Las hijas de mona
Tres mujeres...una madre y sus dos hijas...se hacen el amor...
LAS HIJAS DE MONA
Corría por la casa de un lado a otro. Quería terminar los quehaceres y además tenía que cocinar. Sus hijas estaban por salir del colegio y tendrían la tarde libre, eso significaba una sola cosa.
Las hijas con la tarde libre para ellas y solo para ellas. La madre, Mona, sonriendo y cocinando para las chicas y para ella misma, algo liviano. El padre de viaje de negocios, seguro cogiendo con alguna puta barata por allí, pensaba Mona y casi lo aseguraba. Cosa que a ella la tenía sin cuidado.
Ella prefería quedarse en casa donde era feliz y la pasaba tan bien. Sus hijas llegaron a la casa, ya la mesa estaba puesta. Eran un vendaval entrando por la puerta. Hablaban fuerte y se reían a carcajadas, completamente ajenas a los males del mundo. La edad del último año en secundaria, era suficiente para que su adolescencia brillará.
__¡Moni deja ya ese tema de una vez!
__¡Porque, porque a ti te molesta que la profe mire mis tetas!
__¡Como me va a molestar que la puta de geografía te miré las tetas a vos y a media clase!__ las dos reían a carcajadas. Se tironeaban los cabellos largos y limpios y sedosos y se levantaban las polleras a cuadritos de manera bruta y alocada, jugando, hasta atraparse y chocarse las frentes y seguir riendo.
Abrazándose por la cintura y mirándose muy de cerquita. Casi rozándose las bocas rojas de labial y ardientes. Carnosas, sensuales. Habían heredado eso de la madre Mona que las miraba con la fuente en las manos.
__¡Oigan ustedes dos, pueden lavarse las manos y venir a comer!
__¡Mamá!__ se quejó Luz
__¡Mamá nada, vamos nos sean tan calentonas!
__¿Pero qué boquita tienes madre!__ dijo Moni acercándose a Mona por detrás y cuando esta se inclinó a dejar la fuente en la mesa le metió la mano por debajo de la pollera hasta tocar su vagina húmeda desde hacía rato.
__¡Pero, deja ya eso, no seas ansiosa y putona!
__¡Madre, estas cada día más ordinaria!
__¡Bueno….a comer y ya!!__ las chicas continuaron con las risotadas. Mona transpiraba su almeja de la calentura. Sus hijas eran dos preciosuras, calientes como ella. Ardientes. Hacía tiempo habían practicado por primera vez el incesto, en realidad fue Mona la que descubrió un día de tantos a sus hijas en el baño dándose placer mutuamente y no tuvo más remedio que unirse a ellas.
Por eso ese día estaba destinado al placer y no había más remedio. Todas tenían eso en sus mentes.
__¡Como estuvo el cole hoy viernes!
__¡Para mi estuvo bien ma, sin sobresaltos!__ dijo Luz con su amplia sonrisa, de dientes perfectos, su cara de rasgos muy lindos, una nariz pequeña, ojos negros profundos, cejas marcadas, una piel tersa y joven obviamente. Pechos medianos y llenos de miel para sus mujeres. Un culito redondo y que satisfacía a todas las integrantes de aquella casa.
__¡A mí no me ha ido mal!__ comentó al pasar Moni, de cabellera larga y fina, sedosa, pechos contundentes y sabrosos, pezones oscuros y grandes que se alargaban como dedos cuando estaba erectos. Un carita brillante y casi de modelo, ojos preciosos, color miel siempre chispeantes y ardientes.
Luego está Mona, una madura por la que babean hombres y mujeres cuando la ven pasar por ahí. Un culo soberbio y bien cuidado, se mata haciendo gym, tres días por semana.
Cabellos largos, generalmente recogido en una colita. Unas tetas grandes, sin exagerar, su rostro agradable y marcado con unas leves pecas que no terminan de sobresalir. Labios siempre o casi siempre pintados de un rosa claro, una mujerona formidable y muy caliente.
__¡Vamos a dormir la siesta!__ propuso la madre y las chicas se sonrieron de manera maliciosa.
__¡Primero me daré un baño!__ dijo Luz y se levantó moviendo su hermoso trasero.
__¡Yo también!__ dijo Moni y la siguió, ya quitándose la camisa blanca y tirándola por el camino.
Mona la recogió del piso y la olfateó, levantando mucho mas su temperatura.
Camino hacia su cuarto y se fue quitando la ropa. Quedando solo con un corpiño de color blanco y su tanguita bien metida en la raya del ojete.
Se acarició sonriendo y abriendo su boca y chupando su dedo índice frente al espejo, sugerente reflejo que calentaría a cualquiera.
Se tendió en la cama rodeada de cremas esperando a las chicas. Se colocó por los brazos y los muslos fuertes y fibrosos. Paso por su cola, los glúteos hermosos y firmes. Todo el ambiente oliendo rosas, un vaho que a Mona le encantaba.
Las chicas entraron desnudas y oliendo a jabón perfumado. Una a cada lado de la madre. Mona las miró sonriendo y acariciando las tetas de ambas. Ellas no siendo menos también rozaban con sus dedos finos las tetas de la madre. Por el cuello. Por las mejillas. Por el vientre.
