Las maravillas de la mente
Siempre tuve la sensación de "sentir" lo que la gente pensaba, pero de pronto esa habilidad me permitió sentir otras cosas, más... interesantes.
Una mente abierta
Capítulo 1
-Podemos terminar el año produciendo 100 unidades al día y a mediados del otro año llegaríamos a 150, que sería nuestra máxima capacidad- dijo la traductora.
Estábamos en una de las salas de reunión de la Feria de Shanghai, conversando la posibilidad de fabricar unos juguetes diseñados por la compañía que me contrató JUGES. Por una parte estábamos dos directores de la compañía, la traductora oficial chino-español y yo. Ellos eran también cuatro. Creo que un par de directores y los otros dos eran del área técnica.
Yo fungía también como director de JUGES, pero en realidad yo era un asesor y mi trabajo era más sofisticado. Por un lado, garantizar que la traducción era correcta, lo que era lo usual. Lo segundo era oír lo que los chinos hablaban entre ellos, para lo cual era importante que nadie se enterase que yo entendía lo que decían. Yo hablo Mandarín, Wu, Hunanese, Jiangxinese, Hakka, Yue, Ping, Shaojiang, Min y otros que ya ni me acuerdo. Algunos no demasiado bien, pero entiendo lo suficiente.
El caso es que mucha gente, cuando piensan que los demás no los entienden, hablan demás ¡y para eso estaba yo! Obviamente tenía que disimular que estaba atento a sus palabras, inclusive poniendo cara de sueño y de fastidio.
Cualquier observación que tuviera tenía que comunicársela a uno de los directores de JUGES con el mayor disimulo y como si estuviésemos hablando de la comida, porque no dudábamos que uno de ellos pudiera entender español y estuviese haciendo lo mismo.
Pero yo tenía una tercera función y por eso yo era un arma especial. Yo tenía un sexto sentido para las mentiras. Oyendo a las personas hablar, sabía con bastante precisión cuándo esa persona estaba mintiendo.
En este caso, los números que estaba diciendo el chino eran absolutamente falsos, ellos podían hacer mucho más productos de los 150 al día que ofrecían. Mi sospecha era que iban a hacer más y vender los otros por su cuenta. Es decir, la típica jugada china: fabrico 150 JUGES y 100 JUJES o JAGES u otro nombre parecido y los vendo en el mercado negro a la mitad de precio.
Me incliné hacia adelante, la señal que habíamos acordado para indicar que había detectado una mentira grande y luego seguimos oyendo atentamente las palabras de la traductora.
Cuando el tema avanzó lo suficiente para que no asociaran mis palabras con los números de antes, me acerqué al oído de Eduardo y le dije lo de que los números eran falsos. El no mostró ningún cambio en su expresión y me respondió algo acerca de la hora en que iríamos a almorzar, como si mis palabras hubiesen sido relativas al almuerzo.
Uno de los chinos se nos quedó viendo, lo que me indicó que había entendido lo que dijo Eduardo, confirmando mis sospechas de que ellos también tenían uno que hablaba español.
Al rato, ellos hablaron entre sí en Fuzhounese, un dialecto poco conocido, pero del que yo podía entender más o menos, por lo parecido al MIN. El caso es que uno le decía al otro que él estaba convencido que podían vender su copia hechas con materiales baratos y que se podrían ganar mucho dinero. Que trataran de hacernos una mejor oferta para que cerrásemos el contrato con ellos.
Al cabo de unos minutos, me volví a acercar a Eduardo y le dije que me encantaría ir al mismo restaurante del otro día. Eso significaba que había confirmado la teoría de la copias y que bajo ningún concepto deberían aceptar la oferta.
El caso es que seguimos allí por media hora más, prometiéndoles a los chinos que consideran su propuesta y que les daríamos la respuesta al día siguiente.
Yo creo que ellos se suponían que la respuesta iba a ser negativa, pero había que disimular. Igual teníamos que reunirnos y entrevistar a 3 o 4 candidatos más. Ese era el trabajo.
Capítulo 2
Luego de salir de la reunión y mientras nos dirigíamos a buscar al chofer que nos llevaría a comer, nos cruzamos con otro grupo de negociantes. Había cientos o quizás miles, de todo el mundo. Lo que me llamó la atención fue una rubia espectacular que estaba con ese grupo. No eran comunes las mujeres en esta área y menos una occidental.
Ella se volteó hacia nosotros y pude ver que tenía unos espectaculares ojos azules.
- ¡Wow!- pensé pero mientras le dirigía la mejor de mis sonrisas, un pensamiento se formó en mi mente:
-¿Quién coño eres?-
Pero lo que me produjo una terrible confusión era que a pesar de que esa pregunta había venido de dentro de mi cabeza, ¡no la había hecho yo!
-¿Qué?…¿Y quién eres tú?… ¿Porqué te oigo en mi cabeza?-
Ella abrió mucho los ojos al sentir (creo) que yo le había respondido, pero alguien le habló tomándola del brazo y tuvo que voltear hacia el hombre que le hablaba.
-Yo soy Jelena…-
Tuvo apenas tiempo de responderme a lo que yo le dije:
-Y yo Alex, pero… ¿Porqué te oigo en mi cabeza?-
Pero ya casi no sentía nada. Iba a decir que no oí más nada, pero estaba seguro de que no eran sonidos. Era algo dentro de mi cabeza. Los dos grupos nos íbamos separando y ya no podía verla.
-No entiendo…-
Fue lo último que logré sentir.
Por mucho rato me quedé pensando en los ojos azules y la cabellera dorada. Ambas cosas suficientes para mantenerse en mi memoria, pero el hecho de haber podido hablar con ella sin mediar palabra, me confundía mucho.
Capítulo 3
Habían pasado 3 meses del encuentro en Shanghai y ya prácticamente había olvidado a mi rubia soñada cuando, sentí nuevamente una cosa en la cabeza. Estaba trabajando en Hannover con otro grupo español que buscaba un socio comercial en Alemania y estábamos cenando en el restaurant de uno de los mejores hoteles de la ciudad, muy cerca de la feria, lleno de visitantes y negociadores.
El grupo con el que trabajaba había desarrollado un diseño revolucionario de motor y propela para barcos que mejoraba la eficiencia en por lo menos 5%, lo que significaba un ahorro considerable de combustible o de tiempo, o ambas cosas. El problema era que se necesitaban unas tolerancias imposibles de lograr en España y por eso la importancia de conseguir el socio en Alemania. Si no era posible Alemania, podría ser Italia. Luego estaban los chinos y los norteamericanos, pero obviamente los alemanes eran la primera opción.
Habíamos pasado todo el día en reuniones, sólo que ahora la contraparte hablaba alemán. Seguíamos el modelo de siempre, yo me hacía pasar por el ingeniero de planta, que no hablaba alemán, y nos acompañaba un traductor. Pero de resto hacía lo mismo, oír disimuladamente lo que hablaban entre ellos y “sentir” si había mala intención, mentiras o algo que no estuviese bien.
Entonces, como a las 12:30 de la tarde y estábamos en la cafetería almorzando, cuando sentí en mi cabeza:
-¿Alex?-
Comencé a mirar en todas direcciones, pero no veía a la rubia por ninguna parte. Inclusive me paré e inspeccioné hasta dónde me legaba la vista, pero tampoco vi nada.
-¿Pasa algo Alex?- me preguntó uno del grupo para el que estaba trabajando ahora, no era la misma compañía -¿Buscas a alguien?-
-Es que cuando entramos me pareció ver a alguien conocido, pero ahora no lo veo- respondí.
-Claro, con este montón de gente-
Entonces me volvió a llegar la misma señal:
-¿Alex, eres tú?-
Cerré los ojos y me concentré en mi cabeza y pensé:
-Sí, soy yo ¿dónde estás?-
-Estoy en el mismo restaurant que tú, pero en otra sala. Te vi cuando entrabas-
-¿Cómo estás? He estado pensando en ti, ¿No podemos hablar?-
-Ahora no puedo. ¿Estás alojado en este hotel?-
-Si ¿Y tú?-
-Yo también, pero… no estoy sola-
-Oh…- La forma en que lo dijo era clara de que se refería a un hombre, su pareja seguramente-
- Yo también quiero entender esto. ¿Puedes bajar al bar del hotel a eso de las 7 de la noche?- dijo ella.
-No sé, usualmente a esa hora estoy con mis clientes…-
-¿Eres traductor también?-
-Si-
-¡Qué extraño!-
Por un rato no experimenté nada. Luego llegó su… ¿voz? No era su voz, pero es la única forma que tengo de decirlo.
-¿Alex?-
-Dime-
-Discúlpame. Como te dije, no estoy sola. Trataré de estar a las 7 de la tarde en el bar del hotel o por lo menos cerca para ver si podemos… hablar y entender esto…-
-Haré le que pueda-
Y después no pude sentirla más.
Por supuesto, a las 7 estaba en medio de una importantísima discusión entre mis clientes y una firma alemana y no había ningún chance de salirme. Me producía mucha curiosidad Jelena y nuestra extraña forma de comunicación, pero no podía perder mi trabajo y abandonar a un cliente en medio de una negociación, sería una mancha imposible de quitar.
Por un rato traté de “trasmitirle” una disculpa a Jelena.
-Jelena, Jelena, ¿Me oyes? No voy a poder llegar-
Y lo repetí cada 5 minutos:
-Jelena, Jelena, ¿Me oyes? No voy a poder llegar-
-Jelena, Jelena, ¿Me oyes? No voy a poder llegar-
Finalmente lo dejé porque me estaba distrayendo y no era fácil el acento que hablaban entre sí los alemanes del sur.
Llegué a mi cuarto a eso de las 10 de la noche bastante cansado. No sólo trataba de oír el montón de cosas técnicas que hablan; y ahí me ayuda mi afición a las cosas técnicas, sino estar pendiente de lo que comentan entre ellos que va desde burlarse de estos “españoles de mierda” hasta las mujeres que se van a coger en la noche aprovechando que están en viaje de negocios. Bueno. Eso lo hacen casi todos, sólo yo me quedo casi destruido en mi hotel solo. Jajaja.
Así que después de lavarme un poco, me acosté. Tenía que empezar a trabajar a las 7:30 am acompañando a mis clientes a desayunar y la primera reunión era a las 8:30.
Antes de dormirme volví a “llamar” a Jelena y por un rato traté de “trasmitirle” una disculpa a Jelena.
-Jelena, Jelena, ¿Me oyes?-
Pero no funcionaba y como estaba muy cansado, me quedé dormido enseguida.
Me desperté como a las 3 de la mañana con ganas de hacer pipí. Lo que no es muy usual en mí, pero a veces como algo que me cae mal o he bebido demasiado y bueno, es cuestión de librar la vejiga.
-Alex ¿estás ahí?-
Resonó de pronto en mi cabeza. Al oír la “voz” de Jelena, me despejé en un instante.
-Hola Jelena, sí estoy aquí-
-¡Qué bueno¡ estuve tratando de localizarte temprano, pero no… funcionaba-
-¡Yo también! Primero en la tarde para decirte que no llegaría a la cita a las 7 y luego para disculparme…-
-Siii… oí tu mensaje a esa hora. Muy suave, muy lejano, pero te entendí. No entiendo cómo funciona esto, pero parece que depende de la distancia-
-Yo estaba en el 1er piso, en una de las salas de reuniones- le dije.
-Y yo estaba en el bar. En la planta baja. Probablemente no muy lejos- dijo Jelena y siguió luego -Y luego te oí más claramente como a las 10 de la noche, pero no te podía contestar…-
-No te preocupes… ¿puedo llamarte Jeli?-
-Claro. Puedes llamarme como quieras, jejeje. Pero no podía hablar contigo porque estaba con… mi esposo-
-¡Oh! No sabía que estabas casada. Perdóname-
-No tengo nada que perdonarte. En todo caso la culpable de estar casada soy yo- dijo ella.
-No me refería a eso. No querría… molestar a una mujer casada-
-Oh, no me molestas. Pero sí me es difícil “conversar” contigo con mi marido hablándome o regañándome por algo-
-¿Y dónde está él ahora?-
-Dormido. Afortunadamente. Pero no quiero hablar de eso ahora-
-Ok. No hay problema-
-Alex ¿Tú puedes explicarme cómo estamos hablando uno con el otro a las 3 de la mañana estando yo en mi cuarto y tú en el tuyo?-
-¿Por teléfono?- dije bromeando.
-Jajaja. No seas bobo- dijo Jeli riendo -¿Tú entiendes esto?-
-La verdad es que no lo entiendo- le respondí ahora en serio -Yo siempre he tenido una cierta habilidad para sentir a las otras personas. Si están mintiendo o si sienten miedo, esas cosas-
-¡Oh!… a mí me pasa a veces- dijo Jeli.
-Si, pero yo lo he estado trabajando-
-¿Cómo es eso?- preguntó.
