Las jóvenes tías

Rosa es la hermana menor de mi madre y Ana es la hermana menor de mi padre. Ellas nunca lo hubieran imaginado, pero se prepara una orgía con ellas como protagonistas.

Las jóvenes tías

Rosa es la hermana menor de mi madre y Ana es la hermana menor de mi padre. Ellas nunca lo hubieran imaginado, pero se prepara una orgía con ellas como protagonistas.

El viernes señalado a las cuatro, mi tia Ana y yo nos dirigimos hacia la casa de mi tía Rosa en coche. Cuando llegamos aún era pronto y ella estaba terminando de prepararse. Le instamos a que se diera prisa.

-Bueno, voy a ponerme algo lindo.

Entonces, sin ningún problema se desnudó completamente frente a nosotros, se puso a rebuscar en el fondo de su armario dejando ante nuestra vista su esbelto culazo. Finalmente sacó de un cajón unas bragas tipo tanga y unas medias negras de red.

-¡Ay, chicos! –dijo Rosa en un suspiro.– Eso todavía no os lo he contado pero tengo que hacerlo… Veréis, estas bragas en realidad son un regalo. Me las dio el chico de la mercería de aquí abajo. Y os preguntareis por qué. Y si pensáis mal acertaréis, ja, ja, ja…

-No me digas, Rosa… -dijo Ana sorprendida.

-Venga, tía Rosa. Dinos qué pasó con el chico de la mercería, que se me empina de solo pensarlo.

  • Fui a comprarme unas bragas a esa mercería, que es donde voy siempre, y ese día la dueña no estaba, sólo su hijo, de unos 20 ó 22 años. Bueno, la cosa es que me enseñó bragas tangas de estas, me dijo que me las probara para ver cuál me gustaba más porque se podía elegir entre dos modelos; me las puse en el probador y cuando las tenía puestas el me dijo con todo el descaro que si quería me daba su opinión. Bueno, la cosa es que yo, le enseñé todo el culazo ya que con estas bragas vosotros me direis qué es lo que tapan…

-Si señor, tía, así se hace.

Los tres reímos.

-No penséis que pasó nada de… bueno ya sabéis, de eso.

Los tres reímos, ella acabó de vestirse y salimos hacia el coche porque ya eran casi las cuatro y cuarto.

A las cuatro y media llegábamos puntualmente al piso de Alberto y Juan. Ambas se sentaron en el sofá al lado de Alberto mientras Juan iba a la cocina a por unos refrescos.

-¡Bueno chicos! –dijo divertida mi tia Ana, a quién por cierto abrazaba por los hombros Alberto aprovechando que estaban sentados juntos - ¿Cómo estáis?

–Bueno, tenemos dos chicas estupendas al lado así que cómo vamos a estar… pues la respuesta es fácil….empalmados

Todos reimos y mi tía Ana continuó:

  • Supongo entonces que sí que se os puede enseñar lo que sea…

-Pues venga, que estamos deseando ver esos cuerpazos. Ya verás como crece esto, ya. –La animó Juan.

-Bueno, bueno. Ponte tú también cómodo sobrino –Apuntó Ana con picardía dirigiéndose a mí.

-Bueno, vale, de acuerdo, será mejor que me ponga cómodo porque ya me están apretando mucho los pantalones……

Todos volvimos a reír, entonces me bajé pantalones y calzoncillos y mostré mi más que empinada polla, que fue recibida con palabras de ánimo y gritos complacientes por parte de las dos chicas. Alberto y Juan me siguieron de inmediato.

-Así me gustan a mí, bien empinadas –decía mi tía Rosa con su característico desparpajo.

-Bueno, Rosa, es tu momento. Ahora te toca a tí. –La animó Alberto.

Entonces mi tía Rosa se levantó al tiempo que yo me sentaba en el sofá, Juan se había sentado en un butacón, Alberto en otro y Rosa quedaba de pie en aquel improvisado espacio para la exhibición entre el sofá y las butacas.

Rosa enseguida se quitó el vestido quedando, con las negras medias de malla, las bragas tipo tanga y el sujetador también de color negro.

-¡Vaya hembraza!- Exclamo Juan

-Aguantad un poquito, aguantad un poquito –decía ella riendo.

Mi tía empezó a exhibirse y a moverse mostrando su abundante anatomía.

Juan estaba embobado con el cuerpo de mi tía Rosa mientras empezaba a acariciarse su cada vez más húmedo glande.

Para entonces Alberto ya le había desabotonado a Ana la blusa y le estaba metiendo mano tocándole las tetas tanto por encima como por dentro del sujetador sin que ella protestara lo más mínimo, por supuesto.

Mientras mi tía Rosa continuaba exhibiéndose y dejándonos ver su cuerpo, Ana sorpresivamente extendió sus manos hasta nuestras respectivas entrepiernas y nos empezó a acariciar la polla tanto a Alberto como a mi.

Juan por su parte no perdía el tiempo y aprovechando su cercana posición a mi tía le tocaba el culo, los muslos o incluso las tetas cada vez que podía mientras mi tía Rosa emulaba a una estríper.

En un momento Ana se inclinó sobre el erecto cipote de Alberto y empezó a darle besitos y lamiditas en la punta y por todo el tronco. Yo miraba embobado y completamente excitado la acción de mi tía Ana sobre la polla de Alberto y a mi tía Rosa despelotándose ante nuestros ojos.

Entonces Alberto me dijo:

-Anda, ayúdame a quitarle la falda a Ana.

Antes que mi tia Ana volviera a inclinarse sobre la polla de Alberto, éste le indicó que se quitara también la blusa. Ella se levantó del sofá y lo hizo delante nuestro. Estaba muy atractiva y sus zapatos de tacón realzaban el conjunto haciendo de ella una hembra sumamente apetecible.

En esos momentos Juan, que ya tenía a mi tía Rosa sentada sobre sus rodillas, me dijo:

-Venga, ven aquí y ayúdame con tu tía…..

