Las Mellizas (Parte I)

Una mellizas curiosas y unos padres permisivos

Conocí a Carlos cuando él estaba en segundo año de arquitectura y yo estaba terminando el secundario allá en La Plata, provincia de Buenos Aires. Fue conocernos y enamorarnos inmediatamente y ese inmediatamente nos produjo una calentura que nos desbocó. Perdimos el control y quedé embarazada. Creíamos que nos habíamos mandado la macana del mundo. El me acompañó a hablarlo con nuestros padres, el mundo y nuestro futuro se nos acababa pero él fue muy valiente y decidido al enfrentarlos a ellos. Para nuestra sorpresa, mis padres, después de una gran bronca, lo aceptaron y los padres de Carlos también. Nos ayudaron, nos cobijaron y así salimos adelante los cuatro, porque nacieron gemelas que hoy, 18 años después son nuestro orgullo. Y para hacerla corta, Carlos se recibió de arquitecto, heredó de mi papá la maderera y se dedica a eso, a vender madera por todo el país. Y mal no nos ha ido. Tenemos una casa cerca de La Plata, grande, con árboles frondosos, centenarios, una linda piscina y somos muy unidos.

A las mellizas las criamos con mucha libertad y naturalidad. Nosotros amamos nuestros cuerpos, nos gusta la libertad de ropas, no hacemos nudismo pero en verano andamos muy livianitos. Y las mellizas también. Y muchas veces nos hemos visto todos, en distintas oportunidades en ropa interior o en tetas.

Yo tengo 35, soy de mediana estatura, morocha de ojos verdes. Tengo buen físico, lindas piernas, culito durito porque me mato en el gimnasio 3 veces por semana y unas tetas gustosas, algo caídas pero normales. Carlos tiene 38 es alto, rubio y de ojos verdes como yo, musculoso y fibroso porque en la maderera cuando falta algún empleado no le escapa al trabajo y si tiene que cargar o descargar madera, trabaja. A mí me encanta su pija, nunca se la medí, pero debe tener como 20 cm y es anchita. No tengo mucho con que comparar, porque es la única que conocí en vivo y en directo, pero por fotos que me mandan las brujas por whatsup, no tiene mucho que envidiarle a los modelos de desnudos.

Un día vinieron las mellizas a la cocina mientras yo estaba terminando de lavar los platos, se pusieron a ayudarme, cosa que no es muy común, y se despacharon con algunas preguntas y comentarios.

-          Quisiéramos aprender algo más de sexo, mami, de lo que nos enseñan en anatomía en la escuela.

Si, sería bueno, les contesté. Les voy a conseguir algún libro para que profundicen en el tema y luego lo comentamos.

-          No, ma. Así no nos sirve. Los queremos ver con nuestros ojos. Nos gustaría verlos a Uds. Primero desnudos y luego amándose. Nosotras a veces los hemos escuchado haciendo el amor, pero se encierran y nunca los hemos vistos.

Mmmm, lo veo muy difícil. No creo que tu papá se preste a eso.

-          Pero lo podemos intentar…., que te parece si de alguna forma lo ablandamos? No forzando nada, pero tentándolo, estimulándolo, haciendo que le pique el bichito de la curiosidad.

Bueno, déjenmelo pensar y luego les contesto.

Al sábado siguiente, recuerdo era Enero, un calor de morirse. 10 de la mañana. Carlos estaba sentado en una tumbona al lado de la piscina bajo una sombrilla. Yo estaba haciendo la segunda ronda de café para llevarle. Estaba con mi biquini blanca, cuando aparecieron las mellizas, como siempre juntas.

-          Buen día mamita linda. Pensaste lo que te dijimos los otros días?

Si, lo pensé y puede ser. Lo que no sé como lo vamos a convencer a tu Pa.

-          Eso déjanos a nosotros, vos seguinos la corriente y apóyanos.

OK.

