Las mejores pajas siempre son con amigos

Una historia muy caliente con un amigo en la adolescencia.

¡Hola! Me llamo Andrés y soy de la Ciudad de Buenos Aires, Argentina. Tengo 25 años y soy biólogo. Siempre estuve tentado de escribir relatos con algunas de las historias que viví estos años; como recompensa a todos los momentos de alegría que me brindó éste portal… jaja.

Ésta historia sucedió a mis 15 años, en el descubrir de la sexualidad. Estábamos en vacaciones de Julio (receso invernal en Argentina) y con mi familia nos íbamos unos días a una quinta que le habían prestado a mis padres, un tío de la familia. La quinta en cuestión quedaba en Vicente López, y era la primera vez que íbamos. Mi familia está compuesta por mis padres y mis dos hermanas menores. Se imaginan lo poco que me entusiasmaba el plan, pasar mis vacaciones encerrado en una quinta con mis hermanas y mis padres. No sabía que excusa o vía de escape encontrar para no tener que ir, hasta que mi madre me propuso que invitara a Bautista. Ahí cambió todo.

Bautista era el hijo de una amiga de mi madre, tenía mi misma edad, nos conocíamos desde chicos y nos veíamos varias veces al año, casi siempre en reuniones o salidas a comer con ambas familias. Íbamos a distintos colegios, pero nos llevábamos bien, a pesar de que él hacía mucho deporte (rugby y fútbol), y a mí no me gustaban los deportes en equipo. Si bien yo no podía acompañarlo a jugar al fútbol o al tenis, nuestros puntos de contacto eran los libros, la música (que casi siempre yo le pasaba o le hacía escuchar), las salidas a bailar, etc.

No me describí, soy alto, pelo oscuro, piel blanca, ojos marrones, delgado. Normal, vamos. Nada fuera de lo común. En cambio ante mis ojos Bautista era un semidiós. Mi amigo era alto, rubio, con ojos azules, la piel dorada por el sol, y un cuerpo que dejaba sin aliento, no tenía un gramo de grasa, pero era fibroso y natural. Era hermoso, y lo más lindo de todo, es que no se daba cuenta de su gran belleza.

En ésa época yo sentía que me gustaban las mujeres, para estar de novio y casarme. Pero también me sentía atraído sexualmente por hombres, aunque no le ponía un rótulo, no me consideraba gay ni bi, ni nada, es más, era homofóbico. Cuando pensaba en el por qué encontraba atractivos a otros hombres, pensaba que era una etapa, o un juego, que ya se me iba a pasar con los años.

Ni bien mi madre me dijo de invitarlo, lo llamé por teléfono, y, al no tener plan para hacer esas vacaciones, dijo que sí, agradecido. Yo estaba feliz. Llegó la noche anterior a irnos, con un bolso con algo de ropa. Salíamos al día siguiente muy temprano, así que nos acostamos y nos quedamos charlando de lo que haríamos en la casa de campo, si habría pileta, etc. A la mañana siguiente salimos temprano, cargamos, los bolsos, mucha mercadería para los días que íbamos, mi radiograbador (no me iba a ir sin él), libros, revistas y películas. El viaje fue bastante rápido, mis hermanitas hablando sin parar a los gritos y Bautista con su sonrisa de oreja a oreja.

Llegamos, nos instalamos, la casa era bastante grande con un jardín enorme en la parte trasera, una pileta enorme climatizada, una cancha de paddle y una huerta. Si bien el terreno era inmenso, la casa en sí no era muy grande, sólo tenía 2 dormitorios grandes y un tercer dormitorio más alejado del resto de la casa, al que se subía por una escalera. Mis padres y mis hermanas pequeñas dormirían en los cuartos de abajo y mi amigo y yo en el cuarto de arriba. Como ya dije, en el pasillo que daba a los cuartos del resto de la casa, había una puerta, esa puerta daba a una escalera bien empinada  que desembocaba en el cuarto que usaríamos con mi amigo. Era una gran habitación, con 2 camas individuales y un baño en suite. Genial-dije. Nadie nos va a molestar aquí.

