Las jovencitas, también son infieles

Fortuito encuentro con una jóven despechada por las aficiones de su novio, que me llevo a...

Hay momentos en la vida en que pueden surgir las situaciones más extrañas que uno pueda imaginar. Quizá esas situaciones visionándolas en una película, podríamos pensar que son normales a la vista de los galanes y heroínas que las protagonizan, que incluso al levantarse con una resaca de mil demonios da gozo verlos; es como si acabasen de salir de la peluquería tras un relajante hidromasaje y toda una sesión de maquillaje y peluquería.

Pero a las personas normales por lo general esto no les sucede: obviamente la mayoría, tampoco tenemos la "percha" de dichos galanes y heroínas. En mi caso, si una noche bebo más de la cuenta, trasnocho y no duermo las horas reglamentarias exigidas por mi organismo, al día siguiente soy lo más parecido a un zombi. Y no necesariamente he de tener una juerga con mucho alcohol, sexo y rock and roll para encontrarme así, ya que ese no es precisamente mi estilo de vida. Me sucede periódicamente, cuando en momentos puntuales y por culpa de mi trabajo, me veo obligado a soportar auténticas maratones laborales en las que apenas salgo del despacho para dormir no más allá de tres o cuatro horas diarias a lo largo de varios días consecutivos.

Esto que les narraré a continuación, me sucedió hace unos meses, en la pasada primavera. Tras sucesivas y largas jornadas de trabajo de dieciséis a dieciocho horas diarias durante toda la semana, me encontraba totalmente agotado aquel viernes. Eran poco menos de la media noche. Los ojos se me cerraban lentamente ante la pantalla del ordenador debido al cansancio y al sueño, siéndome poco menos que imposible el poder coordinar mis movimientos y ni entender lo más mínimo de los documentos que estaba estudiando. Por si esto fuera poco, desde el medio día no había probado bocado, engañando constantemente al estómago a base de tomar café y de comer caramelos.

En un acto de lucidez y cordura, cerré el ordenador y me marché de allí para ir en busca de mi coche e irme a casa. No podía más. Mientras caminaba en busca del vehículo, de un mesón salió un agradable olor a comida que entró por mi nariz excitando mi pituitaria y mi cerebro. Como un autómata, franqueé la puerta accediendo al interior del mismo. Estaba abarrotado de gente joven, mucho más joven que yo (tengo 48 años recién cumplidos), tomando "tapas" y todo tipo de bebidas. Sorteando al personal y con frecuentes roces, algunos sumamente placenteros, logré ubicarme en un reducido espacio de la barra sentándome en una banqueta alta y donde un diligente camarero me sirvió presto las viandas y bebidas encomendadas para saciar la demanda de alimentos del estómago y dejar de escuchar y sentir sus gruñidos y retorcijones.

Satisfecha la gula del momento, y acompañando el cigarrillo que encendí con un "carajillo" (café con un buen chorro de brandy) que terminó de despejarme, me distraje observando la juvenil fauna que me rodeaba. No me había percatado hasta la fecha de cómo salían los viernes por la noche las chiquillas y no tan chiquillas, enfundadas en sus escuetas ropas y "decoradas" con las pinturas de guerra para llevar a cabo sus safaris particulares a la caza de "machos" para satisfacer, entiendo yo, su propia libido y ego de "devoradoras de hombres". Minifaldas de vértigo dejando a la vista mucho más de lo que pretendían cubrir; largas, torneadas y espectaculares piernas por doquier; pantalones ajustadísimos que les marcaba de forma clara minúsculos tangas y a más de una los labios de sus oprimidas vulvas; blusas transparentes que casi hubiese dado lo mismo que no llevasen nada; tops y camisetas ajustadas a los cuerpos como una segunda piel que marcaban las apetitosas formas de los pechos de forma nítida y precisa; o escotes que mostraban generosamente la suntuosidad de aquellos pechos más voluptuosos marcando los característicos canalillos que tanto excitan a la mayor parte del personal masculino, sin olvidar esto que tan de moda está de ir mostrando sus tripitas lisas y sedosas, con los típicos "piercings" umbilicales y sus "tatuajes" triviales justo allí donde la espalda pierde su nombre. Ante tan inusual espectáculo de bellas muchachas que apenas habían salido de la adolescencia me había olvidado del cansancio y mi lívido, desaparecida desde hacía unas cuantas semanas, se estaba poniendo a tono. Mi pene, solo utilizado para las más puras necesidades fisiológicas en los últimos tiempos, empezaba a reclamar su propio desahogo y ganas de ejercer en su faceta reproductora y de placer, mostrándose en esos instantes algo más que "morcillona" y comenzando a oprimir con cierta insolencia las costuras del pantalón.

Sentí una mano que recorrió suavemente el interior de mi muslo izquierdo desde la rodilla hasta mi entrepierna rozando levemente mis atributos, los cuales dieron un respingo de agradecimiento, quedando esa mano rozando el exterior de mi muslo de forma descarada con su dorso. Mis ojos siguieron lentamente mirando de forma ascendente el brazo, llegando al hombro desnudo, cubierto parcialmente por un sedoso y brillante pelo castaño con reflejos cobrizos, que era el marco ideal para un rostro, diría yo que perfecto. Ojos pulcramente maquillados que resaltaba el verde esmeralda de sus iris, una nariz chata y ligeramente respingona bajo la cual se enmarcaban unos labios perfectamente perfilados, no excesivamente grandes, pero sí carnosos y lujuriosamente brillantes, que mantenía entreabiertos sensualmente dejando ver la perfecta hilera de perlas blancas que eran sus dientes. Su mirada tan erótica y sensual como perversa, se desvió hacia mi entrepierna donde la mantuvo unos instantes. Al levantar nuevamente su mirada en busca de la mía, apareció entre sus labios una rosada y húmeda lengua que los recorrió íntegramente un par de veces, mientras su rostro adquiría una expresión de lujuria propia de una actriz porno en pleno lance sexual.

Me permití de forma descarada y quizá un tanto arrogante por mi parte, recorrer su anatomía con la vista. Uno setenta de altura, unos pechos perfectos, totalmente proporcionados a su físico, turgentes y erectos, coronados por unos deliciosos pezones que sobresalían desafiantes a través de la leve y elástica tela del corto top que los cubría. La tersa y suave piel de su tripita totalmente al aire, con una leve curvita propia de las jovencitas que dan un toque de sensualidad a su cuerpo. Continuaba su falda. No, una minifalda. Pero muy corta. Justo cubría su respingón y bien formado culo. Piernas maravillosas, como en pocas mujeres he podido apreciar, dignas de una modelo de pasarela. La "maldita", con sus miradas y su cuerpazo me la estaba poniendo dura a base de bien. Cuando terminé de deleitarme mirándola con total descaro, su mirada era interrogante a través de su sonrisa, como preguntando, ¿Estoy buena? Le respondí con un gesto por mi parte de admiración y aprobación acompañado con una leve afirmación con un sutil movimiento de mi cabeza.