Juan le bajaba las bragas. Entonces me acerqué a mi tía y ella, sin más preámbulos se inclinó hacia mi polla y empezó a lamérmela haciéndome sentir un tremendo placer con sus lengüetazos en mi capullo. Estábamos de la siguiente manera: yo de pie y con la polla en la boca de mi cachonda tía. Ella inclinada sobre mi polla y apoyaba las manos en sus propias rodillas, dejando por tanto todo el culo en pompa. A su vez Juan estaba arrodillado detrás de ella y había comenzado a darle unos buenos lametazos en el chocho por detrás. Mientras recibía los deliciosos lengüetazos de mi tía, le solté el sujetador y lo dejé caer al suelo.

  • ¿Pero, qué me haces ahí abajo? –dijo ella al sentir los lametazos de Juan.

  • Lamerte esta delicia. Venga ábrete bien de piernas que te voy a meter la lengua hasta dentro.

Ella obedeció y Juan pudo lamer a conciencia desde atrás. A medida que la comida de coño de Juan se hacía más intensa, sin duda no le permitía concentrarse en la mamada. Entonces yo le indiqué que se sentara en el butacón y una vez allí, bien abierta de piernas y ofreciéndonos una estupenda visión de su coñazo, Juan reanudó la comida de coño, esta vez por delante, en un momento dado me fijé en mi tia Ana y vi como ésta seguía chupando con ganas el rabo de Alberto hasta que le oí decir a éste:

-Venga, ahora te lo voy a comer yo a tí, que si no me voy a correr enseguida en tu boca. Venga, vas a saber lo que es bueno. Abre bien las piernas.

Entonces Ana se sentó en el sofá y tras dejar que Alberto le quitara las bragas, se abrió de piernas ofreciéndole a Alberto la mejor vista del mundo, dispuesta a recibir su lametazos.

Cuando Alberto hundió su lengua en el coño de mi tia Ana, ésta empezó a gemir de gusto a la vez que decía:

  • Sigue, sigue, chúpame bien toda la raja. Dame gusto ¡Uyyy… qué bueno es esto…!

Juan, por su parte, seguía enfrascado en el chocho de mi tía Rosa hasta que yo le dije que le metiera ahora la polla en la boca y que yo tomaba el relevo en los bajos de mi tía. Así lo hicimos y Rosa empezó a succionar la polla de Juan mientras yo le lamía todos los pliegues de su gran coñazo incidiendo especialmente en su clítoris.

A los pocos minutos mi tía Rosa estaba al borde del orgasmo. Yo lo notaba en sus gemidos y en la tremenda afluencia de flujo vaginal que me llegaba a la lengua. Imprimí aún mayor intensidad a mis lametazos y en unos instantes estalló en un tremendo orgasmo que le hizo gritar de placer.

-¡Sobrinito, qué gustazo me has dado! –dijo ella cuando empezaba a recuperarse.– Esto ha sido la mayor gozada … Ni que decir después de esto aquí tienes a tu tía para lo que quieras…

-Pues tranquila tía, que alguna cosa más tengo intención de hacerte y seguro Juan también….

-Bueno, voy a lavarme un poco esto y si quieres seguimos chicos

-No hace falta, tía, no te preocupes por lavarte. A mi me gustas así.

Los tres reimos y Juan dijo:

-Estupendo, pues venga, a lo nuestro, que estás muy guapa, zorra.

-Mejor, ponte a cuatro patas, tía, que estoy a punto de reventar y me apetece tu estupendo coño con otra cosa, que con la lengua ya te lo conozco…

-¡Ay, qué pillo! venga, venga, sí, méteme esa tranca, sobrinito, que estoy deseándolo.

Mi tía se puso entonces a cuatro patas sobre la alfombra y yo me situé detrás de ella para empezar a follarla. Mientras le sobaba su estupendo culazo vi que mi tia Ana estaba a punto y entonces le dije a Alberto:

-Dale gusto, Alberto. Hazle gozar y déjale el chocho bien preparado para una buena follada.

En ese mismo instante Ana prorrumpió en un estruendoso orgasmo que le hizo chillar y apretarse las tetas en señal del tremendo gusto que acababa de experimentar.

-¡Ay, qué bueno, cabrones, nos estáis matando de gusto! –dijo mi tia Ana aún derrengada por el placer sobre el sofá.- ¡Qué rico, vaya comida de chocho! ¿Quién me iba a decir a mí que iba a disfrutar de esta manera y nada menos que con tres tíos aquí conmigo? Ha sido fabuloso.

-Lo que te mereces. –Le contestó Alberto sentándose a su lado.- Bueno, parte de lo que te mereces. Lo demás ya te lo iremos dando…

Tras los primeros orgasmos de las dos mujeres, yo ya me dispuse a penetrar a mi tía Rosa. Ella parecía más que dispuesta a recibir mi polla y parecía agradarle especialmente que fuera su sobrino el que la fuera a follar. Tras sugerirle que se pusiera a cuatro patas, la agarré las caderas y arrimando mi polla a su humedísimo chocho la penetré ante la atenta mirada de Juan. Lo hice despacio, sintiendo mi verga resbalar por su agujero húmedo y caliente. Cuando la tuve metida del todo empecé a follarla lentamente agarrado a sus tremendas caderas.

-Mirad a esa puta, ya follando la muy calentorra y además con su sobrino – decía Ana – Dale bien a la zorra de tu tía.

-Sí… -decía mi tía con la voz entrecortada por el creciente placer que le daban mis emboladas.– Sí… sobrino… uffffff! Sí… dame gusto… con eso tan gordo… ¡Ay, ay que no aguanto! Sí… aggghh! Dame así… Ayyyyyy! ,,,,,cómo folla… ayyy… uuffff. Sí, qué gusto…

Entonces Ana se puso al lado de Rosa, también a cuatro patas y dijo:

-Hombre, viendoos a vosotros la verdad es que lo que apetece…….es sentir una buena polla en todo el conejo

Pues venga, que yo estoy que ardo por meterte la verga en ese chocho tan rico que tienes - le dijo Alberto.

Y yo que me la chupes – Dijo Juan -

Venga, Alberto, quiero ver cómo me follas, ¡vamos arrímame esa tranca a la raja! Y tu Juan acércate para probar ese hermoso tronco que tienes

Entonces Alberto, se situó detrás de mi tia Ana y tras manipularle un poco el coño con los dedos arrancando suaves gemidos, se agarró a las estupendas caderas de Ana y con suavidad, dado lo lubricado del coño, se la metió con toda facilidad haciendo que a ella se le escapara otro profundo gemido de placer. Una vez Ana recupero un poco de aire, Juan le lleno la boca con la polla.