-Bueno, como te dije mi oficio principal es ser traductor y oyendo a la gente empecé a “sentir” si lo que decían era cierto o falso. No estoy seguro si es porque les tiembla la voz o por qué, pero mi eficiencia en eso se fue haciendo cada vez más alta. Es decir, cada vez más veces mi suposición de que una cosa era cierta o falsa se hace más certera-
-¿Y cómo hiciste para saber?- me preguntó.
-Lo probaba con amigos o conocidos y después les preguntaba. O hacíamos pruebas. Él o ella miraba dentro de una caja y luego alguien le preguntaba el color de la pelota que estaba en la caja. Yo debía adivinar si decía la verdad o no. Cuando me sentí más seguro, se lo ofrecí a unos clientes que iban a hacer unas negociaciones y me llevaban como traductor. Ellos no me creyeron mucho, pero cuando les advertí que unos tipos querían estafarlos, se dieron cuenta de lo útil que era y me convertí en el traductor más buscado de España-
-Pero eso es más que un traductor- dijo Jeli.
-Exactamente y por eso mis honorarios son mucho más altos que un traductor normal-
-Entiendo, pero ¿cómo explica que estemos hablando?-
-No lo explica. Como te dije, no tengo explicación, pero quizás tú tengas la misma habilidad que yo y… no sé. Nuestras mentes se puedan comunicar-
-No sé- dijo Jeli -La primera vez que te vi en Shanghai…-
-Me quedé prendado de tus ojos- la interrumpí.
-Oh, gracias…- dijo al cabo de una pausa. Obviamente no la podía ver pero sentía que se había ruborizado.
-A ver, aquella vez en Shanghai me llamaste la atención por algo…-
-¡Porque me enamoraron tus ojos!-
-Si no me dejas hablar, no te voy a contar nada- dijo sonrojándose aún más (creo) -El caso es que de pronto te sentí dentro de mi cabeza y me asusté mucho-
-Yo también me sentí raro, pero no me asusté ¿Porqué me estabas hablando en mi cabeza?-
-Exactamente. No sólo me hablabas dentro de mi cabeza, sino que sabía que eras tú-
-¡Yo también!-
-Estaba olvidándome del asunto, que estuvo perturbándome un tiempo, pero cuando te vi en el restaurant, al mediodía, no lo podía creer. Entonces lo intenté adrede. Cuando llegué a mi mesa, pensé en mandarte un mensaje ¡y funcionó!-
-Si. Es evidentemente que podemos comunicarnos voluntariamente, siempre que estemos relativamente cerca-
-En qué habitación estás tú?- me preguntó Jeli.
-En la 406-
-¡Ah! Yo estoy en la 508. Un piso más arriba y del mismo lado-
-¿Y podemos interrumpir la comunicación? Es decir, yo siempre he estado “a la escucha”, pero si no quiero decir nada o que no sepas qué estoy haciendo…-
-No sé. Yo creo que sí se puede, porque cuando tú me hablaste y yo estaba con Juan Carlos, no te hice caso y creo que no recibí más nada-
-¿Juan Carlos?-
-¡Ah!, mi esposo-
-Voy a probar algo. Voy a tratar de no pensar en tí por un minuto y tú trata de adivinar qué estoy haciendo-
-Ok-
Entonces me levanté de la cama para buscar agua. Tomé el vaso y fui al baño tratando de no pensar en Jeli. Me serví agua y cuando regresaba me tropecé con la maleta que había dejado mal colocada, dándome un golpe en el dedo chiquito del pié derecho.
-¡Ay, coño!- dije en voz alta, sentándome en la cama y agarrándome el dedo.
Enseguida oí la voz en mi cabeza:
-¿Qué te pasó? ¡Por Dios!- preguntó Jeli
-¡Coño!, que me di un golpe horrible en el pié-
-¿Y estás bien?-
-¿Cómo voy a estar bien, si me duele el dedo?-
-Jajajjaja. Sí, creo que estás bien. Eres muy divertido-
-¡Qué divertido ni nada!. ¡Me duele!-
-Está bien, bobo. Déjame hacerle un cariño al dedo. Jajaja-
-Gracias… ya está pasando. Nuestro experimento evidentemente fracasó-
-No, no fracasó. Al comienzo no sentí nada. No sabía qué estabas haciendo, hasta que de pronto sentí el dolor que te dio. Como si hubieses gritado. Luego empezó a… déjame recordar… como a palpitar-
-¿A palpitar?- le pregunté.
-Si, el dolor palpitaba, como aumentando y disminuyendo muy rápido al tiempo que iba bajando. Ahora ya casi no lo siento-
-Mmm… vaya, es realmente una descripción muy cercana a lo que yo sentí, sólo que a mí, todavía me duele-
-Si. Tienes razón. Siento la presencia del dolor en… no puedo determinar exactamente dónde es-
-Ok. Entonces, sí podemos interrumpir voluntariamente la comunicación- dije -¿Quieres probar tú?-
-Ok. Voy a parar de trasmitir por… 2 minutos ¿Estás listo?-
-Si…-
Por los siguientes 2 minutos son sentía sino mis propios pensamientos… y el dolor en el dedo.
Pasados 3 minutos todavía no la sentía y empecé activamente a buscarla:
-Jeli, ¿dónde estás? Ya pasaron más de dos minutos-
Y seguía sin sentirla, pero de pronto:
-¡Aquí estoy!- dijo.
-¿Qué pasó?-
-Nada, quería ver qué pasaba. Efectivamente, por los primeros 2 minutos no te sentí. Después empecé a sentir una especie de desasosiego, de nerviosismo. Eras tú, trasmitiéndome que estabas nervioso. Luego sentí realmente el primer mensaje. Esperé un poco más y llegó el otro al tiempo que sentía cómo te ibas poniendo nervioso-
-Jajaja. ¡Claro, estabas desaparecida!-
-Por un minuto!-
-¡Tres minutos!-
-Jajaja. Está bien, tres minutos. Por cierto, ahora estoy pensando que tú puedes trasmitirme dolor y nerviosismo, será que…- dijo ella.
Por los siguientes momentos no sentí a Jeli, parecía que se había quedado sin pensar o sin trasmitir. Pero entonces, de pronto empecé a sentir un calor muy agradable. No sabía qué estaba pasando, pero fuese lo que fuese se sentía… bien. No era alegría… era… ¡placer!.
-¿Qué sentiste?- oí de pronto en mi cabeza.
-¿Ah?… No sé… ¿Placer? ¿Qué estaba pasando?-
-Jajaja. No te voy a decir- respondió riendo.
-Todavía lo siento. Está disminuyendo, pero todavía está ahí la sensación. ¡Dime!-
-Me estuve… tocando-
-¿Cómo?- pregunté casi con un grito.
-Eso- repitió ella - Estuve jugando con mis pezones un momento. Parece que te diste cuenta ¿no?-
-Oh sí. Pero… no estoy seguro ¿Puedes hacerlo otra vez para estar seguro?-
-Jajaja. Buen intento. No, no lo voy a hacer otra vez. Por lo menos contigo sintiéndome-
-¿Y porqué?-
-¡No te conozco! ¿Cómo pretendes que… me toque delante de ti sin saber quién eres?-
-No estás delante de mí-
-Peor que eso ¡estás dentro de mí!-
-Me gustó como sonó eso-
-¡Oh no! ¡Eso no era eso lo que quería decir!-
-¡Pero sí lo que me gustaría hacer!- le respondí.
Entonces sentí como ella se ruborizaba y una oleada de placer le recorría el cuerpo.
-¡No me digas que sentiste eso!- dijo azorada.
Ahora mismo ella sentía una oleada de pena al tiempo que seguía excitada.
-Claro que la sentí- le respondí -¡Y creo que tú también me sientes!-
-Mejor me voy a dormir ahora-
-Yo no me voy a poder dormir así-
Pero no la sentí más. Bueno, si me concentraba mucho podía sentir algo, pero como si se hubiese puesto una almohada en la cabeza. Estuve llamándola un rato, pero no me respondió y entonces decidí que mejor dormía algo. Mañana tendría otro largo día de trabajo.
Capítulo 4
El despertador sonó a las 6:30 am y lo paré por 5 minutos más y luego otros 5 minutos ¡No podía levantarme!
Finalmente me levanté y me metí al baño. A las 7:25 salí corriendo a encontrarme con mis clientes en el bufé del desayuno. Ellos no estaban mucho mejor que yo. Habían estado bebiendo y bailando y no sé qué más, pero en cualquier caso, tampoco había dormido mucho.
Mientras comíamos sin hablar mucho sentí a Jeli.
-¡Buenos días!- sentí su voz en mi cabeza.
Normalmente uno juzga a las personas con quien habla viéndole la cara y oyendo el tono de voz. En este caso, sin verla u oírla, entendí que ella estaba alegre pero un poco inquieta por lo de anoche. No había pasado nada en realidad, pero era ¿el inicio de algo?
-Buenos días- le respondí, trasmitiéndole tranquilidad -¿Cómo dormiste?-
-Bien, gracias- dijo, pero luego corrigió -Bueno, al principio me costó dormirme-
-¿Y por qué?- le pregunté.
-No tengo que responderte, lo sabes muy bien-
-Está bien. A mí me pasó lo mismo-
-¿Cómo es tu día hoy?- preguntó cambiando de tema.
-Horrible- le respondí -Se acerca el fin de la Feria y cada día quieren hacer más-
-Si. Yo también tengo mucho que hacer…-
De pronto sentí que se ponía tensa, alguien le estaba hablando sentí.
-Tengo que dejarte. Hablamos en la noche, si puedes- dijo y no la sentí más.
-Claro que puedo- le respondí sin saber si me sentiría.
Terminamos de desayunar y comenzamos el muy ocupado día que teníamos por delante.
Al mediodía recibí un corto mensaje de Jeli:
-¿Cómo estás?- me preguntó.
-Bien, pero cansado. Ya sabes, la tensión, la mala dormida-
-No me vengas a echar la culpa a mí de que no dormiste bien anoche. ¡Tú te golpeaste el pie!-
-¡Y tú te tocaste las tetas!-
-¡Eran mis tetas, jajaja!-
-Bueno, bueno, no quiero pelear contigo, ¿podemos hablar en la noche?- le pregunté.
-Lo siento. Justamente quería hablar contigo de que acabo de enterarme que regresamos esta tarde a España-
-¡Oh! No puede ser- le dije realmente triste-
-Si. Yo también lo siento mucho. Te prometo que te busco cuando pueda-
-Seguro…- le respondí -Mi número de teléfono es…-
Pero ya no la sentí. No estoy seguro de que haya oído mi número. Bueno, ya nos encontraríamos de nuevo pensé.
El día se fue arrastrando y la cantidad de actividad me hacía por momentos olvidarme de Jeli, pero en los momentos de ocio o cuando me fui a acostar, volvía a recordar sus inolvidables ojos azules o la agradable conversación que habíamos tenido en la noche.
Cuando me acosté, me dormí inmediatamente y por 10 horas no supe de mí. Al día siguiente me desperté fino y lleno de energía. Me bañé y me vestí y a las 7:30 am estaba desayunando con mi gente.
El día fue igual de complicado, pero ya estábamos cerrando. Ya nos faltaban sólo dos reuniones importantes, una con Siemens y la otra con Krupp, que serían al día siguiente, por lo que hoy sería mero trámite.
Al mediodía, como siempre, almorzamos en la cafetería otra vez y mientras hacía la cola para tomar la bandeja, era un self-service, detrás de mí me tocaron dos anfitrionas preciosas.
A ver, todas estas ferias están pobladas de anfitrionas, que simplemente están ahí para llamar la atención de los hombres. Claro, el 90% de los participantes son hombres, aunque cada vez hay más visitantes mujeres y por lo tanto han empezado a aparecer anfitriones. El caso es que estas chicas no tienen nada que ver que los productos, están ahí para lucir sus cuerpos y sus caras. Ojo, no son prostitutas, aunque no sé si alguna lo será, jajaja.
El caso es que detrás de mí en la cola estaban estas dos chicas. Típicas alemanas, una alta y con grandes tetas, tipo walkiria. La otra más bien menuda, quizás un metro sesenta y cinco, morena y de ojos verdes. Muy lindas las dos ¡y jóvenes!
Ellas hablaban alegremente detrás de mí y pensando que yo no entendía. En algún momento me preguntaron algo en alemán y yo les hice saber que no entendía. Cuidando de mi papel de español “bobo” o más bien “nerd”.
El caso es que me repitieron la pregunta en inglés y también hice como que no entendía:
-Sorry, no hablo… alemania y tampoco… no.. speak inglés- les dije.
-¿De dónde eres?- me preguntó la chica alta.
-De España- les contesté.
