Las hijas del plomero

Dos jovenes mujeres que seducen a un joven, llegando a compartir el sexo en todas las varientes, una historia real en Buenos Aires.

Les pasaré a contar una historia como las que yo escribo de la misma vida, verídicas y ocurridas en la Argentina

En éste caso ocurrió en una localidad del gran Buenos Aires, cerca del aeropuerto de Ezeiza, que se caracteriza por tener una construcción de chalet, de tejas rojas todos ellos y grandes jardines.

Es la historia de Federico con las hijas del plomero.

Federico tendría en esos días sus quince años, era de buen cuerpo pese a su edad y fue a ver a su compañero de secundaria, para que le diese unos apuntes pues en la semana no pudo concurrir al colegio por estar enfermo

Éste al llegar a su casa, le informó el padre saliendo a reparar una plomería de gas que no estaba Juan regresaría en un rato y en su defecto se encontraban Silvia e Inés que eran las hermanas de quince y diecisiete años respectivamente, en la casa para hacerle compañía mientras llegara...

Él las conocía de vista, y siempre se había fijado en Inés, que era la más bonita.

Silvia era también linda pero algo gordita debido a que nunca prestaba atención a su figura abusando de los dulces y el chocolate, en cambio Inés era de una figura agraciada y por ser mayor prestaba atención a los detalles en su cuerpo

Pero, ambas, era un dúo terrible en cuanto al ejercicio sexual, pero lo mantenían en una discreta y absoluta reserva ya que en esa ciudad casi todos se conocían y no querían que de ellas, se comentasen en el barrio sus actividades sexuales.

A Federico le hicieron entrar, explicándole que llegaría el hermano, en dos hora que le esperase en la casa, pues él lo había advertido así.

Entonces ellas entablaron una conversación normal ( al poco tiempo Federico comprendió lo contrario) y las mujeres le hicieron todo tipo de pregunta en materia de su vida privada, amoríos y otras cosas mas que se relacionaban directamente con el sexo, así esperando que llegase el hermano.

Al tiempo de estar en la casa, Federico empezó a sentir que las hermanas le describían, sacando pro y contra de lo que él representaba, la forma de vestir, el cuerpo promocionado y todo aquello que del una mujer pudiese, encontrar en un joven.

Federico se sentía como en un escaparate en donde un cartel decía: Se vende o en éste caso, se alquila para su uso.

Federico no se sentía molesto y no quería cortar ese hilo de idas y venidas al fin la elaboración tan detallada de sus cosas debería llegar a una conclusión y él pensaba que todo ello, era la puerta de algo más.

No se equivocó, pero tuvo que esperar un rato más.

Bajo una subterfugio cualquiera las mujeres llevaron a Federico, al dormitorio de ellas, y alli con la excusa de mostrarle el equipo de música que el padre le había regalo, le hicieron pasar

Silvia la más audaz le dijo:

Pedidme lo que quiera, que te lo doy

Quiero ver tus casetes así sabré lo que te guste le dijo Federico y las dos chicas se miraron, riéndose.

Al traerle Silvia un tanto desilusionada, le arrimó uno al azar que sacó de su colección y Federico se sentó en la cama haciéndose el disimulado pretendiendo leer los temas de música:

Ahora era él, el que tomaba la delantera en la situación exasperando, así los nervios de esas dos mujer afiebradas por hacer algo mas que escuchar música.

Inés a todo esto contenida, se reía nerviosamente y no dando mas le dijo:

Solo eso quieres Federico, solo eso mirá que Silvia...

Te puede mostrar lo que quieras, bah sí aun quermés algo más.

Si en verdad me gustaría verla, mas interiormente.

Desnuda dirá acotó él tramite Inés.

Si, claro que si ella quiere.

Silvia con ademanes firmes se fue quitando su ropa, Federico estaba comedidamente, ya su sexo se le empezaba a marcar entre sus pantalones, y notó como Inés tenía justamente los ojos puestos alli.

Silvia se quedó en corpiños y bombacha, estaba excitada lo demarcaba el color rojo en sus cachetes y aparentemente asistía a esa ceremonia el de desnudarse, muy satisfecha.