-¡Toma! se va a enterar tu sobrino de la clase de zorra que es su tia. – Dijo Alberto

Al lado yo estaba desbocado:

  • Ufff, estoy caliente perdido y no creo que… aaaaggg… que vaya a aguantar mucho… Ahhh… toma, toma, tía Rosa, toma rabo, qué gusto me está dando follarte. ¡Qué gusto gozar con tu cuerpo! Toma rabo en ese conejazo, toma, toma, toma, polla.

-Sí, cariño, ahhh, sí, sigue, sigue un poco que estoy… ayyy… que estoy que reviento de gusto… ¡Qué bueno es esto! Mi sobrino follándome como a una perra… ¡Sigue, sigueeee! Machácame con esa polla tan dura el chocho. ¡Sííííííí!

Mi tía estaba llegando al orgasmo y yo no andaba demasiado lejos. Ante la atenta mirada de Ana, que se había colocado a la par de Rosa, ésta pronto alcanzó la cima del placer y prorrumpió en un sonoro orgasmo.

-Aaahhh… así, así, cabronazo. ¡Qué gustoooooo! ¡Síííí….! ¡Aaaaaaaahh! ¡Dame! ¡Dame! No pares

-Toma, toma, toma – le decía yo, también en el paroxismo del placer.

-Sí, cariño, dame así. Dame fuerte con esa pollón tan duro, fóllate a la zorra de tu tía, que la vuelves loca de gusto con ese cipote tan rico… ¡Qué ganas de tener una polla tan dura en el higo! ¡no pares! ¡Por favor no pares! Sigue, dame duro…..

En ese momento sentí mi eyaculación próxima y antes de soltar toda mi descarga saqué la polla del chochazo de mi tía y respire profundo, no quería terminar en ese momento, sabía que todavía faltaba mucho por disfrutar.

-¡Qué bueno, sobrino! Ha sido el mejor orgasmo no se si de toda mi vida pero seguro que de los últimos días sí, ja, ja, ja…

En ese momento, mi tia Ana, entre pollazo y pollazo, le decía a Rosa:

  • aahh… tu sobrino… ahh… te ha hecho ver estrellas… aahhh… ¿eh, guarra? Ummm… Cómo… ahhh… has gozado, ¿eh, cachonda?

-Ya lo creo chica, nuestro sobrino es un follador cojonudo. ¡Qué gustazo, hija! Pero seguro que tú tampoco te lo estás pasando mal con la tranca de Alberto bien metida en el chocho, ¿eh, marrana? Y además con esa polla tan gruesa en la boca….

Mientras hablaba, mi tía se sentaba a reposar en un butacón con las piernas abiertas y en esa pose introdujo un dedo en su culo y luego dos, esa acción llamó la atención de Juan, que saco la polla de la boca de Ana y se la presentó a Rosa que de inmediato se la comenzó a chupar.

Alberto mientras decía:

-Venga, Ana! Ahora te toca gozar a tí y a nosotros ver como disfrutas como una buena zorra.

  • Si tú quieres verme gozar como una zorra lo vas a ver, ahhh…ya lo creo. Venga, Alberto, ahhhh… jódeme bien, dame fuerte ¡Diosss, qué morbo estar aquí… aahh… jodiendo delante… ahh… de mi propio sobrino… Uhhh…! Una tranca en la raja y todos mirandome… Ahhh… Esto es el no va más. Ummm… Mira, sobrino, mira cómo joden a tu tia; mira cómo me dan gustito.

Alberto arreciaba los embistes desde atrás en el chocho de mi tia Ana y ella suspiraba de gusto. Yo me senté muy cerca de ellos pues me apetecía observar de cerca el polvazo que le estaban pegando a Ana.

-Esto sí que es bueno, ¿eh, tia Ana?

-Ya lo creo, aaahh…, ya lo creo. –Decía ella mientras Alberto le barrenaba el chocho a ritmo.– ¿De verdad te gusta verme así, cariño, toda empitonada por un tío? Aaahh… ¿No te importa? Ahh… Ah. ¿No te importa ver… ummm… cómo me joden?

-Sí, estoy gozando como una cerda… ahhh.... Venga, Alberto, dame más fuerte, más fuerte, Por favor dame duro, más duro….. Dame, dame fuerte… Ahhhhh…

Todos reimos divertidos por las palabras de mi tia Ana y Alberto obedeció sus instrucciones arreciando en sus emboladas.

Mientras Rosa le comía la polla a Juan, descendió con su lengua hasta el ojete del chico. Para ese entonces Juan se había levantado despernancándose sobre la cara de Rosa apoyando los pies a lado y lado del butacón en que Rosa se mantenía sentada con las piernas abiertas y un par de dedos en su propio culo, dilatándolo poco a poco, a la vez chupaba los huevos de Juan, para bajar un poco más y lamer su culo, aprovechando para meter la punta de su lengua en su esfínter, alternado de vez en cuando introducciones de los dedos de la mano que le quedaba libre. Juan tenia los ojos cerrados con la mente perdida en el séptimo cielo y el pene tan duro como el acero.

-Venga, cariño, déjame chuparte mientras Alberto me folla. Aaah… Dale tú también un poquito de gusto a tu tia. Ummm… Aaaaahhh… que me gusta mucho. Ummm…

-¡Será viciosa y puta! –decía mi tía Rosa divertida mientras mostraba toda su almejorra sentada en el butacón completamente espatarrada.

Y entonces mi tia Ana dijo:

-Así cariño, así. Es maravilloso, uno por detrás follándome y mi sobrino por delante dándome gusto en la boca. Esto es lo más…aaaaaahh…… aaaaaahhh…… que me mareo de gusto… aaaahhh…. Qué buenooooooo. Soy una guarraaaaaa… Sííí…. Aaaaahh. Ummmm…. ¡Pero qué marrana soy! Con los dos… ahhhh… con los dos a la vez… síííí…. ¡Qué gustooooo! Aaaaaaaahhhhh…

Y diciendo esto mi tia estalló en un furibundo orgasmo que casi le hace perder el sentido. Como Alberto aún no había eyaculado siguió bombeando y en cuestión de segundos ella alcanzó un segundo orgasmo de igual intensidad o mayor que el anterior. Cuando se hubo repuesto. Alberto le dijo mientras la seguía jodiendo a un ritmo frenético:

  • tranquila, Ana, que no hemos hecho más que empezar.

