Las llaves del juego (4 y Final)

Llegamos al final de este relato, cuando Carmen asesta el golpe definitivo en la relación con su esposo, introduciendo en el juego a una tercera persona, con final sorpresivo.

Las llaves del juego (4ª y Fin de la serie)

<< Se denomina BONDAGE al acto de atar, impedir el movimiento de alguien usando cuerdas, cadenas, pañuelos, etc. Puede ser físico o simbólico y puede realizarse de muchas formas. A menudo se confunde con el sadomasoquismo al tener cosas en común, les distingue el hecho de que mientras en el sado la inmovilización de la víctima es un medio que forma parte del maltrato, en el bondage es un fin en sí mismo. Suele tener un alto componente fetichista, se utilizan instrumentos como cadenas, cuero o máscaras. El bondage puro tiene un carácter artístico además de sexual. Aun hoy, en la actualidad, no tiene muy buena aceptación social esta práctica sexual del Bondage . >>

Breve resumen de la serie:

Carmen, casada y de 29 años disfruta tranquila en su sótano con una sesión de self-bondage, cuando algo falla y no puede liberarse a tiempo, entonces su marido que regresa a casa la descubre y a partir de ahí su relación con él cambia para disfrute de ambos...

Más adelante, siguiendo con sus juegos eróticos, Carmen y su marido consiguen un maravilloso orgasmo gracias a una puesta en escena espectacular, en la cual Carmen casi es observada humillante por unos muchachos en el exterior de su casa. Al final se liberaron ambos a tiempo; una vez más fueron salvados por… las llaves del juego.

Tras un regalo que le hace Rafa a su mujer, Carmen experimentará la sensación de bloquearse por sí misma en un cepo, a la vista de su esposo mediante el teléfono móvil, el cual si llegara tarde a liberarla, tendría que observar humillante como un repartidor de pizzas, penetra a su mujer totalmente expuesta e indefensa. Al final, será él mismo el que haga creer a su mujer que ha sido tal repartidor el que la disfrutó, pero ella lo descubre.

La Odisea de Rafa

Por muchas veces que queramos aprender de nuestros errores, al final acabamos tropezando siempre con la misma piedra, un hecho que nos recuerda lo vulnerable del espíritu humano…

Carmen  estuvo dándole vueltas al asunto varios días. Tenía que demostrarle a su orgullo, que ella, “profesional” del bondage, consagrada practicante de escenas de auto-ataduras y sumisa así como dominante según la ocasión lo requiriese, podía poner en práctica un plan de venganza sensual contra su marido, usando todo lo que había aprendido en estos últimos meses. No obstante, buscó y pidió consejos en internet, leyó relatos, entró en foros y webs, se puso al día con técnicas que hasta ahora desconocía. Cuando tenía tiempo, iba y venía, comprando cosas. Su marido no le daba importancia, ambos compartían el gusto por el bondage, y aunque Carmen estuviera pagando su pena como esclava a su marido, a él, solamente le importaba poder atarla de vez en cuando y follársela, siendo algunas veces que disponía de otros juegos para gozar al límite, ya que a él también le entró el mono por el selfbondage; por eso muchas veces dejaba a su esposa desnuda y expuesta en el cepo, para acto seguido encerrarse él en una jaula para perros, teniendo el culo de su mujer a medio metro, pero sin poder tocarlo, no hasta que el hielo derretido liberase la llave para salir de la jaula. Eso le excitaba tanto, que era abrir la jaula y correrse en el culo de su mujer, que no podía hacer otra cosa que aguantar la postura mientras duraba aquella fantasía cumplida.

El día adecuado llegó, como llegaban las primeras nieblas del Otoño, silenciosas y embriagadoras, sin dejar ver lo que se ocultaba en su interior. Era el cumpleaños de Carmen, y a ella solamente le faltaba un detalle…antes de todo, tenía que liberarse de sus prejuicios.

Rafa se encontraba delante del ordenador, justo como Carmen quería.

-Cariño, creo que voy a comprarte un juego nuevo de brazaletes y collares, al fin y al cabo es tu cumpleaños ¿Te gustan, hago el pedido?- En ese momento Carmen cogió el ratón y pinchó sobre un icono dentro de una carpeta, saltó la reproducción de un vídeo harto conocido por ella.-Emm, yo…no sé qué decir ¿Cuándo lo descubriste, amor?-  Carmen le besó en la mejilla a su marido y le dijo:

-No pasa nada, aquel día me lo pasé genial en el fondo, aunque me tendrás que compensar estos meses por ser tu esclava, además creo que me lo debes, es mi cumpleaños.

