Las hijas del viejo Willy (01)
...por fin tenía a Caroline como siempre la había deseado: desnuda, cachonda y en cuatro, con mi estaca bien adentro. Su coño devoraba por completo mi erecta verga y sus nalgas rebotaban implacables contra mí. Que delicia. La sujetaba con fuerza por su cintura y embestía...
Las hijas del viejo Willy
- Haaa!! Haaa!!! gemía Caroline con el guevo adentro.
Si, por fin, por fin tenía a Caroline como siempre la había deseado: desnuda, cachonda y en cuatro, con mi estaca bien adentro. Su coño devoraba por completo mi erecta verga y sus nalgas rebotaban implacables contra mí. Que delicia. La sujetaba con fuerza por su cintura y embestía su cuerpo con alta velocidad. La excitación mezclada con mi deseo cumplido aceleraba mi eyaculación. Entonces Give me fuel, Give me fire, Give me that which I desire
La canción Fuel de Metallica sonó atronadoramente en mi equipo de sonido, programado para despertarme a las nueve de la mañana.
- Fuck!! era un puto sueño uno muy puto por cierto.
Y la verdad es que siempre he deseado a Caroline, a ella y a su hermana Simone. ¿Qué quienes son? Son las buenorras hijas del viejo Willy, uno de los miembros más antiguos del cuerpo de seguridad de las residencias donde vivo. Diez años atrás yo deseaba a su esposa Carol. Una hembrota latina despampanante por todos lados: tetotas, culote, cinturita, culote y unos labios carnosos perfectos para chupar verga. Hoy en día ella tiene cuarenta años, pero no ha perdido su encanto, sigue siendo lo que mis amigos y yo llamamos una Madura X. y Caroline y Simone tienen veinte y diecinueve añitos respectivamente, y debo acotar que heredaron todas las virtudes de su madre. Del viejo Willy afortunadamente solo tienen su sentido del humor y su picardía, vamos, que el Willy es un viejón negro bastante feo, pero jodedor. Jiji.
Lo que siempre me hacía fantasear con Caroline era su fama de putilla. En los corredores de los edificios de las residencias los panas siempre comentaban esto y aquello, que si la habían visto mamándole la verga al portu, que si se acostaba con el abogado del once, que si hacia pajas en el estacionamiento, etc, etc, pero nada confirmado. Sin embargo, estos cuentos eran suficientes para ponerme a mil e imaginar cualquier cantidad de pornográficas situaciones con ella.
En fin, una vez salido de mi exquisito sueño, procedo a darme un duchazo, el cual acompañé del inevitable pajazo (entiendan que después de un sueño así lo que queda es masturbarse, jiji). Desayuno, me pongo los trapos y listo para la calle. Salgo del apartaco y tomo el ascensor. Cuando el aparato se detiene en el piso cuatro TARAAAAN!!! Entra la diva de mis sueños. La preciosa negrita Caroline con su cabello que le llega a la cintura, vestidita con unas gomas y un conjunto deportivo blanco con rayas negras, de pantalón largo prensado y camisetica destaca senos, todo marca adidas.
Hola Sati me saluda con un beso en la mejilla.
Hola Caroline le digo respondiéndole el saludo y aprovechando de bucearla no te pregunto cómo estas porque es evidente que estas como quieres divina.
Jaja. Pasado! Tu siempre con tus cosas Sati me respondió dándome un golpe en el brazo, a manera de recriminación pero realmente muerta de risa. Al palmearme el brazo notó mis tatuajes en el hombro. Hmmm, siempre me han gustado tus tatuajes, mi chico rock!
Yep, así me llamaba ella siempre mi chico rock, aunque lo de chico le queda corto a un treinton como yo, no me molestaba para nada. Y es que entre ambos siempre habíamos tenido una linda amistad, que comenzó cuando ella era una niña y yo un post adolescente. Ahora de adultos continuábamos de amigos, pero mis deseos primitivos se hacían presente cada vez más y más seguidos.
