Las infidelidades de Emma

Emma empieza a cambiar de vida cuando le ofrecen un nuevo puesto de trabajo.

En este relato voy a hablar de la historia de Emma una mujer casada que empieza a cambiar su vida cuando retoma su vida profesional y empieza a conocer gente que le hace replantearse su vida tal y como ha sido hasta ese momento.


Habla Emma


Me llamo Emma, tengo 40 años, vivo en Madrid, en las afueras en un chalet normalito con algo de jardín y hasta una piscina, estoy casada con un dermatólogo desde hace unos 10 años aproximadamente y tenemos dos hijas pequeñas.

Mido 1.6m, todo mi cuerpo es completamente natural, pelo castaño no muy largo, tetas algo pequeñas, peso unos 55 kg y un culo normalito, no hago deporte, pero procuro comer bien, no fumo y con jugar con las niñas, ya hago lo suficiente como para mantenerme a nivel físico.

Con mis padres me llevo bien, aunque no los vea demasiado porque viven ya jubilados en Málaga, en una de las ciudades de la Costa del Sol, tranquilos y solo vamos unas cuantas veces al año, en puentes y vacaciones a verlos y a disfrutar de las playas.

Durante unos años trabajé en un bufete de abogados especializado en derecho penal, pero lo dejé un poco aparcado cuando empecé a ser madre, me volqué al principio en las niñas y cuando ya empezaron a ir a guardería y colegio, dedicaba mi tiempo a trabajar desde mi casa en temas de bolsa (Porque estudié Derecho y Economía), y en estudiar Psicología a distancia porque siempre había querido ser psicóloga.

Un día, al ir a recoger a las niñas al colegio, una de las madres que también iba a recoger a su hija me habló de un puesto vacante en su empresa y me ofreció la posibilidad de realizar una entrevista con su jefa y ver si tenía alguna posibilidad; el puesto era de jornada completa, pero si lo conseguía iba a tener la vida asegurada sin pasarlo nada mal. (Esta mujer vivía en uno de los mejores chalets de la urbanización a pesar de que no tenía pareja conocida y era madre soltera, aparte de tener varios coches de lujo).

Guadalupe, la mujer que me habló del puesto de trabajo, me dijo que me llamaría cuando supiera la hora de la entrevista y me pasaría la ubicación.

Un par de días después me llamó Guadalupe y me confirmó que la entrevista iba a tener lugar al día siguiente en una oficina del Paseo de la Castellana, Guadalupe me pidió que fuera lo más elegante posible porque era un sitio de alto nivel. (Ella siempre iba muy elegante, maquillada y perfecta).

Decidí ir a la peluquería y pedí también que me depilasen por lo que pudiera pasar, me fui también de compras y me compré un traje de chaqueta, quizás algo tradicional, pero con la idea de dar la mejor impresión posible.

Llegó el día de la entrevista, me duché y me arreglé cuando regresé de dejar a las niñas en el colegio y me fui en un taxi al lugar de la entrevista para evitar tener que buscar sitio para aparcar y no perderme por Madrid.

Guadalupe me estaba ya esperando cuando llegué a la oficina, situada en un edificio muy bonito próximo al Bernabéu, me tuve que identificar a la entrada y subimos Guadalupe y yo en el ascensor hasta una de las últimas plantas, llegamos a la oficina, con vistas a casi todo Madrid.

Tuve que esperar unos minutos a que Ingrid, la entrevistadora y dueña de la empresa se desocupara, pero cuando se abrió la puerta del lujoso despacho y salieron Ingrid y un hombre bastante guapo y todo trajeado y elegante, que se despidió de Ingrid con algo de prisa y un beso en la boca, Ingrid me dijo que era mi turno.

Ingrid tendría apenas 30 años, pero era especialmente llamativa, sobre todo por la delantera, esas tetas operadas me impedían mirar sus ojos de lo grandes que eran, su culo, enfundado en una falda de cuero era magnífico también, porno hablar de su melena pelirroja, incluso las pecas de su cara eran llamativas.

Pasamos a su despacho, Ingrid me invitó a tomar un café y ella se tomó otro, se notaba que era simpática, aunque exigente, pero me gustaba.

Ingrid me estuvo explicando las funciones que tendría en la empresa, desde operaciones de bolsa y tener que estar atenta a movimientos de mercado y tratar con inversores, pasando por temas de inmobiliaria e incluso algo de RRHH al ser psicóloga, por último, Ingrid me contó que en su empresa valoraban especialmente la imagen física por lo que aparte de tener que ir siempre con falda y arreglada, tendría que empezar a cuidarme y a hacer deporte, me dio la dirección de un gimnasio al que tendría que ir cada mañana antes de empezar la jornada a hacer, al menos, 1 hora de deporte entre semana.

