Las llamas del Fénix
Una historia de amor y dolor
Las llamas del Fénix
Me llamo Marc, fui adiestrado desde pequeño para poder sobrevivir a todo, nací en una isla donde solo había mercenarios. Estos hacían toda clase de trabajos por dinero, mi padre era uno de ellos. Si me preguntáis si me quiso alguna vez, mi respuesta seria que no. Más bien lo que quería era los beneficios que le generaba.
Un buen día apareció un hombre, para entonces yo contaba con veinte años y un adiestramiento desde muy pequeño, aquel hombre no tuvo hijos y quería que yo me hiciera pasar por el suyo. Mi trabajo sería el de protegerlo, tenía una de las empresas más solventes del mercado y habían ideado un chip que revolucionaria el mundo de la informática.
Mi padre me vendió cuál ganado, por una suma monstruosa de dinero. Si pensáis que me sentí triste o decepcionado, mi respuesta es que no. La verdad que aquel hombre me demostró más en esa corta conversación, que mi verdadero padre en toda su vida. Desde ese mismo día, me cercione que a ese buen hombre no le ocurriría nada. Porque aunque era un hombre podrido de dinero, bestia de lo más normal. Sus gustos eran de lo más normales, gastaba lo justo y necesario y tenía un utilitario de lo más normal.
Un día se le pregunte.
• Padre, ¿por qué tienes este coche, pudiendo tener el que quisieras?
• Porque era el coche de mí difunda esposa.
Esa respuesta me gusto, aquel hombre era feliz conduciendo ese coche, ese coche que le recordaba tiempos mejores y seguro que más felices. La verdad que era una persona muy respetada, pensé que nadie querría atentar contra un hombre que proporcionaba software gratuito a las personas que no podían permitírselo. Como él decía yo termine siendo rico porque alguien una vez me proporciono los medios y la ayuda.
Podía protegerlo de todo menos de algo que apareció de forma improvista, el amor. Una noche me cito en un restaurante y cuando llegue, mi padre estaba sentado en la mesa con una mujer de mediana edad, pero más joven que él. Era una mujer sumamente hermosa y que los años habían mejorado su belleza.
A su lado estaba sentado un hombre, este era más o menos de mi edad. Según me dijo mi padre era el hijo de aquella mujer que se llamaba Bárbara, que despiste el mío. Mi padre se llamaba Jesús, el nombre del otro chico era Roberto. Me cayó mal desde el primer momento, mi vena belicosa estaba hinchada y palpitando. Si esa noche salió con la cabeza pegada al cuerpo fue por la mirada de mi padre, con ella me pedía paciencia. Aquel hombre fue el único que me demostró cariño en mi vida, así que me tranquilice y procure pasar de aquel personaje durante el resto de la noche.
Veía feliz a mi padre y para mí eso era suficiente, por el era capaz de tragarme cristales. Si me preguntáis mi opinión, esa mujer no me dio buena espina. Venían a por el dinero de mi padre, él era un hombre inteligente y cauto y si no, yo intervendría y asunto arreglado. Esa noche no dormí nada bien, no podía dejar de estar preocupado. Me levante con los primeros rayos del sol y me dirigí a mi cafetería preferida a tomarme un café bien cargado. Estaba tan metido en mis asuntos que cuando escuche que el café estaba listo, hice el gesto de cogerlo. Mi mano hizo contacto con otra mano, cuando levante la cabeza y nuestras miradas se cruzaron, pude ver la sonrisa más hermosa que jamás había visto. Esa sonrisa iluminaría el día más oscuro, me disculpe pues el café era el de ella, el mío todavía no lo habían preparado.
• Una mala noche – me dijo la desconocida.
• Si algo parecido – conteste yo.
Volvió a sonreírme y cogiendo su café salió de la cafetería mirándome con esa bonita sonrisa en el rostro, entonces me dijo.
• Por cierto mi nombre es Sara y ¿el tuyo?
• Mi nombre es Marc.
• Encantada Marc.