Al llegar a planta baja nos despedimos, ella iba al gimnasio y yo a entregar unos trabajos de diseños para un cliente. Luego de reuniones y almuerzos y bla bla, llegan las dos de la tarde. Sin nada mejor que hacer me encuentro con el George y como cosa rara, nos vamos de birras en su automóvil. Música, amiguetes, cigarros, rocknroll, jodedera, nos alcanza la media noche y decidimos regresarnos a las residencias. Al llegar, el vigilante que está de turno en la entrada del estacionamiento es el viejo Willy.
EEEpale viejooo grita el George evidentemente entonado de alcohol.
Que se cuenta Willy?? saludo yo, también medio prendido.
Todo bien muchachos contesta el Willy hoy en el turno hasta el amanecer. No tendrán un roncito puro? Está haciendo frío en esta mierda.
Aquí tienes un trago viejo le digo mientras le paso un vaso con ron Como está la familia?
Carol hoy en casa de su hermana que está enferma, y las carajitas arriba en el departamento contesta Willy aceptando el trago durmiendo supongo.
Dale viejo grita el George nos vemos.
George entra a las residencias y estaciona.
Que hacemos? pregunta George prendiendo un cigarro Mas rocknroll?
Si pero no subas mucho el volumen para evitar peos con los vecinos contesto mientras salgo del auto voy a echar una meada.
Déjame llamar al Blanquito para que baje a curdear con nosotros dice George marcando un número en su teléfono.
Me alejo del auto y me acerco a unos árboles que están bastante cerca de los edificios y donde casi no llega la luz eléctrica. Bajo el cierre y saco mi instrumento. Comienzo a orinar silenciosamente. Es entonces cuando escucho unos ruiditos, como unos gemidos ahogados.
Termino de mear, me guardo el guevo dentro del pantalón y afino el oído. Ahí está, unos gemiditos ahogados, se escucha a sexo clandestino, jiji. Camino sigilosamente por uno de los pasillos destechados que se forman entre los edificios de las residencias, siguiendo los sonidos. Y vaya sorpresita que me encontré.
Sentada piernas abiertas y sin pantalones sobre un bidón plástico de basura: Caroline. Aún llevaba puestas la camiseta y las gomas adidas. Un guevón que no conozco le sorbía el coño. Yo observaba la escena detrás de una columna, pero de verdad no tenía mucho espacio para mantenerme oculto. Por la posición en que estaba, Caroline quedaba totalmente de frente a mí, y el tipo que le chupaba la cosota arrodillado dándome la espalda.
La negra de mis sueños estaba disfrutando la mamada de clítorix, tenía la cabeza echada atrás y los ojos cerrados, hacia esfuerzos por no gemir más fuerte. El tipo parece que estaba concentrado en su vaina y ni se movía. Yo no pude evitar sobarme los huevos por sobre la tela del pantalón. Quise regresarme pero la cachondes de la escena me mantuvo allí. Hasta que de pronto ella enderezó la cabeza, abrió los ojos, y me vió.
No puedo negarlo, me impacto que me viera, y hasta me sentí culpable, aunque coño! No era culpa mía que ella estuviera en esas públicamente, o más o menos públicamente. Jiji. Lo cierto es que quedé petrificado con su mirada. Ella también pareció sobresaltarse, tanto que el carajo detuvo la chupada y le preguntó algo que no alcancé a escuchar. Ella no le contesto, solo le tomó la cabeza con la mano y lo obligo a seguir la mamada. El carajo continuó su faena y ella comenzó a gemir nuevamente, sin dejar de mirarme. Gemía y se apretaba uno de los senos con sus manos, se mordisqueba los labios y yo estaba que reventaba, casi que me sacaba el pene y me masturbaba allí mismo.
Sudando y excitado me encontraba cuando se escucha un grito.
- Compadreeee!!! era el George está meando o está cagando?? (risas de fondo)
Del tiro di media vuelta y salí corriendo de vuelta al estacionamiento. No sé si el tipo me vio, de lo que si puedo estar seguro es que escuchó el grito. Cuando llegué al auto me encuentro al George acompañado del Blanquito y otros panas que para que nombrar.
Donde estabas guevón? pregunta el George.
Marico!! Te estabas pajeando o que? preguntó Blanquito mientras me señalaba el bulto que se me había formado entre las piernas.
Maricones!! No me van a creer les digo defendiéndome por allá atrás había una pareja tirando.
