Las maravillas del campo (Parte 2)

Cristina, una aburrida joven decide ir de campamento con una amiga. Allí descucbre un monitor que desde primer momento quiere enseñarle las 1001 maravillas del campo y todas sus posibilidades.

Acepté de buena gana la propuesta, le pedí que saliera que iba a buscar el bikini (bendito por si acaso) y él se fue hasta donde estaba Lola hablando con los chicos, contando la vez que le picó una araña cuando fue de campamento años atrás y casi tuvieron que llamar a una ambulancia por una reacción alérgica.

La escuché pegar un grito cuando Jorge le comentó que íriamos al lago. Lo que me esperaba. Lo que no me esperaba es que propusiera ir ella con los chicos.

  • Pero si no te has traído bikini, petarda, ¿Por qué me haces esto? - Susurré pegándole un manotazo en el hombro.
  • Sé lo que quieres. - Y cerró los ojos poniéndose muy seria. - Tu quieres follartelo y no me da la gana, es un compañero del trabajo, Cris, me puede hacer la vida imposible.
  • No seas exagerada que es un cacho de pan, además sólo vamos al lago para bañarme y quitarme los kilos de tierra que he cogido hoy.
  • A mi no me engañas. - Me cogió de la camiseta. - Te lo quieres cepillar. Pones la misma cara de enferma cuando le miras que la que ponías con ese macarra del último curso.
  • ¿Me estás comparando con mi yo adolescente? - Pregunté flipando. - tengo 28 años, se como comportarme.
  • Oh, sí... seguro que si, pero iré con vosotros.
  • Te tienes que quedar con los niños. - Sonréi en plan maléfica.
  • Chicos – Se dirigió a ellos - ¿Quién quiere ir a dar un paseo al lago?

Dos de ellos levantaron la mano, los que me cayeron mal. Así que mientras se cambiaban me senté a esperar a los putos chicos.

Jorge entró en su tienda de campaña y se cambió, saliendo con unas bermudas de color negro y una camiseta del mismo color con el cuello de pico.

Yo me había puesto ya el bikini, uno rosa con florecitas de colores, atado al cuello y a la espalda y con la braga enlazada en la cadera, y un vestido corto de tirantes de color blanco.

Lola predispuso que esos dos chicos se fueran con Jorge y los otros se quedaban con ella. Muy a mi pesar ella me conocía lo suficiente como para saber que mi mente era un tanto perversa y que iba a intentar pillar cacho como fuera, si es que tenía ocasión. Normalmente huía del tanto varonil, siempre y cuando no me interesaran. Pero como me interesara un hombre iba por él hasta que lo conseguía.

Armados con una linterna cada uno fuimos alumbrando el camino, uno delante y otro detrás, y en medio los chicos que con la linterna de su móvil lanzaban más luz al camino.

Tardamos unos díez minutos en llegar a una zona oscura, sólo iluminada por las linternas y la luna llena reflejada en el agua.

Todo se veía considerablemente oscuro y se oía el silencio de la noche con el cantar de los grillos y las chicharras. El agua estaba en calma y no había ninguna muestra de movimiento. Los chicos se quitaron la camiseta y después de que Jorge les dijera que tenían que tener precaución y que no se alejaran, se fueron hacia el agua dejando en el suelo la mochila con la toalla.

Hacía calor pese a ser de noche y no corría nada de aire aún y eso que de noche solía refrescar. Me quité el vestido y me quedé en bikini, mirando de reojo a Jorge que me miraba con descaro de arriba abajo. Él se quitó la camiseta y casi se me cayó la boca al suelo.

El agua estaba templada, dijeron los chicos que se alejaban poco mas de unos metros para no perderse de la luz que quedaba de las linternas del suelo. Le confesé que mis ganas de venir era por darme la ducha que no había podido darme. Necesitaba quitarme la tierra y esa era la única opción. Aunque no tuviera gel necesitaba el agua casi tanto como el respirar ahora mismo, y que hasta mañana que fuesemos a casa de Clara no podía esperar.