-¡Ah qué suerte! Dijo la más pequeña. Nosotros hablamos español-
-¡Qué bueno! ¿Y eso?- dije -¿Qué hacen aquí?-
-Nos contratan justamente porque hablamos varios idiomas. Yo hablo inglés, francés y español. Y mi amiga habla inglés, francés e italiano. Aunque también habla un poco de español-
-¡Pero qué preparadas!- les dije -Estoy impresionado-
-Bueno, nosotras somos estudiantes de la universidad. Estamos aquí para ganarnos algo por la duración de la feria ¿y tú? ¿Eres expositor o visitante?-
-O, yo estoy con mi compañía buscando un socio para la fabricación de unos productos- les dije.
Ya habíamos llenado nuestras bandejas y estábamos en la caja.
-¿Me permite que las invite?- les dije galantemente.
-¡Oh no!, no nos está permitido recibir ningún regalo- dijo la walkiria.
-Jajaja. No es un regalo, es que compré demasiada comida para mi…- les dije riendo.
-Jajaja- rieron ellas -Bueno, así sí, jajaja-
Tomamos las bandejas y nos movimos hacia una de las mesas. Ellas iban delante y yo las seguía. Debo decir que disfrutando del sensual bamboleo de sus caderas. A lo mejor estaban aquí de anfitrionas, pero eso no significaba que iban a perder la oportunidad de pescar a un rico hombre de negocios. Quizás yo no tenía pinta de ser rico, pero eso lo averiguan pronto.
Finalmente llegamos a una de las últimas mesas, donde no había otras personas alrededor y podíamos hablar los tres con tranquilidad. Ellas se sentaron una al lado dela otra y yo me senté en el extremo de la mesa, en forma de ángulo, con lo que me era más fácil verlas a la cara.
-¿Entonces?- dijo la walkiria -¿Qué es lo que hace tu compañía?-
-Ah, nosotros diseñamos barcos-
-¿Barcos? ¡Qué interesante!- dijo la morena.
-Perdona- les dije entonces -No les he dicho mi nombre. Yo me llamo Alex-
-Ay, perdona tú también- dijo la walkiria -Yo me llamo Helga y ella Marika-
-Jajaja- me reí -Perdona, pero ese nombre suena muy raro en español, ya sabes ¿no?-
-Oh si. Ya me lo han dicho mis amigas españolas-
-Lo siento. No es tu culpa. En todo caso de tus padres por no haberse fijado-
-Jajaja- rieron las dos.
El único problema es que ya que la sensación de “trampa” se hacía cada vez más intensa. Primero cuando me dijeron que estudiaban en la universidad. Parecía ser cierto, pero… mmm… algo no cuadraba. Luego, los dos nombres eran falsos. No era raro que unas chicas se cambien de nombre, pero ¿las dos?.
Pero me estaba divirtiendo y decidí seguirles el juego. Así que seguimos conversando y las mentiras se fueron acumulando. Tenían toda una historia bien montada de lo que hacía cada una y hasta lo que estudiaban parecía ser para llamar mi atención.
Marika estudiaba literatura alemana, pero era aficionada a la historia de latinoamérica. Siendo nacido en Colombia, yo me sé la historia de ese país al dedillo y me fue muy fácil detectar que realmente no sabía mucho de historia. Helga “estudiaba” medicina, pero ahí me era más difícil saber si lo que decía era cierto o falso, aparte de mi “sentido de la verdad”.
Después de una divertida media hora de conversación, teníamos que regresar a nuestros respectivos trabajos, así que nos despedimos.
-¿Vas a la fiesta de Siemens de esta noche?- me preguntó Marika.
-No sé- le dije. Todas las noches había una fiesta “importante” para “aflojar” los bolsillos de los compradores. Yo nunca iba. Demasiado alcohol y demasiado sexo.
-¡Ay! ¿Porqué no vienes? Podemos seguir conversando-
-Bueno- les dije -Voy a ir ¿Dónde nos vemos?-
-La fiesta empieza a las 9 pm. Nosotras te buscamos-
-Muy bien- les dije y según la costumbre española, me despedí dándoles un beso a cada una en la mejilla. Para mi sorpresa, o quizás no tanto, Marika me dio también un abrazo. Mmmm… muy sospechoso. Yo soy simpático, pero no tanto.
Al rato me encontré con mi gente y le conté al jefe y socio de la compañía, Hernán:
-Oye, me acabo de encontrar dos chicas, dos anfitrionas que se pusieron muy… amistosas conmigo-
-¿Si? ¡Qué bueno! Jajaja- se rió.
-Te lo digo porque eran más falsas que un billete de 3 pesetas.
-Jajaja. No digas eso que pareces un viejo. Ya nadie se acuerda de las pesetas. ¡Y menos de las de 3 pesetas!-
-Bueno, el caso es que creo que son parte de un esquema-
-¿Estás seguro? ¿No serán simplemente unas putas?-
-No. No creo. Primero eran demasiado bonitas para ser putas. Es decir, si lo son, son muy caras y no van a estar levantándose a un tipo como yo en una feria industrial-
-No sé- dijo entonces Hernán.
-Y la historia era muy elaborada… y eran dos, como probando por cual me decidía yo. No, yo creo que están pescando algo. Si quieres, simplemente me desentiendo de ellas-
-¿Porqué mejor no tratas de averiguar qué quieren y quizás si hay alguien detrás de ellas?-
-Seguro que hay alguien. Siempre hay. Lo que puedo es tratar de averiguar quién las mandó-
-Perfecto. Lo dejo en tus manos-
-¡Ah! Y puede ser que tú también estés en su mira- le dije.
-No creo. Si es lo que dices, estoy seguro que o quieren robarnos los planos o quieren robarte a ti. Bueno, no a ti, al ingeniero que dibujó esos planos-
-Exacto- le dije.
-Pero no me buscan a mí. Yo no les voy a vender los planos ni me voy a vender yo. Ya yo soy el dueño, jajaja-
A las 9 y media de la noche entré a la fiesta. Una orquesta tocaba música bailable en un lado del enorme salón y el otro lado estaba ocupado por muchas mesas medianamente llenas de hombres y mujeres medianamente borrachos, me pareció. Sobre todo los hombres. La mayoría de las mujeres se veían que eran anfitrionas, aunque ya no llevaban el uniforma que tenían que ponerse durante el día. Ahora tenía lo que se llama “traje de cocktail” que es más elegante que la ropa de trabajo, pero que no llega al traje de lujo. La edad promedio de las mujeres era relativamente baja, correspondiente a lo que había dicho, se trataba la mayoría de anfitrionas.
Había algunas otras, pocas, mujeres que eran las esposas de los invitados o de los empleados de Siemens que estaban obligados a asistir. Obviamente el departamento de ventas en pleno, así como parte del de mercadeo. Pero éste grupo de mujeres no parecía estar disfrutando mucho la fiesta.
-¡Viniste!- oí la voz de Marika a mi espalda, lo que me hizo voltearme para saludarla.
-¡Claro! Me tard… - Pero ella me interrumpió abrazándome y dándome un beso en la mejilla. No como hacen las latinas, que no te besan realmente, sino que ponen su mejilla contra la tuya y besan el aire. No Marika me besó la mejilla con toda la intensión.
-¡Qué bueno!- dijo entonces separándose de mí, pero agarrándome la mano.
-Ven. Vamos a servirnos un trago. Hay una champaña buenísima-
Pronto ambos estábamos tomando sendas copas de Taittinger, una conocida y muy cara champaña francesa. No estoy seguro de que todos los invitados estuviesen tomando esa marca, pero estaba deliciosa.
Lamentablemente tenía que cuidarme y no beber mucho para no perder concentración. Marika se bebió rápidamente su copa y enseguida pidió otra. Pero sentí que estaba más acostumbrada que yo a beber.
Pronto estábamos conversando en una mesa. Hablábamos un rato de ella y otro rato de mí. Por unos momentos estuve tentado a reírme de la situación porque ambos decíamos puras mentiras. Ella me hablaba de su inexistente vida universitaria y yo de mi aburrido trabajo en la oficina.
Yo le alimentaba las esperanzas de que pusiesen sacarme información haciéndole ver sutilmente que me sentía “explotado” en la compañía a pesar de haber hecho un gran descubrimiento.
-¿Un gran descubrimiento?- preguntó ella abriendo mucho los ojos.
-¡Oh sí! Una cosa muy buena, pero no me pagan lo que merezco-
-¿Y qué descubrimiento es ese?- preguntó ella de nuevo.
-No te lo puedo decir-
-¿Nada? ¿Ni un poquito? Ni que yo fuese una espía-
-Jajaja, claro que no- me reía.
Ella pidió más champaña, pero yo simplemente dejaba que el camarero cambiara mi copa de la que había bebido solo un par de tragos.
-Vamos a bailar- me dijo de pronto.
-No soy muy bueno bailando- le respondí.
-No importa. Tú haces lo que yo haga. Jajaja-
-Ok. Por cierto, ¿Puedo decirte Mary?-
-Jajaja. Claro-
Así pues, salimos a la pista que estaba llena de parejas. Ya la fiesta llevaba más de una hora y a la velocidad con que bebían todos, la mayoría estaba bastante “encendidos”. En la pista de baile aprovechaban entonces para abrazar a sus “parejas” que como yo habían conocido un par de horas antes.
Al principio Mary y yo bailamos normalmente, como los desconocidos que éramos, pero la música era ahí-ahí, ni divertida ni pegajosa. Pero de pronto cambió y la orquesta empezó a tocar el famoso “Despacito”.
Y Mary inmediatamente cambió de marchas. Al igual que lo que dice la canción empezó a pegarse a mí y recostar sus caderas contra mí. Yo no sabía mucho qué hacer, sólo trataba de seguir el ritmo y la dejaba que ella hiciera. Sólo que lo que hacía era cada vez más sensual. Cada cierto tiempo su vientre se restregaba contra el mío, al ritmo de la música, pero igualmente me estaba haciendo excitar. Pronto mi miembro se había puesto todo lo duro que podía estar y ella disfrutaba pegarse contra él.
Yo sabía que todo era parte del plan para convencerme y que les diera la información del diseño que yo se suponía tenía, pero no podía evitar sentirme excitado por el ataque incesante de Mary.
Después del “Despacito”, vino una canción lenta y por supuesto, Mary se pegó a mí completamente. Sus manos pasaron alrededor de mi cuello y yo pasé las mías alrededor de su cintura. Sus tetas duras y con los pezones erguidos se pegaron a mi pecho y su vientre al mío. En el medio de los dos, mi miembro disfrutaba de sus movimientos sensuales.
Entonces busqué su boca y empezamos a besarnos. La música seguía lenta y nosotros apenas nos movíamos, sólo lo suficiente para disimular que bailábamos. Mi lengua en cambio, sí que bailaba en su boca y cada cierto tiempo cambiábamos de “cancha” como en el fútbol y entonces era ella la que tenía su lengua en mi boca.
Así pasaron dos o tres canciones, hasta que una especie de rock&roll retumbó en nuestros oídos. Rompiendo la magia que teníamos.
Por un momento nos quedamos detenidos en la pista de baile recuperando la conciencia, por así decirlo. Hasta que ella sin dudar un momento me dijo.
-¿Vamos a tu cuarto?-
Yo ni siquiera le respondí. Simplemente le tomé la mano y la llevé hasta la mesa donde habíamos estado sentados para tomar su cartera y subimos a mi habitación.
Apenas cerré la puerta, volvimos a besarnos, de pié en la puerta. Pero pronto eso no fue suficiente, mis manos recorrían su cuerpo sin parar y pronto encontré donde estaba “la llave” del vestido. La desabotoné y bajé el cierre.
Ella se separó un instante de mí y el vestido cayó al suelo. Debajo ella llevaba un brassier de encaje negro y un tanga de la misma tela. Sin embargo, cuando traté de terminar de desvestirla, ella me lo impidió buscando primero desvestirme a mí.
Primero me desabotonó la camisa y me la quitó, lanzándola al suelo. Luego me agarró los pantalones y empezó a desabotonarlos. Eso me permitió a mí jugar con sus tetas.
Mary tenía tetas grandes. En un primer instante no pude determinar si eran naturales o artificiales, pero realmente no importaba, eran sensacionales. Logré desabotonarle el brassier y quitárselo, al tiempo que ella me soltaba el pantalón.
Como dije, tenía las tetas grandes muy blancas y los pezones de un bello color rosado claro. Obviamente nunca tomaba sol porque no se veía diferencia de bronceado entre la piel del cuello y de las tetas. Volví a tomarle las tetas desnudas con las manos y las apreté. Ufff… deliciosas.
Entonces ella se arrodilló frente a mi y agarrándome el interior me lo bajó de un tirón. Inmediatamente mi güevo quedó frente a su cara. Ella se le quedó mirando un instante, como calibrándolo y luego lo agarró con las dos manos y se lo metió en la boca.
-Mmmmm- gemí de placer. Su boca húmeda me acarició la cabeza del güevo de forma perfecta. Sus labios cubrían sus dientes para no hacerme daño y con la lengua comenzó a rodar y a girar por todas partes.
Definitivamente nunca me lo habían mamado con tal experticia. Yo puse mis manos en su cabeza, pero no quise modificar ninguno de sus movimientos, ¡eran perfectos!