__¡Ohh mis chiquillas calientes y tan putitas!
__¡Como nuestra madre, que está tan buena!__ dijo Luz desprendiendo el soutien blanco y dejando flotar en el aire las tremendas tetazas de Mona que sonrió y gimió cuando los dedos de las hijas acariciaron ambas tetas. Los pezones se irguieron de inmediato. Duros y alargados. Mona entrecerraba los ojos y gruñía. Moni se metió un pezón en la boca y chupó, largamente, chupó y su madre gozaba como perra alzada. Susurraba palabras mientras Luz no perdió tiempo y tragó el otro pezón alargado y duro, mordisqueando, lamiendo y volviendo a chupar. Arrancando gemidos de placer de la madre.
Con las manos las chicas escarbaban y quitaban ya la tanguita. El clítoris de la mujer madura los recibía plenamente. Acariciaban y pellizcaban el botoncito duro, la humedad de la almeja enseguida se hizo presente. Chorreaba jugos aquella madre caliente.
__¡Ohh madre estas tan caliente!__ decía Luz y le mordía el cuello a Mona, Moni seguía chupando como chica hambrienta. Deseosa y necesitada de sexo, de sexo con su madre.
Calientes se revolcaban en la cama y ya Luz bajo hasta la almeja abierta de Mona, su lengua jugó, dibujo y se hundió hasta el fondo de tan dulce caramelo. Moni seguía prendida firmemente a los globos de la madre que ya a estas alturas aullaba de placer. Una loba en celo. Un animal salvaje y terrenal.
Luz colocaba una almohada bajo la cintura de Mona, levantando un poco más la grupa. Así su lengua pudo llegar y jugar con el agujero de la madre. Pasaba la lengua por toda la raja hasta el ojete. Abriéndolo, salivándolo, dilatando el preciado anillo. Lo besaba la chica joven saboreando.
Mona alcanzaba orgasmo tras orgasmo. Moni llegó a la boca de la madre y metió la lengua hasta el fondo de la garganta. Luz penetraba con un dedo, luego con dos la vagina ardiente y fluyendo en jugos. Los gritos de Mona eran de gozo tras gozo. Moni comió su boca para luego sentarse a horcajadas de la boca.
__¡Ohhh madre chúpame el culo, por favor, ahhh si mete tu lengua en mi ojete!!!__ rogó Moni y la lengua de Mona se perdió en el anillo de la chica.
Los dedos de Luz iban y venían por la conchita mojada de Mona, entraban tan fáciles y ella empezó como a convulsionar y en un espasmo violento empezó a largar chorros de un líquido amarillento que no era pis, pero un líquido ámbar, ella no podía reprimirlo y regó la cara y la boca y las tetas de Luz que arengaba a Mona a que largara sus jugos, con ese chorro potente, que ella saboreaba con gusto.
__¡Ohhh madre que chanchita eres mi putita hermosa!!__ gemía Luz, muy caliente volviendo a meter su lengua en aquella vagina chorreante. En tanto Moni saltaba sobre la lengua de su madre que le comía el culo como nadie lo había hecho nunca.
Un rato después de aquello, Moni bajo de la cara de la madre que estaba llena de jugos y que Luz chupó gustosamente, tragando los flujos de su hermana. Las tres se besaron encarnizadamente.
Se chupetearon las vaginas, intercambiándose, de lugares, hasta que nuevamente Mona colocándose de rodillas en la cama y con el culo en pompa fue chupada por Moni, que le comió el ojete, degustándolo, arrancando quejas de la mujer que era su madre y que se contorsionaba de manera enloquecida. En tanto Luz colocada debajo succionaba la almeja, y hundía los dedos de vez en cuando.
__¡Vas a largar tus jugos otra vez madre, ahhh, báñame con tus líquidos, siiii!!!__ gemía Luz , en tanto Mona escarbaba con su lengua la conchita , hundía y comía la almeja de su niña, de manera voraz, aguantando el clímax, y haciendo gozar a su nena, una y otra vez.
__¡Eso no me lo quiero perder!__ habló sensualmente Moni y giraron a la mujer que era su madre y quedó sentada con las piernas abiertas y la boca de Luz que comía, y friccionaba el botón, Moni arrimó sus dedos y los clavaba en la vagina que cada vez se humedecía más y más, Mona aullaba, gemía, clamaba, se contorsionaba violentamente. Moni y Luz se besaban las bocas cuando se encontraban. Jugaban con los dedos, poniendo sacando, la madre estallaba nuevamente en un orgasmo infernal, largando un chorro hacia el techo, que las dos se juntaban para beber y ser rociadas con los jugos explosivos de la madre, era una fuente de jugos salpicando por doquier.
Las dos bebieron de la fuente hasta que está dejó de emanar aquel brilloso líquido. Moni y Luz siguieron lamiendo hasta que ninguna gota brilló en los alrededores.
Las hermanas y la madre, se abrazaron un buen rato, solo contemplándose, mimándose. Lamiendo sus tetas, sus bocas. Tocando pero sin tocar las nalgas, las carnes, dormitándose y luego despertar otra vez para continuar amándose en aquel fin de semana.-