La jovencita, se mostraba sumamente descarada y perversa con sus movimientos, miradas e insinuaciones. Lo mejor del caso se daba por estar acompañada por otras dos parejas y por su "semental", el típico "guapito de cara", posiblemente "hijo de papá" al que se le consiente y se le dan todos los caprichos del mundo y jamás sabe apreciar todo aquello que posee o tiene al alcance de la mano.

Estiró su brazo para depositar su copa en la barra, dejando sus pechos más tiempo del estrictamente necesario a escasos centímetros de mis ojos, pudiendo apreciarlos casi en vivo por ser la tela de su top ligeramente transparente. Dios mío, de buena gana me la hubiese comido allí mismo.

Algo le dijo su chico y se enzarzaron en un morreo lascivo a más no poder. Se las arreglo para girar a su pareja y quedar ella frente a mí dejando a su pareja de espaldas y sin dejar de besarse en ningún momento. Su provocadora mirada me estaba desnudando, sus ojos me hablaban de lujuria, de pasión, de vicio...

Volvieron a su posición origina y de forma automática, su mano volvió a posarse en mi muslo, muy cerca de la entrepierna. Su novio volvió a besarla. Ella volvió a buscar una nueva posición para que nadie pudiese ver sus fechorías. Me atrapó con su mano los genitales, me los acarició y apretó con deleite mientras duró su escarceo con su chico. Yo no podía más. Mis genitales comenzaban a dolerme por el tremendo calentón que estaba cogiendo. Mi mente empezaba a perder la compostura y las buenas maneras y de forma descarada metí mi mano bajo su minifalda, directa en busca de su coño. Por lo que puede apreciar ella estaba cuando menos igual que yo. Llevaba el mini tanga clavado entre los hinchados labios vaginales que a duras penas podía contener los flujos que emanaban de aquella gruta. Realmente estaba cachonda la niña, ya que abrió sus piernas para recibir con total plenitud mi caricia.

¿Nos vamos? - Dijo su chico.

Sí, tenemos que despedir a Luis, antes de que se haga más tarde – Contestó alguien de su grupo de amigos y amigas.

Al escuchar estos comentarios, mi mano y la suya volvieron a estar a la vista de todo el mundo. Yo llevaba los dedos empapados de sus flujos y disimuladamente me los aproximé a la nariz y aproveché para catar su sabor... delicioso, tanto el sabor como su olor a hembra en celo. Sus feromonas me estaban excitando como hacía muchísimo tiempo no lo estaba.

Comenzaron a caminar entre el gentío en busca de la salida. Ella se giró en busca de mi mirada y obviamente la encontró. Me lanzó un disimulado beso con sus sensuales labios y al mismo tiempo me izó una no menos disimulada señal con su mano invitándome a que la siguiera.

Me dio un fuerte latido el corazón y mis venas se inundaron de adrenalina al apreciar su invitación. Dejé sobre la barra un billete de 20 euros y le hice una señal al camarero de ello, lanzándome atropelladamente tras los pasos de aquel torbellino de niña / mujer que me había seducido en unos pocos e intensos minutos entre un tumulto de gente y ante sus novio y amigos.

El fresco de la noche me abofeteó la cara al alcanzar la calle. Con la mirada la busqué entre los transeúntes y por allí pululaban y la localicé con facilidad caminando con un seductor movimiento de caderas producido por el sensual movimiento de sus bien torneadas y largas piernas. Era una delicia y un regalo para la vista, ver el vaivén en su minifalda al compás del movimiento de sus caderas.

Paró su grupo ante un espectacular deportivo de color amarillo, que pronto deduje debía ser de su chico. Ella miró en mi dirección, me sonrió como una tigresa en celo y me hizo una leve y disimulada señal indicándome que esperara. Obedecí al instante y me puse a mirar el escaparate de una óptica, mirando de reojo sin perderla de vista ni un instante. Tras diez largos minutos de despedida, su "novio" subió al deportivo no sin antes propinarle a la niña un morreo al tiempo que la abrazaba y zarandeaba como si de una muñeca se tratase.

Finalmente el vehículo se puso a rodar y en pocos instantes desapareció entre el tráfico de la ciudad. Ella movió varias veces su cabeza en forma negativa, y besó a todos y cada uno de sus amigos y amigas, quienes comenzaron a caminar en dirección opuesta a la que me encontraba, mientras esa preciosidad de niña / mujer, con un felino caminar, con una lasciva sonrisa en sus labios y expresión tremendamente lujuriosa en su rostro, se dirigía con paso firme y seguro hacia donde yo me encontraba.

Se detuvo a mi lado mirando el escaparate del establecimiento que me había servido de refugio y de atalaya hasta ese momento. Me llegó el aroma de su perfume. Fresco, juvenil, muy femenino y sumamente embriagador. Creo que era "Addict", de Christian Dior. Sin lugar a dudas era perfecto para ella.

¿Tienes el coche cerca? – Me interrogó.

Sí, aquí mismo, a la vuelta de la próxima esquina.

Te sigo.

Comencé a caminar hacia mi vehículo. Por el rabillo del ojo podía ver perfectamente sus zapatos de fino tacón y sus preciosas pantorrillas que me seguían un paso atrás, a escasa distancia.

Llegamos al coche. Desbloqueé el cierre con el mando a distancia, y abrí la puerta del acompañante para facilitarle el acceso. Al sentarse me mostró perfecta y generosamente todo aquello que a duras penas ocultaba su faldita sin hacer nada para evitarlo. Rodee el vehículo y subí en el puesto de conducción.

No me preguntes nada, ni nombre ni nada personal – Sentenció

Muy bien, como quieras, ¿Dónde te apetece ir o qué quieres que hagamos? – Le pregunté

A un sitio tranquilo, donde nadie nos vea ni nos moleste para que me folles hasta que uno de los dos quede totalmente agotado.

Tus deseos son órdenes para mí. No tengo preservativos... buscaré una farmacia de guardia para comprar una caja. – Le respondí tratando de ocultar mi ansiedad y extrañeza ante los hechos que estaban acaeciendo en la última hora y sin terminar de creer la situación en la que me veía sumido.

Por mi parte no es necesario que los compres. No creo que seas un putero ni un promiscuo. Tienes toda la pinta de ser un responsable y fiel padre de familia que se ha olvidado del sexo porque su mujer sabe donde lo tiene porque mea cada día. Sois los mejores follando... aguantáis un montón sin correros y tenéis una imaginación que los tíos de mi edad son incapaces de concebir. Perdona que sea tan clara, no soy ninguna borde, pero quiero dejar las cosas claras. Esto no es la primera vez que lo hago y creo que conozco bastante bien a los tíos en general. Podrás descubrir pronto que me gusta el sexo y pasarlo bien, sin intercambio de teléfonos, sin mensajitos tontos, sin ningún tipo de compromisos ni obligaciones por parte de ningunos de los dos. Echamos un buen polvo y mañana ni tú me conoces a mí ni yo te conozco a ti. ¿entendido?. Además, me gusta follar sin condón. Para follar con una goma ya tengo un consolador en mi habitación. – Me dijo con total convicción y seguridad en sus palabras.