-Claro cielo-Asintió dulcemente él.

-Y por cierto -se apresuró ella- no hagas planes para esta tarde-noche –Rafa se quedó sin respiración por unos instantes, ya sabía de sobra lo placeres y gustos de su mujer, y un poco de excitación creció en sus pantalones…

Para cuando Rafa quiso darse cuenta, ya estaba fijado en el cepo, con su cuerpo desnudo y su polla izada a punto de reventar, mientras Carmen traía y abría unas cajas guardadas en el sótano del inmueble. De una de ellas sacó lo que parecía una extraña balanza con una barra muy larga en el centro, de otra caja lo que parecían dos enormes platos. Los colocó en la balanza. Después subió una palancana, del mismo diámetro que los platos de la balanza y unas pesas metálicas. Llenó la palancana con agua y dispuso ésta encima de un plato de la balanza, colocando al mismo tiempo las pesas metálicas en el otro plano, quedando la balanza desnivelada a favor de la palancana de agua. Luego abrió otra caja y sacó unas cuerdas y una especie de mecanismo metálico para pasar las cuerdas. Enganchó un extremo de la cuerda al seguro del cepo, estiró la cuerda y la enganchó al extraño mecanismo y ató el otro cabo a una argolla que salía del plato de la balanza donde estaba la palancana con el agua, acto seguido, dirigió una sonrisa a su marido y le besó en los labios, un beso intenso, cálido y baboso, metiéndole la lengua hasta el mismo fondo, haciendo estremecer el cuerpo de Rafa y manteniéndole bien enhiesta su polla.

Carmen se fue un momento de la estancia y volvió con unas esposas. Puesto que la cama la tenían enfrente mismo del cepo, no le supuso dificultad dejarlas enganchadas en los barrotes de la cabecera de la cama, bajo la atenta mirada de su excitado esposo, el cual todavía ignoraba la secuencia que seguiría. Después de esto, Carmen se fue a la puerta de la casa, la abrió, salió un momento, volvió a entrar y cerró la puerta.

-Bueno cariño, como habrás observado –le iba diciendo mientras se despojaba de toda ropa- estás bloqueado en ese cepo, y yo voy ahora a bloquearme en la cama mediante las esposas, he dejado las llaves en el felpudo, de tal modo que solamente si te liberas tú, podré liberarme yo. Además me ataré los tobillos a los pies de la cama –le decía mientras, ya desnuda, sacaba unas cuerdas del cajón de la mesita de noche- la única forma que tendrás para liberarte será si consigues beberte todo el contenido de esa palancana, porque así la balanza se inclinará tensando esa cuerda que engancha el seguro del cepo, haciendo que este salta para afuera, liberándote a ti de él. Es un mecanismo muy simple, peo requiere de una llave que no existe, bueno sí, de tu capacidad para beber- le dijo mientras no paraba de soltar unas carcajadas, con esto último- Pero no quiero ponértelo tan fácil –ahora su marido la miró con preocupación, mientras ella le tapaba la boca con cinta aislante y mediante un pequeño corte en la misma, le introducía un tubo de plástico cuyo extremo todavía quedaba en el aire, aunque obviamente iba a ser introducido en la palancana- el líquido que vas a tener que beber, no solamente llevará agua, no, no, cariño- en ese momento, se aproximó a la palancana, se situó encima de ella e inclinándose un poco, comenzó a derramar su amarillenta y caliente orina; Rafa no paraba de mirar como su esposa meaba en el agua que tendría que beberse, y lo peor es que parecía no tener fin, su orina era abundante- Como ves cariño, ahí tienes la razón de estar todo el día bebiendo café, jajaja -burlona y con cara de satisfacción- En la palancana hay como unos 3 litros de agua fresca, mezclada con un “poco” de mi calentito pipí, buen provecho –entonces se fue hacia el otro extremo del tubo y lo introdujo en la palancana –Tendrás que absorber fuerte la primera vez, luego ya va sólo.

Carmen se ató los tobillos a la cama y se colocó una esposa, la de la mano izquierda, dejando así su mano enganchada al barrote de la cabecera de la cama. La otra mano la dejó libre, para poder dedicarla a otros menesteres. Mientras esto ocurría, su marido todavía mantenía el espíritu frío, y no había absorbido nada, aunque eso iba a cambiar con un simple gesto de su querida esposa, la cual con la mano libre, alcanzó a coger el móvil de la mesita, y llamar a un número, mientras Rafa solamente podía seguirla con la mirada y atento con el oído.