Naaaaaa, mierda, mentira, risas; fueron las respuestas de mis borrachos amigos. Tanto insistí que incluso fueron a ver y obviamente no encontraron a nadie, con el grito de George seguramente también habían salido corriendo de allí. A la final, me tuve que aguantar el chalequeo y las burlas de los panas mientras acabábamos las birras y la botella de ron.
Los días siguientes no me conseguí a Caroline, pero era obvio que mis deseos se habían duplicado al confirmar que en parte si eran cierto las cosas que se decían de ella. Había imaginado de cientos de forma cómo sería su reacción al vernos de nuevo, hasta que se presentó la oportunidad. El viejo Willy me abordó una tarde y me pidió que por favor le revisara la computadora de sus hijas. El sabía que yo tenía conocimientos de computación y la pc estaba presentando problemas. Me pidió que subiera a su apartamento, que allí estaba su esposa y me podía atender mientras el continuaba en su trabajo.
Subí como un rayo. Por mi mente pasaban las imágenes eróticas de Caroline con las piernas abiertas. Traté de controlarme para no llegar todo. Al tocar el timbre el hembrón de Carol abrió la puerta. Me saludo y me invitó a pasar. Con cuarenta años encima y esta tipa se sigue viendo cada vez más apetecible, hmmm, jiji. Para mi sorpresa, me dijo que ella iba de salida, que debía hacer no se qué y tal, pero que tranquilo, que pasara a la habitación de las chicas, ellas estaban allí y que les urgía el arreglo de la pc. Dicho y hecho, Carol salió del apartamento cerrando la puerta. Yo caminé por el pasillo de ese sitio que ya conocía de años y me detuve en la puerta de la habitación, la cual estaba abierta.
Hola chicas. Como está todo? salude.
Hola mi chico rock. Como estas tu? preguntó Caroline que estaba recostada en su cama leyendo una revista. Tuve que concentrarme para no hacer notar mi nerviosismo y mi excitación. Caroline estaba vestidita con unos pantaloncillos rosados, bastante cortos y bastante apretados. La camisetica blanca con rayas negras era la misma de aquella lujuriosa noche. Estaba descalza y el color de las uñas de sus preciosos pies le hacían juego con el short.
Simone estaba vestida con sandalias, un pantalón jean largo y una chemise verde clarito, unos lentes de pasta marrón y un moño que le recogía el cabello. Sentada frente al pc, me explicó que se le apagaba la computadora y debía repararla pronto porque tenía que tener unos trabajos listos para la próxima semana.
Debo aclarar que las dos hermanas están buenotas como la madre, solo que Simone es un pelín más recatada que Caroline, y también la más estudiosa y centrada. De allí su preocupación por la computadora.
Simone me cedió el puesto. Me senté y comencé a revisar el sistema operativo y todas las vainas que hace uno usualmente en esos casos. Ella salió del cuarto excusándose, diciendo que estaría en el cuarto de sus padres utilizando la computadora de Carol, ya que debía investigar no sé qué rayos en internet. Así las cosas, por fin estuve a solas con Caroline.
La negra de mis sueños casi al instante se levantó de la cama, iba a buscarme algo de beber. Perplejo y frustrado quedé solo en la habitación. Haciendo un esfuerzo de concentración, revisé la computadora concienzudamente, llegando a la conclusión que lo mejor era desarmarla, sacarle el disco duro, respaldar la información y reinstalar el puto Windows. Cuando me encontraba en esas, Caroline entró a la habitación con un vaso con jugo de naranja, lo colocó sobre una repisa y cerró la puerta a sus espaldas, me miró fijamente.
Qué tienes que decirme? me preguntó tajantemente.
Qué? yo haciéndome el desentendido.
No te hagas el guevón Sati. dijo ella me viste la otra noche. Que tienes que decirme?
Qué quieres que te diga? respondí te ví? Y qué?
Y qué? preguntó Caroline solo eso? No piensas que soy una puta? Que soy una regalada? Eso es lo que dicen tus amigos del edificio.
Mira Caroline. Lo que diga la gente es lo menos importante. respondí y lo que tu hagas con tu vida es asunto tuyo.