Por mi parte todo ha quedado perfectamente claro.

Arranca y vamos a un hotel ya... estoy muy excitada.

Bien... allá vamos.

Sin mayor dilación, me vi inmerso en el tráfico de la ciudad, buscando mentalmente el hotel más próximo. Durante los escasamente en ocho o diez minutos que duró el trayecto escogido no cruzamos una sola palabra, aunque notaba sus ojos recorriendo mi silueta casi constantemente. Cuando estaba estacionando en el amplio aparcamiento del un pequeño hotel a las afueras de la ciudad, fue cuando me deleité paseando mi vista por todo su cuerpo deteniéndola finalmente en su rostro, impresionándome sobremanera la cara de viciosa que tenía, digna de la más profesional actriz porno. Me dirigí a recepción y en unos instantes formalicé la inscripción, solicitando nos llevasen una botella de cava "brut nature" y un par de copas a la habitación en tanto salía a buscar a mi bella damisela, que había preferido esperar en el coche.

Saliendo nuevamente al estacionamiento y al llegar a mi vehículo, abrí la puerta del copiloto mostrándole la llave de nuestra habitación, recibiéndome ella con una felina sonrisa. Al abrir sus piernas para salir del vehículo, me mostró generosamente su pubis, primorosamente recortado su vello y con sus brillantes e hinchados labios vaginales a causa de su excitación y abundante lubricación que le producía estar tan excitada. De su tanga ni rastro. Se había desprendido de él mientras fui a contratar la habitación. Lástima, me hubiese encantado quitárselo con la boca, a mordisco limpio.

Tomándonos de la mano, nos dirigimos apresuradamente a la entrada del hotel y de allí hacia la habitación que nos asignaron. Caminamos muy rápidos por los largos y enmoquetados pasillos sin cruzar una sola palabra entre nosotros, sin mirarnos siquiera. Mi corazón latía muy rápido. Mi libido estaba por las nubes. Desde mi primera vez, nunca más volví a sentirme así de emocionado hasta esos momentos.

Finalmente llegamos a la habitación y apresuradamente abrí la puerta. Me situé a un lado de la misma para darle acceso como buen caballero a ese yogurcito que me acompañaba. Al mirarla, me quedé totalmente perplejo, ya que el top lo llevaba en su mano mostrando sus desafiantes, duros, turgentes y excitados pechos sin ningún tipo de pudor ni rubor. Al pasar a mi lado, ladeó su cabeza alcanzando mis labios con los suyos y fundiéndonos en un beso tremendamente tórrido y húmedo, al tiempo que con su mano me atrapaba de la entrepierna, obligándome a entrar a la habitación y cerrando la puerta con un golpe de su pié.

De forma impetuosa y rápida comenzó a despojarme de mi ropa. Llevaba totalmente la iniciativa y la situación no me disgustaba en absoluto, así que opté por dejarla hacer y yo comportarme sencillamente como un "hombre objeto" de usar y tirar.

En pocos instantes estaba totalmente desnudo y ella continuaba con su minifalda y sus zapatos con tacón de aguja. No sé de dónde sacó un diminuto teléfono móvil que depositó en una de las mesitas de noche. A continuación me hizo sentar en la cama situándose entre mis piernas, se arrodilló sobre la suave moqueta de la habitación y sin dejar de mirarme a los ojos con la lujuriosa expresión de su bello rostro, comenzó a lamer mi pene reiteradamente, hasta que de un solo golpe, lo engulló hasta lo más profundo de sus garganta, manteniéndose en esa posición durante unos deliciosos segundos, en los que notaba en mi glande los movimientos que hacía con su garganta y que me estaban llevando al séptimo cielo.

Continuó con la fantástica mamada que me estaba propinando, con movimiento suaves unas veces, bruscos y profundos otros, que me estaba llevando al clímax a una velocidad vertiginosa. Cuando la avisé de mi pronta eyaculación, volvió a engullir totalmente mi miembro viril comenzando nuevamente con sus movimientos faringe que me llevaron de forma irremediable a uno orgasmos más brutales que he tenido en mi vida, pudiendo apreciar como esa joven y experta devoradora de miembros viriles, deglutía mis fluidos totalmente sin desperdiciar ni una sola gota de mi abundante corrida.

Se levantó e inmediatamente se subió a horcajadas sobre mí, lanzándose a devorar mi boca como una posesa, mordiéndome suavemente los labios jugando con su lengua con mis labios, con mis dientes y con mi lengua. Era una auténtica diosa y un prodigio erótico con tan húmeda y sensual lengua. Aproveché su posición para acariciarle los pechos. Eran divinos, deliciosamente suaves, aterciopelados, duros y reaccionaban a mis caricias de forma clara y rotunda, al excitarse sus pezones con un crecimiento rápido y contundente.

A pesar de mi reciente clímax, notaba los fuertes latidos de mi corazón en la polla, pues seguían el mismo ritmo, el mismo martilleo. A cada latido de mi miembro, se producía un leve contacto con su vulva, produciéndome una placentera sensación. Mi erección no desfallecía. Increíble pero cierto.

Ella me empujó suavemente haciendo que cayera de espaldas sobre la cama, sujetándome los brazos por las muñecas y quedando sentada sobre mi virilidad, ahora en húmero contacto a lo largo de sus labios vaginales.

Necesito cada viernes, cada sábado y cada domingo mi ración de leche en mi boca, en mi coño y en mi culo. Le advertí al "cornudo" de mi novio que tendría mis raciones estuviese él o no estuviese. Y el muy gilipollas se larga a Jerez con su primo y con su hermano a ver las carreras de motos. – Dijo con total seguridad y convencimiento sin apartar sus ojos de los míos. – Solo espero que no desfallezcas a mitad de sesión y me dejes a medias como él hace habitualmente...

Espero poder cumplir tus...

Te aseguro que las cumplirás – Me interrumpió, al tiempo que tomando mi cetro lo embocó en la entrada de su cueva dejándose caer casi con violencia penetrándose al tiempo que lanzaba un agónico grito de placer.

Comenzó unos suaves movimientos circulares que en pocos segundos me estaban llevando al séptimo cielo y que ella, por la expresión en su cara, lo estaba disfrutando de lo lindo. Continuó con el mismo suave y cadencioso movimiento al tiempo que, con total nitidez podía apreciar las contracciones de sus músculos vaginales y como sus flujos hacía a cada segundo más placentera y gratificante la penetración.