-Sí, cabrones –decía ella dominada por la lujuria.– Folladme hasta reventar, que me estáis matando de gusto. Seguid, seguid los dos. Tú fóllame, Alberto, y tú, sobrino, cógeme la boca, que me vuelve loca. ¡Ummmm… esto es fabuloso!

Entonces pudimos ver que Juan y Rosa habían cambiado de lugar y se habían trasladado al sofa, donde Juan se había tumbado encima de mi tía Rosa y que ésta estaba agarrando su polla para dirigirla a su caliente agujero.

-Mirad a esos dos como tampoco pierden el tiempo – decía Ana divertida y más relajada después de sus descomunales orgasmos anteriores.

-Hombre, viendoos a vosotros ahí, jodiendo como animales–decía mi tía mientras Juan iniciaba el vaivén de la follada.

Todos estábamos disfrutando de lo lindo y así seguimos durante unos minutos. Para entonces el chocho de mi tia Ana ya debía estar otra vez lo suficientemente trabajado porque ella le pidió a Alberto que aguantara un poco más y a mi me instó a que me acostara boca arriba con las piernas recogidas a la altura del pecho lo más separadas posible para tener completo acceso a mis cojones y culo.

-Chúpame, chúpame tia Ana -. ¡Aaaahhh, qué gustooooo! Méteme la lengua en el ojete, sigue no pares …ahora tia Ana por favor méteme los dedos …dame ese gusto.

Seguid, seguid – ordenaba Ana a Alberto para luego volver a mi polla - que me vuelve a venir el gustazo. Sííí… Sííííííí…

Y en efecto, a los pocos segundos mi tia Ana volvía a prorrumpir en otro estruendoso orgasmo.

Tras unos segundos de gemidos y resoplidos Ana se incorporó sonriendo. Alberto, sin haber terminado aún, tomo un respiro y se dirigió al sofá a reposar del tremendo esfuerzo realizado pues se había jodido a mi tia Ana a un ritmo endiablado, sobre todo en el última orgasmo de Ana. Por su parte Ana, completamente espatarrada, ocupó el otro butacón para descansar. Yo me quedé acostado en el suelo sobre la alfombra, con las piernas abiertas recogidas en el pecho, mostrándole a todos mi culo con el esfínter medio abierto y la polla elevada al cielo y desde nuestros respectivos sitios fuimos testigos del tremendo orgasmo que tuvo mi tía Rosa debido a la follada que le estaba pegando Juan.

Tras unos segundos para recuperar el resuello Juan dijo:

-No está resultando mal esta fiestecita ¿eh?

Todos reimos y charlamos animadamente comentando lo bien que se lo pasa uno cuando disfruta del sexo sin tapujos.

Yo luego me incorporé del suelo y me senté sobre el brazo del butacón que ocupaba mi tia Ana. Era superexcitante verla allí completamente desnuda a excepción de sus medias color carne y sus zaptaos, con sus muslazos y con sus tetas firmes y voluminosas.

-¿Te ha gustado que te chupara el culo, cariño? – Me pregunto Ana -

-Mucho tia, estuve a punto de terminar pero supe contenerme a último momento.

Los tres teníamos las pollas durísimas por tanta estimulación oral, vaginal y anal que nos habían proporcionado las chicas, pero ninguno había eyaculado aún, sabíamos que venía más

Nosotras hemos tenido buenas corridas…… Pero no se preocupen chicos nos ocuparemos de regresarles el esfuerzo que han hecho, si les parece bien, claro.

Todos reímos.

-¡Ya lo creo que me parece bien tia Ana! –dije yo gratamente sorprendido por su actitud al sentir el calor de su boca sobre mi capullo. Era realmente excitante en grado sumo sentir la boca y la lengua de mi tia jugueteando con mi polla. Creo que faltó muy poco para que me corriera en aquel mismo instante, pero quería disfrutar y prolongar tanto aquel momento que de alguna manera logré controlarme y sentir con enorme excitación, pero con pausa el extraordinario morbo y placer de aquel momento. Al principio me dio unos lametazos en el glande y luego empezó a chupar más decididamente. Yo disfrutaba como un loco y entonces ella, sacándose mi polla de la boca dijo:

-Siéntate tú en el butacón y yo me pongo de rodillas delante de tí, así podré continuar con el tratamiento que te estaba dando antes en el suelo. Estaremos los dos más cómodos y me podré ocupar de mejor manera de darte gustito en el culo y la polla que esta tan gorda, cariño.

Así lo hicimos y de hecho aquella pausa para recolocarnos fue clave para que yo pudiera aguantar un poco más porque de no haber sido por ese breve intermedio seguramente me hubiera corrido sin remisión en aquel mismo instante. La parada por tanto me vino muy bien y así, tras sentarme cómodamente en la butaca, pronto tuve a mi tia de nuevo entre mis piernas haciéndome la mejor mamada de mi vida y dos de sus dedos en el culo. La muy cachonda sabía lo que hacía y mientras me chupaba me acariciaba también los huevos. Yo, de vez en cuando, también me incorporaba un poco y me inclinaba sobre su espalda para acariciársela llegando hasta su soberbio culo, cosa que a ella parecía hacerle especial gracia pues gemía y sonreía mirándome a los ojos un poco sin sacarse mi polla de la boca. Mi tia, además de chuparme con gran habilidad la polla, me estaba embadurnando literalmente con saliva los bajos y esa sensación de enorme y cálida humedad en mi polla y huevos también me gustaba enormemente.

-¡Menuda golfa! –Le decía riendo mi tía Rosa a mi tia Ana.– Has visto lo dura que la tiene tu sobrino y no la ibas a dejar así… ¿eh?

Todos reímos, salvo mi tia Ana que, ocupada como estaba, siguió chupándome la polla aunque me dirigió una mirada pícara y sonriente mientras lo hacía.

Entonces mi tia Rosa les dijo a Alberto y a Juan:

Ahora ustedes dos…….los quiero en cuatro uno al dado del otro en este sofá.