Ese día estuvimos todo el día en la pileta, nadando y jugando a Marco Polo y al vóley. Alrededor de las 19 y 30 nos fuimos a bañar, y a prepararnos para cenar. Bautista llegó al cuarto y se tiró en la cama a ver la tele, por lo que yo me metí primero al baño. Me bañé y salí envuelto en la toalla (soy muy pudoroso). Ahí entró Bauti a bañarse. Me vestí con algo cómodo y abrigado, porque había bajado mucho la temperatura, mientras escuchaba el agua correr. En ese momento tomé conciencia que probablemente iba a ver por primera vez a mi amigo desnudo. Se me hizo un nudo en la garganta, había fantaseado tanto con ese momento y por fin parecía iba a hacerse realidad. Hasta ese momento nunca habíamos compartido campamento, ni vestuario, ni me había quedado en su casa, como para que nos tuviésemos que cambiar de ropa, por lo que no conocía su desnudez. Estaba sentado en la cama, muerto de nervios, cuando escucho que se cierra el grifo del agua. Inmediatamente prendo el televisor y sintonizo un programa de videos de música. Miro hacia la puerta del baño y aparece Bauti con esa piel dorada, que me erizaba los pelos, con una toalla atada en la cintura. Ups, que desilusión, pensé. No se va a enseñar. Cuando veo que se desanuda la toalla y se empieza a secar, con tanta confianza, tanta naturalidad, tanta inocencia. Claro, pensé, con todos los deportes que practica, debe vivir en vestuarios, por lo que no tiene pudor alguno sobre su cuerpo. Comentaba un video de los Hanson que estaban pasando, mientras sonreía, y se secaba parado en medio de la habitación. Dije, Andrés, tenés que grabarte ésta imagen, para que te sirva de inspiración para tus actividades manuales (je). Comencé desde los pies, grandes fuertes, las piernas, fuertes, musculosas, sin pelos, por estar todo el tiempo al sol, bien doradas, unos glúteos duros y fuertes por el deporte, una cintura angosta, unos brazos fuertes, un abdomen plano que se movía con su respiración, en fin, una obra esculpida por Dios. Bellísimo, pensé, con la boca abierta. Y no olvidemos, su pija. Era hermosa, gruesa y larga, de color blanco, con prepucio, rematada con 2 hermosos testículos gordos. Tuve una erección que tuve que ponerme una almohada encima para poder disimularla. Mi deseo era tal, que sentí que el tiempo se detuvo, no escuchaba nada, solo podía mirar esa hermosa criatura. Bauti siguió secándose, sin percatarse, sin inmutarse, sin enterarse, de la revolución interna que estaba teniendo yo, se secó integro, hasta sus partes con unos movimientos  con la toalla, que nunca había hecho yo, y que no conocía, pues, nunca había estado en un vestuario, ni había visto a otros hombres secándose, por lo que imagino que me seco, del modo que me habrá enseñado mi madre cuando era pequeño. Agarro los extremos de la toalla y se lo puso abajo del miembro y se secó haciendo un vaivén. Esa imagen fue impagable. Se terminó de secar, se sentó en la cama y se vistió. Yo traté de pensar en otra cosa, hasta puse un partido de fútbol y fingí interés.

Luego bajamos y cenamos pizza casera. Mi madre las había hecho de todo tipo y mi padre las había cocinado en un horno de barro que había en la casa. Estaban riquísimas. Las había de todo tipo. Bauti y yo comimos como animales, después de haber estado todo el día en la pileta, estábamos hambrientos. Además a Bauti le costaba mucho subir de peso y para jugar al rugby su entrenador lo atormentaba que tenía que ganar peso a como dé lugar. Nos debemos haber comido una pizza entera cada uno. Después comimos helado y nos pusimos a ver una película que ahora no recuerdo, en el televisor del living. Luego nos fuimos a dormir. Esa noche nos acostamos y Bauti me agradeció por haberlo invitado, que se estaba divirtiendo, y ahí empezó a contarme los problemas que había en su casa, con sus padres separados, y la poca atención que le prestaban sus padres. Me contó que sólo se sentía bien en el Club y que hacía mucho que no comía comida casera, porque su madre trabajaba todo el día y siempre compraba comida hecha o comían afuera. Se ve que la separación de sus padres lo había afectado, era el hijo menor de 3, y se sentía bastante solo. Yo lo escuché, y le dije que todo iba a ir bien. Me dio las gracias y se dispuso a dormir. Gracias a vos, dije para mis adentros. Estaban siendo las mejores vacaciones de mi vida.