Por mi parte, aproveché para amasar sus pechos, turgentes y duros, jugando con sus pezones, que estaban duros como bolas de acero y disfrutando de cada instante de los placeres que esa muchacha me estaba proporcionando. Realmente sabía moverse y sabía como dar el máximo placer a un hombre, sin olvidar obviamente de disfrutar ella misma de esos maravillosos placeres compartidos.

Decidí tomar la iniciativa, y de paso durante unos segundos "recuperarme", ya que de haber continuado en la misma posición, me hubiese corrido nuevamente sin remedio, pues esa vampiresa que me sedujo sin tan siquiera dirigirme una palabra, con sus expertos movimientos me hubiese llevado al clímax nuevamente de forma irremediable en pocos instantes.

Decidí quitarle la minifalda, pues dicha prenda la tenía enrollada en su cintura, arrojándola sobre la mesita de noche donde había dejado su "móvil". Finalmente pude contemplarla en todo su esplendor tendida sobre la cama, totalmente desnuda, con su suave melena extendida como rayos solares en contraste con el blanco de las sábanas. Su pubis perfectamente recortado en forma de un pequeño triángulo equilátero invertido, como si de una flecha se tratara indicando la exacta ubicación de su gruta de placer. Durante unos instantes me quedé extasiado contemplando la lozana belleza de esa niña con cuerpo de mujer. Abrí sus piernas suavemente y comencé a saborear su tersa piel desde el nacimiento de sus pechos hasta enterrar mi cara entre sus piernas, aspirando los sutiles aromas de mujer que fluían de su vulva. Sus labios vaginales, totalmente abiertos y abundantemente lubricados con sus propios flujos, eran una invitación a ser devorados. Mis papilas gustativas conocía ya su sabor suave y dulzón pero ahora me deleitaba saboreándolos directamente del manantial, mientras ella realizaba movimientos de cadera en busca de un mayor placer, al tiempo que sus hipidos y exclamaciones, denotaban que estaba lo obteniendo de los incesantes y rápidos lametones que mi lengua le estaba propinando. Entre suspiros de placer, escuché a lo lejos un incesante y monótono zumbido.

Hola cabronazo – Dijo a modo de contestación al responder la llamada de su móvil ¿Dónde crees que me encuentro?... Sí claro, estoy en la cama... No, en mi casa no... Estoy en la cama de un hotel, abierta de piernas y un "madurito" muy interesante me está haciendo la mejor comida de coño de toda mi vida... Sí, tiene experiencia, una buena polla y me está matando de gusto... ¿no me crees?... ¿Quieres hablar con el hombre que te está haciendo un carnudo y un autentico cabrón?... Eres un cabrón y un hijo de puta... ¿no me crees?, pues espera, te paso con él par que te lo creas...

Haciéndome interrumpir mi labor bucal, me tendió el móvil y afirmando con su cabeza me pasó para hablar con su "novio".

¿Sí?

Joder, pues es verdad que la muy puta está con un tío... oye ¿de verdad que estáis follando?

A follar no hemos empezado aún... de momento me ha hecho una de las mejores mamadas de mi vida y nos has pillado cuando se estaba a punto de correr en mi boca con la comida de coño que le estaba haciendo. – Le contesté con un tono en mi voz un tanto molesto por su inoportuna interrupción.

No me lo creo, tío... Vamos, no me jodas... ¿Cómo son sus bragas? – me pregunto con un cierto temblor en sus palabras.

No lo sé, porque cuando llegamos al hotel no llevaba, pero de todas formas te diré que el "mesón" donde os estabas despidiendo junto a vuestros amigos, no llevaba bragas, llevaba un tanga... Y muy mojado, por cierto...

Hijo de puta, es verdad...

Por cierto el pubis lo lleva primorosamente recortadito y las "babitas" de su chochito, son vainilla pura...

Mira tío, esa zorra me las va a pagar en cuanto vuelva de mi viaje... como hay Dios que me las va a pagar... Y a ti, porque no sé quien eres y no te conozco por la voz, pero si te tuviera delante te daba de ostias hasta hacerte una cara nueva, hijo de puta,

Una sucesión de pitidos cortos en el aparato me indicó que había cortado la comunicación. Ella, con una expresión de satisfacción en su cara, me quitó el teléfono y lo tiró sobre la mesita de noche.

Sigue con lo que estabas haciendo, me estabas matando de placer y me quiero correr en tu boca. – Me requirió.

Con mucho gusto.

Continué con mi labor y en pocos instantes, nuevamente ella estaba suspirando y gimoteando de placer, sin parar de mover su pelvis. Apoyé mis codos sobre la cama y las palmas de las manos en sus glúteos y dejándola en esa posición, tenía acceso a su ano, el cual al recibir los primeros lengüetazos, aprecié sus espasmos de agradecimiento por tan húmeda caricia.

No pares... No pares... - Me decía.

Cuando alcanzó el clímax, pasados unos minutos, sus piernas oprimieron con violencia mi cabeza y sus manos se aferraron a mis cabellos con fuerza, mientras mis labios aprisionaban su excitadísimo clítoris, tratando de alargar al máximo su explosión de placer, que fue acompañado por un gutural y largo "Dioooooos"... Unos instantes más tarde, ya más relajada tras su orgasmo, pero aún insatisfechos sus deseos sexuales, me dijo:

Me has hecho la mejor comida de coño de toda mi vida... Y veo que no te has quedado satisfecho con mi mamada...

¿Por qué lo dices?

Por tu polla... la tienes mirando al techo sin perder su dureza ni un ápice - Contestó al tiempo que la tomaba con su mano y empezaba a masturbarme.

Espera, no sigas así o no podré cumplir con tus "deseos". ¿te apetece una copa de "brut"?... a mí sí.

Sí, creo que es el momento apropiado de saborear una copita antes de continuar

Me levanté de la cama donde yacíamos y escancié el cava (Anna de Codorniu Reserva Familia) en la dos copas que siguiendo mis instrucciones y previo pago, eso sí, había llevado algún botones a la habitación antes de nuestra llegada. Le entregué una copa a esa Diosa del placer, que en tanto yo llenaba las copas, había procedido a sentarse a un lado de la cama. Hicimos chocar nuestras copas con un leve tintineo del cristal, degustando seguidamente con sumo placer tan exquisito y burbujeante vino, que al mismo tiempo que apagaba nuestra sed nos desinhibía más aún en nuestra pasión.

Lléname la copa por favor... quiero hacer una cosa. – Me dijo con una maliciosa sonrisa en sus bellos y sensuales labios.

Te gusta el cava, ¿verdad?

Casi tanto como el sexo. – Sentenció al tiempo que su copa quedaba nuevamente llena.