De inmediato se dieron vuelta recargando los brazos sobre el espaldar del sofá. Colocando el culo en pompa con las piernas abiertas.

Más separadas las piernas chicos – Ordeno de nuevo Rosa –

Rosa se colocó de rodillas detrás de Alberto y comenzó a lamerle el ano, separándole las nalgas con ambas manos para tener el mejor acceso posible; a medida que el esfínter se relajaba metía la lengua a lo cual Alberto respondía con pequeños gemidos. Después paso a Juan, quien recibió el mismo trato en su culo, Rosa no paraba ni para tomar aire, mientras metía la lengua en el culo de Juan, insertaba dos dedos en culo de Alberto y luego cambiaba para insertar los dedos en Juan y lamer el culo a Alberto.

Desde mi punto de vista, mientras Ana se divertía con mi ano, cojones y polla podía ver a mi tia Rosa en cuatro con el culo en pompa y la cara sumergida en los culos de Juan y Alberto.

-¡Eh, chicos! No me digáis que tenéis un extraordinario culazo aquí, a vuestra disposición, bien en pompa y os vais a quedar tan tranquilos. – les dije a Juan y Alberto

-Eso mismo estaba pensando yo –dijo Juan– El traserazo de tu tia Ana se merece mayor atención.

Y diciendo esto Juan se levantó del sofá dejando solos a Rosa y Alberto y acercándose a mi tia Ana le empezó a acariciar las nalgas y los muslos y a darle algunos suaves besitos en trasero de Ana.

Rosa se dedicó por completo al culo y la polla de Alberto, que cambio de posición, se colocó boca arriba en el sofa y recogió las piernas bien abiertas llevando las rodillas a la altura del pecho, igual que yo me encontraba. La vista para Rosa era inmejorable, y sin pausa sumergió el rostro en el ano de Alberto a la vez que con una mano masturbaba la polla con la otra acomodaba tres dedos el culo del chico y al sacarlos le metía la lengua dentro del ano. Así yo y Juan estábamos en la misma posición recibiendo el mismo trato en nuestro culos y pollas.

-La verdad, Ana, es que estás cojonuda. Y me pone a cien verte ahí con todo el culo en pompa y chupándosela a tu sobrino, preciosa. Me están dando unas ganas enormes de joderte así por detrás.

-Pues venga, -le animé yo dominado por la lujuria que me provocaba la idea de que mi tia me la estuviera chupando mientras otro hombre se la follaba. – Seguro que esta calentorra no va a decir que no. Hay que disfrutar a tope de los cuerpos de estas zorras y darles bien de gusto en esos chochos y anos

A mi comentario siguió una nueva mirada de mi tia Ana sonriente y cargada de lujuria y complicidad.

Juan entonces se agachó para chuparle un poco el conejo y el ojete a mi tia Ana, como prolegómeno de la follada y ella, a la vez que separaba las rodillas para darle más facilidades al hombre franqueando el acceso a su coño, dio varios suspiros de placer intercalados con sus hábiles lamidas en mi polla. Instantes después Juan, arrodillado detrás de la hembra, se aferraba a sus caderas y le colaba su polla en el chocho para empezar a follarla. La penetraba muy suavemente, deslizando lentamente por el coño de Ana todo el largo de su polla para que el polvo no afectara a la mamada que mi tia me estaba haciendo.

-Te voy a follar suavecito Ana para que puedas tragar polla en condiciones por los dos agujeros –Le decía él.

-Esto es divino,  –me dijo ella instantes después haciendo un descanso en la mamada.– Y tú Juan, sigue así, suavito, suavito, cariño, que me encanta que me folles de esa manera mientras se la como a mi sobrino. Esto si que me hace sentirme toda una zorra, pero que rico es ¿verdad?

-Eso será demasiada polla para esta zorra –intervino entonces mi tía Rosa riendo.– Anda, venga, que te voy a ayudar a lamerle bien la polla a nuestro sobrino, que tú con ese pollón no sé si se la estarás comiendo como debe ser.

-Sí, ves, Ana. Mira que dura la tiene y qué rica está. ¿Cómo iba a dejar esta sin probar?

Entonces se puso al lado de mi tia Ana, también de rodillas y empezó a chuparme los huevos mientras Ana me comía la polla. Cuando ésta última se la sacaba de la boca y se centraba en disfrutar de la que tenía en el chocho, mi tía Rosa tomaba su lugar y entonces era la caliente boca de Rosa la que me daba gusto en el capullo. Instantes después Ana volvía a chuparme, esta vez los cojones, y luego se dedicaba a mi esfínter ya muy dilatado, así se iban turnando las dos mientras mi polla, mis huevos y mi ano estaban cada vez más empapados por las densas salivas de las dos cachondas mujeres.

Estuvimos un rato así gozando mientras yo hacía denodados esfuerzos por no correrme pues quería seguir disfrutando de aquel calentísimo numerito que se había montado entre mis piernas.

Como Rosa estaba con el culo en pompa, chupándome la polla, Alberto aprovecho para situarse detrás de ella y comenzar a lamerle el culo y el coño, metiendo primero dos y luego tres dedos en el ano de Rosa a lo cual ella respondió con un gritico, Alberto se dedicó por completo a dilatar ese hermoso ano, lo cual género que Juan se antojara y detuviera las embestidas al coño de Ana y en su lugar se dedicó a chuparte el ano y a dilatarlo igual que hacía Alberto con Rosa.

En un momento dado Alberto, cuya polla estaba paradísima , dijo:

-Está bien que estás dos zorras compartan la misma polla, pero entonces nosotros tendremos que compartir también estos culos, ¿eh, Juan?

  • Llevo viendo un rato el culazo de Ana y su ojete y me estoy poniendo malo – Dijo Alberto

  • Permíteme, Alberto, que sea yo el que ocupe el ojete de Rosa mientras tú sigues cepillándote a Ana. Luego cambiamos si te parece.

-Sí, podéis establecer turnos de modo que cada vez que ellas cambian entre mi polla y mis huevos vosotros cambiéis de culo. ¿Qué os parece? –les propuse yo.

-Excelente idea; estas cosas hay que hacerlas organizadamente. –Rio Alberto mientras cambiaba de lugar con Juan y le colaba toda la tranca sobre la raja del culo a Ana.