-Sí, hola, ya está todo dispuesto, pásate cuanto antes, tienes 15 minutos, según lo acordado- En ese momento, Rafa palideció, sin poder reaccionar, le pasaron mil imágenes por su cabeza –Bueno cariño, ya te dije que no te lo iba a poner fácil, acabo de llamar a una persona, que en 15 minutos vendrá. Le dije que si me encontraba atada todavía a la cama, podría disponer de mi cuerpo como se le antojase- tocándose el coño, mientras le dirigía una mirada a su impotente marido desde la cama –Así que ya sabes, tiene menos de 15 minutos para liberarte y liberarme, en el felpudo no solamente dejé las llaves de las esposas, sino también las de la puerta de casa, y esa persona ya sabe dónde encontrar ambas.

Le faltó tiempo a Rafa para forcejear en el cepo, pero era imposible, y mientras abajo, su mujer comenzaba a levantar el culo del colchón, frotándose con la mano suelta la zona de Venus, acariciando y masajeando su mojado coño, introduciéndose varios dedos…estaba muy caliente. Él sabía que esta vez no iba a tener tanta suerte, absorbió tímidamente unas primeras gotas de líquido, y el ácido sabor le hizo recordar cómo pudo llegar a tiempo la última vez que casi se follan a su mujer, recordó cómo frenó ante el policía en la vía, y cómo enseguida dio un volantazo para girar por otra calle y perderlo de vista, atajando por callejuelas infestadas de tienduchas, esquivando transeúntes y vendedores de todo tipo y condición, tras otro sorbo, esta vez más intenso, sus pensamientos  fueron para recordar la calentura y excitación que sufrió mientras ya desesperado por creerse perdedor, subía las escaleras del parque, ignorando los formales saludos de sus vecinos del barrio, que lo miraban como a un bicho raro, sorprendidos por su enajenada marcha. Alocadamente y dirigiéndose a la puerta de casa, con el pulso a punto de hacerle reventar el fatigado corazón, introduciendo la mano en los bolsillos, buscando desesperado la llave de casa, sin tiempo para ver si había otra o no debajo del felpudo, solamente quería entrar, quedándose helado al recordar que las prisas le hicieron dejar las llaves del coche puestas y con estas las de casa, inclinándose ahora sí a por la llave del felpudo, suplicando que allí siguiera todavía…otro sorbo más de la orina acuosa de su mujer y el feliz recuerdo de lo que sucedió después, corriéndose sobre su vulnerable e indefensa mujer. Rafa absorbía  lentamente, presa del miedo, la excitación y el asco a aquel líquido infecto. No sabía el tiempo que le quedaba, pero a su ritmo, la báscula bajaba demasiado despacio, y necesitaba acelerar la marcha, que interrumpía de vez en cuando su excitadísima mujer cada vez que alcanzaba un orgasmo allí atada en la cama.

-Cariñoooo, sabes que te quiero mucho, pero vas a tener que beber deprisa, porque yo estoy demasiado caliente y demasiado bloqueada como para evitar lo que podría venir.

-Mmmmm – Su marido no podía pronunciar palabras, y a cada vez que quería decir algo, tosía, haciendo verter babas y mezcla de orina con agua directamente a la palancana, invirtiendo en su contra la posición de la balanza.

-No te esfuerces, céntrate en beber, ya queda menos, vamos, tú puedes ¿o es que no me quieres bastante?

Él no sabía si lo decía en serio o estaba provocándole, para poder alcanzar más fácilmente un orgasmo tras otro allí atada en la cama.

Estaba cerca de tensar la cuerda al máximo, y de agotar los más de 3 litros de líquido, cuando un sonido característico se dejó escuchar en el dintel de la puerta.

-Cielo, creo que ya ha llegado, ¿todavía no has bebido todo?

-Mmmmm, ggggmmmggg…

El sonido del cerrojo de la puerta dio paso al sonido de unos perturbadores pasos, cadenciosos, casi inaudibles. Rafa no podía soportar aquello y absorbió violentamente otro trago, el que creía definitivo para ser liberado, pero presa de la angustia y el pánico, el forcejeo de su cabeza hizo que el extremo del tubo se saliese de la palancana; su mujer que se había dado cuenta del fallo, solamente pudo abrir la boca y exclamar un “Noooooo” enorme; para cuando Rafa se dio cuenta de lo que había provocado, unas figura desconocida se adentraba en la penumbra de la estancia…

Final

Aquel cuerpo, embutido en negro látex, no dejaba ver mucho del aspecto real del individuo. Rafa seguía forcejeando ya sin esperanza en aquel cepo que él mismo había regalado a su esposa. Carmen indefensa en la cama, acababa de tener un último y mojado orgasmo, respirando entrecortadamente, pero todavía manteniendo la excitación inicial, puesto que su calentura aquella noche, muy preparada, la mantenía dispuesta a todo.