Me quede bloqueado, empecé a sentir cosas que jamás había sentido. Entre otras el no poder parar de sonreír como un bobalicón durante todo el día, tanto fue así que mi padre me pregunto si estaba bien.
• ¿Estás bien hijo?
• Si padre, es que he conocido a una persona muy interesante.
• ¿Me puedes decir el nombre de esa persona?
• Se llama Sara.
Mi padre me sonrió, yo no entendía a que venía esa sonrisa y se lo pregunte.
• ¿A qué viene esa sonrisa padre?
• Que te has enamorado hasta las trancas hijo – mientras se reía a mandíbula partida.
• Yo no estoy enamorado – le conteste un poco picado.
Pero en honor a la verdad, no pude evitar ir a la cafetería el día siguiente, allí se encontraba Sara. Empezamos a hablar y me dijo que era vulcanóloga y era profesora en la universidad de la ciudad, cuando me pregunto a qué me dedicaba yo, le dije que trabajaba con mi padre.
Así fueron pasando las semanas, Sara era divertida, muy inteligente y tenía conversaciones muy interesantes. Tanto que me empezó a llamar la atención la vulcanología, yo tenía una maldición. Tenía hipertimesia y era capaz de recordarlo todo hasta la más mínima coma, cuando hablo de maldición es porque no se me olvida nada. Todavía tengo fresco cuál fue el rito de iniciación al que me obligo a participar mi verdadero padre.
Tengo los ojos de aquella pobre persona grabados en mi mente para siempre, ese hecho me perseguirá por siempre. También tenía su lado bueno, le dije a Sara que quería estudiar vulcanología. Ella muy seria me dijo que si estaba seguro, mi respuesta fue afirmativa.
Sara desde ese día se convirtió en mi tutora y se maravilló de la facilidad que tenía en aprender todo, sacaba las mejores notas. Durante ese año tuvimos acercamientos, pero no paso de una tensión sexual que cada vez iba en aumento. Cuando le conté a mi padre que me había apuntado a estudiar vulcanología él me dijo.
• Sí que estás enamorado, sí.
• La verdad es que si, pero tengo miedo.
• ¿Tu miedo?, hasta ahora no había conocido nada que te asustara, empecé a pensar que no eras humano.
• Tengo miedo que ella no sienta lo mismo que yo.
• Bueno, pregúntaselo, tú haz caso a este carcamal, tal vez su respuesta te sorprenda.
Los exámenes finales eran en una semana, después invitaría a Sara a una cena y me declararía, aprobé los exámenes sin problemas. Me arme de valor y toque la puerta del despacho de Sara, ella me hizo pasar. Me felicito por mis notas y me vio muy nervioso, entonces me pregunto.
• ¿Qué ocurre Marc?
• Me gustaría invitarte a cenar para celebrarlo – dije mientras tartamudeaba.
• Me encantaría – dijo Sara.
La cena fue un éxito, en el momento de declararle mis sentimientos. Nunca me he sentido tan desprotegido, pero al ver sus lágrimas y escuchar el sí que salió de sus labios me hicieron el hombre más feliz del mundo. Esa noche fuimos a un local a bailar y después me llevo a su apartamento, si vestida esa mujer era una mujer de bandera, desnuda era una mujer de bandera y banda de música.
Mediría un metro setenta aproximadamente, pelo castaño rizado hasta la mitad de la espalda, ojos de color miel, unos pechos ni grandes ni pequeños pero muy bonitos. Lo que más destacaba en ella era un potente culo y unas piernas que parecían que habían sido cinceladas por el mismo Miguel Ángel.
Yo tenía el pelo rubio corto, ojos azules, cuerpo fibrado por el adiestramiento y una buena colección de cicatrices. Eso asusto a Sara, le conté en lo que trabajaba antes de conocer a mi padre y el trabajo que hacía para él. Me asusto contárselo, pensaba que saldría corriendo. En esa etapa de mi vida me consideraba un monstruo, ella no solo no se fue, prometió que cuidaría de mí para siempre.