Antes de empezar Alberto se humedeció los dedos con el flujo vaginal de Ana y restregó los dedos entre los cachetes a la altura del ojete. Hecho esto, se sujetó la polla que estaba durísima y esta rozó entre los labios vaginales de Ana y así obtener una buena dosis de líquido.

  • Si, siii…cariño… lo estás haciendo muy bien… mójalo todo – Exclamo Ana

Alberto puso una mano en la cadera de Ana para afianzarse mejor, la otra sujetaba la polla y la dirijo hacia la raja del culo, y se acomodó bien enfrentado a ella. Al fin, después empujó y notó como la polla se desliza en el recto de Ana.

¡Uhmmm!, que gustito…- Dijo Alberto - Puso las dos manos sobre las caderas de Ana, y con firmeza se dispuso a romperle el culo a punta de embestidas.

En aquel momento era mi tía Ana la que me estaba lamiendo la polla, pero al sentir el cipote de Alberto llenar su ojete se la sacó de la boca mientras exhalaba un intenso suspiro de placer, momento que aprovechó mi tia Rosa para ser ella la que se tragara mi rabo dejando a la vez resbalar desde su boca y por todo mi cipote un buen montón de cálida y densa saliva. Entonces Juan con mucha delicadeza tomo su tranca y apoyó el glande en el esfínter de Rosa ejerciendo presión, el ojete de abrió y dio paso lento a la polla de Juan que era bastante gruesa, la penetración era firme y continua hasta que clavó su tranca completa en el culo de mi tía Rosa, esto hizo que Rosa soltara mi polla, cerrara los ojos y apretara los dientes mostrando en su rostro el esfuerzo que significaba recibir la tranca de Juan,  rápidamente Ana se apoderaba de mi polla con su boca.

Después de una serie de embestidas, Juan y Alberto cambiaron de lugar. Así comenzó la rueda de metidas y sacadas, aunque ralentizaba la acción, era tremendamente excitante y aumentaba el ardor y la lujuria de todos nosotros.

Con tanto cambio otro de los efectos que se producía era que se retrasaba el orgasmo de todos así que se prolongaba el placer y la excitación. Estuvimos así un buen rato, con continuos cambios y comentarios divertidos cada vez que se producía un nuevo acople entre los dos amigos y mis tias y cada vez que ellas se turnaban para compartir mi polla y mi ano. Hubo un momento particularmente excitante cuando en una ocasión, al dejar Ana de mamarme la polla para que fuera mi tía Rosa la que pasara del esfínter a ocupar su lugar en mi polla, ellas dos se miraron un instante, se sonrieron y acto seguido, se dieron las lenguas chupándoselas la una a la otra en un morreo a la vista tremendamente excitante.

Mientras me la chupaban, y en medio del tremendo goce, yo pensaba que el mayor placer de todo aquello me lo estaba proporcionando no ya tanto la mamada en sí misma, que era alucinante, sino el hecho de que fueran precisamente mi tia Ana y mi tía Rosa las que me estaban comiendo la polla de aquella manera; eso sí que resultaba morboso y tremendamente excitante. Yo me debatía entre un tremendo goce sexual y la permanente situación de estar al borde del orgasmo. No sólo por la doble mamada que estaba recibiendo sino también por el numerito montado entre los cinco.

-¿Qué, tia Ana? ¿Disfrutas? –Le dije yo en un momento

-No te imaginas cuanto sobrino –contestó ella provocando a la vez un nuevo cambio de polla en su culo pues al hablar soltó mi polla de su boca y fue mi tía Rosa la que, una vez más, dejó mi ano y la reemplazó en la mamada– y Ana paso a chuparme los huevos y hacer un metesaca de dedos en mi recto que supongo para ese momento ya estaba bastante abierto.

Es como ser follada por dos pollas a la vez y al mismo tiempo estar mamando otra polla riquísima -Dijo Rosa - Me siento perdida, me siento una perra, una verdadera putorra y estoy gozando como una guarra. Nunca hubiera pensado que iba a llegar a estar en una situación así. ¡Me encanta! – Al decir esto Rosa paro por un segundo la mamada lo cual hizo que los chicos que las enculaban tuvieran que cambiar de lugar.

Tras otro corto periodo de continuos cambios, tanto de polla en sus culos como de bocas en mi polla, yo ya no pude aguantar más y solté toda mi descarga de leche justo cuando mi tia Ana se sacaba mi polla de la boca. Por este motivo la primera andanada fue a parar a los labios de Ana, la segunda hizo impacto en una de las mejillas de mi tía Rosa, que la recibió con un grito de alegría, y la tercera fue a depositarse sobre la barbilla de mi tia Ana, de donde resbaló por su cuello. Lo que ocurrió entonces, de nuevo para sorpresa al menos mía, es que Ana acercó su lengua a la mejilla de Rosa y le lamió el semen que yo había depositado involuntariamente allí, pero no contentas con eso entonces mi tía Rosa le hizo lo mismo a Ana recogiendo con su lengua los goterones de lefa que ésta tenía sobre sus labios y sobre su barbilla y entonces, además, como habían hecho unos minutos antes, se volvieron a dar la lengua en un vicioso beso entre mujeres compartiendo mi lefa.

Las dos mujeres estaban alborozadas disfrutando al compartir con sus besos mi corrida y justo en ese momento mi tia Ana alcanzó un tremendo orgasmo ya que durante todo su numerito lésbico con mi lefa de por medio, ésta había estado siendo follada muy fuerte por Juan. Este a su vez, casi simultáneamente, eyaculo dentro del culazo de Ana.

Apenas unos segundos más tarde mi tía Rosa, que tras finalizar el morreo con Ana cuando ésta experimentaba aquel nuevo orgasmo, se había metido de nuevo mi polla en la boca para limpiármela de semen tras mi corrida, se separó de mi cipote y se arqueó hacia atrás para sentir el tremendo orgasmo que la invadió gracias a los empellones que Alberto le estaba propinando en su ojete. Instantes después Alberto también eyaculó y al hacerlo también dejó su pollón dentro de Rosa para echarle toda su espesa y caliente crema en el recto.

