Las hijas de papá

El padre y la madre de dos hermanas gemelas las encuentran corriéndose en un 69.

Eloisa y Alexia eran dos gemelas consentidas. Rubias, de ojos azules, con tetas generosas, altas y preciosas.

Vivían en una mansión. Tenían de todo, coches de alta gama, dinero, joyas, ropas caras, en fin, que eran unas privilegiadas.

Eloisa y Alexia estaban en la habitación de la primera, una habitación pintada de blanco, con una gran cama, un tresillo, un aparador, un armario empotrado... Al frente tenía un ventanal en que se veía el mar y más al fondo las montañas, y a la iquerda una puerta que llevaba al cuarto de baño, donde además de la taza y la ducha había un gran jacuzzi.

Vestían dos picardías blancos de seda, transparentes, que dejaban ver sus largas piernas, sus tetas, su pezones y sus bragas blancas con encajes, Eloisa, preparando dos rayas encima del aparador, le preguntó a Alexia:

-¿A quién le compraste la coca?

-A Roberto. Es de la mejor.

Esnifaron las rayas, se echaron sobre la cama, y mirando al techo comenzaron a hablar.

-¿Cuándo fue la última vez que te masturbaste, Eloisa?

-Que me masturbé hace una semana, que me masturbaron dos días?

-¿Luisa o Alejo?

-Pitita.

-¡¿De verdad?! ¡Quien lo diría!

-¿Y tú cuando te tocaste por ultima vez?

-Esta mañana.

-¿Hombre o mujer?

-Toñi y Charles.

Eloisa se comenzó a tocar el sexo con un dedo.

-¿En cuanto tiempo te corres?

-Depende del día... entre cinco y diez minutos para el primer orgasmo. ¿Y tú?

-También depende del día, hay veces que tardo media hora...

-¡¿Tanto?!

Alexia también se comenzó a tocar.

-Hago que me dure y me viene con más fuerza.

-¿Cuanto tiempo te dura el orgasmo?

-Poco, siempre me dura poco.

-Eso es cierto, siempre dura poco.

Eloisa se quitó las bragas y el picardías.

Alexia se giro y besó en los labios a su hermana. Cerraron los ojos y se fundieron en un beso con lengua, un beso largo, muy largo.

Al acabar de besarse, Alexia se quitó las bragas y el picardías.

Otra vez boca arriba se comenzaron a masturbar.

Unos minutos más tarde, y sin romper el silencio, Eloisa dejó de masturbarse y besó a su hermana mientras acariciaba sus tetas... Su lengua se posó sobre uno de los pezones y lo lamió mientras su otra mano daba pellizquitos, acariciaba el otro pezón y después abofeteaba la teta.

-Si te molesta algo de lo que te hago avísame.

-Sigue, me gusta todo lo que me estás haciendo.

Eloisa, después de jugar con la otra teta, bajó besando el vientre de Alexia, besó y lamió su ombligo, pasó de largo del sexo, besó y lamió sus muslos, siguió bajando y llegó a sus pies, masajeó, besó, lamio y acarició las plantas de los pies, hizo lo propio con los dedos y después volvió besando y pasando la lengua hasta llegar a las proximidades del sexo. Vio que estaba muy mojado. Se volvió a echar boca arriba.

Alexía le hizo a su hermana lo mismo que le hiciera a ella, desde la boca a los pies, y después, como si supieran sin hablar lo que querían hacer, se sentaron y hicieron una tijera. Se frotaron sus chochitos empapados y sus clitoris hasta que sintieron que se iban a correr. Otra vez, sin decir palabra, se pusieron en paralelo y hicieron un 69. Poco duraron, estaban tan calientes que era inevitable que echaran por fuera, fue Alexía la que preguntó:

-¿Ready?

-Ready.

Comenzarn a mover los culos buscando el orgasmo y lo encontraron al momento.

-¡Me corro, nena!

-¡Y yo, hermana, y yo!

Se corrieron, una en la boca de la otra. Se tragaban los fluidos entre gemidos y sacudidas...

Se estaban acabando de correr cuando llegaron el padre y la madre, y desde la puerta de la habitación, que estaba abierta, vieron a sus hijas muriéndose de placer. Quedaron unos segundos petrificados mirando aquel cuadro,

Aura, la madre de las muchachas, miró para la entrepierna de Marcelo, su marido, y vió el bulto. Se había empalmado. Le dió un codazo y lo arrastró de allí a la habitación.

Ya en la habitación..

-¡¿Como te puede excitar ver a tus hijas cometiendo un incesto!!

-¿Miramos a ver si estás mojada?

-¡No eludas la respuesta!

Continuará.