Ingrid me dijo que nos veríamos el lunes, me pidió que disfrutara del fin de semana y que cargara pilas, porque el lunes empezaba mi nueva vida.

Nada más salir y por recomendación de Ingrid, fui directamente al gimnasio a inscribirme, por suerte el gimnasio estaba a pocos metros de la oficina por lo que podría dejar el coche en la oficina, ir al gimnasio y ducharme para luego empezar ya a trabajar.

En el gimnasio ya estaban avisados de que iba a acudir porque me preguntaron mi nombre antes de que me presentara yo, me hicieron la ficha y me dijeron que me esperaban el lunes a las 07:00 para comenzar mi entrenamiento.

Salí a la calle, fui caminando hacia una tienda de ropa deportiva y me empecé a equipar para poder hacer deporte el lunes porque en el gimnasio me lo habían pedido, me compré algún pantalón corto, camisetas y un par de zapatillas deportivas.

Regresé a mi casa con las bolsas en un taxi que tomé en la calle, pasé el resto del día con normalidad, cuando ya por la noche mi marido volvió tras pasar el día trabajando, le di la gran noticia, que no se tomó mal pero tampoco celebró especialmente, aunque sí que accedió a que fuéramos al día siguiente a comer por ahí en familia para celebrar.

El sábado fuimos a comer y por la noche follamos, pero casi como hacíamos cada sábado, la llama seguía encendida pero quizás no con tanta pasión como antes, ya casi empezaba a ser algo automático que hacíamos porque estábamos casados y era el deber conyugal.

El domingo lo pasamos comiendo en casa de Guadalupe, porque nos invitó para que también las niñas pudieran jugar juntas un rato; la casa de Guadalupe, por dentro era espectacular, toda de diseño, con muebles caros y armarios llenos de ropa y estanterías llenas de libros.

Yo pensaba que Guadalupe estaba soltera, pero me llevé la sorpresa de que tenía una relación con Raquel, una mujer muy joven (25 años más o menos) femenina pero bastante tímida, que me dio la impresión de que parecía que quería estar en otro sitio trabajando o haciendo otras cosas que estar en sociedad y disfrutando con amig@s.

El domingo pasó sin más y llegó el lunes, el despertador sonó muy temprano, casi con hora y media de adelanto a lo que había sido normal hasta entonces entre semana (05:30 ese día frente a las 07:00 de antes), me levanté como pude, pero con energía, me di una ducha rápida y me vestí con uno de los conjuntos deportivos que me había comprado, agarré la bolsa con la ropa de oficina para cambiarme después y me fui en otro taxi hasta el gimnasio.


En el gimnasio no había demasiada gente, se notaba que era caro por lo bien decorado que estaba, la recepcionista me presentó a Pilar, una mujer con cuerpo de culturista lleno de músculos, morena de pelo largo, tetas naturales tampoco muy grandes y no demasiado femenina pero simpática, aunque con pinta de que me iba a hacer sufrir.

Pilar me estuvo enseñando el gimnasio y comenzamos con un suave calentamiento para pasar después a usar alguna de las máquinas que había, en la sala prácticamente estábamos solas salvo por un par de entrenadoras más con sus respectivas entrenadas sufriendo.

El tiempo entrenando con Pilar se me pasó muy rápido, acabé algo cansada, pero podía moverme, que era lo importante, fui a la ducha tras despedirme de Pilar hasta el día siguiente, me di una rápida ducha y me cambié para ir a la oficina, me puse una falda negra y una blusa con chaqueta y unos zapatos con algo de tacón, y salí disparada a la oficina, pues tenía que estar antes de las 09:00.

Antes de entrar en la oficina pude tomar un café en un bar que había entre el gimnasio y la oficina.

Cuando llegué a la oficina, la recepcionista me enseñó mi puesto de trabajo, un despacho bastante grande y con buenas vistas en el que incluso había ya una placa con mi nombre; el despacho estaba equipado con una mesa, silla de oficina y ordenador nuevo.

Estaba empezando a configurar el ordenador cuando sonó el teléfono fijo que estaba sobre la mesa, la llamada era de Ingrid que quería verme en su despacho para darme la bienvenida oficial y también darme el primer encargo.

Localicé el despacho de Ingrid, llamé a la puerta y ahí fue donde vi a Francisco por primera vez, era el mismo hombre que había visto con Ingrid el día de la entrevista, de nuevo iba todo trajeado, Ingrid también estaba impecable, más escotada que el día de la entrevista porque llevaba un corsé que casi dejaba ver sus grandes tetas.