Caroline se acerco un poco y colocó su mano sobre mi hombro.
- Aún no me respondes dijo ella. Piensas que soy una puta?
Me giré un poco sobre la silla y la miré descarada y lascivamente de pies a cabeza Pienso que eres una tremenda hembra que disfruta del sexo y antes de que ella dijera nada agregué y no sabes cuánto envidio al guevón ese que te estaba chupando la vagina.
Esta respuesta mía pareció sorprenderla, más no retrocedió. Y es que coño, ya basta de comportarme como un adolescente frente a esta hembra, si ella tiene veinte años yo paso la treintena, y tenía que empezar a tomar el control de la situación.
Entonces te ha gustado preguntó Caroline.
Tú qué crees mamita? le dije al tiempo que le acariciaba las piernas y le miraba atrevidamente los pezones duros bajo la camiseta.
Ya sin mediar palabras, Caroline se sentó sobre mí colocando sus piernas a mi rededor, me abrazó con su manos y acercó su rostro al mío. No esperé más y le estampé un beso de lengua en esos labios divinos, al tiempo que le metía mano por la espalda y las nalgas.
La chispa encendió esta dinamita sexual que existía entre nosotros. Atados por las lenguas, nuestras manos recorrían todas las partes de los cuerpos, haciendo especial énfasis en las íntimas, mientras nuestros sexos se frotaban mutuamente, con evidente desesperación.
Negra rica, siempre me has gustado dije como pude entre besos y mordiscos.
Tu también mi chico rock dijo ella mientras me sobaba el bulto quiero que me lo muestres.
Estas segura? Aquí en tu casa?... tu hermana - por un momento dudé.
Te quiero ver el guevo ahora dijo autoritariamente mientras se separaba de mí y quedaba de rodillas en el piso.
Me levanté enseguida y me desabroché los pantalones. Ella misma me los bajó conjuntamente que con la ropa interior. Mi pene erecto quedó al descubierto como un hasta apuntando al cielo. Caroline se quedó quieta por unos instantes, como hipnotizada mirándome la verga con su boca semi abierta.
Entonces yo terminé de sacarme los pantalones y me acerqué a ella, tanto que el falo le rozaba el rostro. Ella dio un suspiro y lo tomó por la base, acercó sus labios y le dio un tierno beso en la cabeza. Luego comenzó a recorrerlo lentamente con la punta de la lengua, ensalivándolo de arriba abajo. Yo estaba sobre excitado y sentía que la verga me iba a estallar. Mi guevo quería guerra y estaba cansándose de tanto sexo soft. Así que hice que me soltara, y con mis manos la tomé por la cabeza y le empuje el miembro entre sus labios, todo de un lento y profundo embate, hasta que las bolas golpearon su barbilla. Ella se sintió ahogada e intento zafarse. Yo lo saqué un poco hacia atrás para darle respiro, pero enseguida volví a embestir, y me retiré y volví, y así, disimulado, comencé literalmente a cogerle la boca.
Caroline se adaptó rápidamente a mi guevo. Chupaba ruidosamente el tronco que entraba y salía de su boca. su lengua era un jugoso puente sobre el cual el miembro resbalaba repetidas veces. Sus uñas se clavaban en mis nalgas y me indicaban lo excitada que ella estaba. Yo no dejaba de taladrarle la boca, dominándola, rodeando su cabeza con mis manos.
Estaba tan concentrado en disfrutar de aquella rica mamada que olvidé por completo donde estaba. El susto de mi vida cuando se abrió la puerta de la habitación. Simone quedó paralizada al ver a su hermana de rodillas dándome un suckeada.
Pero que coño?? gritó Simone
Hmmm. Está rica esta verga. Quieres probarla? dijo Caroline luego de sacarse el mástil de la boca.
Si serás puta Caroline!! gritó la hermana evidentemente molesta.
Ay no vengas con tus mariqueras y tu falsa moralidad le contesto Caroline a ti también te gusta el sabor de un buen pene, solo que te la das de exquisita y te metes en hoteles. Yo me los tiro donde me apetezca.