El negro látex del intruso se fundió con las sombras de la mirada de Rafa, sostenida en él. La figura, alta y enérgica, sin decir una palabra, se acercó, dando la espalda a Rafa, que no podía hacer ya nada, para al menos presenciar como miraba a su mujer, totalmente desnuda, atada y empapada de sus propios jugos orgásmicos. Con aire de presunción, separó más las ya de por sí abiertas piernas de su mujer, agachándose a la vez que se descubría la máscara, mostrando a Rafa, que lo veía por la espalda, un corte de pelo cortísimo, y muy rubio, plateado casi. Supuso que comenzaba a lamerle el coño a su mujer, porque ella comenzaba a agitarse y a gemir como una perra en celo. Entonces se detuvo, apartándose para dejar ver a su mujer, la cual, con cara radiante, algo que enrabiaba a Rafa, le dijo triunfante:

-He tenido que sufrir mucho para llegar a esto, cariño. He tenido que descubrir mi lado oscuro y probar nuevas formas de placer. Pero ahora, he sido recompensada. Aunque hay una sorpresa que me reservo para el final, antes quiero presentarte a Olga.

Rafa simplemente se quedó helado, ¿Olga? ¿Una mujer? ¿Acaso no era posible?, solamente le había visto el pelo, y era corto, bien podría ser el de una bollera.

-Sí cariño, no te pongo los cuernos con un hombre, eso sé que no sería de tu agrado, por eso he decidido hacer amistad con Olga, a la que le van los hombres y las mujeres. Es increíble la de personas que conoce una por el chat.

Olga se despojó del traje de látex y se mostró ante Rafa. Era increíblemente bella. Pelo corto, sí, platino, pero su figura bien recortada y sus abultados pechos, resaltaban su feminidad. Se había depilado la raja, mostrando apenas unos pocos pelos púbicos en forma de cuerda vertical, sobre el coño, que mostraba síntomas de excitación. Ella agarró con su mano diestra el rostro de Rafa y le dijo:

-Hola cielo, veo que tienes una mujer guapísima, y que tiene ganas de follar…claro que…posiblemente hoy no cene rabo, jajaja. Me parece que le voy a comer el coño hasta que se corra la muy cerda en mi boca, después haré yo lo mismo en la suya y tú tendrás que verlo todo desde ahí –Su voz se mostraba cruel con Rafa, en cambio Carmen parecía aprobar todo lo que decía ella –Pero te voy a dar una última oportunidad, me caes bien, jajaja –Olga se dirigió a la palancana y agachando un poco su cuerpo, orinó también en ella, rellenando con su orina humeante de vapor la misma. Después cogió una botella de agua mineral y la vertió entera también, un litro y medio más. Precintó el tubo de plástico que antes había escapado de la palancana a la misma, asegurando esta vez que no volviera a suceder lo mismo y de pie frente a Rafa le dijo lo siguiente:

-Bueno, Ahora tengo que follarme a tu mujercita, si bebes todo lo que tienes ahí, dejaremos que te unas a nosotras, buena suerte – y le lanzó un besó con la palma de las manos…

Cuando Olga comenzó a comerle el coño a Carmen, Rafa ya tenía media palancana vaciada en su estómago, pero no podía más, antes había bebido mucho y le entraron ganas de orinar y puesto que su polla permanecía todavía erecta, el pis alcanzó directamente a Olga por la espalda, la cual se levantó de golpe, dejando a Carmen entre suspiros…

-Cerdo, ¿se puede saber qué haces? –agarró la polla de Rafa, que seguía derramando pis a raudales, mientras con la otra mano cogía la ya vacía botella de agua, haciendo dirigir el chorro directamente a ésta.-Así, jajaja, todo lo que mees, servirá para rellenar la palancana, vas a tener que beberte tu propio meado.

Rafa no podía detener el pis, para cuando acabó, Olga había conseguido llenar dos quintas partes de la botella con su propia orina, la cual vertió directamente sobre la palancana. Rafa probó a absorber una vez más, desesperanzado, pero esta vez el asco le hizo desistir, y dándose por vencido tuvo que escuchar y ver cómo su mujer tenía un orgasmo en la boca de Olga, y ésta después en la de su mujer. Al rato, su polla se quedó fláccida, y como un colgajo frente a esas dos maravillosas hembras, provocó la risa no solamente de Olga, sino también de la de su mujer, la cual ya liberada por Olga, justo para poder ponerse a cuatro patas frente al marido y ser perforada por un dildo de enormes proporciones que Olga se ajustó en un arnés, le dijo entre jadeos:

-Vamos a tener, ahhh, que hacer algo con esa pollita, ahhh, siii, asíii, sigue…Olga, ya puedes traer mi regalo.