Luego de un par de minutos, Mary pasó a un segundo nivel y sacando un poco la lengua movió su cabeza hacia adelante hasta que la cabeza del güevo tropezó con el fondo de su garganta. Allí hizo una pausa y luego aspirando aire y agarrándome por las caderas, me jaló hacia adentro.
Yo sentí primero el fondo de su garganta, pero luego mi güevo giró hacia abajo y se metió en su garganta. Ella siguió jalándome hasta que sus labios llegaron a mi pubis ¡Se lo había tragado todo!.
-Mmmggrrmmpff- gemí de nuevo.
Pero mi placer no paró allí, de pronto sentí como una vibración se apoderaba de mi güevo.
-Hmmmmm- hacía Mary con la garganta y ese zumbido se trasmitía a la cabeza del güevo. ¡Wow!
Lamentablemente ella se estaba quedando sin aire y tuvo que interrumpir su performance y sacárselo de la garganta.
-Mmmmm… delicioso- le dije.
Ella respiraba rápido, tratando de recuperarse, pero igual me contestó.
-Me alegra que te guste-
Inmediatamente se lo volvió a meter en la boca, pero no hasta la garganta, sino que volvió a jugar con él en la boca, moviéndoselo de un lado a otro, poniéndoselo en un carrillo y después en otro o jugueteando con la lengua a lo largo del borde del glande o con el frenillo.
Pronto sentí que me estaba acercando al orgasmo, por lo que le advertí que si seguía así me haría acabar.
-Mary… si sigues… así me vas a… hacer…-
-Está bien- dijo ella sacándose el güevo de la boca por un instante -Así podemos seguir después con mas cosas. El siguiente me toca a mi-
Entonces se volvió a meter el güevo primero en la boca y luego siguió hasta el fondo de la garganta. Cuando lo tuvo todo adentro, empezó a zumbar de nuevo.
-Hmmmmm-
-Oohhh…- gemía yo.
-Hmmmmm-
-Mmmmmm-
-Yaaa…. esstoooy… cercaaa…- pude advertirle antes de dejar que el orgasmo explotara.
-MMMMMMMM- gemí finalmente cuando exploté. Chorro tras chorros de mi semen bajaron por su garganta directo a su estómago, mientras hacía lo posible por no caerme, ya que las piernas me temblaban como palillos.
Luego de cuatro o cinco chorros, Mary no resistió más y tuvo que sacarse el güevo para respirar. Dejó la cabeza en la boca para asegurarse que nada quedara afuera y, efectivamente, tuve dos o tres espasmos más que arrojaron unas cuantas gotas más de semen en su lengua, que ella se tragó sin problemas.
Finalmente Mary se levantó y yo la abracé buscando su boca para besarla. Ella se extrañó, porque a la mayoría de los hombres les disgusta probar el sabor de su propio semen, lo que a mí no me importa en absoluto.
Efectivamente su boca sabía un poco… rara, al mezclarse el sabor de su saliva con el de mi semen, pero no era para nada desagradable. Pronto, sin embargo, en la medida que se prolongaba el beso, el sabor se fue normalizando y pronto no sentí más nada.
Seguíamos de pié en medio del cuarto, desnudos. Bueno, yo todavía tenía mis medias y mis zapatos y mi pantalón y mis interiores enrollados en los pies.
Así que separándonos un poco le dije:
-¿Porqué no nos vamos a la cama y nos ocupamos ahora de ti?-
-Con mucho gusto- me contestó Mary dirigiéndose a la cama, mientras yo me terminaba de quitar la ropa de los pies y las medias y los zapatos.
Ella se hallaba ya desnuda y acostada cómodamente en la cama cuando me acerqué a ella y me acosté a su lado, con mi cabeza a la altura de sus tetas.
Por los siguientes minutos me dediqué a comerle las tetas que, como dije eran grandes y duras. Por la posición y lo grande que se veían a pesar de estar boca arriba, me dí cuenta que tenían que ser artificiales, pero definitivamente un trabajo excelente y no iba a quejarme por eso.
-Mmmmmm- gemía Mary mientras le comía un pezón al tiempo que jugaba con el otro con los dedos, pero luego cambiar de lado.
Los pezones reaccionaban perfectamente a mis caricias y crecían deliciosamente cuando los mordisqueaba y los chupaba, haciendo que Mary se estremeciera de placer.
Después de un rato, dejando mis manos en sus tetas, comencé a bajar con mi boca por su cuerpo. La piel del vientre era igualmente impecable, no tenía ni un defecto, ni una linea, ni una estría. El pubis estaba perfectamente depilado y los labios de su vulva estaban abiertos y mojados. Arriba de todo, el clítoris estaba asomado, esperando…
Así que no lo hice esperar. Con la punta de la lengua lo acaricié y Mary volvió a estremecerse.
-Oooohhhh- gimió.
Pero eso era sólo una introducción. Inmediatamente me levanté para acomodarme mejor, me moví para ponerme entre sus piernas y me acomodé boca abajo con la cara en su coño.
-Vamos a ver a qué sabe este postre- le dije y deslicé despacio mi lengua a todo lo largo de su vulva desde abajo hasta el pubis.
-Mmmmm- gimió ella poniendo sus manos en mi cabeza, pero yo no seguí las “indicaciones” que me “sugería” ella con las manos, sino que seguí mi propio ritmo.
Así pues, volví a jugar con la punta de la lengua con la parte inferior de la vulva, penetrándola un poco, para luego recorrer el espacio entre los labios mayores y menores.
Ella estaba completamente mojada y sabía a… sexo. No podría describirlo mejor. Los jugos de una mujer saben a eso, a mujer, a sexo a placer. Si están bien aseadas, claro y Mary lo estaba.
Mientras, seguía jugando con sus tetas y en especial con los pezones que pellizcaba y halaba a veces duro y a veces suavemente, para cambiar después y agarrarle toda la teta con la palma de la mano, aunque eran un poco más grades de lo que podía abarcar, pero ¡hacía lo que podía!
Después de jugar un rato con sus labios mayores y menores, subí a jugar con el clítoris y lo primero que hice fue recorrerlo con la lengua. Aunque ya estaba presente, es decir, había salido de la cubierta que normalmente lo protege, todavía estaba tímido, así que deslicé mi lengua por toda su cabecita.
-Aaahhh… siiiii… ahhhiiii…-
Pero luego me fui de allí y ella protestó tratando de halarme la cabeza con las manos:
-Nooo, nooo te vayaaasss…-
Yo la ignoré y bajé otra vez hasta la entrada de la vagina y le metí la lengua otra vez lo más adentro que pude, para luego bajar por el perineo hacia el ano, aunque no pude llegar por la posición de su cuerpo. No me preocupé, ya le tocaría esa parte.
Así que seguí comiéndomela con toda la paciencia del mundo. La respiración de ella ya estaba bastante agitada y estaba claro que no le faltaba mucho para acabar, pero lo que ella no sabía era que iba a mantenerle allí todo lo que pudiera.
A continuación me metí uno de sus labios menores en mi boca y se lo chupé sacándolo todo lo que pude.
-Ooohhh- gimió ella.
Luego de soltárselo puse repentinamente mis labios en forma de “O”, sobre su clítoris y chupé duro.
-AAaaaahhh- volvió a gemir más duro.
El clítoris le creció un poco o quizás la cubierta retrocedió, pero el efecto es que luego de ese “tratamiento” estaba más grande.
Volví entonces a juguetear con él con la punta de la lengua, pero pronto sentí que ella se estaba acelerando demasiado, así que me alejé de nuevo a pesar de sus protestas.
-Noooo…. sigueeee… nooo…-
Así pasaron los siguientes minutos, Llevándola al borde del orgasmo pero privándola después del necesario alivio.
Luego me traje las manos al “campo de juego” y mientras la torturaba moviendo la punta de la lengua rápidamente sobre el clítoris, metí los dedos índice y medio en su vagina.
Puse los dedos muy juntos para poder meterlos, porque era bastante estrecho el pasaje y aunque estaba muy lubricada, a cada instante salía más y más líquido de todas partes.
-Uuhhhmmm- gimió ante la intromisión.
Una vez que metí los dedos completos, que mis nudillos chocaron con sus nalgas, comencé a explorar la pared interna de la vagina y allí mismo lo encontré. El punto G. No sólo era evidente por la rugosidad, sino que apreté duro con los dedos contra él y ella gimió muy fuerte:
-OOOOOOHHHHH… SIIIII….-
Si había huéspedes en la habitaciones vecinas tendrían que haber oído ya sus gemidos, pero éste último… ¡wow!-
Entonces comencé a mover los dedos contra el punto G y ya Mary no pudo más:
-Siiii… SIiiiii… SIIIIII… OOOOOOOHHHHHH-
Y levantó todo su cuerpo en forma de arco, apoyándose sólo en los talones y los hombros y todo el cuerpo elevado. Enseguida empezó a temblar y a gemir incontroladamente moviendo la cabeza de un lado a otro.
-OOOOOOHHHHHH-
Yo dejé de mover los dedos, pero no saqué los dedos. Su vagina pulsaba rítmicamente contra mis dedos, apretando y aflojando acompasadamente. Alrededor de mis dedos fluía un montón de líquido proveniente de su abundante eyaculación femenina.
A los pocos momentos los temblores aflojaron y su cuerpo volvió a caer en la cama, lo que fue la señal para que yo volviera al ataque. Lo primero que hice fue volver sobre su clítoris. Ese orgasmo había sido vaginal, basado en la estimulación del punto G, ahora le tocaba al clítoris.
Puse mi boca sobre el clítoris y empecé a acariciarlo con la lengua.
-¿Que… que… haces… no pued… aaahhh- trató de protestar.
Yo no le hice caso y seguí acariciándole el clítoris, chupándolo y deslizando mi lengua sobre él. Mis dedos seguían metidos en su vagina, pero no le acariciaban el punto G, pero no se movían para mantener su atención en el clítoris.
-Ooooohhh… mmmm…. sssiiii…- volvió a comenzar a gemir Mary con mis juegos.
Y unos momentos después tuvo su segundo orgasmo.
-OOOOOOHHHHHH…. AAAAAHHHHH-
Aunque esta vez no gritó tanto, el cuerpo reaccionó igual, las piernas le empezaron a temblar y levantó el cuerpo empujando su vulva contra mi boca por unos momentos, hasta caer después derrumbada en la cama. La eyaculación también fue menor.
Yo separé mis labios de su clítoris, dejé que pasaran los estremecimientos que cada dos o tres segundos la hacían moverse y entonces le pregunté:
-¿Cómo te llamas?- al tiempo que volvía a presionar mis dedos en su punto G y mis labios volvían a su clítoris.
-Ooohhh… paraaa…. no pueedooo…- protestó ella ignorando mi pregunta.
-¿Cómo te llamas?- volví a preguntarle redoblando mis caricias.
-Ooohhh… aaahhh… Helenaaa…-
¡Ajá!, finalmente. No te llamas Marika sino Helena. Muy interesante.
Seguí torturándola un par de minutos más el clítoris y el punto G, pero entonces decidí que yo también quería participar de la fiesta, así que me incorporé y moviéndome hacia arriba y apoyándome con una mano en la cama, tomé mi güevo con la mano y lo coloqué en la entrada de su vagina.
-Mmmm… mffggr…- gemimos ambos.
Entonces, despacio comencé a metérselo. El pasaje era estrecho, pero después de dos orgasmos con mis dedos, ya los músculos estaban más relajados y pude seguir hasta el fondo en un solo envión.
-Mmmm…- gimió otra vez cuando mi pelvis chocó contra la de ella y la base del güevo se restregó contra su clítoris.
Entonces comencé a moverme al tiempo que le preguntaba:
-Helena ¿Quién te mandó a espiarme?-
Por unos momentos ella no respondió, pero yo seguía bombeándola con fuerza al tiempo que movía mis caderas a los lados para aumentar el roce con su cuerpo.
-Aaahhh… noo…. seee…. aaahhh… mi jefeeee… me dijo… ahhh- respondió.
Así pues, efectivamente era un ataque montado a propósito, tal como yo había adivinado.
Habiendo confirmado mis sospechas, ya podía seguir cogiéndomela y disfrutar que ya podría conseguir los detalles después.
-Noo… te preocupes… - le dije entonces -Sigamos disfrutando… y después… seguimos… hablando-
A partir de ese momento empezamos a tener uno de los más épicos polvos de mi vida. Yo seguí empujando con todas mis fuerzas al tiempo que ella empezó a responder, subiendo las caderas cuando yo me acercaba y así chocábamos con el pubis en el aire con fuerza.
-AAAAHHHH-
-MMMMMM-
AAAAAHHHH-
-MMMMMMM-
De vez en cuando ella tenía estremecimientos que me hacían ver que un mini-orgasmo recorría de nuevo su cuerpo, pero no paramos en ningún momento.
No sé cuánto tiempo pasamos así. Ambos estábamos sudados y cansados pero no íbamos a parar.