La situación era graciosa y excitante. Mientras ellas discutían y se sacaban los trapitos al sol yo continuaba ahí con los pantalones bajados y mi pedazo de carne erecto y al descubierto. Entre las muchas cosas que se dijeron, me enteré que lo de Caroline y el abogado del once si era cierto, que la mamada al portu no, que Simone se había tirado a más de un profesor de la universidad y que además dedicaba largas horas nocturnas a ver porno en internet.
- Es más chica, sabes que tienes todas las de perder conmigo dijo Caroline sujetándome el pene y recostándolo a su mejilla si me quieres ver cabalgando a este macho ponte cómoda, sino, cierra la puerta al salir.
Puta de mierda!! gritó con más fuerza Simone al tiempo que salía de la habitación y cerraba la puerta de un violento portazo.
Menuda bronca se han armado uds dos le dije.
No le pares bola a esa loca dijo Carolina mientras se pasaba mi verga por el rostro ahora lo que quiero es que me hagas feliz.
Claro que sí mamita rica respondí agarrándome el miembro te voy a llenar de felicidad.
La sujeté por los brazos y la hice poner de pie. Luego de un intenso morreo comenzamos a desnudarnos rápida y torpemente, el tipo de torpeza que se da cuando uno está sobreexcitado y apurado, jiji.
Una vez sin ropas que estorbaran la acción, la acosté boca arriba en su cama, le abrí las piernas y le di un lento y húmedo beso en sus labios verticales. Su coño estaba depilado, una hermosa totona grande y gorda. Olía divino y su sabor me duplicó la cachondes. Me dediqué durante largo rato a disfrutar de aquel manjar de dioses. Su humedad me resbalaba y empapaba todo mi rostro. Su clítorix era un caramelo de fruta tropical en mi boca. No podía verle la cara, pero escuchaba sus gemidos, cada vez más intensos, gemidos que eran canción para mis oídos.
- Métemela métemela por favorrr suplicó sollozando.
Sin esperar otro ruego, escalé la cama y su cuerpo, recorriendo cada milímetro con mi lengua, recogiendo cada gota de sudor, acariciando el ombligo, rodeando los senos, succionando cada pezón, chupando su cuello y orejas, hasta aterrizar en esa divina boca que clamaba por placer.
Mientras la besaba me acomodé entre sus piernas, nuestros sexos se rozaban deliciosamente. Caroline bajó una de sus manos y colocó el glande en toda la entrada del cubil. Con lentitud fui dejándome caer, empujando, disfrutando cada centímetro, hasta que finalmente, toqué fondo. Caroline gimió prolongadamente, satisfecha de tenerlo todo dentro de sí.
Sin dejar de besarnos morbosamente inicié los movimientos de avance y retroceso. La gran cantidad de humedad del chocho me indicaba el alto grado de excitación de Caroline y permitían que mi pene accionara con absoluta libertad. Entraba y salía una y otra vez de ese exquisito rincón, cada vez más rápido, cada vez más intenso.
- Ohhh papi ohhh por favor detente un poco dijo Caroline como pudo con mi boca en la suya no quiero acabar aúnnn
Era evidente que esta negra preciosa estaba ardiendo por todos lados y que le faltaba poco para alcanzar el éxtasis. Y lamentablemente yo no podía complacerla en su suplica. Yo quería que sucumbiera a mis embates, penetrarla a fondo y hacerla acabar, verla retorcerse de placer.
Me abracé más a su cuerpo y busqué una mejor posición, alzando más mis caderas para poder penetrarla mejor y satisfacer su clítorix. Comencé a atacarla con fuerza y rapidez. Taladraba su vagina como una máquina en busca del mayor de los placeres. El chapoteo de nuestros sexos se unió al ritmo de sus sollozos incontrolables.
- Ha! Ha! Ha! Ha! Caroline gemía y gozaba eres un.. malvado Ha! Ha!
Mi joven amante abandonó la idea de retardar el final y se rindió al placer que le estaba proporcionando. Arqueó sus caderas hasta lograr que el miembro la penetrara de forma perfecta y profunda y Sus piernas y brazos amarraron mi cuerpo como si en ello se le fuera la vida. Aceleré los movimientos cada vez más y más. Sentía con gozo como tocaba fondo con cada embate. Mis testículos rebotaban con fuerza de sus nalgas empapadas de sudor y flujos vaginales. Cuando ya había alcanzado la velocidad máxima e intentaba sostener el arrollador ritmo llegó el tan deseado orgasmo.