Silvia le miró fijo y se sacó el corpiño, dos senos duro y puntiagudos aparecieron, Federico creía que no soportaría mas la presión de su sexo dentro del calzoncillo, pero aun quedaba lo mejor, a un movimiento muy sensual de cadera, Silvia levantó la piernas y se terminó de sacarse la bombacha, apareciendo un monte de Venus, hermoso y recubiertos de un enjambre de pelos muy negros.

Bueno me quería ver, aquí estoy soy como me imaginaste le dijo a Federico.

Mejor, y calló la presión en su sexo además de la pasta que en su boca se había formado por la excitación le impedía hablar mucho.

Mucho mejor, sos hermosa.

Federico se acercó levantándose de la cama, hacia Silvia para tocar la fina piel de sus cadera y a un momento llegó a sus muslos. Silvia lo miraba fijo a la cara y Federico le tomó un seno muy delicadamente besándoselo lo que Silvia correspondió apretándolo sobre el mismo hasta el punto de casi no dejarlo respirar.

En el momento en que Silvia sé acomdó mejor miré a Inés, sus ojos parecían destellar fuegos y se estaba tocando nada disimuladamente entre sus piernas.

Llevaba ese día un pantalón extremadamente ajustado o a mí dentro de mi calentura me parecía que era chico de una talla menor pero pude notar lo abultado de su sexo, que se marcaba con una pequeña y profunda raja vertical en la que ella, apuraba sus dedos.

Mientras Silvia se acomodaba, empecé a bajar por su cuerpo con mi boca llegando a su entrepiernas, ella resistiéndome con la mano, a la que sujeté, le fui besando y absorbiendo su sexo entreteniéndome en su clítoris.

Silvia, gemía de placer diciéndome todas clases de cosas, de barbaridades, lo que me excitaba y la excitaba a ella cada vez más.

Inés a todo esto se había bajado los pantalones y sencillamente se masturbaba por debajo de una bombacha negra, además de tener la vista perdida en el sexo de su hermana.

Al notar que la miraba paró de hacerlo, y me dijo:

Que esperas para desnudarte, así sé en verdad como la tienes y como sos Federico quiero vértela.

Silvia de mal modo se sentó, en la cama inconscientemente yo le había cortado su orgasmo, pero asistió a la orden de Inés quien nos dominaba a los dos.

Aséelo, Federico si ya sácate la ropa y dámela que estoy por acabar... me dejaste en la línea dijo Silvia.

Federico se desnudó, sacándose el slip mostrando a esas dos mujeres un sexo fuerte y erguido con un joven cuerpo marcado que de alguna manera excitó más a Inés.

Silvia, me acercó a la cama y arrodillada se prendió de mi sexo. Inés apurada empezó a desnudarse y alli la descubrí verdaderamente hermosas, algo mas que Silvia.

Delgada de una buena cola redonda tipo manzanita sus senos pequeños pero delicadamente perfectos, eran coronados con dos aureolas que se marcaban con la excitación de color rojísimas que contrastaban, con su cuerpo muy blanco.

Se acercó y mirando como su hermana me chupaba el sexo, me besó recorriendo con su lengua todo mi boca además de apoyar sus senos en mi pecho, diciéndome:

Dale son tuyos, que esperás para chupármelo como hiciste con mi hermana.

Silvia me mamaba, yo le besaba los senos a Inés y ella se masturbaba metiéndose enérgicamente dos dedos, que notaba que salían lubricados con sus propios jugos.

Anda cojete a Silvia que no da mas, además, yo acabé me dijo Inés al rato de producirse su auto penetración, pero después te espero Federico.

Ella acaba rápido así que después te mato en la cama.

Le retiré la cabeza a Silvia mirando la cama, ella comprendió y se extendió a lo largo, abriendo y elevando sus piernas haciendo un rodillo mas tarde con ellas. Me subí a la cama y penetré dentro de Silvia.

Era la primera vez que descubría lo caliente que puede estar el sexo en una mujer; me pareció hermoso y me bajé a medida que penetraba mi sexo, ella después de exhalar una bocanada de aire se empezó a mover frenéticamente, yo la miraba asustado mientras ella, se movía.