Yo le llevé el café a Carlos y ellas se fueron a su cuarto. Estábamos leyendo el periódico cuando aparecieron las mellizas diciendo buenos días!!!!

Venían totalmente denudas!!!!

Nos quedamos con la boca abierta, qué es esto? dijo Carlos

Nada, Pa. Que queremos tomar sol desnudas para que no nos queden marcas, que está mal?

Para mí no, les dije. Está bien que quieran broncearse parejas y más si están en casa que las vemos solo nosotros. Carlos me miró, sonrió y dijo y bue……

Y empezaron a rondar cerca de nosotros. Se metían a la piscina, salían, se ponían al sol, a la sombra, se untaban crema, al hacerlo se acariciaban las tetas o se abrían de piernas.

Carlos trataba de leer el periódico pero no se podía concentrar. Y no era para menos.

Paola, la menor, porque nació primero, tiene 1,72 de altura, un culito redondito y paradito, tetas medianas con areolas rosadas y casi sin pezón. La concha totalmente depilada y cuando hacía movimientos se le abría y se veía rosadito adentro. Lucia, la mayor, es muy parecida, un poco más baja 1,69 piernas más gruesas, y un par de tetas prominentes, 95 de talla, con areolas rosadas también, pero unos pezones largos y gruesos. Y lleva la concha depilada totalmente.

Me paré, le dije a Carlos: mirá. Me desprendí el corpiño, me lo saqué y de atrás la bombachita. Me quedé en bolas.

Ahora sos el único vestido, mi amor. Que vas a hacer?

Y, no sé, me dijo, te parece que yo deba?

Por supuesto, si queremos dar el ejemplo de naturalidad, deberías hacerlo.

Se paró, y amagó con sacarse el short. Las mellizas miraban expectantes. Entonces Carlos, con ese encanto que lo caracteriza, empezó a hacer un bailecito erótico y a bajarlo lentamente. Lo bajaba y lo subía varias veces hasta que se lo sacó de espaldas a las niñas. Se hizo un silencio total y Paola, la más extrovertida empezó a gritar, que se vuelva, que se vuelva.

Carlos se volvió pero con las manos sobre su poronga, sin que se le viera nada y otra vez bulla y gritos hasta que sacó las manos y lo mostró orgulloso. Todas aplaudimos, hubo risas, silbidos y mucho cariño.

La tenía totalmente dormida, ni morcillona estaba. Le colgaba entre medio de los huevos que no los tiene muy grande. Con muy poco pelo en los alrededores, por que se los recorta con la maquinita.

Las mellizas lo miraban y mucho. No se cortaban para nada. Indudablemente las excitaba ver a su padre desnudo.

Carlos se sentó en la tumbona nuevamente y se puso a mirar su celular, no nos daba bola a ninguna de las 3. Lo hacía a propósito. A mí la situación me empezó a calentar, el morbo de todo esto junto, todos desnudos, en la intimidad de nuestro patio, se me empezó a mojar la conchita.

Lucia se nos arrimó y señalándole el pito le dijo a Carlos, pero así no la hemos visto en las laminas de la escuela. Allí esta parada. Papá, párala!

Carlos la miro sorprendido por la expresión y se empezó a reír. Mas de nervios que otra cosa, porque no se lo esperaba. Entonces yo me metí en la conversación y le dije a Carlos, sabes que pasa… y le conté todas las dudas y lo que las chicas querían saber y ver. Él dijo no está mal la idea. Mejor que viéndonos a nosotros no van a aprender. Y no se van a llevar sorpresas desagradables allá afuera ni van a sufrir violencias o desilusiones. En eso miré la poronga de Carlos y la tenía más que morcillona, la charla y el morbo de mostrarse ante sus hijas lo estaban excitando. Entonces se la agarré y se la empecé a mover arriba y abajo, lo descapullaba y lo encapullaba. Mientras les explicaba a las niñas que era darle placer a un hombre, para que de esa forma una misma sintiera placer y se preparara para el placer que le daría el hombre. Y mientras seguía con la paja, despacio, despacio a Carlos se le puso como piedra de dura. Yo se la agarraba bien de la base y se la corría para arriba. Cuando bajaba le acariciaba los huevos.