Caroline dejó escapar de su garganta un grito desgarrador. Su cuerpo se convulsionó en un gran estallido de placer como si un golpe eléctrico la recorriera de pies a cabeza. Todas sus carnes temblaban aferradas a mí. Sus piernas se sacudían violentamente, pero sin dejar de rodearme y apretarme, evitando que ni por error desencajara el miembro. Sus cavidades vaginales se estremecían una y otra vez, comprimiendo a mi acalorada verga. Su hermoso coño se convirtió en un tembloroso e hirviente horno.
Poco a poco los espasmos fueron cesando. Mantuve la estaca hincada a fondo mientras ella terminaba de disfrutar su orgasmo. Con ternura besaba sus labios y su rostro que con lentitud recobraba la compostura. Solo cuando su cuerpo estuvo totalmente relajado me retiré con delicadeza de su vagina. Arrodillado entre sus piernas la observaba toda, preciosa, satisfecha por el éxtasis alcanzado. Ella me miraba sonriente con los ojos entrecerrados.
Tu aún no has acabado. Cierto? me preguntó.
Aún no mamita rica respondí mientras me sobaba el miembro.
entonces es mi turno de hacerte gozar y con estas palabras Caroline se incorporó un poco.
Su cuerpo bondadoso se encontraba recostado y medio arrodillado frente al mío. Acercó su rostro y con lujuria comenzó a lamer el pene cual paleta de helado. Su lengua descendía lentamente hasta la base para luego subir rápidamente hasta la punta. Recorría con gozo cada vena y se estacionaba por breves momentos en el pequeño orificio de salida del esperma. Uffff!!!
Sin previo aviso engulló la carne de un solo y atrevido movimiento. Ahora su boca me sorbía entero y eran sus labios los que se trasladaban incesantes por el pene. Con cierta dificultad Caroline lograba en ocasiones mantenerlo por completo dentro de su boca, para luego continuar succionando, chupando con fuerza. Mi negra amiga se esmeraba en comerme la polla, intensificando cada vez más los movimientos de cabeza. Me parecía que buscaba hacerme acabar así, pero yo quería otra cosa, quería cumplir mi sueño. Con mi mano la tomé por los cabellos de la nuca y la hice separarse de mí. Le indique que se arrodillara y se girara.
Bribón! dijo sonriendo mientras me obedecía quieres coger como perrito.
No sabes cuánto deseo mirarte el pompis mientras te penetro confesé excitado.
Caroline ya se encontraba en cuatro y meneaba eróticamente sus nalgas de un lado a otro, incitándome. Me acerqué y de rodillas, coloqué el pene entre sus nalgas. Ella seguía moviéndose, acariciando el miembro con su precioso trasero, consciente del placer que debía producirme aquello. Yo de verdad estaba gozando increíblemente, le apretaba y acariciaba los glúteos a la vez que me masturbaba con ellos. Cuando ya sentía que la sangre estaba a tope. Decidí pasar al segundo round.
Levanté la pierna derecha colocándola de pie, pero manteniendo la izquierda arrodillada, para facilitar la penetración. Caroline acercó más su pompis. Con una mano me sujeté el pene por la base, ubicándolo en la entrada del coño. Con la otra mano me sostenía en una de sus granes nalgas. Lentamente se inició el acoplamiento. Mientras yo avanzaba ella retrocedía. Hasta que nuevamente, mi pedazo invadió por completo aquel rico coño. Un gran suspiro de satisfacción fue el preámbulo de lo que se avecinaba.
Como si lo hubiésemos ensayado, al mismo tiempo ambos comenzamos a darnos durísimo y a excelente ritmo. Las penetraciones se sucedían rápidamente. Yo sentía como el calor aumentaba otra vez dentro de la vagina de Caroline, quien se dedicaba a gemir y a moverse violentamente.
Así mami, así me gusta le indicaba mientras le daba sonoras nalgadas.
Haaa!! Haaa!!! gemía Caroline con el guevo adentro.