Sin darme tiempo tan siquiera a que dejara la botella en la cubitera, tomó un sorbo del burbujeante líquido y sin dilación tomó mi pene introduciéndoselo en la boca... ¡¡Por todos los cielos, es una de las sensaciones más sublimes que un hombre puede sentir...!! la calidez de una boca, en contraste con el frío líquido y las burbujas actuando en el glande es algo totalmente incomparable y difícilmente explicable... Puedo asegurar que me faltó muy poco para volver a eyacular en su boca. Durante unos deliciosos instantes pude disfrutar de tan sutil placer, consiguiendo que mi erección se tornase mucho más consistente e intensa de lo que era hasta ese momento. Sin lugar a dudas esta chiquilla ha realizado algún Master en técnicas sexuales avanzadas en la "Universidad de Afrodita". No sin cierta desazón por mi parte, extraje mi ariete de tan placentera cueva con el firme propósito de hace mía de una vez por todas a esa maravillosa niña-mujer. Permaneció sentada en el borde de la cama con sus pies apoyados en la suave moqueta que cubría la totalidad del suelo de la habitación y yo me hinqué de rodillas entre sus piernas, tomando con mis manos su cara nos fundimos en un apasionado beso, en el que nuestras lenguas entablaron una singular lucha y ávida exploración de nuestras cavidades bucales, que tenía un agradable regusto al cava que acabábamos de tomar.

Nuestras manos tampoco estaban quietas... las mías pronto se apoderaron de sus pechos, amasándolos con delicadeza y jugando con sus empitonados pezones, mientras las suyas sin la más mínima pérdida de tiempo, comenzaron a juguetear con mi erecto pene y sin olvidarse de los testículos, que acariciaba sutilmente con sus larga y cuidadas uñas, produciéndome un sinfín de placenteras sensaciones. En mi deseo de iniciar la penetración de su vagina, comencé un suave y cadencioso movimiento pélvico en busca de la entrada a tan prometedora cueva de placer. Interpretó a la perfección mis insinuaciones y comenzó a frotar el glande a lo largo de sus labios vaginales, que se encontraban totalmente encharcados de sus flujos, haciendo especial énfasis en los roces con su clítoris.

Cuando ella lo consideró oportuno, embocó mi ariete en su lubricada entrada vaginal en la que, con suaves movimientos pélvicos inicié una muy poco profunda penetración en la que solamente le dejaba ir el glande. Durante un par de minutos continué con esa mínima penetración y con una cadencia muy lenta que me estaba proporcionando auténticas oleadas de placer, logrando al mismo tiempo que la excitación y el deseo en ella se fuese acumulando en cada movimiento...

Métela entera cabronazo, me vas a hacer correr sin tenerla dentro. – Me gritó

¿No te gusta así? Le pregunté.

Me matas de gusto, pero la quiero toda dentro, por favor

Espera...

No me hagas estooo... métemela - Rogaba al tiempo que, materialmente, nos devorábamos la boca, quedando finos hilos salivares de tan húmedos besos que nos estábamos propinando.

A la vista de la proximidad de su orgasmo y obedeciendo sus súplicas, de un solo empellón clavé mi virilidad hasta lo más profundo de su vagina, arrancándole un sonoro y prolongado grito de placer, al tiempo que unos fuertes espasmos recorrieron todo su cuerpo causa del tremendo orgasmo que disfrutó y que quedó plasmado en una cascada de sus flujos que salieron de sus entrañas por el profundo bombeó al que la estaba sometiendo, que quedaron depositados en sendas manchas de humedad tanto en las sábanas como en la moqueta del suelo.

En ningún momento bajé la cadencia ni la profundidad en la penetración. La mantuve largo rato, ya que mi posición me era cómoda al tiempo que me permitía aplicar mucha fuerza en la misma, y por tanto podía aguantar en tanto no llegase a mi clímax. Ella, entre jadeos, ahogados gritos e hipidos, y debido a sus sucesivos y consecutivos orgasmos, cada pocos instantes sufría notorios espasmos y convulsiones en todo su cuerpo y en sus músculos vaginales en particular, ya que al contraerse, oprimían con suma fuerza mi invasor miembro, transmitiéndome las más placenteras sensaciones.

No podría calcular con exactitud el tiempo que estuvimos en esa posición ni cuanto duró tan fantástico polvazo. Sí que diré que fue uno de los polvos más largos, intensos y satisfactorios de mi vida. Cuando finalmente exploté en su interior, la fuerza con la que salió mi semen, así como la cantidad del mismo me sorprendió a mí mismo. No menos de 6 ó 7 potentes latigazos deposité en lo más profundo de tan placentero agujero. Ella no fue menos a la hora de recibir intensos placeres sexuales, ya que a lo largo de todo el acto, cada dos ó tres minutos aproximadamente, sus espasmos, y contracciones vaginales me indicaron a la perfección que lo disfrutó tanto como yo.

Nos tendimos en el lecho, dejándonos caer totalmente exhaustos para que nuestros cuerpos pudiesen asimilar el placer recibido, nuestro ritmo cardíaco y nuestras agitadas respiraciones se normalizasen.

Eres una maravilla en la cama, el sueño de cualquier hombre. Ha sido uno de los mejores polvos que he tenido en mi vida. ´- Le dije con total sinceridad.

Gracias, Tú tampoco eres manco. ¿puedo confesarte una cosa?

Si no es personal...

Es la segunda vez en mi vida que he tenido más de un orgasmo en una sola penetración. Hoy he perdido la cuenta a partir del tercero. He tenido sensaciones multi orgásmicas increíbles... no lo podía creer, de verdad.

¿Cuándo fue la primera vez que tuviste más de un orgasmo?... si me lo quieres decir, vamos.

Sí, no me importa. Fue cuando cumplí los dieciséis. Me tiré a mi cuñado. Me hizo ese "regalo". Y yo a él, ya que le entregué mi virginidad... Fue sensacional. Tuve tres maravillosos orgasmos. Pero sinceramente tú lo has superado con creces.

¿Te apetece otra copa de "cava?

Sí por favor, estoy seca. ¿Y tú, qué tal con tu mujer?

Acordamos que nada de temas personales... pero bueno, no me importa... de follar, muy poco... bueno, en realidad últimamente follo con ella justo el doble... Antes nada y... ahora nada de nada- Le contesté en tono jocoso y burlón. Sufrió un atragantamiento al no poder contener su risa y tener su boca llena de cava, que hizo que saliese totalmente espolvorizado de su boca, yendo a parar a mi pecho y estómago.

Eres un bandido - Me dijo al tiempo que me lanzaba una almohada de forma juguetona, mientras yo soltaba una sonora carcajada por la comicidad del momento.