Le agarré del brazo y le pedí que viniera conmigo. Me siguió. Nos metimos en el lago y sentí un pequeño placer cuando noté el agua entrar en contacto con mi piel. Esa sensación de calma, tranquilidad, limpieza...

Cogí agua con las manos cuando me metí hasta la cintura, y me la eché por encima de los hombros y el cuello. Me metí de lleno en el agua y saqué la cabeza echando el pelo hacia atrás, estrujándolo.

Me pasé los dedos por los ojos para retirar parte del agua y cuando los abrí lo pillé mirándome. Aún seguía de pie casi en la orilla.

Me fui hasta donde estaba él y salí parcialmente del agua. "Vamos" le dije, y tras unos minutos duditativo me siguió. Jugueteé un poco con el agua, tirándosela a la cara, riéndome como una tonta y le contagié. Me siguió el juego y cuando quise darme cuenta estabamos casi pegados, separados por unos escasos centímetros de agua oscura.

Mis pezones estaban erectos por el contacto del agua y el airecillo que empezaba a levantarse. Seguro que sería más de media noche ya, pero el tiempo se pasó volando. Propuse un juego estúpido para romper el hielo que consistía en aguantar la respiración bajo el agua, pero claro, mi idea iba con segundas.

Cogí aire, me tapé la nariz como hacen los críos pequeños y me metí de lleno en el agua, acercándome un poquito más hasta él. Al poco tiempo salí del agua, no sin antes rozarle con mi pecho en su entrepierna. Se echó un poco atrás sorprendido, y yo sonreí diciendo un "lo siento" muy falso. Cuando le tocó el turno a él se metió bajo el agua y yo sujeté su cabeza, sacando él su mano indicando que era buena idea.

No sabía si tenía lo ojos abiertos, y no tendría sentido tenerlos, pero miré a un lado y otro y cuando vi los chicos jugando en el extremo separado de nosotros, cogí la tira de la braguita y tiré de ella, desatando una y dejándola colgando.

Por si él no se había dado cuenta, cuando salió del agua y nos echamos unas bromas acerca de mi escasez de tiempo, me fui un poco más a la orilla, hasta que el agua tapaba un poco menos.

Se me veía la cadera desnuda y parte del pubis se asomaba, carraspeó un poco y me encogí de hombros cuando me señaló ahí. Sonrió y le respondí. Volví acercarme hasta a él y le pegué mi culo "Cristina, los chicos..." casi susurró entre risas. "No nos ven" le dije. Llevé mi mano a su paquete y acaricié por encima de la tela levantando una erección que me apetecía mucho llevarme a la boca. Metí la mano dentro del bañador y me acerqué a sus labios.

Mis pezones duros le rozaban en su pecho, mi boca estaba muy cerca de la suya, entreabierta, jadenante... le pasé los dientes por su labio mientras lo empecé a masturbar dentro del agua. Moviendo la mano despacio, un sube y baja lento, delicado, ansioso. Pero sin que alterase mucho el agua. Me agarró del brazo y me susurró en el oído "no empieces lo que no podrás terminar... nos pueden ver". "¿Quién dijo que no iba a terminar? " continué, llevándolo cogido por su polla, sin soltarle, hasta un rincón del agua apartado de las luces.

Si los chicos se acercaban un poco más se darían cuenta de lo que estabamos haciendo. Echó la cabeza hacía atrás, le mordí en el cuello, él me agarraba el culo y un pecho, jadeó un poco y cerró los ojos, resoplando, hasta que pasados unos minutos se corrió en mi mano dejando que el agua se lo llevase.

Clavó su mano en mi cadera y rozando su pulgar por mi boca me dijo

  • ¿Qué has hecho? - Cerró los ojos y resopló.
  • Coloquialmente se le llama paja - respondí riéndome. - Ha sido pobre porque en estas circunstancias no puedo hacer mucho pero mi objetivo lo he cumplido.
  • ¿Y cual era tu objetivo?
  • Darte placer y tocarte.
  • Si que lo has conseguido pero... - Hizo una mueca y me miró de arriba abajo. - Yo no lo he hecho.
  • Aún nos quedan dos días. - Y puse una cara de zorra digna de interpretación.