Si, por fin, por fin tenía a Caroline como siempre la había deseado: desnuda, cachonda y en cuatro, con mi estaca bien adentro. Su coño devoraba por completo mi erecta verga y sus nalgas rebotaban implacables contra mí. Que delicia. La sujetaba con fuerza por su cintura y embestía su cuerpo con alta velocidad. La excitación mezclada con mi deseo cumplido aceleraba mi eyaculación. Entonces entonces MI SUEÑO SE HABÍA REALIZADO!!!
Repleto de satisfacción, coloqué ambas piernas de rodillas entre las de ellas, y sin dejar de penetrarla con furia, la jalé por lo cabellos de la nuca, obligándola a arquear el cuerpo y atrayéndola a mi. Pude abrazarla por el abdomen y apretarle los senos, mientras le ensalivaba el cuello. Ella respondía con gemidos y buscando mi lengua con la suya. Nos fundimos en un obsceno beso.
Empujando con mis manos su espalda, la obligué a colocarse en cuatro nuevamente, pero esta vez al punto de que su rostro se recostaba en la cama. Caroline se dejaba hacer, pero sin dejar de moverse. Sus chillidos me incitaban a darle más y más. Enganchado con mis manos a sus nalgotas, me concentraba en serruchar aquel fabuloso cuerpo con cada vez mayor potencia.
Ya sentía venir lo inevitable, la inminente eyaculación. Aparté mis manos de los glúteos para poder observar en alta definición el bamboleo, manteniendo las embestidas solo con el pene. Como si hubiese liberado a una bestia salvaje en celo, Caroline se alzó levemente apoyándose en los codos y aumentó los movimientos violentos de cadera. Si aquello hubiese sido una competencia olímpica, esta negrota hermosa se hubiese ganado la medalla de oro.
La velocidad de las penetraciones, el maraqueo fenomenal, el sonido del choque de carnes, los gemidos de mi amante, el calor abrazador del chocho y la visión del pene poseyendo aquel mujerón todo eso fue demasiado para este pobre mortal. En el último instante pude prenderme con fuerza a su cintura y dar el embate definitivo. Hoooo rayooosss!!! Sentí como salía disparado el primer chorro de esperma. Dos, tres, cuatro golpes más entre gritos y quejidos. Dos, tres y cuatro chorros más. Yo me estaba vaciando y ella se estaba inundando. Podía percibir como sus músculos internos se movían estrujando mi pene, ella también había acabado.
No había culminado aún mi orgasmo cuando Caroline se salió y se voltió, colocando su rostro debajo de mi feliz miembro. Del pene aún salían los últimos chorrillos, semen que recibió ella en su cara, en su cabella, en su boca abierta. Como hacen las buenas amantes que disfrutan a pleno del sexo, Caroline se dedicó a lamerme y chuparme el pene, a recoger cada rastro de leche, a darme placer post eyaculatorio, y todo eso mirándome fijamente a los ojos. Que divinidad de polvo me había echado, que ricura de mujer acababa de poseer. Ufff!!!
Culminada nuestra salvaje sesión sexual, nos aseamos rápidamente, habíamos perdido la noción del tiempo y no sabíamos en qué momento regresaría el viejo Willy o su buenota esposa. Nos despedimos con otro animal beso con mordiscos y saliva. Aunque ninguno dijo nada, ambos sabíamos que aquello debía repetirse, había sido demasiado bueno e intenso.
En vez de subir a mi apartamento bajé a la planta del edificio, necesitaba urgente cigarrillos y un par de birras para pasar a plenitud todo aquello. Caminaba sumido en mis eróticos pensamientos cuando alguien me detiene. Era el viejo Willy.
- Epale socio me dijo revisaste la computadora de mis hijas?.
Como pude y sin entrar en detalles le dije lo que tenía la computadora, el peo y como solucionarlo y tal, que se quedara tranquilo que yo la arreglaba. En ese momento escucho un silbido, eran el George y el Willou llamándome desde el estacionamiento con latas de cervezas en las manos, justo a tiempo y justo lo que necesitaba. Me despedí del viejo Willy y me fui a tomar birras con los panas, mientras comenzaba a soñar cómo sería el próximo encuentro. Yeahhh!!!
Satirock.