En esos momentos nos encontrábamos sumamente relajados, sumidos en el placer de la compañía y yo diría que siendo cómplices en nuestra conversación, en la que mezclábamos temas cada vez los temas personales y confesiones íntimas, rompiendo el pacto verbal acordado. Me confesó que cada vez que su novio se marchaba a un circuito a ver las carreras de motos, ella se "ligaba a un madurito interesante y de buen ver para follar" (fueron sus palabras textuales). También que de vez en cuando se tiraba a su cuñado, quien en los últimos tiempos metía unos "terribles gatillazos", por sus problemas con el alcohol y sus problemas conyugales.... Tras una hora conversando y cuando menos lo esperaba dijo:

Houston, tenemos un problema... al cohete, se le ha gastado la gasolina y está totalmente espachurrado, jajajajaja... – Al tiempo que tomaba con su mano mi flácido pene.

Sí que tenemos un problema, sí, jajajaja - Reí con ganas su irónico comentario.

¿Cómo podemos solucionar este problemilla? - Preguntó de forma insinuante y perturbadora - Quizá ¿Así? - Y me propinaba un sensual lametón en mi flácido pene - Tal vez sea mejor así... – Comenzando a pasar sus uñas suavemente por el glande, consiguiendo que empezara a tomar voluntad propia mi pedacito de "chistorra" que en esos momentos era. - Está muy malita, tengo que hacerle la respiración boca a boca - Dicho esto y sin ningún esfuerzo engulló la totalidad de mi pene en su boca, masajeándome suavemente los testículos con las uñas, provocándome escalofríos de placer. Haciendo un anillo con sus dedos índice y pulgar, tomó mi miembro por su nacimiento y al mismo tiempo que el escroto y abriendo al máximo su mandíbula y no sin cierto esfuerzo, logró introducir en su boca la totalidad del pene y los testículos, al tiempo que sus preciosos ojos verde esmeralda se clavaron en los míos. Como causa de su lujuriosa y perturbadora mirada y ver la totalidad de mi aparato genital perdido en el interior de su ahora deformada boca, consiguió que mi pene en cuestión de segundos, creciera desmesuradamente como si en su interior llevase un resorte. Pude apreciar en esos instantes, como mi pene era alojado a lo largo de su estrecha faringe, aguantando las arcadas que sin duda le llegaron y dejándola durante unos instantes sin poder llevar oxígeno a sus pulmones. Cuando ya no pudo continuar aguantando la respiración y sin desviar ni un solo instante su lujuriosa mirada de la mía, sacó de su boca toda la carne que tenía alojada, efectuando una fuerte inspiración para llenar de aire fresco sus pulmones.

Tomé su cara con ambas manos con cariño y suavidad tirando de ella hacia mí, dejando caer su cuerpo a lo largo del mío y fundiéndonos en un beso sensual, húmero, profundo, muy largo... Era mi forma de agradecerle los enormes placeres que me estaba proporcionando esa maravillosa e inolvidable noche. Continuamos un buen rato besándonos y frotando nuestros cuerpos uno contra otro.

Me falta como mínimo una ración de tu leche.

Estoy preparado

¿Cómo quieres hacérmelo?

No pienses en eso, deja que surja el momento ¿vale?

Me gusta tener sexo contigo...

Y a mi también... eres una hermosa mujer que sabe como complacer a un hombre

No digas cursiladas y follarme el culo de una vez...

Ten paciencia princesita... ten paciencia.

Seguimos besándonos cada ver más lascivamente, y con un forzado movimiento por mi parte, logré invertir nuestras posiciones, dejándola a ella bajo mi cuerpo. Prácticamente si separar nuestros labios, tomé una almohada y busqué colocarla bajo sus glúteos, dejando sus dos agujeros en una posición más cómoda para ser penetrados. Me incorporé levemente y pasé mis brazos bajo sus piernas, elevando las plantas de sus pies hasta dejarlos apoyados en mis hombros. Ahora sí que tenía sus agujeros en una muy buena posición y a la altura apropiada para poder iniciar tan singular asalto.

Comencé deslizado mi pene a lo largo de sus labios vaginales, percatándome de que su vagina no se encontraba tan lubricada como al principio... Realmente la "parada" para conversar y conocernos, había hecho "efecto". Continué con ese movimiento durante dos o tres minutos, constatando que nuevamente estaba alcanzando unos buenos niveles de excitación, y que su túnel en esos momentos estaba lo suficientemente lubricado para que no hubiese el más mínimo atisbo de dolor para ninguno de los dos. Inicié nuevamente mi típica "penetración poco profunda y lenta", ya que me consta que a la mayoría de las mujeres con las que he estado les produce un alto grado de calentura y tremendas ganas de ser penetradas en profundidad, facilitando por tanto una abundante secreción de flujos.

Nuevamente, me estaba deleitando de sus hipidos, suspiros y placenteros quejidos, amén del disfrute personal por tan sensacionales fricciones sexuales. Pretendía que alcanzara un orgasmo y que los líquidos producidos por su vagina, me sirviesen como lubricante para acceder a su estrecho orificio trasero y la penetración fuese lo más suave e indolora posible. Estaba sumamente tranquilo, ya que tras dos abundantes eyaculaciones por mi parte, éste tercer asalto podría ser sumamente largo y placentero... Continué con la penetración corta y poco profunda pero con una variante, ya que cada quince o veinte golpes cortos y con un fuerte golpe de cadera, intercalaba una penetración muy fuerte y profunda, con la que conseguía arrancarle fuertes y agónicos gritos de placer.

Mis propósitos se vieron gratamente cumplidos al comprobar que tuvo unos fuertes espasmos en todo su cuerpo y que sus músculos vaginales tuvieron tal contracción que en mis acometidas tenía la impresión de estar forzando la virginidad de una doncella, al tiempo que destilaba gran cantidad de líquidos, que se deslizaban hacia su ano, aprovechándolos para iniciar unas suaves caricias y conatos de penetración en su agujero posterior, el cual tenía leves contracciones por los últimos estertores de su reciente orgasmo.

Su ano comenzó a aceptar de buen grado mis cada vez más deseadas intenciones de penetrarlo, dilatándose con relativa rapidez en cada una de mis acometidas. Los suspiros y apasionados gemido guturales que salían de sus garganta me indicaban que lo estaba disfrutando y mucho, animándome a cada segundo que pasaba a realizar una poco más de fuerza que la vez anterior, hasta que finalmente la propia relajación muscular de mi bella amante, la lubricación obtenida y la excitación del momento, hicieron que mi glande entrase delicadamente en su ano, le arrancó un estallido de placer acompañado de un sonoro grito que debió escucharse en todo el hotel.

Sigue, métela entera... estoy a punto de correrme... métemela toda

Comencé a empujar hacia su interior sin cejar en el empeño, hasta que mi pubis se aplastó totalmente contra sus nalgas impidiéndome continuar. Se comenzaron a contraer sus músculos anales acompañados por unos temblores por todo su cuerpo que denotaba sin lugar a dudas que había alcanzado el clímax nuevamente, al tiempo que un fuerte y cálido chorro, no se bien si de orina o de fluidos vaginales, impactó violentamente contra mi vientre, por debajo del ombligo.