-¡Uff! –Suspiró Alberto–. Vaya corridón y vaya polvazo a cinco. Esto si que no lo había probado nunca. Ha sido apoteósico.

-¿Y te ha gustado, eh? –preguntó mi tia Ana con picardía incorporándose y apretándose contra él de manera lasciva y refrotando sus tetas contra el torso del hombre.

-No sabes tú cuanto, Ana.

-No os lo hemos hecho pasar mal ¿eh? –dijo mi tia Rosa riendo mientras permanecía arrodillados los cuatro frente a mí, que seguía sentado en el butacón con las piernas abiertas. Las chicas se reincorporaron y se sentaron en el sofá junto con Alberto y Juan.

-Sois las hembras con las que mejor me lo he pasado en la vida, os lo aseguro – Dijo Alaberto

Estuvimos unos minutos hablando de las excelencias sexuales mis tias, claro. También las piropeamos y les dijimos que estaban muy bien con semen esparcido por todo su cuerpo tras lo cual Alberto les indicó a las dos mujeres que podían ducharse en el baño del pisito.

-Que si no vais a ir a casa empapadas de semen.

Las dos mujeres entonces, mientras reían, se quitaron las medias y los zapatos, que por cierto, habían conservado durante toda la caliente sesión, y se dirigieron al baño mientras nosotros nos quedábamos sentados descansando y comentado lo bien que lo habíamos pasado.

Mi tia Ana fue la primera en salir de la ducha regresando desnuda al salón y exhibiendo por tanto su belleza ante nuestras miradas. Mientras mi tía Rosa acababa de ducharse, Ana se empezó a poner de nuevo las medias apoyando un pie en un butacón y mostrándonos todo su soberbio culazo, especialmente a Juan y a mí que estábamos sentados a su espalda en el sofá.

-¡Vaya piernas y vaya culo! –Dijo Juan provocando que Ana volviera la cabeza hacia nosotros y nos sonriera con picardía.

Una vez mi tia Ana se puso las medias y también los zapatos, Alberto, que estaba a su lado, dijo dirigiéndose a mí:

  • Está buenísima de todo pero lo que más me gusta de ella es este soberbio culo ¿no crees? Está para comérselo. –Y mientras decía esto le acariciaba con una mano una nalga.

-Pues venga, si está para comérselo, cómeselo –le dije yo riendo.– Que seguro que lo tiene bien rico.

Entonces Alberto, acercándose a ella de rodillas, le dio un largo lametazo en medio de las nalgas haciendo que ella sonriera y suspirara.

-Pues venga, ven aquí y ayúdame a comerle el culo a tu tia, que tiene mucho para degustar,– me dijo Alberto.

Me dirigí hacia ellos y poniéndome también arrodillado al otro lado de mi tia, también le pasé la lengua por la raja y le dije:

-Anda, deja esas bragas ahí, que todavía tenemos que hacer cosas con tu culito antes de que te las pongas.

Ella rió complacida y, lanzó de nuevo las bragas lejos de donde estábamos.

Entonces tanto Alberto como yo volvimos a darle un prolongado lengüetazo cada uno a lo que nos  quedaba más cerca, yo en el coño y Alberto en el culo.

Alberto en un momento dado, abriendo las nalgas de Ana, le paso la lengua por toda la raja del culo incluido el ojete y la penetro con la lengua. Esto provocó un gritito de placer lo cual nos animó tanto a Alberto como a mí a seguir chupándole el coño, la raja del culo y su ano.

-¿Te gusta que te pase la lengua por ahí, Ana? –Le dijo Alberto entonces.

-Pues sí; la verdad es que da un gustirrinín muy rico.

-Es delicioso chuparte el culo, Ana – Dijo Alberto. Tienes un culazo estupendo y apetece mucho darte lengüetazos en él.

¡Ay, qué calentorra me estáis poniendo otra vez! Venga, seguid, chupadme el culo, chupádmelo bien. –Decía mi tia cada vez más dominada por el morbo y la lujuria.

-Lo tienes muy rico, tia Ana. –Le insistía yo entre lamida y lamida.

Ana se estaba desmelenando con nuestras caricias bucales en su trasero y su coño. Se había apoyado con las manos en los brazos del sillón mientras, mantenía las piernas rectas muy separadas, enfundadas en sus medias, y el culo en pompa, alzado gracias al alto tacón de sus zapatos, para que nosotros siguiéramos, arrodillados delante y detrás de ella, con nuestras lamidas.

Alberto, además de chuparle el agujero del culo, le metía la lengua en el ojete a más no poder. Esto hizo que Ana se acercara al orgasmo.

-¡Aaaahhh! Síííí… Pero rico, hijo; Me van a matar de gusto Ummmm… Aaaahh. Sigue, Albero, sigue, chúpame el culo, chúpamelo. Cómele todo el culito ¡Ummmm…! ¿Pero cómo puede dar tanto gusto? ¡Uhhh…!

Luego me uní a Alberto en la parte trasera de Ana y le hice lo mismo y ella me animó con palabras similares.

-Sí, méteme la lengua en el culo,. Ay, ay , ay, pero que placer más grande. Es increíble lo que me estáis haciendo, pero seguid, seguid los dos, que me matáis de gustito. ¡Ahhh….! ¡Ummmm…!

Ella suspiraba ante nuestras caricias y cuando Alberto se separó de su culo fui yo de nuevo quien atacó con la lengua el agujero marrón de mi tia mientras era ahora Alberto el que le presentaba su pene erecto para que lo chupara, Ana comenzó con unas suaves lamiditas.

-¿Pero qué es lo que está pasando aquí? –oímos entonces la divertida voz de mi tía Rosa ante la escena que se presentaba ante ella.–

-Chica… esto es divino… -respondía Ana entre gemidos.– Qué sensación… ¡Ufff… es rico, rico… qué morbazo que te estén pasando la lengua por todo el ojete, chica, ¡Aaaahh…!

Alberto y yo seguimos así un rato más, el dándole la polla en la boca y yo por el ano; al cabo Ana empezó a decir gritando y completamente excitada.

-Venga, ahora folladme que estoy calentorra perdida. Jodedme bien, cacho cerdos. Venga, que ahora lo que necesito es polla. ¡Qué calentorra me habéis puesto! Estoy que exploto. Jodedme los dos uno por detrás y el otro por delante. Quiero vuestras pollas dándome gusto al mismo tiempo.