Esa noche por primera vez hice el amor en mi vida, había follado con mujeres, pero jamás sentí lo que el cuerpo de Sara me estaba haciendo sentir. Cada vez que mi polla entraba en su coñito tocaba el cielo con los dedos, ver la felicidad reflejada en sus ojos era increíble. Nuestras manos se entrelazaron, nuestros jadeos se acompasaron y al final conseguimos llegar al orgasmo a la vez, un orgasmo que hizo que llorara de felicidad por primera vez en mi vida.
Los meses fueron pasando y yo seguía con mis clases nocturnas, había hablado con mi padre y una vez hubiera terminado la carrera tenía intención de irme con Sara a investigar volcanes. Se lo dije con cierta preocupación, pues sentía que lo estaba dejando colgado. Mi labor era protegerlo y si me iba estaría incumpliendo con la palabra dada, mi padre lleno dos vasos con su mejor whisky y me dijo.
• Yo estaré bien hijo, ahora es hora de que busques tu futuro.
• ¡Pero padre!
• Pero nada, ¿recuerdas lo que te dijo tu adiestrador?
• Si, que mi único talento era matar, que esa era mi maldición.
• Bueno, pues ya estás demostrando que no es así.
Llevaba saliendo con Sara un año y decidí presentársela a mi familia, mi padre estaba encantado con Sara, pero en Bárbara y en Roberto percibí cosas distintas. En Bárbara percibí que se sentía amenazada porque una mujer hermosa y más joven estaba pisando lo que ella creía su territorio. En Roberto vi un interés malintencionado hacia Sara que no me gusto.
En un momento de la noche salí hacia la piscina y entonces vi que Roberto me siguió.
• ¿Dónde tenías escondido este monumento hermanito?
• ¡Roberto tengamos la fiesta en paz!
• ¿Sabes Marc?, yo siempre consigo lo que quiero.
• ¡Si eres listo te mantendrás alejado de ella!
• Te he investigado, sé dé lo que eres capaz, ¿me estás amenazando?
• No necesito amenazarte, Sara sabe cuidarse muy bien solita.
Lo que Roberto no sabía es que la estuve enseñando defensa personal, a cambio de que ella me enseñara vulcanología. La cosa de momento quedo allí, pero sabía que Roberto no cejaría hasta conseguir a Sara. No porque le gustara, sino para dejarme claro a mí que él era el puto amo. Yo confiaba plenamente en Sara, pero reconozco que me costaba no arrancarle la cabeza al atolondrado de mi hermanastro.
Sara tenía una hermana que trabajaba en el extranjero, su nombre era Laura. Se veían poco, pero cuando se veían eran la felicidad hecho cuerpo humano. A mí me cayó muy bien, vino a decirle a su hermana que su novio le había propuesto matrimonio, yo tenía una comida con mi padre y se me ocurrió invitarlas a comer con nosotros.
Laura al principio estaba cortada, pero enseguida cogió confianza con mi padre. Entonces este dijo que porque no hacíamos la fiesta de compromiso en casa, era una casa grande con un gran terreno y si terciaba había piscina para el que quisiera bañarse. A Laura le pareció una buena idea, los padres de su novio vivían en una ciudad cercana a la nuestra. De esa manera no tendrían que viajar hasta Italia donde trabajaba de médico igual que su prometido.
Una de las noches fui a la empresa para hablar con mi padre, según me dijo el segurata este hacía muy poquito que había salido. Error mío por no haberle llamado, tenía que fotocopiar unos apuntes, así que, ya que estaba allí aprovecharía. Las impresoras de mi padre eran las más modernas y eran muy rápidas, subí por las escaleras. No me gustaban los ascensores, cuando estaba pasando por el despacho de Bárbara, escuche ruidos. Al acercarme escuche lo que claramente era a dos personas follando.