Sus quejidos y suspiros de placer, comenzaron a subir de volumen e intensidad, convirtiéndose en gritos y casi diría alaridos de placer, conforme mi ritmo se fue acelerando y ganando en fuerza e ímpetu, llegando un momento en el cual perdí casi la compostura y comencé a darle fuertes manotazo en sus glúteos que me eran correspondidos con frases como

Así, así... más fuerte... dame más fuerte...

Yo no sabía si quería que mis zurras fueran más fuertes, o por el contrario deberían ser las acometidas con mi ariete, empujando con todo mi ímpetu hasta lo más profundo de sus entrañas... Tomé la decisión salomónica de incrementar la fuerza en ambos sentidos...

Así, así... más fuerte... dame más fuerte... –Continuaba gritando - Cabrón, no me podré sentar en un mes... más fuerte... más...

Un nuevo y formidable orgasmo la hizo estremecer intensamente durante unos segundos, quedando sin respiración, con sus ojos abiertos totalmente, mientras clavaba las unas con inusitada fuerza en la sábanas, al tiempo que de su vulva salía un surtidor de líquidos que nuevamente impactó con violencia en mi bajo vientre. Realmente esta damisela era multi orgásmica o por el contrario, los fingía muy bien. Los dos estábamos sudando a base de bien. Nuestros cuerpos estaban perlados de finas gotas y de mi frente no cesaban de caer gruesas gota de sudor que impactaban sobre sus pechos, sin que ello me incitara en bajar el fuerte ritmo que estaba imprimiendo en esos instantes. Ella, un poco más relajada tras su intenso orgasmo me siguió alentando

Mátame... mátame de gusto... dame más... no pares...

Aprovechando su relativa relajación, decidí bajar el ritmo, un poco para intentar recuperar el resuello, por otro lado para intentar que ese maravillo polvo que estaba metiendo, se alargarse en el tiempo todo lo posible y finalmente para intentar buscar una posición más cómoda para ambos, ya que llevábamos en esa posición mucho rato y mis brazos comenzaba a resentirse del esfuerzo. Salí de su interior y le sugerí

Ponte como una perrita, a cuatro patas

¡Me encanta esa posición! - Contestó con alegría, procediendo a colocarse en la posición que le había indicado de forma sumisa. Mi polla estaba totalmente limpia, sin resto alguno de excrementos. Era realmente limpia y pulcra y eso me gustó de ella.

Pude contemplar su ano, totalmente dilatado y abierto, aproximadamente del diámetro de mi polla. No pude reprimir la tentación, y me dediqué durante un par de minutos a saborear los flujos de su vagina, y a tratar de acarrearlos a su ano, que poco a poco se había cerrado casi en su totalidad.

Estoy muy mojada ya, vuelve a follarme el culo que me quiero correr otra vez con tu polla en mis tripas.

Eres una viciosa de mucho cuidado.

Dilo de una vez, di que soy una puta... lo estás deseando, te estás reprimiendo de decir lo que piensas puto cabrón. Di que soy una puta y una guarra. – Me increpó con sus palabras, a las que contesté con dos fuertes zurras en sus glúteos, que ya estaban enrojecidos por la acción de mis manos unos minutos antes. Me encanta que me trates así - Fueron sus palabras tras los dos fuertes azotes... ¿Tenía tendencias masoquistas?... pronto lo averiguaré, ya que sus palabras daban la sensación de estar invitándome a comprobarlo.

Uní los cinco dedos de mi mano derecha y comencé a realizar una penetración vaginal, realizando al mismo tiempo movimientos rotatorios de muñeca en busca de conseguir introducir todo lo que pudiera en su vagina. Su respuesta fue inmediata. Primero con nuevos gritos de placer y casi de forma automática, comenzó a mover su cuerpo hacia atrás con el fin de conseguir el mismo propósito que yo, obtener la máxima penetración

¡Relaja los músculos del coño, puta¡ - Le ordené, con dureza y decisión – Relaja los músculos que te voy a meter la mano entera en tu coño... cuado termine contigo podrá follarte una caballo.

¡¡¡Siiiiiiiiiiiiiii!!! – Exclamó como una posesa, con un grito emitido desde lo más profundo de su ser.

De forma imprevista, echó su cuerpo hacia atrás con brusquedad al mismo tiempo que yo empujaba mi mano hacia ella, produciéndose como resultado la introducción total de mi mano en su interior, quedando ensartada en su vagina hasta mi muñeca. Ambos nos quedamos totalmente quietos durante unos segundos por la sorpresa que nos produjo.

¡Diooooooss, que gustooooo! – Exclamó con los dientes totalmente encajados. – Nunca me han hecho estos y me gusta, me gusta muchooo

¿Sigo?

Siiii, machácame el coño con tu brazo

Con sumo cuidado, fui doblando los dedos poco a poco, hasta quedar formado el puño. Los movimientos que realizaba en su interior, eran acompañados por los sonidos producidos con los flujos alojados en su interior. Una vez tuve el puño formado en su interior, comencé un movimiento suave de vaivén, cada vez más profundo, cada vez más intenso. Calculo que unos veintidós centímetros de mi brazo, incluido el puño, quedaban alojados en su interior. La elasticidad de esa joven vagina era fantástica, ya que mi antebrazo a esa altura, tiene unos veinte centímetro de circunferencia. Viendo y sintiendo aquella brutal penetración que le estaba haciendo a esa muchacha, mi pene estaba como jamás lo había visto... llevaba una sesión de sexo increíble, había eyaculado dos veces y sin embargo estaba casi amoratado de la excitación que llevaba. Tenía que hacer que se corriera lo antes posible, porque en caso contrario, solo con sus gritos, sus exclamaciones sus frases arengándome para darle más fuerte, y con lo que estaba haciendo, terminaría por eyacular sin remedio y entonces dudo mucho que hubiese podido terminar llenando su culo con mi leche, que era la meta propuesta.

Mi tesón para "matarla de placer", se vio compensado en poco rato. Mi mano, enterrada dentro de su gruta vaginal, sintió perfectamente el encharcamiento que se produjo en su interior en el momento de llegar al clímax.... Un clímax brutal, que la hizo caer de bruces sobre la cama, quedando casi sin conocimiento, y con unas fuertes y notorias convulsiones en todo su cuerpo.

Unos cinco minutos más tarde ella estaba totalmente relajada y satisfecha. O eso creía yo.

Eres el mejor amante que he tenido en mi vida. El mejor y con mucha diferencia. Ni te comparo con el carnudo de mi novio... mi ex, porque después de hoy no creo que quiera volver, Solo te has corrido dos veces, una en mi boca y otra en mi coño. Ahora me falta tu leche en mi culo... Eso fue lo pactado ¿no?... pero déjame descansar diez minutos... solo diez minutos. – dijo al tiempo que se le cerraban los ojos y quedaba dormida.