En ese momento Olga dejó de perforar el culito de Carmen, se levantó de la cama, y se fue hacia un bolso, que había dejado al entrar, aunque Rafa no podía ver de ningún modo, estando como estaba. Al momento le entregó algo a Carmen y siguió penetrándola desde atrás. Ella mientras era penetrada, le mostró un juguetito a su marido:

-Mira cariño, Olga y yo, hemos pensado que puesto que no eres capaz de liberarte, y dejas que otra mujer se folle a la tuya, ahhh –seguía jadeando ante los impulsos de Olga desde atrás –será mejor que ponga a buen recaudo tu cosita, total, para no poder usarla…- y dicho esto, le mostró lo que parecía un cinturón de castidad, transparente. Rafa palideció una vez más. –Vamos cariño, aún podrías liberarte –sonriéndole burlonamente mientras le colocaba un anillo alrededor de los huevos y le aprisionaba la fláccida polla en aquel aparato –mira, este es el candado –mostrándole un pequeño cerrojo con contraseña numérica- pero si puedes liberarte a tiempo, no lo cerraré- seguía entre jadeos- Tuya es la decisión, te daré un poco de tiempo, luego lo cerraré, y que sepas que la contraseña es de 6 digitos, y solamente 3 de ellos son sabidos por mí, los otros 3 los sabe Olga.

Rafa casi derrumbado por lo que se le venía encima, absorbió forzadamente, una vez y otra, mientras su esposa mantenía los dedos a punto de cerrar el candado en el cinturón de castidad, cuando ya casi iba a poder liberarse del cepo, apenas unos pocos sorbos quedaban, Olga embistió como nunca, esta vez directamente dentro del coño de Carmen, que alcanzando el orgasmo provocó un involuntario gesto con los dedos, al tiempo que Rafa conseguía liberarse de su cepo, pero helándosele la sangre al escuchar un “click” cerca de su encerrada polla. Carmen inocentemente había provocado la castidad de su marido y él aunque ya liberado del cepo, se quedó de rodillas delante de la cama y frente a la cara de su mujer, que rebosaba felicidad, a la vez que Olga se levantaba rápidamente de la cama, y ponía tierra por medio, sin dar tiempo a Rafa para reaccionar, viendo como ésta se alejaba presurosa, recogiendo su traje de látex y desapareciendo bajo el dintel de la puerta de entrada…

Los días que siguieron, descubrieron a un Rafa dispuesto a complacer los placeres de su mujer, que había acordado que él se mantuviera sin posibilidad de correrse alguna, gracias al cinturón de castidad, tanto tiempo como el que ella había pasado de esclava bajo la dominación de su marido. Mientras tanto, ella debería tener encuentros con Olga, porque ese era el otro trato que mantuvo con esta, o no le daría los 3 números necesarios para abrir el candado. Obviamente Rafa sabía que podría cortar aquél cinturón de metacrilato o forzar la cerradura, pero la venganza que su mujer le preparó le excitó tanto, que él mismo sugirió la idea de prolongar su castidad si se oponía a los deseos sexuales de su mujer, que como buena amante del self-bondage, no pudo negarse…y es que las llaves del juego siempre estuvieron en ellos mismos y en el amor que se tenían.

EPÍLOGO

Un día llegó el final de la pena impuesta por Carmen, él la besó en los pies, subió por la pierna, alcanzó la vulva, ascendió hasta el ombligo, rodeó los pezones, prolongó la lengua hasta el cuello, y besó ardientemente sus labios, para acariciar su melena con las manos, recorriendo los surcos y ondulaciones que producía la misma. Olga se tocaba observando la escena, y mojando sus dedos en los labios, se los introdujo cálidamente en su coño abierto, ante la mirada del matrimonio, que arrodillándose ante ella, comenzaron a lamerle los pies, luego las piernas, y deteniéndose en su jugoso coño, no tan depilado en ese momento. Olga desde arriba, agarró la cara de Carmen y la besó, después la de Rafa y la besó…Olga se levantó, se puso la ropa y se despidió, dejando a Rafa y a Carmen en una jaula para perritos, separados el uno del otro, sin poder tocarse, aunque acercando sus caras como queriendo hacerlo. Olga les había dejado las llaves en un bloque de hielo sobre la misma; ellos tuvieron que esperar que el calor de sus fogosos cuerpos y el ambiente, provocasen el derretimiento, para una vez más ser liberados, por las llaves del juego.

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