Las hogueras de San Juan V
Ya saben todos ustedes, como acaban las reconciliaciones, aquí hay una muy movidita.
Desperté al rato, estaba en mi cama y entró mi madre.
Madre. David, el teléfono.
David. Lo cojo aquí arriba, cuelga.
David. ¿ Quién ?.
Jaime. Estoy en el hospital.
David. ¿ Qué haces allí ?.
Jaime. Nada, recógeme.
David. Mira, olvídame.
Jaime. Oye, no vayas a colgar.
David. ¿ Que te crees ?, ¿que voy a hacer lo que tu quieras o algo?.
Jaime. Tío no puedo conducir, necesito que vengas a por mí.
David. Pues te jodes, pasa de mí.
Jaime. Cuando te has ido esta mañana, me he enzarzado en una pelea con mi hermano.
David.¿ En que hospital estás ?.
Jaime. En el de Huércal Overa.
David. Espero que no sea una broma tuya. Voy para allá.
Cuando llegué, madre mía, con lo guapo que es, un pómulo morado, una heridita en el labio y cuatro puntos en la ceja, me hubiera tirado a por él y no se lo que hubiera pasado en la puerta del hospital, que sexy que estaba, al verme, me ofreció una risa picarona, que hubiera derretido la mitad de la Antártida.
David. ¿ Y qué es lo que ocurre que no puedes conducir ?.
Jaime. ¿ Ese es tu buen recibimiento, no merezco algo más ?.
David. No me hables de lo que te mereces, porque aún te vas andando. Sube.
Por el camino, me explicaba lo que había pasado, que lo de su hermano no estaba planeado, que jamás hubiera dejado que me hiciera lo que me hizo y que si no quisiese estar conmigo o le importara, que no se habría peleado con su hermano.
David. ¿ Te llevo a tu casa ?.
Jaime. No al chalet. Mis padres no están.
Al llegar, intentaba bajar del coche, pero estaba dolorido, así que me bajé y le ayudé como pude.
Jaime.¿ No pasas ?.
David. Creo que es mejor que no.
Jaime. Ok, te quedarás en la puerta ¿ no ?.
David. ¿ Por qué ?.
Jaime. No nada.
David. Ok, hasta luego.
Jaime. Adiós.
Me quedé observándolo, como entraba y le costaba un poco de trabajo subir los pocos escalones hasta la puerta. Con los pantalones vaqueros ceñidos, un culo perfecto, su pelo brillaba al sol y una espalda impresionante, ¿ quién se podría resistir a él ?.
David. Será hijo de puta, me ha quitado las llaves del coche.
Cuando subía por los escalones como los fieras, se abrió la puerta de entrada y apareció riéndose.
Jaime. Te dije que pasaras o te quedarías en la puerta.
David. Tengo que irme dame las llaves.
Jaime. Sólo échame la pomada y te dejo ir .De algo me tiene que valer, que seas hijo de médicos.
David. Ok, pero luego seguro me das las llaves, ¿ vale ?.
Jaime se quitó la camiseta y los vaqueros, los dejó en el suelo y quedó solo con los Calvin. Tenía la espalda y los costados enrojecidos, me sorprendí, de cómo podía haber aguantado aquello.
David. Túmbate.
Jaime. ¿Boca arriba o boca abajo?.
David. Boca abajo.
Empecé a echarle primero un spray, y posteriormente extenderle la pomada por encima de los futuros morados, Jaime se quejaba levemente, decía que le refrescaba.
David. ¿ Bueno, me das las llaves ?.
Jaime. ¿ Seguro que te quieres ir ?.
David. Si, ¿ por qué ?.
Jaime. Por que yo no quiero que te vayas.
David. Impídemelo.
Jaime se acerco a mí, y me besó.
Jaime. Te acabo de poner la camiseta pringada. Subamos a la ducha.
Escaleras arriba, Jaime me iba desnudando, me metió en el jacuzzi aún vacio y abrió los grifos, nos besábamos con desesperación, nos inspeccionábamos a fondo, cuando le veía los puntos en la ceja, más cachondo y caliente me ponia.
Se puso de pié y sin ningún miramiento, me tragué toda su polla, ese era mi capullo, se la comía a un buen ritmo, jadeba, yo más esmero ponía en la mamada, sabía que le gustaba, me levanto de los brazos y continuábamos besándonos y pellizcándonos los pezones, Jaime se dirigió a mi pezón , para mordisquearlo, tenia una maestría infernal, me sentó en el borde del jacuzzi y tumbándome, me elevó los pies y dejó mi esfínter al aire, me dio un lametón, que me dejó temblando, otro, otro y me metió un dedo, aun tenía escalofríos.
