Las humedas experiencias de un parado vicioso (1)
En este relato os contaré la húmeda experiencia que tuve la suerte de vivir hace unos días.
Me gustaría compartir contigo una experiencia que me ocurrió hace unos días.
Antes de comenzar debo decirte que tengo treinta y siete años, soy culto y muy leído pero por desgracia no follo todo lo que querría. No vallás a pensar que soy un adefesio horrible, nada de eso, la cosa es que estoy casado y tengo dos niños, gemelos, de dos años y medio. Todo aquel que sea padre, sabrá de que estoy hablando. Debido a esto y a que últimamente me he quedado en paro, paso mucho tiempo solo ya que, por suerte, mi mujer trabaja y los peques están en la guardería. Así que para matar ese tiempo me masturbo a menudo. Y mucho. He probado muchas técnicas y he estado acudiendo a lugares de los que un día, si te interesa, tal vez te cuente algo.
La experiencia que me gustaría contarte es, como te dije, lo que me ocurrió hace unos días. Estaba sólo en casa, ya había llevado a los pequeños a la guardería y había regresado a casa con un calentón brutal. En mi iPod tengo un montón de relatos hablados de esos que se pillan por internet y lo había conectado a la radio del coche. Subí las ventanillas y los puse bien alto. Estaba tan caliente de escuchar la voz sensual de la piba que lee los relatos que me tuve que sacar la polla del pantalón. Conduje así todo el camino, con la polla dura y palpitante. Como comprenderás llegué a casa cachondo perdido. Casí no había cerrado la puerta y ya estaba en pelotas. La sensación de conducir con la polla al aire me tenía hiper excitado, así que decidí hacer algo diferente. Cogí una toalla, la puse en el sofá del salón para cubrirlo y puse un video porno en la tele grande. Tengo un disco duro externo lleno de porno, muy variado y de todo tipo de temáticas, pero aquel día tenía ganas de porno de travestis, escogí uno en el que salían unas trans con unos pollones lecheros que me encantaba. Me gustaría decirte que no soy gay, lo que pasa es que tengo mucho, mucho vicio y creo que no le haría ascos a nada.
Pues bien, continúo.
Me senté completamente desnudo, con mi polla dura y huevos depilados. Me gusta tenerlos así, si eres un tío, te lo recomiendo, las pajas son mucho más placenteras cuando te las haces con cremita hidratante. A mi lado puse el portatil con el que estoy escribiendo este relato y al lado de este, el movil. Pulsé el play del disco duro y la pelicula comenzó. Mientras salían los títulos de crédito, me metí en una página de contactos y comencé a buscar teléfonos de tíos para hablar con ellos mientras me pajeaba. A veces doy con alguien que está dispuesto a practicar folleteo telefónico, cosa que me encanta. Las chicas de la tele comenzaban a sobarse y a chuparse las pollas. Los hilos de saliva iban desde la lengua a la polla y los escupitajos humedecían las pollas todas llenas de venas. Eso me flipó. Ni corto ni perezoso me escupí en la mano y aplique la saliva a la punta descapullada de mi polla. Alucinante, si eres un tío y no lo has hecho, estás tardando, de verdad. Si eres una chica, también tienes que hacerlo, la sensación es indescriptible. Esa humedad cálida es fantástica.
Ya la boca me estaba salivando un montón, mi subconsciente estaba trabajando por su cuenta y ya estaba haciendo que las glándulas salivares fabricaran más saliva espesa. En cuanto tuve mucha saliva en la boca la escupí en un hilo gordo y grumoso sobre mi capullo. El grumo burbujeante de saliva resbaló por la superficie de mi falo y corrí a sujetarlo con la mano. Aquello se estaba convirtiendo en una auténtica guarrada, pero me estaba poniendo como una moto. Mi mano se deslizaba con suavidad muy lentamente arriba y abajo por mi polla y de vez en cuando, abría los dedos para ver los hilos de saliva que se formaban entre ellos. En la tele, una de las chicas comenzaba a encular a la otra después de escupirle un pollo de saliva transparente en el ojete.
En mi boca ya se estaba formando nuevamente una buena cantidad de espesa, cálida y pegajosa saliva. Yo estaba como drogado por el éxtasis. Alguna vez me había escupido la mano para masturbarme, pero nunca tanto. Pero mi subconsciente atacó de nuevo e hizo que los acontecimientos dieran un vuelco extraordinario. En la punta de mi polla apareció una ambarina gota de semen. Era una gota gorda y brillante de aspecto pegajoso y mi mano izquierda se deslizó hasta la punta y la restregó por todo mi mástil. Acto seguido, me descubrí lamiendo aquella mano llena de dulce, dulce saliva y semen. Recogí todos los restos de la mano y los mantuve en la boca haciendo enjuagues con toda la saliva que ya tenía dentro. Las putas transexuales no paraban de gemir y gemir, pegando grititos de placer que me pusieron a mil. Otra gota de lefa, esta mucho más grande, asomó a la punta de la polla, amenazando con resbalar hacia la toalla. Con un dedo me la quité de allí y, como imaginarás, fue derecho a la boca.
Tenía ya mucha saliva en la boca. Puse mi mano izquierda en forma de cuenco y escupí aquella fantástica mezcla que me estaba haciendo pasar tan buen rato. Luego la vertí sobre la punta de mi polla y comenzó a resbalar por el capullo y todo el resto de mi polla y huevos. Aquello era la fiesta de la saliva, yupiii. Con la mano derecha comencé a sobarme los cojones y aproveché para acomodarme y meterme un dedito humedo por el culo. Joder, como gritaban las putas trans, se lo estaban pasando de puta madre. Una de ellas ya se estaba corriendo dentro del culo de la otra. Yo no se cuanto tiempo llevaba yo con mis juegos humedos, pero debía ser un buen rato.
Total, que el dedo del culo me entró de puta madre, estaba ligeramente frío, pero me encantó. Casí tuve un viaje astral, porque juraría que vi mi cuerpo desde fuera, todo despatarrado con la polla llena de saliva que parecía lefa, los cojones depilados goteando, y con un dedo metido en el culo y otro que luchaba por abrirse hueco. Aquella visión me precipitó a un abismo de placer que jamás había sentido e hizo que mi polla saltará por los aires. La lefa salió a borbotones. El primer chorro me dió en la mejilla y el segundo en la barbilla. Uno de ellos fue a parar a mi hombro, otro al cuello y los demás, y de menor intensidad, por los muslos, barriga, etcétera. Aquello era la fiesta de la lefa, yupiii, jajajaja. Mis manos, comenzaron a moverse como si no fueran mías y empezaron a reunir toda aquella lefada. Desde fuera, ví como los hilos de espesa y salada lefa eran recogidos por mis dedos y saboreados por mi lengua. El lefazo de la mejilla bajaba hasta llegar a la comisura de mis labios y en cuanto estuvo a tiro mi lengua salió disparada.
Estuve un rato tirado, no se cuanto, si te digo la verdad. En cuanto recobré plenamente mi sentido, la lefa ya comenzaba a secarse y en la tele una trans derramaba lefa marrón de su culo, supongo que lefa mezclada con caca, no se,la cosa es que la tía se puso a lamerla. Eso me puso burro nuevamente, pero eso te lo cuento otro día.
Mi mujer duerme ahora así que voy a aprovechar para hacerme una rapidita y me acuesto relajadito.
Por favor, si os gustó el relato, dejadme algún comentario en yosoy36@hotmail.es