La puerta estaba entreabierta, estaba oscuro, pero se apreciaba bien la parte de adentro. Dentro estaban Bárbara y Roberto follando, No podía creer lo que veían mis ojos. Eso no fue lo peor, lo peor fue todo lo que escuche entre jadeo y jadeo. Bárbara y Roberto no eran madre e hijo, sino dos estafadores que pretendían quedarse con toda la fortuna de mi padre. De una patada abrí del todo la puerta, después encendí la luz. Bárbara se tapó como pudo, Roberto sé mal entono. Se acercó a mí con intenciones de amenazarme.
Para cuando se dio cuenta ya lo tenía en el suelo, la suela de mi zapato estaba apretando su cuello, mientras este hacía ruidos. Mire a Bárbara y le dije que si apreciaban sus vidas desaparecerían de la vida de su padre, esta se vistió deprisa y salieron los dos corriendo. Yo llame a mi padre y le invite a cenar, darle la noticia no fue nada agradable. Menos fue enterarme de que él ya lo sabía, pero como estaba tan enamorado de esa mujer estaba dispuesto a pasarlo por alto.
• ¡Padre querían estafarte!
• Por eso no tienes que preocuparte hijo, todo mi patrimonio y empresas están muy bien blindadas y las blinde más al enterarme de lo de estos dos.
• ¡No te entiendo padre!
• Lo sé hijo, no me entiendo ni yo mismo.
Al final tuvimos una cena agradable, mi padre decidió denunciar a Bárbara y Roberto. Temía que si no movía ficha, lo haría yo y eso sí que le aterraba de verdad. Las semanas fueron pasando y llego el día de la fiesta de compromiso de la hermana de Sara, la policía no había conseguido encontrar a ninguno de los dos y eso me inquietaba.
Laura me presento a Pedro su prometido, era un cirujano famoso, pero al trato era humilde y se veía que disfrutaba con su trabajo, nuestros padres congeniaron bien, mi padre sirvió al padre de Sara un buen whisky y se fueron a hablar de negocios, yo me quede con Pedro, Laura y la madre de las hermanas. Estábamos hablando y pasándonoslo bien cuando sonó el timbre, abrió Sara. Era un cartero que traía un paquete para la parejita feliz.
Cuando la abrieron había un DVD dentro, se pensaron que seria de alguno de sus amigos, que les habrían hecho un video con fotos de ellos o algo. El DVD un video sí que traía, pero no de fotos de la pareja. En él se veía a Laura a cuatro patas mientras Roberto se la follaba desde atrás. Pedro estaba rojo de ira, reconoció el sitio. Era una pequeña sala de espera que estaba en el sótano que antiguamente usaban los de mantenimiento, pero que ahora estaba en desuso.
Laura se tapaba la cara con las manos, Pedro se sentó en el sofá totalmente desolado. Entonces Sara miro a su hermana y le soltó un tortazo con todas sus fuerzas, por suerte Laura cayó sobre el sofá, si no se habría abierto la cabeza. El DVD traía otro video dirigido a mí.
“Hola, hermanito, que os ha parecido mi regalo, tu novia se me resistió, pero cuando me entere de que tenía una hermana. Me las arregle para enterarme en donde trabajaba y simule una lesión para el primer contacto, tengo que decir que le costó caer. Se nota que estaba enamorada del cornudo, pero una vez probo mis mieles no pudo decir que no. Este es un adelanto, tengo más videos de estos y también tengo que decir que Laura pretendió regalarle el culo al cornudo en la noche de bodas. Pues ese culo está más usado que una parada de metro. Marc nos jodiste el plan y ahora yo he jodido a tu cuñada y con eso a toda la familia jajajajajaja”
El video terminaba allí, Sara estaba muy cabreada y me pidió las llaves del coche. El suyo como siempre estaba sin gasolina, siempre se le olvidaba llenar el depósito. A diferencia de mí, a ella conducir le calmaba y le permitía pensar y tomar decisiones fríamente. Habían pasado tres horas desde que Sara salió de casa, me empecé a preocupar y llame a la policía, estos la estuvieron buscando toda la noche. Yo tenía un mal presentimiento, y esos presentimientos se hicieron realidad a las ocho de la mañana.