Salimos del agua al poco tiempo, llamamos a los chavales y el camino de vuelta al campamento fue en silencio. La tensión en el ambiente se disparó cuando Lola nos vio llegar y se acercó hasta a mi rápido y sigilosa como una ninja. Se metió en la tienda de campaña conmigo siendo arrastrada por ella y sólo asomó la cabeza para decir "chicos, luces fuera y a dormir".

Me miró.

-¿Qué has hecho?

  • Bañarme. - Me quité el bikini sin importarme que ella me viese. - No ves que estoy mojada...
  • Sí, pero no sé hasta que punto. - ¿Qué has hecho con Jorge?
  • Nada.
  • Venga... te conozco. No te lanzas en compañia de un tío a menos que quieras algo.
  • Pues... - me puse un pijama de pantalón corto y camiseta de tirantes. - Se la he tocado.
  • ¿Estás de broma , no?
  • No. - abrí mucho la boca. - No veas lo que tiene ahí.
  • ¿Qué dices? No quiero saberlo. Es mi compañero por el amor de dios.
  • Pues no preguntes.

Cogí el sueño facilmente, y también me desperté con facilidad a la mañana siguiente cuando los claros de luz entraban por la tela de la tienda de campaña y el cantar de los pájaros resonaba como si fuese un coro de la iglesia. Me dolía la cabeza. Cuando salí Lola y Jorge estaban bebiendo un café de un termo que se habían llevado el día de antes de casa de Clara. Esperaban a que los chicos terminasen de vestirse para ir a casa de la anciana a desayunar y a empezar el día.

Me puse uno de los vestidos de tirantes que llevaba y eché en una bolsa el de la noche anterior para lavarlo en casa de Clara y me llevé un peto, el vaquero, y una camiseta de tirantes para debajo de color roja. Tenía pensado ducharme.

Una vez allí lo primero que hice fue meterme en el baño, encerrame y meterme en la ducha donde me enjaboné y me di hasta que estaba reluciente. Que gustazo sentirse limpia y oler a jabón.

Cuando salí me fui a la habitación que me había prestado Clara y me vestí con el peto limpio. Apenas acababa de ponerme el peto cuando llamó alguien a la puerta. Era jorge. Le dije que pasara y cerró tras de si. Sonriendo. Lamiéndose los labios. "Eso te sobra" me dijo acercándose a mi. Tiró de las cinta de los hombros y me atrajo hasta él, me pegó contra la puerta y fue desatando uno por uno los botones de la ropa. Muy despacio.

Chocó su boca con la mia en un beso salvaje, profundo, fuerte. Casi chocaron nuestros dientes en el impacto. Todo era un amasijo de manos que se movían sin control por nuestros cuerpos. Le quité la camiseta.

Destapó mi parte de arriba y bajó mi ropa por mis piernas hasta dejarla en el suelo. Dejándome en camiseta y braguitas se acercó a mi cuello, besando y mordiendo, pasando sus dientes mientras sus manos se perdían por debajo de la camiseta y abarcaban mis pechos, rodeándolas con ellas y apretando casi sin poder cogerlas enteras.

Le empujé, le puse la mano en el pecho y lo llevé hasta la cama donde lo hice sentarse. De pie frente a él me quité la camiseta, deslicé un tirante del sujetador, me di la vuelta me agaché, moví el culo y lo acerqué a su entrepierna. Volví a darme la vuelta y me bajé el otro tirante, llevé mis manos atrás y lo desabroché, lanzándolo en su cara.