Ingrid me presentó a Francisco y me dijo que iba a tener que trabajar con él, codo con codo, en un proyecto inmobiliario que se iba a desarrollar a las afueras de Madrid; también aprovechó para darme un móvil de empresa y las claves para entrar al garaje de la empresa y poder dejar allí mi coche (O eso pensaba yo), pero no, porque también me dio las llaves de un coche nuevo de renting que estaba aparcado en la que iba a ser mi plaza de parking; solo pude ver que se trataba de un Volkswagen por el logotipo en la llave pero no adiviné el modelo.

Cuando salimos del despacho de Ingrid, bajamos al garaje, localicé la plaza de garaje y vi un flamante Touareg ahí aparcado que se abrió cuando le di con la llave.

Francisco me propuso que fuéramos a desayunar algo y a dar una vuelta con el coche para estrenarlo y así aprovechábamos para conocernos un poquito puesto que íbamos a tener que trabajar juntos.

Yo no lo dudé porque estaba deseando estrenar el coche, así que fuimos en él hasta un centro comercial cercano a la oficina, aparqué en el parking y fuimos a una de las cafeterías a desayunar y a charlar.

Francisco me contó que también estaba casado, aunque su mujer y él apenas se veían porque ella trabajaba como cirujana en un hospital y estaba siempre de guardia u ocupada trabajando, así que Francisco se la pasaba en solitario la mayor parte del tiempo que no estaba trabajando y se sentía un poco solo, pese a tener apenas 32 años.

Movida por la curiosidad, le pregunté por el beso que se había dado con Ingrid el día de la entrevista, Francisco bajó la cabeza, un poco avergonzado y me pidió que no le dijera nada a nadie de lo que me iba a contar.

Francisco me explicó que Ingrid era su Ama, aparte de ser también su cuñada porque la hermana de Ingrid era la mujer de Francisco (La cirujana adicta al trabajo).

A Francisco le gustaba ser sometido por las mujeres, sobre todo a nivel económico, pagando los caprichos de una mujer, pero sin follar y sin ninguna recompensa sexual, de hecho, él apenas si había follado a lo largo de su vida en un par de ocasiones y con su mujer, y no había acabado de funcionar la cosa.

Me sorprendió un poco lo que me dijo Francisco, pero lo siguiente lo hizo aún más, porque Francisco me dijo que tenía la orden de Ingrid de que, a partir de ese momento, me pagara a mí todos mis caprichos, me llevara de cena, me comprara ropa, en fin, lo que quisiera, el dinero no iba a ser problema; solo ponía la condición de que no íbamos a follar.

Le pregunté a Francisco lo que ocurriría si yo me negaba, pues no sabía lo que iba a pensar mi marido si me pillaba o si se lo contaba, e iba a ser algo difícil de ocultar.

Francisco me respondió que mi negativa tendría graves consecuencias para él, ya que quería cumplir un sueño que Ingrid le había prometido, y si no lo lograba, ese sueño se iría al traste; le pregunté por el sueño que quería cumplir y me respondió que lo sabría en su momento.

Me decidí a aceptar porque vi que Francisco suplicaba mucho con la mirada, al fin y al cabo, yo también iba a salir beneficiada de lo que Francisco me regalase.

Aprovechamos la visita al centro comercial para hacer algunas compras, me compré varios vestidos, botas y hasta algún abrigo y Francisco pagó con su tarjeta.

Regresamos a la oficina y fuimos hasta el despacho de Francisco, pasamos la tarde trabajando en el proyecto que nos había pedido Ingrid y acabamos la jornada en torno a las 20:30.

Yo me despedí de Francisco en el parking, él se fue en su coche, un Audi A4 algo viejo, y yo en mi flamante Touareg nuevo.

Cuando llegué a casa mi marido se sorprendió al verme con las bolsas, con el coche de empresa y con tanta ropa nueva, pero no me pidió explicaciones, se encerró en su despacho a leer revistas de cosas médicas como hacía a menudo y ya.

Tras acostar a las niñas, me preparé algo de cena y me puse a ver un poco la TV, cuando recibí una llamada de Ingrid, estuvimos un rato hablando de cómo había ido mi primer día en la oficina y de mi relación con Francisco; Ingrid solo me pidió que pensara en los lujos que iba a querer tener y que se los pidiera a Francisco sin preocuparme por el precio.

Me fui a dormir en torno a las 23:15, mi marido tardó bastante en llegar a la cama porque se quedó leyendo como casi siempre.