Al día siguiente me levanté primero (siempre me pasa cuando duermo con alguien), y miré hacia donde estaba Bauti, dormía plácidamente. Lo miré detenidamente y noté que estaba excitado, su pantalón de dormir había formado una carpa en la que entraba una familia. Estuve tan tentando de acercarme y tocarla, pero no me animé. Podía despertarse y encontrarme con las manos en la masa (justo). Se me puso dura, así que sin destapar las sábanas de mi cama, comencé a pajearme mirando su bulto erecto. Al terminar, y sé que puede parecer asqueroso, acabé en mis boxers, como hago siempre, y luego me los cambié. En ese momento empezó a rondarme la idea de intentar que nos pajeáramos juntos.

Bauti se levantó, no le dio importancia al parecer a su erección y se fue al baño a orinar. Volvió aún con un bulto generoso y se volvió acostar. Yo bajé a ver que hacía mi familia (lo bueno del dormitorio tan alto, es que nadie quería tomarse el trabajo de subir las escaleras para despertarnos) y los encontré en la huerta a mi madre con mis hermanas y a mi padre jugando con la pelota. Al rato bajó Bauti, desayunamos, también cuantiosamente. Un vaso grande de chocolatada con pan casero y mermelada. Decidimos jugar al paddle, en la casa había raquetas y pelotas. Jugamos un buen rato con Bauti, que obviamente, también era bueno para este deporte y me pasó por arriba como si nada. Después almorzamos tacos mexicanos (mi familia no es fit jaja), y mi papá, que se cree que es Ronaldo, lo invitó a pelotear un rato a Bauti, sin invitarme a mí. Cabe decir que no me molestó en absoluto, los dos sabíamos que no servía para el deporte. Ellos se fueron a jugar y yo me fui al cuarto. Me puse los auriculares y me quedé pensando en Bauti (en qué otra cosa) y su atractivo animal. Sin duda, había algo que no estaba bien en mí, pensaba. Era muy fuerte lo que me pasaba, pero trataba de no pensar en eso. Me puse a leer un cuento de Chejov hasta que me dormí. A las dos horas aproximadamente, me desperté con el ruido de las escaleras. Era Bauti que recién terminaba de jugar. Al hacer tanto frio no estaba casi transpirado. Me saludó y se tiró en su cama. Me preguntó que hacía. Le dije que leía. Me dijo si no tenía algún libro para que el leyera. Para ser un genio del deporte, te gusta la literatura, es raro, le dije. Sí, me gusta, me contestó. Le pasé varios libros para que eligiera y se puso a hojearlos. Eligió 2. Leímos los dos tirados en nuestras respectivas camas, que estaban bastante cerca, separadas por dos mesas de luz. En eso yo empecé a jugar mi juego. Siempre que quería a esa edad que mis amigos se calienten o se exciten, les hablaba de temas hot y listo. Es infalible. Comencé a hablarle de una amiga mía, que él también conocía. No recuerdo qué le contaba, pero yo sabía que ésta amiga, que tenía encima fama de rápida, lo volvía loco. Siempre me sorprendió, como a mí nunca me pasó, como le gustaban las mujeres a mis amigos. El efecto que una mujer atractiva causa en un hombre heterosexual es inigualable. Los deja tontos. Por eso, seguía contándole como había ido vestida a un cumpleaños, con una mini y un top que dejaba ver más de la cuenta. Le mentí que un chico le pidió que sea su novia, y que ella le preguntó si la tenía grande, y él le dijo que normal, entonces ella le dijo que no, que a ella le gustaban grandes. Obviamente la historia era mentira, pero, sirvió para mi cometido. Le pregunté, Bauti, ¿vos calificarías para estar con Juliana? Mirá que para animársele, los hombres la tienen que tener grande. Bauti se reía. Lo veía pensativo, ya se había aparecido Juliana en sus pensamientos. Y no sé qué tan grande querrá, dijo mientras se bajaba el pantalón. Otra vez apareció frente a mis ojos, medio morcillona, hermosa, llena de carne. Mal no estoy, dijo, mientras se tocaba la pija. Y no, atiné a decir. Se puso a jugar con su prepucio, tapando y destapando el glande. Luego se pajeó unos segundos y dijo, me parece que de esta noche no paso de que me hago una buena paja. ¿No te molesta, Andy? No, por mi todo bien, le dije. Sí, es que no sé qué me pasa, pero se me pone dura todo el tiempo desde que llegamos, dijo mientras se la guardaba. Yo imaginaba el motivo, comíamos como cerdos y al estar de vacaciones de su club, no gastaba la energía que estaba acostumbrado a gastar diariamente, entonces le sobraba energía que el cuerpo le pedía descargar. Eso sumado a la edad que teníamos, que las hormonas están hirviendo.