Inés vino junto a mí tocándome la cola y besándome la espalda, además, me agarró de nuevo la cara besándome pero ahora furiosamente, nunca en mi vida creí presenciar semejante acto de lujuria y ello junto con los espasmo en la vagina de Silvia me indicaron que acabábamos mientras Inés me absorbía literalmente con la boca mi lengua

Silvia se hizo un bollito acomodándose en forma fetal, lo que aprovechó Inés para subir a la cama, era muy lindo tenerlas así, pero ella era la que me guiaba en realidad era ella quien me iba a coger ahora.

Federico déjate llevar a mí me gusta cojerme a los hombres y no que ellos me cojan, así que ahora descansa, Silvia con uno queda muerta, pero yo no te he probado así que recupérate solo para mí.

Ella con un placer indescriptible en mi, me fue tocando dulcemente cada parte de mi cuerpo, yo no creía que mi sexo me respondiera tan rápido pero no me había dado cuenta que esa sección de toqueteo con sus dedos y boca había durado mas de veinte minutos, y cuando ella se posó en mi sexo, con la mano, me dijo al oído con una voz que me sedujo:

Ya esta, lista par mi ahora, Federico déjate guiar yo te voy a coger como ninguna mujer lo hará contigo.

En realidad yo casi no poseía experiencia sexual, apenas dos o tres con mujeres del normal y en forma rápida y apurada pero una mujer como ella, jamás.

Me paró en la cama mientras ella me besaba mi sexo, además de mostrarme acostándome al tiempo a lo largo de la cama enfrentados como debía actuar.

Mí cola apuntaba a su cara y ella me indicó lo que debía hacer.

Bésame, alli, vez como lo hiciste con Silvia, pero mucho cuidado en correrte avísame si te empezase a irte, a acabar Federico, así yo me detengo

Pero sé suave y despacio, cuando me chupes muchas veces las mujeres necesitan de un tiempo para cada postura, además, penétrame por el culo, aséelo con un dedo pero ten cuidado de lastimarme con la uña.

Nos empezamos a besar en el sexo ella, rodeando el grande con sus labios y absorbiendo de tal manera mi pija que me producía una sensación de ser aspirado desde la cama al techo, yo metía y sacaba el dedo de su culo notando como ella, jugaba con su esfínter en mi dedo, apretándolo y soltándolo casi a la salida de su culo.

Inés, ya

Si ya sé, lo presiento en tus venas, pero cálmate ahora, me arrodillaré y me penetrarás a lo perrito, sabes hacerlo

Le metí ni tenía idea, ella lo advirtió y se acomodó en forma transversal a Silvia que dormía profundamente, yo le metí poco a poco mi sexo, pero ella ni bien lo sintió penetrar empujó hacia atrás introduciéndose de un solo envión mi pija

Estuvimos moviéndonos frenéticamente lo que hizo que se despertara Silvia y mirando absorta como cojía su hermana se prendió de los senos de Inés.

Alli se me nubló la vista, estallé al grito en conjunto de Silvia y de Inés cayéndome en el suelo

Al reaccionar unos minutos después vi como Silvia e Inés estaban abrazadas y besándose mientras Inés le penetraba en su culo con dos dedos y Silvia se retorcía de placer

Al tiempo Silvia empezó con unos espasmos y mirándome con los ojos desorbitados se dejó caer en la cama.

Los tres permanecimos en silencio, cuando aun acostada boca arriba Inés me dijo:

Federico cámbiate y ándate estamos cansadas y mi hermano llegará en unos momentos anda al comedor y espéralo, sé bueno calla lo que viste y así lo podremos repetir.

Me cambié en silencio, Inés me besó cariñosamente en la mejilla, tapó a Silvia luego se fue a su cama, metiéndose en ella y también tapándose.

Anda espéralo a Juan que ya llegará me dijo mientras apoyaba la cabeza en la almohada.

Fui al comedor, empezaba a llover y al rato llegó Juan.

Te dejaron solo Fede, espero que no te hayas aburrido y eso que les dije a mis hermanas que te atendieran, perdóname solo piensan en sus cosas...

Gustavo Gabriel

Buenos Aires.

Argentina.