Finalmente, sentí cómo mi cuerpo ya no daba más y desde mis testículos salió algo como una explosión de placer que no me dio tiempo de hacer nada sino empujar una última vez antes de comenzar a vaciarme en su vientre.
Cuando ella me sintió, comenzó también a estremecerse al tiempo que gritaba más duro que la primera vez:
-YAAAAAAAAHHHHHHHHAAAAAAAHHHHH-
Después de recuperarnos y de habernos limpiado con unas toallas húmedas que traje del baño, comencé a besarla tiernamente en la cara, acostado a su lado. Ella sel veía muy avergonzada pero respondía a mis besos y caricias.
-No te preocupes por lo que me dijiste- le dije después de una larga sesión de besos.
-Pero es que me siento muy avergonzada contigo- dijo.
-Está bien Mary o mejor dicho Helena. Estabas haciendo tu trabajo-
-Si, pero te estaba engañando…-
-Digamos que “sarna con gusto no pica”- le dije.
-¿Qué es eso?- preguntó.
-Es un dicho de mi tierra- le respondí -Significa que si el engaño es agradable…-
-¡Oh!-
-Y en este caso fue muy… agradable. Y creo que a ti también te gustó mucho ¿no?-
-Oh si, nunca había tenido cuatro… ¡no cinco orgasmos seguidos!-
-¡Qué bueno! Yo sólo tuve dos, pero… ¡wow!-
-Me alegra que te hayan gustado, aunque fuese un engaño…-
-Bueno, la intensión fue un engaño, pero los orgasmos fueron reales ¿no?-
-Oh sí. Todavía siento que me mojo, cuando me los recuerdas-
-Mmmm… voy a tener que hacer algo respecto a eso- haciendo como si fuese a comerle la concha otra vez.
-Oh, no, espera. Déjame descansar un poco-
-Jajaja. Esta bien, pero ahora quiero que me lo cuentes todo y no te preocupes, nadie va a saber que me lo contaste. Sólo lo quiero saber para saber quién está detrás de mí-
-Como te dije antes. No lo sé exactamente. Yo trabajo para un grupo de… anfitrionas que… bueno ya te lo puedes imaginar. Un señor que no sé quién es llegó a la oficina y habló con mi jefe y le pidió dos chicas…-
-Si, Helga y tú-
-Si, él no sabía si te gustaban altas o bajas… en fin, que nos contrataron a las dos para ver si estabas dispuesto a vender el secreto de tu compañía o si querrías cambiarte de compañía-
-Ok. ¿Y quién debía hacer la oferta?-
-No sé. Nosotras debíamos simplemente establecer el contacto y la posibilidad de la compra de los planos o del cambio de compañía. Una vez establecido eso, lo informábamos y otra persona seguiría con las negociaciones-
-Ok. ¿Y no sabes quién es el contratante?-
-No-
-¿Ni siquiera si era chino o alemán o qué?-
-Bueno, yo lo vi entrar y saludar y me pareció que tenía acento italiano-
-¡Ah! ok, muy interesante-
Entonces, de pronto, me acosté sobre ella y mirándola a los ojos le propuse:
-¿Qué te parece si le dices a tu jefe que todavía no estoy decidido y que necesitas un par de noches más de… “tratamiento”?-
-Jajaja- Helena se rió abriendo las piernas para sentirme más… íntimamente -Me parece una buena idea. Se me ocurren unas cuantas cosas que puedo hacer para “convencerte”-
Entonces ella movió las caderas oscilando contra mí al tiempo que me ponía las manos en las nalgas apretándomelas.
-Ooohhh… no sé si me pueda resistir más a esa tortura… mmmm-
Finalmente Helena se fue de mi cuarto a las 5 de la mañana, con la promesa de regresar a la siguiente noche con más “argumentos”.
En la mañana le conté a Hernán mi jefe, los resultados de mi “investigación” y que la compañía que había montado el ataque era italiana.
-¡Ah! Ya sé quiénes son. Yo rechacé su oferta hace un par de meses. Me imagino que decidieron que si no podían asociarse por las buenas lo harían por las malas-
-¿Y qué vas a hacer?- le pregunté.
-Por los momentos nada. Vamos a seguir buscando unos buenos socios y después veremos. Mientras, tengo que asegurarme que mis verdaderos ingenieros no me traicionen-
-Me parece muy bien-
Al terminar de trabajar, como a las 5 pm, tuve que hacer una pausa para dormir una siesta antes de que llegara Helena, tal como habíamos acordado.
Luego de bañarme y afeitarme, como a las 8:02 pm, con la típica puntualidad alemana, sonó la puerta del cuarto. Cuando abrí la puerta me quedé en una pieza. ¡Allí estaban Helena y Helga!
-Me traje una ayudante para ver si te convencía ¿qué te parece?- dijo Helena riendo.
-Oh… no sé si pueda resistir todos esos ataques- le respondí dejándolas entrar.
-No te preocupes, traje unas pastillas azules y unos juguetes por si necesitamos refuerzos- dijo Helena.
-¿Helena me habló de ciertos trucos secretos que tú sabías y me preguntaba si puedes probar conmigo?-
Yo me les quedé mirando, pensando en lo que me esperaba.
Capítulo 5
Las conversaciones del último día en Alemania no habían terminado felizmente y tuvimos que regresar a España con las manos vacías.
Bueno, yo regresé con otras cosas “vacías”, después de la noche con Helena y Lillybeth (que era el verdadero nombre de Helga). Casi no podía caminar cuando me monté en el avión y tardé como una semana en recuperar mis energías.
El caso es que después de un tiempo, Hernán me volvió a llamar para ir juntos a Londres por un par de días a reunirnos con un equipo chino que podía resultar interesante.
Volamos el miércoles en la mañana para comenzar las reuniones esa misma tarde, seguir el jueves y el viernes en la mañana y regresar en la noche.
Esta vez, las conversaciones parecían bien encaminadas. Otra vez tenía mi rol de jefe de ingenieros que no hablaba sino español y un traductor que ayudaba con los chinos que, teóricamente hablaban inglés, pero nadie quería arriesgarse a tener un problema de traducción.
El miércoles terminamos temprano, porque con el viaje y los traslados habíamos terminado cansados, así que nos acostamos temprano. El jueves nos fue mejor, las conversaciones fueron largas pero productivas. Esta vez teníamos un interlocutor serio que realmente quería tener un acuerdo serio y cumplirlo.
Al terminar Hernán y yo cenamos en el hotel y yo me fui a mi cuarto como a las 9 de la noche. Más tarde, bañado y arreglado, me puse a leer algunas cosas de trabajo cuando de pronto sonó en mi cabeza:
-¡Hola, hola!, ¿Estás ahí?- Era Jeli.
-¡Pero qué agradable sorpresa!- le respondí.
-¡Qué bueno que te encuentro! No sabía cómo buscarte- me dijo.
-Yo traté de darte mi teléfono, pero te moviste y creo que no te llegó-
-Si, sentí que me decías unos números pero no los pude retener. Después busqué tu nombre en todas las agencias de traductores de Madrid y Barcelona, pero no aparecías en ninguna parte-
-¡Oh! Tienes razón, no estoy realmente anunciado en ninguna parte, me manejo con cero publicidad. Puro boca a boca, recomendaciones y eso-
-Sí, lo entiendo- dijo Jeli.
-¿Y tú, cómo estás?- le pregunté.
-Bueno… finalmente me separé de mi esposo. Ya metí los papeles de divorcio. Además renuncié a la compañía. Bueno, su compañía, y ahora estoy con una amiga empezando una sociedad-
-¡Ah!, pero qué bueno-
-Ha sido difícil. Por ahora no habíamos tenido sido puras traducciones de catálogos y manuales de instrucciones. Ya sabes, horrible-
-Jajaja. Si, recuerdo haber hecho algo de eso-
-Ahora estoy aquí en Londres con mi primer trabajo internacional “a prueba”- siguió contando Jeli.
-¿A prueba?- le pregunté.
-Bueno, ya sabes, cobrando una miseria y “a ver si soy capaz”. Realmente unos miserables. Pero que iba a hacerle. Tenía que empezar en alguna parte-
-Bueno, tómatelo con calma-
-El caso es que te vi esta noche saliendo del comedor y vi que te dirigías al ascensor con un tipo muy feo y pensé que no creía que ese fuese tu esposa, jajaja-
-¡Ah, jajaja! pero qué mente retorcida la tuya-
-¿Y tú? ¿Me extrañaste?- dijo entonces ella cambiando de tema.
-¡Claro! Pero como me dijiste que me ibas a buscar… yo le interpreté como: “no me llames, que no sé si me interesa”-
-¡Ay no¡ No era esa mi intensión. Sólo estaba muy complicada. Y con eso de la separación… Realmente me gustas mucho…-
De pronto se quedó callada y entonces sentí como la embargaba una sensación de vergüenza por haber hablado/pensado demás, y decirme que le yo gustaba. Pero también sentía que realmente eso era lo que sentía. Alegría de verme y… deseo.
-Tú también me gustas mucho- le confesé para que se sintiera mejor, lo que además era la verdad.
-¿De verdad te gusto?- me preguntó.
-¡Claro! Puedes sentirme, puedes leer mis sentimientos, así como yo los tuyos-
Por unos instantes Jeli se quedó en “silencio”. Sentí como se sonrojaba. Era raro eso de “sentir” a las otras personas y no poder ocultar tus sentimientos.
Al final dijo ella en voz muy baja:
-Tú también me gustas- Nuevamente no era una voz, era un pensamiento, pero no sabía cómo explicarlo.
Nuevamente pasamos unos segundos en silencio para al final decirme ella:
-Alex, ¿quién eres tú?-
-No entiendo, ¿cómo que quién soy yo?-
-Eso. Sólo sé tu nombre y que estás metido en mi cabeza y eso me da miedo. Por eso quiero saber quién eres-
-Mmmm… ¿por dónde quieres que empiece?-
-¿Por el principio? ¿Cómo te llamas? ¿Dónde naciste? ¿Cómo se llamaba tu mamá? No sé, lo que tú quieras-
-Jajaja. Muy bien- le dije y empecé a contarle.
-A ver, mi mamá se llama Evangelia Kakouti y es griega. Mi padre se llama Aleksander Gomulka y es polaco. Ambos viven y residen en los Estados Unidos-
-¿Así que tú eres norteamericano?- preguntó Jeli.
-Jajaja. Si, pero nací en Colombia. Ellos se casaron y se fueron para allá en 1989 cuando la caída del muro de Berlín. Yo nací en Medellín en 1990 y, por supuesto, aprendí griego con mi mamá y polaco con mi papá. Luego aprendí el español en el colegio y como fui a un colegio alemán, aprendí también alemán y francés. Cuando las cosas se pusieron difíciles en Colombia, nos fuimos a vivir a los Estados Unidos y allí aprendí inglés. Así pues, a los 18 años hablaba 6 idiomas. Obviamente, mi carrera era la escuela de idiomas, donde además de refinar los lenguajes que ya sabía, estudié mandarín y otras lenguas de China-
-Wow, que prolífico. Casi que me avergüenza que apenas sólo hablo cuatro idiomas-
-Jajaja. No tienes porqué, es lo normal, pero luego me hablas de ti. Déjame terminar-
-Oh, perdona-
-No, está bien. Estoy casi listo. Lo que quería decirte es que luego de graduarme en traducción simultánea me fui a España para, no sé, vivir fuera de casa y en un país que hablase español que no fuera Latinoamérica-
-Ok- sentí que me reforzaba Jeli.
-Estando allá empecé a notar lo que te indiqué el otro día. Mi habilidad de “sentir” cuando la gente miente y he aprovechado eso para mejorar mi carrera-
-Hasta descubrir que te puedes meter en la cabeza una chica inocente. Jajaja-
-¡Yo no me metí en la cabeza de un chica inocente¡- le dije.
-A ver señor, exprésese bien. ¿Qué es lo que no que niega? ¿Entrar en mi cabeza? ¿o que yo sea inocente?-
-Jajaja… ¿las dos cosas?-
-Jajajaja-
Después de reírnos un rato me dijo Jeli:
-¿Sabes? Esto es muy raro, por un lado me haces reír, lo que me encanta, pero además siento dentro de mi que tú te ríes también y es una sensación… muy agradable también-
-Tienes razón- le dije -Es muy… agradable-
Entonces sentí como mi cuerpo reaccionaba a esas “sensaciones” y mi miembro se endureció un poco. Entonces metí la mano por mi pijama y me lo acomodé-
-¿Qué hiciste?- dijo inmediatamente Jeli.
-¿Yo? Nada- le respondí sin entender porqué me preguntaba.
-No sé- respondió ella -Pero sentí como si estuvieras… incómodo y luego hiciste algo que quitó la incomodidad pero al mismo tiempo te fue… placentero-
-¡Oh!- exclamé. Entonces le conté lo que había hecho.
