Las Hijas de Tomas - Mis Sobrinas (Final)

... Fue entonces que me desperté al sentir que mi verga estaba aprisionada...

Quedamos dormidos hasta que la luz del día entro por la ventana del cuarto. Fue entonces que me desperté al sentir que mi verga estaba aprisionada. Al principio, no sabía si era la mano de una de las niñas o la boca de una de ellas. Abrí los ojos para ver hacia abajo y fue entonces que me deleite al ver a Ariel dándome una rica mamada! Que forma de despertar. Me acorde de mi mujer. Ella también solía despertarme así varias veces por año; en mi cumpleaños, el día de la amistad, nuestro aniversario y en Navidad.

La boca de Ariel tenía toda mi verga dentro de ella. Aun fláccida, se deleitaba en chupar y chupar. En solo un par de segundos, mi verga comenzó a crecer, al surgir mas sangre por las venas. Ariel ya batallaba para acomodar todo mi palo en su boca.

Fue entonces que miro hacia arriba y nuestros ojos se encontraron. Sin decir palabra, nos dijimos ‘buenos días’ al igual que ‘necesito de ti una vez más’. No sabia aun que esta sería la última vez que estaría con este par de mujercitas en este viaje.

Ariel tomo mis huevos en su mano y los apretaba suavemente. Su lengua ahora jugaba con la cabeza de mi verga dando círculos a su alrededor. Su mano libre tomo mi palo y lo meneaba de arriba abajo. Buena mamada, pensé yo.

Estire mi mano y sobe sus muslos. Con un poco de fuerza, logre hacer que ella quedara sobre de mi cuerpo en posición de 69. Sus rodillas quedaban a los costados de mi cabeza y su panocha, oliendo a amor de anoche, quedaba a solo centímetros de mi cara. Saque mi lengua y busque su clítoris. Al encontrarlo, comencé a menearlo, despacio primero; y luego aumentando la velocidad. Esto causo que Ariel emitiera unos ahhh y mmmm al tiempo que me mamaba.

Subí mi lengua hasta su ano. Su culito apretado se contraía y relajaba al tiempo que mi lengua lo invadía. Con la punta de mi lengua trataba de penetrarlo y este respondía con pequeñas contracciones que mandaban sensaciones de pasión por todo el cuerpo de Ariel. Ella ya empezaba a menear las caderas como diciéndome "cógeme, hazme tuya de nuevo."

Ella también me brindaba pasión en exceso. Su lengua ya viajaba a lo largo de mi verga y chupaba mis bolas. Estos movimientos coincidían con mi lengua que jugaba con su culito. Formábamos ya un concierto y nuestros cuerpos eran los instrumentos.

Tío, te quiero dentro de mí! Cógeme ya.

Siéntate arriba de mi, cógeme tu a mí, dije yo.

Efectivamente, se levanto y, dándome la espalda, introdujo mi verga en su panocha. Comenzó el sube y baja al tiempo que movía sus caderas en forma circular. Mi verga sentía bien las paredes de su panocha y en cada embestida también sentía los labios de su vagina ‘besar’ el tronco de mi verga que endurecía mas con cada segundo que pasaba.

Sus manos se apoyaron en mis tobillos al tiempo que trataba de introducir mi verga los más posible dentro de ella. Sus caderas aumentaron el ritmo y poco a poco nos acercábamos al clímax. Ella me lo hacía saber con sus gemidos.

Ahhh. Mmmm. Que rico. Me encanta tu vergota tío. Mmmm, que dulzura.

A mí me gustas toda. Tu panochita me enloquece. Gracias por se mía.

Metí un dedo en mi boca y lo llene de saliva. Después lo dirigí a su culo que podía ver perfectamente frente a mí. Ariel respingo al sentir mi dedo en el. Comencé a lubricar su culo y este comenzó a aflojar. Mi dedo se introdujo poco a poco y su culo le daba la bienvenida. Coordine este movimiento con los movimientos de su cadera y, al tiempo que entraba y salía, lo movía en forma circular, aprovechando tocar las paredes de su recto. Esto la volvía loca.

Ahhhh, me voy a correr tío, me voy a correr.

Muévete mas rápido, yo también me vengo ya!

Acelero sus movimientos. Apretó mis tobillos con sus manos y una vez más mando sus caderas hacia atrás en forma violenta. Su culo se poseía de mi dedo; su panocha se comía mi verga por completo. Mis huevos estaban duros, cargados, listos para lanzar mi leche dentro de ella. Mis ojos cerrados, veían toda la acción como si me hubiese salido del cuerpo mismo.

Fue entonces que sentí un movimiento en la cama. Era Susana que se subía sobre de mi cara. Ponía su panocha directamente en mi boca y mi lengua, al sentirla cerca, comenzó a deslizarse dentro de su raja, entrando a su agujero, luego saboreando su raja completa, después jugando con su clítoris. Note como la panocha de Susana estaba más que mojada. Ella también estaba a punto de venirse. Seguramente había estado masturbándose al oír y ver que Ariel y yo nos cogíamos con delicia.

Me corro tío, decía Susana. Comete mis jugos

Mmmm, mmmm. Era todo lo que yo podía decir.

Susana se corrió al tiempo que gritaba ‘ Y ustedes que no me querían invitar! Me Corro! Ahhhhhh.’

Yo me deleitaba con sus jugos en mi cara. Lamia como loco aquel néctar tan delicioso. Ya no pude más. Anuncie mi corrida también.

Ariel, me corro. Me vengo dentro de ti!

Hahn. Qué locura! No puedo más! Me corro también. Decía Ariel. Lléname con tu leche tío. Lléname mi panocha con tu l…e…c…h…e…!

Y así fue. Mi verga exploto dentro de ella. Un chorro tras otro le llenaron su cuevita hasta que cayó sobre mis piernas. Mi dedo alojo su culo y este quedo medio abierto, completamente relajado. Los tres nos quedamos petrificados por unos minutos hasta que nuestros niveles de adrenalina bajaron a un estado más o menos normal.

Fue entonces que me acomode entre mis sobrinas, tomando a cada una de ellas en cada brazo. Su cabeza en mi pecho. Mis manos sobando su espalda y sus nalgas. Cada una de ellas con su mano en mi verga y mis huevos. Permanecíamos callados. Hoy yo me iría y no volvería a verlas hasta la próxima visita; en un par de años.

No había que decir una palabra. Todo había quedado escrito en nuestros cuerpos cansados.