Se levantó y lo vi, me excitaba mucho su cuerpo lleno de golpes, le daba aspecto de chico malo, y eso me ponía. Se arrodilló y poniendo su glande a la puerta de mi agujero, me dijo relájate, aquello empezaba a hacer presión, era lo que más miedo me daba, hasta que no entraba el capullo, no empezaba a disfrutar, empezó a bombear y me dijo que mi culo estaba echo para su polla, aquello me gustó, y con mis manos cogí sus cachetes y le ayudaba al empuje, uffffffffffff, a veces me falta un poco la respiración, pero lo llevaba bien.
Cambiamos de postura, el se tumbó a bajo y yo cogiendo su polla con mi mano, me la empalé hasta quedar sentado encima de sus huevos, empecé a cabalgarlo, tenía la puerta del baño abierta, se me salieron los ojos, cuando vi a Miguel mirándome, tenía un brazo escayolado y un ojo tapado, aumente la cabalgada y gimiendo aún más fuerte, le hice cara.
Miguel se apretó el paquete, enseñándome la silueta de su polla que reventaba el vaquero, de una forma muy fina y educada, le saqué el dedo central de la mano y le dije jodete. Miré a Jaime y estaba con los ojos cerrados y haciendo unos gestos de placer que me derretían, me dijo que se corría, me la saqué corriendo y me agache, empecé a mamarla y Jaime gemía descontrolado, su leche empezó a saltar en gran abundancia, chorros calientes, que mi boca no alcanzaba a tragarse, Jaime me había cogido la polla y me pajeaba a un ritmo infernal, no tarde en correrme en su mano y este se la llevo a la boca y la lamió.
Su hermano había desaparecido, nos metimos en el jacuzzi, estuvimos un rato, para relajarnos.
Jaime. Vámonos al dormitorio.
David. ¿Para qué?.
Jaime. Para echar un polvo decente.
David. ¿ Pero hay polvos decentes ?.
Cuando lo hagamos te contestarás tu solito.
Nos fuimos desnudos, se tumbó en la cama y me puse encima.
David. ¿ Seguro que no te duele ?.
Jaime. No tranquilo.
Empecé a mordisquearle la oreja, el me acariciaba los cachetes.
Jaime. Si no me estuvieras hincando tu polla en mi estómago, pensaría que eres una tía, no tienes ni un pelo.
David. Calla y no me las nombres.
Le metía la lengua en la boca, empecé a bajar con mi lengua por su cuello, le mordía el cuello, continuaba con mi descenso, llegue a sus tetillas y las lamí y mordisqueé, llegue a su ombligo, donde había un espeso manto de vello, que bajaba hasta su polla, que empezó a bombear sangre, subía y bajaba, hasta que se quedo por completo tiesa, pegué mis labios a su glande y apretándolos, empecé a descapullarla, aquello estaba durísimo, las venas se empezaban a marcar, le daba mordisquitos y a la vez jugaba con su vello púbico, bajé un poco más y me metí uno de sus gordos y grandes huevos en la boca, Jaime se estremeció, me metí el otro y ocurrió lo mismo.
Jaime me puso de lado, cogiéndome una de mis piernas la levanto un poco, le cogí la polla y la apoyé a la entrada de mi culo, empecé a hacer presión y Jaime también, aquello dio un chasquido, pero como recién habíamos echado uno, no dolió, aquella postura me resultaba muy erótica, el vello de su ombligo, chocaba con mi espalda, las embestidas eran frenadas por su pubis, era una máquina de follar, me puso boca abajo y el abrió un poco las piernas y empezó a hacer flexiones, muy rápido, tenía las piernas juntas y aquello iba muy rápido, sus embestidas me partían el culo, echo la cabeza a atrás y sabiendo que se corría, me corrí sin tocarme, notaba los chorritos de semen que salían, fueron pocos pero salían, de restregar mi polla con las sábanas, acabé corriéndome, que sensación más extraña, pero muy placentera, se quedó tumbado encima mía y me mordía el cuello.
Jaime. ¿Por qué no te echas ninguna crema en el chupetón?.
David. ¿ Para qué ?.
Jaime. Me dan celos.
David. Ja, ja, ja, ja.
Jaime. No te rías, no te he hecho ninguno para no meterte en ningún compromiso y fíjate, parece que te da igual.
David. Ok, le echaré un poco de maquillaje y ya.
Le volví a echar el spray y la crema y me despedí de él.
Jaime. ¿ Por qué no vienes esta noche ?.
David. ¿ Es que no has quedado con Miriam ?.
Jaime. No noche nos peleamos, por eso me fui.
Empezó a sonar su teléfono.
Le di un pico y al cerrer la puerta, me encontré atrapado, tenía la puerta a mis espaldas y a Miguel en mi cara.Me acercó su boca a la mía.
Miguel. ¿ Con cual de los dos te quedarías ?.
David. Eso ni se pregunta, ( con mis labios muy cerca de su boca, casi rozándose ), no le llegas a tu hermano a la suela de los zapatos.
Me cogió del brazo, y presionando un poquito y en tono amenazante :
Miguel. Verás como cambias de idea.
David. De ilusiones se vive.
Me subí en el coche y salí dirección al pueblo.