Ella se quedó en silencio un instante para luego decir:
-Mmmm… esto se está poniendo un poco… “weird”-
Nuevamente, no nos hablábamos realmente, pero inclusive entendí que había utilizado una palabra en inglés para decir “extraño”.
-Bueno- dijo entonces Jeli para cambiar el tema -Déjame contarte de mí-
-Perfecto- le respondí tocándome el miembro otra vez.
-Pero déjate de estar tocándote eso- dijo Jeli.
-¿Te molesta?-
-No, pero me distrae-
-¿Te distrae mal o te distrae bien?- le pregunté.
-No te voy a decir- me respondió, pero yo sentía que la distraía bien. ¡Muy bien!.
-Mi madre es de Bosnia-Herzegovina y a mi padre lo mataron en la guerra con Servia. Ya sabes, en aquellos años horribles, y ambas terminamos en un campo de concentración. Al cabo de unos meses nos mandaron a España y allá crecí. Yo sabía bosnio y croata y un poco de albano, los lenguajes que se hablaban en mi pueblo. Luego, por supuesto aprendí el español y en la escuela aprendí francés y alemán. Allí conocí a mi marido…-
-¡Oh! No sabía que estabas casada- la interrumpí.
-Más o menos-
-¿Cómo que más o menos?-
-Déjame terminar de contarte. Al comenzar la universidad, había un profesor buenmosísimo que nos daba clases de alemán y yo caí rendida ante él. Nos casamos muy pronto, yo tenía apenas 18 años y él 53…-
-Wow-
-Si, ya sé, pero en aquel entonces yo era una loca y además, mamá y yo estábamos muy apretadas de dinero y él era una salida… pero no quiero seguir hablando de eso. Fue un error y ya- dijo Jeli.
-Está bien. Cerrado el caso-
-El caso es que finalmente me casé y gracias a mi marido he estado haciendo traducciones simultáneas y de libros del alemán al español y viceversa. ¡Hasta que un cierto tipo se metió de pronto en mi cabeza!-
-¡Yo no me he metido en tu cabeza! ¡Tú te metiste en la mía!- repliqué.
-¡No señor! Yo estaba caminado de lo más tranquila y primero te me quedaste viendo descaradamente-
-¡Estaba viendo tus ojos!-
-¿Mis ojos? Sí, claro. Yo creo que estaba viéndome otra cosa-
-Si. El pelo-
-¿El pelo? ¡Ja! No te creo-
-Bueno a esa distancia no se puede detallar tanto, pero sí, fue el color azul de tus ojos lo que me llamó más atención- insistí.
-El caso es que inmediatamente te sentí dentro de mi cabeza y sin entender lo que pasaba, te pregunté quién eras- dijo Jeli.
-Exacto. Cuando te oí o más bien te sentí, y tampoco entendía quién me hablaba, porque obviamente no podía ser esa rubia preciosa que estaba a 20 metros de distancia- le confirmé.
-Jajaja. Exactamente lo mismo me pasó a mí, sólo que no era una rubia-
-Y fíjate, ahora estás en mi cama- dije.
-¿En tu cama? ¡Yo no estoy en tu cama!- dijo Jeli fingiendo enfado.
-Claro que estás en mi cama. Estás en mi cabeza y mi cabeza está en mi cama, por lo que definitivamente ¡estás en mi cama!-
-¡No! En todo caso tú estás en MI cama-
-¿Estás en tu cama?-
-Claro- confirmó ella.
-¿Y cómo estás vestida?-
-¿Qué pregunta es esa?- dijo -No es cortés preguntarle a una dama como está vestida-
-Porque normalmente la puedes ver- le respondí -Pero en nuestro caso no puedo verte… a pesar de estar en tu cama-
-Jajaja. Es cierto… Bueno, tengo una franela blanca de algodón y un viejo pantalón de pijama ¿y tú?-
-¿Yo? Nada-
-¿No quieres decirme?- preguntó.
-Ya te dije-
-¡Ah!… No había entendido-
Sin que me lo dijera, sentí que ella primero se había sentido un poco avergonzada imaginándome desnudo, aunque poco a poco se le iba pasando la vergüenza que se transformaba en otra cosa… ¿excitación?
-¿Y… tu esposo? ¿No está ahí contigo?- le pregunté.
-Oh no. El se regresó esta mañana a España-
-¿Y eso?-
-Bueno, él ya terminó su trabajo aquí y yo todavía tenía reuniones. Pero ademas…-
Por un momento, Jeli se quedó en silencio. Yo sentía que se debatía entre contarme o no y esperé.
-El y yo estamos… separados. Ya estoy harta-
-¿Quieres contarme?- la animé.
-Desde hace años que ya nos llevamos mal. Para él no soy sino su secretaria, su ayudante, ¡hasta su niñera!. Ya no me… hace años que no… que no hacemos el amor-
-Lo siento- fue lo único que pude decir.
-No sé si tiene otra mujer o simplemente que se puso viejo o que ya no le gusto, pero ni siquiera quiere hablar de eso. Así que ayer le dije que ya bastaba y que me quería separar y él me dijo que muy bien. Como si no le importara-
-Bueno, por lo menos estás avanzando-
-Si. En lo que llegue a casa me mudo con mi madre y luego busco un piso para mí y luego ya veremos ¡Tengo hasta que cambiar de trabajo! Hasta ahora he trabajado siempre en su oficina-
-Muy bien. ¡Ahora fundarás una empresa que sea tuya!-
-¡Ojalá!- dijo Jeli -Pero no quiero seguir hablando de eso ¿Y tú? ¿No tienes una esposa?-
-¡O nooo! Todavía no, soy muy joven para casarme-
Sentí como Jeli se tranquilizaba un poco, no se estaba metiendo con alguien “ocupado”.
-Si, claro. Ahora resulta que eres un niñito- dijo entonces.
-¡Apenas tengo 28 años!-
-¿Y? Edad suficiente para casarse, jajaja-
-Bueno, en realidad no me he preocupado demasiado por eso. Tampoco paso demasiado tiempo en casa. Siempre de un país a otro-
-Cierto. Esta profesión puede ser un poco estresante en ese sentido. Como son las cosas, unos se quejan de no viajar nunca y otros porque viajan mucho-
-Jajajaja- me reí -¡Tengo tantas millas gratis acumuladas que ya casi nunca pago pasajes!-
-Yo no- confesó Jeli -Mis millas se las queda la compañía de mi marido, así que ahora no tengo nada-
-Bueno, ya comenzarás a tener las tuyas- le dije animándola.
-¿Y ni siquiera tienes una novia?- insistió Jeli.
-Nada… Bueno… tengo unas “amigas con derechos”- le confesé.
-¿Amigas con derechos? ¿Qué es eso?-
-Bueno, ya sabes…-
-¡Aaaahhhh! Ya me acordé… Jajajaja, ¡qué boba!- dijo Jeli riendo, para luego seguir:
-¿Amigas, hummm? ¿Y cuántas son?-
-Oh… no sé… ¿dos?… ¿tres?-
-¿Ahora me vas a decir que no sabes cuántas “amigas con derechos”?-
-Es que… no estoy seguro cómo clasificar a… algunas-
-¿No entiendo?- preguntó Jeli.
-Eso. Que si una amiga se asusta contigo una sola vez ¿ya cuenta como amiga con derechos?-
-Jajaja. No, definitivamente una sola vez no cuenta. Jajaja- se rió.
-¿Y entonces?- le pregunté.
-Mmm.. no sé. ¿Tres veces?-
-Tres veces… ¿en un año? Porque tiene que haber un vencimiento ¿no? Una amiga que se acuesta contigo una vez cada año… no sé si cuenta-
-Jajaja. Cierto- dijo Jeli -Hay que poner un límite en cantidad y tiempo-
-Jajaja-
Entonces pude sentir cierto calor que venía de Jeli. Su mente empezó a trasmitirme que estaba haciendo algo que le producía placer.
-Mmmm- gemí de placer -¿Qué estás haciendo?-
-¿Yo? Nada- respondió, aunque la sensación seguía.
-Sabes que te estoy sintiendo y claramente detecto… placer… mmm-
Entonces me agarré el miembro que estaba medio duro y me lo acaricié.
-Oooohhhh- dijo Jeli -Eso lo sentí-
-¿Ves? Te dije que yo también te sentía- le respondí -Definitivamente estás haciendo algo-
-Mmmm… sí, pero… dime tu primero- dijo ella.
-Bueno. Me agarré el miembro y me lo estoy acariciando- le respondí.
-Mmmm… me lo imaginaba… y está muy… - y entonces dudó, pero luego se decidió a preguntar -¿Está… muy… duro?-
-Ahora me toca decir a mi lo mismo… Dime tú primero qué estás haciendo-
-Ooohh…tengo mi mano derecha entre mis piernas y mi mano izquierda en mis tetas-
-Mmmm… ¿te quitaste la ropa?-
-No… metí la mano por debajo…-
-¿Y estás… mmmm… muy… mojada?- -Siiii…mmmm…. muy mojada… y mis pezones… mmm.. están muy duros…-
-Qué ricooo…. quiero besártelos…-
-Mmmmm… no me has… dicho cómo… está tu… - volvió a preguntar Jeli.
-Está muy duro… -le dije mientras mi mano subía y bajaba cada vez más rápido.
-Mmmm… qué rico… -
-Estoy muy cerca…- le dije -Quiero acabar contigo-
-Yo también…- respondió ella.
En realidad yo podía sentir su excitación y ella la mía y aunque sentía que estaba muy excitada no podía saber que tan cerca estaba de acabar, sólo que estaba cerca. Probablemente ella sentía lo mismo de mí.
-Mmmmmm…- gemí.
-Aaaahhhh… estoooy… cercaaa…-
-MMMMMmmm- gemí disminuyendo mis caricias para esperarla a ella.
-Nooo… paresss…- me dijo dándose cuenta.
-No puedooo masas….-
-Vaaaaaamooooosss….- gimió ella mientras yo sentía como explotábamos al mismo tiempo.
-AAAAAHHHHHHH-
-OOOOHHHHHHH-
Gemíamos los dos, tanto verbalmente como dentro de nuestras cabezas.
Mi semen cayó, por supuesto, sobre mi pecho y mi estómago en gruesas gotas.
Yo sentía que su cuerpo se estremecía con el orgasmo y aunque no pudiera asegurarlo, creo que ella eyaculó también y un chorro de jugos bajó de su vagina mojándole el pijama.
-Mmmm…- gemí de nuevo.
-Mmmm…- respondía ella.
Luego de un par de minutos pensé:
-Esto estuvo realmente muy rico-
-Así es… aunque un poco raro ¿no?-
-¿Raro?- le pregunté.
-Si. Estamos en cuartos separados… ¿no?-
-Nunca has oído del sexo por teléfono o por internet?- le pregunté.
-¡Claro!- me respondió -Nunca lo he hecho, pero lo he leído en libros y revistas, pero nunca había hecho el amor con un hombre dentro-
-¿No?- le pregunté.
-Jajaja. No me refiero a eso. Sabes lo que digo- dijo Jeli.
Todavía podía sentir como el placer recorría su cuerpo. Me dio envidia, un orgasmo mucho más prolongado que el mío. Además, creo que seguía acariciándose.
-¿Todavía te estás tocando?- le pregunté.
-Un poquito- respondió -¿Porqué tú no?-
-Jajaja- me reí -Ya mi amigo quedó fuera de combate-
-Jajaja. Cierto. Hasta por lo menos mañana- dijo ella divertida.
-Oh no. En una media hora ya estará listo de nuevo- le dije.
-¿Media hora?- preguntó ella dudosa.
-Recuerda que soy un jovencito, jajaja-
-Jajaja. Cierto-
Me paré de la cama y metí al baño a limpiarme un poco. Si Jeli hubiese estado aquí, siento que no me hubiese importado estar todo lleno de semen, pero ahora me sentía incómodo.
Encendí la ducha y me metí un momento. No tenía tampoco ganas de darme un baño completo, ya lo haría en la mañana para despertarme.
Inmediatamente me salí y empecé a secarme cuando sentí a Jeli hablarme de nuevo:
-Abre la puerta- dijo en mi cabeza.
Por un momento me desconcerté sin entender a cuál puerta se refería:
-Alex, ¿puedes abrir la puerta, por favor?- volvió a decir Jeli.
Me puse la bata que estaba colgada detrás de la puerta del baño, una bata de cortesía muy mullida, por cierto y abrí la puerta. Allí estaba Jeli ¡con la misma bata!
-Oh- dije abriendo mucho los ojos sorprendido.
-¿No me vas a invitar a entrar?-
-Perdona, perdona. Pasa por favor- dije dejándola entrar.
Entonces Jeli entró al cuarto y yo cerré la puerta detrás de ella.
-¿Qué estás haciendo aquí?- le pregunté todavía sin entender.
-Alex, por favor, ¿tengo que explicarte?-
Una oleada de sensualidad me recorrió el cuerpo proveniente de Jeli. ¡Wow, casi me caigo!
