joder es enorme sr Andrés.

-Llámame Andrés, a secas. – Le solté la mano y ella no la movió de encima de mi verga, acariciándola- Quieres verla? – Me desabroché el pantalón y me la saqué. –Quieres probarla? No me hizo falta hacer más, ella tenía sus dos manos sobre mi polla y se agachó lentamente para meterse lo que le cabía en la boca. –Quieres tenerla dentro? – Se quedó mirándome y cuando creía que iba a decir que no, me soltó:

-Y su hija?

-Ella no va a decir nada. Háblame de tú.

-No puedo sr Andrés es la costumbre. – Le desabroché el pantalón y le quité su camiseta quedándose en sujetador.

-Te la has follado esta tarde verdad? –quiso saber.

  • No, por qué?

  • Porque esta tarde alguien le ha roto el culo a tu hija. Por los gritos que daba sé que es así. Y con tu herramienta se entenderían esos alaridos.

-Eres muy observadora pero siento decepcionarte, yo he venido hace media hora. No me follo a mi hija.

  • A mi si me folló mi padre.

-Coño!

-No era mi padre biológico, mi madre se divorció cuando tenía 14 años y poco después se vino a vivir con nosotras un novio suyo. Y lo que pasa, venia casi todas las noches, cuando se dormía mi madre, a mi cuarto a buscarme. – ya la tenía desnuda, y empecé a metérsela – sr Andrés… despacio sr Andrés…

-Qué edad tenías cuando ese cabrón te follaba por las noches.

-Ay sr Andrés ay, despacio plis, desde los 15 años hasta los 17,  nos pilló una mañana mi madre y lo mando a freír espárragos. Ahora Andrés, dale fuerte, dame duro. Eso es macho, dale a tu putita. –Me lo decía bajito al oído, como no queriendo que lo oyera mi hija. Aquella situación la ponía y el tener una verga tan grande y gruesa dentro de su coñito. No lo pudo evitar y se vino –AAAAhhhhhhhgggg cabrón, que grande la tienes. Ahhhhhhhh ummmmm.