-Ya has oído a tu tia –me dijo Alberto guiñándome un ojo.– Venga, dale gusto en la castaña a esta guarra, que lo está pidiendo y yo me encargo del culín.

-Me apetecen las dos pollas, quiero las dos, que los dos me habéis puesto como una perra de salida con lo que me estabais haciendo en el culo, cabronazos. –Decía Ana completamente salida-. Venga, folladme, que no aguanto de caliente que me habéis puesto. Si me metéis los dos la lengua en el culo y el coño también quiero que me metáis los dos la polla.

-Ya has oído, chaval –volvió a animarme Alberto–. Venga, quiere las dos pero por alguna hay que empezar…

Todos reímos.

-¿Te parece bien entonces que… que te la meta yo, en el coño tia? –Hice la pregunta

-Pues claro, cariño, … Así que claro que quiero que me la metas…

Entonces, me puse boca arriba en el sofá con la polla muy dura mirando al techo y Ana tomo mi tranca con una mano y se la fue introduciendo en el coño hasta el fondo detrás de ella Alberto agarrándola por sus estupendas y amplias caderas, se la fue metíendo en su caliente y profundo ano. Entró con tal facilidad que hasta me sorprendió como se deslizaba mi polla en el caldosísimo conejo de Ana. Una vez acoplado en su cálido chumino empecé a follarla despacio pues sentía que me corría. Alberto tenía el estupendo culazo de Ana en sus manos y mi polla clavada en su almeja sentía el roce con la polla de Alberto. Era una situación fascinante y en extremo morbosa.

Las potentes emboladas de Alberto hacían que Ana se moviera toda.

-Ya me parecía a mi que esta zorra no se iba a escapar sin probar dos pollas al tiempo –decía divertida la tía Rosa contemplando la escena sentada, completamente desnuda, al lado de Juan.

-Así, así… ¡Qué gustazo más bueno! ¡Cómo me gusta sentir dos pollas a la vez! Sigan, sigan… más fuerte. Síííííí…¡Esto es maravilloso! ¡Aaaaahhhh!

Sin tardar demasiado mi tia Ana prorrumpió en un tremendo orgasmo y entonces yo ya no pude aguantar más y le solté toda mi lechada en el coño. En el momento de mi eyaculación Ana soltó otro tremendo grito, señal inequívoca de que había tenido otro intenso orgasmo casi como continuación del anterior.

Alberto detuvo las embestidas y saco de un solo movimiento su tranca del recto de Ana. Mi tia Rosa se puso de rodillas y comenzó a chupar la polla de Alberto que seguro tenía todo el sabor del culo de Ana.

-¡Ummmm….! Ha sido maravilloso –decía Ana que se había puesto de rodillas en el suelo y exhibiendo ante los demás su fantástico culo y se había introducida mi polla para limpiarla con lenguetazos.– Cómo me ha gustado, cómo he disfrutado. ¡Qué polvazo más rico!

Ahora es mi turno – Dijo Rosa – vamos Juan quiero que me la metes en el culo. Tu Alberto acuéstate en sofá que te voy a montar.

Mientras Rosa cabalgaba la polla de Alberto, Juan con maestría coloco la punta de su pene el agujero de Rosa que fue cediendo con un poco de resistencia. Rosa tenia los ojos cerrados y una expresión totalmente fuera de este mundo. Juan la penetro lentamente hasta los cojones, los tres se fueron acoplando en las embestidas que en un momento se volvieron salvajes. Juan le estaba dando muy fuerte a Rosa, pero ella pedía más y más, la escena era muy morbosa. De Pronto Rosa tuvo un orgasmo.

  • Síííííí…¡no paren! ¡Aaaaahhhh!, quiero más…vamos duro por favor!

A los pocos segundos Alberto no aguanto más y eyaculó en el coño de Rosa. Los tres se detuvieron por un momento y Alberto se reincorporo, se puso de pie y Ana que seguía de rodillas lo tomo por la tranca y se dedicó a limpiarle la polla con una mamada.

-Te ha gustado, ¿eh, puerca? –le preguntó Alberto a Rosa.

-Me ha gustado mucho, ya lo creo. –Le contestaba ella riendo mientras Juan la acomodaba boca arriba en el sofá y le abría las piernas para volver a introducirle esa gruesa tranca en el ojete, que esta vez entró sin resistencia, de golpe, lo que hizo que Rosa arquera la espalda y gimiera.

  • Síííííí…¡así!

Juan, estaba como un toro desbocado, las embestidas eran fuertes y rápidas, muy rápidas. Rosa arañaba el sofá, y nuevamente arqueaba la espalda, Juan mantenía las embestidas y talvez las aumentaba.

  • No pares, no pares ¡Siiiiii! Que rico Juan …dame más ¡Uffff que rico!- gritaba.

De pronto Juan empezó a eyacular dentro del culo de Rosa, se mantuvo en rato estático, hasta regularizar la respiración. Depués saco la tranca y Rosa la recibió con una mamada para dejarla bien limpia y brillante.

-La verdad es que después de este polvo estoy todavía la mar de cachonda, casi como al principio de la tarde o puede que más. – Dijo Ana - Lástima que se nos está haciendo tarde.

Después descansamos un rato comentando lo bien que lo habíamos pasado todos y mientras tanto nos fuimos vistiendo los cinco. Cuando estuvimos preparados mi madre y Rosa se dieron sendos morreos con Alberto y Juan, cuando por fin acabamos ya salimos por la puerta y nosotros tres nos fuimos mientras Alberto y Juan se quedaban poniendo un poco de orden en su pisito.

Ya en el coche les dije:

-Habéis estado magníficas, chicas. Yo he disfrutado una barbaridad con vosotras y creo que Alberto y Juan no lo han hecho menos. No me lo hubiera pasado mejor otras mujeres en el mundo. Ha sido la mejor tarde de sexo de mi vida. Bueno, hasta ahora...

-¿De verdad, sobrino? ¿Te lo has pasado bien? – Pregunto Rosa -

Me ha encantado tía Rosa.

  • Pues, bueno si os apetece podemos montar otra sesión, incluso mejor que la de hoy – Dijo Ana.