Me acosté a su lado, tratando de relajarme también y para asimilar esa noche de desenfreno sexual que estaba teniendo con una total desconocida, de la que no sabía ni tan siquiera su nombre, pero que era una belleza de mujer y casi diría que una ninfómana capaz de destrozar a varios hombre en una sola sesión. El cansancio acumulado que venía soportando de los últimos días y el producido por esa sesión de sexo, comenzó a aflorar nuevamente y a hacer mella en mi cuerpo. Me quedé dormido y no puedo concretar si dormí una hora o dos días... Comencé a recobrar la consciencia cuando oleadas de placer provenientes de mi pene comenzaron a ascender hasta mi cerebro, con un despertar maravillosamente agradable.

Ya hemos dormido bastante... mi culito quiere leche, ya.

Diciendo esto y de forma provocativa, se colocó a gatas sobre el lecho y con insinuantes movimientos de cu culito, me invitó a continuar la juerga. Mi pene estaba a punto, totalmente erecto gracias a la felación que me había proporcionado.

Sin mediar palabra, me coloqué en posición, apliqué un poco de mi propia saliva en su ano y de un solo empujón se la clavé hasta el fondo, comenzando a bombear de forma pausada y tranquila. Poco a poco ella fue incrementando de nuevo los jadeos, los grititos y los quejidos de placer, al tiempo que paulatinamente yo también fue incrementando el ritmo de la penetración, llegando pronto a ese punto de pasión desenfrenada, que acompañaba con sonoras palmadas en sus glúteos. Su cabeza estaba apoyada en la almohada, sus brazos en ángulo con las manos cerca de cu cabeza, estrujando materialmente el almohadón con inusitada fuerza. En cada embestida que le propinaba, mi pubis producía un chasquido contra su culo.

En esos momentos, sucedió algo con lo que no contábamos ninguno de los dos en absoluto. El zumbido de su móvil indicaba que tenía una nueva llamada. Malditos móviles, los odio. Ella sin variar su posición y sin reprimir lo más mínimo sus expresiones de place, extendió la mano tomando el inoportuno aparato comprobando la llamada. Pulsó dos veces la tecla verde de "contestar", dejando conectado el altavoz y lo dejó caer sobre la cama, a su lado.

Nerea... contéstame, joder... – Pudimos escuchar la voz de su novio por el altavoz del teléfono móvil.

Diooooss, que bien me follas... – Decía ella con una voz entrecortada y llena de placer. - Sigue... más fuerte... Quero tu leche en mi culo...

¡La hija de puta está follando con el tío ese!... ¿qué no?... pues escuchad sus gemidos... - Comentaba su novio con sus acompañantes - Ostia, es verdad, menuda puta está hecha. – Contestaban éstos. – Vaya zorra que está hecha... joder me la está poniendo dura con sus gritos.

El hecho de percatarse que su novio, el hermano de éste y el primo de ambos estaban escuchando perfectamente sus gemidos y mis bufidos de placer, hizo que nuestro comportamiento fuera más salvaje aún. Comencé a azotarle el culo sin compasión y con dureza, arrancando de su garganta unos gemidos increíblemente profundos de placer.

Nerea, hija de puta, dime algo, ostias... – Se escuchaba por el altavoz del teléfono

Aaaaaahh, que gustazo Dios... sigue, más fuerte - Gemía Nerea entre convulsiones de placer, gritando como una posesa.

Joder, no aguanto más me voy a correr... Dios que paja más rica - Pude escuchar por el teléfono móvil, aunque no era la voz de su novio y se oía más lejana. ¡¡Los muy cabrones se estaban pajeando a nuestra costa!!.

Aaaaaaahhh me corro,.. me corroooooo. – Gritó ella al tiempo que le descargaba una fuerte palmada en su glúteo.

Hijos puta, me estáis llenando el puto coche de vuestra leche... – Escuchábamos que decía su novio a través móvil. – Joder tío, pues tú no te quedas atrás, parece que no has follado en un mes jajajajaja – Contestó otra voz, también a través del aparato.

Mis bufidos y sacudidas, me estaban indicando que llegaba de forma irremediable al punto sin retorno... Nerea, sufría unos fuertes espasmos producto de su inenarrable orgasmo... al otro lado del teléfono, se escuchaban también bufidos y gemidos que denotaba que también sus pajas fueron sumamente disfrutadas y placenteras... Mi orgasmo llegó con inusitada violencia y de mi garganta salió un grito que acompañó toda mi corrida... Nerea, aún disfrutando los últimos estertores de su orgasmo, tomó el móvil, no sin esfuerzo y con voz entrecortada le dijo a su novio

Kico, los polvos que me ha metido ésta noche tu corneador, no me los pegarás tu en tu puta vida. Eres un maricón de mierda. Olvídate de mí para siempre.

Nerea, oye...

Nerea cortó la comunicación sin dejar al tal Kico terminar la frase. Quedamos tendidos en el lecho sin mediar palabra alguna, buscando un merecido descanso tras una buena maratón sexual.

Abrí los ojos tratando de ubicar donde me encontraba en esos momentos, ya que estaba totalmente desorientado. Sí, ya recuerdo. Nerea estaba dormida, tumbada boca abajo. Me levanté de la cama y me serví la última copa de cava que bebí con avidez. Eran las 6:25 de la mañana. Entré en la ducha y dejé que el agua golpeara con fuerza mi cuerpo Me tenía que marchar a casa... Debía pensar la excusa por llegar a esas horas. Salí de la ducha

¿Me llevas a casa?

¡Buenos días princesa!, Sí, cuando quieras.

Me ducharé en casa. Quiero respirar tu aroma un poco más. - Dijo al tiempo que comenzaba a buscar las dos únicas prendas de vestir que trajo puestas. – Cuando quieras.

Salimos del hotel y nos dirigimos a nuestro coche. El fresco de la madrugada erizó su piel y se acurrucó contra mí. Me indicó su domicilio y me puse en marcha. Apenas había tráfico a esas horas y pronto estábamos ante la puerta de su casa.

Ha sido el mejor sexo que he tenido en mi vida. Gracias. – Me dijo al tiempo que me besaba en la comisura de los labios.

Gracias a ti princesa. Has hecho realidad el sueño de cualquier hombre de 47 años: Que una preciosa jovencita como tú, nos haga vibrar en la cama.

Si nos encontramos alguna otra vez... ¿Querrás repetir?

Me encantaría repetir cada día...

Eso no es lo pactado... pero contigo no me importaría.

Salió del vehículo y accedió al portal de su casa, desapareciendo en breves instantes tras la puerta del ascensor. Solo conocía su nombre, Nerea. Y ahora también sabía donde vivía.