-Claro, claro. Perdona- le dije avergonzado.
Entonces ella se acercó a mí y me abrazó. Con su cara muy cerca de la mía se me quedó viendo a los ojos y me dijo:
-Mmmm. Tus ojos no están mal tampoco- y luego siguió:
-Está bien. En cualquier caso podemos besarnos un poco mientras esperamos que pase la media hora-
-¿Cuál media hora?-
-Mmmm… creo que se te fue toda la sangre del cerebro y no puedes pensar…-
Entonces me abrazó y empezamos a besarnos en la boca en medio del cuarto.
Por los siguientes minutos nuestras lenguas recorrieron nuestras respectivas bocas explorándonos, aprendiendo lo que a cada uno le gustaba. Ambos recibíamos no sólo las sensaciones directas de nuestros sentidos, de nuestras lenguas y labios, sino la sensación del otro, a través de nuestra extraña conexión mental.
Así que sentí, por ejemplo que ella se sorprendió por un instante cuando yo empujé su lengua fuera de mi boca para meter la mía en su boca. Por un rato aceptó mi juego, pero luego cambió y le tocó a ella y sentí como se alegraba de ser la agresora.
Mientras tanto, nos abrazábamos y nos acariciábamos con las manos a través delas gruesas telas de las batas que nos cubrían. Nuestros cuerpos ya habían reaccionado y yo sentía sus pezones duros contra mi pecho y mi güevo se apretaba contra su vientre.
Por fin, al cabo de unos minutos ya no aguantábamos la respiración y tuvimos que separarnos para coger aire, entonces me dijo Jeli:
-Mmmm… ¿Ya pasó la media hora? ¡Qué rápido!-
-¿Qué pasa con la media hora?- le pregunté.
Entonces ella restregó sus caderas contra mi y contra mi güevo mientras decía:
-Me dijiste que estarías listo en media hora y por lo que siento aquí, mmm… , ya estás listo-
-¡Aaaah, jajajaja!- dije riendo -Con unos ojos y un cuerpo así, sólo necesito 5 minutos-
-Muy bien- dijo Jeli separándose completamente de mí y agarrándome la mano me dijo -¿Porque entonces no nos vamos a la cama a ver cómo aprovechamos eso?-
Al llegar a la cama, ella entonces se volteó de nuevo frente a mí y aflojando el cinturón de la bata se la quitó. Yo me quedé viendo paralizado. Por un lado me costaba mucho dejar de verle los ojos profundamente azules, pero por otra parte el cabello rubio bajaba hasta sus hombros. Tenía todavía la franela blanca que me había descrito antes, la tela era muy delgada y debajo se adivinaban dos pechos relativamente pequeños, con los pezones parados sobresaliendo en la tela y parecían llamarme para que los acariciara.
Más abajo seguía adivinaba un abdomen plano o quizás con las ondulaciones de alguien que hace ejercicios. No llevaba pantalones ni pantaletas, por lo que podía ver una delgada mata de vellos púbicos de color beige claro. Más oscuros que el rubio de su cabeza, pero tampoco negros. Estaban perfectamente recortados y contrastaban con la piel más clara de la línea del bikini. No podía verle el culo y poco de las piernas, pero ya con lo que había visto me bastaba.
Entonces la sentí en la cabeza:
-Mmmm… ¡gracias!-
-¿Porqué?-
-Me acabas de hacer una escaneo detallado de todo el cuerpo y siento como te estremeciste de placer por dentro. Tu tampoco estás nada mal, Mister-
Parados al lado de la cama nos volvimos a abrazar y nuestras bocas, se enredaron en un nuevo beso, sólo que ahora no la necesitábamos para hablar.
-Mmmm… me encanta como besas- le dije
-¿No fui demasiado agresiva?-
-Para nada…-
Al cabo de uno o dos minutos, me dijo:
-¿Tenemos que besarnos aquí parados al lado de la cama?… Mmmm…¿No será más cómodo acostados?-
-Buena idea- le respondí mentalmente -Ve primero tu-
Dejamos de besarnos y Jeli se acostó en la cama y yo me puse a su lado.
-No… ven sobre mí- me dijo.
-¿No quieres qué…?-
-No. Tengo dos días esperando por esto… No, dos años… No necesito esperar más-
-Ok…- le respondí.
Me acosté sobre ella y ella levantó las piernas, abrazándome las caderas con éstas.
-Métemelo ya- dijo
-Ok…-
Con mi mano derecha me agarré el güevo para apuntarlo y empecé a deslizarlo por su vulva.
Inmediatamente sentí como el placer del roce del güevo contra sus pliegues y en especial contra su clítoris la recorría de arriba a abajo, así que seguí acariciándola de esa forma.
-Deja de jugar ya y métemelo de una vez- me dijo luego de unos segundos.
Entonces lo apunté a la entrada de la vagina y empujé un poco. ¡Wow, era un canal muy estrecho!
-Mmmm… no me dijiste que era tan grande-
-¿Quieres que pare?-
-¿Estás loco? No…, sigueee… pero despaciooo…-
Seguí empujando despacio. Mi güevo no es realmente demasiado grande, normal, diría yo, pero obviamente ella no estaba acostumbrada.
-Si- me dijo -No sólo no estoy acostumbrada, sino que ya te dije que mi marido… bueno, en cualquier caso sigue empujando que ya me está pasando y esta… rico… mmm…-
-Yo también lo siento muy rico- le comuniqué mentalmente -Y ahora voy a retroceder un poco-
-Ok-
-Mmmmm- gimió Jeli cuando luego de retroceder y sacárselo un poco cuidando de que la cabeza no se saliera, volví a metérselo de nuevo.
El gemido esta vez era audible y me produjo una sensación distinta a los otros que había oído sólo con mi mente.
Cuando se lo metí de nuevo, esta vez tres cuartos del largo total, ella volvió a gemir adentro y afuera:
-Mmmmm-
-Mmmm… es muy ricooo…-
-Sigueee asiii…-
-Mmmmm…-
-Siento… sientooo… comooo tu teee sientes… tambieeen…-
Después de dos o tres metidas y sacadas más, llegué finalmente al fondo. Sintiendo como la cabeza del güevo chocaba contra su cuello uterino. Sin embargo todavía mi pubis no chocaba contra el de ella, así que volví a sacarlo y meterlo varias veces presionando cada vez más adentro.
-Mmmm…-
-Si……-
-Aaahhhh-
-Oooohhh-
-MMmmmm-
Los gemidos dentro de nuestras cabezas se repetían ahora en nuestras gargantas y rebotaban por toda la habitación. Por un momento pensé en las habitaciones vecinas y entonces Jeli me respondió mentalmente:
-Me importa muy poco que nos oigan en todo Hanover-
-Aaahhhh-
-Mmmm…-
-Si……-
-Aaahhhh-
Y entonces mi pubis chocó por primera vez contra el de ella. Ahora sí mi güevo estaba metido hasta el fondo y su vagina se había alargado para dejarme.
-¡Plaf¡- sonaron nuestros cuerpos cuando mi pubis chocó contra el de ella.
-Mmmmm…-
-Sssiiiiii….-
-¡Plaf¡- otra vez.
-Mmmmm… queee ricooo…-
-Ahhhh….-
-¡Plaf¡- otra vez.
La miré y Jeli tenía cerrados los ojos, concentrada en su placer. Entonces le pedí que me mirara:
-¡Abre los ojos!-
-Noo… puedooo- respondió, pero sin embargo abrió los ojos.
El profundo color azul de sus ojos me produjo una nueva oleada de placer y por un rato seguí cogiéndomela mirándola a los ojos. Pero ella no podía mantenerlos abierto, el placer no la dejaba. Finalmente no pudo más y los cerró de nuevo.
-¡Plaf¡- sonó de nuevo.
-Oooohhhh-
-Mmmmm….-
-Ya… estoooy… cercaaa… - le dije.
-Yooo… tam… bieeen…¿pueedeeesss espeeeraaar?-
-Siiii…-
-¡Plaf¡- nuevamente.
-Mmmmm…-
-Sssiiiiii….-
-¡Plaf¡-
-Mmmmm… queee ricooo…-
-Ahhhh….-
-¡Plaf¡-
-Ya no pue… doo… maas…-
-Ya… vaaa…-
Entonces una oleada de placer saltó del cerebro de Jeli al mío y no pude controlarme más. Ambos empezamos a temblar y a sacudirnos conforme nuestros orgasmos crecían y se alimentaban uno del otro.
Nunca había tenido un orgasmo tan fuerte. El cuerpo me temblaba cada vez que un chorro de semen salía expulsado de mi cuerpo y se derramaba dentro de Jeli, al tiempo que ella producía a su vez un montón de fluidos que salían de su vagina juntos con los míos al no haber espacio suficiente para toso eso.
-AAAAAAHHHHHH-
-OOOOOOHHHHH-
-MMMMMGGGGGRRRRR-
-SSSIIIIIIIIII-
Unos minutos después todavía estaba acostado sobre Jeli, ambos con la respiración acelerada. Entonces sentí que ella se ahogaba por mi peso.
-No… me dejas… respirar…- dijo.
-¡Oh, perdona!- pensé y comencé a quitarme de encima de ella.
-Oh no, no te quites- dijo verbalmente. Definitivamente era muy raro eso de comunicarnos simultáneamente mentalmente y por voz.
-¡Pero no te estoy dejando respirar!-
-Si, pero no importa… me gusta tanto… sentirte así…-
-Dentro de mi… tan adentro…- y terminó su frase dentro de mi cabeza.
-O, pero déjame ponerme así- le dije levantando un poco mi torso, apoyándome en los codos, para no hacer tanta presión sobre el suyo.
De pronto sentí un nuevo espasmo en sus piernas y su vientre y los músculos de su vagina apretaron mi güevo que empezaba a ablandarse. Otro poco de fluido salió de adentro de su vientre.
-¡Oh perdona!- pensó Jeli -Siento como si de repente me hiciera un poco pipí-
-No tienes que pedir perdón- le dije -Y no es pipí-
-¿No?-
-No. No huele a pipí. Son tus… eyaculaciones. Se llaman squirt en inglés-
-Oh… No sabía que yo…-
-Está bien. Yo tampoco había tenido un orgasmo tan fuerte en mi vida-
-¡Yo tampoco! Era muy loco sentir todo ese placer y al mismo tiempo sentir el tuyo dentro de mi cabeza… y ese… eso… dentro de mi vientre bombeándome…-
La descripción y el recuerdo de Jeli fueron tan vívidos que un nuevo espasmo recorrió su cuerpo. Cada vez eran más débiles, pero habían pasado varios minutos desde el inicio del orgasmo ¿cómo podía durarle tanto?
El caso fue que este último espasmo comprimió tanto su vagina que literalmente expulsó mi güevo, lo que causo que otro montón de fluidos salieran de su vagina.
-¡Oooohhhh. se está saliendo todo…!-
-No te preocupes voy a buscar una toalla- le dije levantándome a buscar algo para limpiarla.
Pronto regresé con dos toallas normales secas y dos toallas pequeñas húmedas con agua caliente. Jeli se había movido de lado a una zona seca de la cama y se había cubierto con la sábana.
Sentándome al lado ella traté de levantar la sábana pero ella me lo impidió con las manos por un momento sonrojándose, pero luego comprendió que acabábamos de hacer el amor y que no tenía chiste no dejarme verla desnuda.
-Esta bien- me dijo mentalmente, quitando las manos.
Despejando la sábana, pude apreciar sus bellas piernas que mantenía muy cerradas, probablemente para impedir la salida de más líquidos y también por modestia.
Yo empecé a limpiarla con la toalla húmeda y caliente, pero obviamente así como estaba no tenía acceso a donde se necesitaba.
-Abre las piernas, por favor, voy a limpiarte- le dije.
-Claro… claro-
Y sin embargo sentía como la abrumaba la pena mientras abría lentamente sus piernas lentamente. Tenía una vulva hermosa. No tenía los labios afeitados sino que los cubrían unos pocos vellos de color claro. Los labios mayores estaban bastante abiertos como correspondían a un estado de excitación elevado y a haber hecho el amor hacía poco. Dentro se veían los labios menores, muy rojos. Más arriba el clítoris estaba todavía expuesto y brillaba con la todavía abundante lubricación.
Entonces comencé a limpiarle los muslos, los labios mayores y arriba hasta el pubis. Luego bajé hacia las nalgas.
-Levanta el culito-
Ella obedientemente levantó las caderas y le limpié las nalgas introduciendo la toalla húmeda entre ellas hasta pasarla por su ano y el perineo .
-¡Hey no abuses!- protestó, aunque no se sentía de ninguna manera mal por la “intrusión” -No tienes que limpiarme por ahí-
-Jajaja. Está bien, pero así quedas más limpia-
-Mmmm-
Luego tomé la toalla seca y la sequé cuidadosamente.
-Listo- le dije recostándome a su lado.
Acostados uno al lado del otro, muy cerca, empezamos a conversar en voz queda.