Podemos tocar para ver cómo es? Dijo Paula. Yo saqué la mano y la pija quedo bamboleando en el aire. Lucia fue la primera, la agarró con miedo y con dos dedos, como un anillo. Paula la tomó con la mano derecha pero bien empuñada y hacia lo mismo que me vio hacer a mí.

Es caliente y suavecita. Se mueve como si tuviera vida propia y la seguía moviendo. Carlos tenía los ojos como platos y suspiraba fuerte. Despacito dijo…. Me voy a correr. Entonces les saque las manos a las mellizas y le dije que se calmara. Le quedó vibrando la pija en el aire.

Carlos es un tipo aguantador y de más de un polvo. Es raro que me deje con las ganas. Las pocas veces que eso ocurrió fue por culpa mía, porque yo estaba desconcentrada. Pero el que sus hijitas mimadas le estuvieran haciendo una paja, fue más que lo tolerable. Pero no terminó.

Las chicas comentaban que sintieron y le preguntaban al padre que sintió. En una de esas Carlos les pregunto que sintieron ellas, si gozaron, si se excitaron?

Paola dijo que sí, que estaba excitada y mojada. Mirá dijo y se abrió de piernas. La conchita estaba hinchadísima y destilaba jugos. Su hermana estaba igual. Y vos mamá?,  preguntaron. Uff, ni te cuento. Y me animé a más: toquen!!!

Las dos me fueron tocando la concha y les llamó la atención lo grande que tenía el clítoris. Huy cuando me lo tocaron. Fue una descarga de placer y morbo que me hizo terminar en el acto. Lucia me dijo, mami, te corriste!!! y me plantó un beso en la boca. Temblando lo miré a Carlos y estaba con una sonrisa de oreja a oreja y con la pija al tope, grande, poderosa y con la mano de Paola acariciándola.

Estábamos todos muy calientes, entonces les dije, ahora tienen que aprender a hacer esto, me agaché un poco y me metí la pija de Carlos en la boca y se la empecé a mamar como yo lo sé hacer y que a él lo pone loco. Me la meto bien adentro, la voy sacando despacio y envuelta en la lengua y pongo la mano en la base y cuando saco la boca subo la mano. Y así una y otra vez. Cuando empieza a vibrar, le chupo solo la cabecita y nuevamente me la meto hasta el fondo. Siempre con la mano en la base, por que como es tan grande no me entra toda y no me gusta que me toque la garganta. Carlos me dijo pará que termino y yo seguí y cuando sentí que venía el primer chorro, me la saque y lo hice terminar en el aire, para que las chicas vieran la acabada. Salpicamos por todos lados, por que se mandó una acabada como hacía mucho. Yo tenía leche en el cuello, las tetas y Carlos por el ombligo también. La última derramada quedó en mi mano y chorreaba por mi puño hasta los huevos.

Las chicas miraban atentamente todo, sin decir una palabra pero ambas se estaban masturbando. Se empezaron a hacer dedo sobre el clítoris y a acariciarse las tetas. Suspiraban profundamente, casi quejidos y se mandaron potentes orgasmos, una primero y la otra después, con los ojos bien abiertos y mirando la pija de su padre agarrada por mi mano y chorreando leche.

Pasaron como 3 o 4 minutos en total silencio. Nadie decía nada. Todos sabemos que después del orgasmo empiezan las culpas. Pero no fue nuestro caso. Las chicas se vinieron encima de nosotros y nos llenaron de besos y abrazos. Nos daban las gracias por lo compartido y nos dijeron que querían seguir aprendiendo más. Podemos?

Con Carlos nos miramos y les dijimos que sí, que luego intentaríamos ver qué pasaba, que las amábamos mucho y que nos alegraba que se sintieran tan bien.