Mi coche había sido encontrado en el fondo de un acantilado, al parecer el coche se había salido de la carretera. Esta se debía encontrar mojada por la lluvia que había estado cayendo por todo el día, dentro del coche encontraron un cuerpo sin vida. Fuimos a comisaría a reconocer el cadáver, era Sara no había duda, y eso que estaba llena de lesiones y magulladuras.
Me adiestraron para soportar cualquier dolor, menos el que estaba sintiendo en ese momento. El dolor de la pérdida de la persona que más quería en este mundo, las lágrimas no paraban de brotar de mis ojos. Apreté las manos con tanta fuerza que mis dedos se clavaron en mi mano, Laura y Pedro me abrazaron llorando y Laura lloraba desconsolada, esa noche lo había perdido todo. El hombre que amaba y a su hermana y mejor amiga.
Mi padre me miraba muy preocupado, nunca jamás me había visto expresando tanto dolor, para mí era como si me hubieran arrancado una de mis extremidades. Notaba que me faltaba el aire y al final tuvieron que sedarme, me ingresaron para que pasara la noche en el hospital en observación, mi padre y mis suegros no se separaron de mí en ningún momento.
Pedro y Laura salieron fuera de la habitación, ellos también tenían cosas que aclarar. Algo dentro de mí me decía que Roberto estaba detrás de ese accidente, esperaría al informe de la policía. Este al final llego y lo que decía era que fallo el manguito del líquido de frenos.
Cuando salí del hospital llame a un antiguo compañero de trabajo, este era todo un experto en asesinar a la gente provocando accidentes. Le pedí que revisara él, el coche, este se coló en la zona de pruebas de la comisaría y reviso todo el coche. Mi corazonada era cierta, el manguito había sido cortado por un profesional, además sabia perfectamente quien había sido el autor de ese corte.
Me dijo que solía frecuentar un club de estriptis en la ciudad, cuando me recupere. Fui una noche, entre en el local y lo localice. Cuando vi que entraba en los servicios le seguí, era un profesional y me estaba esperando, a mí eso me daba igual.
• ¿Qué quieres de mí?
• ¡Respuestas!
• ¡Yo no hablo nunca!
• ¡Hablarás!
Saco un cuchillo, se notaba que el combate cuerpo a cuerpo no era su especialidad, no me costó deshacerme de ese cuchillo y ponerle uno más grande mío en el cuello, el tío se empezó a mear encima y eso todavía que no sabía lo que le esperaba.
Metí su cabeza en una de las tazas del water hasta que perdió la consciencia, de tanto apretar su cabeza contra la taza con mi pierna. Lo saque del local como si estuviera borracho, lo lleve a un local que mi padre tenía en las afueras de la ciudad a medio construir. Pase una soga por una de las vigas de hormigón, lo subí a una silla de madera y le pase la soga por el cuello.
Le eche un cubo de agua para despertarlo, de la impresión casi se resbala y pierde el equilibrio. Consiguió mantenerse sobre la silla y empezó el interrogatorio, solo le hice una pregunta y esta fue quien le contrato. Por cada contestación que no era satisfactoria disparaba a una de las patas de la silla, por cada disparo la cuerda le empezaba a apretar más en el cuello.
El tío empezó a sudar y darse cuenta de que si no me decía lo que quería saber lo mataría, entonces cuando una de las patas se partió y la segunda estaba a punto de hacerlo me dijo que me lo contaría todo.
• Bien, quien te contrato.
• Un tío llamado Roberto, él te quería muerto a ti, lo de esa chica ha sido un daño colateral.
Dispare a la cuerda y este se cayó al suelo, el tío sonrió pensando que ya estaba a salvo, entonces la puerta se abrió y apareció mi excompañero de trabajo y me dijo que él se encargaría de esa escoria, que yo tenía trabajo que hacer.