Lo cogió y sonrió con picardía. En bragas di unos pasos adelante y sus ojos seguían el baile de mis pechos. Me puse de rodillas con mis manos en las suyas y le pedí que se levantara. Lo hizo. Pasé mi boca por su paquete y esta se enderezó más aún. Agarré la cintura de su pantalón y tiré hacía abajo, haciéndo que al liberarla me diera con ella en la boca. Saqué la lengua mientras le miraba desde abajo y la busqué con mis labios

Una vez en mi boca la agarré con la mano y empecé un movimiento de sube y baja con mis labios, sacándola de ella y rozando la punta con la lengua, con los labios, restregándola por mis pezones con su punta mojándome con su humedad, por mis pechos y colocándola en medio para empezar un movimiento suave, lento, y hacerle una cubana mientras le miraba a los ojos y veía el placer y el deseo en su cara.

El morbo se olía en la habitación, en cada esquina. Podían abrir la puerta en cualquier momento y pillarnos sin previo aviso. Y eso por alguna extraña razón me gustaba más. Seguí moviéndome, agarrando mis pechos con ambas manos y masturbándole con ellos cada vez tan rápido como me permitía mi cuerpo. Saqué la lengua y en cada embestida de su polla entre mis tetas subía un poquito más para rozarme la lengua con su punta mojada.

"Si sigues así voy a correrme y lo que más me apatece aparte de eso es follarte"

confesó. Así que paré, me puse de pie delante de él y me agarró las bragas, las deslizó por mis piernas hasta dejarlas en mis tobillos y pasó la mano por mi sexo. Me tocó, abriendo la palma de su mano y rozando con sus dedos mi entrada, acariciando mi clítoris con el pulgar, y poniendo mis tetas en su boca, lamiendo y besando mis pechos y pillando los pezones entre sus dientes. Estaba sentado y yo de pie, si no me sujetaba iba a desplomarme ahí mismo.

Le vi hacer el amago de meter su boca entre mis piernas, pero le frené

"Quiero correrme contigo dentro de mi",

asintió

"pero dejáme probarte",

y hundió su boca en mi provocando que me temblaran las piernas y me aferrara a su cabeza, metiendo los dedos entre su pelo.

Pequeños jadeos se escapaban de mi boca pese a mis vanos intentos de retenerlos mordiéndome los labios.

Se apartó, se levantó pero yo le incité a que se volviera a poner en la cama, esta vez tumbado. Me subí encima de él, a horcajadas y la agarré, metiéndomela de una embestida y echando la cabeza hacía atrás mientras su mano me tapaba la boca intentando ahogar el gemido

"Cállate que nos pueden oír y menudo ejemplo estamos dando"

.

Subía y bajaba sobre su polla y me apoyaba en su pecho, echándome hacía adelante de vez en cuando para rozarle las tetas por la cara. Él inclinaba la cabeza hacía a mi sacando la lengua intentando pillarme en los movimientos. Sus manos me agarraban el culo y me clavaban los dedos en el. Me aparté, me di la vuelta y en la misma postura pero de espaldas a él, me la volví a meter dándole un espectaculo visual de mi culo en primer plano, viendo como salía y entraba de mi coño una y otra vez. Me rozaba la espalda, repasando mi columna vertebral con los dedos, pellizcaba mi culo, me daba algún azote y me cogía del pelo estirándome hacía atrás. Y así empezamos un baile erótico de sube y baja caja vez más intenso y fuerte, apoyándome sobre sus rodillas, echando mi cuerpo hacía atrás y hacía delante, llevándo una de mis manos a mi clitoris y acariciándome hasta que me corrí. Seguí el movimiento un poco más hasta que él se tensó un poco, salió de mi y rozándome con ella entre mis nalgas se corrió en mi culo, salpicando la parte baja de mi espalda.

Sabía que se me había escapado más ruido de la cuenta, y mis sospechas se vieron resueltas cuando escuché a Lola al otro lado de la puerta.

  • Echaros lo que tengáis ahí mismo porque voy a entrar pero ya. - Y por su tono de voz sabía que no era un farol.

Me iba a llevar un rapapolvo de mucho cuidado por parte de mi amiga, pero sin duda había experimentado una maravillosa experiencia en el campo que para mi quedaba.