Nos fuimos a andar a caballo, en la casa de al lado, tenían caballos y los alquilaban. Nos hicimos los experimentados y salimos solos con los caballos. Nos alejamos muchísimo, Bauti adelante, como siempre dominando el caballo a la perfección. Yo atrás, con miedo a que el caballo me tirara, pero con la recompensa de ver su culo desde atrás, tan duro y redondo que daban ganas de perderse adentro. En un momento paramos en una zona de arboleda, y Bauti se bajó y se puso a orinar delante mío. Yo seguía sorprendido y agradecido con la naturalidad con la que mostraba sus atributos sin problema. Tiraba un potente chorro de orina, de ese falo fuerte, aunque en reposo. Luego seguimos una hora más y volvimos. Al volver nos bañamos y cenamos carne al horno con papas. De postre torta de chocolinas. Riquísimo. Vimos una película de James Bond y nos fuimos a dormir.

Ésta era la noche al parecer. Si o si tenía que pasar. Bauti se desvistió quedando en un slip blanco y se metió en la cama. Yo en cambio me puse un pantalón de dormir, porque me hacía frio. Vimos un poco de tele, hasta que empezamos a hablar otra vez de chicas. Yo estaba expectante. Le dije que podríamos salir los 3 con mi amiga Juliana. Y que una vez que los presentara y estuvieran en confianza, me iría con alguna excusa, para irme y dejarlos “chapar”. La sola idea puso como loco a Bauti que empezó a frotarse por encima de la ropa. Le dije, ¿qué le harías? La haría gritar como loca de placer, dijo. Ojalá fuera a mí, pensaba yo. Era tan hombre, naturalmente masculino, nada impostado, le salía lo macho por todos los poros. Eso me hacía sentir una hembra en celo, era una reacción química. Yo exageraba mi inexperiencia diciéndole que él seguramente sabría cómo hacerla gozar y que yo en cambio, no sabía ni hacerme la paja. ¿En serio Andy? Bueno, mira y aprendé, dijo.

Se destapó, se bajó el slip y se agarró la pija con la mano. Yo quedé en silencio, mirándolo con los ojos como platos. Se empezó a pajear de la manera clásica, luego se la hizo con la mano izquierda, luego hizo paragüita, después con dos dedos. Se le paró completamente. Era poderosa. Daban ganas de chuparla todo el día. Así la hago yo, me dijo. Voy a probar, me bajé el pantalón y empecé a pajearme, estando ya a mil, por lo que veía. Bauti ni me miró. No existía para él. En cambio él era todo para mí. Siguió pajeándose con ganas, su respiración era fuerte. Eso me ponía como un toro. Noté que estaba por terminar, no podía más. Le dije, no veo bien como haces, ¿puedo acercarme? Si, ven, me dijo. Se corrió hacia la pared, y yo me llevé mi almohada y la puse a sus pies. Quedamos enfrentados en la misma cama. La visión era fabulosa, esos huevos hermosos redondos, llenos de leche, que se movían con el vaivén de su miembro. No se le veía ni una vena, ni una marca de nada, era blanca, recta, dura, y con una cabeza rosada que era para encuadrarla. Esa imagen me mató. Acabé al minuto. Me limpié con una remera vieja. Bauti seguía en lo suyo, yo no existía. Lo más raro de todo es que yo no me moví de ahí. Me quedé en su cama viendo cómo se daba placer y gozando. Todavía tengo en mi mente esa pija siendo ordeñada por mi amigo. Iba y venía por todo su tronco. Me dijo, ¿ya no te la haces? Le dije, no, ya terminé. No te creo, no puede ser me dijo. Si supiera lo que me pone verlo, pensé. Empezó a gemir despacito, estaba muy caliente, hasta que después de un largo rato, acabó. Salía y salía leche, era un torrente. Se enchastró todo el abdomen. Ahh, dijo con una sonrisa. Qué lindo, dijo y se levantó con la pija dura y se fue al baño a limpiarse. Al volver, seguía con la pija dura. Verlo caminando con la pija parada era poesía. Se metió en la cama y se durmió. Yo me quedé toda la noche pensando en él y amándolo con todo mí ser.

El recuerdo de esa noche me acompañó hasta el día de hoy.

Continuará…