-Me gustó mucho- le dije -El mejor orgasmo que haya tenido nunca-
-¿Mejor que con tus “amigas con derecho”- dijo Jeli sonriendo.
-Oh sí. Mucho mejor-
-Me alegra… a mí también me gustó mucho. También el mejor orgasmo de mi vida, aunque no tengo tanta experiencia como tú-
-Bueno, tampoco es que sea un Don Juan-
-Jajaja. Está bien, no pienso contar tu vida pasada- respondió Jeli.
Por un momento sólo me le quedé viendo, sonriendo. Entonces ella me preguntó:
-¿Media hora no?-
Yo no entendí, pero entonces ella me habló dentro de la cabeza:
-¿Tenemos que esperar media hora otra vez para que…?-
-¡Ahhh! Jajaja. Bueno, puede ser, pero quizás podríamos acelerar eso-
-¿Si? Mmmm… ¿Qué tendríamos que hacer?-
-Mmmm… ¿Qué tal si te quitamos esa franela?-
-Oh… no sé. Me da pena-
-¿Te da pena? Acabo de limpiarte por allá abajo con una toalla y te da pena que te vea las tetas?-
-Es que son muy chiquitas-
Yo las había sentido varias veces y estaba seguro que no eran chiquitas, pero sabía que las mujeres son muchas veces inseguras sobre su cuerpo.
-Oh no. No son chiquitas- le dije cambiando a comunicación oral.
-¿Cómo sabes? No me las has visto- respondió ella.
-No, pero las sentí antes cuando nos abrazábamos-
-¡Oh!, pero…-
-Déjame quitarte la franela…-
-No se…-
-Ven-
Entonces ella se levantó y le saqué la franela por la cabeza. Efectivamente sus tetas no eran muy grandes, copa B o algo así, pero eran perfectas. Unos hermosos pezones ligeramente levantados y de un hermoso color rosado lucían orgullosos en el centro.
-¡Ves!- le dije -Son perfectas-
-¡No, son muy pequeñas!- Insistió ella.
-Nada que ver- le dije y comencé a acariciárselas.
-Mmmm- gimió ella, para luego protestar de nuevo -Eso lo dices para no hacerme sentir mal.
-Tu puedes leer mi pensamiento- le dije mentalmente -Puedes sentir que estoy encantado-
Por un momento ella cerró los ojos “sintiendo” mis pensamientos yluego volvió a protestar, un poco menos convencida:
-Si, te gustan, pero ¿no querrías que fuesen más grandes?-
-Puede ser- le respondí mientras acercaba mis labios a la teta que tenía más cerca y metiéndome el pezón en los labios comencé a chupárselos.
-Oooohhh- gimió ella.
-Pero el que sean más grandes no quiere decir que me gusten más. Este tamaño es perfecto para tu cuerpo… ¡y estoy encantado!-
Como nos estábamos hablando mentalmente, podía seguir chupándole los pezones. Primero un lado y luego el otro, mientras que con las manos le acaricia el pecho que no estaba en ese momento en mi boca.
-Mmmm- siguió gimiendo Jeli, disfrutando de mis caricias.
A todas éstas, mi güevo ya se había recuperado y como estaba inclinado hacia Jeli acariciándola, su pierna derecha entró en contacto con él.
-¡Oh! ¿Ya pasó la media hora?- dijo Jeli en voz alta.
-No sé… ni importa… mmm…- le contesté mentalmente.
-Es que acabo de sentir que ya estás recuperado… mmm… déjame acariciarlo-
Entonces ella buscó con su mano mi güevo y empezó a acariciarme.
-Si… ¡Qué rico!- pensé al sentir su mano en mi güevo.
-Está tan duro… dijo ella -Me daba un poquito de miedo antes… pero ahora se… mmm… me encanta lo que me haces en las tetas… ahora se… que lo puedo tener todo adentro-
Y mientras seguíamos “hablando” mentalmente decidí comerme su coño.
-¿Qué haces? ¿Porqué no me sigues comiendo las tetas?- preguntó Jeli.
-Voy a comerte el coño- le dije.
-Oooohhh… no sé…-
Pero ignoré sus protestas y mientras seguía acariciando las dos tetas, una en cada mano, fui bajando mi boca a lo largo de su duro estómago. Luego me acomodé entre sus piernas, separándoselas para darme espacio. Ella aceptó reticente.
Entonces acerqué mi cara a su coño. Un intenso olor a sexo y excitación llegó a mi nariz, excitándome más a mí. Miré hacia arriba y la vi a ella con la cabeza levantada mirando lo que hacía. Por unos instantes nos miramos a los ojos.
-Estoy tan excitada… pero me da… pena… estar así tan abierta- sentí que me decía.
Yo le respondí mentalmente también:
-Déjate llevar y disfruta. Me encanta hacer esto… voy a comerte tan rico que vas a pensar que te moriste y fuiste al cielo-
-Mmmm-
Cuando puse mi boca sobre su clítoris y chupé, el placer fue tan grande que Jeli tuvo que cerrar los ojos.
-Aaaaahhh- gimió en vos alta, mientras que su mente también se llenaba de placer.
-AAAAHHHHHH-
Por los siguientes minutos me dediqué a comérmela a conciencia. Rotando entre las diferentes áreas de su concha. Unas veces metía mi lengua en su vagina, luego subía por lo lados de la vulva, lamiendo sus labios mayores o menores para luego, evitando el clítoris llegar al monte de venus y luego volver a bajar. Entonces, sin avisar, le chupaba el clítoris o lo acariciaba con la lengua. Otras veces bajaba hasta el ano, donde sentía que ella se debatía entre el placer y la angustia de que le estaba lamiendo esa zona tan privada. A todas éstas, me mantenía “informado” de cuanto le gustaba cada una de las caricias por los gemidos de su voz o de su mente:
-Aaaaahhh-
-Uuuhhhh-
-Siiiii…. ahiiiii…. sigue ahiiii…-
-Noooo… porqueee no seguiste…-
-Aaaaahhh-
Luego le introduje dos dedos en la vagina en búsqueda de su punto G, el cual encontré fácilmente en la parte anterior de la pared de la vagina.
-Siiii… ahi…. acaríciame ahi…-
-Aaaaahhh-
-Basta… basta…. para…- me dijo entonces Jeli de pronto, incorporándose.
-¿Qué pasa?- le pregunté.
-Nada… no quiero… acabar así… quiero… tenerte adentro otra vez-
Entonces me puso las manos en los hombros y con cariño me empujó para hacerme acostar boca arriba. Luego pasó una pierna por sobre mi cuerpo y quedó arrodillada, más o menos a mitad de mi cuerpo.
Luego me agarró el güevo con su mano derecha y apuntándolo hacia arriba se fue bajando hasta que la cabeza le tocó su entrada.
-Ooohhh, mmmm- gimió de placer
A continuación lo movió arriba y abajo de su vulva, acariciándose al tiempo que lo lubricaba con sus abundantes fluidos que salían profusamente de su vulva.
Mientras, ambos nos mirábamos directamente a los ojos, al tiempo que en nuestras mentes compartíamos el profundo placer que nos inundaba.
Finalmente se lo puso en la entrada de la vagina y comenzó a bajar.
-Aaahhhh… mmmm- gemimos los dos.
Poco antes de llegar al fondo, ella se detuvo y después de unos segundos volvió a subir, pero se equivocó y el güevo se le salió.
-Ooohh nooo…- protestó volviéndolo a agarrar con la mano y apuntándolo de nuevo, volvió a metérselo.
Otra vez se detuvo cuando había llegado a la mitad. Retrocedió con cuidado de que no se saliera de nuevo y volvió a bajar.
Otra vez…
Y otra vez…
Cada vez más adentro.
Finalmente sus nalgas llegaron a mi vientre y ella quedó sentada sobre mi cuerpo, el güevo profundamente encajado. Yo había cerrado los ojos sumergido en el placer que me abrumaba.
-Mírame- sentí que me decía ella.
-Mmmm- respondí abriendo lo ojos y mirándola.
Entonces ella empezó a cogerme, moviendo sus caderas primero de adelante hacia atrás y luego en redondo. Siempre viéndome a los ojos.
Cada vez que se movía hacia atrás, mi güevo se doblaba alrededor de su pubis y le acariciaba el clítoris. Cuando se movía hacia adelante, le acariciaba el punto G y cuando el movimiento era hacia los lado, simplemente le revolvía todo por dentro.
-AAahhh-
-Uuuuhhhhmmm-
-Siiiii…-
-Mmmmm-
-Grrr…-
Gemíamos los dos, tanto verbalmente como en la mente, donde además me hablaba:
-Oooohhh… estaaa… taan adentro…-
-Queee…. ricooo…. siiii…-
-Uuuhhhh… me sientooo taaaan… llenaaa…-
De vez en cuando cambiaba de nuevo a los movimientos originales, subiendo y bajando el cuerpo, pero cada vez se le estaba poniendo más difícil la cosa, mientras el placer subía y subía.
-Yaaa…. nooo… puedo… maaass- dijo.
-Siii… ooohhh-
Entonces ya Jeli no pudo más y explotó:
-AAAAAHHHHHHH- gritó mientras temblaba todo su cuerpo. Agitando su cabeza para todas partes.
Un chorro de líquido bajó de su vientre mojándome, pero no me importó. Yo sólo la sostenía mientras seguía temblando. La vagina me apretaba espasmódicamente.
Su mente era todo un torbellino de placer que no parecía terminar nunca:
-Aaaaaahhhh…-
-Siiiii…-
-Uuuuuhhhh…-
De pronto se dio cuenta de que yo no había acabado todavía y primero desdobló las piernas. Primero una y después la otra, para quedar acostada sobre mí. Parecía tener poco control de su cuerpo pues a cada momento tenía un nuevo estremecimiento, pero logró su cometido sin que se le saliera el güevo de adentro.
-Ahora… te… toca a ti…- me dijo -huuuhhhmmmm-
Entonces acostada plana sobre mí, empezó a subir y a bajar las caderas hábilmente, creo inclusive que tenía las piernas cerradas, lo que hacía que sintiera una mayor presión alrededor de mi güevo. Además, éste se doblaba contra su pubis y contra su clítoris presionando contra éste.
-Huuuhhhmmmm-
-Vamos…-
-Vamooosss-
-Vamooooosss-
-VAAAAAMOOOOSSS-
Decía Jeli cada vez que empujaba contra mí. Pero poco a poco fue perdiendo coordinación al tiempo que un nuevo orgasmo o la continuación del anterior se apoderaba de ella.
-Aaaahhhhh-
Pero yo también estaba muy cerca y al sentirla temblar de nuevo, también exploté y comencé a eyacular en su cuerpo.
Capítulo 6
Cuando el timbre del teléfono sonó, me pude finalmente despertar. Al ver la hora me asusté, ¡eran las 8 de la mañana!
Jeli no estaba en la cama y mientras respondía la llamada, traté de comunicarme con ella mentalmente sin obtener respuesta:
-Hola querida, buenos días ¿Dónde estás?-
Mientras en el auricular sonaba la voz de mi jefe:
-“Buenos días dormilón” ¡Finalmente me contestas! ¿Estas bien?”-
-“Un poco cansado”- le respondí -“Dormí mal”-
-“No te preocupes”- me dijo -“Vamos a empezar sin ti, te reúnes con nosotros cuando puedas”-
-“O si, no te preocupes. Nos vemos allí”-
-“Sala XVIII, no te olvides”-
No le respondí, pues estaba tratando de comunicarme con Jeli, que no respondía.
-Hola Jeli ¿Dónde estás?-
Me bañé rápidamente, mientras seguía llamando a Jeli sin respuesta. Finalmente salí del cuarto y mientras buscaba la sala de reuniones XVIII se me ocurrió pasar por la recepción del hotel:
-Buenos días. Quisiera saber si la Sra Jelena, de la habitación Nº 508 estará allí y me la puede comunicar-
-Un momento Sr- me respondió el encargado revisando.
Entonces se acercó de nuevo a mi diciéndome:
-Lo siento Sr, la Sra. Silva hizo check-out esta mañana temprano ¿Ud es el Sr Polinsky?-
-Si, soy yo- le respondí alarmado.
-La Sra. Silva le dejó este mensaje- me dijo el encargado entregándome un sobre.
Querido Alex. Anoche fue la noche más feliz de mi vida por mucho. No te imaginas lo feliz que me siento.
Por otra parte, no tuve corazón para decirte anoche que hoy mismo regresaba a España. Hasta me daba miedo de que me convencieras a quedarme. Si me lo pedías no hubiera podido negarme.
Y sin embargo debo regresar a arreglar mis cosas, tal como los conversamos.
No te preocupes por mi. Estoy bien y apenas solucione todo te buscaré.
Hasta pronto.
Postdata. Nada más de pensar en ti, siento como me tiemblan las piernas ¡Y no solo por lo que piensas!
Postdata2. ¡También por eso! Jajaja.
Fin
Julio 2020