• ¿Bien qué vas a hacer ahora? – pregunto el excompañero.
• Ir a por mi hermano y hacer que lo pague.
• La muerte abecés suele ser un regalo en vez de un castigo – me dijo.
• ¿Quién te ha dicho que voy a matarlo?
El tío que provoco el accidente de Sara apareció muerto, al parecer no se había puesto el cinturón de seguridad y había salido disparado por el parabrisas. No lamente su muerte, entonces me puse manos a la obra, no me costo mucho dar con mi hermano. Es lo bueno de haber trabajado con los mejores en el pasado, si alguno quiere encontrarte no ahí agujero en el mundo donde esconderte.
Di con mi hermano en un tugurio de Ámsterdam, estaba borracho. Me senté a su lado y le dije.
• ¿Sabes lo que toca ahora verdad?
• ¿Crees que puedes acabar conmigo? – totalmente borracho.
Estampe su cabeza contra la barra del bar, le rompí la nariz y después pasándole el brazo por el cuello apreté hasta dejarlo inconsciente. Para cuando despertó se encontraba en un lugar que no conocía, era la isla donde nací y me críe. Allí se encontraba mi verdadero padre y me pregunto.
• ¿Qué ha hecho?
• ¡Matar a la mujer que amaba!
• ¿En qué has pensado?
• El agujero hasta su último aliento.
• Muy bien, así se ara hijo.
• ¡No me llames hijo!, deje de serlo hace muchos años.
Después de eso me di media vuelta y desaparecí de esa isla, Sara me había dado una nueva vida y pensaba aprovecharla, para honrarla a ella. A Roberto le metieron en el agujero, era la peor mazmorra de la isla, allí sería alimentado con lo justo para no morir de hambre y la única vez que saldría de ese agujero al que no llegaban los rayos del sol. Seria cuando exhalara el último aliento ya de viejo.
Otra cosa que no he contado del agujero es que dentro de él lo único que ahí es la oscuridad más insondable, durante el día se convierte en un infierno ardiente por el calor y por la noche en un infierno helado. Roberto sufriría toda su vida en la más perpetua oscuridad.
Bárbara fue encarcelada como cómplice, mi padre se apiadó de ella y termino en una cárcel dura, pero ni punto de comparación a lo que sufriría Roberto. Yo por mi parte termine mis estudios de vulcanología y empecé a viajar por todo el mundo estudiando volcanes, cumpliendo el sueño que teníamos Sara y yo.
EPILOGO
Han pasado cinco años desde el día que perdí a Sara, solo aparezco por mi ciudad para visitar a mis padres, suegros y a Laura, esta última perdió a Pedro como era lógico. Este último trabaja en mi equipo como médico, al principio lo paso muy mal pero según fue pasando el tiempo fue mejorando y hoy en día le gustan los volcanes más que a mí.
Como he dicho, Laura perdió a pedro y que sepa no ha vuelto a estar con ningún hombre más. Pedro se apiadó de ella y le escribió una carta donde le decía que la perdonaba y que rehiciera su vida, que ella también tenía derecho a ser feliz.
En cuanto a mí, a los cuatro años, en una ciudad cercana donde un volcán había erupcionado, llevando a uno de los heridos a una tienda de campaña que hacía de improvisado hospital, me choque con una enfermera y al darse la vuelta la volví a ver, esa sonrisa que me enamoro la primera vez. De no ser que esa mujer era pelirroja y tenía los ojos verdes hubiera pensado que era Sara reencarnada.
La enfermera se llama Lisa y es escocesa, nos llevamos muy bien, me hace sentir como lo hacía Sara. Me compre un colgante con la forma de un fénix, ahora me encuentro en la curva donde Sara perdió la vida acompañado de Lisa. Cuando me he agachado a dejar las flores el colgante se ha salido hacia fuera y Lisa me ha preguntado.
• ¿Es un fénix verdad Marc?
• Así es Lisa, porque el fénix renace de sus cenizas.
FIN.